La Revelaciòn I
TEMA 9. LA REVELACIÓN BIBLICA
La palabra “revelación” viene del latín “REVELAR” que significa mostrar, descubrir, manifestar. En este último sentido se emplea la griega “Apocalipsis”.
Desde un principio el plan de Dios para el hombre era el de su felicidad, su salvación. El Dios de la revelación Bíblica es un Dios que actúa, que lleva a cabo una presencia operativa. A diferencia de otros pueblos, el pueblo de Israel descubre la presencia de Dios a través de los acontecimientos que vivía en su historia. Dios antes de hablar, actúa, y actuando, se da a conocer al pueblo que había escogido para salvar a todos los hombres.
REVELACIÓN NATURAL Y SOBRENATURAL
El primer vehículo utilizado por Dios para su revelación es la naturaleza, su creación, su poder en ella ofrece a los hombres un testimonio perenne de sí mismo.
Por nuestros propios recursos naturales podemos conocer a Dios por lo que es perceptible en las criaturas en las que de alguna manera se refleja su ser. Así tenemos por un lado la experiencia del mundo, de sus obras que dicen a la razón que debe existir un ser supremo creador de las mismas; por otra parte la experiencia interior, en las que la conciencia moral nos muestra la ley divina inscrita en nuestro ser.
Sin embargo el lenguaje natural del Dios está expuesto a ser oído muy débilmente y aún desfigurado por muchos hombres. Esta dificultad de alcanzar a Dios, de conocerlo en su misterio íntimo, abre el camino de la salvación sobrenatural.
Dios decide contar su secreto de amor por la humanidad, a partir de los mismos acontecimientos que marcaron la historia del pueblo de Israel. En este sentido la revelación, es dar a conocer, es mostrar el sentimiento profundo del misterio de Dios en relación con el hombre. Por ella Dios realiza dos opresiones complementarias: descubre al hombre el misterio profundo de su ser y al mismo tiempo lo introduce en él, dándole participación en el mismo, por medio de la gracia en Cristo Jesús. La revelación aparece así como la manifestación del misterio de salvación que tiene por centro la cruz y la resurrección de Cristo.
LA HISTORIA DE ISRAEL MEDIADORA DE REVELACIÓN
A diferencia de los demás pueblos, el pueblo de Israel no se quedaba únicamente en los acontecimientos, al contrario sabía que detrás de ellos había un significado que les daba sentido. Mientras que los demás pueblos tratan de entender a sus dioses por medio de la fabricación de imágenes y de la exuberante proliferación de ritos mágicos, predominando lo que se podía “ver”, para el pueblo de Israel era todo lo contrario, es más importante “escuchar”, porque detrás de cada acontecimiento, Dios tenía algo para decirle al hombre en su situación concreta dentro de la historia.
El hombre Israelita se daba cuenta que ningún acontecimiento de su vida estaba desligado del anterior, ni del siguiente. Los acontecimientos están unidos por una misma intencionalidad obedeciendo a alguien que lo suscita con una finalidad: La felicidad del hombre. Así se va convenciendo Israel que siempre ha vivido con alguien presente. Ese mismo que se manifestó a Abraham para invitarlo a vivir una vida nueva, el mismo que fue sentido por su hijo Isaac, el mismo que eligió y protegió a Jacob, el mismo que permitió al pueblo de Israel la libertad y la tierra después de caminar durante 40 años por el desierto. Todos estos acontecimientos se llaman HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
La historia que se hace sagrada no es un mero marco externo, está ligada muy estrechamente a la revelación y constituye su medio. Es en el tiempo y en el espacio donde Dios revela la salvación a los hombres. El pueblo de Israel comprende que los acontecimientos dentro de la historia eran portadores de un fuerte sentido de salvación ya que eran a la vez actos del Dios vivo. Por eso se dice que la revelación se hace por medio de hechos y palabras. Dios habla, revela la salvación y la comunica a través de los acontecimientos; de ahí que la historia sea revelación.
A este estilo de revelación algo le faltaba. La perfecta comunicación de Dios con los hombres, la hace por medio de su Hijo Jesús. “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos”. (Heb. 1, 1). Es la Palabra que revela a Dios. Él es el designio de Dios hecho realidad.
LA PALABRA MEDIADORA DE LA REVELACIÓN
La palabra para nosotros es un simple vehículo de expresión del pensamiento, en cambio para los orientales es algo más que un sonido. Para los occidentales la palabra tiene un aspecto noético y de conocimiento, ya que es simplemente el signo de una idea, algo por lo que conocemos una realidad, en cambio para el mundo semita “la Palabra” tiene un aspecto dinámico y creador, las palabras no se agotan al ser pronunciadas, las palabras tienen fuerza y vida. El mundo primitivo consideraba que al pronunciar un mito se reorganizaban las fuerzas de la naturaleza; por medio de las palabras se llaman las cosas a la existencia, poner nombre a una cosa es tomar posesión de ella.
Si analizamos ahora la concepción bíblica de Palabra vemos que en primer lugar ella se considera como una realidad dinámica por la que Dios actúa en el mundo cuando crea las cosas suscita los acontecimientos. Salida de la boca de Dios, “no vuelve a él sin resultado, sin haber hecho lo que él quería y haber cumplido su misión” (Is. 55, 11).
Así los acontecimientos externos son percibidos por cualquier hombre, pero los hechos salvíficos que son palabra de Dios en acto, están cargados de una inteligibilidad religiosa que solo es posible por la fe. Ahora bien, para que este contenido inteligible sea accesible a nosotros, debe explicarse y concretarse en una palabra humana. En el AT Dios se reveló por la palabra de los profetas y en el NT por la Palabra, o sea el Verbo de Dios hecho carne. Por eso se puede decir que la religión de Israel, de la cual el cristianismo es continuación, es la religión de la Palabra.
TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN
Los caminos o canales por los cuales el mensaje de Dios notificado por su PALABRA se conservó y se transmitió hasta nosotros son la TRADICIÓN Y LA ESCRITURA.
La palabra tradición designa unas veces un contenido transmitido de edad en edad y otras, un modo de transmisión caracterizado por su notable estabilidad y en la que la escritura sólo desempeña un papel secundario y casi nulo.
En relación con estos significados de tradición propia de la revelación bíblica se encuentran semejanzas y peculiaridades originales. Se puede decir que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la revelación hecha a través de los profetas y del mismo Cristo, se conservó primero por la tradición y sólo más tarde a través de la escritura, por eso sería falso estudiar la Escritura sin la tradición y también falso basarnos en la tradición sin tener en cuenta el texto. El texto sin la tradición no nos brinda la plenitud del mensaje y la tradición sin texto corre el peligro de desfigurarse.
La tradición conserva el mensaje adaptándolo como norma de fe para el pueblo. Todos estos acontecimientos reveladores los fue guardando el pueblo de Israel, transmitiéndolos de generación en generación por medio de la tradición oral, es decir, que las grandes proezas de Dios se contaban a través de los años, de padres a hijos. Con el fin de mantener hacia Dios, viva la alianza de fidelidad.
Luego se pone por escrito para verificar la fidelidad a la palabra de Dios en la Tradición. Escritura constituye la concretización de la tradición oral en los dos testamentos.
Para el grupo apostólico, solidariamente responsable del testimonio evangélico, Jesús es el punto de partida de una santa tradición que deben dar al mundo. La existencia de esta tradición aparece bien clara en San Pablo (Cfr. 2 Tes. 2, 15: “Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta”. 1 Cor. 15, 3: Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras”).
La tradición consiste es actos y palabras. La tradición apostólica constaba del kerigma o anuncio original, la liturgia como reactualización del hecho salvífico, la primitiva catequesis y los testimonios, es una tradición con las características de diversidad y unidad. La diversidad era originada en el hecho de que cada Apóstol la contaba tal como él la veía, pero al mismo tiempo existía la unidad, en cuanto todos conservaban el hecho fundamental. Era una tradición dinámica y no estática, esto explicaría la diversidad de la tradición griega respecto a la original aramea.
Toda la tradición apostólica fue en un primer momento algo oral, luego se pone por escrito. Gal. 2, 9 “y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos”.
TEMA 10. LA INSPIRACIÓN
La inspiración bíblica no es más que un caso particular, que se ha convertido históricamente en el más importante, en la actualización del concepto clásico de inspiración. Efectivamente, desde la antigüedad la inspiración es el movimiento que arrastra a los poetas, a los músicos o a los pintores y hasta los jefes políticos. De ahí la palabra llegó a designar, más específicamente y sobre todo a través de los judíos de lengua griega, el soplo divino que mueve el alma, el pensamiento y el acto del escritor sagrado. En
el siglo XVI, Ambrosio Paré le dio a este término su significado físico: la primera fase de la respiración, la entrada del aire a los pulmones. Paradójicamente, este sentido, que hoy es el primero de esta palabra, no apareció sino mucho más tarde, en un segundo tiempo. Hay que decir que la ambigüedad de la raíz latina spiritus, que significa a la vez “soplo” y “espíritu”, permite los dos sentidos.
Aplicado a la Biblia, el concepto de inspiración es fundamental en la doctrina y en el léxico cristiano. Su matriz es el latín inspiratus, utilizado por las versiones antiguas de la Biblia y por la Vulgata de San Jerónimo en la fórmula divinitus inspirada por Dios. El original griego es theopneustos, aplicado a la Escritura lo encontramos en 2 Tim. 3, 16 “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia”.
La palabra inspiratus “inspirada”, se encuentra también en 2 Pe. 1, 21 “porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios”.
Tal es la primera declaración explicita y formal, por parte del cristianismo inicial, del hecho de la inspiración bíblica. La tradición posterior, desde los padres de la iglesia hasta nuestros días, no ha dejado de reafirmar esta doctrina, con el objetivo de hacerla satisfactoria para todas las épocas.
La Iglesia ha recogido de Israel la convicción de la inspiración: El pueblo hebreo sabía que había sido elegido por Dios, que había una alianza entre Dios y el pueblo, que toda la historia pertenecía a un plan divino, ¿no era, por tanto, lógico que el libro donde estaban referidas, junto a su historia, las normas y las manifestaciones divinas se considerara inspirado? ¿El mismo Dios no había revelado a Abraham su esencia única? ¿No había ordenado a Moisés sus palabras para que de este modo constase su ley? ¿No la anunciaron los profetas. Así el historiador judío Flavio Josefo resume en un verdadero dogma la cuestión de la inspiración cuando afirma que todos los autores de la Biblia han escrito “bajo el aliento divino”.
En los labios de Jesús y de los apóstoles hay innumerables formas de afirmar la fe en la inspiración. Es Dios quien verdaderamente habló a Moisés. Es Él el que se ha expresado a través de los profetas. El habló por intermedio de los reyes de Israel. La frase “Dios ha dicho” de la epístola a los Corintios es categórica y significativa (2 Cor. 6, 16). “Toda la escritura está inspirada por Dios”, proclama otra vez San Pablo a su amigo Timoteo (2 Tm. 3, 15-16); y San Pedro enseña que “los hombres han hablado de parte de Dios, llevados por el Espíritu Santo (2 Pe. 1, 21).
Miremos ahora la inspiración dentro de dos campos específicos en los que se mueve su manifestación: la inspiración profética y la inspiración hagiográfica.
LA INSPIRACIÓN PROFÉTICA
La inspiración profética es fuerza del espíritu que actúa sobre el profeta, enviándolo a la tarea de anunciar el plan secreto de Dios en la inspiración profética, el Espíritu empuja al elegido a ser su directo anunciador, ilumina al escogido para que hable de parte de Dios a todo el pueblo.
Veamos unos ejemplos de la sagrada escritura: “Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame». (Is. 6, . “Entonces me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí. Yo dije: «¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho». Y me dijo Yahvé: No digas: «Soy un muchacho», pues adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás”. (Jr. 1, 4-7).
Como vemos el profeta es consciente de que lo que dice, no lo dice por sí mismo, sino porque el mismo espíritu de Dios coloca en sus labios y en su entendimiento las palabras de lo que verdaderamente debe decir.
El profeta no busca sembrar popularidad, hacerse famoso, buscando alcanzar para sí mismo el prestigio y el honor. Ante todo es consiente de que es servidor, de que lo que hace, lo hace en nombre del Señor y no lo dice en nombre propio. Sabe perfectamente que la misión profética que le ha sido encomendada trae grandes riesgos, peligros, desprecios, persecuciones, e incluso la muerte; sin embargo todo ello lo considera insignificante en comparación con la misión de obrar y hablar en el nombre de Dios.
LA INSPIRACIÓN HAGIOGRAFICA
La expresión “inspiración” nos conduce y evoca aquella originaria del “Espíritu de Dios”, título que en el AT. los autores sagrados dieron al poder de Dios en acción, tratando con ella de subrayar su fuerza creadora e impulso, su misterio, su incesante novedad. La “inspiración” habla de la fuerza del Espíritu Santo que se mueve en el interior de uno o varios hombres elegidos para transmitir la Palabra de Dios.
La palabra “Hagiógrafo” viene del griego (agios) santo y (grafos) escribir, es decir, escritor sagrado. La inspiración hagiográfica es entonces la fuerza que motiva al autor sagrado para escribir lo que el Espíritu revela a su conocimiento. La inspiración consiste en la intervención sobrenatural de Dios sobre las facultades humanas del autor bíblico (entendimiento y voluntad) para que este quiera, expresarse y escriba lo que Dios desea, sin hacerlo perder su personalidad y estilo.
El escritor sagrado es como el profeta, un hombre común y corriente, muchas veces temeroso, con profundas inseguridades, otras veces de temperamento fuerte intrépido, confiado en el Señor. Se da el caso que los escritores sagrados citan sus fuentes del mismo modo que lo haría un historiador de nuestros tiempos (1 Re. 11, 41; 14, 19.29; Prov. 30, 1). Y hasta reconocen que su trabajo literario fue difícil, la tradición judía (y posteriormente la fe de la Iglesia) afirma que la acción del Espíritu Santo fue en este caso, tan decisiva como el dictado fulgurante a los profetas, aunque su método haya sido distinto.
ALGUNOS CONCEPTOS FALSOS DE INSPIRACIÓN
- DICTADO MECÁNICO
La inspiración sería una especie de dictado que ocurría, mientras que el autor se encontraba es éxtasis. Si esto fuera cierto todos los libros de la Biblia tendrían un estilo uniforme, además el hombre no sería un verdadero autor.
- INSPIRACIÓN EQUIVALENTE A DESPERSONALIZACION
Se trataría de una inspiración equivalente a despersonalización, en aras de un mensaje divino. Sin embargo cuando el Espíritu penetra en un hombre y lo pone al servicio de tan alta tarea, no lo utiliza como si éste fuera objeto de manipulación, en otras palabras, no lo despersonaliza, no le quita la voluntad y la libertad necesaria para poder desempeñar tal responsabilidad. Quien se siente animado interiormente por esa fuerza de la inspiración que le transmite el Espíritu, su no a la invitación que le extiende. Más, la fuerza del Espíritu es tan irresistible, que aquel que es poseído por ella no alcanza a huir, como le pasa al profeta Jeremías: “Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre». Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía”. (Jr. 20, 9).
- INSPRACION EQUIVALENTE A REVELACIÓN
La Biblia sería inspirada porque contiene toda la revelación sin ningún error. Si esta fuera la condición para inspiración Bíblica, se podría comprobar que muchos otros libros también pueden contener la revelación sin error y no por ello se pueden considerar inspirados.
- LA APROBACIÓN SUBSIGUIENTE
Si fuera la aprobación de la comunidad la que le diera un carácter inspirado a un libro, tendríamos que decir que la comunidad viene a ser la autora del libro y se estaría perdiendo el aspecto personal que tiene el carisma de la inspiración. La inspiración en cambio la recibe un individuo de la comunidad y a través de él se expresa la comunidad, o sea que es un carisma individual en beneficio de la comunidad.
TEMA 11. VERDAD BIBLICA
Prefiero usar el término positivo de “verdad”. En el pasado de hablaba de inerrancia, ausencia de errores. Es mejor hablar de “verdad”, la verdad salvífica.
1. La verdad de la Biblia es una consecuencia de la inspiración.
No se identifica la Biblia inspirada con la verdad. Hay un error de los sacerdotes de decir: “Aquí esta la Biblia, la verdad”, como si ambas realidades fueran idénticas. Es mucho mejor interpretar la verdad bíblica como una consecuencia. Hay otras consecuencias de la inspiración. Un ejemplo: la Biblia nos provee de las lecturas para la liturgia. Dios ha inspirado a los autores y tenemos la lectura de la liturgia pública de la Iglesia y también para la oración privada. La verdad salvífica es una consecuencia esencial, pero no es la única consecuencia del influjo que Dios ha ejercido en la formación de la Biblia.
2. Problemas, salidos no sólo en los últimos dos siglos, sino también en el mundo antiguo.
Un crítico inteligente del cristianismo, Celsius (Celso), pagano del siglo II ha notado la incoherencia en la Biblia. No es un problema observado en los tiempos modernos. Hay a primera vista errores enormes en la Biblia. Los primeros capítulos del Génesis parecen incompatibles con la teoría de la evolución, largamente aceptada. En el siglo pasado, muchos cristianos creían encontrarse de frente a una elección embarazante: o aceptar la verdad de los primeros capítulos del libro del Génesis o aceptar la nueva teoría de Darwin. Muchos cristianos del siglo pasado creían imposible aceptar al mismo tiempo ambos, la resistencia entre los católicos se mantuvo hasta entrar en los primeros años del siglo pasado.
Otro ejemplo es la cosmología primitiva: la rotación del sol en torno a la Tierra, que aparece en la Biblia. Otros ejemplos son los de Jonás en el vientre del pez o el de la muerte de Goliat (1Sam 17), atribuida en 2Samuel 21, 19 a un tal Eljanán; el de los dos textos que hablan del precio pagado por el terreno del Templo, de 50 ciclos de oro en 2Sam 24, 24 y de 600 en 1 Cr 21,25. Pensemos, ya en el NT. en la genealogía de Jesús presentada por Mateo y la presentada por Lucas. En Jericó según Mc, Jesús ha curado un ciego, según Mt ha curado a dos ciegos. Y ¿cómo reconciliar tantos aspectos concretos de los relatos Pascuales? Por ejemplo, el número de mujeres que van al sepulcro el lugar de la primera aparición de Jesús.
Después están otros tipos de incongruencias, como la negación de la resurrección en el libro de Job o la espera inminente de la parusía por parte de Pablo (1Tes 4,15ss).
¿Qué decir antes estos llamados “errores” de la Biblia? A menudo, la dificultad proveniente de algún malentendido.
3. Tres cosas hay que tener en cuenta en este tema.
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La intención de los hagiógrafos del Génesis no era enseñar astronomía, no querían enseñar una cosmología. Los autores del libro del Génesis claramente querían decir que Dios es el creador de todas las cosas y que Dios es bueno, y que los hombres y mujeres están hechos a imagen divina. Después intentaron decir que tendencia pecadora del hombre es la responsable de nuestros males. Hay un mensaje religioso y entrando en el mundo cosmológico, no se está respetando la verdadera intención de los autores del libro del Génesis. Indudablemente hay cosas incoherentes, inexactas, una falsa cosmología, pero todo esto no toca la verdadera intención de los hagiógrafos.
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Los presupuestos de los hagiógrafos. El libro de Job por ejemplo, no pretendía tratar la cuestión de la vida después de la muerte. La cuestión central del libro de Job era otra: Cómo entender el sufrimiento causado por Dios a una persona absolutamente inocente. He aquí la pregunta que está en el centro del libro de Job. La negación de la vida después de la muerte no es el tema del libro.
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La forma literaria en la que escriben los hagiógrafos. Por ejemplo, los libros de Samuel tiene una cierta dimensión histórica, pero es una historia popular. En los relatos populares hay fenómenos, acontecimientos, que son fácilmente harmonizables con la historia científica moderna. Es necesario, respetar por tanto, la forma en que nuestros escritores escriben. EL LIBRO DE JONAS, por otro lado, no es un libro histórico, sino una larga parábola que quiere ilustrar la misericordia universal de Dios. Si queremos interpretar la historia de Jonás, como una narración histórica, es necesario hacerlo en todos los detalles. Por ejemplo, de Ninive se dice que era una ciudad tan grande que se necesitaban tres días para cruzar la ciudad. Prácticamente no hay ninguna ciudad hoy tan grande, quizás Los Ángeles. Por tanto esto quiere decir que lo que el autor quiere resaltar es que se trataba de una ciudad grande. El creyente que leía el libro de Jonás ve el amor universal de Dios, que perdona hasta a los paganos, a muchos paganos.
EL LIBRO DEL GENESIS es otro caso. No se puede interpretar la historia que nos cuenta como una historia completa o incompleta de los orígenes humanos. Tomamos el ejemplo de Caín, que mata a su hermano Abel y después es echado fuera portando un signo para que los otros no lo maten. ¿De dónde vienen los otros? Lo que nos quiere presentar el Génesis, por tanto, es un mensaje religioso: bondad de Dios y pecado humano.
En cuanto a las genealogías, LUCAS y MATEO no pretendían presentarlas como históricas en el sentido moderno. El objetivo de Lucas y de Mateo es presentar a un Cristo inserto en la historia humana y en concreto en el pueblo de Israel, descendiente de Abraham o de Adán, el primer hombre. El objetivo de Mateo y de Lucas no era la de hacer una genealogía histórica, científica, en el sentido moderno. Pío XII dice en su encíclica “Divino afflante Spiritu” que valorar críticamente los antiguos modos de expresión da una solución para muchas de las objeciones observadas sobre la veracidad de la Sagrada Escritura. Dice justamente “para muchas”, no “para todas”, porque necesita profundizar la problemática.
4. ¿Qué es la verdad?.
La noción clásica sería una respuesta intelectual. Para nosotros, al menos en el mundo occidental, la verdad es estar en conformidad con los hechos. Nuestra inteligencia hace un juicio que está conformado a la realidad. Nosotros afirmamos algo en una proposición y ésta es verdadera porque es conforme a la realidad o a los hechos. Nuestro juicio expresa, en efecto, la realidad. Normalmente, cuando se habla de la verdad, al menos en el mundo occidental, se piensa enseguida en términos de juicio, de cualquier proposición o de cualquier información. La noción de verdad requiere un juicio, una proposición, una afirmación. Si aplicamos esta noción clásica y filosófica de la verdad a la Biblia, muchos versículos de la Biblia resultan ni verdaderos ni falsos. Es imposible aplicar esta noción a muchos versículos de la Biblia, porque muchos versículos de la Biblia no contienen ningún juicio, ni hacen una afirmación, ni comunican una proposición. La Biblia no es un elenco de proposiciones.
UN EJEMPLO: Cuando Jesús dice a Pedro “sígueme”, no dice nada de verdadero o de falso, sino simplemente una invitación. Las imágenes usadas en la Biblia, las usadas en el libro de Jonás, por ejemplo, son o no, imágenes poéticas, nuevas, tradicionales, útiles o inútiles, pero no verdaderas o falsas.
La Biblia también contiene interrogantes como la parábola de administrador infiel, en el Evangelio. Y como tal, el interrogante no es ni verdadero ni falso. Cuando Jesús dice a Maria Magdalena “¿por qué lloras? (Jn 20), hace una pregunta, que no es ni una proposición, ni un juicio.
Luego están los gritos de alegría: “¡Aleluya!”. La Biblia está llena de ellos, que no son ni verdaderos ni falsos. No caben, por tanto, en la noción clásica de verdad.
En conclusión, si analizamos la Biblia desde este concepto de verdad, nos encontramos con muchos versículos que no son ni verdaderos ni falsos. Muchos en el pasado han omitido este error aplicando a la Biblia una noción clásica de verdad, en vez de juzgar la Biblia a la luz de la noción bíblica. Si tomamos la noción bíblica, ¿cómo valorar la verdad bíblica?
5. La noción bíblica de verdad.
Al hablar de la noción bíblica de verdad, es mejor no hablar en singular, porque sería un error. Hay diversos matices. No es una noción monolítica. Son diversas nociones similares que convergen, pero no es una noción muy clara. En el AT. aparece la palabra ‘emet. ¿Qué quiere decir? Significa “ser sólido”, “estar asentado”, o también “ser fiel”. Normalmente se puede traducir ‘emet como “fidelidad”, fiabilidad”, “fiable”. Y la verdad divina significa que Dios se muestra fiel. Dios es fiel, digno de nuestra confianza. Pero sobre todo ’emet se refiere al mensaje salvífico. Dios es fiable en su mensaje salvífico. Dios no quiere engañarnos. Dios es fiable en la salvación que anuncia a través de los profetas y sus mediadores. Esto quiere decir que “verdad” comprende una relación recíproca. Dios es digno de confianza por nuestra parte, porque Dios es fiel. Y ‘emet indica una relación interpersonal entre Dios y nosotros. También la verdad bíblica tiene algo que toca a la praxis. Es una verdad vivida, no teórica ni intelectual. Y la verdad mira a una transformación, quiere cambiar la realidad, quiere liberarnos, transformar nuestra realidad. La verdad es, además, progresiva. En el AT. Dios es fiable y fiel, pero la fidelidad divina se manifiesta progresivamente.
En la versión de los LXX se traduce ‘emet por la palabra griega aletheia, que expresa la revelación, la realidad manifestada. Nos interesa este dato. No es posible traducir un texto sin interpretarlo y es lo que ocurre aquí.
En el NT. encontramos las dos tendencias. Por una parte Dios es fiel y fiable (Pablo en la carta a los romanos). Por otra está la verdad como revelación (en el Ev. de Juan). Pero en el NT. la persona de Jesús es la verdad revelada, aquel que nos hace ver personalmente la fidelidad divina, sobretodo en el Ev. de Juan, aunque también en todo el NT. En otras palabras, el NT. interpreta la verdad en modo personal. La verdad es una persona. “Yo soy la verdad”, dice Jesús. Para el NT. la verdad divina es el misterio salvífico revelado y realizado en Cristo.
Además está todo el discurso del Espíritu de la verdad, el Espíritu Santo entendido como tal, también en el modo personal de hablar de la verdad en el Evangelio de Juan, en el que el Espíritu Santo comienza a tener un perfil personal. Esto no está tan claro en las cartas de Pablo, pero en el Evangelio de Juan el Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad, comienza a tener una personal.
La verdad en la Biblia, consecuentemente, es una verdad histórica, realizada, revelada poco a poco en la historia y al final en la historia de Cristo. Dios se manifiesta en la historia. El Dios fiable y fiel se ha mostrado en la historia y la noción escatológica; pues Cristo es la revelación final plena de Dios, pero, a la vez, apunta a una revelación plena y total. La verdad bíblica tiene pues una consumación al final de la historia.
6. Conclusiones de lo que hemos dicho.
Primariamente la verdad bíblica se encuentra en Cristo, no son en cualquier detalle. Comenzar un debate sobre la verdad bíblica examinando el libro de Jonás o del Génesis sería un error enorme. La verdad es Él, una persona. Secundariamente encontramos la verdad en el libro. El libro inspirado, la Biblia, ha compartido la verdad que es Cristo.
Él, Cristo, tiene la palabra verdadera de Dios y la Biblia son las palabras, las palabras escritas, que se han de entender a la luz de Cristo, la verdad bíblica absoluta. Se necesita tener algún acuerdo sobre Cristo como la verdad divina antes de afrontar la cuestión de la verdad del documento escrito y no a la inversa.
La segunda conclusión es que la verdad histórica, bíblica, se encuentra en toda la Biblia. La verdad bíblica escrita, la verdad derivada del texto escrito, se encuentra primariamente en todos los libros. No hay verdad bíblica en ningún sentido antes que el último libro de la Biblia fuera compuesto. Tampoco, quizás, antes de la formación del canon. La verdad se encuentra en la Biblia entera. Hablando positivamente; la Biblia quiere comunicarnos una verdad. La Biblia no quiere comunicarnos en primera línea, una lista de verdades distintas, sino, sólo en un segundo momento. Es interesante recordar aquí una tendencia del Vaticano II: la Dei Verbum no habla nunca de la verdad en plural, pues hay casos, pero la preferencia es el singular. Hay un solo misterio, una sola verdad, en Cristo. La opción del Vaticano II en el lenguaje es muy sugestiva aquí.
Las dos consecuencias, la verdad personal en Cristo y la verdad encontrada en toda la Biblia, han sido expresadas en la historia de la Iglesia por muchos autores. En el Medioevo, HUGO DE SAN VICTOR dice que toda la escritura es un solo libro. Él entiende la Biblia como un documento entero y ese único libro es Cristo. La Sagrada Escritura es esencialmente un testimonio de Cristo. BENEDICTO XV dice, más o menos, lo mismo en su encíclica “Spiritus Paraclitus”. Hay muchos más ejemplos antes de Hugo de San Víctor y después, que entienden la Biblia en su conjunto y como un testimonio de Cristo.
TEMA 12. EL CANON
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CONCEPTO DE CANON
Por Canon entendemos una colección cerrada de escritos que son reconocidos oficialmente inspirados por Dios. Sólo estos libros son reconocidos como inspirados, sagrados, normativos.
El Canon como cerrado significa que el carisma de la inspiración no continua, equivale a decir que el carisma de la inspiración ha cesado con la fundación de la Iglesia.
Hay además otro aspecto del Canon que es la colección cerrada y normativa para la fe y la praxis. Una colección reconocida por la Iglesia como normativa.
Sólo en ella recogemos, a través del testimonio apostólico la autoridad de Cristo basada sobre la autoridad de Dios. El fundamento del carácter vinculante del Canon es la autoridad de Cristo. Una autoridad participada, compartida, testimoniada por la Iglesia apostólica. La Iglesia apostólica tiene carácter normativo para todas las generaciones sucesivas. Y la fe normativa de la Iglesia apostólica es transmitida por la Sagrada Escritura, por medio la cual la Iglesia apostólica ejercita su autoridad única para la Iglesia post- apostólica, para la Iglesia de todas las generaciones sucesivas.
Dos palabras claves para entender lo que se debe decir del canon son: reconocer (Hacer en el canon un acto de reconocimiento) y autoridad (un canon no es una recopilación cualquiera, sino una recopilación autoritativa en lo religioso).
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FORMACION DEL CANON
Antes de examinar el canon en el ámbito teológico recordamos algunos hechos históricos. La Iglesia apostólica ha recibido de la Sinagoga la ley, Los profetas y los escritos (Torá, Nebiín, Ketubín). La Iglesia apostólica a usado evidentemente la versión griega, la llamada versión de los LXX. No siempre, pero a groso modo se puede decir que la Sagrada Escritura. para la Iglesia apostólica, reflejada en el NT. era la versión griega. Así pues, La Iglesia ha recibido de la Sinagoga, la Sagrada Escritura, pero no un canon. No era un canon en el sentido de una lista clara y cerrada. En el tiempo del NT. no había una lista exclusiva reconocida en el judaísmo.
Después de que venga la ruptura final entre Iglesia y Sinagoga, después de la caída de Jerusalén en el año 70 se comienza en el Judaísmo a formar un verdadero canon judío (Del noventa en adelante).
Muchos autores defienden la tesis, más bien la leyenda, de un Sínodo de Yamnia, Pero no hay pruebas verdaderas, convincentes, de que tuviera lugar un Sínodo judaico de Yamnia que produjera un canon judío.
¿Qué había en Yamnia? Había una escuela rabínica, pero no hay pruebas de un Sínodo, de una lista redactada, final, exclusiva en Yamnia. Y aquí muchos autores repiten una leyenda porque las pruebas no existen.
En el judaísmo no hubo una lista fija hasta el final del segundo siglo. Hubo un canon claro, exclusivo, de 22 ó 24 libros (una veces meten juntos un par de libros), pero no existió el canon hasta finales del segundo siglo. También al inicio del segundo siglo había aún divergencias entre los Hebreos. Los unos leían unos libros, y los otros no leían necesariamente los mismos. En resumen, no es correcto hablar de un canon judaico antes del final del segundo siglo.
Hay que decir algunas cosas sobre la formación del Canon del NT. San Justino cita muy frecuentemente el Evangelio de Mateo y Lucas, aunque el no habla de Evangelio sino de las memorias de los apóstoles. San Ireneo reconoce los cuatro Evangelios. Un factor central en el segundo siglo fueron la oposición a Marción, el hereje de Roma, que reconocía solo una versión reducida del Evangelio de Lucas y de diez cartas de Pablo, también un poco cambiadas, Pero en el II siglo, aunque poco a poco, la comunidad cristiana ha atribuido a algunos textos una autoridad normativa; en primer lugar las cartas de San Pablo y los cuatro Evangelios. Estos han sido reconocidos como canónicos, normativos, antes que los demás escritos. En este proceso la oposición a Marción fue un factor determinante; así como la presencia de los Gnósticos que querían introducir nuevos Evangelios. San Irineo combatió contra ambos: Contra Marción, que quería reducir los libros sagrados, y de otra parte contra los Gnósticos que querían introducir nuevos libros sagrados.
Existen también el fragmento Muratori. Sundberg, que es un gran estudioso, quería datar este fragmento a finales del IV siglo, y defendía el origen oriental de dicho fragmento. Pero a grandes líneas, los estudiosos no están de acuerdo con él a pesar de su autoridad, porque Saundberg es uno de los más grandes en la cuestión del estudio del canon. La datación del fragmento Muratori hacía finales del II siglo, procede de la Iglesia romana que mantiene la tesis más aceptable. En el fragmento Muratori, fragmento así llamado por los estudiosos que descubrieron el fragmento, contiene 22 libros del NT. Faltan 5 libros. Falta la carta a los hebreos y otras cuatro cartas; y eso es un signo del proceso provocado por Marción y los Gnósticos, el intento de hacer una lista de libros sagrados ya sobre finales del II siglo.
La primera vez que vemos completa la lista del NT. es en la carta Pascual de San Atanasio, una carta sobre la pascua el 367. Y poco después en el 382 hay en Roma una lista de nuestro canon entero, una lista que proviene de San Dámaso. Recordamos que San Dámaso tenía como secretario a San Jerónimo, al que mandó preparar la así llamada Vulgata, nuestra Biblia en latí. No está del todo claro, pero parece así, que San Dámaso en el Sínodo de Roma promulgó una lista de nuestros libros del AT. y N. La lista promulgada en Roma en el 382 corresponde al Canon promulgado siglos después en el Concilio de Trento.
Pasando a otro punto, la formación del canon no fue un proceso del todo fácil. Había unos libros que tenían fama aparentemente canónica, sagrada, y después han sido excluidos. Un ejemplo: la Epístola de Bernabé que leemos en el oficio de lectura, y que permanece como un documento actual, tenía una fama aparentemente canónica; pero después fue excluida y al final no reconocida como aparentemente canónica. Y lo mismo con la primera epístola de San Clemente, que tenemos en el oficio, pero no entró finalmente en el Canon.
Hubo también unos libros que fueron discutidos y excluidos en algún tiempo, y más tarde fueron recogidos en el canon. En el oriente hubo dudas con el Apocalipsis por dos motivos: el contenido podía sonar extraño para quien no entendiese el estilo apocalíptico, y había también dudas sobre el origen, sobre quien escribió el libro. En el mundo Occidental había dudas sobre la carta a los hebreos, sobre todo en la relación a su origen, que suscitaban dudas sobre su canonicidad. En general las dudas afectaban a 7 libros del NT. (El Apocalipsis y otras seis cartas: La Carta a los Hebreos, La de Santiago, La segunda de Pedro, La segunda y Tercera de Juan y la Carta de Judas); pero todos estos libros fueron finalmente admitidos en el Canon.
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LIBROS DEUTERONOMICOS
En el campo protestante, estos libros son llamados apócrifos. Hay una diferencia con la terminología católica. Los católicos llamados apócrifos, por ejemplo: al evangelio de San Pedro o el evangelio de santo Tomás. Más los apócrifos de los protestantes son nuestros libros deuterocanónicos. Hay siete libros deuterocanónicos: Tobías, el libro de la Sabiduría, primero y segundo de Macabeos, Judit, Baruc y el Sirácida. Hay también algunas partes, capítulos o versículos de otros libros que también los consideramos deuterocanónicos.
¿CUÁLES SON LOS LIBROS DEUTEROCANONICOS? . Son libros de origen judaico, vienen del judaísmo. Están recogidos en la versión griega del AT., la de canon judaico de la Sagrada Escritura, no figuran en la lista redactada por los hebreos hacia fines del segundo siglo.
Estos libros Deuterocanónicos no sólo son de origen judío, sino que también fueron compuestos originariamente en hebreos. Esto esta claro en el caso del Sirácida y del primer libro de los Macabeos y puede ser que también Judit (aunque no esta del todo claro). Del libro de Tobías, se han encontrado fragmentos en Qumran en arameo y algunas partes en hebreo, y no está claro en que lengua fue compuesto originariamente. Algunos defienden una versión aramea como la versión original; otros en cambio una versión griega y otros una versión hebrea. Pero Qumran ha hecho difícil la cuestión de la composición original del Libro de Tobías.
San Jerónimo prefería el canon del judaísmo, pero ha incluido todos los libros en su versión de la Vulgata. Siguiendo el mandato de San Dámaso, fue el responsable de la traducción latina a todos estos libros, sirviéndose de otras traducciones ya disponibles.
La oposición entre libros Protocanónicos y Deuterocanónicos, no quiere decir que los Deuterocanónicos sean menos inspirados, o de un valor menor. De hecho tienen un valor significativo. El segundo libro de los Macabeo, por ejemplo, propone claramente la resurrección de los muertos y es un testimonio importante de la fe en Dios que hace resucitar a los muertos.
Cuando hablamos de Deuterocanónicos indica sobre todo que su reconocimiento ha venido después, es por tanto una cuestión cronológica. Fueron reconocidos como inspirados después de algunas dudas y debates. En algunos países y el algunas épocas su status canónico fue puesto en duda, Por eso, hablar de Deuterocanónicos no es hacer un juicio sobre su valor, sobre su status canónico sino que es sobre todo un calificativo que indica que hubo un espacio de tiempo en su reconocimiento como sagrados e inspirados.
¿Por qué existieron estas dudas entre los cristianos de los primeros siglos y después entre los protestantes?
San Jerónimo quería admitir en el canon sólo los libros escritos en Hebreo, para él, el hebreo era la lengua de Dios en el período del AT., y él no quería admitir los libros escritos en griego. La lengua era un criterio de juicio. Según este criterio, el segundo libro de los Macabeos debía ser excluido porque fue compuesto originariamente en griego. También el contenido de estos libros hizo surgir dudas, así como su datación, puesto que son libros escritos tarde, al final del período del AT. Pero el factor más importante fue la lengua.
Al final el concilio de Trento ha ratificado nuestro elenco de 72/73 libros, y ha adoptado una posición solemne y clara. El concilio de Florencia ha indicado el canon, así como el concilio de Roma del Papa Dámaso muchos siglos antes, pero Trento nos ha dado una definición clara y solemne sobre los libros bíblicos que son reconocidos como normativos y canónicos.
Han existido tentativas, también hoy, de cambiar el canon. Hay unos que quieren reducir el canon y otros que quieren aumentar el canon. En la historia vemos ejemplos de estas dos tendencias. No podemos hablar de modo anacrónico, porque en el tiempo de los Saduceos no existía un canon. Estos aceptaban solo los 5 libros del Pentateuco (a diferencia de otros grupos, que aceptaban un número mayor). Pero hay que recordar que no existió un canon en sentido formal y propio en el judaísmo antes de finales del siglo II. Sin embargo, esta era una tendencia para reducir los libros sagrados. Un caso claro es Marción, que sólo aceptaba una versión reducida del evangelio de Lucas y 10 cartas de San Pablo. Después de los reformadores protestantes en el siglo XVI, y también hoy muchos protestantes, no aceptan como canónico e inspirado nuestro canon completo. Pero hay movimientos en el protestantismo para reconocer el Canon completo.
Hay otros que quieren aumentar el Canon. Los Gnósticos, en tiempos de San Ireneo y Tertuliano (siglos II y III), y también hoy algunos que quieren usar el término “Canónico” en sentido amplio, queriendo hacer entrar en el Canon los llamados evangelios apócrifos (los de Sto. Tomás y de San Pedro). Algunos hoy quieren datar estos evangelios apócrifos el año 40 ó 50, para aumentar su importancia.
4. LOS LIBROS CANONICOS Y LOS LIBROS CLASICOS.
Es interesante hacer una comparación entre los libros canónicos y los libros clásicos. Algunos han querido justificar así nuestros libros canónicos. Se refieren a la literatura mundial: en España, Cervantes; en Italia, Dante; en Inglaterra, Shakespeare; en Alemania, Goethe; en la India, la Bhagavad-gita. Son libros que se han convertido en clásicos para las generaciones sucesivas. Después de un uso más o menos largo un pueblo, una cultura, reconoce el valor de estos libros clásicos; y son “canonizados”, creándose una especie de “Canon” de libros clásicos. Algunos quieren proponer una analogía: el pueblo cristiano, después de un uso más o menos largo, reconoció el valor sagrado, inspirado, de varios libros y así los ha canonizados; y así el canon fue formado como se forma un canon de libros clásicos. Es una analogía sugestiva, viendo en el proceso de “canonización” de los libros clásicos un parangón con nuestros libros canónicos. Los Libros Clásicos tienen una autoridad como nuestros libros canónicos. Los libros clásicos tienen analogía no demasiado útil por diversos motivos. Uno de los motivos se encuentra en el concepto de la autoridad. Los libros clásicos de una cultura, de un pueblo, tienen una autoridad que no es necesariamente religiosa. Goethe tiene una autoridad literaria en el mundo alemán, pero no es una autoridad religiosa. El habla de la religión, del cristianismo, pero no tiene una normatividad religiosa. Así también, la Bhagavad-gita para el hinduismo es un libro clásico pero tampoco tiene una autoridad religiosa.
El segundo problema es que los libros clásicos pueden surgir en medio de la historia de un pueblo. Goehte por ejemplo, murió en el siglo pasado, pero no está en el origen de la literatura alemana. Así también la Bhagavad-gita, un libro tardío en la larga historia del Hinduismo. En otras palabras, los libros clásicos no están necesariamente en el origen de una cultura.
En cambio, en el cristianismo, los libros canónicos son libros del período fundante, que están en el origen, son libros de un período cerrado, el de la Iglesia Apostólica. Desde este punto de vista, la analogía no es tampoco precisa, pero es una analogía muy usada.
5. TRES CRITERIOS PARA ACOGER LOS LIBROS EN EL CANON
Una vez excluida la analogía con los libros clásicos, viene la cuestión de cuáles fueron los criterios para introducir los libros sagrados en el Canon. Hay tres.
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Un criterio Litúrgico. El uso constante en la Liturgia. También aquí los libros canónicos difieren de los clásicos, que no son leídos normalmente en el culto. Pero el uso constante de los libros en la liturgia de las iglesias, evidentemente fue un criterio esencial para acoger los libros sagrados en el canon.
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Un Criterio Doctrinal. El contenido ortodoxo; recordamos la así llamada regla de la fe, un principio de San Irineo: La correspondencia a la profesión de la fe, a la regla de la fe. Existían las profesiones primitivas de fe y después, surgió nuestro credo Apostólico o Nicenocostantinopolitano; aunque antes de Nicea (I y II después de Cristo) existían ya profesiones de fe primitivas. Los libros sacros fueron juzgados a la luz de aquellas reglas de la fe y retenidos como ortodoxos.
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Un Criterio Histórico: El origen apostólico. Muchos interpretan este principio de un modo muy literal: un origen apostólico en el sentido en que los libros provenían de San Pablo y de los apóstoles había tres excepciones en el NT. (Marcos y la obra Lucana: Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Pero Marcos escribió bajo la guía de San Pedro y Lucas fue el compañero de San Pablo. Los apóstoles habrían dado su autoridad a los libros del AT. Sin embargo, se ve como inaceptable la tesis de la proveniencia estrictamente apostólica de los libros del NT. Por ejemplo se atribuía a San Pablo la Carta a los Hebreos. Quizás el capítulo trece proviene de Pablo, pero no la carta entera. Se mantiene también que la segunda carta de San Pedro fue compuesta por él.
Pero podemos hablar en un sentido amplio: El canon del AT. y NT. proviene del tiempo apostólico, proviene del período de la Revelación fundante, de la generación apostólica. En estos términos el criterio del origen apostólico tiene su sentido. Estos libros reflejan la Revelación fundante y la respuesta de la Iglesia Apostólica. En este sentido comparten una autoridad apostólica.
Recordamos también los lugares históricos. Siria fue quizás el lugar originario del Evangelio según San Mateo; Grecia y Asia Menor (Pablo), Roma (Marcos) etc... La comunidad primitiva, fundante en el período apostólico dio su autoridad apostólica en este sentido amplio a nuestros libros sagrados.
6. VALOR NORMATIVO DE LA IGLESIA APOSTOLICA
La Iglesia Apostólica comparte la autoridad única de Cristo. Cristo nace, muere y resucita de una vez para siempre, y la Iglesia Apostólica existe también de una vez para siempre (ephapax). Y como Cristo es la autoridad divina, aquella generación apostólica participa de la autoridad de Cristo.
7. CANON DENTRO DEL CANON.
Era una cuestión muy discutida hace treinta años. El Vaticano II en la DV. 18 se ha servido un poco del principio. Los Evangelios tienen una cierta preeminencia. El Vaticano II, reconoce que dentro de nuestro canon, aunque todos los libros sean canónicos, unos lo son más que otros. De modo particular los Evangelios.
Pero al mismo tiempo ha habido tentativas fallidas en el uso de este principio. Por ejemplo, algunos mencionaban el principio de que los libros escritos antes son más importantes que los libros escritos más tarde. Es un modo cronológico de aplicar el principio del canon dentro del canon. Es un intento no acertado. El Evangelio de San Juan fue compuesto al final del siglo primero, pero no es de importancia menor. No se puede decir que porque Juan fuera compuesto más tarde que Marcos es menos importante. Otro ejemplo son las cartas de San Pablo. 1 Ts es anterior a Rom. , pero nadie puede decir que 1 Ts es más importante que la carta a los Romanos. Es importante estar atentos porque algunas aplicaciones del principio pueden ser equivocadas. Sobre todo cuando se interpreta el principio del Canon dentro del Canon de un modo cronológico.
TEMA 13. MANUSCRITOS, TRADUCIONES Y VERSIONES
Los textos originales de la Biblia fueron escritos en las lenguas Hebreo, Arameo y Griego y los documentos que hoy reposan en nuestras manos como originales escritos en manuscritos posiblemente no sean los originales en que el hagiógrafo redactó el texto. Eran copias escritas a manos de las que conservamos los siguientes manuscritos:
Manuscrito Vaticano: que se encuentran en la biblioteca de la ciudad del Vaticano en Roma y donde reposa gran parte de la Sagrada Escritura.
Manuscrito Sinaitico: que fue descubierto en el convento de Santa Catalina en el año de 1844 y que desde esa época reposa en el museo Británico en Gran Bretaña.
Manuscrito Alejandrino: este manuscrito se tiene conocimiento pertenecía a la Biblioteca de Alejandría y de igual manera se encuentra en el museo Británico.
Manuscrito del Qunram: son los más recientes en haber sido encontrados y fueron hallados por un pastor beduino en 1947 en las cuevas del Qunram frente al mar muerto y cerca de Jericó. Se sabe que estos manuscritos algunos de ellos son del siglo IV antes de Cristo.
VERSIONES DE LA BIBLIA
La más antigua es la de los setenta y fue realizada por setenta sabios de Israel entre los siglos III y I antes de Cristo y debe su nombre a la narración de la carta de aristea según la cual se comisiono a setenta sabios de Jerusalén enviados por el sumo sacerdote Eleazar a Tolomeo Filadelfo (283 - 246 a. C.) y realizada para la biblioteca de Alejandría (Egipto) en setenta y dos días, dirigida a los Judíos de la diáspora que vivían en un mundo griego y que habían olvidado el Hebreo. Fue la traducción usada por los Apóstoles a los pueblos de habla griega.
La versión Vulgata fue realizada en latín por San Jerónimo pues el pueblo cristiano había olvidado el Griego y había adoptado como lengua el latín a mediado del siglo III d. C. Hoy en día existe además muchas versiones católicas aplicadas a las necesidades de los diferentes pueblos y de igual manera existen las Biblias ecuménicas realizadas por biblistas católicos y protestantes y que patrocinados por asociaciones o sociedades Bíblicas presentan versiones accesibles económicamente al pueblo. La traducción literal ejemplo Biblia de Jerusalén es la más apegada a la letra de la escritura original pero su lenguaje se aleja del pueblo hoy en día mientras que las versiones se acercan al lenguaje del pueblo y pueden alejarse en algún momento del texto original de la palabra.
TEMA. 14. LAS SAGRADAS ESCRITURAS EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
INTRODUCCION
En los temas anteriores habíamos reflexionado sobre la inspiración, la revelación, la verdad, el canon de la Sagrada Escritura, etc., desde el punto de vista histórico y teológico. Con este tema queremos profundizar sobre algunos textos del magisterio de la Iglesia para descubrir en ellos la importancia de las Sagradas Escrituras.
En primer lugar vamos a estudiar tres concilios: Florencia, Trento y Vaticano I; después tres encíclicas: Providentisismus Deus de León, Spiritus Paraclitus de Benedicto XV y Divino Aflante Spiritus de Pío XII. Los tres concilios, comunican, en términos generales, la experiencia de la acción divina y la Biblia como Palabra de Dios. Las encíclicas comienzan a explorar la actividad humana y la Biblia como palabra humana.
1. EL CONCILIO DE FLORENCIA
(Inaugurado por el Papa Eugenio IV el 10 de Enero de 1438 en Ferrara-Italia y concluyó en Florencia-Italia en 1539. Fue el decimoséptimo concilio ecuménico)
* Es el primer concilio que enseña explícitamente sobre la inspiración. Puede parecer extraño, pero hasta este concilio no se tenía una enseñanza en el magisterio de la Iglesia sobre la inspiración.
* El concilio hace un elenco (lista) de los libros canónicos. Establece un canon, pero no hace una definición solemne de El. Es la primera vez que un concilio ecuménico fija una lista de los libros canónicos.
* El concilio hablando del autor de la Sagrada Escritura dice: "Sólo y el mismo Dios es el autor del Antiguo y el Nuevo Testamento. Esta frase se convirtió en una afirmación clásica. Esta afirmación también la encontramos en San Agustín, por eso, no es una afirmación innovada por el concilio de Florencia, sino que tiene su prehistoria en el período patrístico. La afirmación la tenemos que ver en un sentido amplio: El mismo Dios está detrás de la economía de la salvación en el Antiguo y en el Nuevo Testamento; en la Historia del Antiguo y del Nuevo Testamento está Dios como el que garantiza todo y los mismos libros son derivados de Dios.
Con esta afirmación "Sólo el mismo Dios" el concilio de Florencia quiere dar respuesta falsas corrientes o tendencias como la de Marción y los maniqueos que afirmaban que Dios era un Dios malo y deja en claro que la Sagrada escritura es inspirada sólo por Dios, es decir, que Él es su único autor.
2. CONCILIO DE TRENTO
(Inaugurado por el Papa Paulo III el 13 de Diciembre de 1545 a 1549, de 1551 a 1552 y de 1562 a 1563 en Trento).
* En la cuarta sesión el concilio fijo las fuentes de la fe: La Sagrada Escritura, cuyo canon estableció, y la Tradición.
* El Concilio de Trento al hablar del autor de la Biblia dice que "Dios ha dictado" su Palabra. Hay que estar atentos porque con el verbo latino "dictare" se pueden tener varios significados como: provocar, causar, sugerir (significados en sentido amplio)
La palabra es ambigua y puede causar malas interpretaciones, por eso, es mejor emplear la palabra que usa el concilio de Florencia "Inspirare" que "Dictare". De esta manera, al tener un sentido más amplio se evitan ambigüedades peligrosas.
En el Siglo pasado, tanto los teólogos católicos como los protestantes, usaban la palabra "Dictar" en un sentido restrictivo. Los escritores sagrados escribían aquello que sentían de Dios, luego ellos registraban o escribían lo que Dios había dictado. Algunos interpretan esta palabra diciendo que Dios no solo ha dictado las palabras sino también los signos de puntuación (letras y signos). Como podemos ver, la palabra genera confusiones e interpretaciones fundamentalistas que confunden su verdadero sentido.
3. CONCILIO VATICANO I
(Vigésimo concilio ecuménico de la Iglesia católica, celebrado durante el pontificado de Pío IX, en la basílica de San Pedro en Roma del 8 de Diciembre de 1869 al 18 de Julio de 1870)
El Concilio Vaticano I recoge algunos temas del concilio de Trento, pero como es un concilio que se dio en un período diverso los trató de una manera especial. Para el tiempo del concilio ya se había dado una revolución en el estudio de la Biblia y el tema de la Sagrada escritura se movía en un ambiente muy diverso, lo cual llevó a que el Concilio Vaticano I tomara una postura renovada en aquel ambiente de estudio crítico y exegético de la Biblia.
El Concilio Vaticano I expone dos niveles de argumentación que requieren una análisis interpretativo: "La Iglesia tiene a estos libros como sagrados y canónicos, no porque hayan sido compuestos por la sola actividad humana y hayan sido aprobados con su autoridad; y no solamente porque contengan la revelación sin error, sino porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por su autor y como tal ha sido afirmado por la misma Iglesia" (Constitución 'Dei Filius'. DS 3006).
El concilio excluye dos interpretaciones falsas:
* La primera interpretación excluida es que los libros sagrados fueron compuestos por la sola acción humana sin la ayuda del Espíritu Santo.
* La segunda que está aprobada por la autoridad de la Iglesia.
El Concilio Vaticano I dice que el Espíritu Santo ha acompañado desde el principio la composición de los libros sagrados.
Otra interpretación es que contengan la inspiración sin error. Podemos imaginar cualquier libro religioso que contenga la verdad revelada sin error; existen libros que nos dicen la verdad: encíclicas, el libro que nos narra la vida de un santo, etc. El Concilio Vaticano I dice que la falta de error, la inerrancia, no quiere decir nada para que ese libro sea inspirado. El Concilio Vaticano I refuta el identificar inspiración con inerrancia. (A propósito se ve cómo la inspiración ha sido considerada en un sentido secundario, es decir, la verdad revelada, no en el sentido primario de la revelación que es la auto comunicación divina en plural, o la autoafirmación de Dios). Se Puede usar el termino "contener", cuando se habla de la revelación en sentido secundario, esto es, la verdad revelada. Después el Concilio Vaticano I repite la enseñanza moral; los libros son canónicos porque están bajo la inspiración del Espíritu Santo y tienen a Dios por Autor.
En un segundo texto (DS. 3007), el Concilio Vaticano I con relación a un texto del concilio de Trento, dice dos cosas: Habla del "vero censo" de la Sagrada Escritura interpretada en la Iglesia y luego del unánime consenso de los Padres. Lo que es cierto es que se habla tres veces del sentido, de lo que la Sagrada Escritura significa, "verdadero sentido y este sentido expresado en unánime consenso de los Padres". Aquí se necesita reconocer una afirmación global, principal: es muy difícil encontrar un versículo de la Biblia interpretado por todos los Padres en el mismo sentido.
El Concilio Vaticano I no quería hablar de esto, sino de dos cosas.
* La Biblia está compuesta dentro de la Iglesia y debe ser interpretad dentro de la Iglesia. Los Padres de la Iglesia eran un testimonio privilegiado y su interpretación de la Biblia fue hecha dentro de la Iglesia y por la Iglesia. En este sentido el gran consenso de los Padres, con afirmaciones globales, nos conducen hacia el ambiente apropiado para interpretar las Sagradas Escrituras dentro de la comunidad.
* El Concilio Vaticano I se sirve de la palabra de la Iglesia en el sentido de que esta palabra es la afirmación del magisterio de la Iglesia, pero no en el sentido de la comunidad entera.
Podemos decir entonces que el magisterio de la iglesia tiene la tarea de interpretar las Sagradas Escrituras y pertenece a Él, el juzgar las diversas interpretaciones de la Sagradas Escrituras.
1. ENCICLICA. PROVIDENTISISMUS DEUS (León XIII)
El Papa usa en la encíclica la terminología Tomista: "Dios como causa principal" y los "Hagiógrafos como causa instrumental". El Papa dice que "el Espíritu Santo ha usado a los hombres como instrumentos para escribir", y habla de Dios como el autor principal.
No es un hecho casual que el Papa León XIII haya usado esta terminología ya que Él en 1872 en un documento ha recomendado vivamente retomar los estudios de Santo Tomas y después en la encíclica sobre las Sagradas Escrituras se sirve de esta terminología Tomista.
* El Papa en la encíclica afirma que "Dios es el autor principal de toda la Biblia", de todos los libros con todas sus partes. El Papa León XIII quería excluir un tentativo de su tiempo que quería atribuir una parte de la Sagrada Escritura a Dios y otra a los hombres. Eran unos tentativos del siglo pasado y de principios del nuestro que afirmaban que "una parte es de inspiración divina y otra parte de inspiración humana". El Papa se opone a esta teoría.
* El Papa León XIII interpreta la inerrancia como una consecuencia y no la atribuye a la inspiración. Dice el Papa: "Los libros sagrados son escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, por tanto, no puede haber error en ellos". De esta manera, la inerrancia y la verdad Bíblica son una consecuencia.
El Papa no precisa mucho que es la verdad o el error. Habla de Dios como la suprema verdad, pero no entra en detalles sobre lo que esto significa. Lo único que el papa añade es una cita de San Agustín que dice que el Espíritu Santo no puede enseñar las cosas que no son útiles para la salvación.
* El Papa ilumina la cuestión con la existencia del Espíritu Santo. ¿En qué consiste la guía y la existencia divina?. Tenemos aquí un esquema mecánico: una existencia intelectiva, otra volitiva y otra operativa. El papa escribe: "El Espíritu Santo quería que se le concibiera rectamente con la mente y los autores sagrados concebían rectamente con la mente y tenían la voluntad de escribir fielmente y la expresaban de manera verdadera ".
El Papa León XIII ha tenido el mérito de buscar como programar el modo como la inspiración funciona. En primer lugar todos los documentos del magisterio de la Iglesia habían afirmado que los libros sagrados habían sido compuestos con la ayuda del Espíritu Santo, pero nunca dijeron el modo como lo hizo. El papa León XIII quiso explicar un poco cómo fue la ayuda del Espíritu Santo en la composición de los libros Sagrados.
2. SPIRITUS PARACLITUS. (Benedicto XV)
Nos encontramos de nuevo en esta encíclica con la refutación de ver en las Sagradas Escrituras una parte Divina y una parte humana. La encíclica introduce de manera interesante una imagen para expresar esta realidad: "La palabra sirve como de vestido externo a la doctrina revelada". Esta afirmación pertenece a la mentalidad Platónica a la cual el papa le sale al paso diciendo que no es posible hablar del contenido esencial como si fuera un "vestido externo".
Como el papa León XIII, Benedicto XV quería salvaguardar la unidad de la Escritura inspirada, en la cual no se puede separar o dividir la parte Divina de la humana. La Sagrada Escritura es una unidad indivisible.
El papa concibe la verdad como un efecto en la Sagradas Escrituras, la cual es consecuencia de la inspiración. El papa refuta identificar verdad e inspiración; la verdad es un efecto.
3. DIVINO AFLANTE SPIRITUS. (Pío XII)
Es un documento llamado frecuentemente la carta magna de la exégesis Bíblica. Es un documento programático, que ha marcado la exégesis católica de nuestro siglo.
* El Papa resalta el pensamiento tomista cuando dice: "El hagiógrafo al escribir el libro sagrado es órgano, es decir, instrumento del Espíritu Santo" (causa instrumental dice Santo Tomás) pero continua el Papa diciendo, "pero instrumento vivo dotado de razón".
El Papa quiere salvaguardar la revelación divina del hagiógrafo; no es este un instrumento muerto, sino vivo, dotado de razón y otras cosas. De esta manera el Papa quiere defender el
aspecto humano de la Biblia. Dice el Papa que hay Palabra de Dios pero también hay palabra humana, palabra del hombre individual. De esta manera el Papa quería poner en evidencia la parte humana de la composición de los libros sagrados.
Cuando el Papa habla de los géneros literarios diciendo que el hombre "ha utilizado géneros literarios diversos" insiste en este punto diciendo que los escritores de la Biblia usaban algunas veces géneros literarios que son para nosotros un poco extraños.
El Papa resalta el modo de pensar de la cultura semítica donde se escribió la Sagrada Escritura e insiste en este punto, "es necesario reconocer los diversos géneros literarios usados por nuestros autores sagrados, se necesita conocer honestamente la forma como ellos escribieron".
Otro de los grandes aportes que hace el Papa al estudio de las Sagradas Escrituras esta puesto en el énfasis que Él hace en precisar la intención que tenían los hagiógrafos al comunicar el mensaje, es decir, el Papa pone de relieve el sentido literal, lo que ellos entendían del entorno, de la realidad y querían transmitir al escribir. Este pensamiento del Papa se convierte en la base esencial para refutar el fundamentalismo Bíblico.
CONCILIO VATICANO II
LA EXEGESIS SEGÚN LA “DEI VERBUM”
Esta lección va a estar dedicada a la “Dei Verbum”. ¿Qué dice la Dei Verbum sobre la interpretación y uso de la Sagrada Escritura en la teología y en la vida de la Iglesia? ¿Qué dice sobre la revelación?, ¿Qué dice sobre la naturaleza y la función de la exégesis en la iglesia y en la teología?
Comenzamos por el último capítulo, ya que éste nos da una clave de lectura para entender todo el documento. Por lo tanto leemos y estudiamos el último capítulo para volver después al inicio.
CAPITULO VI: En primero lugar, este capítulo de la DV usa una comparación entre la Sagrada Escritura y la Eucaristía, comparación que ya venía usada por algunos padres de la Iglesia. “La iglesia se nutre del pan de la vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del cuerpo de Cristo” (DV 21). El Cuerpo de Cristo y al mismo tiempo la Sagrada Escritura son nuestro pan de cada día. Se refiere aquí la DV sobre todo, a la sagrada liturgia. En otros términos, la sagrada liturgia es el contexto principal donde nos nutrimos de la Sagrada Escritura. El contexto primario es la liturgia, no es por lo tanto la ni el aula académica, ni la biblioteca, ni nuestro estudio. La capilla, la Iglesia donde celebramos la sagrada liturgia, son el contexto donde nos nutrimos de la Palabra de Dios.
Nos encontramos en este capítulo que considera la Sagrada Escritura junto a la tradición la regla suprema de nuestra fe, en otras palabras, la Sagrada Escritura no solo nos nutre, también nos guía e ilumina nuestro peregrinaje de fe. Norma suprema de la fe. Fe en el sentido amplio de la palabra, fe que implica doctrina. Praxis, etc.
Después de estas dos declaraciones la DV expresa una consecuencia: “es necesario que la predicación eclesiástica sea nutrida y regulada de la Sagrada Escritura”. Usa aquí dos verbos: nutrir y regular, verbos que ya están indicados en las expresiones de nutrición y regla, consecuencias que se aplican a la predicación eclesiástica, y que están implicadas en la misma religión cristiana nutrida y regulada por la Sagrada Escritura.
Usa otro término análogo “Ministerio de la Palabra” que implica tres cosas, predicación pastoral, catequesis y todo tipo de instrucción cristiana (ejercicios espirituales, retiros, teología en su comprensión más larga). El concilio dice que todo ministerio de la palabra debería estar nutrido por la Sagrada Escritura, y dice lo mismo en el n. 25 “es necesario un contacto continuo con la Escritura”. Resaltamos la palabra “continuo”, no basta por lo tanto una vez a la semana sino un contacto continuado. Es un sueño bellísimo que el ministerio de la palabra esté continuamente nutrido y guiado por la Palabra, sueño bellísimo pero... me pregunto ¿en qué diócesis existe un tal ministerio de la Palabra siempre nutrido y regulado por medio de un contacto continuado con la palabra?, es un sueño y a la vez un reto para todos nosotros. El sueño de la DV que casi por todas las partes está por realizarse todavía.
Podemos constatar como la DV dice cosas que tienen que ver muy de cerca con la teología. “La iglesia se preocupa de llegar a una inteligencia cada vez más profunda de la Sagrada Escritura” (n.23). Se requiere una inteligencia cada vez más profunda ¿es posible? Naturalmente el concilio cree que si es posible. No se puede decir nunca “punto y basta” mi inteligencia de la Sagrada Escritura ya es suficiente. Podemos pensar en un dicho de Hans Urs von Balthasar, “Dios es siempre mayor”. Dios transciende nuestra inteligencia, Dios es siempre mayor, se puede aplicar este dicho a la Sagrada Escritura. La Sagrada Escritura siempre es mayor, transciende siempre cualquier comprensión, nos invita a una inteligencia más profunda.
(No. 24) usa tres imágenes sugestivas, “la teología se basa como en su fundamento perenne en la Sagrada Escritura unida a la Tradición, y en ella se consolida y se rejuvenece siempre”. En estas imágenes iluminan la relación entre teología y Palabra de Dios escrita. Fundamento en el sentido de cimiento, como los cimientos de una casa, la idea de vitalidad, vigor. Fuente de vitalidad y vigor. Siempre rejuvenecida, una teología que no se envejece nunca. Tres imágenes que merecen nuestra meditación.
Todo esto con relación al VI capítulo y último de la DV, volvemos ahora a los cinco primeros.
CINCO PRIMEROS CAPITULOS DE LA “DEI VERBUM”.
Estos capítulos dicen muchas cosas sobre la Sagrada Escritura y nos interesan mucho para nuestro modulo de “Generalidades Bíblicas”. Los veremos un poco en detalle.
Capítulo I. La revelación en sí misma. Misterio de la comunicación con Dios.
En el primer capítulo la DV nos dice que Dios se revela a los hombres y les habla como amigos por medio de gestos y palabras. Que este diálogo que Dios establece con los hombres se da en una realidad concreta en un proceso histórico que tiene su plenitud en Jesucristo y que por él accedemos al Padre por el impulso del Espíritu Santo.
Capítulo II. Transmisión de la Revelación
Biblia tradición y magisterio. El concilio defiende una unión estrechísima entre Biblia- tradición y magisterio. Hemos visto como el concilio en el II capítulo de la DV rechaza separar estos tres elementos y dice que el magisterio no es superior a la Palabra de Dios sino que sirve a la Palabra de Dios. Esto toca de lleno a la teología. Usando la enseñanza del magisterio no podemos olvidar nunca que el magisterio no es superior a la Palabra de Dios, la Palabra de Dios es la norma de normas. El magisterio sirve a la palabra de Dios.
Capítulo III. Inspiración Divina de la Sagrada Escritura y su Interpretación
La Sagrada Escritura fue escrita por inspiración del Espíritu Santo. Por eso decimos que tiene a Dios por autor. Sin embargo, no podemos entender esta inspiración como un simple dictado. Los escritores sagrados utilizaron sus propias potencialidades y medios, en el ámbito de su propia cultura. De aquí la importancia de comprender los géneros literarios. La Escritura es la revelación de Dios en palabras humanas. Esta es una profunda dimensión del misterio de la Encarnación.
TEMA 9. LA REVELACIÓN BIBLICA
La palabra “revelación” viene del latín “REVELAR” que significa mostrar, descubrir, manifestar. En este último sentido se emplea la griega “Apocalipsis”.
Desde un principio el plan de Dios para el hombre era el de su felicidad, su salvación. El Dios de la revelación Bíblica es un Dios que actúa, que lleva a cabo una presencia operativa. A diferencia de otros pueblos, el pueblo de Israel descubre la presencia de Dios a través de los acontecimientos que vivía en su historia. Dios antes de hablar, actúa, y actuando, se da a conocer al pueblo que había escogido para salvar a todos los hombres.
REVELACIÓN NATURAL Y SOBRENATURAL
El primer vehículo utilizado por Dios para su revelación es la naturaleza, su creación, su poder en ella ofrece a los hombres un testimonio perenne de sí mismo.
Por nuestros propios recursos naturales podemos conocer a Dios por lo que es perceptible en las criaturas en las que de alguna manera se refleja su ser. Así tenemos por un lado la experiencia del mundo, de sus obras que dicen a la razón que debe existir un ser supremo creador de las mismas; por otra parte la experiencia interior, en las que la conciencia moral nos muestra la ley divina inscrita en nuestro ser.
Sin embargo el lenguaje natural del Dios está expuesto a ser oído muy débilmente y aún desfigurado por muchos hombres. Esta dificultad de alcanzar a Dios, de conocerlo en su misterio íntimo, abre el camino de la salvación sobrenatural.
Dios decide contar su secreto de amor por la humanidad, a partir de los mismos acontecimientos que marcaron la historia del pueblo de Israel. En este sentido la revelación, es dar a conocer, es mostrar el sentimiento profundo del misterio de Dios en relación con el hombre. Por ella Dios realiza dos opresiones complementarias: descubre al hombre el misterio profundo de su ser y al mismo tiempo lo introduce en él, dándole participación en el mismo, por medio de la gracia en Cristo Jesús. La revelación aparece así como la manifestación del misterio de salvación que tiene por centro la cruz y la resurrección de Cristo.
LA HISTORIA DE ISRAEL MEDIADORA DE REVELACIÓN
A diferencia de los demás pueblos, el pueblo de Israel no se quedaba únicamente en los acontecimientos, al contrario sabía que detrás de ellos había un significado que les daba sentido. Mientras que los demás pueblos tratan de entender a sus dioses por medio de la fabricación de imágenes y de la exuberante proliferación de ritos mágicos, predominando lo que se podía “ver”, para el pueblo de Israel era todo lo contrario, es más importante “escuchar”, porque detrás de cada acontecimiento, Dios tenía algo para decirle al hombre en su situación concreta dentro de la historia.
El hombre Israelita se daba cuenta que ningún acontecimiento de su vida estaba desligado del anterior, ni del siguiente. Los acontecimientos están unidos por una misma intencionalidad obedeciendo a alguien que lo suscita con una finalidad: La felicidad del hombre. Así se va convenciendo Israel que siempre ha vivido con alguien presente. Ese mismo que se manifestó a Abraham para invitarlo a vivir una vida nueva, el mismo que fue sentido por su hijo Isaac, el mismo que eligió y protegió a Jacob, el mismo que permitió al pueblo de Israel la libertad y la tierra después de caminar durante 40 años por el desierto. Todos estos acontecimientos se llaman HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
La historia que se hace sagrada no es un mero marco externo, está ligada muy estrechamente a la revelación y constituye su medio. Es en el tiempo y en el espacio donde Dios revela la salvación a los hombres. El pueblo de Israel comprende que los acontecimientos dentro de la historia eran portadores de un fuerte sentido de salvación ya que eran a la vez actos del Dios vivo. Por eso se dice que la revelación se hace por medio de hechos y palabras. Dios habla, revela la salvación y la comunica a través de los acontecimientos; de ahí que la historia sea revelación.
A este estilo de revelación algo le faltaba. La perfecta comunicación de Dios con los hombres, la hace por medio de su Hijo Jesús. “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos”. (Heb. 1, 1). Es la Palabra que revela a Dios. Él es el designio de Dios hecho realidad.
LA PALABRA MEDIADORA DE LA REVELACIÓN
La palabra para nosotros es un simple vehículo de expresión del pensamiento, en cambio para los orientales es algo más que un sonido. Para los occidentales la palabra tiene un aspecto noético y de conocimiento, ya que es simplemente el signo de una idea, algo por lo que conocemos una realidad, en cambio para el mundo semita “la Palabra” tiene un aspecto dinámico y creador, las palabras no se agotan al ser pronunciadas, las palabras tienen fuerza y vida. El mundo primitivo consideraba que al pronunciar un mito se reorganizaban las fuerzas de la naturaleza; por medio de las palabras se llaman las cosas a la existencia, poner nombre a una cosa es tomar posesión de ella.
Si analizamos ahora la concepción bíblica de Palabra vemos que en primer lugar ella se considera como una realidad dinámica por la que Dios actúa en el mundo cuando crea las cosas suscita los acontecimientos. Salida de la boca de Dios, “no vuelve a él sin resultado, sin haber hecho lo que él quería y haber cumplido su misión” (Is. 55, 11).
Así los acontecimientos externos son percibidos por cualquier hombre, pero los hechos salvíficos que son palabra de Dios en acto, están cargados de una inteligibilidad religiosa que solo es posible por la fe. Ahora bien, para que este contenido inteligible sea accesible a nosotros, debe explicarse y concretarse en una palabra humana. En el AT Dios se reveló por la palabra de los profetas y en el NT por la Palabra, o sea el Verbo de Dios hecho carne. Por eso se puede decir que la religión de Israel, de la cual el cristianismo es continuación, es la religión de la Palabra.
TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN
Los caminos o canales por los cuales el mensaje de Dios notificado por su PALABRA se conservó y se transmitió hasta nosotros son la TRADICIÓN Y LA ESCRITURA.
La palabra tradición designa unas veces un contenido transmitido de edad en edad y otras, un modo de transmisión caracterizado por su notable estabilidad y en la que la escritura sólo desempeña un papel secundario y casi nulo.
En relación con estos significados de tradición propia de la revelación bíblica se encuentran semejanzas y peculiaridades originales. Se puede decir que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la revelación hecha a través de los profetas y del mismo Cristo, se conservó primero por la tradición y sólo más tarde a través de la escritura, por eso sería falso estudiar la Escritura sin la tradición y también falso basarnos en la tradición sin tener en cuenta el texto. El texto sin la tradición no nos brinda la plenitud del mensaje y la tradición sin texto corre el peligro de desfigurarse.
La tradición conserva el mensaje adaptándolo como norma de fe para el pueblo. Todos estos acontecimientos reveladores los fue guardando el pueblo de Israel, transmitiéndolos de generación en generación por medio de la tradición oral, es decir, que las grandes proezas de Dios se contaban a través de los años, de padres a hijos. Con el fin de mantener hacia Dios, viva la alianza de fidelidad.
Luego se pone por escrito para verificar la fidelidad a la palabra de Dios en la Tradición. Escritura constituye la concretización de la tradición oral en los dos testamentos.
Para el grupo apostólico, solidariamente responsable del testimonio evangélico, Jesús es el punto de partida de una santa tradición que deben dar al mundo. La existencia de esta tradición aparece bien clara en San Pablo (Cfr. 2 Tes. 2, 15: “Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta”. 1 Cor. 15, 3: Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras”).
La tradición consiste es actos y palabras. La tradición apostólica constaba del kerigma o anuncio original, la liturgia como reactualización del hecho salvífico, la primitiva catequesis y los testimonios, es una tradición con las características de diversidad y unidad. La diversidad era originada en el hecho de que cada Apóstol la contaba tal como él la veía, pero al mismo tiempo existía la unidad, en cuanto todos conservaban el hecho fundamental. Era una tradición dinámica y no estática, esto explicaría la diversidad de la tradición griega respecto a la original aramea.
Toda la tradición apostólica fue en un primer momento algo oral, luego se pone por escrito. Gal. 2, 9 “y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos”.
TEMA 10. LA INSPIRACIÓN
La inspiración bíblica no es más que un caso particular, que se ha convertido históricamente en el más importante, en la actualización del concepto clásico de inspiración. Efectivamente, desde la antigüedad la inspiración es el movimiento que arrastra a los poetas, a los músicos o a los pintores y hasta los jefes políticos. De ahí la palabra llegó a designar, más específicamente y sobre todo a través de los judíos de lengua griega, el soplo divino que mueve el alma, el pensamiento y el acto del escritor sagrado. En
el siglo XVI, Ambrosio Paré le dio a este término su significado físico: la primera fase de la respiración, la entrada del aire a los pulmones. Paradójicamente, este sentido, que hoy es el primero de esta palabra, no apareció sino mucho más tarde, en un segundo tiempo. Hay que decir que la ambigüedad de la raíz latina spiritus, que significa a la vez “soplo” y “espíritu”, permite los dos sentidos.
Aplicado a la Biblia, el concepto de inspiración es fundamental en la doctrina y en el léxico cristiano. Su matriz es el latín inspiratus, utilizado por las versiones antiguas de la Biblia y por la Vulgata de San Jerónimo en la fórmula divinitus inspirada por Dios. El original griego es theopneustos, aplicado a la Escritura lo encontramos en 2 Tim. 3, 16 “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia”.
La palabra inspiratus “inspirada”, se encuentra también en 2 Pe. 1, 21 “porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios”.
Tal es la primera declaración explicita y formal, por parte del cristianismo inicial, del hecho de la inspiración bíblica. La tradición posterior, desde los padres de la iglesia hasta nuestros días, no ha dejado de reafirmar esta doctrina, con el objetivo de hacerla satisfactoria para todas las épocas.
La Iglesia ha recogido de Israel la convicción de la inspiración: El pueblo hebreo sabía que había sido elegido por Dios, que había una alianza entre Dios y el pueblo, que toda la historia pertenecía a un plan divino, ¿no era, por tanto, lógico que el libro donde estaban referidas, junto a su historia, las normas y las manifestaciones divinas se considerara inspirado? ¿El mismo Dios no había revelado a Abraham su esencia única? ¿No había ordenado a Moisés sus palabras para que de este modo constase su ley? ¿No la anunciaron los profetas. Así el historiador judío Flavio Josefo resume en un verdadero dogma la cuestión de la inspiración cuando afirma que todos los autores de la Biblia han escrito “bajo el aliento divino”.
En los labios de Jesús y de los apóstoles hay innumerables formas de afirmar la fe en la inspiración. Es Dios quien verdaderamente habló a Moisés. Es Él el que se ha expresado a través de los profetas. El habló por intermedio de los reyes de Israel. La frase “Dios ha dicho” de la epístola a los Corintios es categórica y significativa (2 Cor. 6, 16). “Toda la escritura está inspirada por Dios”, proclama otra vez San Pablo a su amigo Timoteo (2 Tm. 3, 15-16); y San Pedro enseña que “los hombres han hablado de parte de Dios, llevados por el Espíritu Santo (2 Pe. 1, 21).
Miremos ahora la inspiración dentro de dos campos específicos en los que se mueve su manifestación: la inspiración profética y la inspiración hagiográfica.
LA INSPIRACIÓN PROFÉTICA
La inspiración profética es fuerza del espíritu que actúa sobre el profeta, enviándolo a la tarea de anunciar el plan secreto de Dios en la inspiración profética, el Espíritu empuja al elegido a ser su directo anunciador, ilumina al escogido para que hable de parte de Dios a todo el pueblo.
Veamos unos ejemplos de la sagrada escritura: “Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame». (Is. 6, . “Entonces me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí. Yo dije: «¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho». Y me dijo Yahvé: No digas: «Soy un muchacho», pues adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás”. (Jr. 1, 4-7).
Como vemos el profeta es consciente de que lo que dice, no lo dice por sí mismo, sino porque el mismo espíritu de Dios coloca en sus labios y en su entendimiento las palabras de lo que verdaderamente debe decir.
El profeta no busca sembrar popularidad, hacerse famoso, buscando alcanzar para sí mismo el prestigio y el honor. Ante todo es consiente de que es servidor, de que lo que hace, lo hace en nombre del Señor y no lo dice en nombre propio. Sabe perfectamente que la misión profética que le ha sido encomendada trae grandes riesgos, peligros, desprecios, persecuciones, e incluso la muerte; sin embargo todo ello lo considera insignificante en comparación con la misión de obrar y hablar en el nombre de Dios.
LA INSPIRACIÓN HAGIOGRAFICA
La expresión “inspiración” nos conduce y evoca aquella originaria del “Espíritu de Dios”, título que en el AT. los autores sagrados dieron al poder de Dios en acción, tratando con ella de subrayar su fuerza creadora e impulso, su misterio, su incesante novedad. La “inspiración” habla de la fuerza del Espíritu Santo que se mueve en el interior de uno o varios hombres elegidos para transmitir la Palabra de Dios.
La palabra “Hagiógrafo” viene del griego (agios) santo y (grafos) escribir, es decir, escritor sagrado. La inspiración hagiográfica es entonces la fuerza que motiva al autor sagrado para escribir lo que el Espíritu revela a su conocimiento. La inspiración consiste en la intervención sobrenatural de Dios sobre las facultades humanas del autor bíblico (entendimiento y voluntad) para que este quiera, expresarse y escriba lo que Dios desea, sin hacerlo perder su personalidad y estilo.
El escritor sagrado es como el profeta, un hombre común y corriente, muchas veces temeroso, con profundas inseguridades, otras veces de temperamento fuerte intrépido, confiado en el Señor. Se da el caso que los escritores sagrados citan sus fuentes del mismo modo que lo haría un historiador de nuestros tiempos (1 Re. 11, 41; 14, 19.29; Prov. 30, 1). Y hasta reconocen que su trabajo literario fue difícil, la tradición judía (y posteriormente la fe de la Iglesia) afirma que la acción del Espíritu Santo fue en este caso, tan decisiva como el dictado fulgurante a los profetas, aunque su método haya sido distinto.
ALGUNOS CONCEPTOS FALSOS DE INSPIRACIÓN
- DICTADO MECÁNICO
La inspiración sería una especie de dictado que ocurría, mientras que el autor se encontraba es éxtasis. Si esto fuera cierto todos los libros de la Biblia tendrían un estilo uniforme, además el hombre no sería un verdadero autor.
- INSPIRACIÓN EQUIVALENTE A DESPERSONALIZACION
Se trataría de una inspiración equivalente a despersonalización, en aras de un mensaje divino. Sin embargo cuando el Espíritu penetra en un hombre y lo pone al servicio de tan alta tarea, no lo utiliza como si éste fuera objeto de manipulación, en otras palabras, no lo despersonaliza, no le quita la voluntad y la libertad necesaria para poder desempeñar tal responsabilidad. Quien se siente animado interiormente por esa fuerza de la inspiración que le transmite el Espíritu, su no a la invitación que le extiende. Más, la fuerza del Espíritu es tan irresistible, que aquel que es poseído por ella no alcanza a huir, como le pasa al profeta Jeremías: “Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre». Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía”. (Jr. 20, 9).
- INSPRACION EQUIVALENTE A REVELACIÓN
La Biblia sería inspirada porque contiene toda la revelación sin ningún error. Si esta fuera la condición para inspiración Bíblica, se podría comprobar que muchos otros libros también pueden contener la revelación sin error y no por ello se pueden considerar inspirados.
- LA APROBACIÓN SUBSIGUIENTE
Si fuera la aprobación de la comunidad la que le diera un carácter inspirado a un libro, tendríamos que decir que la comunidad viene a ser la autora del libro y se estaría perdiendo el aspecto personal que tiene el carisma de la inspiración. La inspiración en cambio la recibe un individuo de la comunidad y a través de él se expresa la comunidad, o sea que es un carisma individual en beneficio de la comunidad.
TEMA 11. VERDAD BIBLICA
Prefiero usar el término positivo de “verdad”. En el pasado de hablaba de inerrancia, ausencia de errores. Es mejor hablar de “verdad”, la verdad salvífica.
1. La verdad de la Biblia es una consecuencia de la inspiración.
No se identifica la Biblia inspirada con la verdad. Hay un error de los sacerdotes de decir: “Aquí esta la Biblia, la verdad”, como si ambas realidades fueran idénticas. Es mucho mejor interpretar la verdad bíblica como una consecuencia. Hay otras consecuencias de la inspiración. Un ejemplo: la Biblia nos provee de las lecturas para la liturgia. Dios ha inspirado a los autores y tenemos la lectura de la liturgia pública de la Iglesia y también para la oración privada. La verdad salvífica es una consecuencia esencial, pero no es la única consecuencia del influjo que Dios ha ejercido en la formación de la Biblia.
2. Problemas, salidos no sólo en los últimos dos siglos, sino también en el mundo antiguo.
Un crítico inteligente del cristianismo, Celsius (Celso), pagano del siglo II ha notado la incoherencia en la Biblia. No es un problema observado en los tiempos modernos. Hay a primera vista errores enormes en la Biblia. Los primeros capítulos del Génesis parecen incompatibles con la teoría de la evolución, largamente aceptada. En el siglo pasado, muchos cristianos creían encontrarse de frente a una elección embarazante: o aceptar la verdad de los primeros capítulos del libro del Génesis o aceptar la nueva teoría de Darwin. Muchos cristianos del siglo pasado creían imposible aceptar al mismo tiempo ambos, la resistencia entre los católicos se mantuvo hasta entrar en los primeros años del siglo pasado.
Otro ejemplo es la cosmología primitiva: la rotación del sol en torno a la Tierra, que aparece en la Biblia. Otros ejemplos son los de Jonás en el vientre del pez o el de la muerte de Goliat (1Sam 17), atribuida en 2Samuel 21, 19 a un tal Eljanán; el de los dos textos que hablan del precio pagado por el terreno del Templo, de 50 ciclos de oro en 2Sam 24, 24 y de 600 en 1 Cr 21,25. Pensemos, ya en el NT. en la genealogía de Jesús presentada por Mateo y la presentada por Lucas. En Jericó según Mc, Jesús ha curado un ciego, según Mt ha curado a dos ciegos. Y ¿cómo reconciliar tantos aspectos concretos de los relatos Pascuales? Por ejemplo, el número de mujeres que van al sepulcro el lugar de la primera aparición de Jesús.
Después están otros tipos de incongruencias, como la negación de la resurrección en el libro de Job o la espera inminente de la parusía por parte de Pablo (1Tes 4,15ss).
¿Qué decir antes estos llamados “errores” de la Biblia? A menudo, la dificultad proveniente de algún malentendido.
3. Tres cosas hay que tener en cuenta en este tema.
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La intención de los hagiógrafos del Génesis no era enseñar astronomía, no querían enseñar una cosmología. Los autores del libro del Génesis claramente querían decir que Dios es el creador de todas las cosas y que Dios es bueno, y que los hombres y mujeres están hechos a imagen divina. Después intentaron decir que tendencia pecadora del hombre es la responsable de nuestros males. Hay un mensaje religioso y entrando en el mundo cosmológico, no se está respetando la verdadera intención de los autores del libro del Génesis. Indudablemente hay cosas incoherentes, inexactas, una falsa cosmología, pero todo esto no toca la verdadera intención de los hagiógrafos.
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Los presupuestos de los hagiógrafos. El libro de Job por ejemplo, no pretendía tratar la cuestión de la vida después de la muerte. La cuestión central del libro de Job era otra: Cómo entender el sufrimiento causado por Dios a una persona absolutamente inocente. He aquí la pregunta que está en el centro del libro de Job. La negación de la vida después de la muerte no es el tema del libro.
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La forma literaria en la que escriben los hagiógrafos. Por ejemplo, los libros de Samuel tiene una cierta dimensión histórica, pero es una historia popular. En los relatos populares hay fenómenos, acontecimientos, que son fácilmente harmonizables con la historia científica moderna. Es necesario, respetar por tanto, la forma en que nuestros escritores escriben. EL LIBRO DE JONAS, por otro lado, no es un libro histórico, sino una larga parábola que quiere ilustrar la misericordia universal de Dios. Si queremos interpretar la historia de Jonás, como una narración histórica, es necesario hacerlo en todos los detalles. Por ejemplo, de Ninive se dice que era una ciudad tan grande que se necesitaban tres días para cruzar la ciudad. Prácticamente no hay ninguna ciudad hoy tan grande, quizás Los Ángeles. Por tanto esto quiere decir que lo que el autor quiere resaltar es que se trataba de una ciudad grande. El creyente que leía el libro de Jonás ve el amor universal de Dios, que perdona hasta a los paganos, a muchos paganos.
EL LIBRO DEL GENESIS es otro caso. No se puede interpretar la historia que nos cuenta como una historia completa o incompleta de los orígenes humanos. Tomamos el ejemplo de Caín, que mata a su hermano Abel y después es echado fuera portando un signo para que los otros no lo maten. ¿De dónde vienen los otros? Lo que nos quiere presentar el Génesis, por tanto, es un mensaje religioso: bondad de Dios y pecado humano.
En cuanto a las genealogías, LUCAS y MATEO no pretendían presentarlas como históricas en el sentido moderno. El objetivo de Lucas y de Mateo es presentar a un Cristo inserto en la historia humana y en concreto en el pueblo de Israel, descendiente de Abraham o de Adán, el primer hombre. El objetivo de Mateo y de Lucas no era la de hacer una genealogía histórica, científica, en el sentido moderno. Pío XII dice en su encíclica “Divino afflante Spiritu” que valorar críticamente los antiguos modos de expresión da una solución para muchas de las objeciones observadas sobre la veracidad de la Sagrada Escritura. Dice justamente “para muchas”, no “para todas”, porque necesita profundizar la problemática.
4. ¿Qué es la verdad?.
La noción clásica sería una respuesta intelectual. Para nosotros, al menos en el mundo occidental, la verdad es estar en conformidad con los hechos. Nuestra inteligencia hace un juicio que está conformado a la realidad. Nosotros afirmamos algo en una proposición y ésta es verdadera porque es conforme a la realidad o a los hechos. Nuestro juicio expresa, en efecto, la realidad. Normalmente, cuando se habla de la verdad, al menos en el mundo occidental, se piensa enseguida en términos de juicio, de cualquier proposición o de cualquier información. La noción de verdad requiere un juicio, una proposición, una afirmación. Si aplicamos esta noción clásica y filosófica de la verdad a la Biblia, muchos versículos de la Biblia resultan ni verdaderos ni falsos. Es imposible aplicar esta noción a muchos versículos de la Biblia, porque muchos versículos de la Biblia no contienen ningún juicio, ni hacen una afirmación, ni comunican una proposición. La Biblia no es un elenco de proposiciones.
UN EJEMPLO: Cuando Jesús dice a Pedro “sígueme”, no dice nada de verdadero o de falso, sino simplemente una invitación. Las imágenes usadas en la Biblia, las usadas en el libro de Jonás, por ejemplo, son o no, imágenes poéticas, nuevas, tradicionales, útiles o inútiles, pero no verdaderas o falsas.
La Biblia también contiene interrogantes como la parábola de administrador infiel, en el Evangelio. Y como tal, el interrogante no es ni verdadero ni falso. Cuando Jesús dice a Maria Magdalena “¿por qué lloras? (Jn 20), hace una pregunta, que no es ni una proposición, ni un juicio.
Luego están los gritos de alegría: “¡Aleluya!”. La Biblia está llena de ellos, que no son ni verdaderos ni falsos. No caben, por tanto, en la noción clásica de verdad.
En conclusión, si analizamos la Biblia desde este concepto de verdad, nos encontramos con muchos versículos que no son ni verdaderos ni falsos. Muchos en el pasado han omitido este error aplicando a la Biblia una noción clásica de verdad, en vez de juzgar la Biblia a la luz de la noción bíblica. Si tomamos la noción bíblica, ¿cómo valorar la verdad bíblica?
5. La noción bíblica de verdad.
Al hablar de la noción bíblica de verdad, es mejor no hablar en singular, porque sería un error. Hay diversos matices. No es una noción monolítica. Son diversas nociones similares que convergen, pero no es una noción muy clara. En el AT. aparece la palabra ‘emet. ¿Qué quiere decir? Significa “ser sólido”, “estar asentado”, o también “ser fiel”. Normalmente se puede traducir ‘emet como “fidelidad”, fiabilidad”, “fiable”. Y la verdad divina significa que Dios se muestra fiel. Dios es fiel, digno de nuestra confianza. Pero sobre todo ’emet se refiere al mensaje salvífico. Dios es fiable en su mensaje salvífico. Dios no quiere engañarnos. Dios es fiable en la salvación que anuncia a través de los profetas y sus mediadores. Esto quiere decir que “verdad” comprende una relación recíproca. Dios es digno de confianza por nuestra parte, porque Dios es fiel. Y ‘emet indica una relación interpersonal entre Dios y nosotros. También la verdad bíblica tiene algo que toca a la praxis. Es una verdad vivida, no teórica ni intelectual. Y la verdad mira a una transformación, quiere cambiar la realidad, quiere liberarnos, transformar nuestra realidad. La verdad es, además, progresiva. En el AT. Dios es fiable y fiel, pero la fidelidad divina se manifiesta progresivamente.
En la versión de los LXX se traduce ‘emet por la palabra griega aletheia, que expresa la revelación, la realidad manifestada. Nos interesa este dato. No es posible traducir un texto sin interpretarlo y es lo que ocurre aquí.
En el NT. encontramos las dos tendencias. Por una parte Dios es fiel y fiable (Pablo en la carta a los romanos). Por otra está la verdad como revelación (en el Ev. de Juan). Pero en el NT. la persona de Jesús es la verdad revelada, aquel que nos hace ver personalmente la fidelidad divina, sobretodo en el Ev. de Juan, aunque también en todo el NT. En otras palabras, el NT. interpreta la verdad en modo personal. La verdad es una persona. “Yo soy la verdad”, dice Jesús. Para el NT. la verdad divina es el misterio salvífico revelado y realizado en Cristo.
Además está todo el discurso del Espíritu de la verdad, el Espíritu Santo entendido como tal, también en el modo personal de hablar de la verdad en el Evangelio de Juan, en el que el Espíritu Santo comienza a tener un perfil personal. Esto no está tan claro en las cartas de Pablo, pero en el Evangelio de Juan el Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad, comienza a tener una personal.
La verdad en la Biblia, consecuentemente, es una verdad histórica, realizada, revelada poco a poco en la historia y al final en la historia de Cristo. Dios se manifiesta en la historia. El Dios fiable y fiel se ha mostrado en la historia y la noción escatológica; pues Cristo es la revelación final plena de Dios, pero, a la vez, apunta a una revelación plena y total. La verdad bíblica tiene pues una consumación al final de la historia.
6. Conclusiones de lo que hemos dicho.
Primariamente la verdad bíblica se encuentra en Cristo, no son en cualquier detalle. Comenzar un debate sobre la verdad bíblica examinando el libro de Jonás o del Génesis sería un error enorme. La verdad es Él, una persona. Secundariamente encontramos la verdad en el libro. El libro inspirado, la Biblia, ha compartido la verdad que es Cristo.
Él, Cristo, tiene la palabra verdadera de Dios y la Biblia son las palabras, las palabras escritas, que se han de entender a la luz de Cristo, la verdad bíblica absoluta. Se necesita tener algún acuerdo sobre Cristo como la verdad divina antes de afrontar la cuestión de la verdad del documento escrito y no a la inversa.
La segunda conclusión es que la verdad histórica, bíblica, se encuentra en toda la Biblia. La verdad bíblica escrita, la verdad derivada del texto escrito, se encuentra primariamente en todos los libros. No hay verdad bíblica en ningún sentido antes que el último libro de la Biblia fuera compuesto. Tampoco, quizás, antes de la formación del canon. La verdad se encuentra en la Biblia entera. Hablando positivamente; la Biblia quiere comunicarnos una verdad. La Biblia no quiere comunicarnos en primera línea, una lista de verdades distintas, sino, sólo en un segundo momento. Es interesante recordar aquí una tendencia del Vaticano II: la Dei Verbum no habla nunca de la verdad en plural, pues hay casos, pero la preferencia es el singular. Hay un solo misterio, una sola verdad, en Cristo. La opción del Vaticano II en el lenguaje es muy sugestiva aquí.
Las dos consecuencias, la verdad personal en Cristo y la verdad encontrada en toda la Biblia, han sido expresadas en la historia de la Iglesia por muchos autores. En el Medioevo, HUGO DE SAN VICTOR dice que toda la escritura es un solo libro. Él entiende la Biblia como un documento entero y ese único libro es Cristo. La Sagrada Escritura es esencialmente un testimonio de Cristo. BENEDICTO XV dice, más o menos, lo mismo en su encíclica “Spiritus Paraclitus”. Hay muchos más ejemplos antes de Hugo de San Víctor y después, que entienden la Biblia en su conjunto y como un testimonio de Cristo.
TEMA 12. EL CANON
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CONCEPTO DE CANON
Por Canon entendemos una colección cerrada de escritos que son reconocidos oficialmente inspirados por Dios. Sólo estos libros son reconocidos como inspirados, sagrados, normativos.
El Canon como cerrado significa que el carisma de la inspiración no continua, equivale a decir que el carisma de la inspiración ha cesado con la fundación de la Iglesia.
Hay además otro aspecto del Canon que es la colección cerrada y normativa para la fe y la praxis. Una colección reconocida por la Iglesia como normativa.
Sólo en ella recogemos, a través del testimonio apostólico la autoridad de Cristo basada sobre la autoridad de Dios. El fundamento del carácter vinculante del Canon es la autoridad de Cristo. Una autoridad participada, compartida, testimoniada por la Iglesia apostólica. La Iglesia apostólica tiene carácter normativo para todas las generaciones sucesivas. Y la fe normativa de la Iglesia apostólica es transmitida por la Sagrada Escritura, por medio la cual la Iglesia apostólica ejercita su autoridad única para la Iglesia post- apostólica, para la Iglesia de todas las generaciones sucesivas.
Dos palabras claves para entender lo que se debe decir del canon son: reconocer (Hacer en el canon un acto de reconocimiento) y autoridad (un canon no es una recopilación cualquiera, sino una recopilación autoritativa en lo religioso).
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FORMACION DEL CANON
Antes de examinar el canon en el ámbito teológico recordamos algunos hechos históricos. La Iglesia apostólica ha recibido de la Sinagoga la ley, Los profetas y los escritos (Torá, Nebiín, Ketubín). La Iglesia apostólica a usado evidentemente la versión griega, la llamada versión de los LXX. No siempre, pero a groso modo se puede decir que la Sagrada Escritura. para la Iglesia apostólica, reflejada en el NT. era la versión griega. Así pues, La Iglesia ha recibido de la Sinagoga, la Sagrada Escritura, pero no un canon. No era un canon en el sentido de una lista clara y cerrada. En el tiempo del NT. no había una lista exclusiva reconocida en el judaísmo.
Después de que venga la ruptura final entre Iglesia y Sinagoga, después de la caída de Jerusalén en el año 70 se comienza en el Judaísmo a formar un verdadero canon judío (Del noventa en adelante).
Muchos autores defienden la tesis, más bien la leyenda, de un Sínodo de Yamnia, Pero no hay pruebas verdaderas, convincentes, de que tuviera lugar un Sínodo judaico de Yamnia que produjera un canon judío.
¿Qué había en Yamnia? Había una escuela rabínica, pero no hay pruebas de un Sínodo, de una lista redactada, final, exclusiva en Yamnia. Y aquí muchos autores repiten una leyenda porque las pruebas no existen.
En el judaísmo no hubo una lista fija hasta el final del segundo siglo. Hubo un canon claro, exclusivo, de 22 ó 24 libros (una veces meten juntos un par de libros), pero no existió el canon hasta finales del segundo siglo. También al inicio del segundo siglo había aún divergencias entre los Hebreos. Los unos leían unos libros, y los otros no leían necesariamente los mismos. En resumen, no es correcto hablar de un canon judaico antes del final del segundo siglo.
Hay que decir algunas cosas sobre la formación del Canon del NT. San Justino cita muy frecuentemente el Evangelio de Mateo y Lucas, aunque el no habla de Evangelio sino de las memorias de los apóstoles. San Ireneo reconoce los cuatro Evangelios. Un factor central en el segundo siglo fueron la oposición a Marción, el hereje de Roma, que reconocía solo una versión reducida del Evangelio de Lucas y de diez cartas de Pablo, también un poco cambiadas, Pero en el II siglo, aunque poco a poco, la comunidad cristiana ha atribuido a algunos textos una autoridad normativa; en primer lugar las cartas de San Pablo y los cuatro Evangelios. Estos han sido reconocidos como canónicos, normativos, antes que los demás escritos. En este proceso la oposición a Marción fue un factor determinante; así como la presencia de los Gnósticos que querían introducir nuevos Evangelios. San Irineo combatió contra ambos: Contra Marción, que quería reducir los libros sagrados, y de otra parte contra los Gnósticos que querían introducir nuevos libros sagrados.
Existen también el fragmento Muratori. Sundberg, que es un gran estudioso, quería datar este fragmento a finales del IV siglo, y defendía el origen oriental de dicho fragmento. Pero a grandes líneas, los estudiosos no están de acuerdo con él a pesar de su autoridad, porque Saundberg es uno de los más grandes en la cuestión del estudio del canon. La datación del fragmento Muratori hacía finales del II siglo, procede de la Iglesia romana que mantiene la tesis más aceptable. En el fragmento Muratori, fragmento así llamado por los estudiosos que descubrieron el fragmento, contiene 22 libros del NT. Faltan 5 libros. Falta la carta a los hebreos y otras cuatro cartas; y eso es un signo del proceso provocado por Marción y los Gnósticos, el intento de hacer una lista de libros sagrados ya sobre finales del II siglo.
La primera vez que vemos completa la lista del NT. es en la carta Pascual de San Atanasio, una carta sobre la pascua el 367. Y poco después en el 382 hay en Roma una lista de nuestro canon entero, una lista que proviene de San Dámaso. Recordamos que San Dámaso tenía como secretario a San Jerónimo, al que mandó preparar la así llamada Vulgata, nuestra Biblia en latí. No está del todo claro, pero parece así, que San Dámaso en el Sínodo de Roma promulgó una lista de nuestros libros del AT. y N. La lista promulgada en Roma en el 382 corresponde al Canon promulgado siglos después en el Concilio de Trento.
Pasando a otro punto, la formación del canon no fue un proceso del todo fácil. Había unos libros que tenían fama aparentemente canónica, sagrada, y después han sido excluidos. Un ejemplo: la Epístola de Bernabé que leemos en el oficio de lectura, y que permanece como un documento actual, tenía una fama aparentemente canónica; pero después fue excluida y al final no reconocida como aparentemente canónica. Y lo mismo con la primera epístola de San Clemente, que tenemos en el oficio, pero no entró finalmente en el Canon.
Hubo también unos libros que fueron discutidos y excluidos en algún tiempo, y más tarde fueron recogidos en el canon. En el oriente hubo dudas con el Apocalipsis por dos motivos: el contenido podía sonar extraño para quien no entendiese el estilo apocalíptico, y había también dudas sobre el origen, sobre quien escribió el libro. En el mundo Occidental había dudas sobre la carta a los hebreos, sobre todo en la relación a su origen, que suscitaban dudas sobre su canonicidad. En general las dudas afectaban a 7 libros del NT. (El Apocalipsis y otras seis cartas: La Carta a los Hebreos, La de Santiago, La segunda de Pedro, La segunda y Tercera de Juan y la Carta de Judas); pero todos estos libros fueron finalmente admitidos en el Canon.
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LIBROS DEUTERONOMICOS
En el campo protestante, estos libros son llamados apócrifos. Hay una diferencia con la terminología católica. Los católicos llamados apócrifos, por ejemplo: al evangelio de San Pedro o el evangelio de santo Tomás. Más los apócrifos de los protestantes son nuestros libros deuterocanónicos. Hay siete libros deuterocanónicos: Tobías, el libro de la Sabiduría, primero y segundo de Macabeos, Judit, Baruc y el Sirácida. Hay también algunas partes, capítulos o versículos de otros libros que también los consideramos deuterocanónicos.
¿CUÁLES SON LOS LIBROS DEUTEROCANONICOS? . Son libros de origen judaico, vienen del judaísmo. Están recogidos en la versión griega del AT., la de canon judaico de la Sagrada Escritura, no figuran en la lista redactada por los hebreos hacia fines del segundo siglo.
Estos libros Deuterocanónicos no sólo son de origen judío, sino que también fueron compuestos originariamente en hebreos. Esto esta claro en el caso del Sirácida y del primer libro de los Macabeos y puede ser que también Judit (aunque no esta del todo claro). Del libro de Tobías, se han encontrado fragmentos en Qumran en arameo y algunas partes en hebreo, y no está claro en que lengua fue compuesto originariamente. Algunos defienden una versión aramea como la versión original; otros en cambio una versión griega y otros una versión hebrea. Pero Qumran ha hecho difícil la cuestión de la composición original del Libro de Tobías.
San Jerónimo prefería el canon del judaísmo, pero ha incluido todos los libros en su versión de la Vulgata. Siguiendo el mandato de San Dámaso, fue el responsable de la traducción latina a todos estos libros, sirviéndose de otras traducciones ya disponibles.
La oposición entre libros Protocanónicos y Deuterocanónicos, no quiere decir que los Deuterocanónicos sean menos inspirados, o de un valor menor. De hecho tienen un valor significativo. El segundo libro de los Macabeo, por ejemplo, propone claramente la resurrección de los muertos y es un testimonio importante de la fe en Dios que hace resucitar a los muertos.
Cuando hablamos de Deuterocanónicos indica sobre todo que su reconocimiento ha venido después, es por tanto una cuestión cronológica. Fueron reconocidos como inspirados después de algunas dudas y debates. En algunos países y el algunas épocas su status canónico fue puesto en duda, Por eso, hablar de Deuterocanónicos no es hacer un juicio sobre su valor, sobre su status canónico sino que es sobre todo un calificativo que indica que hubo un espacio de tiempo en su reconocimiento como sagrados e inspirados.
¿Por qué existieron estas dudas entre los cristianos de los primeros siglos y después entre los protestantes?
San Jerónimo quería admitir en el canon sólo los libros escritos en Hebreo, para él, el hebreo era la lengua de Dios en el período del AT., y él no quería admitir los libros escritos en griego. La lengua era un criterio de juicio. Según este criterio, el segundo libro de los Macabeos debía ser excluido porque fue compuesto originariamente en griego. También el contenido de estos libros hizo surgir dudas, así como su datación, puesto que son libros escritos tarde, al final del período del AT. Pero el factor más importante fue la lengua.
Al final el concilio de Trento ha ratificado nuestro elenco de 72/73 libros, y ha adoptado una posición solemne y clara. El concilio de Florencia ha indicado el canon, así como el concilio de Roma del Papa Dámaso muchos siglos antes, pero Trento nos ha dado una definición clara y solemne sobre los libros bíblicos que son reconocidos como normativos y canónicos.
Han existido tentativas, también hoy, de cambiar el canon. Hay unos que quieren reducir el canon y otros que quieren aumentar el canon. En la historia vemos ejemplos de estas dos tendencias. No podemos hablar de modo anacrónico, porque en el tiempo de los Saduceos no existía un canon. Estos aceptaban solo los 5 libros del Pentateuco (a diferencia de otros grupos, que aceptaban un número mayor). Pero hay que recordar que no existió un canon en sentido formal y propio en el judaísmo antes de finales del siglo II. Sin embargo, esta era una tendencia para reducir los libros sagrados. Un caso claro es Marción, que sólo aceptaba una versión reducida del evangelio de Lucas y 10 cartas de San Pablo. Después de los reformadores protestantes en el siglo XVI, y también hoy muchos protestantes, no aceptan como canónico e inspirado nuestro canon completo. Pero hay movimientos en el protestantismo para reconocer el Canon completo.
Hay otros que quieren aumentar el Canon. Los Gnósticos, en tiempos de San Ireneo y Tertuliano (siglos II y III), y también hoy algunos que quieren usar el término “Canónico” en sentido amplio, queriendo hacer entrar en el Canon los llamados evangelios apócrifos (los de Sto. Tomás y de San Pedro). Algunos hoy quieren datar estos evangelios apócrifos el año 40 ó 50, para aumentar su importancia.
4. LOS LIBROS CANONICOS Y LOS LIBROS CLASICOS.
Es interesante hacer una comparación entre los libros canónicos y los libros clásicos. Algunos han querido justificar así nuestros libros canónicos. Se refieren a la literatura mundial: en España, Cervantes; en Italia, Dante; en Inglaterra, Shakespeare; en Alemania, Goethe; en la India, la Bhagavad-gita. Son libros que se han convertido en clásicos para las generaciones sucesivas. Después de un uso más o menos largo un pueblo, una cultura, reconoce el valor de estos libros clásicos; y son “canonizados”, creándose una especie de “Canon” de libros clásicos. Algunos quieren proponer una analogía: el pueblo cristiano, después de un uso más o menos largo, reconoció el valor sagrado, inspirado, de varios libros y así los ha canonizados; y así el canon fue formado como se forma un canon de libros clásicos. Es una analogía sugestiva, viendo en el proceso de “canonización” de los libros clásicos un parangón con nuestros libros canónicos. Los Libros Clásicos tienen una autoridad como nuestros libros canónicos. Los libros clásicos tienen analogía no demasiado útil por diversos motivos. Uno de los motivos se encuentra en el concepto de la autoridad. Los libros clásicos de una cultura, de un pueblo, tienen una autoridad que no es necesariamente religiosa. Goethe tiene una autoridad literaria en el mundo alemán, pero no es una autoridad religiosa. El habla de la religión, del cristianismo, pero no tiene una normatividad religiosa. Así también, la Bhagavad-gita para el hinduismo es un libro clásico pero tampoco tiene una autoridad religiosa.
El segundo problema es que los libros clásicos pueden surgir en medio de la historia de un pueblo. Goehte por ejemplo, murió en el siglo pasado, pero no está en el origen de la literatura alemana. Así también la Bhagavad-gita, un libro tardío en la larga historia del Hinduismo. En otras palabras, los libros clásicos no están necesariamente en el origen de una cultura.
En cambio, en el cristianismo, los libros canónicos son libros del período fundante, que están en el origen, son libros de un período cerrado, el de la Iglesia Apostólica. Desde este punto de vista, la analogía no es tampoco precisa, pero es una analogía muy usada.
5. TRES CRITERIOS PARA ACOGER LOS LIBROS EN EL CANON
Una vez excluida la analogía con los libros clásicos, viene la cuestión de cuáles fueron los criterios para introducir los libros sagrados en el Canon. Hay tres.
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Un criterio Litúrgico. El uso constante en la Liturgia. También aquí los libros canónicos difieren de los clásicos, que no son leídos normalmente en el culto. Pero el uso constante de los libros en la liturgia de las iglesias, evidentemente fue un criterio esencial para acoger los libros sagrados en el canon.
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Un Criterio Doctrinal. El contenido ortodoxo; recordamos la así llamada regla de la fe, un principio de San Irineo: La correspondencia a la profesión de la fe, a la regla de la fe. Existían las profesiones primitivas de fe y después, surgió nuestro credo Apostólico o Nicenocostantinopolitano; aunque antes de Nicea (I y II después de Cristo) existían ya profesiones de fe primitivas. Los libros sacros fueron juzgados a la luz de aquellas reglas de la fe y retenidos como ortodoxos.
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Un Criterio Histórico: El origen apostólico. Muchos interpretan este principio de un modo muy literal: un origen apostólico en el sentido en que los libros provenían de San Pablo y de los apóstoles había tres excepciones en el NT. (Marcos y la obra Lucana: Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Pero Marcos escribió bajo la guía de San Pedro y Lucas fue el compañero de San Pablo. Los apóstoles habrían dado su autoridad a los libros del AT. Sin embargo, se ve como inaceptable la tesis de la proveniencia estrictamente apostólica de los libros del NT. Por ejemplo se atribuía a San Pablo la Carta a los Hebreos. Quizás el capítulo trece proviene de Pablo, pero no la carta entera. Se mantiene también que la segunda carta de San Pedro fue compuesta por él.
Pero podemos hablar en un sentido amplio: El canon del AT. y NT. proviene del tiempo apostólico, proviene del período de la Revelación fundante, de la generación apostólica. En estos términos el criterio del origen apostólico tiene su sentido. Estos libros reflejan la Revelación fundante y la respuesta de la Iglesia Apostólica. En este sentido comparten una autoridad apostólica.
Recordamos también los lugares históricos. Siria fue quizás el lugar originario del Evangelio según San Mateo; Grecia y Asia Menor (Pablo), Roma (Marcos) etc... La comunidad primitiva, fundante en el período apostólico dio su autoridad apostólica en este sentido amplio a nuestros libros sagrados.
6. VALOR NORMATIVO DE LA IGLESIA APOSTOLICA
La Iglesia Apostólica comparte la autoridad única de Cristo. Cristo nace, muere y resucita de una vez para siempre, y la Iglesia Apostólica existe también de una vez para siempre (ephapax). Y como Cristo es la autoridad divina, aquella generación apostólica participa de la autoridad de Cristo.
7. CANON DENTRO DEL CANON.
Era una cuestión muy discutida hace treinta años. El Vaticano II en la DV. 18 se ha servido un poco del principio. Los Evangelios tienen una cierta preeminencia. El Vaticano II, reconoce que dentro de nuestro canon, aunque todos los libros sean canónicos, unos lo son más que otros. De modo particular los Evangelios.
Pero al mismo tiempo ha habido tentativas fallidas en el uso de este principio. Por ejemplo, algunos mencionaban el principio de que los libros escritos antes son más importantes que los libros escritos más tarde. Es un modo cronológico de aplicar el principio del canon dentro del canon. Es un intento no acertado. El Evangelio de San Juan fue compuesto al final del siglo primero, pero no es de importancia menor. No se puede decir que porque Juan fuera compuesto más tarde que Marcos es menos importante. Otro ejemplo son las cartas de San Pablo. 1 Ts es anterior a Rom. , pero nadie puede decir que 1 Ts es más importante que la carta a los Romanos. Es importante estar atentos porque algunas aplicaciones del principio pueden ser equivocadas. Sobre todo cuando se interpreta el principio del Canon dentro del Canon de un modo cronológico.
TEMA 13. MANUSCRITOS, TRADUCIONES Y VERSIONES
Los textos originales de la Biblia fueron escritos en las lenguas Hebreo, Arameo y Griego y los documentos que hoy reposan en nuestras manos como originales escritos en manuscritos posiblemente no sean los originales en que el hagiógrafo redactó el texto. Eran copias escritas a manos de las que conservamos los siguientes manuscritos:
Manuscrito Vaticano: que se encuentran en la biblioteca de la ciudad del Vaticano en Roma y donde reposa gran parte de la Sagrada Escritura.
Manuscrito Sinaitico: que fue descubierto en el convento de Santa Catalina en el año de 1844 y que desde esa época reposa en el museo Británico en Gran Bretaña.
Manuscrito Alejandrino: este manuscrito se tiene conocimiento pertenecía a la Biblioteca de Alejandría y de igual manera se encuentra en el museo Británico.
Manuscrito del Qunram: son los más recientes en haber sido encontrados y fueron hallados por un pastor beduino en 1947 en las cuevas del Qunram frente al mar muerto y cerca de Jericó. Se sabe que estos manuscritos algunos de ellos son del siglo IV antes de Cristo.
VERSIONES DE LA BIBLIA
La más antigua es la de los setenta y fue realizada por setenta sabios de Israel entre los siglos III y I antes de Cristo y debe su nombre a la narración de la carta de aristea según la cual se comisiono a setenta sabios de Jerusalén enviados por el sumo sacerdote Eleazar a Tolomeo Filadelfo (283 - 246 a. C.) y realizada para la biblioteca de Alejandría (Egipto) en setenta y dos días, dirigida a los Judíos de la diáspora que vivían en un mundo griego y que habían olvidado el Hebreo. Fue la traducción usada por los Apóstoles a los pueblos de habla griega.
La versión Vulgata fue realizada en latín por San Jerónimo pues el pueblo cristiano había olvidado el Griego y había adoptado como lengua el latín a mediado del siglo III d. C. Hoy en día existe además muchas versiones católicas aplicadas a las necesidades de los diferentes pueblos y de igual manera existen las Biblias ecuménicas realizadas por biblistas católicos y protestantes y que patrocinados por asociaciones o sociedades Bíblicas presentan versiones accesibles económicamente al pueblo. La traducción literal ejemplo Biblia de Jerusalén es la más apegada a la letra de la escritura original pero su lenguaje se aleja del pueblo hoy en día mientras que las versiones se acercan al lenguaje del pueblo y pueden alejarse en algún momento del texto original de la palabra.
TEMA. 14. LAS SAGRADAS ESCRITURAS EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
INTRODUCCION
En los temas anteriores habíamos reflexionado sobre la inspiración, la revelación, la verdad, el canon de la Sagrada Escritura, etc., desde el punto de vista histórico y teológico. Con este tema queremos profundizar sobre algunos textos del magisterio de la Iglesia para descubrir en ellos la importancia de las Sagradas Escrituras.
En primer lugar vamos a estudiar tres concilios: Florencia, Trento y Vaticano I; después tres encíclicas: Providentisismus Deus de León, Spiritus Paraclitus de Benedicto XV y Divino Aflante Spiritus de Pío XII. Los tres concilios, comunican, en términos generales, la experiencia de la acción divina y la Biblia como Palabra de Dios. Las encíclicas comienzan a explorar la actividad humana y la Biblia como palabra humana.
1. EL CONCILIO DE FLORENCIA
(Inaugurado por el Papa Eugenio IV el 10 de Enero de 1438 en Ferrara-Italia y concluyó en Florencia-Italia en 1539. Fue el decimoséptimo concilio ecuménico)
* Es el primer concilio que enseña explícitamente sobre la inspiración. Puede parecer extraño, pero hasta este concilio no se tenía una enseñanza en el magisterio de la Iglesia sobre la inspiración.
* El concilio hace un elenco (lista) de los libros canónicos. Establece un canon, pero no hace una definición solemne de El. Es la primera vez que un concilio ecuménico fija una lista de los libros canónicos.
* El concilio hablando del autor de la Sagrada Escritura dice: "Sólo y el mismo Dios es el autor del Antiguo y el Nuevo Testamento. Esta frase se convirtió en una afirmación clásica. Esta afirmación también la encontramos en San Agustín, por eso, no es una afirmación innovada por el concilio de Florencia, sino que tiene su prehistoria en el período patrístico. La afirmación la tenemos que ver en un sentido amplio: El mismo Dios está detrás de la economía de la salvación en el Antiguo y en el Nuevo Testamento; en la Historia del Antiguo y del Nuevo Testamento está Dios como el que garantiza todo y los mismos libros son derivados de Dios.
Con esta afirmación "Sólo el mismo Dios" el concilio de Florencia quiere dar respuesta falsas corrientes o tendencias como la de Marción y los maniqueos que afirmaban que Dios era un Dios malo y deja en claro que la Sagrada escritura es inspirada sólo por Dios, es decir, que Él es su único autor.
2. CONCILIO DE TRENTO
(Inaugurado por el Papa Paulo III el 13 de Diciembre de 1545 a 1549, de 1551 a 1552 y de 1562 a 1563 en Trento).
* En la cuarta sesión el concilio fijo las fuentes de la fe: La Sagrada Escritura, cuyo canon estableció, y la Tradición.
* El Concilio de Trento al hablar del autor de la Biblia dice que "Dios ha dictado" su Palabra. Hay que estar atentos porque con el verbo latino "dictare" se pueden tener varios significados como: provocar, causar, sugerir (significados en sentido amplio)
La palabra es ambigua y puede causar malas interpretaciones, por eso, es mejor emplear la palabra que usa el concilio de Florencia "Inspirare" que "Dictare". De esta manera, al tener un sentido más amplio se evitan ambigüedades peligrosas.
En el Siglo pasado, tanto los teólogos católicos como los protestantes, usaban la palabra "Dictar" en un sentido restrictivo. Los escritores sagrados escribían aquello que sentían de Dios, luego ellos registraban o escribían lo que Dios había dictado. Algunos interpretan esta palabra diciendo que Dios no solo ha dictado las palabras sino también los signos de puntuación (letras y signos). Como podemos ver, la palabra genera confusiones e interpretaciones fundamentalistas que confunden su verdadero sentido.
3. CONCILIO VATICANO I
(Vigésimo concilio ecuménico de la Iglesia católica, celebrado durante el pontificado de Pío IX, en la basílica de San Pedro en Roma del 8 de Diciembre de 1869 al 18 de Julio de 1870)
El Concilio Vaticano I recoge algunos temas del concilio de Trento, pero como es un concilio que se dio en un período diverso los trató de una manera especial. Para el tiempo del concilio ya se había dado una revolución en el estudio de la Biblia y el tema de la Sagrada escritura se movía en un ambiente muy diverso, lo cual llevó a que el Concilio Vaticano I tomara una postura renovada en aquel ambiente de estudio crítico y exegético de la Biblia.
El Concilio Vaticano I expone dos niveles de argumentación que requieren una análisis interpretativo: "La Iglesia tiene a estos libros como sagrados y canónicos, no porque hayan sido compuestos por la sola actividad humana y hayan sido aprobados con su autoridad; y no solamente porque contengan la revelación sin error, sino porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por su autor y como tal ha sido afirmado por la misma Iglesia" (Constitución 'Dei Filius'. DS 3006).
El concilio excluye dos interpretaciones falsas:
* La primera interpretación excluida es que los libros sagrados fueron compuestos por la sola acción humana sin la ayuda del Espíritu Santo.
* La segunda que está aprobada por la autoridad de la Iglesia.
El Concilio Vaticano I dice que el Espíritu Santo ha acompañado desde el principio la composición de los libros sagrados.
Otra interpretación es que contengan la inspiración sin error. Podemos imaginar cualquier libro religioso que contenga la verdad revelada sin error; existen libros que nos dicen la verdad: encíclicas, el libro que nos narra la vida de un santo, etc. El Concilio Vaticano I dice que la falta de error, la inerrancia, no quiere decir nada para que ese libro sea inspirado. El Concilio Vaticano I refuta el identificar inspiración con inerrancia. (A propósito se ve cómo la inspiración ha sido considerada en un sentido secundario, es decir, la verdad revelada, no en el sentido primario de la revelación que es la auto comunicación divina en plural, o la autoafirmación de Dios). Se Puede usar el termino "contener", cuando se habla de la revelación en sentido secundario, esto es, la verdad revelada. Después el Concilio Vaticano I repite la enseñanza moral; los libros son canónicos porque están bajo la inspiración del Espíritu Santo y tienen a Dios por Autor.
En un segundo texto (DS. 3007), el Concilio Vaticano I con relación a un texto del concilio de Trento, dice dos cosas: Habla del "vero censo" de la Sagrada Escritura interpretada en la Iglesia y luego del unánime consenso de los Padres. Lo que es cierto es que se habla tres veces del sentido, de lo que la Sagrada Escritura significa, "verdadero sentido y este sentido expresado en unánime consenso de los Padres". Aquí se necesita reconocer una afirmación global, principal: es muy difícil encontrar un versículo de la Biblia interpretado por todos los Padres en el mismo sentido.
El Concilio Vaticano I no quería hablar de esto, sino de dos cosas.
* La Biblia está compuesta dentro de la Iglesia y debe ser interpretad dentro de la Iglesia. Los Padres de la Iglesia eran un testimonio privilegiado y su interpretación de la Biblia fue hecha dentro de la Iglesia y por la Iglesia. En este sentido el gran consenso de los Padres, con afirmaciones globales, nos conducen hacia el ambiente apropiado para interpretar las Sagradas Escrituras dentro de la comunidad.
* El Concilio Vaticano I se sirve de la palabra de la Iglesia en el sentido de que esta palabra es la afirmación del magisterio de la Iglesia, pero no en el sentido de la comunidad entera.
Podemos decir entonces que el magisterio de la iglesia tiene la tarea de interpretar las Sagradas Escrituras y pertenece a Él, el juzgar las diversas interpretaciones de la Sagradas Escrituras.
1. ENCICLICA. PROVIDENTISISMUS DEUS (León XIII)
El Papa usa en la encíclica la terminología Tomista: "Dios como causa principal" y los "Hagiógrafos como causa instrumental". El Papa dice que "el Espíritu Santo ha usado a los hombres como instrumentos para escribir", y habla de Dios como el autor principal.
No es un hecho casual que el Papa León XIII haya usado esta terminología ya que Él en 1872 en un documento ha recomendado vivamente retomar los estudios de Santo Tomas y después en la encíclica sobre las Sagradas Escrituras se sirve de esta terminología Tomista.
* El Papa en la encíclica afirma que "Dios es el autor principal de toda la Biblia", de todos los libros con todas sus partes. El Papa León XIII quería excluir un tentativo de su tiempo que quería atribuir una parte de la Sagrada Escritura a Dios y otra a los hombres. Eran unos tentativos del siglo pasado y de principios del nuestro que afirmaban que "una parte es de inspiración divina y otra parte de inspiración humana". El Papa se opone a esta teoría.
* El Papa León XIII interpreta la inerrancia como una consecuencia y no la atribuye a la inspiración. Dice el Papa: "Los libros sagrados son escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, por tanto, no puede haber error en ellos". De esta manera, la inerrancia y la verdad Bíblica son una consecuencia.
El Papa no precisa mucho que es la verdad o el error. Habla de Dios como la suprema verdad, pero no entra en detalles sobre lo que esto significa. Lo único que el papa añade es una cita de San Agustín que dice que el Espíritu Santo no puede enseñar las cosas que no son útiles para la salvación.
* El Papa ilumina la cuestión con la existencia del Espíritu Santo. ¿En qué consiste la guía y la existencia divina?. Tenemos aquí un esquema mecánico: una existencia intelectiva, otra volitiva y otra operativa. El papa escribe: "El Espíritu Santo quería que se le concibiera rectamente con la mente y los autores sagrados concebían rectamente con la mente y tenían la voluntad de escribir fielmente y la expresaban de manera verdadera ".
El Papa León XIII ha tenido el mérito de buscar como programar el modo como la inspiración funciona. En primer lugar todos los documentos del magisterio de la Iglesia habían afirmado que los libros sagrados habían sido compuestos con la ayuda del Espíritu Santo, pero nunca dijeron el modo como lo hizo. El papa León XIII quiso explicar un poco cómo fue la ayuda del Espíritu Santo en la composición de los libros Sagrados.
2. SPIRITUS PARACLITUS. (Benedicto XV)
Nos encontramos de nuevo en esta encíclica con la refutación de ver en las Sagradas Escrituras una parte Divina y una parte humana. La encíclica introduce de manera interesante una imagen para expresar esta realidad: "La palabra sirve como de vestido externo a la doctrina revelada". Esta afirmación pertenece a la mentalidad Platónica a la cual el papa le sale al paso diciendo que no es posible hablar del contenido esencial como si fuera un "vestido externo".
Como el papa León XIII, Benedicto XV quería salvaguardar la unidad de la Escritura inspirada, en la cual no se puede separar o dividir la parte Divina de la humana. La Sagrada Escritura es una unidad indivisible.
El papa concibe la verdad como un efecto en la Sagradas Escrituras, la cual es consecuencia de la inspiración. El papa refuta identificar verdad e inspiración; la verdad es un efecto.
3. DIVINO AFLANTE SPIRITUS. (Pío XII)
Es un documento llamado frecuentemente la carta magna de la exégesis Bíblica. Es un documento programático, que ha marcado la exégesis católica de nuestro siglo.
* El Papa resalta el pensamiento tomista cuando dice: "El hagiógrafo al escribir el libro sagrado es órgano, es decir, instrumento del Espíritu Santo" (causa instrumental dice Santo Tomás) pero continua el Papa diciendo, "pero instrumento vivo dotado de razón".
El Papa quiere salvaguardar la revelación divina del hagiógrafo; no es este un instrumento muerto, sino vivo, dotado de razón y otras cosas. De esta manera el Papa quiere defender el
aspecto humano de la Biblia. Dice el Papa que hay Palabra de Dios pero también hay palabra humana, palabra del hombre individual. De esta manera el Papa quería poner en evidencia la parte humana de la composición de los libros sagrados.
Cuando el Papa habla de los géneros literarios diciendo que el hombre "ha utilizado géneros literarios diversos" insiste en este punto diciendo que los escritores de la Biblia usaban algunas veces géneros literarios que son para nosotros un poco extraños.
El Papa resalta el modo de pensar de la cultura semítica donde se escribió la Sagrada Escritura e insiste en este punto, "es necesario reconocer los diversos géneros literarios usados por nuestros autores sagrados, se necesita conocer honestamente la forma como ellos escribieron".
Otro de los grandes aportes que hace el Papa al estudio de las Sagradas Escrituras esta puesto en el énfasis que Él hace en precisar la intención que tenían los hagiógrafos al comunicar el mensaje, es decir, el Papa pone de relieve el sentido literal, lo que ellos entendían del entorno, de la realidad y querían transmitir al escribir. Este pensamiento del Papa se convierte en la base esencial para refutar el fundamentalismo Bíblico.
CONCILIO VATICANO II
LA EXEGESIS SEGÚN LA “DEI VERBUM”
Esta lección va a estar dedicada a la “Dei Verbum”. ¿Qué dice la Dei Verbum sobre la interpretación y uso de la Sagrada Escritura en la teología y en la vida de la Iglesia? ¿Qué dice sobre la revelación?, ¿Qué dice sobre la naturaleza y la función de la exégesis en la iglesia y en la teología?
Comenzamos por el último capítulo, ya que éste nos da una clave de lectura para entender todo el documento. Por lo tanto leemos y estudiamos el último capítulo para volver después al inicio.
CAPITULO VI: En primero lugar, este capítulo de la DV usa una comparación entre la Sagrada Escritura y la Eucaristía, comparación que ya venía usada por algunos padres de la Iglesia. “La iglesia se nutre del pan de la vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del cuerpo de Cristo” (DV 21). El Cuerpo de Cristo y al mismo tiempo la Sagrada Escritura son nuestro pan de cada día. Se refiere aquí la DV sobre todo, a la sagrada liturgia. En otros términos, la sagrada liturgia es el contexto principal donde nos nutrimos de la Sagrada Escritura. El contexto primario es la liturgia, no es por lo tanto la ni el aula académica, ni la biblioteca, ni nuestro estudio. La capilla, la Iglesia donde celebramos la sagrada liturgia, son el contexto donde nos nutrimos de la Palabra de Dios.
Nos encontramos en este capítulo que considera la Sagrada Escritura junto a la tradición la regla suprema de nuestra fe, en otras palabras, la Sagrada Escritura no solo nos nutre, también nos guía e ilumina nuestro peregrinaje de fe. Norma suprema de la fe. Fe en el sentido amplio de la palabra, fe que implica doctrina. Praxis, etc.
Después de estas dos declaraciones la DV expresa una consecuencia: “es necesario que la predicación eclesiástica sea nutrida y regulada de la Sagrada Escritura”. Usa aquí dos verbos: nutrir y regular, verbos que ya están indicados en las expresiones de nutrición y regla, consecuencias que se aplican a la predicación eclesiástica, y que están implicadas en la misma religión cristiana nutrida y regulada por la Sagrada Escritura.
Usa otro término análogo “Ministerio de la Palabra” que implica tres cosas, predicación pastoral, catequesis y todo tipo de instrucción cristiana (ejercicios espirituales, retiros, teología en su comprensión más larga). El concilio dice que todo ministerio de la palabra debería estar nutrido por la Sagrada Escritura, y dice lo mismo en el n. 25 “es necesario un contacto continuo con la Escritura”. Resaltamos la palabra “continuo”, no basta por lo tanto una vez a la semana sino un contacto continuado. Es un sueño bellísimo que el ministerio de la palabra esté continuamente nutrido y guiado por la Palabra, sueño bellísimo pero... me pregunto ¿en qué diócesis existe un tal ministerio de la Palabra siempre nutrido y regulado por medio de un contacto continuado con la palabra?, es un sueño y a la vez un reto para todos nosotros. El sueño de la DV que casi por todas las partes está por realizarse todavía.
Podemos constatar como la DV dice cosas que tienen que ver muy de cerca con la teología. “La iglesia se preocupa de llegar a una inteligencia cada vez más profunda de la Sagrada Escritura” (n.23). Se requiere una inteligencia cada vez más profunda ¿es posible? Naturalmente el concilio cree que si es posible. No se puede decir nunca “punto y basta” mi inteligencia de la Sagrada Escritura ya es suficiente. Podemos pensar en un dicho de Hans Urs von Balthasar, “Dios es siempre mayor”. Dios transciende nuestra inteligencia, Dios es siempre mayor, se puede aplicar este dicho a la Sagrada Escritura. La Sagrada Escritura siempre es mayor, transciende siempre cualquier comprensión, nos invita a una inteligencia más profunda.
(No. 24) usa tres imágenes sugestivas, “la teología se basa como en su fundamento perenne en la Sagrada Escritura unida a la Tradición, y en ella se consolida y se rejuvenece siempre”. En estas imágenes iluminan la relación entre teología y Palabra de Dios escrita. Fundamento en el sentido de cimiento, como los cimientos de una casa, la idea de vitalidad, vigor. Fuente de vitalidad y vigor. Siempre rejuvenecida, una teología que no se envejece nunca. Tres imágenes que merecen nuestra meditación.
Todo esto con relación al VI capítulo y último de la DV, volvemos ahora a los cinco primeros.
CINCO PRIMEROS CAPITULOS DE LA “DEI VERBUM”.
Estos capítulos dicen muchas cosas sobre la Sagrada Escritura y nos interesan mucho para nuestro modulo de “Generalidades Bíblicas”. Los veremos un poco en detalle.
Capítulo I. La revelación en sí misma. Misterio de la comunicación con Dios.
En el primer capítulo la DV nos dice que Dios se revela a los hombres y les habla como amigos por medio de gestos y palabras. Que este diálogo que Dios establece con los hombres se da en una realidad concreta en un proceso histórico que tiene su plenitud en Jesucristo y que por él accedemos al Padre por el impulso del Espíritu Santo.
Capítulo II. Transmisión de la Revelación
Biblia tradición y magisterio. El concilio defiende una unión estrechísima entre Biblia- tradición y magisterio. Hemos visto como el concilio en el II capítulo de la DV rechaza separar estos tres elementos y dice que el magisterio no es superior a la Palabra de Dios sino que sirve a la Palabra de Dios. Esto toca de lleno a la teología. Usando la enseñanza del magisterio no podemos olvidar nunca que el magisterio no es superior a la Palabra de Dios, la Palabra de Dios es la norma de normas. El magisterio sirve a la palabra de Dios.
Capítulo III. Inspiración Divina de la Sagrada Escritura y su Interpretación
La Sagrada Escritura fue escrita por inspiración del Espíritu Santo. Por eso decimos que tiene a Dios por autor. Sin embargo, no podemos entender esta inspiración como un simple dictado. Los escritores sagrados utilizaron sus propias potencialidades y medios, en el ámbito de su propia cultura. De aquí la importancia de comprender los géneros literarios. La Escritura es la revelación de Dios en palabras humanas. Esta es una profunda dimensión del misterio de la Encarnación.
TEMA 9. LA REVELACIÓN BIBLICA
La palabra “revelación” viene del latín “REVELAR” que significa mostrar, descubrir, manifestar. En este último sentido se emplea la griega “Apocalipsis”.
Desde un principio el plan de Dios para el hombre era el de su felicidad, su salvación. El Dios de la revelación Bíblica es un Dios que actúa, que lleva a cabo una presencia operativa. A diferencia de otros pueblos, el pueblo de Israel descubre la presencia de Dios a través de los acontecimientos que vivía en su historia. Dios antes de hablar, actúa, y actuando, se da a conocer al pueblo que había escogido para salvar a todos los hombres.
REVELACIÓN NATURAL Y SOBRENATURAL
El primer vehículo utilizado por Dios para su revelación es la naturaleza, su creación, su poder en ella ofrece a los hombres un testimonio perenne de sí mismo.
Por nuestros propios recursos naturales podemos conocer a Dios por lo que es perceptible en las criaturas en las que de alguna manera se refleja su ser. Así tenemos por un lado la experiencia del mundo, de sus obras que dicen a la razón que debe existir un ser supremo creador de las mismas; por otra parte la experiencia interior, en las que la conciencia moral nos muestra la ley divina inscrita en nuestro ser.
Sin embargo el lenguaje natural del Dios está expuesto a ser oído muy débilmente y aún desfigurado por muchos hombres. Esta dificultad de alcanzar a Dios, de conocerlo en su misterio íntimo, abre el camino de la salvación sobrenatural.
Dios decide contar su secreto de amor por la humanidad, a partir de los mismos acontecimientos que marcaron la historia del pueblo de Israel. En este sentido la revelación, es dar a conocer, es mostrar el sentimiento profundo del misterio de Dios en relación con el hombre. Por ella Dios realiza dos opresiones complementarias: descubre al hombre el misterio profundo de su ser y al mismo tiempo lo introduce en él, dándole participación en el mismo, por medio de la gracia en Cristo Jesús. La revelación aparece así como la manifestación del misterio de salvación que tiene por centro la cruz y la resurrección de Cristo.
LA HISTORIA DE ISRAEL MEDIADORA DE REVELACIÓN
A diferencia de los demás pueblos, el pueblo de Israel no se quedaba únicamente en los acontecimientos, al contrario sabía que detrás de ellos había un significado que les daba sentido. Mientras que los demás pueblos tratan de entender a sus dioses por medio de la fabricación de imágenes y de la exuberante proliferación de ritos mágicos, predominando lo que se podía “ver”, para el pueblo de Israel era todo lo contrario, es más importante “escuchar”, porque detrás de cada acontecimiento, Dios tenía algo para decirle al hombre en su situación concreta dentro de la historia.
El hombre Israelita se daba cuenta que ningún acontecimiento de su vida estaba desligado del anterior, ni del siguiente. Los acontecimientos están unidos por una misma intencionalidad obedeciendo a alguien que lo suscita con una finalidad: La felicidad del hombre. Así se va convenciendo Israel que siempre ha vivido con alguien presente. Ese mismo que se manifestó a Abraham para invitarlo a vivir una vida nueva, el mismo que fue sentido por su hijo Isaac, el mismo que eligió y protegió a Jacob, el mismo que permitió al pueblo de Israel la libertad y la tierra después de caminar durante 40 años por el desierto. Todos estos acontecimientos se llaman HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
La historia que se hace sagrada no es un mero marco externo, está ligada muy estrechamente a la revelación y constituye su medio. Es en el tiempo y en el espacio donde Dios revela la salvación a los hombres. El pueblo de Israel comprende que los acontecimientos dentro de la historia eran portadores de un fuerte sentido de salvación ya que eran a la vez actos del Dios vivo. Por eso se dice que la revelación se hace por medio de hechos y palabras. Dios habla, revela la salvación y la comunica a través de los acontecimientos; de ahí que la historia sea revelación.
A este estilo de revelación algo le faltaba. La perfecta comunicación de Dios con los hombres, la hace por medio de su Hijo Jesús. “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos”. (Heb. 1, 1). Es la Palabra que revela a Dios. Él es el designio de Dios hecho realidad.
LA PALABRA MEDIADORA DE LA REVELACIÓN
La palabra para nosotros es un simple vehículo de expresión del pensamiento, en cambio para los orientales es algo más que un sonido. Para los occidentales la palabra tiene un aspecto noético y de conocimiento, ya que es simplemente el signo de una idea, algo por lo que conocemos una realidad, en cambio para el mundo semita “la Palabra” tiene un aspecto dinámico y creador, las palabras no se agotan al ser pronunciadas, las palabras tienen fuerza y vida. El mundo primitivo consideraba que al pronunciar un mito se reorganizaban las fuerzas de la naturaleza; por medio de las palabras se llaman las cosas a la existencia, poner nombre a una cosa es tomar posesión de ella.
Si analizamos ahora la concepción bíblica de Palabra vemos que en primer lugar ella se considera como una realidad dinámica por la que Dios actúa en el mundo cuando crea las cosas suscita los acontecimientos. Salida de la boca de Dios, “no vuelve a él sin resultado, sin haber hecho lo que él quería y haber cumplido su misión” (Is. 55, 11).
Así los acontecimientos externos son percibidos por cualquier hombre, pero los hechos salvíficos que son palabra de Dios en acto, están cargados de una inteligibilidad religiosa que solo es posible por la fe. Ahora bien, para que este contenido inteligible sea accesible a nosotros, debe explicarse y concretarse en una palabra humana. En el AT Dios se reveló por la palabra de los profetas y en el NT por la Palabra, o sea el Verbo de Dios hecho carne. Por eso se puede decir que la religión de Israel, de la cual el cristianismo es continuación, es la religión de la Palabra.
TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN
Los caminos o canales por los cuales el mensaje de Dios notificado por su PALABRA se conservó y se transmitió hasta nosotros son la TRADICIÓN Y LA ESCRITURA.
La palabra tradición designa unas veces un contenido transmitido de edad en edad y otras, un modo de transmisión caracterizado por su notable estabilidad y en la que la escritura sólo desempeña un papel secundario y casi nulo.
En relación con estos significados de tradición propia de la revelación bíblica se encuentran semejanzas y peculiaridades originales. Se puede decir que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la revelación hecha a través de los profetas y del mismo Cristo, se conservó primero por la tradición y sólo más tarde a través de la escritura, por eso sería falso estudiar la Escritura sin la tradición y también falso basarnos en la tradición sin tener en cuenta el texto. El texto sin la tradición no nos brinda la plenitud del mensaje y la tradición sin texto corre el peligro de desfigurarse.
La tradición conserva el mensaje adaptándolo como norma de fe para el pueblo. Todos estos acontecimientos reveladores los fue guardando el pueblo de Israel, transmitiéndolos de generación en generación por medio de la tradición oral, es decir, que las grandes proezas de Dios se contaban a través de los años, de padres a hijos. Con el fin de mantener hacia Dios, viva la alianza de fidelidad.
Luego se pone por escrito para verificar la fidelidad a la palabra de Dios en la Tradición. Escritura constituye la concretización de la tradición oral en los dos testamentos.
Para el grupo apostólico, solidariamente responsable del testimonio evangélico, Jesús es el punto de partida de una santa tradición que deben dar al mundo. La existencia de esta tradición aparece bien clara en San Pablo (Cfr. 2 Tes. 2, 15: “Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta”. 1 Cor. 15, 3: Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras”).
La tradición consiste es actos y palabras. La tradición apostólica constaba del kerigma o anuncio original, la liturgia como reactualización del hecho salvífico, la primitiva catequesis y los testimonios, es una tradición con las características de diversidad y unidad. La diversidad era originada en el hecho de que cada Apóstol la contaba tal como él la veía, pero al mismo tiempo existía la unidad, en cuanto todos conservaban el hecho fundamental. Era una tradición dinámica y no estática, esto explicaría la diversidad de la tradición griega respecto a la original aramea.
Toda la tradición apostólica fue en un primer momento algo oral, luego se pone por escrito. Gal. 2, 9 “y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos”.
TEMA 10. LA INSPIRACIÓN
La inspiración bíblica no es más que un caso particular, que se ha convertido históricamente en el más importante, en la actualización del concepto clásico de inspiración. Efectivamente, desde la antigüedad la inspiración es el movimiento que arrastra a los poetas, a los músicos o a los pintores y hasta los jefes políticos. De ahí la palabra llegó a designar, más específicamente y sobre todo a través de los judíos de lengua griega, el soplo divino que mueve el alma, el pensamiento y el acto del escritor sagrado. En
el siglo XVI, Ambrosio Paré le dio a este término su significado físico: la primera fase de la respiración, la entrada del aire a los pulmones. Paradójicamente, este sentido, que hoy es el primero de esta palabra, no apareció sino mucho más tarde, en un segundo tiempo. Hay que decir que la ambigüedad de la raíz latina spiritus, que significa a la vez “soplo” y “espíritu”, permite los dos sentidos.
Aplicado a la Biblia, el concepto de inspiración es fundamental en la doctrina y en el léxico cristiano. Su matriz es el latín inspiratus, utilizado por las versiones antiguas de la Biblia y por la Vulgata de San Jerónimo en la fórmula divinitus inspirada por Dios. El original griego es theopneustos, aplicado a la Escritura lo encontramos en 2 Tim. 3, 16 “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia”.
La palabra inspiratus “inspirada”, se encuentra también en 2 Pe. 1, 21 “porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios”.
Tal es la primera declaración explicita y formal, por parte del cristianismo inicial, del hecho de la inspiración bíblica. La tradición posterior, desde los padres de la iglesia hasta nuestros días, no ha dejado de reafirmar esta doctrina, con el objetivo de hacerla satisfactoria para todas las épocas.
La Iglesia ha recogido de Israel la convicción de la inspiración: El pueblo hebreo sabía que había sido elegido por Dios, que había una alianza entre Dios y el pueblo, que toda la historia pertenecía a un plan divino, ¿no era, por tanto, lógico que el libro donde estaban referidas, junto a su historia, las normas y las manifestaciones divinas se considerara inspirado? ¿El mismo Dios no había revelado a Abraham su esencia única? ¿No había ordenado a Moisés sus palabras para que de este modo constase su ley? ¿No la anunciaron los profetas. Así el historiador judío Flavio Josefo resume en un verdadero dogma la cuestión de la inspiración cuando afirma que todos los autores de la Biblia han escrito “bajo el aliento divino”.
En los labios de Jesús y de los apóstoles hay innumerables formas de afirmar la fe en la inspiración. Es Dios quien verdaderamente habló a Moisés. Es Él el que se ha expresado a través de los profetas. El habló por intermedio de los reyes de Israel. La frase “Dios ha dicho” de la epístola a los Corintios es categórica y significativa (2 Cor. 6, 16). “Toda la escritura está inspirada por Dios”, proclama otra vez San Pablo a su amigo Timoteo (2 Tm. 3, 15-16); y San Pedro enseña que “los hombres han hablado de parte de Dios, llevados por el Espíritu Santo (2 Pe. 1, 21).
Miremos ahora la inspiración dentro de dos campos específicos en los que se mueve su manifestación: la inspiración profética y la inspiración hagiográfica.
LA INSPIRACIÓN PROFÉTICA
La inspiración profética es fuerza del espíritu que actúa sobre el profeta, enviándolo a la tarea de anunciar el plan secreto de Dios en la inspiración profética, el Espíritu empuja al elegido a ser su directo anunciador, ilumina al escogido para que hable de parte de Dios a todo el pueblo.
Veamos unos ejemplos de la sagrada escritura: “Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame». (Is. 6, . “Entonces me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí. Yo dije: «¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho». Y me dijo Yahvé: No digas: «Soy un muchacho», pues adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás”. (Jr. 1, 4-7).
Como vemos el profeta es consciente de que lo que dice, no lo dice por sí mismo, sino porque el mismo espíritu de Dios coloca en sus labios y en su entendimiento las palabras de lo que verdaderamente debe decir.
El profeta no busca sembrar popularidad, hacerse famoso, buscando alcanzar para sí mismo el prestigio y el honor. Ante todo es consiente de que es servidor, de que lo que hace, lo hace en nombre del Señor y no lo dice en nombre propio. Sabe perfectamente que la misión profética que le ha sido encomendada trae grandes riesgos, peligros, desprecios, persecuciones, e incluso la muerte; sin embargo todo ello lo considera insignificante en comparación con la misión de obrar y hablar en el nombre de Dios.
LA INSPIRACIÓN HAGIOGRAFICA
La expresión “inspiración” nos conduce y evoca aquella originaria del “Espíritu de Dios”, título que en el AT. los autores sagrados dieron al poder de Dios en acción, tratando con ella de subrayar su fuerza creadora e impulso, su misterio, su incesante novedad. La “inspiración” habla de la fuerza del Espíritu Santo que se mueve en el interior de uno o varios hombres elegidos para transmitir la Palabra de Dios.
La palabra “Hagiógrafo” viene del griego (agios) santo y (grafos) escribir, es decir, escritor sagrado. La inspiración hagiográfica es entonces la fuerza que motiva al autor sagrado para escribir lo que el Espíritu revela a su conocimiento. La inspiración consiste en la intervención sobrenatural de Dios sobre las facultades humanas del autor bíblico (entendimiento y voluntad) para que este quiera, expresarse y escriba lo que Dios desea, sin hacerlo perder su personalidad y estilo.
El escritor sagrado es como el profeta, un hombre común y corriente, muchas veces temeroso, con profundas inseguridades, otras veces de temperamento fuerte intrépido, confiado en el Señor. Se da el caso que los escritores sagrados citan sus fuentes del mismo modo que lo haría un historiador de nuestros tiempos (1 Re. 11, 41; 14, 19.29; Prov. 30, 1). Y hasta reconocen que su trabajo literario fue difícil, la tradición judía (y posteriormente la fe de la Iglesia) afirma que la acción del Espíritu Santo fue en este caso, tan decisiva como el dictado fulgurante a los profetas, aunque su método haya sido distinto.
ALGUNOS CONCEPTOS FALSOS DE INSPIRACIÓN
- DICTADO MECÁNICO
La inspiración sería una especie de dictado que ocurría, mientras que el autor se encontraba es éxtasis. Si esto fuera cierto todos los libros de la Biblia tendrían un estilo uniforme, además el hombre no sería un verdadero autor.
- INSPIRACIÓN EQUIVALENTE A DESPERSONALIZACION
Se trataría de una inspiración equivalente a despersonalización, en aras de un mensaje divino. Sin embargo cuando el Espíritu penetra en un hombre y lo pone al servicio de tan alta tarea, no lo utiliza como si éste fuera objeto de manipulación, en otras palabras, no lo despersonaliza, no le quita la voluntad y la libertad necesaria para poder desempeñar tal responsabilidad. Quien se siente animado interiormente por esa fuerza de la inspiración que le transmite el Espíritu, su no a la invitación que le extiende. Más, la fuerza del Espíritu es tan irresistible, que aquel que es poseído por ella no alcanza a huir, como le pasa al profeta Jeremías: “Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre». Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía”. (Jr. 20, 9).
- INSPRACION EQUIVALENTE A REVELACIÓN
La Biblia sería inspirada porque contiene toda la revelación sin ningún error. Si esta fuera la condición para inspiración Bíblica, se podría comprobar que muchos otros libros también pueden contener la revelación sin error y no por ello se pueden considerar inspirados.
- LA APROBACIÓN SUBSIGUIENTE
Si fuera la aprobación de la comunidad la que le diera un carácter inspirado a un libro, tendríamos que decir que la comunidad viene a ser la autora del libro y se estaría perdiendo el aspecto personal que tiene el carisma de la inspiración. La inspiración en cambio la recibe un individuo de la comunidad y a través de él se expresa la comunidad, o sea que es un carisma individual en beneficio de la comunidad.
TEMA 11. VERDAD BIBLICA
Prefiero usar el término positivo de “verdad”. En el pasado de hablaba de inerrancia, ausencia de errores. Es mejor hablar de “verdad”, la verdad salvífica.
1. La verdad de la Biblia es una consecuencia de la inspiración.
No se identifica la Biblia inspirada con la verdad. Hay un error de los sacerdotes de decir: “Aquí esta la Biblia, la verdad”, como si ambas realidades fueran idénticas. Es mucho mejor interpretar la verdad bíblica como una consecuencia. Hay otras consecuencias de la inspiración. Un ejemplo: la Biblia nos provee de las lecturas para la liturgia. Dios ha inspirado a los autores y tenemos la lectura de la liturgia pública de la Iglesia y también para la oración privada. La verdad salvífica es una consecuencia esencial, pero no es la única consecuencia del influjo que Dios ha ejercido en la formación de la Biblia.
2. Problemas, salidos no sólo en los últimos dos siglos, sino también en el mundo antiguo.
Un crítico inteligente del cristianismo, Celsius (Celso), pagano del siglo II ha notado la incoherencia en la Biblia. No es un problema observado en los tiempos modernos. Hay a primera vista errores enormes en la Biblia. Los primeros capítulos del Génesis parecen incompatibles con la teoría de la evolución, largamente aceptada. En el siglo pasado, muchos cristianos creían encontrarse de frente a una elección embarazante: o aceptar la verdad de los primeros capítulos del libro del Génesis o aceptar la nueva teoría de Darwin. Muchos cristianos del siglo pasado creían imposible aceptar al mismo tiempo ambos, la resistencia entre los católicos se mantuvo hasta entrar en los primeros años del siglo pasado.
Otro ejemplo es la cosmología primitiva: la rotación del sol en torno a la Tierra, que aparece en la Biblia. Otros ejemplos son los de Jonás en el vientre del pez o el de la muerte de Goliat (1Sam 17), atribuida en 2Samuel 21, 19 a un tal Eljanán; el de los dos textos que hablan del precio pagado por el terreno del Templo, de 50 ciclos de oro en 2Sam 24, 24 y de 600 en 1 Cr 21,25. Pensemos, ya en el NT. en la genealogía de Jesús presentada por Mateo y la presentada por Lucas. En Jericó según Mc, Jesús ha curado un ciego, según Mt ha curado a dos ciegos. Y ¿cómo reconciliar tantos aspectos concretos de los relatos Pascuales? Por ejemplo, el número de mujeres que van al sepulcro el lugar de la primera aparición de Jesús.
Después están otros tipos de incongruencias, como la negación de la resurrección en el libro de Job o la espera inminente de la parusía por parte de Pablo (1Tes 4,15ss).
¿Qué decir antes estos llamados “errores” de la Biblia? A menudo, la dificultad proveniente de algún malentendido.
3. Tres cosas hay que tener en cuenta en este tema.
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La intención de los hagiógrafos del Génesis no era enseñar astronomía, no querían enseñar una cosmología. Los autores del libro del Génesis claramente querían decir que Dios es el creador de todas las cosas y que Dios es bueno, y que los hombres y mujeres están hechos a imagen divina. Después intentaron decir que tendencia pecadora del hombre es la responsable de nuestros males. Hay un mensaje religioso y entrando en el mundo cosmológico, no se está respetando la verdadera intención de los autores del libro del Génesis. Indudablemente hay cosas incoherentes, inexactas, una falsa cosmología, pero todo esto no toca la verdadera intención de los hagiógrafos.
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Los presupuestos de los hagiógrafos. El libro de Job por ejemplo, no pretendía tratar la cuestión de la vida después de la muerte. La cuestión central del libro de Job era otra: Cómo entender el sufrimiento causado por Dios a una persona absolutamente inocente. He aquí la pregunta que está en el centro del libro de Job. La negación de la vida después de la muerte no es el tema del libro.
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La forma literaria en la que escriben los hagiógrafos. Por ejemplo, los libros de Samuel tiene una cierta dimensión histórica, pero es una historia popular. En los relatos populares hay fenómenos, acontecimientos, que son fácilmente harmonizables con la historia científica moderna. Es necesario, respetar por tanto, la forma en que nuestros escritores escriben. EL LIBRO DE JONAS, por otro lado, no es un libro histórico, sino una larga parábola que quiere ilustrar la misericordia universal de Dios. Si queremos interpretar la historia de Jonás, como una narración histórica, es necesario hacerlo en todos los detalles. Por ejemplo, de Ninive se dice que era una ciudad tan grande que se necesitaban tres días para cruzar la ciudad. Prácticamente no hay ninguna ciudad hoy tan grande, quizás Los Ángeles. Por tanto esto quiere decir que lo que el autor quiere resaltar es que se trataba de una ciudad grande. El creyente que leía el libro de Jonás ve el amor universal de Dios, que perdona hasta a los paganos, a muchos paganos.
EL LIBRO DEL GENESIS es otro caso. No se puede interpretar la historia que nos cuenta como una historia completa o incompleta de los orígenes humanos. Tomamos el ejemplo de Caín, que mata a su hermano Abel y después es echado fuera portando un signo para que los otros no lo maten. ¿De dónde vienen los otros? Lo que nos quiere presentar el Génesis, por tanto, es un mensaje religioso: bondad de Dios y pecado humano.
En cuanto a las genealogías, LUCAS y MATEO no pretendían presentarlas como históricas en el sentido moderno. El objetivo de Lucas y de Mateo es presentar a un Cristo inserto en la historia humana y en concreto en el pueblo de Israel, descendiente de Abraham o de Adán, el primer hombre. El objetivo de Mateo y de Lucas no era la de hacer una genealogía histórica, científica, en el sentido moderno. Pío XII dice en su encíclica “Divino afflante Spiritu” que valorar críticamente los antiguos modos de expresión da una solución para muchas de las objeciones observadas sobre la veracidad de la Sagrada Escritura. Dice justamente “para muchas”, no “para todas”, porque necesita profundizar la problemática.
4. ¿Qué es la verdad?.
La noción clásica sería una respuesta intelectual. Para nosotros, al menos en el mundo occidental, la verdad es estar en conformidad con los hechos. Nuestra inteligencia hace un juicio que está conformado a la realidad. Nosotros afirmamos algo en una proposición y ésta es verdadera porque es conforme a la realidad o a los hechos. Nuestro juicio expresa, en efecto, la realidad. Normalmente, cuando se habla de la verdad, al menos en el mundo occidental, se piensa enseguida en términos de juicio, de cualquier proposición o de cualquier información. La noción de verdad requiere un juicio, una proposición, una afirmación. Si aplicamos esta noción clásica y filosófica de la verdad a la Biblia, muchos versículos de la Biblia resultan ni verdaderos ni falsos. Es imposible aplicar esta noción a muchos versículos de la Biblia, porque muchos versículos de la Biblia no contienen ningún juicio, ni hacen una afirmación, ni comunican una proposición. La Biblia no es un elenco de proposiciones.
UN EJEMPLO: Cuando Jesús dice a Pedro “sígueme”, no dice nada de verdadero o de falso, sino simplemente una invitación. Las imágenes usadas en la Biblia, las usadas en el libro de Jonás, por ejemplo, son o no, imágenes poéticas, nuevas, tradicionales, útiles o inútiles, pero no verdaderas o falsas.
La Biblia también contiene interrogantes como la parábola de administrador infiel, en el Evangelio. Y como tal, el interrogante no es ni verdadero ni falso. Cuando Jesús dice a Maria Magdalena “¿por qué lloras? (Jn 20), hace una pregunta, que no es ni una proposición, ni un juicio.
Luego están los gritos de alegría: “¡Aleluya!”. La Biblia está llena de ellos, que no son ni verdaderos ni falsos. No caben, por tanto, en la noción clásica de verdad.
En conclusión, si analizamos la Biblia desde este concepto de verdad, nos encontramos con muchos versículos que no son ni verdaderos ni falsos. Muchos en el pasado han omitido este error aplicando a la Biblia una noción clásica de verdad, en vez de juzgar la Biblia a la luz de la noción bíblica. Si tomamos la noción bíblica, ¿cómo valorar la verdad bíblica?
5. La noción bíblica de verdad.
Al hablar de la noción bíblica de verdad, es mejor no hablar en singular, porque sería un error. Hay diversos matices. No es una noción monolítica. Son diversas nociones similares que convergen, pero no es una noción muy clara. En el AT. aparece la palabra ‘emet. ¿Qué quiere decir? Significa “ser sólido”, “estar asentado”, o también “ser fiel”. Normalmente se puede traducir ‘emet como “fidelidad”, fiabilidad”, “fiable”. Y la verdad divina significa que Dios se muestra fiel. Dios es fiel, digno de nuestra confianza. Pero sobre todo ’emet se refiere al mensaje salvífico. Dios es fiable en su mensaje salvífico. Dios no quiere engañarnos. Dios es fiable en la salvación que anuncia a través de los profetas y sus mediadores. Esto quiere decir que “verdad” comprende una relación recíproca. Dios es digno de confianza por nuestra parte, porque Dios es fiel. Y ‘emet indica una relación interpersonal entre Dios y nosotros. También la verdad bíblica tiene algo que toca a la praxis. Es una verdad vivida, no teórica ni intelectual. Y la verdad mira a una transformación, quiere cambiar la realidad, quiere liberarnos, transformar nuestra realidad. La verdad es, además, progresiva. En el AT. Dios es fiable y fiel, pero la fidelidad divina se manifiesta progresivamente.
En la versión de los LXX se traduce ‘emet por la palabra griega aletheia, que expresa la revelación, la realidad manifestada. Nos interesa este dato. No es posible traducir un texto sin interpretarlo y es lo que ocurre aquí.
En el NT. encontramos las dos tendencias. Por una parte Dios es fiel y fiable (Pablo en la carta a los romanos). Por otra está la verdad como revelación (en el Ev. de Juan). Pero en el NT. la persona de Jesús es la verdad revelada, aquel que nos hace ver personalmente la fidelidad divina, sobretodo en el Ev. de Juan, aunque también en todo el NT. En otras palabras, el NT. interpreta la verdad en modo personal. La verdad es una persona. “Yo soy la verdad”, dice Jesús. Para el NT. la verdad divina es el misterio salvífico revelado y realizado en Cristo.
Además está todo el discurso del Espíritu de la verdad, el Espíritu Santo entendido como tal, también en el modo personal de hablar de la verdad en el Evangelio de Juan, en el que el Espíritu Santo comienza a tener un perfil personal. Esto no está tan claro en las cartas de Pablo, pero en el Evangelio de Juan el Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad, comienza a tener una personal.
La verdad en la Biblia, consecuentemente, es una verdad histórica, realizada, revelada poco a poco en la historia y al final en la historia de Cristo. Dios se manifiesta en la historia. El Dios fiable y fiel se ha mostrado en la historia y la noción escatológica; pues Cristo es la revelación final plena de Dios, pero, a la vez, apunta a una revelación plena y total. La verdad bíblica tiene pues una consumación al final de la historia.
6. Conclusiones de lo que hemos dicho.
Primariamente la verdad bíblica se encuentra en Cristo, no son en cualquier detalle. Comenzar un debate sobre la verdad bíblica examinando el libro de Jonás o del Génesis sería un error enorme. La verdad es Él, una persona. Secundariamente encontramos la verdad en el libro. El libro inspirado, la Biblia, ha compartido la verdad que es Cristo.
Él, Cristo, tiene la palabra verdadera de Dios y la Biblia son las palabras, las palabras escritas, que se han de entender a la luz de Cristo, la verdad bíblica absoluta. Se necesita tener algún acuerdo sobre Cristo como la verdad divina antes de afrontar la cuestión de la verdad del documento escrito y no a la inversa.
La segunda conclusión es que la verdad histórica, bíblica, se encuentra en toda la Biblia. La verdad bíblica escrita, la verdad derivada del texto escrito, se encuentra primariamente en todos los libros. No hay verdad bíblica en ningún sentido antes que el último libro de la Biblia fuera compuesto. Tampoco, quizás, antes de la formación del canon. La verdad se encuentra en la Biblia entera. Hablando positivamente; la Biblia quiere comunicarnos una verdad. La Biblia no quiere comunicarnos en primera línea, una lista de verdades distintas, sino, sólo en un segundo momento. Es interesante recordar aquí una tendencia del Vaticano II: la Dei Verbum no habla nunca de la verdad en plural, pues hay casos, pero la preferencia es el singular. Hay un solo misterio, una sola verdad, en Cristo. La opción del Vaticano II en el lenguaje es muy sugestiva aquí.
Las dos consecuencias, la verdad personal en Cristo y la verdad encontrada en toda la Biblia, han sido expresadas en la historia de la Iglesia por muchos autores. En el Medioevo, HUGO DE SAN VICTOR dice que toda la escritura es un solo libro. Él entiende la Biblia como un documento entero y ese único libro es Cristo. La Sagrada Escritura es esencialmente un testimonio de Cristo. BENEDICTO XV dice, más o menos, lo mismo en su encíclica “Spiritus Paraclitus”. Hay muchos más ejemplos antes de Hugo de San Víctor y después, que entienden la Biblia en su conjunto y como un testimonio de Cristo.
TEMA 12. EL CANON
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CONCEPTO DE CANON
Por Canon entendemos una colección cerrada de escritos que son reconocidos oficialmente inspirados por Dios. Sólo estos libros son reconocidos como inspirados, sagrados, normativos.
El Canon como cerrado significa que el carisma de la inspiración no continua, equivale a decir que el carisma de la inspiración ha cesado con la fundación de la Iglesia.
Hay además otro aspecto del Canon que es la colección cerrada y normativa para la fe y la praxis. Una colección reconocida por la Iglesia como normativa.
Sólo en ella recogemos, a través del testimonio apostólico la autoridad de Cristo basada sobre la autoridad de Dios. El fundamento del carácter vinculante del Canon es la autoridad de Cristo. Una autoridad participada, compartida, testimoniada por la Iglesia apostólica. La Iglesia apostólica tiene carácter normativo para todas las generaciones sucesivas. Y la fe normativa de la Iglesia apostólica es transmitida por la Sagrada Escritura, por medio la cual la Iglesia apostólica ejercita su autoridad única para la Iglesia post- apostólica, para la Iglesia de todas las generaciones sucesivas.
Dos palabras claves para entender lo que se debe decir del canon son: reconocer (Hacer en el canon un acto de reconocimiento) y autoridad (un canon no es una recopilación cualquiera, sino una recopilación autoritativa en lo religioso).
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FORMACION DEL CANON
Antes de examinar el canon en el ámbito teológico recordamos algunos hechos históricos. La Iglesia apostólica ha recibido de la Sinagoga la ley, Los profetas y los escritos (Torá, Nebiín, Ketubín). La Iglesia apostólica a usado evidentemente la versión griega, la llamada versión de los LXX. No siempre, pero a groso modo se puede decir que la Sagrada Escritura. para la Iglesia apostólica, reflejada en el NT. era la versión griega. Así pues, La Iglesia ha recibido de la Sinagoga, la Sagrada Escritura, pero no un canon. No era un canon en el sentido de una lista clara y cerrada. En el tiempo del NT. no había una lista exclusiva reconocida en el judaísmo.
Después de que venga la ruptura final entre Iglesia y Sinagoga, después de la caída de Jerusalén en el año 70 se comienza en el Judaísmo a formar un verdadero canon judío (Del noventa en adelante).
Muchos autores defienden la tesis, más bien la leyenda, de un Sínodo de Yamnia, Pero no hay pruebas verdaderas, convincentes, de que tuviera lugar un Sínodo judaico de Yamnia que produjera un canon judío.
¿Qué había en Yamnia? Había una escuela rabínica, pero no hay pruebas de un Sínodo, de una lista redactada, final, exclusiva en Yamnia. Y aquí muchos autores repiten una leyenda porque las pruebas no existen.
En el judaísmo no hubo una lista fija hasta el final del segundo siglo. Hubo un canon claro, exclusivo, de 22 ó 24 libros (una veces meten juntos un par de libros), pero no existió el canon hasta finales del segundo siglo. También al inicio del segundo siglo había aún divergencias entre los Hebreos. Los unos leían unos libros, y los otros no leían necesariamente los mismos. En resumen, no es correcto hablar de un canon judaico antes del final del segundo siglo.
Hay que decir algunas cosas sobre la formación del Canon del NT. San Justino cita muy frecuentemente el Evangelio de Mateo y Lucas, aunque el no habla de Evangelio sino de las memorias de los apóstoles. San Ireneo reconoce los cuatro Evangelios. Un factor central en el segundo siglo fueron la oposición a Marción, el hereje de Roma, que reconocía solo una versión reducida del Evangelio de Lucas y de diez cartas de Pablo, también un poco cambiadas, Pero en el II siglo, aunque poco a poco, la comunidad cristiana ha atribuido a algunos textos una autoridad normativa; en primer lugar las cartas de San Pablo y los cuatro Evangelios. Estos han sido reconocidos como canónicos, normativos, antes que los demás escritos. En este proceso la oposición a Marción fue un factor determinante; así como la presencia de los Gnósticos que querían introducir nuevos Evangelios. San Irineo combatió contra ambos: Contra Marción, que quería reducir los libros sagrados, y de otra parte contra los Gnósticos que querían introducir nuevos libros sagrados.
Existen también el fragmento Muratori. Sundberg, que es un gran estudioso, quería datar este fragmento a finales del IV siglo, y defendía el origen oriental de dicho fragmento. Pero a grandes líneas, los estudiosos no están de acuerdo con él a pesar de su autoridad, porque Saundberg es uno de los más grandes en la cuestión del estudio del canon. La datación del fragmento Muratori hacía finales del II siglo, procede de la Iglesia romana que mantiene la tesis más aceptable. En el fragmento Muratori, fragmento así llamado por los estudiosos que descubrieron el fragmento, contiene 22 libros del NT. Faltan 5 libros. Falta la carta a los hebreos y otras cuatro cartas; y eso es un signo del proceso provocado por Marción y los Gnósticos, el intento de hacer una lista de libros sagrados ya sobre finales del II siglo.
La primera vez que vemos completa la lista del NT. es en la carta Pascual de San Atanasio, una carta sobre la pascua el 367. Y poco después en el 382 hay en Roma una lista de nuestro canon entero, una lista que proviene de San Dámaso. Recordamos que San Dámaso tenía como secretario a San Jerónimo, al que mandó preparar la así llamada Vulgata, nuestra Biblia en latí. No está del todo claro, pero parece así, que San Dámaso en el Sínodo de Roma promulgó una lista de nuestros libros del AT. y N. La lista promulgada en Roma en el 382 corresponde al Canon promulgado siglos después en el Concilio de Trento.
Pasando a otro punto, la formación del canon no fue un proceso del todo fácil. Había unos libros que tenían fama aparentemente canónica, sagrada, y después han sido excluidos. Un ejemplo: la Epístola de Bernabé que leemos en el oficio de lectura, y que permanece como un documento actual, tenía una fama aparentemente canónica; pero después fue excluida y al final no reconocida como aparentemente canónica. Y lo mismo con la primera epístola de San Clemente, que tenemos en el oficio, pero no entró finalmente en el Canon.
Hubo también unos libros que fueron discutidos y excluidos en algún tiempo, y más tarde fueron recogidos en el canon. En el oriente hubo dudas con el Apocalipsis por dos motivos: el contenido podía sonar extraño para quien no entendiese el estilo apocalíptico, y había también dudas sobre el origen, sobre quien escribió el libro. En el mundo Occidental había dudas sobre la carta a los hebreos, sobre todo en la relación a su origen, que suscitaban dudas sobre su canonicidad. En general las dudas afectaban a 7 libros del NT. (El Apocalipsis y otras seis cartas: La Carta a los Hebreos, La de Santiago, La segunda de Pedro, La segunda y Tercera de Juan y la Carta de Judas); pero todos estos libros fueron finalmente admitidos en el Canon.
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LIBROS DEUTERONOMICOS
En el campo protestante, estos libros son llamados apócrifos. Hay una diferencia con la terminología católica. Los católicos llamados apócrifos, por ejemplo: al evangelio de San Pedro o el evangelio de santo Tomás. Más los apócrifos de los protestantes son nuestros libros deuterocanónicos. Hay siete libros deuterocanónicos: Tobías, el libro de la Sabiduría, primero y segundo de Macabeos, Judit, Baruc y el Sirácida. Hay también algunas partes, capítulos o versículos de otros libros que también los consideramos deuterocanónicos.
¿CUÁLES SON LOS LIBROS DEUTEROCANONICOS? . Son libros de origen judaico, vienen del judaísmo. Están recogidos en la versión griega del AT., la de canon judaico de la Sagrada Escritura, no figuran en la lista redactada por los hebreos hacia fines del segundo siglo.
Estos libros Deuterocanónicos no sólo son de origen judío, sino que también fueron compuestos originariamente en hebreos. Esto esta claro en el caso del Sirácida y del primer libro de los Macabeos y puede ser que también Judit (aunque no esta del todo claro). Del libro de Tobías, se han encontrado fragmentos en Qumran en arameo y algunas partes en hebreo, y no está claro en que lengua fue compuesto originariamente. Algunos defienden una versión aramea como la versión original; otros en cambio una versión griega y otros una versión hebrea. Pero Qumran ha hecho difícil la cuestión de la composición original del Libro de Tobías.
San Jerónimo prefería el canon del judaísmo, pero ha incluido todos los libros en su versión de la Vulgata. Siguiendo el mandato de San Dámaso, fue el responsable de la traducción latina a todos estos libros, sirviéndose de otras traducciones ya disponibles.
La oposición entre libros Protocanónicos y Deuterocanónicos, no quiere decir que los Deuterocanónicos sean menos inspirados, o de un valor menor. De hecho tienen un valor significativo. El segundo libro de los Macabeo, por ejemplo, propone claramente la resurrección de los muertos y es un testimonio importante de la fe en Dios que hace resucitar a los muertos.
Cuando hablamos de Deuterocanónicos indica sobre todo que su reconocimiento ha venido después, es por tanto una cuestión cronológica. Fueron reconocidos como inspirados después de algunas dudas y debates. En algunos países y el algunas épocas su status canónico fue puesto en duda, Por eso, hablar de Deuterocanónicos no es hacer un juicio sobre su valor, sobre su status canónico sino que es sobre todo un calificativo que indica que hubo un espacio de tiempo en su reconocimiento como sagrados e inspirados.
¿Por qué existieron estas dudas entre los cristianos de los primeros siglos y después entre los protestantes?
San Jerónimo quería admitir en el canon sólo los libros escritos en Hebreo, para él, el hebreo era la lengua de Dios en el período del AT., y él no quería admitir los libros escritos en griego. La lengua era un criterio de juicio. Según este criterio, el segundo libro de los Macabeos debía ser excluido porque fue compuesto originariamente en griego. También el contenido de estos libros hizo surgir dudas, así como su datación, puesto que son libros escritos tarde, al final del período del AT. Pero el factor más importante fue la lengua.
Al final el concilio de Trento ha ratificado nuestro elenco de 72/73 libros, y ha adoptado una posición solemne y clara. El concilio de Florencia ha indicado el canon, así como el concilio de Roma del Papa Dámaso muchos siglos antes, pero Trento nos ha dado una definición clara y solemne sobre los libros bíblicos que son reconocidos como normativos y canónicos.
Han existido tentativas, también hoy, de cambiar el canon. Hay unos que quieren reducir el canon y otros que quieren aumentar el canon. En la historia vemos ejemplos de estas dos tendencias. No podemos hablar de modo anacrónico, porque en el tiempo de los Saduceos no existía un canon. Estos aceptaban solo los 5 libros del Pentateuco (a diferencia de otros grupos, que aceptaban un número mayor). Pero hay que recordar que no existió un canon en sentido formal y propio en el judaísmo antes de finales del siglo II. Sin embargo, esta era una tendencia para reducir los libros sagrados. Un caso claro es Marción, que sólo aceptaba una versión reducida del evangelio de Lucas y 10 cartas de San Pablo. Después de los reformadores protestantes en el siglo XVI, y también hoy muchos protestantes, no aceptan como canónico e inspirado nuestro canon completo. Pero hay movimientos en el protestantismo para reconocer el Canon completo.
Hay otros que quieren aumentar el Canon. Los Gnósticos, en tiempos de San Ireneo y Tertuliano (siglos II y III), y también hoy algunos que quieren usar el término “Canónico” en sentido amplio, queriendo hacer entrar en el Canon los llamados evangelios apócrifos (los de Sto. Tomás y de San Pedro). Algunos hoy quieren datar estos evangelios apócrifos el año 40 ó 50, para aumentar su importancia.
4. LOS LIBROS CANONICOS Y LOS LIBROS CLASICOS.
Es interesante hacer una comparación entre los libros canónicos y los libros clásicos. Algunos han querido justificar así nuestros libros canónicos. Se refieren a la literatura mundial: en España, Cervantes; en Italia, Dante; en Inglaterra, Shakespeare; en Alemania, Goethe; en la India, la Bhagavad-gita. Son libros que se han convertido en clásicos para las generaciones sucesivas. Después de un uso más o menos largo un pueblo, una cultura, reconoce el valor de estos libros clásicos; y son “canonizados”, creándose una especie de “Canon” de libros clásicos. Algunos quieren proponer una analogía: el pueblo cristiano, después de un uso más o menos largo, reconoció el valor sagrado, inspirado, de varios libros y así los ha canonizados; y así el canon fue formado como se forma un canon de libros clásicos. Es una analogía sugestiva, viendo en el proceso de “canonización” de los libros clásicos un parangón con nuestros libros canónicos. Los Libros Clásicos tienen una autoridad como nuestros libros canónicos. Los libros clásicos tienen analogía no demasiado útil por diversos motivos. Uno de los motivos se encuentra en el concepto de la autoridad. Los libros clásicos de una cultura, de un pueblo, tienen una autoridad que no es necesariamente religiosa. Goethe tiene una autoridad literaria en el mundo alemán, pero no es una autoridad religiosa. El habla de la religión, del cristianismo, pero no tiene una normatividad religiosa. Así también, la Bhagavad-gita para el hinduismo es un libro clásico pero tampoco tiene una autoridad religiosa.
El segundo problema es que los libros clásicos pueden surgir en medio de la historia de un pueblo. Goehte por ejemplo, murió en el siglo pasado, pero no está en el origen de la literatura alemana. Así también la Bhagavad-gita, un libro tardío en la larga historia del Hinduismo. En otras palabras, los libros clásicos no están necesariamente en el origen de una cultura.
En cambio, en el cristianismo, los libros canónicos son libros del período fundante, que están en el origen, son libros de un período cerrado, el de la Iglesia Apostólica. Desde este punto de vista, la analogía no es tampoco precisa, pero es una analogía muy usada.
5. TRES CRITERIOS PARA ACOGER LOS LIBROS EN EL CANON
Una vez excluida la analogía con los libros clásicos, viene la cuestión de cuáles fueron los criterios para introducir los libros sagrados en el Canon. Hay tres.
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Un criterio Litúrgico. El uso constante en la Liturgia. También aquí los libros canónicos difieren de los clásicos, que no son leídos normalmente en el culto. Pero el uso constante de los libros en la liturgia de las iglesias, evidentemente fue un criterio esencial para acoger los libros sagrados en el canon.
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Un Criterio Doctrinal. El contenido ortodoxo; recordamos la así llamada regla de la fe, un principio de San Irineo: La correspondencia a la profesión de la fe, a la regla de la fe. Existían las profesiones primitivas de fe y después, surgió nuestro credo Apostólico o Nicenocostantinopolitano; aunque antes de Nicea (I y II después de Cristo) existían ya profesiones de fe primitivas. Los libros sacros fueron juzgados a la luz de aquellas reglas de la fe y retenidos como ortodoxos.
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Un Criterio Histórico: El origen apostólico. Muchos interpretan este principio de un modo muy literal: un origen apostólico en el sentido en que los libros provenían de San Pablo y de los apóstoles había tres excepciones en el NT. (Marcos y la obra Lucana: Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Pero Marcos escribió bajo la guía de San Pedro y Lucas fue el compañero de San Pablo. Los apóstoles habrían dado su autoridad a los libros del AT. Sin embargo, se ve como inaceptable la tesis de la proveniencia estrictamente apostólica de los libros del NT. Por ejemplo se atribuía a San Pablo la Carta a los Hebreos. Quizás el capítulo trece proviene de Pablo, pero no la carta entera. Se mantiene también que la segunda carta de San Pedro fue compuesta por él.
Pero podemos hablar en un sentido amplio: El canon del AT. y NT. proviene del tiempo apostólico, proviene del período de la Revelación fundante, de la generación apostólica. En estos términos el criterio del origen apostólico tiene su sentido. Estos libros reflejan la Revelación fundante y la respuesta de la Iglesia Apostólica. En este sentido comparten una autoridad apostólica.
Recordamos también los lugares históricos. Siria fue quizás el lugar originario del Evangelio según San Mateo; Grecia y Asia Menor (Pablo), Roma (Marcos) etc... La comunidad primitiva, fundante en el período apostólico dio su autoridad apostólica en este sentido amplio a nuestros libros sagrados.
6. VALOR NORMATIVO DE LA IGLESIA APOSTOLICA
La Iglesia Apostólica comparte la autoridad única de Cristo. Cristo nace, muere y resucita de una vez para siempre, y la Iglesia Apostólica existe también de una vez para siempre (ephapax). Y como Cristo es la autoridad divina, aquella generación apostólica participa de la autoridad de Cristo.
7. CANON DENTRO DEL CANON.
Era una cuestión muy discutida hace treinta años. El Vaticano II en la DV. 18 se ha servido un poco del principio. Los Evangelios tienen una cierta preeminencia. El Vaticano II, reconoce que dentro de nuestro canon, aunque todos los libros sean canónicos, unos lo son más que otros. De modo particular los Evangelios.
Pero al mismo tiempo ha habido tentativas fallidas en el uso de este principio. Por ejemplo, algunos mencionaban el principio de que los libros escritos antes son más importantes que los libros escritos más tarde. Es un modo cronológico de aplicar el principio del canon dentro del canon. Es un intento no acertado. El Evangelio de San Juan fue compuesto al final del siglo primero, pero no es de importancia menor. No se puede decir que porque Juan fuera compuesto más tarde que Marcos es menos importante. Otro ejemplo son las cartas de San Pablo. 1 Ts es anterior a Rom. , pero nadie puede decir que 1 Ts es más importante que la carta a los Romanos. Es importante estar atentos porque algunas aplicaciones del principio pueden ser equivocadas. Sobre todo cuando se interpreta el principio del Canon dentro del Canon de un modo cronológico.
TEMA 13. MANUSCRITOS, TRADUCIONES Y VERSIONES
Los textos originales de la Biblia fueron escritos en las lenguas Hebreo, Arameo y Griego y los documentos que hoy reposan en nuestras manos como originales escritos en manuscritos posiblemente no sean los originales en que el hagiógrafo redactó el texto. Eran copias escritas a manos de las que conservamos los siguientes manuscritos:
Manuscrito Vaticano: que se encuentran en la biblioteca de la ciudad del Vaticano en Roma y donde reposa gran parte de la Sagrada Escritura.
Manuscrito Sinaitico: que fue descubierto en el convento de Santa Catalina en el año de 1844 y que desde esa época reposa en el museo Británico en Gran Bretaña.
Manuscrito Alejandrino: este manuscrito se tiene conocimiento pertenecía a la Biblioteca de Alejandría y de igual manera se encuentra en el museo Británico.
Manuscrito del Qunram: son los más recientes en haber sido encontrados y fueron hallados por un pastor beduino en 1947 en las cuevas del Qunram frente al mar muerto y cerca de Jericó. Se sabe que estos manuscritos algunos de ellos son del siglo IV antes de Cristo.
VERSIONES DE LA BIBLIA
La más antigua es la de los setenta y fue realizada por setenta sabios de Israel entre los siglos III y I antes de Cristo y debe su nombre a la narración de la carta de aristea según la cual se comisiono a setenta sabios de Jerusalén enviados por el sumo sacerdote Eleazar a Tolomeo Filadelfo (283 - 246 a. C.) y realizada para la biblioteca de Alejandría (Egipto) en setenta y dos días, dirigida a los Judíos de la diáspora que vivían en un mundo griego y que habían olvidado el Hebreo. Fue la traducción usada por los Apóstoles a los pueblos de habla griega.
La versión Vulgata fue realizada en latín por San Jerónimo pues el pueblo cristiano había olvidado el Griego y había adoptado como lengua el latín a mediado del siglo III d. C. Hoy en día existe además muchas versiones católicas aplicadas a las necesidades de los diferentes pueblos y de igual manera existen las Biblias ecuménicas realizadas por biblistas católicos y protestantes y que patrocinados por asociaciones o sociedades Bíblicas presentan versiones accesibles económicamente al pueblo. La traducción literal ejemplo Biblia de Jerusalén es la más apegada a la letra de la escritura original pero su lenguaje se aleja del pueblo hoy en día mientras que las versiones se acercan al lenguaje del pueblo y pueden alejarse en algún momento del texto original de la palabra.