Sinópticos IV
TEMA 4
LAS PARABOLAS
LIBRES DE TODO PODER DE DOMINIO
EXPERIENCIA DE JESÚS SOBRE EL MODO DE ACTUAR DE DIOS, SU PADRE
TEXTO: Los textos de las parábolas que se indican en el folleto.
CLAVE BÍBLICA
1. NIVEL HISTORICO
1.1. Cada parábola tiene su propia historia.
Es necesario entender, como punto de partida, que entre las parábolas que tenemos escritas en los evangelios y las parábolas que salieron de la boca de Jesús, media un largo y complicado camino. Desde el momento en que Jesús las pudo pronunciar para explicar las experiencias que él iba teniendo del acontecer de Dios, hasta el día en que fueron consignadas en cada uno de los evangelios, median varias etapas en las que cada parábola ha podido sufrir adaptaciones, arreglos, cambios, modificaciones, según la situación vital de la comunidad que terminó haciéndola suya. Para comprender la verdadera vida de las parábolas hay que comprender las etapas por las que cada una de ellas ha pasado hasta llegar a nosotros.
1.2. Primera etapa: la vida original de las parábolas.
La primera etapa en la vida de una parábola debemos ponerla en la misma vida de Jesús. Las parábolas fueron apareciendo lentamente, según las circunstancias por las cuales iba pasando su experiencia humana y religiosa. Jesús no pronunció las parábolas en una sala tarde, o en una sola semana, o todas a la vez. Cada una de ellas corresponde a una situación concreta y, por lo mismo, trata de responder a un interrogante, o de enfrentar un problema, o dar a conocer un nueva realidad o un nuevo matiz de lo que significaba la aparición del Reino de Dios en medio del pueblo. Lo extraordinario es que Jesús cumple esta tarea a partir de su propia experiencia. Por eso, el mejor medio para conocer las profundidades del alma de Jesús son las parábolas. Y puesto que Jesús en las parábolas nos está hablando de la acción de Dios Padre en su propia vida, en la del pueblo y en la de la sociedad (en esto consiste el Reinado de Dios), la referencia obligada de toda parábola debe ser el mismo Dios Padre. Es decir, en la situación vital original de cada parábola está subyacente el modo como Dios Padre actúa, transforma y cuestiona personas y sociedad. Es desde aquí que la parábola adquiere su realidad de símbolo, ya que trata de hacer lingüísticamente inteligible ese acontecimiento de suyo inenarrable que es la experiencia interior de Dios o de su actuar (su Reinado).
1.3. Segunda etapa: la vida de las parábolas en la tradición oral.
Todos sabemos que después de la muerte y de la resurrección de Jesús, sus enseñanzas y sus palabras quedaron en manos del pueblo que creyó en él. La fe, el amor y la admiración de este pueblo por su persona, como era natural, interpretaba sus hechos y sus palabras. Por eso era explicable que, frente a las parábolas de Jesús, su fe y su amor las aumentaran, recortaran, re-interpretaran, adaptaran etc. Por otra parte, sabemos que este pueblo creyente se reunía en comunidad, para hacer memoria comunitaria de esos mismos hechos y palabras. El culto entonces, por su parte, podía modificar también, según sus exigencias y su vitalidad, los dichos y hechos de Jesús. Como es obvio, el pueblo y la comunidad, en esta etapa, pudieron haber puesto la referencia cristológica de muchas parábolas, ya que ellos podían percibir el Reino de Dios como el actuar de Jesús Resucitado en su interior, así como Jesús lo había percibido como el actuar del Padre en su propia vida.
1.4. Tercera etapa: la vida de las parábolas en las fuentes escritas.
Las tradiciones orales, después de algún tiempo, fueron cristalizando en escritos, a medida que la predicación y, sobre todo la catequesis, se lo iban pidiendo. Consignar por escrito el pensamiento y las acciones de Jesús exigía revisar relatos llenos de las adherencias propias de lo que hasta ese momento estaba en boca del pueblo y de la comunidad. Así, como complemento de la tradición oral, se fueron formando, en diversas partes de la iglesia primitiva, fuentes escritas que purificaron y en cierta forma tecnificaron lo que, al estar oralmente vivo, no estaba sometido a ninguna ley de redacción. Este proceso fue lo que hizo aparecer en la iglesia las fuentes escritas que tanta influencia tuvieron en la redacción definitiva de lo que llamamos Evangelios, dentro de los cuales se encuentran las parábolas. Como ya lo sabemos, estas fuentes escritas tuvieron que modificar también a las parábolas, dentro de una lógica de adaptación del pensamiento de Jesús al contexto eclesial. Este contexto llevó a reinterpretar algunas parábolas como respuestas a necesidades o problemas de iglesia.
1.5. Cuarta etapa: la vida de las parábolas en la redacción de cada evangelio.
Los herederos del pensamiento de Jesús no eran personas sueltas. Todos ellos pertenecían a alguna comunidad cristiana concreta, ubicada en determinado sitio, enfrentada a determinados poderes, con necesidad de responder a determinados problemas y, sobre todo, compuesta de personas que tenían su cultura propia, a través de la cual miraban a Jesús. Llegó un momento en que algunas comunidades o iglesias locales sintieron la urgencia de releer a Jesús, desde sus propias culturas y circunstancias. Para satisfacer esta necesidad, echaron mano de todo lo que tenían a disposición acerca de Jesús: los testigos de los hechos que aún estaban vivos, las tradiciones orales que manejaba el pueblo y las fuentes escritas ya existentes. A todo esto le pusieron su propia interpretación, desde su cultura y sus circunstancias, y compusieron un género literario llamado "evangelio" a través del cual se contaron y le contaron a otras comunidades en qué había consistido la Buena Noticia que había traído Jesús al mundo.
1.6. El método hermenéutico que aplicaremos.
Cada una de las etapas anteriores tiene su propio nombre. Así, la etapa primera que daría cuenta de lo que realmente Jesús dijo, se llama técnicamente, Historia de las Formas originales. La etapa segunda, que da cuenta del papel de la tradición oral, se llamada Historia de la Tradición oral. La etapa tercera, que da cuenta de las fuentes que emplearon los redactores finales de los evangelios, se llama Historia de las Fuentes. Y, finalmente, la etapa cuarta, que da cuenta del papel de los escritores de los Evangelios se llama Historia de la Redacción. Nosotros trataremos de seguir, siquiera sea globalmente, el método de la Historia de las Formas. Haremos el esfuerzo por colocar todas las parábolas frente a Jesús y ubicarlas frente a su vida y frente a los planteamientos que él se pudo hacer, frente a sus experiencias vitales y profundas a medida que él iba viendo el accionar de Dios, el Reinado de Dios en su vida. La referencia, pues, que les daremos a las parábolas, según este método, es la del actuar del Padre celestial visto desde Jesús.
2. NIVEL LITERARIO
2.1. Saber tratar la parábola.
Para tratar debidamente la parábola, debemos partir de la narración (campo lingüístico), para de allí adentrarnos en el contenido simbólico de la misma (campo no lingüístico). La parábola es propiamente una "expresión simbólica" que tiene en cuenta lo literario, es decir, el elemento narrativo, como medio para penetrar en una realidad superior: la experiencia de vida de aquel que la narra.
2.2. La parábola como narración de vida.
La parábola siempre narra una experiencia de vida. Por eso ella toma la forma externa de un relato vivo, de acción, que pertenece a la realidad de la vida. La parábola nunca narra acontecimientos irreales, fabulosos o fantásticos. Narra hechos ocurridos o posibles de ocurrir. Jesús tomó el material de sus parábolas del mundo que lo rodeaba: del campo (sembrador, cizaña, trigo, mostaza, oveja perdida, nidos, pájaros, labrador paciente, lluvia...), de la vida familiar (mujer amasando pan, mujer barriendo, levadura, hijo pródigo, cena de fiesta, vestidos, anillo...), de la vida de pueblo (juegos callejeros, gente desocupada, contratos verbales de trabajo...), de los fenómenos naturales (nube que anuncia agua, viento del sur, higuera con brotes, tiempo de cosecha, campos blancos por el trigo...), de la gente real (constructores, bandos en pelea, finquero rico, siervo incansable, comprador de perlas...) y finalmente del acontecer social (ladrón nocturno, boda con doncellas, juez malo, viuda indefensa, administrador tramposo, salteadores de caminos...)
2.3. Qué no es la parábola.
Ordinariamente nos situamos frente a las parábolas, como ante unos ejemplos prácticos y vivos de catequesis, que le sirvieron a Jesús para embellecer o aclarar su doctrina ante sus oyentes. Y, en este sentido, admiramos su forma externa, pero no logramos superar el atractivo de lo exterior, incapacitándonos así de adentrarnos en el mundo interior de la misma. Así la parábola no dejará de ser una bella comparación sobre el Reino de Dios, una acertada metáfora del mismo, una clarificación de ideas, pero nada más. No pasamos del campo literario.
2.4. El mundo del símbolo.
Lo más personal -y por lo mismo lo más sagrado- que posee un ser humano es su propio modo de verse a sí mismo, de ver la vida, la historia y sus actores. Esta forma de verse y de ver el mundo y la historia, se llama cosmovisión. La cosmovisión es algo que en parte se hereda culturalmente y que se va completando y reforzando o que, por el contrario, se puede ir modificando, según la calidad de experiencias que interiormente se vivan. El mundo de las experiencias interiores y el esquema mental que ellas crean, forman el mundo simbólico interior. Este mundo simbólico interior, para poder darse a conocer, necesita expresiones simbólicas que sean capaces de llevar y manifestar toda la fuerza interior de la experiencia vivida. Por lo mismo, símbolo es el conjunto conformado por la experiencia interior y la expresión exterior que la manifiesta. "Symbolon" (palabra griega) significa "conjuntar". El símbolo es el único capaz de unir el mundo indecible o inenarrable del interior con el mundo comprensible del exterior. Es decir, es el medio único capaz de unir el secreto y privado mundo de las experiencias interiores, con el mundo de la expresión tangible, comprensible, literaria.
2.5. El símbolo y Jesús.
Si aplicamos lo anterior a Jesús, vemos que su interior se va llenando de experiencias de Dios de tal calidad, que él mismo no sabe cómo expresar lo que siente. Porque mientras sus compatriotas esperan un actuar de Dios (un reinado de Dios) que les devuelva el poder de dominio del Israel del tiempo de David, él siente que Dios actúa de diferente manera: despertando amor y misericordia respecto del pueblo empobrecido, humillado, oprimido, marginado; condenando y rechazando las formas pervertidas de explotar a este pueblo, tanto en lo económico, como en lo político y en lo religioso; y proponiendo un nuevo modelo de sociedad y de persona, totalmente contrarias a los de la sociedad dominante. Jesús es el símbolo del Padre, ya que él, en su humanidad, es la expresión más clara de la realidad profunda e inenarrable de la vida trinitaria de Dios Padre.
2.6. La parábola pertenece al campo del símbolo.
Si trasladamos la parábola al campo del símbolo, se nos abre un panorama amplio y rico para entender el verdadero y profundo significado de la misma. En este sentido, la parábola es la expresión externa lingüística a través de la cual Jesús nos revela su pensamiento y su postura frente al Reinado de Dios. La parábola es el medio a través del cual podemos captar el mundo interior inenarrable de Jesús. La parábola nos revela lo que Jesús vive, siente y piensa del actuar de Dios en su vida, en la de las demás personas y en la historia.
2.7. El género literario "parábola".
La parábola, pues, hace lo que ningún otro género literario logra: permite que el lector se adentre en lo más íntimo de Jesús y capte sus pensamientos y sentimientos más personales y hasta sus secretos acerca del actuar de Dios su Padre, es decir, acerca de su Reinado. Por lo mismo, la interpretación de las parábolas requiere cosas como éstas:
a) Debe partir del Reino o Reinado de Dios, entendido como el actuar de Dios. A Jesús lo iba admirando, impactando y desafiando el actuar de Dios, diametralmente opuesto al modo como actuaban los que manejaban el poder de dominio aquí en la tierra.
b) Cada parábola intenta destacar solamente un aspecto del actuar de Dios, es decir, cada parábola tiene un solo punto de comparación, dado por el símbolo principal de la narración. Ordinariamente lo más difícil de la parábola es saber encontrarle el punto central en torno al cual gira toda la narración parabólica.
c) Jesús no intentó darnos en una sola parábola todo lo que él sentía y pensaba del actuar de su Padre. Nos dio un solo aspecto. Jesús de Nazareth estaba sometido a la limitación de todo ser humano, en cuanto a abarcar o expresar la verdad total de Dios. La verdad de Dios y de las cosas se suele ir captando y expresando en procesos lentos de madurez.
d) Además del punto central, la parábola -por ser narración- trae otros puntos secundarios que tienen el objeto de darle viveza al relato, o de colaborar al realce del punto central. Ordinariamente estos puntos secundarios distraen del punto central. Si convertimos un punto secundario en punto central, desubicamos el significado de la parábola.
e) Cuando le damos a todos los puntos de comparación que tiene una parábola (al principal y a los secundarios) la misma importancia, y tratamos de darles explicación a todos, convertimos la parábola en alegoría, que es un género literario diverso.
f) Los puntos secundarios pueden servir para ampliar el significado, siempre y cuando los sepamos relacionar con el punto central, nunca al margen de mismo.
g) Algunas parábolas, por el manejo comunitario de las mismas, fueron readaptadas a los problemas y necesidades de la comunidad. Por eso no todas las parábolas conservan la forma pura en que fueron pronunciadas por Jesús.
h) Muchas parábolas de los evangelios terminan con un dicho de Jesús, añadido por la comunidad primitiva que readaptaba la parábola a sus circunstancias. A fin de reubicar la parábola en su posible contexto original, hay que desprenderla de estos dichos sueltos de Jesús que muchas veces fueron pegados artificialmente a la parábola.
i) Las parábolas no fueron pronunciadas por Jesús ni en un mismo tiempo, ni en un mismo lugar. Cada una de ellas tuvo su propio momento y su propio sitio. Es decir, cada parábola nació en un contexto particular social, espiritual, sicológico, temporal y geográfico.
j) No sabemos en qué orden las pronunció Jesús. Hoy sólo les podemos dar una especie de orden lógico o teológico. Nosotros las organizaremos en torno al Reinado de Dios.
k) En el breve comentario que vamos a presentar de las parábolas, trataremos de seguir el método de la Historia de las Formas: tratar de recuperar el contexto original de Jesús y del Pueblo Judío, para ubicar en el mismo a cada parábola y así recuperar su posible sentido original.
l) La expresión simbólica no está hecha para quedarse en ella, sino para emplearla como vehículo que nos adentre en el alma de quien nos la regala. No hacer esto es quedarnos a mitad de camino. Pero, al hacerlo, tenemos que estar convencidos de que estamos haciendo uno de los actos más sagrados de la exégesis, máxime si se trata de penetrar en el interior de Jesús.
2.8. A sus enemigos les hablaba en parábolas para que no le entendieran.
La frase anterior la encontramos en Mc 4,11-12 y su significado es obvio: si la parábola, en cuanto expresión simbólica que es, está hecha para penetrar en el alma de quien la pronuncia, ¿es posible que alguien entre con serenidad en el alma de su enemigo para comprenderlo y aceptarlo? En la medida en que esto no sea posible, la parábola se convierte en oscuridad, en campo de prohibición y, por lo mismo, en campo de mayor contradicción, en verdadero obstáculo de acercamiento. En realidad, era difícil que el alma comunitaria y fraterna de Jesús pudiera ser leída con objetividad y aceptación por un alma entregada al poder de dominio. Los menos capacitados para entender el alma de Jesús eran quienes ya desde antes no querían comprender su proyecto.
3. NIVEL TEOLÓGICO
PRIMERA PARTE: LA LLEGADA Y LA GRACIA DEL REINADO DE DIOS
EL ACONTECER DEL REINO: UN REVOLUCIONARIO MODO DE ACTUAR DE DIOS EN FAVOR DE LAS VICTIMAS DEL PODER DE DOMINIO
3.1. Algunas aclaraciones previas
3.1.1. ¿Qué es el Reino o Reinado de Dios?
Sigue siendo un desafío para la exégesis y, sobre todo, para la vida de la iglesia, el hecho de que la propuesta de Jesús, que es lo más sagrado e importante del N.T., esté formulada con la expresión ambigua de "reino o reinado". La historia la había cargado de elementos de poder de dominio. Jesús había recibido una herencia cultural y social que hablaba de "reino de David". El tenía la obligación de responder a esta propuesta, o de lo contrario nunca se hubiera podido ligar a las tradiciones de su pueblo. Pero, al mismo tiempo, tenía la obligación, de parte de su Padre, de modificar esa falsa esperanza, llevándola a su verdadero significado. Lo definitivo que Dios le ofrecía al pueblo de Israel y por su medio a todos los hombres y mujeres del mundo, no era de ninguna manera la restauración de una monarquía, sino la instauración de una sociedad que fuera regida por la fuerza comunitaria, fraternal, solidaria e igualitaria de la presencia de Dios.
3.1.2. ¿Reino o Reinado?
La palabra aramea "malkut" significa reino-reinado. Reino tiene un significado más bien pasivo, ya que para nosotros significa el lugar y las personas sobre las cuales el rey ejerce su gobierno. Reinado, en cambio, tiene un significado activo, ya que hace referencia directa al que ejerce la acción de reinar o dominar sobre algo o alguien. Si aplicamos esto a Dios, reinado de Dios significa la acción por la cual Dios domina, a través de su presencia transformadora, en las personas o en la sociedad.
3.1.3. Conclusión: un lenguaje parecido con significado diverso.
El pueblo del A.T. se había quedado esperando el Reino o Reinado de David, creyendo que Dios daría la cara por los intereses materiales de esa dinastía real y que era posible pensar en la reconstrucción del viejo reino de David, bajo la guía del poder de dominio de un descendiente del viejo monarca... Pero esto no correspondía ni a la mentalidad, ni al proyecto de Jesús. Jesús le hablaba al pueblo de que ciertamente había llegado el momento de un Reinado, pero no precisamente de un reinado de poder bajo un monarca poderoso y dominador, sino un reinado de fraternidad, igualdad y solidaridad, bajo la guía de Dios. Por eso, el esquema "Reino de David" lo cambia Jesús por el esquema "Reinado de Dios".
3.1.4. ¿Cómo acontece el Reinado de Dios?
Es obvio que el reinado de un poderoso de la tierra se debe dar bajo demostraciones cuantitativas de poder de dominio. Esta es precisamente la esencia de este tipo de poder. Un monarca que no tenga dichas demostraciones, pierde prestigio y corre el peligro de ser depuesto. En cambio, el Reinado de Dios es planteado por Jesús de diferente forma: se trata de un dominio que Dios va adquiriendo del corazón de cada ser humano y de la sociedad. Este proceso de toma de posesión de parte de Dios no se da ni se expresa en formas externas o cuantitativas de poder, sino en formas externas de fraternidad, de igualdad, de solidaridad y en esa forma interior, casi siempre secreta e inenarrable, de ir sintiéndose un ser humano nuevo y diferente, distinto del ser humano ambicioso, acaparador y opresor.
3.2. La esencia y la novedad del reinado de Dios
El Reinado que Jesús anunciaba era contrario
al modelo de sociedad reinante.
La forma como Jesús hablaba del Reinado de Dios era una verdadera novedad y, por lo mismo, una revolución. Y, como revolución espiritual y social que era, a unos los sacaba de quicio, mientras a otros les devolvía la esperanza. Jesús sabía que el gran atractivo de su propuesta de Reinado era precisamente su infinita diferencia con las estructuras del poder opresor reinante. En la medida en que su propuesta mantuviera clara esta diferencia, en esa misma medida su Evangelio sería liberador. Este era el gran aviso que Jesús daba a cualquier institución que en el futuro quisiera ser anunciadora de ese mismo Reinado. Quitarle esa novedad será inutilizarlo.
A. LA ALEGRE NOVEDAD DE SER Y DE SENTIRSE LIBRE
3.2.1. La inmensa alegría de los oprimidos: Los amigos del novio deben sacudirse la tristeza heredada (Mc 2,19-20; cf. Mt 9,15; Lc 5,33-39).
* El anuncio sorpresivo que Jesús le hacía al pueblo era que "el espíritu lo había enviado para anunciar a los pobres la Buena Noticia" (Lc 4,18), la cual a su vez consistía en que los cautivos recuperaban su libertad, los ciegos su vista, los oprimidos se liberaban de su opresores y los endeudados eran beneficiados con una amnistía general que les permitía volver a gozar de sus bienes (cf. Lc 4,19). La situación de los pobres no era la mejor. Además de no tener de qué vivir, eran marginados por la oficialidad religiosa, ya que pertenecían a ese grupo que por no practicar la ley, vivía en impureza legal, en la imposibilidad de entrar en contacto con Dios en su templo. Con su "Buena Noticia para los pobres" (Mt 11,5), Jesús les abría a todos los oprimidos y marginados por la oficialidad, la puerta de la alegría. Y lo hacía sin permiso de la Ley, ni de la oficialidad de templo que la interpretaba y manejaba.
* Para justificar la alegría que debía acompañar a sus seguidores, más allá de los enredos de la ley, Jesús daba esta única razón: precisamente por ser pobres y oprimidos, eran "los amigos del novio". Jesús hace alusión a los textos nupciales del A.T. que habían expresado la promesa de Dios de desposarse con su pueblo (Os 2,16-22). Ese desposorio lo estaba realizando por medio de Jesús, que no se avergonzaba de los pobres. Y ésta era precisamente la alegría que nadie podía arrebatarle al pobre: la de sentirse, en Jesús, el amado del Padre. Y era este Dios, su esposo, quien lo liberaba del Poder de la Ley que se había adueñado hasta de su alegría. Ya no había razón para que este pueblo se entristeciera, es decir, se entregara de nuevo a las amargas exigencias de la ley para buscar a Dios, su esposo. Sentirse libre frente a la carga pesada de la ley, y por autorización del mismo Dios, debió ser de una alegría inmensa para el pueblo marginado por esa misma ley. Sólo cuando al pueblo le lleguen a quitar su esposo, es decir, cuando pierda su libertad frente a la ley, entonces volverá otra vez a las tristezas del legalismo y se convertirá en un ser enfermo, sin la alegría de vivir la libertad.
B. LA NOVEDOSA FORMA COMO DIOS ACTÚA: EN CONTRA DE TODO PODER DE DOMINIO
3.2.2. Dios actúa donde actuaba el maligno, sin hacer alianzas con él: No importa que este Maligno sea fuerte y poderoso (Mc 3,23-27; Mt 12,25-29; Lc 11,15-22).
* El contexto original de esta parábola era el pesimismo frente a fuerzas del mal, identificadas como Sanedrín, corte de Herodes, grupos sociales y poder romano. Estas fuerzas controlaban y empleaban contra el pueblo el poder del dinero, de las armas, de la autoridad, de la cultura. Además, los jefes judíos tenían vendidos a los romanos sus principios religiosos, esperando, en recompensa, participación en el poder político, a través del Sumo Sacerdocio. Creían que no era posible sobrevivir sin hacer alianzas secretas con algún grupo de poder. Creían que Jesús hacía lo mismo que ellos: que estaba vendido a algún poder maligno que le otorgaba su fuerza.
* Jesús trató de explicar que el Reino o Reinado de Dios que él anunciaba era todo lo contrario. Era destronar y dominar al Maligno o a los poderes de dominio que, si estaban instalados en la sociedad, era porque también lo estaban en el interior de las personas. Y esto se lograba por la presencia del Padre Celestial. El hombre fuerte o Poder Maligno que hasta entonces dominaba, era ahora dominado, atado y saqueado por otro más fuerte. Se trataba de la fuerza arrolladora del Padre Celestial, que Jesús palpaba en su propia vida y en la de la gente buena que lo rodeaba. Era una fuerza capaz de dominar y destronar en el interior al Maligno, una nueva fuerza que empezaba a demostrar que era posible invadir y apoderarse de lo que se creía era territorio propio del Poder de Dominio, es decir, del Maligno. Se equivocaban quienes creían que Jesús tenía su conciencia vendida a algún tipo de poder.
3.2.3. Dios actúa en calma y silencio, sin apocalipsis destructores: La levadura tiene un secreto para hacer crecer la masa (Lc 13,20-21; Mt 13,33).
* La religiosidad popular, cuando está al servicio de una mentalidad de poder, reviste también de poder y de grandeza las manifestaciones de Dios. La gente del tiempo de Jesús estaba dominada por una mentalidad religiosa apocalíptica, según la cual Dios se debía manifestar a través de formas terroríficas, para destruir a los que no guardaban su ley. Esta mentalidad quería construir la historia a base de intervenciones directas, espectaculares y unilaterales de Dios, sin el concurso del ser humano. Jesús, en cambio, palpaba cómo Dios actuaba en él y en mucha gente del pueblo, de una manera silenciosa, aunque efectiva. Puesto que se trataba de un acontecer de Dios en el interior de cada uno, no había que esperar que ese hecho acaeciera en ruido y poder destructor, sino en silencio, pero con fuerza transformadora.
* Jesús quiso expresar el actuar silencioso y transformador del Padre por medio de la acción callada, escondida y efectiva de la levadura fresca en la masa. El Reinado de Dios ya estaba en acción. El Padre Celestial actuaba en el interior de Jesús y de todos los que creían en él, aunque muchos no lo vieran, o aunque muchos lo quisieran ver de otra forma. La parábola añade circunstancias que enriquecen el significado central de la misma: habla de una mujer, comparando el modo de trabajar de Dios con el modo humilde y callado de trabajar de una panadera. Es que a Dios Padre le gusta actuar a través de lo más humilde, sencillo y oprimido de la sociedad. Es decir, Dios toma la dimensión de lo pequeño. Habla también la parábola de una espera: "hasta que" fermentó todo. La acción transformadora y silenciosa de Dios no puede estar cronometrada como nuestros proyectos humanos de poder.
3.2.4. Dios actúa libre de mediaciones dominadoras: Las plantas crecen por la fuerza de la tierra, no por el poder del sembrador (Mc 4,26-29)
* El judaísmo había logrado convertir la ley en poder de dominio. Esto significaba que la salvación no dependía directa y exclusivamente de Dios, sino del cumplimiento de normas. Y las normas , a su vez, dependían de los jefes que las interpretaban y manejaban. Así se llegó al círculo de muerte del legalismo, en el que prácticamente se prescindía de Dios. Según Jesús, la clave para que una semilla fructifique no está ni en el labrador, ni en la misma semilla, sino en la tierra que le da, por sí misma ("automáte") la posibilidad de dar fruto.
* En la parábola, quien representa la acción de Dios es la tierra que alimenta la naturaleza. Aquí Jesús nos da a conocer el gran respeto que él tiene por los procesos que Dios inaugura en el interior de las personas. Dichos procesos no dependen del control de la ley ni de sus intermediarios. Estos cumplen su papel y nada más. No se les debe absolutizar. La parábola habla de que hay "un hombre que echa la semilla". Con esto pone en su puesto la mediación humana: el ser humano, sea quien sea, será siempre un simple sembrador y no quien le da la vida a la planta. Habla también la parábola de dos ritmos de vida: mientras el sembrador "se acuesta y se levanta y así día tras día", la semilla pasa "de hierba a espiga, de espiga a grano maduro, y de grano maduro a cosecha". Al ser humano lo limita su propia necesidad; más allá de él hay Otro que le da la vida interior a los seres.
3.2.5. Dios actúa inquietando a los tranquilos: El Reino, sorpresa exigente para los tranquilos... (Mt 13,44)
* El pueblo judío, que había crecido en la práctica de la ley y al que se le había enseñado muchas veces el valor absoluto de la misma, podía caer fácilmente en la creencia de que la ley lo era todo y de que fuera de la ley no se debía esperar ninguna sorpresa espiritual. El acontecer de Dios estaba monopolizado por el legalismo. En cambio, frente a este contexto legalista, ya Jesús había comprobado que el Padre Celestial estaba abriendo otro camino, revelándose fuera del ámbito oficial y relativizando, por lo mismo, a toda la estructura legal existente, pervertida por haberse entregado al poder de dominio.
* Jesús comprobaba que, por su predicación, había personas que descubrían la presencia de Dios en su interior, como si alguien, caminando descuidado, se encontrara de repente un tesoro. Y veía cómo el Padre actuaba en el interior de gente llena de bondad, que era capaz de dar lo que era y tenía por la causa de la misericordia. Y esto era como si el que se había encontrado el tesoro fuera y lo entregara todo, con tal de adquirir dicho tesoro. La parábola añade que el tesoro estaba "escondido". Esta era una alusión directa a lo que se estaba dando con la llegada de Jesús y que no había sido descubierto por el A.T., dado que éste se había entregado oficialmente al poder de dominio. La indicación de que el tesoro "fue escondido de nuevo" por quien lo había encontrado alude a que la gran verdad espiritual del N.T. (hay que entregarlo todo, hasta la propia vida, por la causa del Evangelio) no es descubierta por todos; lo logran sólo quienes la valoran como algo que hay que conseguir al precio que sea.
3.2.6. Dios actúa respondiendo a los inquietos: El Reino, también respuesta exigente para los que están en búsqueda... (Mt 13,45-46)
* Jesús fue una persona en búsqueda: su viaje al Jordán, el abandono de su patria y de su gente, y la petición de bautismo, no pueden ser interpretadas de otra forma. Como él, también había otros en búsqueda: los que se retiraban de la sociedad, descontentos por su sistema (los esenios), los que escogían el camino de la violencia para hacer justicia por su propia mano (los zelotas), los que se iban detrás de profetas que convocaban a un bautismo de conversión (movimientos bautistas). Había gente descontenta con la injusticia que se vivía. Jesús experimentó en él y en otros que el Reinado de Dios se daba en su interior, como respuesta a su búsqueda. Esta era la experiencia que él quiso trasladar a la parábola: el Reinado de Dios también acontece como respuesta a los caminos de búsqueda y de descontento que se tienen.
* Pero, aunque el Reinado de Dios podía ser respuesta a una búsqueda sincera, su exigencia era radical: hay que entregarlo todo para adquirirlo. El Reinado de Dios era y será siempre eso: una nueva forma de ser interior, adquirida por el desprendimiento de todo poder de dominio. El mercader de la parábola estaba buscando perlas "de calidad" y finalmente encontró una de esta clase. El Reino es comparado con esa piedra de máxima calidad que lleva a desprenderse de todo para adquirirla. No se trata de incorporar los propios egoísmos a la causa del Evangelio. Se trata de abandonar todo poder de dominio e inaugurar un proyecto totalmente diferente, que sea de igualdad, solidaridad y fraternidad.
C. LA NOVEDAD DE NO ADAPTARSE AL LEGALISMO HEREDADO
3.2.7. El reinado de dios no es reformismo: Lo nuevo siempre entra en conflicto con lo envejecido (Mc 2,21-22; cf. Mt 9,16-17; Lc 5,36-39).
* Las estructuras sociales del tiempo de Jesús, de las cuales hacían parte los diversos grupos judíos, estaban todas contaminadas de relaciones de poder. Saduceos, Fariseos, Esenios, Zelotes y Herodianos, todos tuvieron que ver con Jesús; posiblemente cada uno quiso captarlo para su lado. Todas las instituciones asediaban a Jesús para camuflarse con su propuesta y así poder prolongar sus propias ventajas. Pero, Jesús mantuvo clara su posición y uno a uno los fue decepcionando. Jesús no quiso apoyar el Reinado de Dios en ninguna de las estructuras socio-religiosas existentes. Sabía que él y su proyecto no tenían nada que ver con estructuras de poder, así como un vestido nuevo no tenía nada que ver con otro envejecido, o un vino nuevo con un depósito de vino ya deteriorado por el uso. Si lo nuevo se ponía al servicio de lo viejo, ambas realidades corrían el riesgo de estropearse.
* El Evangelio no era una reforma de instituciones envejecidas, sino un planteamiento nuevo. Nada de lo que tenía sabor o realidad de poder de dominio era saneable por el Evangelio. Si se trataba de vivir el Evangelio desde alguna de las estructuras de poder, lo único que se lograba era desacreditarlo, echar a perder su fuerza transformadora y entrar en conflicto continuo con lo envejecido. La imagen del vino nuevo y del vestido nuevo dejaban claro que el Evangelio debía mantener su independencia, sin contaminaciones, sin alianzas que lo arruinaran. Las instituciones entonces existentes eran para Jesús odres viejos sin resistencia y vestido viejo sin consistencia. Evangelio y grupos de poder eran incompatibles: uno al otro se destruirían.
3.2.8. El reinado de Dios no es falsa radicalidad: No se debe pretender lo imposible: que haya sembrados sin maleza (Mt 13,24-30).
* Los grupos de poder del tiempo de Jesús estaban todos contaminados de falsa radicalidad. Los unos -Fariseos y Esenios- eran separatistas: les costaba convivir con quienes ellos creían impuros. Los otros -Saduceos, Herodianos y Zelotes- eran grupos eliminadores: o mataban a quienes amenazaban su poder (el poder del Sumo Sacerdocio de los Saduceos... el poder de la monarquía de los Herodianos...), o eliminaban a quienes fueran contrarios a sus planes de conquista del poder político por las armas (los Zelotes). La experiencia que tenía Jesús de la acción de Dios era totalmente contraria a esta falsa e injusta radicalidad. Jesús sabía que Dios acontecía sembrando respeto por el otro y creando paciencia para con aquellos que no tenían la calidad que alguien creía deberían tener. El fruto del acontecer de Dios en Jesús era su mentalidad pluralista, contra el fanatismo y la violencia de la mentalidad separatista.
* El trigo y la cizaña que crecen juntos era la mejor expresión de que la propuesta del nuevo ser humano y de la nueva sociedad que quería Jesús debía realizarse bajo la convicción de que la realidad tangible del mal será compañera inseparable de la historia de salvación. Llamamos la atención sobre "el enemigo" que siembra la cizaña y que nos indica que Jesús no trataba de ignorar la existencia del mal. Esto hubiera sido candidez e infantilismo. De lo que se trataba era de no ir a confundir semilla buena con semilla mala. Dividir la humanidad entre buenos que hay que salvar y malos que hay que condenar, ha costado equivocaciones irreparables que la historia sigue aún lamentando.
3.2.9. El Reinado de Dios no consiste solo en dejar de hacer el mal: Los demonios expulsados que regresan a su casa (Lc 11,24-26; cf. Mt 12,43-45).
* El pueblo se había acostumbrado a una moral mínima, la moral del "no" (no hacer esto, no hacer aquello...). Lo cierto era que con esta moral del menor esfuerzo no se había logrado ni contener ni destruir las codicias que engendraban a los poderes del mal. Contentarse sólo con no ser malo es una moral del vacío. Creer que se es bueno por el solo hecho de no ser malo es un engaño. Jesús trata de ridiculizar esta moral, creando la curiosa parábola de los siete espíritus expulsados que vuelven a su antigua morada porque la ven vacía. La lección era clara: el Reinado de Dios no acontecía por limpieza, sino por transformación. Y limpiar no era transformar.
* La mentalidad legalista seguía haciendo estragos en el pueblo, pues la fidelidad a la ley, entendida sólo como no quebrantamiento de normas, se había constituido en argumento para mantener las viejas estructuras. Y lo que había que hacer era no tanto expulsar demonios, sino llenar la casa con otro huésped, llenarla de solidaridad, igualdad y fraternidad que no permitiera que fuera de nuevo habitada por el poder de dominio y sus múltiples expresiones. La tarea principal que definía el Reinado de Dios, según Jesús, no era tanto combatir el mal evitando cometerlo, sino construir el bien, multiplicando solidaridad, construyendo igualdad, demostrando concretamente fraternidad. Jesús veía que muchos buenos judíos pasaban su vida limpiándose de impurezas, quedándoles poco tiempo para construir la justicia.
D. LA NOVEDAD DE VALORAR LO QUE EL PODER DE DOMINIO NUNCA VALORABA
3.2.10. Dios sabe tomar la dimensión de lo pequeño: En la minúscula semilla de mostaza se encierra algo inmensamente grande (Mc 4,30-32; cf.Mt 13,31-32; Lc 13,18-19).
* El reinado de David, con su grandeza y poderío, era el modelo que absorbía toda la atención de los israelitas del tiempo de Jesús. Ellos esperaban y querían que el Mesías reconstruyera ese viejo poder de dominio. Para este tipo de mentalidad, herencia del pasado, sólo contaba lo grande y poderoso, con el agravante de que esta mentalidad se había convertido en la medida de todo juicio. Jesús reacciona contra este modo de ver la vida y, en una de las parábolas más simples y bellas de los evangelios, nos describe otra realidad. De una minúscula semilla brota la vida más exuberante: un árbol que ofrece y da cobijo a otros seres.
* Jesús sabía, por propia experiencia que, para que acaeciera el Reino, Dios había tenido que tomar la dimensión de lo pequeño, la dimensión del mismo ser humano. Y, desde esta pequeñez era que nacían las expresiones más bellas de solidaridad y de entrega a los demás. Bastaría oír de labios de Jesús esta parábola para quedar convencido de la opción de Dios por lo pequeño, por lo pobre: tanto como medida propia, como medida de su obra evangelizadora. Desde lo pequeño y, por lo mismo con lo pequeño, es como Él actuará en la historia. Pero, si tiene en cuenta lo pequeño es para transformarlo.
3.2.11. Dios se hace oferta para todos los rechazados, sin distinción: La red barredora abierta a toda clase de peces (Mt 13,47-48).
* El ambiente que se respiraba por doquier, era de exclusivismo o elitismo. Cada grupo ejercía su propia forma de poder: el orgullo romano, la sabiduría griega, el fanatismo judío, sus leyes de pureza legal... todo y todos excluían a los demás por ser diferentes, por no tener la supuesta calidad que el grupo o la institución exigía. Jesús insistía en decirle al pueblo que Dios no actuaba así y que quería una sociedad donde el elitismo, la segregación y la marginación desaparecieran. Dios era el primero que abría sus brazos de Padre para acoger a todos los rechazados. Se portaba como el pescador que, cuando quiere pescar toda clase de peces, usa una red barredora, de esas que recogen hasta la basura.
* El esquema mental heredado aceptaba, como lógica y natural, la distinción de clases en las diversas estructuras que conformaban la sociedad. Y aceptar la distinción de clases era aceptar la discriminación que ella comportaba. Este era uno de los frutos del sistema monárquico y del sistema religioso (templo y ley) puesto al servicio del mismo. Jesús contrariaba dicha mentalidad y quería que todos se portaran como hijos del mismo padre, con derechos iguales. Por eso acogía y reconstruía interiormente a todos los pecadores y marginados. Su conducta se apoyaba en la del Padre. Si él se portaba de esa manera, era porque su Padre ya se lo había enseñado. El, galileo de la periferia, laico, alejado de Jerusalén capital del poder religioso, era el primero en comprobar en su propia vida que el Padre Celestial contaba con los marginados.
3.2.12. Dios sabe correr el riesgo de los fracasados: El sembrador, a pesar de su fracaso, no deja de ser un buen labrador (Mc 4,3-8; cf. Mt 13,1-9; Lc 8,4-8).
* El comienzo de la vida pública de Jesús, debió de estar lleno de las expectativas y aún alabanzas de vecinos y extraños, de amigos e indiferentes. Pero la luna de miel de sus comienzos pasó. Y el Jesús de los aplausos y de las muchedumbres y de las expectativas, comenzó a experimentar las dificultades de sus planteamientos, la enemistad, el ataque, la condena y el abandono de muchos, hasta de su propia gente y de su propio grupo. La parábola del sembrador es una impresionante confesión del interior adolorido de Jesús. El instalar el Reinado de Dios en el propio interior y en la sociedad era un camino doloroso, lleno de fracasos. Había que sembrar mucho y fracasar mucho, para poder recoger algo.
* Era difícil perseverar y mantenerse en pie en un trabajo donde la condición normal era tener que perder, una y otra vez, a fin de lograr algo. El labrador que describía Jesús en la parábola tenía su mirada puesta en el rinconcito de la buena cosecha, por el cual medía su trabajo. La mirada puesta en la calidad de este rincón, le permitía sobrevivir moralmente ante el ruidoso fracaso del resto. Aquí se enfrentaban dos mentalidades: la que se apoyaba y buscaba lo cuantitativo, señal de poder, y la que se apoyaba y valoraba lo cualitativo, que ordinariamente carece de poder. Este será siempre el desafío del anuncio de la Buena Noticia.
E. LA NOVEDAD DE PREFERIR A LOS NECESITADOS
3.2.13. Mientras más necesitado, mayor posibilidad de ser agradecido: A mayor deuda perdonada, mayor amor sentido y demostrado (Lc 7,41-42).
* El legalismo (darle a la práctica de la ley un valor absoluto) había desplazado la necesidad del perdón de parte Dios, hacia la ley, cuya práctica era la que perdonaba los pecados. En este tipo de sociedad, el verdadero papel de Dios (salvar al ser humano) había desaparecido, así se le adorara y se le celebrara cultos diarios pomposos. Jesús se dirigió, una vez más, a este pueblo que no sentía la necesidad de un Dios que lo perdonara. Y frente al escándalo oficial de ver a publicanos y prostitutas acogidos, les hablaba de la inmensa gratitud que nacía en el interior de alguien cuando se sentía amado y perdonado, sin ningún mérito propio.
* En las personas que rodeaban a Jesús se estaba demostrando este principio: que el amor se hacía más palpable donde había habido mayor misericordia. Entonces, ¿por qué extrañarse de que fuera precisamente la gente más pecadora la que le demostrara a Jesús su amor y su gratitud sin límites? Es cierto que no deberíamos hablar de que "Dios prefiere al necesitado". Deberíamos más bien decir que Dios actúa en el ser humano que, por sentir su necesidad, está más abierto y disponible a la acción transformadora de Dios. ¿Quién está más disponible a la acción de Dios: el poderoso dominador o el empobrecido y oprimido?
3.2.14. Lo perdido necesita de un amor que lo busque: La mujer que busca su moneda porque la quiere (Lc 15,8-10).
* Ya vimos que una de las consecuencias del legalismo es que valora a la gente de acuerdo al cumplimiento de la ley. Quien no la cumpla es una persona sin valor. Para los legalistas del tiempo de Jesús, la sociedad estaba llena de esta clase de gente sin valor. No valía la pena dedicarles ni tiempo, ni atención, pues el que no cumplía la ley era simplemente un pecador, un desecho. Jesús con su conducta estaba pervirtiendo el orden de la oficialidad: le estaba dando importancia a los pecadores, a los desechos de la sociedad. Por eso la oficialidad del judaísmo se enfrentó a Jesús y lo condenó.
* En la parábola de la moneda perdida Jesús quiere dejar bien claro que precisamente buscar lo perdido, gastarle tiempo, salirle al encuentro, establecer relaciones con eso que no vale mayor cosa, todo eso es la gracia de Dios, porque todo eso es demostración de su amor que sólo el pecador demuestra hasta qué hondura puede llegar. Mientras el legalismo lleva al judaísmo a la desvalorización de lo perdido, el amor del Padre lleva a Jesús a ponerse en servicio de lo perdido. Con la presencia de la mujer en la parábola, esta búsqueda de lo perdido se llena de esa sensibilidad y de esa ternura que sólo la mujer sabe poner en las cosas que le llegan al alma. Jesús siente a su Padre lleno de esta comprometida ternura femenina.
3.2.15. La vida extraviada necesita que alguien la valore y no la deje morir: El pastor busca la oveja perdida, que tiene la vida en peligro (Lc 15,4-7; cf. Mt 18,12-14).
* El judaísmo oficial no podía disimular su amargura frente a Jesús. Les dolía verse suplantados por aquellos a quienes realmente despreciaban. La gran propensión de Jesús hacia los marginados por la oficialidad judía política y religiosa, hacía que los "oficialmente buenos" de la sociedad, los que actuaban conforme a la ley ("los legales") se sintieran desplazados. Ellos pensaban que Jesús, atendiendo a los sin poder, les estaba quitando el derecho a los que oficialmente lo tenían.
* La experiencia de Jesús respecto de su Padre no era la de un Dios excluyente. Todo lo contrario. El sabía que Dios se definía como Padre precisamente por salirle al encuentro a lo perdido, por hacerle oferta de amor al que estaba en la peor circunstancia. Dejar a las noventa y nueve ovejas para ir en busca de la perdida hasta encontrarla y entonces cargarla y alegrarse por su encuentro y participar a otros su alegría, ¿no era precisamente esto lo que hacía falta para que creyeran que Dios era verdadero Padre? Amar a la persona perdida no era dejar de amar a las no perdidas, sino garantizarles amor si llegaran a perderse.
3.2.16. El pecador necesitado patentiza la verdadera justicia de Dios: Dios se decide por un publicano ilegal en vez de un fariseo ortodoxo (Lc 18,9-14)
* El problema más grave del legalismo era el enorme daño que hacía en la espiritualidad de los que se dejaban atrapar por él. El poder de dominio se había apoderado de la ley y había hecho de ella una mediación no de gracia, sino de autoritarismo y de explotación. Todo quebrantamiento de la misma se constituía para el ilegal en desangre económico de purificaciones y sacrificios o en condenación y marginación. Los que se marginaban del sistema templario no pasaban de ser unos malditos que no conocían la ley (cf. Jn 7,49).
* A Jesús lo llenaba de tristeza y de rabia el ver cómo había gente a las que el manejo del poder religioso (representado en el fariseo) los volvía tan autosuficientes que eran capaces de dictarle al mismo Dios el tipo de relaciones que debía mantener con ellos: tratarlos como a santos que no necesitaban de su perdón, porque la práctica de la ley los santificaba. Pero también a Jesús lo consolaba y animaba ver cómo Dios se convertía en Padre bondadoso frente a un publicano que lo dejaba todo en sus manos: de su bondad de padre dependía el trato que, como Dios, quisiera darle, porque lo único que él imploraba era que le tuviera misericordia. Con esta parábola Jesús dejaba claro que el amor, la salvación, la gracia, dependían de la entera voluntad de un Dios que es Padre y no de las fórmulas o mediaciones de poder que los hombres se fabricaran, según sus intereses.
3.2.17. El hijo necesitado lleva a descubrir al padre genuino: El padre que sabe dar lo mejor a su hijo (Mt 7,9-11; cf. Lc 11,11-13).
* La oficialidad judía, al absolutizar la ley, había perdido en su interior todo sentimiento de filiación para con Dios. No había necesidad de sentirse hijo necesitado de un padre, si por la práctica de la ley se podía obtener lo que Dios daría como Padre. Para despertar de nuevo el sentimiento de filiación en el pueblo, Jesús recurre a su más honda experiencia de Dios: y compara el amor que como hijo ha experimentado de su padre terreno con el que ha experimentado de su Padre Celestial. Y da testimonio de que si como hijo recibió cosas buenas de su padre, las ha recibido mil veces mejores de parte de Dios.
* Jesús sabía que la paternidad humana estaba limitada por un modelo histórico, construido, en gran parte, a base de poder de dominio. Era el modelo de paternidad (que aún hoy seguimos) en el que el padre dominaba no sólo a los hijos, sino también a la madre, a la servidumbre y a todas las estructuras del hogar. Por eso añadió: "si ustedes, malos como son, saben dar cosas buenas a sus hijos"... Y con esto abría el camino para mirar al verdadero modelo de paternidad, que no debía ponerse en relaciones de poder, sino en relaciones de bondad, en base a una causa: la de la misericordia. Cuando alguien llega a absorber estos principios, ya no tendrá nunca temor de depender totalmente de las iniciativas que este padre realmente bueno le dicte en su interior, y estará pendiente de su voz, ya que sus iniciativas serán siempre de justicia y misericordia. Dios para Jesús era la mejor forma imaginable de ser padre.
3.2.18. Para sobrevivir se necesita tanto el amor del padre como la acogida del hermano: A la misericordia del padre para con su hijo extraviado le faltó la acogida del hermano resentido (Lc 15,11-32).
* Jesús no se cansó de denunciar los daños que el legalismo hacía en las personas. Uno de estos daños era crear personas resentidas. En la sociedad legalista que rodeaba a Jesús se establecían recompensas espirituales de acuerdo a los propios esfuerzos, sacrificios y méritos. Por lo mismo, quienes no se sacrificaran en el duro cumplimiento de la ley, no tenían derecho al amor, a la recompensa. Darle amor a quien no lo hubiera ganado, creaba el resentimiento en quienes se habían sacrificado para obtener dicho amor. Mostrar amor gratuito era ofender a los observantes de la ley.
* La pregunta que se hacía Jesús era: ¿Entonces, qué hacer con los hermanos y hermanas al margen de la ley? ¿Había que negarles el amor del Padre sólo por el resentimiento de unos hermanos legalistas? La parábola del Hijo pródigo respondía a esos interrogantes, con planteamientos como éstos: el hermano legalista y resentido, que no quería participar en la fiesta del retorno de su hermano arrepentido, impedía que se palpara en toda su amplitud, el amor que el Padre le ofrecía al hermano ilegal. El amor misericordioso de Dios (su gracia) quedaba de hecho contrarrestado, anulado, por la posición antifraterna del hermano legalista. Su resentimiento prácticamente era "una blasfemia" contra la esencia del Padre: ser misericordioso. Para que la sociedad del poder de dominio llegue a cambiar, no sólo hará falta la misericordia de Dios Padre que perdone el pasado, sino el amor del hermano que con su amor haga posible un presente y un futuro justos.
3.3. Las parábolas que revelan al Dios del amor gratuito, libre de todo poder de dominio
A. ¿QUÉ ES LA GRACIA?
3.3.1. Gracia es amar, más allá de los parámetros de la justicia humana: Los trabajadores descontentos por la paga recibida (Mt 20,1-15).
* Las relaciones que establecía el legalismo con Dios eran de paga, en razón de los méritos que se tenían. La tesis incansable de Jesús era, por el contrario, que las relaciones con Dios, que es Padre, se establecían por amor y no por méritos frente a la ley. Para Jesús gracia no era otra cosa que el amor gratuito que Dios le daba al ser humano, amor que no podía ser ni comprado, ni vendido, ni merecido, ni exigido, porque perdía su esencia: ser algo absoluta y libremente gratuito. Por eso, era la libertad de Dios frente a la libertad del ser humano la que mejor daba razón de la gracia. Y por eso también, lo más contrario a la gracia era el poder de dominio, cuya esencia está en la paga que justifica tanto lo que se da como lo que se recibe. Esta fue la razón de ser de la parábola del patrón que no respetó las leyes ordinarias de los contratos de trabajo, según la cual al obrero se le pagaba según las horas que hubiera trabajado.
* Con Jesús quedaba bien definido el comportamiento de Dios con el ser humano: Dios no se fijaría en méritos, sino en necesidad. Quien necesitara de su amor lo obtendría y no quien lo mereciera. Y los más necesitados de amor eran precisamente aquellos a quienes las instituciones marginaban, como indignos de la salvación. Si frente a Jesús no funcionaba el mérito, tampoco funcionaba el reclamo de los que se creían con derecho. Solamente funcionaba el libre amor o libre voluntad del Padre.
3.3.2. Gracia es amar sin los criterios del legalismo: Los invitados que se autoubicaron según su propio criterio (Lc 14,7-10).
* Los matices del legalismo son infinitos. Uno de tantos es la autojustificación, según la cual cada uno es dueño de su propia calificación, según el mérito que crea poseer. Porque, según los legalistas, lo que santificaba eran las propias obras y no la libre oferta de amor que podía hacer Dios. Jesús se daba cuenta, a partir de la misma experiencia de la vida, que éste era el criterio de su sociedad. Lo estaba comprobando en los invitados que se autoubicaban en los primeros puestos.
* Jesús sabía que el Reinado de Dios estaba llamado a realizar esta revolución: destronar la hipocresía del propio mérito, como el dueño de la boda destronaba a los invitados autosuficientes. De invitados de esta clase se había ido llenando su sociedad que había terminado siendo manejada por criterios de poder. El fruto de dejarse penetrar por los criterios de Dios sería la reubicación que dichos criterios harían de personas y de instituciones en la sociedad. Seguramente que muy pocas cosas quedarían en su puesto.
B. ¿QUÉ NO ES LA GRACIA?
3.3.3. La gracia no es fruto de recompensa: El amo que no quiere premiar a su sirviente (Lc 17,7-10).
* Otro efecto negativo del legalismo es el tipo de persona que genera: gente interesada, que no piensa en el valor de una causa a la que haya que entregarse sin medida, sino en el estricto cumplimiento de la ley de donde depende su premio. La mentalidad de Jesús era otra cosa: estaba absorbida por el valor de la causa de su Padre (la justicia y la misericordia) y su mayor premio era servir a esta causa.
* Jesús quería contagiar de esto a sus seguidores. Y en la parábola del siervo infatigable prácticamente resume su propia vida: como la del servidor que después de un trabajo (sembrar, arar), le viene otro (servir a la mesa). Y todo esto le parece natural, y no exige recompensa ni mejor trato, porque su causa es estar al servicio de su amo. En contra de la mentalidad de quien está al servicio del poder y que espera recompensa en esta misma línea. A quien está convencido de ser servidor de la causa de la justicia, no le extraña que esta causa le pida un servicio tras otro, ni que padezca carencias en su servicio. Él no es buscador de premios, sino simple servidor de una causa.
3.3.4. Al amor no lo consuma la ortodoxia, sino el compromiso: El hijo que respondió con hechos al llamado de su padre (Mt 21,28-31a).
* En el tiempo de Jesús, el legalismo solía poner a la ortodoxia como uno de sus pilares. Había creado una mentalidad centrada en la apariencia de las fórmulas. Como resultado de esto, se había llegado a tener unas instituciones y a tener mucho pueblo llenos de las apariencias de justicia, en fórmulas y ritos muy ortodoxos, pero sin vida, ya que no correspondían a ningún compromiso de cambio.
* Jesús sabía que frente a su Padre, que conocía lo secreto del corazón (Mt 6,4.6) y que no se dejaba engañar por apariencias, el hijo genuino era el que de hecho practicaba la justicia. La parábola de los dos hijos lo expresaba todo: las relaciones auténticas con Dios se establecían a base de compromiso. Las apariencias de obediencia (sólo palabras), no creaban relaciones genuinas. Ni el interior del ser humano, ni el interior de la sociedad se transformaban sólo con ritualismos y doctrina bien elaborada. La práctica de la justicia era la que convertía a personas, instituciones y estructuras.
C. GRACIA Y LIBERTAD
3.3.5. Sólo la propia decisión separa de la gracia: Los que se autoexcluyen del banquete por intereses personales de poder (Lc 14,16-24; cf.Mt 22,2-10)
* Jesús había tratado de comunicar con lealtad a su pueblo la oferta de amor y de reconciliación que le hacía el Padre Celestial. Sin embargo, la respuesta había sido negativa. Ninguna de las estructuras de poder y casi ninguno de los poderosos quisieron perder las ventajas obtenidas. Esto era lo que Jesús quería señalar en la parábola de los invitados: la gente no quería perder su seguridad económica ("compré un campo... compré cinco yuntas de bueyes"...), ni tampoco quería privarse de satisfacciones ("me casé" ...). Una sociedad que no quería perder ventajas tampoco realizaría nunca un cambio humanitario.
* La decisión de Jesús, frente a unas estructuras y unas personas irreductibles, era la de desautorizar su liderazgo. Así el pueblo despertaba su conciencia crítica frente a ellas y podía mirar hacia otra parte. Pero Jesús quería dejar claro que esta decisión no era arbitrariedad suya, sino una autodecisión de los mismos líderes, que no querían privarse de ninguna ventaja. Si el Reinado de Dios era de los pobres (de los inseguros, los insatisfechos) era porque los seguros y satisfechos se autoexcluían, por temor a perder ventajas. Por eso la fiesta de la parábola, por voluntad gratuita del amo, sería para el "deshecho" de la sociedad: "haz entrar aquí a los pobres y lisiados y ciegos y cojos... hasta que se llene mi casa".
CLAVE CLARETIANA
UNA PALABRA QUE LLAMA A LA CONVERSIÓN
Refiriéndose a los rasgos que deben caracterizar la "Nueva Evangelización" llevada a cabo por el claretiano, el documento del último Capítulo General nos dice: "Implica una fuerte llamada a la conversión, en el contexto de los signos de los tiempos" (SP 4.6). "Cambiar" para hacer realidad el Reinado de Dios en la persona que se abre al anuncio y, a través de ella, en la sociedad en que vivimos.
El P. Fundador, inspirándose en las tres negaciones de Pedro y en la mirada de Jesús que abrió su corazón a la conversión, escribe: "Conocí que yo había de predicar una y segunda vez y, al propio tiempo orar a fin de que el Señor se digne mirar con ojos de piedad y clemencia a los hombres y los haga temblar, y estremecer, y convertir" (Aut 697).
Suscitar una experiencia de Dios nueva y liberadora en el corazón de las personas, que sea capaz de hacerles sentir la inmensa ternura del amor del Padre y que, por ello, despierte en ellas el deseo irresistible de consagrarse a la realización del Reino, es la finalidad de la predicación claretiana. "Nuestro servicio misionero de la Palabra logra su objetivo, cuando suscita o consolida aquellas comunidades de fe en las que se celebra la Eucaristía y cada creyente se siente persona, vive solidariamente y actúa como evangelizador (cf. CC 47)" (SP 11).
CLAVE SITUACIONAL
La experiencia vital de Jesús sobre el Reino de Dios Padre, que vemos en las Parábolas, ha de hacerse en nosotros experiencia vital y servicio de la Palabra en las situaciones actuales de los pueblos u culturas. Para ello nuestra lectura vocacional de las Parábolas pide que contextualicemos en esas situaciones y en nuestra existencia, el modo de proceder del Dios de Jesús.
1. Ante el modelo de sociedad reinante. El Reinado de Dios que anunciaba Jesús, era contrario al modelo de sociedad reinante en su pueblo. ¿Sigue siendo el Reino del Dios de Jesús un proyecto de "Contraste" con nuestro modelo de sociedad? para verlo, nos dan luz los contrastes entre el modo de proceder en uno y otro reinado en tiempos de Jesús: reinaba (quien reinase) por el amor al "poder de dominio" que ata el corazón a las codicias, lo hace guardián de un legalismo opresor y excluyente, y somete las conciencias a la ignorancia y al miedo; el Dios de Jesús, en cambio, quería reinar por el poder del amor, liberando el corazón humano para el servicio y la creación de relaciones y estructuras solidaridad e igualdad fraternas... Con realismo comparemos el proyecto del Dios de Jesús y el modelo de sociedad reinante hoy donde vivimos: ¿En qué son semejantes; en qué son diferentes; en qué son contrarios?
2. Con los pobres y excluidos de nuestras sociedades. Hoy la riqueza se concentra, y se expande la miseria. El "Nuevo orden económico" neoliberal, trae un "saneamiento económico selectivo" que excluye de la vida a un tercio largo de la población del planeta. "Darvinismo económico" adobado con ciertas políticas antinatalistas. Si Jesús se sintió enviado a anunciar a los pobres y oprimidos la "novedad" del Reinado de Dios Lc 14,12; Mt 22, 2-10; Mc 2, 19-20; Lc 15, 11-32, etc) los discípulos del Hijo hemos de seguir ese movimiento de la misericordia del Padre. Para evangelizar como Él enumeremos quiénes son hoy en nuestros lugares de misión, los pobres olvidados y excluidos, los "pequeños", los "perdidos"...
3. Enfrentar hoy las fuerzas del mal, sin pretender "sembrados sin maleza". Con el tiempo y los lugares, cambian los contextos y cambian las mediaciones. Hay que identificar y enfrentar las fuerzas del mal como Jesús (Mc 3,23-27) hoy y en cada lugar. Donde pastoreamos ahora, ¿Cuáles serían los nombres propios de las fuerzas de las fuerzas y poderes que dañan la vida de la gente y obstaculizan el reinado de Dios? (Visualizar las varias culturas y religiones). ¿Cómo enfrentar esas fuerzas del mal, en favor de los "valores" del Reino? (¿Vemos en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia actitudes de esas que, según las parábolas, frente a nada y a nadie habríamos de usar?: "Fariseísmo" (Lc. 18, 9-14)), "legalismo", "doctrinarismos", reformismos que no liberan (Mc 2, 21-22), falsos radicalismos, fundamentalismos (Mt. 13, 24-30), etc. Hay parábolas que sugieren destruir el mal construyendo el bien (Lc 11, 24-26) y confiar en la fuerza de la bondad del Padre: ¿No sentimos, como Jesús, que esa fuerza actúa en nosotros y en mucha gente buena?; ¿cómo y en quiénes vemos que Dios actúa hoy así?
4. "Pros" y "contras" de hoy frente al estilo del Dios de Jesús. Varias actitudes configuran el estilo propio o manera propia de proceder Dios en la historia humana, según lo percibió y lo enseñó Jesús. Por ejemplo, 1) actuar no " a lo grande", sino discretos y con callada eficacia transformadora ("levadura", Lc 13,20-21; "semilla de mostaza", Mc 4,30-32) y "no pretender sembrados sin maleza" (Mt 13,24-30). 2) Vivir siempre "en búsqueda" (Mt 13,45-46) y "darlo todo" (Mt 13,44), pero sabiendo que Dios actúa mejor (Mc 4,26-29). 3) "Obras son amores..." (Mt 21,28-31) según la "necesidad" y por "gracia", nunca por "méritos" (Mt 7,9-11; 20,1-5). 4) Primero, los últimos (Lc 14,7-10 y 15,11-32; Mt 22,2-10). Con éstas u otras actitudes a la vista, piense cada uno (o converse la comunidad) los "pros" y los "contras" más generalizados hacia cada actitud, en la sociedad y ambientes donde nos movemos.
CLAVE EXISTENCIAL
1. Leer las parábolas como comunicación simbólica de la experiencia vital de Jesús, nos permite preguntarnos: ¿qué uso he hecho yo de las parábolas hasta hoy, para mi vida y en los ministerios?... ¿Qué usos puedo hacer captando en ellas la experiencia de Jesús sobre el Reinado de Dios Padre?
2. En la experiencia vital de Jesús, se fue fraguando el contraste entre el estilo de vida del Reinado de Dios y el que reinaba en su pueblo: ¿cómo se confrontan hoy en mi experiencia vital el estilo de vida del Reino de Dios y el de la sociedad de hoy?... ¿Qué hay en mí de uno y de otro estilo de vida?
3. La insistencia de Jesús en condenar el "poder de dominio", nos habla de la importancia vital de revisarnos como discípulos (personas y comunidades) sobre nuestros sentimientos y prácticas en el uso de los bienes, poderes, cargos, ministerios... ¿Va creciendo en mí (y en nosotros) el deseo y la práctica del "poder de servicio", contrario al "poder de dominio"?
4. ¿Cómo pasa mi comunidad claretiana la "prueba" de ser, en la sociedad de hoy, parábola de la igualdad, la fraternidad y la solidaridad de la vida del Reino?
5. Orar las parábolas; adentrarnos en la experiencia vital de Jesús contemplando con Él el "lugar" y el "estilo" de Dios en la historia humana; y revisarnos acerca de las actitudes básicas de esa "novedad", nos hace crecer en el proceso fascinante de la experiencia y el anuncio de la novedad del Dios de Jesús; un "alumbramiento" interminable del Espíritu...
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial.
2. Lectura de la Palabra de Dios: escoger una de las parábolas indicadas.
3. Diálogo sobre el tema IV en sus distintas claves.
* Recordar lo que se ha indicado en el folleto PRESENTACION acerca del encuentro comunitario.
* Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial.
4. Oración de acción de gracias o de intercesión.
5. Canto final