..... Contactar por E-Mail: luzdelahumanidad.es.tl@gmail.com
Luz de la humanidad
Buscando la luz...

Sal 42-72; 90-105





 





EMA 11:


CANTAD AL SEÑOR UN CANTO NUEVO

Textos: Salmos 42 - 72; 90 - 105

Texto para el encuentro comunitario Sal 98


 

CLAVE BÍBLICA

1.NIVEL LITERARIO

1.1. Géneros literarios

Hay tres grupos de salmos que, por su carácter "escatológico", pueden ser agrupados en una misma sección. En todos ellos es posible constatar una tensión hacia la plenitud bajo tres aspectos: la espera de una capital ideal (salmos de Sión), la realización definitiva del Reino de Dios (salmos de Yahveh rey) y la expectativa de un futuro ligado a un Ungido que pueda responder plenamente a los ideales de justicia y paz, exigidos a la monarquía (salmos reales).

Esta tensión hacia una plenitud futura coloca a la mayoría de ellos en el ámbito de la alabanza, al igual que los salmos estudiados en el tema anterior. Pero, a diferencia de éstos últimos, aquí la alabanza encuentra sus motivaciones en el futuro de la promesa y no en hechos de la naturaleza o de la historia pasada.

1.1.1. Cantos de Sión

En el versículo 3 del salmo 137 se menciona a los cantos de Sión como cantos de alegría que los opresores solicitan de los desterrados y que éstos se ven imposibilitados de cantar por su situación actual. Las características gozosas de estos cantos de Sión brotan de la presencia de Yahveh en la capital del Reino y se manifiestan claramente en los salmos 46; 48; 76: 84; 87 y 122.

Dentro de una estructura que varía de salmo a salmo, este fuerte sentimiento de alegría está dirigido a exaltar el significado de la capital y de su santuario en la vida del pueblo: Yahveh ha creado un ámbito de salvación para el pueblo y se ha ligado a aquellos espacios, a los que ha hecho lugar de su reposo y residencia. Dicha presencia sirve para asegurar y confirmar la confianza del pueblo, para el que la ciudad capital es meta de peregrinación.

Esa confianza se traduce en sentimiento de seguridad frente al ataque de los enemigos, y se convierte, en los momentos de crisis, en fuerza inquebrantable de supervivencia frente a las amenazas de éstos.

De este modo, en el ámbito litúrgico, en el que estos salmos tienen su origen, se anticipa la centralidad de la capital y su santuario en el designio salvífico de Dios respecto a Israel y a todos los pueblos.

1.1.2. Himnos de Yahveh Rey

Los salmos 47; 93 y el bloque de los que van del 96 al 99 tienen por objeto fundamental la aclamación de la realeza de Yahveh sobre todos los pueblos de la tierra. En la mayoría de ellos dicha aclamación se expresa por la frase: "Yahveh es rey" (93,1; 96,10; 97,1; 99,1), aunque puede revestir también otras expresiones: "el rey Yahveh" (98,6), "rey es Dios" (47,8).

Se celebra en estos himnos una verdadera entronización de Yahveh como juez y rey de Israel en primer lugar, pero también de todos los pueblos. Probablemente estos salmos estaban relacionados con una fiesta litúrgica determinada y tienen contactos con la Buena Noticia del Segundo Isaías (Is 40-55).

1.1.3. Salmos reales

Los salmos 2; 18; 20; 21; 45; 72; 89; 110 y 132 pueden ser agrupados bajo el título de salmos reales o mesiánicos, en cuanto su preocupación fundamental reside en torno a la figura del monarca israelita. La diversidad de situaciones que afectan a éste explica la notable diferencia que separan a los salmos de este tipo, entre los que encontramos himnos, súplicas y acciones de gracias. Sin embargo, todos ellos tienen en común el mismo origen cortesano que marca su vocabulario y sus temas.

Particularmente, algunos de estos salmos hacen mención de la figura de David como prototipo de la monarquía sudista (72,20; 89,4.21.36.50; 132,10.11.17), y en ellos aparece frecuentemente consignada la promesa de Natán a la dinastía davídica (2,6-7; 45,7; 89,4-5.20-38; 132,10-12).

1.2. Vocabulario

Entre el vocabulario común a los tres grupos de salmos resalta, en primer lugar, el sustantivo "Rey" referido a Yahveh (47,3.7.8; 48,3; 89,19; 98,6; 99,4) o al jefe de la monarquía terrestre (2,6; 18,51: 20,10; 21,2.8; 45,2.6.12.15.16; 72,1).

Otro término que se encuentra en todos ellos es "poder-poderoso", atributo de Yahveh cuyos efectos se hacen sentir en el rey terreno, en Jerusalén, la capital del Reino, y en todos los confines de la tierra (21,2.14; 46,2; 84,6; 89,11.18; 93,1; 96,6; 99,4; 110,2; 132,8). El efecto más importante de este poder es la seguridad de contar con una "fortaleza-baluarte", espacio de paz que coloca a salvo de los enemigos (18,3; 46,8.12; 48,14). Éstos deben reconocer que se encuentran enfrentados con el "Terrible", condición que algunos de estos salmos señalan como atributo propio del Dios de Israel. (47,3; 76,8.13; 89,8; 96,4; 99,3).

1.2.1. Dios con nosotros en el monte Sión, ciudad del gran Rey y Madre de todos

Los cánticos de Sión celebran la capital mencionando su nombre de "Jerusalén" (122,2.3.6) o de "Salem" (76,3), pero muestran una marcada preferencia por la denominación de Sión, que presentan como lugar de morada y de manifestación de Dios y que, en el salmo 48 (vv. 3.12), aparece junto con el sustantivo "monte". Éste término recibe múltiples determinaciones, como el calificativo de "santo(s)" (48,2; 87,1), y descripciones diversas, por ejemplo: "de gallarda esbeltez... confín del norte" (48,3).

Frecuentemente se consigna su condición de ciudad ligada a la divinidad. Se trata de una ciudad "de Dios" (46,5; 87,3), "del gran Rey"(48,2) o "de nuestro Dios (48,2.9). Dios la afirmó para siempre (48,9) y "está en medio de ella... la socorre" (46,6), allí están las moradas del Altísimo (cf 46,5), su tienda y su morada(s) (cf 76,3; 84,2.5). Dios desde sus palacios se ha revelado como baluarte (cf 48,4) y de Él la ciudad recibe su trazado compacto (cf 122,3).

La presencia divina es asistencia perenne para el pueblo. Gracias a ella Yahveh Sebaot es baluarte para nosotros (46,8.12), pero su acción benefactora puede extenderse a todos los pueblos bajo la imagen de "Madre de todos".

1.2.2. Rey universal, victoria, gloria

A diferencia del sustantivo rey (cuyo referente es múltiple, según vimos más arriba), "reinar" (47,9; 93,1; 96,10; 97,1; 99,1) sólo se encuentra referido a Yahveh y dicho verbo tiene su lugar propio -y casi exclusivo- en los salmos que aclaman la realeza de Dios.

En esos salmos aparece subrayado el carácter universal de la realeza de Yahveh, según se manifiesta en el frecuente empleo de términos que sirven para indicar el ámbito del ejercicio de su poder como "toda la tierra" (47,3.8; 96,1.9; 97,5.9; 98,4) y "pueblos" (47,2.4.10; 96,7.10.13; 97,6; 98,9; 99,1.2). De esta forma se niega todo límite geográfico a la soberanía divina.

Junto a lo anterior los textos se complacen en expresar el esplendor y magnitud de esa soberanía gracias a vocablos tales como "salvación-victoria" (96,2; 98,2.3), "gloria" (96,3.6; 97,6), etc.

1.2.3. Ungido, cetro, trono, simiente, Elegido, Alianza, Hijo de Dios, justicia.

En los salmos reales aparece constantemente la figura del Ungido y sus atributos de poder: "cetro" (2,9; 45,7; 89,33) y "trono"(45,7; 89,5.15.30.37.45; 132,11.12). Se lo presenta dentro del contexto de la descendencia de David, que Dios eligió, y de la ciudad que se escogió como capital (18,51; 89,4.5.20.30.37; 132,13). De ahí la importancia que reviste la mención de la alianza davídica, principalmente en el salmo 89 (vv 4.29.35.40; cf. 132,12).

Todo ello coloca al rey en el ámbito de la divinidad gracias a la condición de Hijo de Dios que asume en su entronización y de la que deriva su importancia en orden al establecimiento de la justicia (18,21.25; 45,5.8; 72,1.2.3; 89,15; 132,9) y de los bienes que de ella se derivan.


2. NIVEL HISTÓRICO

2.1. Compilación

La mayoría de los himnos de la realeza de Yahveh pertenecen probablemente a la última etapa de la composición del Salterio (como parte integrante del bloque que va del salmo 90 al 150) que tiene las características propias de la época griega.. Antes de esa época, como se puede deducir del grupo de salmos 96-99, es también probable que hayan existido separadamente como una mini-colección.

Los mayor parte de los cánticos de Sión parecen haber sido recogidos previamente, cuando la "primera gran colección de las oraciones de David" fue ampliada con la introducción de los salmos de Asaf y de los hijos de Coré (42-51; 73-89).

Quizá en este mismo momento se introdujeron en puestos claves (comienzo, medio y fin) al menos tres salmos reales (2; 72; 89) con el fin de ayudar a la estructuración de la obra en esa etapa de la redacción.

2.1.1. Israel postexílico

En tiempos del dominio persa y ante los grandes desequilibrios existentes en la estructura social de Israel, la presencia de los cánticos de Sión y los salmos reales estaba ligada probablemente a la obra de reconstrucción de Nehemías y a su tarea reformista de aliviar la suerte de los más desposeídos.

Su insistencia en la figura del Ungido, garante de justicia y de paz para el pueblo, y en el destino de la capital del pequeño país manifiestan el intento de crear un clima de solidaridad que sirviera de base para la reconstrucción.

Ya en la época griega y frente al imperio de Alejandro y de sus sucesores, los himnos de Yahveh rey quisieron afirmar su soberanía universal como único legítimo depositario del poder para el pueblo oprimido por la dominación extranjera.

2.2. Composición

2.2.1. Influencia de culturas vecinas (ideología real)

Israel es quizás el último pueblo de la región que adopta la forma monárquica en su estructura social, como se desprende, entre otros textos, de la lista de "... reyes que reinaron en Edom, antes de reinar rey alguno de los israelitas..." (Gn 36,31-39).

La institución monárquica de la región, sujeta en mayor o menor grado al dominio egipcio, estaba también fuertemente influida por las ideas monárquicas de las cortes del Nilo. En ellas era frecuente la apelación al carácter divino del Faraón para cubrir sus decisiones de gobierno con un paraguas protector que las defendiera de la crítica de los subordinados. Este intento de asociar íntimamente la suerte del gobernante a la de la divinidad encontraba expresión adecuada en la idea del monarca como Hijo de Dios y en su divinización al momento de ser entronizado.

Esta ideología real no condice con el mundo de ideas del Israel tribal, como puede verse en los himnos de victoria dispersos a lo largo de la historia patriarcal y de la conquista de la Tierra. En ellos la soberanía de Yahveh no está ligada a una dinastía sino a la vida y actuación de todo el pueblo.

2.2.2. Período monárquico

Con el cambio de la forma de gobierno producida por la entronización primero de Saúl y luego de David y su hijo Salomón, Israel se ve obligado a justificar la realeza, tan difícil de explicar en el marco de sus concepciones originarias.

La conquista por parte de David de una antigua ciudad jebusea suministra el soporte del mundo simbólico cananeo, enfrentado a Israel hasta ese momento. En la época de Salomón se acelera este proceso que encuentra su legitimación máxima con la construcción del Templo, a través del cual se quiere unir indisolublemente la divinidad al poder real. Textos como el de Ana (1S 2,1b-10a) reciben una ampliación (ver el versículo 10b) que los coloca al servicio de la legitimación dinástica, que encuentra su máxima expresión en la profecía de Natán (2S 7,4-17).

2.3. Evolución conceptual

2.3.1. Figura del rey

Las transformaciones operadas por el advenimiento de la monarquía afectan mucho más a la monarquía del Sur que a los reyes del Norte. La inestabilidad en el trono de estos últimos, debido a las luchas entre distintos grupos tribales, lleva a la sucesión de dinastías de breve duración (excepto la de Jehú). Junto con ello, la cercanía (e intervenciones bélicas y políticas) de los principados fenicios y arameos impiden el afirmarse de una única Casa real. Por otra parte, debemos también tener en cuenta la pérdida de documentación causada por la invasión asiria que hace prácticamente imposible determinar la evolución de la figura real en el Reino de Israel.

Respecto a la hermana monarquía sudista nos encontramos con una situación diferente. La ideología real de los pueblos vecinos es aceptada en amplios círculos, aun cuando el Ungido del momento no responda a las expectativas de las personas más críticas de esos círculos.

Posiblemente esta glorificación de la figura del Rey era más fuerte en el ámbito ciudadano de la capital, tal como aparece en la obra del primer Isaías, y más débil en el ámbito campesino como se desprende de la obra de un Miqueas o un Sofonías.

Los salmos reales son un claro testimonio de la exaltación de la figura del rey y de un ritual cortesano usado probablemente para la ceremonia de la entronización de un nuevo rey. En dicho ritual se hace patente la íntima unión de Dios con la dinastía davídica, que se describe en términos de la relación paterno-filial. El rey es "hijo de Dios", "elegido" y "consagrado" para su función por el mismo Dios. La causa de Éste está ligada a la acción monárquica que es la mediación imprescindible para el ejercicio de la soberanía divina sobre el pueblo de Israel y sobre todos los pueblos.

En los últimos años del s.VII a.C., la intervención de Necao en la línea de sucesión dinástica después de la muerte de Josías en Meguido y la marcha al destierro de Joaquín primero y de Sedecías después, conducen a la desaparición del ejercicio del poder del rey y a una crisis de legitimidad respecto al auténtico sucesor.

Algunos círculos del exilio, cuya máxima expresión se encuentra en la obra de los discípulos de Isaías (Is 40-55), buscan la superación de esta crisis colocando a Yahveh como Único Rey, gloria del pueblo y luz de las naciones. Éste puede ser el ámbito original de los Salmos de Yahveh Rey, emparentados temáticamente con los autores de aquella obra.

Sin embargo, después del edicto de Ciro la esperanza de la mayoría de la población parece asumir la forma de restauración monárquica. Y aunque, como en el caso de Zorobabel, esas esperanzas se contradigan con la condición de Israel como colonia de los imperios, no se abandonan totalmente las expectativas de mediación representadas en la figura del rey . Se entremezclan en ellas la gloria merecida por el rey (2; 18; 21; 110; 132), con las dificultades (20) y humillación presentes (89), y la memoria de los deberes del rey en la instauración de la justicia para el pueblo (45; 72).

Ideas difíciles de conjugar como "Yahveh, Único Rey de Israel" y "Rey terreno en el trono de Yahveh" coexistirán juntamente en la última época de la historia del Antiguo Testamento, sin que se llegue durante la misma a una síntesis definitiva en este punto, crucial para la construcción del futuro.

2.3.2. Sión

La ciudad jebusea existente antes de la conquista de David parece haber tenido una tradición cultual que la ligaba al jefe del panteón cananeo "El", bajo la advocación de "Altísimo" (Elyon). Adoni-Sedeq (Jos 10,1) ejerció su soberanía en esta ciudad que, probablemente, no es diferente de la Salem de Melquisedec mencionada en Gn 14,18. Los nombres de ambos reyes evocan ideas de soberanía ("mi señor", "mi rey") ligadas a la justicia (sedeq), y el personaje del texto del Génesis ejerce respecto a Abraham funciones sacerdotales. Dichas funciones son asumidas posteriormente por el rey israelita según el sal 110. Pero éstas no son las únicas ideas de la mitología cananea que se transfieren a la ciudad. Al mismo origen se remite el título de "confín del Norte" (48,3), lugar en el que, en dicho universo religioso, se encuentra colocada la morada de Baal.

También las visiones específicamente israelitas, como las del desierto, se transfieren a la ciudad. Gracias a las tradiciones del arca (132; cf 2S 6) la capital puede reivindicar su función central en el culto del pueblo. "El Sinaí está en el santuario", del Sal 68,18, es la máxima expresión de ese afán reivindicativo. Este proceso crece a lo largo del tiempo y culmina un poco antes de su destrucción por obra de los babilonios. En la reforma de Josías asume la condición de único legítimo lugar de culto para el Reino.

En las sucesivas oleadas del retorno de los deportados, se asiste a un constante crecimiento de la importancia de esa ciudad. Dicho fenómeno se hace perfectamente comprensible si se tiene en cuenta el recorte del horizonte territorial conforme al cual ciudad y país tienden a identificarse. Las consecuencias de esta identificación contradicen las grandes esperanzas forjadas en el Exilio que, para ser mantenidas, exigen ser transferidas al contexto de una ciudad ideal para el futuro, anticipada en la celebración cultual.


3. NIVEL TEOLÓGICO

3.1. Teología de Sión

3.1.1. Sión, ciudad de nuestro Dios (elección)

El componente religioso, presente en la Jerusalén predavídica lejos de disminuir se acrecienta a lo largo del tiempo. La ciudad cananea adquiere significación en la religiosidad específicamente israelita gracias a la presencia del Arca, cuya memoria viva en las tradiciones del desierto la pone en conexión con la Alianza sinaítica y con la teología de la elección de Israel entre todos los pueblos.

Examinando el vocabulario hemos constatado la íntima relación entre Sión y la divinidad. La "santidad" del monte de Sión deriva de su pertenencia a la esfera divina que la califica como "ciudad de nuestro Dios" y "ciudad del gran Rey" situada en el confín del Norte, lugar propio de la habitación..

La presencia del Arca en el santuario es manifestación palpable de esta presencia de Dios en medio de la Ciudad y contribuye a renovar y reforzar la confianza religiosa en los momentos de crisis.

Se crea así un ámbito y lugar para la vida en seguridad de un pueblo en el concierto de unas naciones que amenazan su existencia. Así mismo, la capital se convierte en punto de encuentro que afianza la unidad religiosa de la Nación y en lugar de reunión de todas las tribus.

3.1.2. Sión madre de todos (universalismo)

Esta centralización de la vida de la nación en torno a Jerusalén se asegura con el intento de eliminación de otros santuarios y lugares de reunión. En el salmo 68,16ss, .las montañas escarpadas ven con envidia a "la montaña que Dios se escogió para mansión". Este particularismo jerosolimitano convertirá frecuentemente a dicha ciudad en obstáculo para la comunión dentro del pueblo de Israel y con los demás pueblos.

Sin embargo, no faltan los textos que, a semejanza de la escuela de Isaías, prefieren describir la realidad de la elección en términos de una peregrinación hacia Sión. Dentro de estas ideas, junto a la complacencia de los peregrinos israelitas que caminan hacia Sión (122) con una etapa final que pasa por el Valle del Llorón (84,7), se menciona, en el salmo 87, la peregrinación de "Ráhab y Babel...Tiro, Filistea y Etiopía (87,4). De esa forma la ciudad asume los rasgos de una Madre universal, lugar de vida para todos los pueblos y no solamente para Israel. En los registros de la ciudad se consignan los nombres de todos los pueblos que encuentran en ella su propia "mansión" (87,7).

Esta dimensión universal de la salvación, aunque incompleta. prepara el universalismo del Nuevo Testamento en que se invierte el sentido de la peregrinación ya que conduce al nuevo Israel hacia los confines de la tierra.

3.1.3. Dios con nosotros (en Sión)

El grito gozoso del estribillo del salmo 46 "Con nosotros Yahveh Sebaot" (vv.8.12) es el fundamento para concebir la mediación de Sión en relación a la posición de Yahveh tanto respecto a las demás naciones (Refugio-fortaleza y Salvador) y como al mismo pueblo de Israel (Dios Justo).

Refugio y fortaleza

La innegable experiencia de continuas amenazas, que, a lo largo de la historia, han hecho sentir al pueblo de Dios en peligro su existencia, lleva a considerar la acción de Dios en términos de "protección" que les pone a salvo de esos riesgos gracias a su capital y al Santuario que hay en ella. Encontramos en los cánticos de Sión la imagen de un nido para el pájaro y la golondrina (84,4) como forma para expresar la presencia de Dios y, más abundantemente, las imágenes de Dios ligadas a armas defensivas como "escudo" (84,12) y, sobre todo, fortificaciones: "almena" (84,12), "refugio y fortaleza"(46,2) y "baluarte"(46,8.12; 48,4).

Estas calificaciones no se atribuyen primeramente a los lugares mencionados sino que se refieren directamente a Dios. La presencia divina se revela así como única forma capaz de crear un ámbito de seguridad y, por lo mismo, de superación de las angustias del pueblo (cf 46,2). Más allá de la ciudad ideal, lo que se celebra es a Dios que sabe crear las condiciones necesarias para la vida del pueblo.

Salvador

Esta creación de un ámbito exento de riesgos para la vida del pueblo es, en los salmos reales y en los de Yahveh Rey, consecuencia de su "victoria", término derivado de la misma raíz que el verbo "salvar". En los himnos de Sión se dan descripciones de esta victoria: "quiebra el arco, parte en dos la lanza" (46,10). Yahveh Sebaot, el Terrible por sus victorias hace experimentar la salvación a sus fieles. Éstos asisten a la fuga de los enemigos que son invadidos de temor (48,7-8) y huyen (48,5-6). Estas imágenes sirven para explicar la intervención del Dios de la Alianza que, ante el grito de socorro, acude siempre en auxilio de aquellos que se han colocado bajo su protección.

Esta confianza inquebrantable en Dios que escucha el clamor de su pueblo hace presente en cada acontecimiento histórico el hecho fundante de la liberación de Egipto. La creación del pueblo se debe a un acto liberador de Dios y se continúa a lo largo del tiempo. Los enemigos son expresión del caos primitivo: "se altera la tierra... los montes se conmueven en el fondo de los mares" (46,3) y amenazan hacer retornar al pueblo a ese momento. Por ello la salvación es edificación y paz significada en la existencia inconmovible de la ciudad capital.

Justo

La acción de Yahveh en la ciudad, convierte a ésta en ámbito de justicia al interno del pueblo: en ella "están las sedes para el juicio, las sedes de la casa de David" (122,5). A ella pueden recurrir todos los fieles de Yahveh con la seguridad de encontrar reparación de los daños recibidos.

En ella las aguas del caos primitivo se convierten en un río (46,5), cuyas aguas benéficas y no amenazantes sirven para afirmar el orden de Dios que llena de alegría la existencia humana. En el "trazado compacto" (122,3) se manifiesta la justicia de Dios portadora de paz y de acción beneficiosa para su pueblo.

3.2. Teología de la realeza de Yaveh

3.2.1. Yahveh rey universal

Los Himnos de Yahveh Rey ponen, sobre todo, de manifiesto la universalidad de su Reinado. Toda la tierra, hasta los "confines remotos" y "las islas lejanas", se convierte en testigo del ejercicio de su soberanía que llena de alegría toda la creación. En estos himnos, toda la naturaleza (mar y tierra, montañas y ríos) es invitada a participar en el canto gozoso ante la presencia de su Realeza.

La soberanía divina atañe primordialmente a Israel pero no se agota en él. También alcanza a las naciones que deben reconocer el poder de Yahve en su herencia, el pueblo elegido. Ellas son sometidas al yugo de Jacob (47,5), pero también tienen la posibilidad de unirse a Israel (47,10), ya que la intervención divina se realiza en favor de la familia de los pueblos (96,7).

3.2.2. La justicia de Yahveh

La entronización de Yahveh significa, de este modo, una renovación de la creación y de toda la humanidad. Ésta se realiza mediante la intervención directa de Dios en la historia y en el cosmos. Dicha intervención implica la destrucción de los enemigos o la conversión de las naciones, que son transformadas en testigo de las acciones salvíficas de Dios para con Israel (cf 98,3), y conduce al universal sometimiento frente al designio salvador de Dios. Todo ello constituye un verdadero acto creacional, en que la soberanía es considerada como un acto de juicio cuyo objeto es restablecer el derecho lesionado.

Por ello se multiplica la mención de acciones destinadas a manifestar el poder judicial del que está revestido el Rey Yahveh, y se hace necesario consignar a cada paso los testigos que desfilan en este acto, máxima expresión de su Justicia.

3.3. Teología monárquica

3.3.1. Hijo de Dios

La teología de la adopción divina que el rey israelita se atribuye desde su entronización hunde sus raíces, como vimos, en la ideología real de otros pueblos. El monarca es elevado al ámbito de la esfera divina y el rey se sirve de ella para colocar sus decisiones de gobierno al abrigo de toda crítica. La realeza se atribuye características que configuran una sociedad construida en forma de pirámide y que la sitúan más allá de todo rechazo humano. La filiación se traduce en términos de omnipotencia real que crea una profunda separación entre el detentor del poder y sus subordinados. Se origina así una ambigüedad fundamental en las instituciones israelitas originales, que tendían a asegurar la igualdad de todo el pueblo, llamado a ser pueblo de Dios.

3.3.2. Mesías

Junto a la filiación divina, la unción real transfiere al monarca los títulos de consagrado y elegido que, en su origen, eran propiedad de todo Israel. De esta forma, el Mesías se convierte en una mediación imprescindible y única para la realización de la justicia y del proyecto divino sobre Judá y las naciones.

Frecuentemente esta visión se contradice con las experiencias de las personas que experimentan a cada paso injusticias en el ejercicio de los actos de gobierno. Esta contradicción crea una tensión entre la negatividad del presente y los anhelos de un tiempo en que puedan ser realizadas las esperanzas puestas en el trono.

Pero esta tensión sólo puede ser superada mediante una profunda transformación, imposible de realizar a partir de las experiencias de una sociedad construida en pirámide, ya que exige una íntima solidaridad entre gobernante y gobernados.

3.4. Lectura cristiana

Esos nuevos elementos están presentes en todos los textos sinópticos referidos a la voz del cielo en la Transfiguración y en los coincidentes referidos en la escena del bautismo de Jesús por Mateo y Marcos. En ellos la afirmación de "(er)es mi Hijo" (Sal 2,7) de un salmo inmerso en la ideología real se conecta al Servidor Sufriente (cf Is 42,1): "amado en quien me complazco" (Mt 3,17;17,5; Mc 1,11); "amado escuchadle" (Mc 9,7; Mt 17,5): "Elegido, escuchadle" (Lc 9,35).

De esta forma el Rey se convierte en "el más pequeño de mis hermanos" (Mt 25,40.45), una profunda transformación que nos lleva a una Realeza lejana del lugar en que la colocaba el pensamiento de la Corte israelita.

En otro marco, la afirmación de la filiación divina referida a Jesús puede ser expresión demoníaca (Mc 1,24; 5,6), ya que sólo puede encontrar su expresión exacta ante la contemplación del modo concreto de realización de la nueva Soberanía: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15,39).

La insistencia en la necesidad de esta transferencia se hace patente, entre otros, en el tema del secreto mesiánico de Marcos. El Mesías sólo puede ser comprendido adecuadamente y, por consiguiente sin peligro, en la contemplación de un Crucificado asesinado por la mano de los poderosos.


 

CLAVE CLARETIANA

 

TODA LA CONGREGACIÓN UNIDA EN UN CANTO AL SEÑOR

"Todos los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. ¡Aclamad a Yahveh, toda la tierra, estallad, gritad de gozo y salmodiad! (Sal 98,4). Podría ser el canto de nuestra Congregación misionera. Un canto que surge de la experiencia compartida de todos los Claretianos que en las diversas partes del mundo son testigos de cómo el Señor muestra su misericordia: todos los pueblos han visto la salvación de nuestro Dios. Pero es, a la vez, un canto que excita nuevos deseos misioneros porque nos hace sentir con una fuerza irresistible la llamada a anunciar a todos esos pueblos que el Dios que ha obrado maravillas es el "Abbá" de Jesús, el Padre bondadoso de todos. ¡Qué misionera puede ser la lectura de los salmos! Una comunidad que canta este salmo desde el fondo del corazón no puede permanecer indiferente ante el envío del Señor.

Es imposible imaginar a nuestro Fundador uniéndose al canto de la Iglesia a través de estos salmos sin que ellos despertaran en su corazón vivos deseos misioneros. Sus ardientes deseos de que Dios sea conocido, amado y servido (cf Aut 641), o la oración que nos consigna en la Autobiografía: "Oh Dios mío y Padre mío! Haced que os conozca y os haga conocer; que os ame y os haga amar; que os sirva y os haga servir; que os alabe y os haga alabar de todas las criaturas. Dadme, Padre mío, que todos los pecadores se conviertan, que todos los justos perseveren en gracia y todos consigamos la eterna gloria. Amén." (Aut 233), podrían ser una traducción de los salmos que proclaman a Yahveh Rey de todos los pueblos y oran para que así sea reconocido por ellos.

Cada una de nuestras comunidades recoge en su oración la experiencia misionera de toda la Congregación. Por eso nos sentimos unidos en la alabanza, en la petición de perdón, en la imprecación, en la expresión de nuestro compromiso por Dios y su proyecto. Los salmos refuerzan nuestra comunión y reavivan nuestro deseo misionero. Nuestra oración con la Iglesia está marcada también por nuestro carisma. Participamos en ella como misioneros.


 

CLAVE SITUACIONAL

1. ¿Sabemos hoy los humanos "confiar" en Dios?

Numerosos salmos llaman a Dios "escudo mío", "nido", "refugio y fortaleza mía", "mi baluarte", "mi sombra", "lugar donde me pongo a salvo"... ¿Qué personas, comunidades o pueblos saben poner así hoy su seguridad en Dios, con madurez, sin ilusiones ni huidas infantiles, sin trampa y sin engaños, sin desertar de las responsabilidades históricas?

Los evidentes progresos de las ciencias y de la tecnología, y su aplicación a todos los campos de la vida (máxime a las comunicaciones) parecen achicar el universo y aumentar el dominio humano sobre la creación, pero vemos que las personas y los pueblos se sienten cada día menos seguros y menos confiados. Como si, lejos de resultar todo más sencillo y manejable, la vida se tornara más compleja y las personas se volvieran más frágiles y acomplejadas. La existencia se muestra mucho más contradictoria: jamás tuvimos tanta información, y nunca fue mayor la desinformación, la mentira y la ignorancia; nunca manejamos tantísimos medios de comunicación, ni sufrimos mayor incomunicación y desamparo. En ningún momento tuvimos al alcance de la mano más recursos, vacaciones y diversiones, ni mejores remedios y medicamentos, y nunca padecimos tanta ansiedad y tanta depresión; los deseos insatisfechos y la inseguridad nos agotan y nos irritan. El eclipse de las certezas, el "sálvese quien pueda" en las privatizaciones y en la competitividad del gran mercado libre, la locura del rápido enriquecimiento y del empobrecimiento vertiginoso, el cáncer social de la corrupción y de la impunidad, las crueles desigualdades y el repunte de nuevos ciclos de odios y violencias ciudadanas y de catástrofes climáticas por los abusos ecológicos, multiplican y radicalizan la inseguridad existencial. Algo de toda esa amenazante inseguridad puede explicar el retorno masivo a lo religioso, a lo transcendente y a lo esotérico, a lo supersticioso, a lo que relaja y calma, a la Nueva Era... ¿Como "refugio", como "escudo", como "baluarte", como "nido" donde hallar sosiego y seguridades?... ¿Qué discernimiento podemos hacer del recurso a Dios, tal como se busca y se practica hoy en nuestros contextos humanos y religiosos?

2. Cuando "la injusticia clama al cielo".

Abunda en los Salmos la expresión orante de la pasión de la fe por la justicia. Hoy como ayer, numerosas gentes (personas, grupos comunidades, pueblos) dan voz sufrida al sagrado sentido del grito de "la injusticia que clama al cielo" como instancia "última" que no puede fallar, porque Dios sabe y es justo e insobornable. "La justicia de Dios podrá tardar, pero va a llegar", reza un refrán... Es el recurso de la esperanza de los que sufren la injusticia. Experiencia universal de la humanidad, que abunda entre los pobres, los débiles, los desvalidos... El desamparo es una credencial siempre vigente para la misericordia de la justicia de Dios, que, además, es verdadera y positivamente "global". Y hoy las "injusticias que claman al cielo" y la impunidad se están globalizando. Y hay lugares donde la corrupción y la impunidad de los poderes fácticos exasperan de tal modo a la población, que sobrepasan el grito orante y se toman la justicia por su mano salvajemente, con linchamientos; tanta es su desesperación; en Guatemala se sufren de seis a diez linchamientos por mes, y va para cuatro años...

En los lugares donde vivimos orando los Salmos y anunciando la Buena Noticia de la misericordia y la justicia del Dios de Jesús, ¿qué situaciones hay de "injusticia que clama al cielo"?... ¿Y abunda la expresión orante del grito de la injusticia?...

3. Invocar el Reino de Dios es comprometerse en su venida

Como la "reserva escatológica" del Reino de Dios es inagotable, en todos los tiempos hay que desear e invocar la venida del Reino, también después de que irrumpió con Jesús de Nazaret su presencia activa en nuestra historia humana. Y en el deseo orante del Reino de Dios, el Señor nos compromete históricamente en su crecimiento por medio de su Espíritu. Porque la irrupción del Reinado de Dios es incesante, incesante ha de ser nuestra preparación a acogerlo y nuestra colaboración histórica en su crecimiento. Los "Salmos reales" pueden acompañar, pues, al clamor orante de los cristianos y cristianas cuando, con el Espíritu del Señor, clamamos "¡venga tu Reino!".

¿En qué situaciones, vivencias y esperanzas o anhelos de la gente (humanos, religiosos o cristianos) podemos ver encarnado (o podemos insertar y encarnar) el clamor orante y el compromiso histórico por el Reino de Dios? ¿Crece en nuestra comunidad misionera y en nuestra Iglesia local, esta conciencia orante y comprometida por invocar, preparar y acoger el Reino de Dios y por colaborar en su crecimiento? En la oración, en la predicación, en los proyectos y acompañamientos pastorales...


 

CLAVE EXISTENCIAL

1. Nuestra oración con los salmos, ¿nos une existencialmente al pueblo de Dios a través de los tiempos y caminos de la Historia?

2. Recrear hoy los Salmos, orándolos personalmente desde experiencias, esperanzas, conflictos y necesidades cotidianas, sentidas por nosotros mismos (personal y/o comunitariamente) o por personas, comunidades, gentes o pueblos con quienes nos sentimos en comunión.

3. En nuestra pastoral misionera, proponer y practicar esta línea de recreación existencial orante de los Salmos, desde los clamores (gritos y silencios) de las "víctimas" de hoy, sobre todo en los países, zonas, pueblos y comunidades de la propia misión.

4. El clamor orante por el Reino del Dios de Jesús, y el consiguiente compromiso histórico por la restauración de la vida y la implantación de la justicia, ¿es una actitud existencial nuestra, sentida y practicada cotidianamente? En la vida personal, prácticas y acompañamientos pastorales de la comunidad, y de la iglesia local...


 

ENCUENTRO COMUNITARIO

1. Oración o canto inicial.

2. Lectura de la Palabra de Dios: Sal 98

3. Diálogo sobre el TEMA XI en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).

 

4. Oración de acción de gracias o de




.....Escuela Bíblica Dabar Elohim - Parroquia de Ntra. Sra. de Chiquinquirá - Cl 45 30-62 - Tel 3795319 - 3184301 - Barranquilla - Colombia
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis