Sinópticos XI
TEMA 11:
MATEO. LA JUSTICIA DEL REINO
TEXTO: Evangelio de Mateo
(Para la reunión comunitaria: Mt 18,1-20
CLAVE BÍBLICA
0. AMBIENTACIÓN
0.1. La lectura de Mateo en la Iglesia
Ya el canon de Muratori, asignaba a Mateo el primer lugar en la lista de libros del Nuevo Testamento. Y tanto los manuscritos griegos como los escritos de los Padres coinciden en atribuirle este orden.
La colocación parece deberse a la consideración, no muy exacta desde el punto de vista histórico, de que el evangelio de Mateo fue el primero en haberse escrito (Cf.Ireneo, Adversus haereses III, 1,1).
Pero dicha colocación se debe también probablemente a algo más relacionado con la naturaleza de la obra en sí misma: el Evangelio está pensado como un "libro" en el que la multiplicación de los discursos permite conocer mejor la "enseñanza" de Jesús, de importancia fundamental para la conciencia eclesial. Junto con ello, la Iglesia encuentra en este evangelio posiciones que pueden servir de síntesis entre otras posturas menos matizadas de otros escritos del canon neotestamentario y esclarecer su relación con el Antiguo Testamento y la herencia de Israel.
0.2. Clave primordial y comunitaria
De esta conciencia de la Iglesia, que asigna a Mateo el primer lugar, deriva el título de "evangelio eclesial" que le fue atribuído y su importancia, que se fue acentuando a lo largo de la historia por la relevancia que asume en este Evangelio la figura de Pedro. Más allá de esta perspectiva jerárquica, la importancia de Mateo para la vida eclesial surge del cuidado con que señala lo referente a su vida interna, a la condición de igualdad fundamental entre sus miembros (como aparece en el relieve que adquieren términos como "hermano" y "discípulo" y en la estima de los "pequeños" de la comunidad), por encima de los diversos roles señalados en ella: escribas cristianos, profetas, etc. Esta clave comunitaria no puede dejarse de lado al tratar de comprender el sentido del escrito.
1. NIVEL LITERARIO
1.1. El lenguaje de la praxis: "hacer", "justicia", "pequeños"
Desde 1,24 en que, con la imposición del nombre de Jesús, José "hizo como el ángel del Señor le había mandado", Mateo tiene cuidado en señalar la importancia del "hacer" ligándolo íntimamente con la "voluntad" divina. (7,21; 12,50; 21,31). Este hacer distingue a Jesús y a sus discípulos de los fariseos que "dicen y no hacen" (23,3) e implica un compromiso mayor que el de publicanos y gentiles (Mt 5,46-47). Frecuentemente aparece unido a la imagen de la fructificación: el árbol bueno que hace frutos.
Esta necesidad de una praxis en orden a realizar la vida en fidelidad al querer divino constituye lo que Mateo llama "justicia". El ámbito a que se extiende dicha justicia es tan amplio que engloba todo el querer divino sobre el mundo y la historia. A realizarla están invitados los hombres, que a semejanza de Jesús, pueden alcanzar la felicidad si son capaces de asumir las exigencias implicadas en ella.
En el marco de este recto comportamiento ético o "justicia", Mateo atribuye importancia a la relación que tienen los "pequeños" o "mínimos" con la justicia del Reino. En primer lugar, son sus principales beneficiarios. A ello se debe añadir que es necesario asemejarse a ellos en vistas a participar en ese Reino, que les pertenece. Y, en el Juicio final, el Rey Escatológico se identifica con los pequeños. Mateo alterna estos términos con el de "niños", "sencillos" y "pobres".
1.2. "Cumplimiento" del A.T. "Discursos"
Como el escriba que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas, Mateo se dirige al pasado del Antiguo Testamento para mostrar que se ha cumplido en Jesús. Con la fórmula "A fin de que se cumpla lo que fue dicho por el Señor a través del profeta que dijo..." u otra semejante, el evangelista no intenta ofrecer la prueba del hecho, sino que busca situar al hecho dentro de la economía salvífica. Este carácter sagrado facilita la adhesión a Jesús, mostrando que su persona y sus acciones son conformes al designio de Dios. Quizás Mateo haya, para esto, utilizado el trabajo de una escuela de escribas cristianos.
Pero, por otra parte, en los discursos de Jesús, Mateo agrupa las palabras del Señor o la interpretación que adquieren dichas palabras a partir del presente comunitario. De este hecho surge la composición de cinco grandes discursos que concluyen de la misma manera: "Y sucedió que cuando acabó Jesús..." seguido por un término referido al decir.
1.3. Estructura
Las múltiples conexiones que están indicadas en el texto, en lugar de facilitar la presentación de la estructura, la dificultan. Para la presente estructuración se toman en cuenta los siguientes datos:
a) La frase, repetida cinco veces, ya mencionada, "Y sucedió que cuando acabó Jesús..." (7,28; 11,1; 13,53; 19,1 y 26,1).
b) La conexión que tiene un discurso con las acciones sucesivas, y no con las anteriores, señalada explícitamente en la sección 4,23 - 9,35, dónde el versículo inicial se repite casi al final.
c) Los comienzos solemnes que aparecen en el texto (4,17 y 16,21): "Desde entonces comenzó Jesús..."
d) La naturaleza de la sección de 13,1 - 16,20, situada antes del segundo comienzo, pero íntimamente ligada con el contenido que empieza a desarrollarse a partir del mismo: por primera vez aparece la mención del "fin del tiempo" (synteleía aionos) en 13,39.40.49 (Cfr.24,3 y 28,20). En conexión con ello, encontramos un vocabulario que casi no se había usado anteriormente: uno de los verbos griegos que significa "sentarse" aparece por primera vez aplicado a Jesús en 13,1.2, y otro verbo de la misma significación, apenas consignado anteriormente (5,1), multiplica sus frecuencias (13,48; 19,28; 20,21.23; etc). El verbo "reunir" unido a personas, que antes sólo se había usado en 2,4 (y a nivel simbólico en 3,12), comienza a repetirse frecuentemente: 13,2; 18,20; 22,10.34.41; 26,3.57; 27,17.27.62; 28,12.
Y junto a ello, "vender" (antes sólo en 10,29) y "alegría"(antes sólo en 2,10), y aparición de nuevos términos como "comprar","separar" y "dudar", "explicar".
1,1 - 4,16: I. INTRODUCCIÓN: La acción del Espíritu
1,1 - 2,23 A. En el Evangelio de la Infancia
3,1 - 4,16 B. En la preparación al ministerio
4,17 - 12,50: II. PRIMERA PARTE: Programa y Misión
4,17-22 A. Primer comienzo: El Reino ha llegado. Llamada a Pedro y a otros pescadores
4,23 - 9,38 B. El poder del Reino
5,1 - 7,29 El Discurso
8,1 - 9,38 Las acciones
10,1 - 12,50 C. El cuestionamiento al Reino
10,1-42 El discurso
11,1 - 12,50 Las acciones
13,1 - 16,20: III. TRANSICIÓN: Entender el Reino
13,1-52: El Discurso
14,1 - 16,20 Las Acciones
16,21 - 28,20: IV. SEGUNDA PARTE El tiempo de la decisión
16,21 - 17,27 A' Segundo comienzo: Ver el Reino de los presentes (Transfiguración). Pedro pesca para pagar el didracma.
18,1 - 22,45 C' Los pequeños aceptan el Reino
18,1-35: El Discurso
19,1 - 22,45: Las Acciones
23,1 - 28,20 B' Rechazo y juicio
23,1 - 25,46: El Discurso
26,1 - 28,20: Las Acciones
2. NIVEL HISTORICO
2.1. Lugar social urbano: "polis"
El lugar de origen de este Evangelio parece ser la ciudad (polis). En favor de ello hablan el frecuente uso que el evangelista hace del término y otros indicios, sobre todo ciertos rasgos que implican la existencia de una organización eclesial que cuenta con pluralidad de ministerios (23,8-10.34) y con un desarrollado procedimiento disciplinar (18,15-20).
Para determinar su ubicación se debe tener en cuenta que una ciudad tal debe reunir las siguientes condiciones:
a) Un lugar fuera de la Palestina;
b) Con una fuerte presencia del fariseísmo;
c) Situada en una encrucijada del judaísmo y otras culturas. Según esto debemos pensar en Siria como patria del Evangelio. A favor de ello habla, también, el hecho de que es el único evangelio que habla de la resonancia de la predicación de Jesús en esa tierra (Mt 4,24).
2.2. La época de Mateo
2.2.1. Características generales
Mateo escribe su evangelio después de la destrucción de Jerusalén. Ello se deduce de la parábola del rey que invita a las bodas de su hijo (Mt 22,1-14). En ella la muerte de los mensajeros reales suscita la cólera del rey que con su ejército extermina a los asesinos y hace arrasar su ciudad.
Durante esta época, la política imperial romana produce transformaciones importantes en el ámbito sirio-palestino. Entre ellas debe contarse el proceso de urbanización que el evangelista parece juzgar no muy positivamente ya que consigna repetidas veces cierta desconfianza hacia la ciudad, considerada como lugar de persecución (10,23; 23,34) y de rechazo (10,11-14; Cf.11,1: sus ciudades).
Sabemos a este respecto que, ya desde el año 38, la autoridad romana de la región veía con desconfianza a los cristianos a causa de los conflictos que su predicación causaba al interno del judaísmo.
Junto a la urbanización se produce un auge del comercio. Frecuentemente el Evangelio menciona "tesoros", "plata", "talento", conoce los banqueros a quienes se confía el dinero (25,27); se señalan actividades como "comprar" y "ganar". Por ello, el evangelista tiene cuidado en llamar la atención sobre los daños que una codicia desmedida puede producir en la comunidad.
2.2.2. Polémica con la sinagoga
Después de la destrucción de Jerusalén, el judaísmo desde Jamnia buscaba emerger de la crisis en que aquella destrucción lo colocaba. Bajo la dirección de los fariseos, emprende un rápido y enérgico proceso de unificación.
Dicho proceso procura imponer uniformidad en toda la vida judía: liturgia, disciplina, interpretación escrituraria, etc., y se lleva a cabo con la única oposición de grupos marginales judíos y del cristianismo, que hasta ese momento, formaba parte del judaísmo.
Esta resistencia, junto a las dificultades exteriores del medio pagano
o gnóstico, estimula el proceso de uniformidad y lleva a un enfrentamiento irreconciliable entre judaísmo oficial y cristianismo naciente.
En el año 80, Gamaliel II introduce en las Shemoné 'Esré (dieciocho bendiciones recitadas en la oración judía) una nueva bendición contra los minim o herejes (judíos que se habían pasado al cristianismo).
BIRKAT-HAM-MINIM Que los calumniadores no tengan esperanza, que los malévolos sean aniquilados, que tus enemigos sean destruídos. Que la fuerza del orgullo quede pronto en nuestros días abatida, rota y humillada. Alabanza a Tí, Eterno, que destrozas a tus enemigos y derribas a los orgullosos. |
Con esta nueva bendición se procuraba que los cristianos no tuvieran acceso a la liturgia sinagogal y que, con ello, el proselitismo cristiano que frecuentemente se hacía aprovechando el momento de la explicación sinagogal de la Escritura, perdiese fuerza.
Mateo polemiza con este judaísmo fariseo, cuyas asambleas en "sus
sinagogas" (4,23; 9,35; 10,17; 12,9; 13,54; 23,13ss) quedaron, por ese motivo, sin la presencia de cristianos y cuyas medidas represoras produjeron la separación definitiva.
Sin embargo, el evangelista procura evitar las medidas de abierta ruptura en orden a que no se encuentren pretextos para que la persecución adquiera mayor fuerza. Parece que esta intención está presente en textos como 17,24-27 en que se recomienda contemporizar con los preceptos del legalismo fariseo dominante y, de esa forma, evitar sus sospechas, escándalos y hostilidades.
Teniendo presente lo dicho, se puede concretar algo más la fecha probable de composición de eset Evangelio, asignando su edición a un momento de la década que transcurre entre los años 80 y 90.
2.2.3. Los destinatarios del Evangelio
Es probable que los destinatarios del Evangelio sean parte de una comunidad cuya constitución cuenta con la presencia de numerosos judeocristianos. A esto nos lleva el que en él no se explican las costumbres judías y que se emplean vocablos hebreos sin traducirlos o explicarlos. El planteamiento de la cuestión del divorcio hace alusión a discusiones entre escuelas rabínicas.
La descripción de la comunidad deja entrever la existencia en su seno de tibieza y de pérdida del entusiasmo de los orígenes. La atención se dirige por tanto a revitalizar la vida cristiana, señalando repetidamente sus exigencias a interlocutores que pueden ser definidos por "su poca fe".
Junto a esa apatía religiosa, en la comunidad de Mateo se advierte también la presencia de "falsos profetas" cuya naturaleza es difícil de determinar y a los que se acusa de no producir buenos frutos y de ser causa de división en el seno de la comunidad.
3. NIVEL TEOLÓGICO
3.1. La cercanía de Dios en el Emmanuel Señor
Las últimas palabras del Evangelio "Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (28,20) están en conexión con el "Y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros" (1,23) del comienzo del Evangelio.
Para la comunidad, El "estar con vosotros (nosotros)" hace presente en Jesús al Dios del Antiguo Testamento que sigue prometiendo a todo su pueblo, o a algunos individuos de él, su compañía y su asistencia para desarrollar una tarea que aparentemente excede las propias fuerzas. La tarea encomendada puede realizarse gracias a esa ayuda de un Dios que acompaña la actuación y la vida del pueblo y de cada uno de sus miembros.
Este dinámico "estar" de Dios con su pueblo, da fuerzas para la misión cristiana, y es garantía de la asistencia divina en las dificultades de la persecución. Se trata de un "Ánimo que soy yo, no temáis" (14,27), escuchado en medio de las dificultades, capaz de superar las dudas de los enviados (28,17; 14,31).
Pero la cercanía de Dios tiene otra función en la vida comunitaria. Frente a la comodidad y al adormecimiento, la presencia de Dios sirve para recordar que el propio presente comunitario de "todos los días antes del fin de los tiempos ("synteleia tou aionios") debe llevar las marcas de una vigilancia activa, única forma de que el futuro no encuentre desprevenidos a los integrantes de la comunidad.
Frente a las dificultades de la persecución y frente a la comodidad de una vida sin incentivo, el evangelista desarrolla el tema de la presencia divina en la Historia y en la vida diaria.
3.2. El Señor y su comunidad
3.2.1. Constitución de una comunidad: El nuevo Israel
La constitución de una nueva comunidad está ligada al fracaso de Israel. Mateo desarrolla largamente el tema del rechazo que engloba no solamente a los dirigentes sino a todo el pueblo. El motivo polémico comienza en 2,1 y continúa hasta el final del evangelio (28,11-15).
La afirmación de que "el rey de Herodes se sobresaltó y con él todo Jerusalén" (2,3), pasando a través del motivo de la agitación de la ciudad de Jerusalén en 21,10 (retomado en la Historia de la Pasión), desemboca en un final trágico que llega hasta el presente del evangelista en 28,15:" Y se corrió esta versión entre los judíos hasta el día de hoy".
El motivo de este rechazo reside en la falta de una respuesta ética
por parte del antiguo Israel. Aunque la parábola de las viñadores homicidas interpela directamente a los dirigentes, el pueblo es también aludido cuando se habla de otro "pueblo que rinda sus frutos" (21,43).
Tanto en este pasaje, cuanto en la primera parte de la parábola de los invitados a la boda del hijo del rey, se nos habla del rechazo por parte de Israel del anuncio del Reino y de sus mensajeros, los discípulos antes y después de la Pascua. La consecuencia es que el rey "dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad". Ésta se encuentra sin escapatoria ya que "mata a los profetas" (23,37), y se verá obligada a exclamar "Bendito el que viene en el nombre del Señor", grito de los reconocen a su Mesías, demasiado tarde, sin posibilidad de rectificación como se señala en el libro de Henoc (c. 63).
Todo el pueblo pide la condena de Jesús en 27,25 con un grito que tiene un valor jurídico, ya que atestigua la falta colectiva de una generación que mata, crucifica, azota y persigue a profetas, sabios y escribas, y sobre la que caerá "toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del inocente Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías" (23,36).
Esto hace que Jesús, que había buscado "a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (10,6), se abra a la universalidad de la misión.
Desde el Evangelio de la Infancia, paganos venidos del Oriente se presentan ante Jesús. Ante el rechazo de los hijos del Reino, "vendrán muchos de Oriente y Occidente" (8,11) y del Sur (12,42).
La segunda parte de la parábola de los invitados a las bodas señala el carácter universal de la invitación (22,8-10) y al final del evangelio aparece el mandato de "haced discípulos a todas las gentes"(28,19).
Este nuevo pueblo se define por la fraternidad, término preferido por el evangelista para definir las relaciones comunitarias. La igualdad manifestada en este concepto se hace llamada universal a la perfección que surge de la misma perfección de Dios (5,48).
Esta predicación de la igualdad impide a cada uno de los integrantes de la comunidad toda pretensión de encumbramiento por encima de los demás. Ciertamente que la comunidad conoce distintas funciones: doctores (5,19), profetas y taumaturgos (7,15-23), escribas (13,52); pero nadie puede reclamar algún privilegio particular en el orden religioso o en el jurídico.
Sin embargo, este nuevo Israel, al que se pide algo más que a los publicanos (5,46) para que su justicia sea mayor que la de escribas y fariseos (5,20), lleva en su seno las marcas de la ambiguedad: la comunidad conoce defecciones, disensiones internas, el enfriamiento de la caridad. Las sombras están presentes a cada paso; en ella junto a la invocación "Señor, Señor", también se encuentra la desobediencia a la voluntad del "Padre que está en los cielos" (7,21-23). Frecuentemente, ante el crecimiento de la iniquidad, la práctica de la mayoría de sus integrantes se hace contraria a la caridad (24,12).
A esta comunidad en que se reunen "malos y buenos" (22,10) Mateo recuerda que hay caminos que conducen a la perdición (7,13-14). El evangelista busca reavivar una caridad que se extingue y lo hace colocando a la comunidad frente al juicio divino al que también ella está sujeta (22,11-14).
3.2.2. La práctica de la justicia: Jesús y los fariseos. El lugar central de los pequeños
El criterio de este discernimiento dentro de la Iglesia es el mismo
que ha llevado a la condenación de Israel: la práctica de la justicia. Y para explicarlo, Mateo recurre a la actuación terrestre de Jesús en confrontación con sus principales adversarios: los fariseos.
Ya la estructura del Evangelio nos coloca ante esa perspectiva: Jesús
es aquél que, a diferencia de los fariseos que "dicen y no hacen" (23,3), ratifica su enseñanza con una acción en consonancia con la misma.
Por otro lado, las bienaventuranzas del sermón del monte encuentran
su antítesis en los ayes pronunciados en relación a los fariseos, que han descuidado "lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe" (23,23).
Mateo afirma en ese pasaje la vigencia de toda la Ley: ésto es lo que había que practicar sin descuidar aquello (Cf.5,18-19). Al discípulo se le recuerda la fidelidad a la Torah, una fidelidad mayor que la de los escribas y fariseos. Pero se trata de una Torah que debe entenderse desde las acciones de Jesús -"no he venido a abolir la Ley y los Profetas..." (5,17-18)-, y desde sus palabras en coherencia con ella -"venga tu Reino, se haga tu voluntad" (6,9)- (en ambos pasajes se usan los mismos verbos).
Toda la Torah se reinterpreta así desde una práctica transformada, la de Jesús, que es su intérprete y que envía a sus discípulos a enseñar "todo lo que yo os he mandado" (28,20). Por este motivo, "todos estos mandamientos" (5,19) del comienzo del sermón de la montaña, se transforman en "estas palabras mías" (7,24.26), las únicas que valen como fundamento de la vida.
Desde esta interpretación, la justicia que es necesario buscar se identifica con el Reino (6,33) y, por consiguiente, sale al encuentro de toda dolencia. En Mateo, pecado y enfermedad están en estrecha relación. La enfermedad simboliza al pecado, no lo castiga. Dicho de otro modo, la existencia de la enfermedad está indicando que el Reino aún no ha llegado. Por ello, "sanos y enfermos" son metáforas de "justos y pecadores" (9,12), y Jesús dirige su actuación al segundo miembro de cada par.
Jesús, en quien se hace presente el Reino, "salvará a su pueblo de sus pecados" (1,21) y, por consiguiente, su actuación de la justicia llevará las marcas de la compasión del Mesías-pastor (9,36) frente a la situación de abandono del pueblo producida por la apostasía de sus dirigentes.
Ya en los relatos del Evangelio de la infancia, esta compasión aparece como solidaridad con un mundo que sufre a causa de los poderes de la muerte. En la muerte de los inocentes se invita a compartir el llanto de Raquel. Jesús vive en el exilio y encuentra refugio en los confines de su pueblo como todos aquellos a quienes "busca matar" (2,13) el poder de Herodes o el de Arquelao que "reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes" (2,22).
En la vida pública, esta participación en los dolores se hace compasión activa frente a "toda enfermedad y toda dolencia" (4,23; 9,35). La compasión así entendida hace realidad la profecía del Servidor sufriente, recordada en Mt 8,17: "El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades".
Los fariseos, en nombre de la tradición, han anulado la palabra de Dios (Mt 15,6). No han comprendido el contenido central de la justicia porque no han aprendido "qué significa aquello de: Misericordia quiero que no sacrificio" (9,13; 12,7). La legitimidad de los dirigentes es puesta en cuestión porque no han atendido a la miseria económica, corporal y cultural de la gente.
De ello se deduce que no se trata de trasladar a la gente hacia un nuevo espacio, hacia el nuevo Israel, la Iglesia; sino que, como aparece en la escena del juicio, es la Iglesia la que es llevada hacia los desdichados donde puede encontrar el verdadero lugar del Evangelio.
El corazón del Evangelio reside en la predilección que tiene el Dios de Jesucristo por los más desprotegidos de este mundo y en esto consiste la fidelidad ética al designio salvador de Dios, la justicia del Reino.
Por ello, en la parábola de los viñadores, el Reino no se transfiere a los enviados por Jesús que, de este modo, serían constituídos como nuevos dirigentes. La nueva nación se construye desde un llamado generoso, cuyo modelo es el pueblo que andaba en tinieblas, las masas miserables de la Galilea de los gentiles, de uno y otro lado de la frontera, judíos y paganos.
El discípulo, entonces, está llamado ante todo a una comprensión obediente de las palabras de Jesús, llamado a unir también, como Jesús, la enseñanza y la práctica en su actuación de la misericordia. El único criterio para el juicio es el fiel cumplimiento de la Ley, en que el discípulo camina con Cristo y comparte su destino de inseguridad total en orden a implantar la misericordia en medio de un mundo inmisericorde.
Se exige así desprendimiento (5,3) y libertad plena (5,10), únicos
caminos de que se dispone para obtener en el presente la felicidad del Reino, ya participada por los discípulos (5,12) y que, en el futuro, colmará los vacíos del mundo presente (5,4-6) y llevará a su plenitud la práctica de la justicia (5,7-9)
3.3. El Señor y su poder universal
3.3.1. Irradiación del Señor
En los versículos finales del Evangelio, el "con vosotros" (nosotros) de Cristo (Dios) está ligado con el poder universal que se le ha confiado. Este poder lo hace Señor de todos los pueblos y con él ha comenzado el Reino de Dios.
La promesa de Satanás, cuando en la montaña de la tercera tentación "le muestra todos los reinos del mundo y su gloria y le dice: 'Todo esto te daré...'", encuentra su realización por caminos totalmente diversos en la montaña de Galilea, origen y justificación de la misión cristiana.
En ella, la salvación se ofrece a todos. En la historia del centurión
de Cafarnaum no se pone ninguna condición previa; todos los hombres son llamados y el juicio determinará quiénes de verdad han creído y dado frutos.
El objetivo de la misión se define como un "hacer discípulos". Como aparece de la comparación entre Mt 27,57 y Mc 15,43, el Reino de Dios y Jesús pueden ser colocados en relación recíproca, en cuanto los discípulos son los que hacen la voluntad de Dios y, de esa forma se convierten en hermanos de Jesús.
De esa forma, adhesión a Jesús y discipulado cristiano constituyen una sola realidad. El llamado de Jesús no se dirige sólo a los que lo acompañaron sino a todo hombre.
Este hacer discípulos se convierte en un enseñar "todo lo que yo os he mandado". Cristo aparece aquí como único Maestro (Cf.23,8) que exige respecto a sus palabras la misma obediencia que exigía la voluntad divina en el Antiguo Testamento.
El hablar autoritativo de Jesús en todo el evangelio, la posición (sentado) en que lo efectuaba, el material de los "discursos", la transformación de las acciones a las que carga de finalidad didáctica hacen ver la importancia que concede Mateo a la enseñanza.
Pero esto implica que la Iglesia debe ser la continuadora de la enseñanza del Jesús terreno. 24,14 y 26,13 hablan de la necesidad de la proclamación "de esta Buena Nueva en el mundo entero" y que su contenido no puede ser otro que la predicación del Jesús terreno.
Con ello el término de Buena Nueva ha recorrido un largo camino desde el uso que del mismo hacía Pablo cuando con él designaba la proclamación de la cruz y resurrección como hechos salvíficos. Marcos había incluído el destino del Jesús terreno. Mateo le asignará el sentido de "la predicación del Jesús terreno".
Esta búsqueda de precisión del contenido de la enseñanza de Jesús lleva a Mateo ampliar las fórmulas de Mc 1,39 y 6,6 con el "evangelio del Reino" (4,23; 9,35)
A través de esta enseñanza la irradiación de Jesús llega a todas las gentes.
3.3.2. Universalismo que no olvida la encarnación
El rechazo Israel, ha hecho, como hemos visto, que la predicación de Jesús que se había limitado a actuar inicialmente con los integrantes de su propio pueblo (4,23; 9,35) y que había indicado lo mismo a sus discípulos (10,6), trascienda los límites de su nación. Sin embargo, junto a este motivo, el evangelista señala otro no menos importante: el dolor de la humanidad impulsa a Jesús a salir al encuentro de la miseria universal.
El mismo Jesús ha dado el primer paso hacia esas gentes en la transición que ocupa la parte central del Evangelio: ello se ha realizado en el episodio de la cananea y en la segunda multiplicación de los panes realizada en favor de los paganos (cf. 15,31). La simetría que ella tiene con la primera multiplicación nos orienta a descubrir la participación del pan entre judíos y paganos.
La vida común de ambos grupos podía verse dificultada por las prescripciones alimentarias y por el sábado. Frente a estos dos preceptos Jesús recurre a Oseas como forma de fundamentar el universalismo de la misericordia. La doble multiplicación enseña que ritos y sacramentalidad adquieren su significación en la verdad de las relaciones humanas que trascienden al sólo individuo.
Sin embargo, se da en Mateo una fidelidad absoluta a la herencia de Israel. Los escribas de la comunidad de Mateo aseguran el lazo entre Israel y los tiempos nuevos (13,52). Mateo concluye con esta afirmación la enseñanza parabólica en que por dos veces se ha remitido al Antiguo Testamento (13,14.35). Las citas de cumplimiento, la necesidad de cumplir las prescripciones mosaicas (8,4; 17,27).
Con todo ello, aparece un universalismo que parte de la fidelidad a su pueblo, que vuelve a él y que sale al encuentro de los otros pueblos para ofrecer lo mejor de sí mismo.
Esta salida se realiza en el desempeño de la función del Servidor sufriente "que anunciará el juicio a las naciones" (12,18) y en cuyo "nombre pondrán las naciones su esperanza" (12,21).
CLAVE CLARETIANA
EL SERVICIO A LA JUSTICIA
Claret vivió con pasión su etapa de aprendizaje de la técnica de la industria textil en Barcelona. Cuando su vida parecía ya haber tomado una orientación clara y definida, le sale al encuentro la Palabra: "En medio de esta barahúnda de cosas, estando oyendo la Santa Misa, me acordé de haber leído desde muy niño aquellas palabras del Evangelio: ¿De qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si finalmente pierde su alma? Esta sentencia me causó una profunda impresión... fue para mí una saeta que me hirió el corazón; yo pensaba y discurría qué haría, pero no acertaba" (Aut 68). El proceso que comienza en este encuentro con la Palabra le llevará a Claret a dar una orientación totalmente nueva a su vida: la evangelización será ahora su pasión. "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6,33).
La evangelización misionera es nuestra vocación específica en la Iglesia. Una tarea que tiene múltiples dimensiones. La acción por la justicia es una de ellas. Como nos dicen la Evangelii Nuntiandi y el documento del Sínodo de los Obispos de 1971, la acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presentan claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación total de toda situación opresiva (cf. E.N. 30-38; Sínodo de 1971, Introducción).
Por ello, el último Capítulo General nos exhorta a "iluminar y promover las iniciativas que abren caminos al Reino de Dios por la proclamación de la fe, la vivencia del Evangelio, la defensa de la vida, la justicia, la solidaridad y la paz, colaborando así en la instauración de un orden internacional más justo" (SP 10.1).
La lectura del Evangelio de Mateo, desde una óptica misionera claretiana, nos alerta sobre esta dimensión fundamental de la evangelización: ¿Qué significa hoy, para nosotros como evangelizadores claretianos, asumir la palabra de Jesús que dio una orientación completamente nueva a la vida de Claret?
CLAVE SITUACIONAL
1. La justicia y el Reino. ¿Qué imágenes asociamos a estas palabras? Comenzamos sugiriendo algunas: el grano de mostaza, el árbol que da fruto, un rey que viene sobre un asno, un niño en medio, el más pequeño...hacia: las imágenes del poder. La justicia del Reino es también un hijo que no sólo muere, sino que es asesinado escandalosamente. ¿Y qué justicia? ¿la que reparte igual entre desiguales? ¿la que sabe reconocer y valorar la diversidad? ¿la que reconoce a todos el derecho a tener acceso a lo que sirve para vivir? ¿Hay lugares, tiempos, personas y procesos que anticipan las palabras: "misericordia y verdad se encontrarán, justicia y paz se besarán"? ¿La historia está recorrida por procesos de justicia? ¿Cómo "revela" el cada día de cada uno la justicia del Reino?
2. La presencia de Dios en la historia: cómo se manifiesta hoy el Emmanuel. El Reino llega donde se practica la justicia. Busquemos estos signos de su presencia más allá de los límites de la Iglesia, en las experiencias locales e internacionales, expresando así una verdadera catolicidad.
3. La memoria de las raíces. Es un problema crítico no sólo ligado a las nuevas generaciones, sino a todas: el de releer la praxis de las primeras comunidades, de su fundador, del largo hilo de fidelidad de Dios con el quehacer humano. ¿Cómo transmitimos esta memoria? La transmisión de esta memoria que hace hoy la Iglesia ¿es comprensible al mundo actual?
4. El desafío de las grandes ciudades. ¿Cómo ser un "corazón pensante" dentro de unas transformaciones de las que nuestras ciudades son el signo más monstruoso? ¿Qué espontaneidad y qué organización necesitan?
CLAVE EXISTENCIAL
1. Qué debemos hacer. No se trata de la lista de la compra y ni siquiera de un calendario que rellenar. La pregunta sintetiza el estar presentes y la ubicación para el cambio; el confiar en la Providencia y el realismo responsable con el que afrontar el día a día.
2. Cómo leemos la historia partiendo de los últimos. ¡Cómo cuesta a las comunidades poner en el centro de los proyectos a los pequeños! ¿Son ellos verdaderamente nuestra perspectiva y el criterio a la hora de elegir?
3. La misión universal, exigencia de la vocación claretiana. ¿Encuentran eco en nuestros corazones y en nuestras opciones misioneras las tensiones universales expresadas por el magisterio congregacional? ¿Es "normal" conjugar nuestra tarea particular con la universal?
4. Entre la tradición y el futuro, ¿qué nuevas síntesis se nos piden para colaborar en el crecimiento del Reino?
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial.
2. Lectura de la Palabra de Dios: Mt 18,1-20
3. Diálogo sobre el tema XI en sus distintas claves.
* Recordar lo que se ha indicado en el folleto PRESENTACION acerca del encuentro comunitario.
* Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial.
4. Oración de acción de gracias o de intercesión.
5. Canto final