profetas 04
TEMA 4: DIOS SE DESPOSA CON EL PUEBLO
TEXTO: Os 1-14 (para el encuentro comunitario: Os 11,1-11)
CLAVE BIBLICA
1. NIVEL HISTÓRICO
Este libro encabeza la colección de los Doce Profetas Menores. Oseas fue un poco posterior a Amós y contemporáneo de Isaías. Predicó en el Reino del Norte (al que él llama también Jacob o, con más frecuencia, Efraím) entre los años 750 y 725 aproximadamente.
La persona y el mensaje de Amós nos han puesto en contacto con el reinado de Jeroboam II. El s. VIII fue de gran prosperidad a costa de grandes desigualdades sociales que todos los profetas fustigan. Oseas comienza su actividad profética en los últimos años de este rey. A su muerte (735), la historia del Reino del Norte se convierte en un puro desastre: se alió con Damasco contra Asiria. El Reino del Sur no entró en la coalición. Lo que iba a ser una guerra contra Asiria acabó con una guerra fratricida: la siro-efraimita. El rey Acaz de Judá llamó en auxilio al rey asirio que infligió un duro castigo a los rebeldes: pérdida de territorios. Además, existe una economía empobrecida y tensiones internas que acaban con el desastre de la catástrofe del año 722, cuando Sargón II de Asiria conquista Samaría.
Para comprender el mensaje de Oseas, conviene también tener presente esta problemática religiosa: el sincretismo con las prácticas paganas del culto a Baal. Los israelitas, al asentarse en Palestina y dedicarse a la agricultura, no pensaban que Yahveh pudiese ayudarles en ese nuevo tipo de actividad. Lo conciben como un Dios guerrero y volcánico, capaz de derrotar al faraón y lanzar truenos desde el Sinaí, pero que no tiene idea de agricultura. Por eso se encomiendan a Baal, dios cananeo de la fecundidad, de las lluvias, al que atribuyen "el pan y el agua, la lana y el lino, el vino y el aceite" (Os 2,7). Se sacralizan los cultos de fertilidad que implicaban prácticas como la prostitución sagrada que el profeta combate argumentando con el amor de Dios por su pueblo.
1.1. La experiencia matrimonial de Oseas
Oseas actuó en el Reino del Norte. Su estilo literario denota una imaginación viva, traducida en riqueza de imágenes y en una ternura delicada (11,1-4), pero llena de vigor: "alma fina y profunda, al mismo tiempo tierna y violenta, un temperamento de hijo del Zebedeo" (OSTY). Parece relacionado con los círculos de los levitas y sacerdotes (tal vez fuera uno de ellos): les echa en cara que no tienen "conocimiento de Yahveh" y por tanto no lo saben comunicar al pueblo, como es su misión (4,4ss).
Estaba casado con Gómer. De este matrimonio nacieron tres hijos. Pero Gómer fue infiel a su marido y lo abandonó. Esta trágica experiencia matrimonial le sirvió a Oseas para comprender y expresar las relaciones entre Dios y su pueblo. Dios es el marido, Israel, la esposa. Esta ha sido infiel y lo ha abandonado para irse con otro (Baal) o con otros (Asiria y Egipto). Dios nos ama como un esposo a una esposa: la ley del Sinaí es como un contrato amoroso, como una alianza entre esposos, y un pecado como un adulterio, una fornicación, una prostitución, un delito contra el amor. Cuando habla del amor de Dios lo concibe como un amor apasionado de esposo, pero de esposo capaz de perdonarlo todo y de volver a comenzar. Ha sido Oseas quien ha introducido el término prostitución en el vocabulario teológico del AT para significar la situación de infidelidad en que se encuentra el pueblo de Israel. Quiere decir esto que Oseas enjuicia la situación actual de Israel a la luz de la alianza del Sinaí, que está presentada por el profeta como una unión conyugal. En virtud de la alianza sinaítica, Yahveh es el Dios de Israel, el pueblo de Dios. O sea, Yahveh es el esposo e Israel, la esposa. Pues bien, según Oseas, Israel es la esposa infiel que se ha prostituido, ha abandonado a su Esposo para irse detrás de sus amantes, los dioses del panteón cananeo.
Además de tener que soportar su tragedia matrimonial, Oseas fue objeto de burlas y chanzas por su condición de engañado, "necio" y "ridículo" (9,7). A los que se reían de él, Oseas les cuenta su propia historia como una alegoría en la que el esposo es Dios y la esposa es Israel. Este ha olvidado a Dios en un momento de prosperidad, yéndose no a la fuente de la felicidad (Dios) sino a los sucedáneos (baales).
Oseas presenta un cuadro implacable del pecado de su pueblo: no hay fidelidad, no hay amor al hermano, no hay conocimiento amoroso de Dios. Donde no hay amor ni fidelidad, no hay verdadero conocimiento sobre Dios. El que no ama, no conoce a Dios (1Jn 4,8).
1.2. Breve historia del poder y sus víctimas
La guerra siro-efraimita fue una catástrofe para Israel (2Re 15,29). La decepción de los israelitas fue profunda. Se suceden los cambios de dinastía por medio de asesinatos. Al final, la catástrofe: cae el Reino del Norte en manos de los asirios (722). Estas revueltas continuas, provocadas por ambiciones personales, ayudan a comprender las duras críticas de Oseas contra los gobernantes y la decepción con la que habla de la monarquía que no fue garante del bienestar del pueblo sino que propició su ruina total, arrastrando consigo a tantas víctimas inocentes.
El culto oficial se ha contaminado con la religión cananea de la fecundidad y se confunde a Yahveh con los baales, dioses de fuerza vital, sexo y riqueza. El Dios que se enamora de la joven Israel en Egipto (11,1) ha sido traicionado (cf. 9,10; 11,2; 3,1; 5,4): se ha prostituido el país (1,2); se ofrecen sacrificios en los altozanos (4,13). Israel está dejándose llevar por una religión naturalista: concibe a Dios como potencia sexual, le venera como la fuerza de la vida que se esconde en otoño y vuelve a renacer en primavera, le identifica con los signos del poder externo y la cosecha. Por eso, el culto religioso imita las potencias naturales: prostitución cúltica, ciclos de la naturaleza.
Esta idolatría es destrucción del mismo ser humano, que abandona sus valores principales (libertad, justicia y esperanza) para venderse a los baales y encerrarse en las potencias de la tierra (comida, poder, sexo). Por eso, idolatría significa prostitución.
2. NIVEL LITERARIO
2.1. Estructura del libro
Podemos dividirlo en tres secciones:
I. El matrimonio de Oseas y su simbolismo (cc. 1-3)
II. Pecado, castigo y salvación de Israel (cc. 4-11)
III. Nuevo pecado y salvación de Israel (cc. 12-14)
La primera sección (cc. 1-3) presenta la misma vida familiar de Oseas, utilizada como acción simbólica. En su matrimonio y en sus hijos, el profeta descubre un sentido trascendente. Todo el libro de Oseas se podría entender como un comentario a los tres primeros capítulos. En esta primera unidad (Os 1-3) ocupa el centro el alegato contra Israel, esposa infiel, y su resultado (Os 2,4-25). En ambos extremos (Os 1,29 y 3,1-5) se insertan los relatos del matrimonio del profeta. Os 2,1-3 adelanta ya la restauración, y correspondería en la estructura, a la resolución del litigio (ryb) matrimonial (Os 2,16-25).
La segunda sección (cc.4-11) aparece como una mezcla incomprensible de los oráculos más distintos, centrados especialmente en la denuncia del culto y de la política. Comienza con un litigio o requisitoria (ryb) (4,1-3) y acaba con un oráculo de salvación (c. 11). Para comprender mejor la estructura de estos capítulos fijémonos en los verbos de movimiento; entonces advertimos cuatro momentos principales:
4,1-5,7: el pueblo no vuelve a Dios
5,8-7,16: el pueblo retorna en falso
8,1-14: como castigo, volverá a Egipto
9-11: etapas de este exilio: expulsión - estancia en Egipto - retorno
La tercera sección (cc. 12-14) comienza también con un litigio o requisitoria (cf. 12,3) y acaba con un oráculo de salvación (14,2-9). Los aspectos litúrgicos son claros en estos capítulos: por dos veces encontramos una referencia a la alianza (12,10; 13,4), y el c. 14 presenta los rasgos de una liturgia penitencial. Por lo que se refiere al contenido, esta sección contiene un poema retrospectivo sobre la historia de Jacob (12,3-15) y otro sobre Efraim, denunciando especialmente el becerro de oro y la monarquía (13,1-14,1). Aún es tiempo de conversión y de vuelta. Concluye Oseas con un oráculo de esperanza (14,2-20): aún es tiempo para que Israel se arrepienta y pida perdón; tiempo de cambiar su confianza en los imperios y en los ídolos, poniéndola sólo en Dios. Dios puede sanar su infidelidad, porque su amor es gratuito.
2.2. El "ryb" de Dios con su pueblo
"Ryb" tiene diversas traducciones: pleito, litigio, requisitoria, etc. Su estructura es la de un procedimiento acusatorio: Introducción, interrogatorio, acusación, refutación, sentencia. La sentencia declara culpable al acusado, le señala el castigo, o bien le exhorta a que cambie de conducta.
2.2.1. Israel, esposa infiel (Os 2,4-24)
Una primera parte en la que se acusa a la esposa infiel (4,17) y una segunda (vv. 18-24) donde se habla de reconciliación nos muestran una actitud profética idéntica:la encarnación del pecado y del castigo y la reconciliación como momento final. El profeta vive en su propia existencia el simbolismo de la acción. Las imágenes vienen a significar que, después de un tiempo de matrimonio, Gómer, la esposa de Oseas vuelve de nuevo a la prostitución. Pero el drama del profeta cede plenamente el lugar al drama de Dios ante la infidelidad repetida de Israel, con un vínculo tan íntimo como el matrimonial: el vínculo de la Alianza. No obstante la infidelidad de su esposa, Oseas sigue amándola. El profeta se fija cómo trata Dios a Israel y así aprende cómo ha de tratar a Gómer. Aprende a perdonar como Dios perdona.
Estos versículos destacan la lucha iniciada por Dios para quitar a su pueblo de los cultos cananeos, ya que suponían la divinización de la naturaleza y la destrucción del sentido histórico de la salvación. Es la vida agrícola la que ha abierto las puertas a los cultos cananeos, a los baales. Su culto tendía a controlar las fuerzas de la naturaleza mediante el ritual mágico de la prostitución sagrada para producir la deseada fecundidad en los campos y en el ganado. Oseas replica que esto tendrá efectos contrarios a los esperados: en lugar de la humedad, la sequía, en lugar de la cosecha, el hambre. Pero el castigo se convierte, paradójicamente, en el primer acto de gracia. Dios ama entrañablemente a Israel, está enamorado de Israel. Por eso, se lo lleva al desierto, lugar del primer desposorio de la Alianza, el lugar del retorno del Señor. Es en el desierto, sin los baales, donde se juega el futuro de Israel, invitado a responder que le habla al corazón. La salvación no es fruto de un esfuerzo ético del hombre, sino un acto gratuito de la voluntad amorosa y fiel de Dios: su hésed.
2.2.2. Contra el pueblo y los sacerdotes: (Os 4)
En 4,1-3, Dios pone un pleito (ryb) al pueblo. Le acusa de falta de verdad (emet) y de bondad (hésed), así como de desconocimiento de Dios. Es un oráculo contra Israel que se ha alejado de Dios prostituyéndose, idolatrando a los baales y a los imperios militarmente potentes. Oseas, llamado a restaurar el rostro auténtico de Dios a través del sufrimiento personal, cede aquí plenamente el lugar al drama de Yahveh ante la infidelidad de Israel. El profeta pone bajo acusación al pueblo en general y a los sacerdotes en particular. Una velada acusación de culpabilidad del sacerdote en el pecado del pueblo. Es interesante la relación que establece entre no tener conocimiento de Dios y los pecados contra el prójimo. Recuerda lo que precisará Jeremías: practicar el derecho y la justicia, eso es lo que significa conocerme, dice el Señor (Jer 22,15s). Amor vertical y horizontal son inseparables. El castigo a los sacerdotes no puede ser más radical: quitarles el sacerdocio.
Oseas 5,1-7 retoma la requisitoria contra los sacerdotes extendiéndola al rey por no haber conocido a Yahveh: por haberles faltado la justicia interhumana. Al rey le competía administrar justicia y a los sacerdotes enseñarla. Pero en vez de esto se dedican a un culto y a unos sacrificios vacíos de ética, y ahí no podrán encontrar al Señor.
Aunque el oráculo se dirige, especialmente a los dirigentes, el pueblo no queda fuera: todos fomentan la idolatría. Nuevamente aparece la idea de una prostitución generalizada, pero, en cierto modo, provocada por quienes deberían ser agentes de fidelidad. El castigo del culto vacío no puede ser más dramático: no hallarán al Señor a quien buscan; ante este tipo de culto, Dios se oculta.
2.2.3. Jacob es padre mentiroso (Os 12)
Evocando Gn 25,26 y 27, 36, insiste el profeta en las mentiras y fraudes con que Jacob/Israel rodea al Señor. Las mentiras y el fraude se concretan después en las que Israel hace en el comercio (le llama Canaán, pueblo de mercaderes tramposos). La llamada a la conversión es llamada al amor y a la justicia, y a poner la confianza sólo en Dios.
Frente al Israel mentiroso, Oseas presenta al Dios que valiéndose de Moisés los sacó de Egipto. Moisés, dispuesto a renovar el encuentro y a continuar hablando a través de los profetas. Intento vano, ya que Israel vuelve a la idolatría y sólo queda la posibilidad del castigo. Pero el perdón de Dios siempre es mayor que las infidelidades de Israel. La historia de Israel ha sido la historia del rechazo de la alianza con Dios, de su palabra profética que renueva el futuro del pueblo: Te haré habitar de nuevo en las tiendas, como el día del encuentro (12,10). De esa manera se recuerda el primer encuentro en el desierto, en el que se selló la alianza del amor (2,5.16s; 9,10). Ahí se pone de relieve el juicio como un paso hacia el futuro histórico-salvador. En el desierto no influyen los impedimentos para escuchar la voz del primer marido (2,9).
En los cc. 12-14 continúan las reflexiones históricas sobre el pecado de Israel, que finalizan con la liturgia penitencial de 14,2-9. El pueblo manifiesta su conversión en forma de oración: renuncia a fundar su esperanza en otras alianzas, en la fuerza de los caballos, en falsos dioses. Esta conversión le permite volver al primer amor.
2.3. Vocabulario fundamental
Amor: El profeta Oseas descubre a partir de su experiencia personal (la infidelidad de su esposa) el cariño, la ternura de Dios (hésed). Usa la imagen del esposo que ama a su amada, aunque esta, como Israel, haya sido infiel. Bajo esta luz todo adquiere un sentido nuevo. La ley del Sinaí no es un contrato simplemente, sino una alianza (como el anillo que se ponen dos que se aman), que une a dos seres en el amor. El hésed es un concepto muy importante en Oseas. Suele traducir esta gama de sentidos: bondad, amor fiel, cariño gratuito, amor misericordioso.
Pecado: alejamiento (apostasía) de Yahveh para unirse a Baal; por eso mismo, el pecado cambia de nombre: ya no es una violación de una ley, sino una claudicación en el amor, una falta de fidelidad a la alianza de amor (6,7; 8,1). En el lenguaje de Oseas, el pecado es un adulterio, una prostitución, un delito contra el amor.
Conocimiento: la sinonimia entre conocer a Yahveh y la justicia interhumana está presente en toda la predicación profética. Oseas también subraya que si no hay justicia interhumana no puede haber conocimiento de Dios. El profeta establece una relación entre el no tener un conocimiento amoroso de Dios y los pecados contra el prójimo (cf. 4,1-11a). "Quiero... conocimiento de Dios, no holocaustos" (6,6; cf. Jesús recordó estas palabras en el evangelio: Mt 9, 13; 12,7). Dios quiere amor, una vinculación duradera. Así lo dice en 2, 21s: Seré tu esposo para siempre, lo cual significa una completa comunión de vida con él.
Conversión: es retorno, vuelta de la apostasía. Pero el verdadero retorno significa mucho más que el simple culto externo. Es volver al amor primero: 2,9.11; 3,5; 4,9; 11,5... Oseas concibe la restauración de Israel mediante un retorno al desierto para concluir una nueva alianza. Dios inicia una nueva seducción para restaurar la historia de amor (2,16-25). El Señor espera nuestra vuelta para perdonarnos y amarnos con toda su ternura entrañable.
3. NIVEL TEOLÓGICO
3.1. Dios se desposa con el pueblo: parábola e inculturación
Oseas, el profeta del amor, ve su matrimonio como una parábola de la relación Dios-Israel no como un contrato o pacto de vasallaje, sino como una alianza de amor entre Dios y el pueblo del cual está totalmente enamorado, no porque Israel sea bueno, sino para que sea bueno y cumpla la alianza del Sinaí. Dios se desposa con el pueblo: Tú-eres-mi-pueblo y-él [Israel] dirá: Tú-eres-mi-Dios (2,25). Dios ha amado a Israel, por eso Israel ha de amar a Dios.
El misionero claretiano tiene que inculturarse por amor dondequiera que esté al servicio del Evangelio. Tiene que ser parábola del amor de Dios en medio del pueblo. Pero inculturarse no supone aceptar sin más lo que no está de acuerdo con la alianza del Señor.
3.2. El verdadero conocimiento de Dios
Los sacerdotes son atacados no por su sacerdocio, sino porque no lo ejercen debidamente. Su misión es transmitir el conocimiento de Dios, no actuar como puros funcionarios de prácticas rituales. El culto no vale para engañar al Señor y contentarlo. Los sacerdotes han abandonado la tarea de hacer vivir las exigencias de Dios por miedo y por comodidad. No sólo no impiden la idolatría, sino que la fomentan por los beneficios considerables que les comporta. Callan los crímenes de los dirigentes porque viven de los pecados que los dirigentes cometen contra Dios y contra el prójimo. Oseas establece una relación entre no tener conocimiento de Dios y los pecados contra el prójimo. Cara a cara con Dios y codo a codo con el hermano. Amor vertical y amor horizontal son inseparables.
3.3. El poder nunca podrá salvarnos
Israel/Efraim se afana por conseguir alianzas políticas (Os 7,8-11) con las naciones vecinas para sacudirse el yugo de Asiria. No recuerda que Dios lo liberó de la esclavitud de Egipto. Una y otra vez es infiel a la alianza con Yahveh. El castigo será volver a Egipto (=Asur: 8,13; 11,5-6). Israel querrá convertirse (6,1s), pero no lo logrará (5,4): la restauración es la obra de Yahveh que mediante un nuevo éxodo llevará a su pueblo hacia la tierra prometida para concluir una nueva alianza para siempre (2,16b-25). Volver a Egipto para buscar allí la vida es volver a la muerte. Pero Yahveh curará a su pueblo de la apostasía (Os 14,5) y lo hará volver.
3.4. El Dios Padre/Madre.
Dios ama a Israel: es un presupuesto teológico de Oseas. Antes de exigir, Dios ha dado: Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo (Os 11,1s.4). La vuelta a Dios no se puede hacer sin arrepentimiento, sin esta conversión que significa rehacer el camino, como el hijo pródigo que vuelve a su Padre (Lc 15,11ss). Dios está disgustado con el pueblo: Porque quiero amor, no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos (Os 6,6). Oseas nos presenta un Dios todo amor y ternura, a quien sólo se le conoce por el amor concreto al hermano, no por la práctica ritual externa. El Jesús de Mateo se refiere dos veces a este texto con el mismo espíritu y lo glosa en 5,23-24.
CLAVE CLARETIANA
EL MISTERIO ESPONSAL DE DIOS
Claret ha vivido el misterio del amor esponsal de Dios con el pueblo en la relación Cristo‑Iglesia. Cristo ha hecho a la Iglesia Esposa y la ha amado y se ha entregado por ella para hacerla santa y hermosa. Claret, como misionero, tiene que hacer hermosa la Iglesia-esposa con la Palabra y con la Sangre de Cristo. Tiene que estar en vela para que el hombre enemigo no siembre cizaña. Nos ha dejado un recuerdo de toda su acción en favor de la Iglesia-Esposa en el opúsculo "Apuntes para conservar y defender la belleza de la Iglesia".
El Santo procura equilibrar con la mansedumbre el ansia de su celo por la fidelidad de la Iglesia a Cristo (Cf Aut 379).
Claret se siente unido a Cristo-esposo en favor de la Iglesia, pero se sabe también él mismo Iglesia amada. En los propósitos de la madurez espiritual está el empeño de cultivar el corazón esponsal para Cristo (Propósitos 1865, 9: EA p. 572). En las "Notas espirituales" (EA p. 608) el Santo comenta el "Sponsabo te mihi in fide" (Os 2,19) y explica las cualidades de este amor: obediente, ingenioso "atento a evitar las menores cosas que pueden desagradar, penetrado de dolor si comete alguna falta capaz de entibiar su amor". "Se interesa vivamente en su gloria y en todo lo que a él pertenece". "No vive sino para su esposo" etc.
En la vivencia de esa relación conocemos el Amor de Dios para su pueblo y nos preparamos para ser audaces testigos del mismo en un mundo marcado por el egoísmo.
CLAVE SITUACIONAL
1. La locura del poder. Entre los muchos miles de muertos en Ruanda estaba el P. Joaquín Vallmajó, misionero de los Padres Blancos. De su última carta escrita a los amigos poco antes de su muerte son estas palabras: "Es el pueblo pobre, víctima siempre de la ignorancia, del racismo, de la dictadura, de la pobreza y de la guerra y, ahora, además, del hambre, de la depredación, de la inseguridad, del bandidismo, de la violencia y de la manipulación. ¿Qué nos está pasando? ¿A dónde vamos? ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?". Son palabras que nos recuerdan al profeta Oseas cuando decía: "No hay ya fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios en esta tierra; sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia, sangre y más sangre" (4,1b-2a). La tierra hoy sigue estando de luto (Os.4,3), inmersa a veces en la locura de los poderosos y ante la pasividad de los satisfechos, pero siempre, hoy también, hay profetas que con sus palabras y sus vidas nos preguntan: ¿hasta cuándo?. Sabemos que el poder no es fuente de salvación, sin embargo es la mayor tentación del hombre y el origen de todas las esclavitudes.
2. Cuáles son nuestros "baales". En los tiempos del profeta los "baales" eran el olvido de la ley del Señor, el vino y el mosto, la consulta a los ídolos de madera, la fornicación, el culto... Hoy pueden ser el dinero, el dominio, el hedonismo, la intolerancia y la opresión. Y tras ellos está agazapada, como entonces, la injusticia. Son pecados colectivos muchos de ellos, son idolatrías colectivas. Pero aún hay una oportunidad para la conversión, aún queda lugar para la esperanza, se puede dar aún el milagro de la reconciliación. No por nuestros méritos o habilidad, sino por la bondad de Dios (hésed), por su amor gratuito como origen de todo perdón. Ante la realidad de un Dios que perdona la prostitución de su pueblo, todos podemos ser capaces de conversión. No como una vuelta a lo anterior, sino como una nueva seducción ante el amor de Dios experimentado.
3. El Espíritu suscita nuevos profetas. Sabemos que el opresor nunca dialoga. Practica el oscurantismo sociopolítico. Su norma es la arbitrariedad y la imposición. El profeta, en cambio, se solidariza con el más débil y esto choca con el poder. ¡Cuántos evangelizadores comparten hoy el sino de Oseas! Hoy han surgido en muchos países infinidad de organizaciones no gubernamentales, grupos comprometidos en movimientos de liberación, derechos humanos, sensibles al desarrollo y la promoción humana de los más débiles. Cada vez se hacen respetar más de los centros de poder. Es un reto importante que todos estos grupos se mantengan firmes y sigan clamando contra aquellos que "cometen crímenes contra Dios y el prójimo". ¿No estaremos llamados a participar en esta profecía?
4. Dios se desposa con los pueblos. El gran mensaje de Oseas sigue siendo válido: Dios ama a todos los pueblos y la Iglesia misionera está llamada a ser sacramento de ese amor. Anunciar el Evangelio sólo es posible a través de un diálogo sincero y respetuoso, capaz de hacerse vehículo del amor del Padre por todos sus hijos e hijas. La inculturación y el diálogo con las religiones y culturas es uno de los grandes temas de la Iglesia hoy.
CLAVE EXISTENCIAL
1. Amar como Dios nos ama. Cuando el hombre experimenta el abandono, el engaño, la traición acude a Dios, y no únicamente a causa de su soledad, sino por su condición de engañado, necio y ridículo. ¡Qué duras son la palabras del Señor dirigidas a Oseas: "Ve otra vez, ama a una mujer que ama a otro y comete adulterio" (3,1)! Pero esa es la actitud constante de Dios con el hombre. La misericordia de Dios es la clave que nos abre a la esperanza. Dios nos ama no porque seamos buenos, sino para que seamos buenos. "Como ama Yahveh a los hijos de Israel, mientras ellos se vuelven a otros dioses" (3,1). Esa es la medida del amor.
2. Nuestra vida, llamada a ser parábola. La vida de Oseas, su experiencia matrimonial en medio de un pueblo infiel y promiscuo, fue el revulsivo hacia la conversión. La vida consagrada, en un mundo cada vez más servil al pecado, puede inducir a la apertura al Reino. Nuestra vida está llamada a ser hoy una parábola del amor de Dios, memoria viva de Jesús en la Iglesia y en el mundo. En un mundo desequilibrado y conflictivo este simbolismo exige discernimiento y audacia. No es cuestión de número sino de calidad, y es donde hay pobreza, marginación y deshumanización donde más significativa puede ser la parábola de nuestra vida.
3. ¿Idólatra yo? Sería bueno discernir el grado de idolatría que persiste en mi vida. La lectura de Oseas nos ha ofrecido algunos criterios. Solamente una apertura radical al amor gratuito de Dios será capaz de hacer de nosotros verdaderos creyentes.
4. Opción por una evangelización inculturada. Buen momento para revisar, desde la lectura de la profecía de Oseas, nuestra actitud y nuestra praxis en relación con la opción congregacional por una evangelización inculturada. ¿Somos capaces de descubrir y servir a Dios, presente en la historia y la cultura de los pueblos?
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial.
2. Lectura de la Palabra de Dios: Os 11,1-11.
3. Diálogo sobre el tema IV en sus distintas claves.
4. Oración de acción de gracias o de intercesión a partir de lo compartido en la comunidad.
5. Canto final.