Libro de Rut
TEMA 6:
SIEMBRA COMÚN, COSECHA DE DIOS
Texto: Libro de Rut
Texto para el encuentro comunitario: 1,6-22
CLAVE BÍBLICA
INTRODUCCIÓN
El libro de Rut está considerado como una de las obras maestras de la literatura narrativa hebrea. Es un libro de extraordinaria frescura e intensidad religiosa y social. Rut tiene como centro una historia de amor que una viuda extranjera, la protagonista Rut, originaria de Moab, vive con un rico propietario de tierras de Belén. Casada en su tierra natal con un inmigrante hebreo que murió cuando ella era todavía joven, decide regresar con su suegra hebrea Noemí a la patria de su marido y allí vive una aventura de amor con el betlemita Booz. Esta historia tiene como telón de fondo el tiempo del verano, en medio de los campos de cebada, en los cuales Rut busca recoger, por medio del espigueo, la posibilidad de su subsistencia y la de su suegra.
Estos elementos han llevado a menudo a que se califique este relato como una verdadera novela corta, en la que la fidelidad de Rut es recompensada con el amor, y las virtudes de las mujeres son premiadas al final. Pero ésta es una postura bastante simplista, porque la trama no es tan transparente como puede parecer a primera vista y la boda de Rut con Booz no significa amor, tal como lo entendemos en nuestro contexto actual. Este corto relato está cargado de ambigüedades e ironías que permiten ver un trasfondo más complejo.
Un elemento importante que sobresale en el libro está representado en la ley del levirato (codificada en el libro del Deuteronomio 25, 5-10), que impone al pariente próximo de un hombre muerto sin hijos contraer matrimonio con la viuda, para asegurarle al difunto una descendencia. Booz es pariente del marido de Rut, pero existe otro pariente más cercano. A la puerta del caserío, donde se desarrolla la vida civil, se da la solución del caso y al final, nos encontramos con la abuela Noemí que estrecha entre sus brazos, llena de felicidad al pequeño Obed, nacido del matrimonio finalmente realizado entre su nuera Rut y Booz.
Es precisamente a este niño a lo que el recuento maravilloso de Rut nos quiere conducir porque, como dice la genealogía que cierra el libro, Obed fue el padre de Jesé, aquel que en Belén concebiría al futuro rey David. Se comprende ahora por qué el libro de Rut no es simplemente una novela de amor campesino sino un texto religioso unido a la dinastía Davídica y a la esperanza mesiánica.
Es también por esta razón por lo que el libro de Rut ha sido puesto por la tradición judía en el tercer bloque de la Biblia, entre los Ketubim (Escritos). Más adelante el libro de Rut ya es uno de los cinco Megillôt (cinco rollos), es decir, Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Qohelet y Ester, los cuales se leían en las principales festividades judías.
En definitiva, ¿qué lugar ocupaba originariamente este libro dentro del canon judío, si es que ocupaba alguno? De hecho, no se sabe. El puesto que asignó al libro la versión griega (LXX) y luego la Vulgata, y que se mantiene en nuestras Biblias, es después del libro de los Jueces y antes de 1 Samuel, entre los libros más antiguos. Probablemente se deba a las palabras iniciales: "En los días en que gobernaban los Jueces" (1,1) y a la genealogía de David que se encuentra al final (4,18-22). Sin embargo, no debe olvidarse que la Biblia hebrea lo incluye entre los Escritos, la tercera sección de las Escrituras, que abarca obras de fecha tardía. En conclusión, es difícil determinar cuál de estas dos colecciones es la más primitiva.
1. NIVEL LITERARIO
El libro de Rut fue escrito en hebreo, muy afín al tipo clásico que se encuentra en los relatos del Pentateuco y en el libro de los Reyes. Contiene algunos neologismos y arameísmos (1,13; 4,7; 1,20; 2,14). Desde la antigüedad ha generado una fuerte corriente de simpatía. A ello ha contribuido en gran parte la cautivadora figura de su protagonista, Rut la espigadora, más que los aspectos literarios de la narración en sí misma
1.1. Género literario de Rut
Como ya lo hemos dicho, el libro de Rut es colocado en el canon Alejandrino y en la Vulgata inmediatamente después del libro de los Jueces, porque lo consideraron histórico. El estudio y conocimiento de los géneros literarios que se ha hecho desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, ha convencido a los exégetas de que el libro de Rut no es una crónica, ni un libro histórico.
Se podría decir que el libro de Rut pertenece al reino de la fantasía. Aunque en él encontremos abundantes diálogos entre los personajes, prevalece el elemento narrativo. Por tanto, no se puede clasificar dentro del género dramático. Podemos decir que el libro de Rut pertenece al género narrativo, tanto por su modalidad y como por el tiempo de los verbos.
H. Gunkel catalogó el libro de Rut como "novela corta" y a él se han unido muchos autores, aunque todos no han entendido el término de la misma manera. Las opiniones van, desde la pura ficción literaria, hasta la presentación de una historia real en forma literaria más o menos libre. La "novela corta" se distingue de la novela en sentido moderno, por la simplicidad del argumento, el número reducido de personajes y la brevedad del relato. Por esta razón el libro de Rut se puede considerar como tal o, mejor aún, como un "relato corto".
Teniendo en cuenta el género literario del libro de Rut, lo podríamos comparar con otros relatos de la Biblia, como son: la historia de José (Gn 37-50), la historia de la sucesión al trono de David (2S 9-20), el marco del libro de Job (Jb 1-2; 42,7-17), Jonás, Ester, Judit y Tobías. Es común a todos estos escritos el sentido narrativo, la unidad en su conjunto y su relativa brevedad. Sin embargo, Rut se aleja de los relatos anteriores por la normalidad y gran simplicidad de su acción.
1.2. Estructura del Libro
Este libro, considerado como una de las obras maestras de la literatura narrativa hebrea, se compone de cuatro escenas en las que predomina la concentración, al modo de los relatos populares. Eso hace que no sobre ni falte ninguna palabra en el relato, que todo esté calculado para producir su efecto en el momento adecuado. Los personajes aparecen y desaparecen oportunamente y los cambios de lugar son significativos para el desarrollo de la acción. Predomina el diálogo sobre la acción, de forma que permite una mayor dramatización y un conocimiento más directo de los personajes que se van manifestando a través de sus propias palabras y acciones.
En la trama de la obra encontramos tres personajes principales: Noemí, Rut y Booz. Las mujeres tienen mayor preponderancia que los hombres. En torno a estos tres personajes se sitúan otros personajes secundarios que hacen de contraste a los principales y ayudan a la acción, como ocurre con Orfa y con el pariente de Booz y un coro de fondo que forman los ancianos del pueblo, los criados de la hacienda de Booz y las mujeres del pueblo.
Con numerosos autores pensamos que el libro se estructura en cuatro escenas, que coinciden con los cuatro capítulos del mismo. A esta estructura general podemos añadir las precisiones aportadas por H. Gunkel que añade a las escenas, junto a una introducción y a una conclusión, tres pasos intermedios que sirven de transición. Tenemos así:
* Introducción: 1,1-6. Situación de la familia de Noemí en Belén y en Moab hasta la vuelta a Belén.
* Primera escena: 1,7-18. Noemí y sus dos nueras, Orfa y Rut
- Paso intermedio: 1, 19-22. Noemí y Rut en Belén
* Segunda escena: 2, 1-17. Rut en el campo de Booz
- Paso intermedio: 2,18-23. Noemí y Rut
* Tercera escena: 3,1-15. Rut y Booz en la era
- Paso intermedio: 3,16-18. Noemí y Rut
* Cuarta escena: 4,1-12. Cuestiones legales sobre el matrimonio entre Rut y Booz
* Conclusión: 4,13-17. El nacimiento de un hijo.
La genealogía final: 4, 18-22 es, a juicio de H. Gunkel, secundaria y añadida.
1.2. Vocabulario
1.2.1. Los nombres propios
El autor del libro de Rut introduce en la narración un número notable de personajes. Destaca tres personajes principales: Noemí, Rut y Booz: dos mujeres y un hombre. El autor se complace en dar el máximo relieve a los personajes femeninos, según una tradición que se remonta a los relatos patriarcales. En torno a los personajes, recordemos algunos datos significativos.
Elimélek: Este nombre significa "mi Dios y rey". El nombre es una verdadera profesión de fe del pueblo de Israel en Yahveh, durante el tiempo de la liga tribal.
Noemí: Puede ser la forma femenina de Naamán (Gn 46,21), nombre que se suele aplicar a los dioses de la fertilidad, en la literatura cananea. Su raíz significa delicia o placer. Noemí significaría "graciosa". En 1,20, la misma Noemí pone su nombre en contraste con Mará, que significa "amarga".
Muchos creen que el autor ha inventado los nombres de los hijos con una intención simbólica, para indicar su infeliz destino. Majlón significa "esterilidad" o "enfermedad"; Kilyón "vaso diminuto" o "estar acabado, agotado". En Moab se casaron con mujeres extranjeras: Orfa cuyo nombre significa "nuca", por haberle dado la espalda a su suegra; y Rut, nombre difícil de traducir, y que puede indicar "beber hasta la saciedad", y causativamente "dar de beber abundantemente", "aliviar", "refrescar". Así, pues, Rut significa "alivio", "consuelo", "conforte".
Rut se casa con Booz. Hay diversas opiniones acerca de la etimología de este nombre. Puede derivarse de bô´oz, que significa "en él hay fortaleza" o de ba´al´oz, que significa "El Señor es fuerte". Del matrimonio de Rut y Booz nace un niño al que llamaron Obed, que significa "siervo del Señor".
En conclusión, podríamos decir que en la Biblia la identidad de un personaje está expresada en su nombre. Hay ocasiones en que, incluso, ese nombre decide la propia historia. Y es que Israel condensa esas historias en sus personajes y así los nombres acaban siendo auténticas narraciones. Esto es lo que sucede en el libro de Rut, en que la historia la sustentan y la protagonizan unos nombres cargados de significado. Los personajes llevan un nombre que expresa su identidad y su misión.
1.2.2. Go'el
La ley del rescate establecía, sobre todo, dos mandatos: 1) Cuando alguien, por pobreza, era obligado a vender su tierra, entonces su pariente más cercano tenía la obligación de rescatar la tierra, debía comprarla, no para sí sino para el pariente que estaba en peligro de perderla (Lv 25,23-25). 2) Si alguno, en su pobreza, debía venderse como esclavo, entonces su pariente más cercano debía rescatarle y permitir que volviese a la libertad. (Lv 25,47-48). En ambos casos, el que rescataba era conocido con el nombre de Go'el, palabra hebrea que significa rescatador.
El objetivo de la ley de rescate era defender y fortalecer a la familia, como base de organización social, contra las ambiciones de los poderosos, ricos y reyes. Si la ley de rescate era observada, impedía que la gente perdiera su libertad y otro fuera explotador de los hermanos. La ley del rescate estimulaba la corresponsabilidad de todos en el bienestar común, dentro de una misma familia o comunidad.
La palabra Go'el tiene muchos significados diferentes en varios libros de la Biblia: salvador, redentor, liberador, defensor, protector, abogado, consolador, vengador. En el segundo Isaías, Go'el es uno de los títulos más frecuentes de Dios. Él es Go'el de su pueblo, porque lo salva, redime, libera, rescata, defiende, protege, consuela y hace renacer. La ley del rescate expresa el esfuerzo de los pequeños para organizarse contra las ambiciones de los poderosos, basada en la fe de que todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre que rescata a sus hijos e hijas de la opresión y el dolor.
1.2.3. Levirato
Son muchos los que afirman que el matrimonio entre Booz y Rut es un matrimonio levirático. Será bueno ofrecer algunos elementos que ayuden a la comprensión de la ley del levirato en Israel.
Como su nombre lo indica, el matrimonio "levirático" es un matrimonio entre cuñados (cuñado se dice en latín levir). De levir viene levirático. Según la costumbre y la ley, se reserva el nombre de "matrimonio levirático" al matrimonio entre una viuda sin hijos y su cuñado, hermano de su marido difunto. La ley deuteronómica había fijado los principales términos del matrimonio levirático: sobre quién recae la obligación de contraerlo, las motivaciones que hay para ello y el proceso que se ha de seguir en caso que el cuñado no quiera casarse con su cuñada viuda. (Dt. 25,5-10).
La ley determina explícitamente las obligaciones de los familiares con el difunto. En primer lugar, las de la viuda, a la que prohíbe casarse con personas de fuera de la familia, para no renunciar a suscitar descendencia legítima al marido difunto, y poder perpetuar así su nombre. Después, las del hermano del difunto, a quien confiere la grave obligación de casarse con su cuñada viuda para mantener vivo en Israel el nombre y la memoria de su hermano difunto, dándole un hijo. Este hijo será considerado hijo legítimo del difunto a todos los efectos. En caso de que el cuñado o levir no quisiera casarse con su cuñada, se seguirá el proceso señalado en la ley, y la viuda quedará libre para casarse con quien quiera.
Evidentemente el matrimonio Booz-Rut no es un matrimonio levirático en sentido estricto, ya que Booz no es cuñado de Rut. Booz es familiar de Elimelec (2,1), no muy cercano, pues el personaje sin nombre, el Fulano, es familiar más cercano que él (3,12; 4, 4); lo más cercano que podía ser el Fulano es "hermano" de Elimelec, en cuyo caso sería levir de Noemí, nunca de Rut.
1.2.4. Familia
El modelo de la familia en Israel es claramente patriarcal. El término propio para designarla es "casa paterna". Las genealogías se nos dan siempre siguiendo la línea paterna y a las mujeres sólo se les nombra en casos excepcionales. El pariente más cercano por línea colateral es el tío paterno (Lv. 25,49). En el tipo normal del matrimonio israelita, el marido es el señor: ba´al de su esposa. El padre tiene sobre los hijos, incluso los casados si viven con él, y sobre sus mujeres, una autoridad total, que antiguamente llegaba hasta el derecho de vida o muerte.
La familia se compone de aquellos elementos unidos a la vez por la comunidad de sangre y por la comunidad de habitación. La familia es una casa, y "fundar una familia" se dice "construir una casa". La familia comprende el padre, su esposa, los hijos y las esposas de los hijos. A la familia pertenecen también los siervos, los extranjeros, los sin patria, viudas o huérfanos, que vivan bajo la protección del jefe de la familia. La unidad social que constituye la familia se manifiesta también en el plano religioso. La fiesta de la Pascua es una fiesta de la familia y se celebra en cada casa y es presidida por el padre del hogar.
1.2.5. Extranjera/o
En Israel, una parte de la población estaba compuesta por extranjeros residentes, los gerîm. El ger es esencialmente alguien que vive en forma más o menos estable en medio de otra comunidad en la que es aceptado y goza de ciertos derechos. Puede tratarse de un individuo o de un grupo. Elimélek va con su familia desde Belén a establecerse como ger en Moab (1,1); de igual manera Rut es una extranjera cuando regresa a Belén con su suegra Noemí.
Desde el punto de vista social, estos extranjeros residentes eran personas libres, y se contraponían por tanto a los esclavos. Pero no tenían todos los derechos cívicos, de modo que se contraponían también a los ciudadanos israelitas. Los extranjeros conservaban su libertad, podían poseer bienes, pero no tenían derechos políticos. Los gerîm eran generalmente pobres y se les asimilaba a los indigentes, a las viudas, a los huérfanos, a todos los "económicamente débiles", los cuales eran recomendados a la caridad de los israelitas: se les debía permitir recoger los frutos caídos, espigar después de la siega. Como los otros pobres, estaban bajo la protección de Dios. Los gerîm, desde el punto vista religioso estaban sujetos a las mismas prescripciones de pureza, debían observar el sábado, ayunar, ofrecer sacrificios y tomar parte en las fiestas religiosas.
En Israel se establecieron matrimonios con mujeres extranjeras. Estas alianzas desiguales se hicieron frecuentes desde la instalación de Israel en la tierra prometida. No sólo eran un atentado contra la pureza de la sangre, sino que incluso ponían en peligro la fe religiosa, y estaban prohibidas por la ley (Ex 34,15-16; Dt. 7, 3-4). Estas prohibiciones no fueron muy respetadas: la comunidad, de regreso de la cautividad, siguió contrayendo matrimonios mixtos (Ml 2,11-12), y Esdras y Nehemías tuvieron que adoptar medidas severas, que no parecen haber sido muy eficaces, (Esd 9-10; Ne 10,31; 13,23-29). Probablemente, uno de los fines del libro de Rut es una reacción a la discriminación de los extranjeros, y en particular a los matrimonios mixtos, tan claramente reprobados por Dt.7,3-4, Esdras y Nehemías.
2. NIVEL HISTÓRICO
2.1. Autor y fecha de composición
No se conoce al autor ni se tienen los medios adecuados para adivinarlo. Tampoco se sabe con certeza la fecha de composición del libro. Algunos indicios hacen pensar en una fecha preexílica: precisiones geográficas y cronológicas, estilo clásico. Otros motivos sugieren una fecha más reciente, a saber: el primer período de la época postexílica, en tiempo de las reformas de Esdras y Nehemías: arameísmos y neologismos, concepción universalista de la religión, sentido de retribución y recompensa por los sufrimientos, y quizá también un vivo sentimiento de rebeldía y consciente reacción a la mentalidad hebrea, contraria al contacto con los extranjeros, y, en particular, a los matrimonios mixtos. La datación postexílica es la más acertada. La glorificación de la dinastía davídica y la contraposición de un cuadro de su historia a normas exclusivistas que iban tomando cuerpo, es muy probable que estuvieran entre los motivos que impulsaron al autor a elaborar el núcleo histórico innegable de la familia de David.
Teniendo en cuenta que el tiempo de composición del libro de Rut es muy probablemente la época postexílica, vamos a presentar los acontecimientos que marcaron la historia de Israel en este periodo; acontecimientos que con mucha probabilidad marcaron profundamente al autor del libro de Rut para su composición.
2.2. La dominación persa
La victoria sobre Babilonia, proporcionó a los persas la posibilidad de ejercer su dominio sobre inmensos territorios que integraron el imperio más grande visto hasta entonces en el mundo antiguo. Para gobernar este extenso territorio, los persas permitieron un grado significativo de autonomía local, pero mantuvieron estricto control, instalando administradores medos y persas sobre las divisiones grandes, llamadas satrapías y estableciendo un sistema rápido y eficaz de comunicaciones. La administración, compleja pero eficiente, de este vasto imperio, duró más de doscientos años, hasta la llegada de Alejandro Magno en el año 333 a.C.
Como parte de la política persa de ceder, en cierta medida, la autonomía local a los pueblos conquistados, Ciro emitió un decreto permitiendo el establecimiento de la comunidad judía en Judá y en Jerusalén y la reconstrucción del templo de Yahveh. Dos versiones de dicho decreto nos han llegado en el libro de Esdras.
Para la reorganización de la nación judía los persas recurrieron principalmente a los judíos que moraban en Babilonia. Constituido por personas pertenecientes a las clases superiores de la escala social, dicho grupo había prosperado y, ya en tiempo del dominio babilónico, había suministrado funcionarios importantes para la corte. Por tanto, el impulso, el apoyo y la dirección de la reconstrucción provino principalmente de dicho grupo que había podido vivir agrupado en familias y en comunidades en torno al rey derrocado, símbolo visible de identidad mientras se prolongaron las condiciones del destierro.
La mayoría de sus integrantes, si bien apoyaban la restauración, no mostró mucho interés en participar personalmente en el retorno ni en el trabajo de reconstrucción. Sin embargo aportaron dinero e influencia ante las autoridades persas. Sin embargo, algunos de ellos viajarían hasta Jerusalén para establecerse allí y dirigir los esfuerzos de reconstrucción.
2.3. Proyectos restauradores oficiales
A este grupo que retornaba el poder imperial confió la dirección de la reconstrucción. En ellos encontró los integrantes para un gobierno local amistoso y cooperante que pudiera responder a las conveniencias de la administración central en un lugar tan estratégico e importante como Palestina, ubicada en la distante frontera occidental del imperio. Por esta razón, los persas prestaron apoyo constante y generoso a los líderes nacionales de la nueva colonia judía, aunque, astutamente, dividieron las responsabilidades entre un funcionario civil (el gobernador) y uno religioso, (el sumo sacerdote).
El restablecimiento de los judíos regresados de Babilonia ocurrió en cuatro etapas. Poco a poco y con grandes esfuerzos se fueron reconstruyendo el Templo y la ciudad, como se nos narra principalmente en los libros de Esdras y Nehemías. Los profetas Ageo y el primer Zacarías (Za 1-8) apoyaron la reconstrucción y la restauración nacional y centraron sus exigencias en la necesidad de pureza ritual y de una moral legalista.
La misión de Esdras fue la cuarta y última etapa de las que conocemos en el restablecimiento de la comunidad judía en Judá. Hay confusión sobre la relación cronológica de la misión de Esdras y Nehemías, pero parece probable que Esdras llegara después de Nehemías, a fines del siglo V (entre 458 y 398). Esdras fue miembro de una familia sacerdotal y sirvió de escriba o secretario en la corte persa. Dirigió el retorno de unos cinco mil judíos exiliados a Judá y su tarea principal parece haber sido la proclamación y establecimiento oficial de la ley judía o Toráh como la ley fundamental. Esta Ley, o Toráh, fue aquella que se había desarrollado en la comunidad judía del exilio en Babilonia y que ellos habían llegado a aceptar como autorizada. Nehemías 8 describe la solemne asamblea en la plaza, frente a la Puerta del Agua, en Jerusalén, donde se llevó a cabo la ceremonia de proclamación de esta ley (cf Ne 8,1-3).
A excepción de los acontecimientos incompletos y confusos asociados con las misiones de Esdras y Nehemías, muy poco se sabe de la vida y actividades de la comunidad restaurada en Judá y en Jerusalén, especialmente para la mayor parte del siglo IV.
2.4. Proyectos alternativos de reconstrucción
La restauración procedió lentamente, por etapas, y sólo con dificultades. Además de las dificultades objetivas, consecuencia de las invasiones y guerras sufridas, un obstáculo con que se encontró la restauración fue la inevitable fricción entre los judíos que regresaron de Babilonia y los que habitaban el territorio. Éstos habían hecho posible la continuación de la vida en Judá a pesar de las dificultades y pruebas. Las ciudades importantes y los centros fortificados habían sufrido daños masivos, pero algunos pueblos y aldeas pequeñas y sin fortificaciones habían permanecido relativamente intactos. Campesinos pobres y jornaleros sin tierras se establecieron en las grandes haciendas abandonadas por los terratenientes y funcionarios gubernamentales que se encontraban en exilio en Babilonia. Los antiguos santuarios y la roca sagrada donde antes se encontraba el templo de Jerusalén, siguieron siendo lugares de peregrinación en los que se ofrecían sacrificios sobre el altar.
Acerca de la comunidad que permaneció en la tierra, conviene notar que, con la desaparición de la monarquía, las redes de cooperación y apoyo basadas en aldeas y familias habían podido surgir nuevamente y fortalecerse. Estos sistemas de organización e identidad se convertirían en un aspecto importante del fundamento sobre el cual debería contar la vida y comunidad de los judíos en la reconstrucción. Ellos no podía satisfacer el proyecto de los que llegaron de Babilonia y que eran descendientes de judíos exiliados, que habían sido, en su mayoría, miembros de la nobleza o de las clases terratenientes y comerciantes. Y mucho menos los derechos alegados por éstos sobre las propiedades de sus antepasados, para lo cual gozaban de las ventajas y los privilegios derivados del apoyo persa.
Distantes también de la ideología oficial se posicionaban los discípulos y discípulas de Isaías. Aunque, habían vivido también la experiencia del Exilio en tierra extranjera, su proyecto, usualmente hoy llamado "luz de las naciones" coloca como centro de sus preocupaciones la instauración de la justicia para todas las naciones. Desde esta perspectiva abordaban la consideración de la pureza y las exigencias de la moralidad exigida por Dios al pueblo.
2.5. Rut
Si queremos entender el libro de Rut, tenemos que ubicar su redacción dentro de esta época de Esdras y Nehemías en el siglo V o IV a.C., es decir, cuando se lleva a cabo la reconstrucción del judaísmo. Debemos, además, considerarlo como un testimonio importante de los proyectos alternativos al del judaísmo oficial. Los judíos que volvieron de Babilonia quisieron formar una comunidad cúltica, aislada de todo influjo extranjero; por eso, los matrimonios llevados a cabo entre judíos y las hijas de los samaritanos y de los moabitas, fueron declarados "gran crimen" y "delito" de parte de Yahveh (Esd. 10,10s; Ne 13,23s). Los que tenían esposas extranjeras tenían que separarse de ellas, si es que querían permanecer en la comunidad judía (Esd. 10,19s; Ne 13,25). De ahí que muchos judíos contemporáneos pudieran formarse la idea de que solamente los judíos eran objeto de la providencia de Yahveh, y que los demás pueblos se podían quedar en su idolatría, razón ésta para que se fuera restringiendo el pensamiento universalista en la religión yahvista. Contra este peligro se levantó el autor del libro de Rut, el cual se proponía conjurar el peligro de la restricción de la religión de Yahveh únicamente al pueblo judío. Con sobrada razón el libro de Rut ha sido llamado "libro de protesta", contra los procedimientos practicados por Esdras y Nehemías.
Por otra parte, se nota la presencia y utilización de elementos subrayados por la escuela de Isaías, durante y después del Exilio. De entre ellos, entre otros podemos mencionar los siguientes:
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El segundo Isaías ,como Rut, utiliza abundantemente el símbolo del "rescatador", aunque en el profeta no es un particular ni el rey, sino el Señor en persona. Él viene a rescatar a Sión, la matrona viuda que ha perdido a sus hijos y vive en el destierro. La llama para un nuevo desposorio, para que tenga nuevos y numerosos hijos, para que disfrute de las bendiciones en la tierra. Igualmente el libro de Rut se puede leer como una invitación a la esperanza, al encontrarse de nuevo en la tierra prometida, que humildemente volvía a dar pan y a tener hijos.
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La incorporación de extranjeros en la comunidad de Israel concuerda con la visión del tercer Isaías (y contrasta con la reforma restrictiva de Nehemías). "No diga el extranjero: el Señor me excluirá de su pueblo" (Is 56,3), "Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de Israel . A los ya reunidos todavía añadiré otros" (Is 56,8).
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Finalmente, Rut viene a refugiarse bajo las alas del Señor (2,12). El Señor dice: "El que se refugia en mí heredará el país" (Is 57,13). Rut quiere cubrirse con la orla del manto de Booz: los extranjeros "agarrarán a un judío por la orla del manto diciendo: queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros" (Za 8,23)
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3. NIVEL TEOLÓGICO
¿Qué ha pretendido el autor del libro de Rut al escribirlo? ¿Proponer a los lectores un modelo de piedad familiar, un ejemplo que imitar en la persona de Rut? ¿Reivindicar el honor de los antepasados del rey más grande de Israel? ¿Rechazar una ley xenófoba sobre el matrimonio? ¿Probar la tesis teológica de la providencia del Señor sobre el pueblo de Israel o sobre los miembros piadosos de ese pueblo? ¿Extender la misericordia y la bondad del Señor a todos los pueblos, a todos los hombres sin distinción? ¿O simplemente deleitar con una historia bellamente contada?. Estos y muchos otros han sido las opiniones propuestas por los estudiosos, al comentar el libro de Rut. A continuación presentaremos algunas ideas que, a nuestro juicio, pueden ayudarnos a comprender mejor el mensaje del libro de Rut.
3.1. La fidelidad y su retribución
La sencillez en el relato y en la trama del libro de Rut ha dado motivo para que el libro se interprete como un episodio sin más trascendencia de los que acontecen en la vida humana. Sin embargo, no es difícil descubrir una lección práctica de la Providencia divina que conduce los acontecimientos humanos según sus designios, a pesar de que Dios no perturba en absoluto el discurrir normal de los mismos. Desde antiguo se vive en Israel la fe en la presencia, activa pero escondida, de Dios en la historia. El segundo Isaías, hablando con Dios, confesaba: "Es verdad: Tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el salvador" (Is 45, 15).
Según esto, el libro es un himno a la fidelidad ligada al Dios de la Alianza. La fórmula de la Alianza pronunciada por Rut es una profesión solemne de fe: "Tu Dios será mi Dios", pero, a la vez, expresa la forma auténtica de relación con los semejantes: "Tu pueblo será mi pueblo".
Los personajes, y a través de ellos la relación religiosa, están marcados por esa fidelidad. Rut es fiel a su suegra, Booz a sus deberes de parentesco. Orfa y el go'el anónimo ponen de manifiesto esa cualidad desde su ausencia. Pero más allá de su actuación, los personajes humanos y todos los acontecimientos del relato se convierten en testimonio fehaciente de la fidelidad divina. Gracias a ellos el hombre puede encontrar en su propia historia la fidelidad de Dios.
En este sentido podemos descubrir en el libro de Rut cómo Dios se preocupa por todos sus servidores; no abandona a nadie, con tal de que no lo abandonen antes a Él. Noemí es un caso clásico de esta verdad, pues cuando ella se encontraba en la miseria máxima, sin esposo, sin hijos y en un país extranjero, Yahveh intervino en su ayuda rescatándola de una manera providencial. El Dios de Israel no pone límites a su acción protectora, sino que acompaña a sus fieles servidores dondequiera que vayan, y toma bajo su protección a los extranjeros que se confían a Él y se refugian bajo sus alas. Él recompensa copiosamente la fidelidad y la abnegación, el sufrimiento y el dolor. Como Noemí se puede oír decir que Dios "se acuerda de su pueblo y le da de comer" (1,6) y que no permite que "se extinga el nombre de un difunto en Israel" (4,14). De ese modo Dios se presenta como el agente que produce el cambio de situaciones, como en el cántico de Ana y en el Magnificat "eleva a los humildes y llena de bienes a los hambrientos", como en los salmos y en las Bienaventuranzas promete una tierra a los humildes.
El reconocimiento gozoso de esta realidad lleva a proclamar "Bendito al Dios de Israel" por su suprema libertad que se traduce en la capacidad de ofrecer siempre una respuesta en las carencias y dolores de la humanidad. Y en la posibilidad de crear en torno suyo fidelidad frente a esas carencias y dolores. La manifestación de Dios es siempre manifestación de un Dios que, más allá de una ley, se compromete con la causa de la vida, dando tierra y descendencia a los que no la poseen. Esta manifestación abre el camino para entender la existencia como responsabilidad frente a todos los desvalidos de este mundo: "Llevando la propia piedra, saber que se contribuye a la construcción de un mundo nuevo" (Saint Exupery, Tierra de hombres).
3.2. Goleazgo - Rescate
Una lectura del libro de Rut, aun superficial, hace caer en la cuenta de la importancia que tiene el go'el en la trama del relato. Explícitamente se consideran go'el de Noemí tres personas de mayor o menor influjo en el desarrollo y desenlace del relato. Estas tres personas son: Booz (2,20; 3,9.12), el Fulano (3,12; 4,1.3.6.8) y el niño recién nacido (4,14). Booz y el Fulano se dicen go'el de Noemí y de Rut de una manera muy impropia, según lo que conocemos del uso de go'el fuera del libro de Rut. Según este uso, sólo se puede llamar go'el a una persona ligada con otra por los lazos de la sangre, es decir, el go'el siempre es un pariente consanguíneo: hermano, tío, primo hermano o pariente más lejano, pero de la misma sangre; no un familiar colateral o afín, como lo son Booz y el Fulano. De Booz se dice que es pariente de Noemí "por parte de su marido" (2,1.20; 3,2); del pariente innominado no se especifica este extremo, pero al confesar Booz que el otro le precede a él en los derechos de go'el (3,12; 4,4), implícitamente está indicando que el parentesco también es por parte de Elimélek, el difunto marido de Noemí; de lo contrario no se entendería lo que se dice en 4, 4-9 con relación al rescate de la tierra, que pertenecía a Elimélek, a Kilyón y a Majlón. Del recién nacido, Obed, se dice en 4,14 que es go'el de Noemí , y el significado se explica en el versículo siguiente: "Él será tu consuelo y el sustento de tu vejez". Go'el, según esto, es aquella persona que ofrece garantías de futuro: un apoyo firme y seguro.
En cuanto a los derechos y obligaciones del go'el, según aparece en el libro de Rut, se confirman las que en general se refieren al rescate de la tierra. Pero en la historia de la interpretación del libro de Rut han surgido otros muchos interrogantes en cuanto a nuevos derechos y obligaciones relativos al matrimonio, que son más propios del levirato que del goelazgo. En efecto, el estudio del go'el en la Biblia, fuera del libro de Rut, nos ha enseñado que el go'el se relaciona directamente con el rescate de la tierra enajenada o a punto de serlo, con la liberación-rescate de un pariente, vendido a un extranjero por necesidad, con la venganza de un muerto, y, por extensión, con la ayuda y protección de los indigentes. Pero en ningún caso con el derecho/obligación de casarse con la viuda sin hijos de un pariente. Eso es exclusivo de la ley del levirato. Se puede admitir, sin embargo, que en tiempos del autor de Rut no estuvieran bien definidos los límites entre los derechos y obligaciones del go'el y los relativos al matrimonio levirático, bien sea por la evolución real de las leyes y costumbres, bien porque, de hecho, no se aplicaban como leyes distintas -lo más probable-, por lo que casi carecía de importancia detenerse en los matices y diferencias.
Go'el se ha convertido en una categoría teológica muy importante en la historia de la salvación, pues Dios mismo se ha hecho Go'el de su pueblo y de todos los pobres que buscan la justicia y se confían a su misericordia. Se trata de una categoría que nos permite penetrar en el significado profundo de la vida y muerte de Jesús de Nazaret, que nos rescató del poder esclavizante del mal. Go'el se convierte también en un punto de referencia para construir nuestra vida cristiana de acuerdo al corazón de Dios, asumiendo con todas sus consecuencias, la responsabilidad que supone invocar al mismo Dios como Abbá, Padre. No nos podremos desinteresar ya de la suerte de nuestros hermanos y hermanas, con quienes estamos estrechamente unidos en la sangre redentora de Jesús.
3.3. Apertura a la universalidad
Los comentaristas, antiguos y modernos, están de acuerdo en presentar como uno de los aspectos más positivos del libro de Rut: su apertura a la universalidad. Lo que en Israel siempre se consideró un privilegio, es decir, la manifestación exclusiva de la bondad de Dios con su pueblo, se hace extensible a todos los pueblos. Un soplo de bondad, un espíritu de comprensión recorre todo el libro y es como su columna vertebral. La aceptación de Rut, la moabita, en la sociedad rural de Belén, corazón histórico del pueblo de Israel, es paradigma y símbolo de lo que Dios quiere entre todos los pueblos y naciones, una "patria grande", sin fronteras y leyes opresoras, donde todos podamos vivir como hermanos.
Y la fidelidad de esta extranjera a vínculos libremente elegidos se convierte en la posibilidad de nuestra incorporación a una historia de salvación que sólo puede verse reflejada en una actuación guiada por la búsqueda de la fraternidad universal.
3.4. Matrimonios mixtos: pueblos paganos, extranjeros
En el matrimonio entre Rut y Booz hay otros aspectos tan importantes o más que el del levirato, como es el de ser un matrimonio mixto: ella y él pertenecen a pueblos diferentes que no adoran al mismo Dios.
Israel siempre tuvo prejuicios contra las gentes de otros pueblos, unas veces por razones históricas de vecindad, otras por motivos religiosos. Acerca de los habitantes de Moab podemos leer en Dt.23,4: "El ammonita y el moabita no serán admitidos en la asamblea de Yahveh, ni aún en la décima generación serán admitidos en la asamblea de Yahveh". La historia de Israel, por desgracia, es una historia de vecinos muy mal avenidos. Sin embargo, como en cualquier historia nacional, es inevitable la mezcla de razas y de familias por medio de los matrimonios. Las circunstancias históricas hicieron que se proscribieran radicalmente los matrimonios mixtos. Algunos han creído que el libro de Rut ha sido escrito precisamente en contra de estas corrientes fomentadas por, o nacidas de los círculos afines a Esdras y Nehemías, dada su franca apertura a las mujeres extranjeras, representadas en Rut, la moabita. Con todo, el ambiente que se respira en el libro de Rut es pacífico, no tiene nada de polémico. No parece pues, razonable considerarlo fruto de una lucha dialéctica; es más bien el resultado espontáneo de un período, en el que la convivencia entre diferentes pueblos de la zona es pacífica. Por esto se ve con buenos ojos que una joven moabita, Rut, entre a formar parte del pueblo de Israel por su matrimonio con el betlemita Booz, y de esta manera, sea contada entre los antepasados del rey David.
La comprensión de la voluntad de Dios madura en medio de los avatares de la historia personal y del pueblo. Estar abierto a los signos que el mismo Dios nos ofrece será una condición importante para profundizar en el conocimiento de su plan y adecuar el nuestro caminar a su voluntad. La historia de Rut nos invita a estar alerta para secundar el proyecto de Dios que, a veces, corrige o, incluso, se opone a otros proyectos, propuestos e impulsados en su Nombre. La situación que hemos comentado en torno al Israel del postexilio nos ayuda a comprenderlo.
3.5. Rut y la estirpe de David
Se discute entre los autores hasta qué punto David forma parte del relato original de Rut. Lo que nadie pone en duda es que en la redacción actual del libro de Rut, David tiene alguna significación (cf 4,17-22).
Se puede decir con toda seguridad que David desciende de una moabita. No cabe ni siquiera imaginar que la ascendencia moabítica de David sea un puro invento, pues era muy grande el desprecio y el odio que Israel sentía por Moab. Ciertamente el apelativo de Rut: "la moabita", no aparece en el libro como apodo denigrante, sino más bien como distintivo cariñoso, más allá y por encima de cualquier desprecio. La personalidad de Rut es tan noble, tan delicada, merece tanto respeto, que el escritor israelita no se avergüenza de recordarla continuamente como "la moabita", digna de ser contada entre las israelitas más respetadas en la historia del pueblo y antepasada del rey David.
Pero Rut puede exhibir otro título aún mayor. En la genealogía del nuevo David, Mt 1,5 interrumpe con otras mujeres marcadas con la aparente desventaja de su condición de extranjeras, la serie masculina del "Libro de la Generación de Jesucristo". El nacimiento del Mesías, el advenimiento de la plenitud de Dios para nosotros sólo es posible descubrirlo y acogerlo si somos capaces de dirigir nuestros pasos hacia el lugar que Él ha elegido para nacer, a su patria que es el ámbito de la marginación y de la extranjería. En un mundo que discrimina a las mujeres y a los desplazados, el libro de Rut y la lista de los antepasados de Jesús nos invitar a colocar nuestra morada en medio de ellos como única forma de participar verdaderamente en la historia de fidelidad del Dios de la Alianza.
CLAVE CLARETIANA
EL MISIONERO, GO'EL DE SUS HERMANOS
"Go'el" es una palabra que nos ofrece una clave interpretativa fundamental de la vida misionera. La vida del misionero pertenece a Dios y a los hermanos. Su misión es ser go'el, rescatador. En los escritos del P. Fundador no aparece esa palabra, pero encontramos una cantidad muy notable de textos en los que, a través de conceptos como "amor al prójimo" o "celo misionero", nos va manifestando cómo interpreta su vida como puesta en las manos de Dios para el rescate de todos aquellos que han quedado atrapados por los poderes que pierden al hombre y le hacen desgraciado (cf Aut 357-358).
Ya en las oraciones que escribió en el tiempo que estuvo en el noviciado de los jesuitas aflora el deseo de hacer de toda su vida un servicio a los hermanos: "¿Y qué queréis Vos, Madre mía, que yo, siendo un hermano de estos infelices, me mire con indiferencia su fatal ruina? ¡Ah, no! Ni el amor que tengo a Dios ni el amor que tengo al prójimo lo pueden tolerar; porque ¿cómo se dirá que yo tengo caridad o amor de Dios, si viendo a mi hermano que está en necesidad, no le socorro?" (Aut 158). Y añade más adelante: "Otro de los motivos que me impelen en predicar y confesar es el deseo que tengo de hacer felices a mis prójimos. ¡Oh qué gozo tan grande es dar salud al enfermo, libertad al preso, consuelo al afligido y hacer feliz al desgraciado! Pues todo esto y mucho más se hace en procurar a mis prójimos la gloria del cielo" (Aut 213). Escribirá todavía en su "Carta al misionero Teófilo": "El que en tiempo de necesidad esconde el trigo o el dinero, es reo de los que mueren de miseria; el que ve a un niño caído en el fuego y, pudiéndole sacar fácilmente, lo deja morir es reo de su muerte..... ¡Cuántos sacerdotes que podrían catequizando, predicando, confesando, misionando socorrer las necesidades espirituales de sus prójimos no lo hacen, y los dejan perecer y condenar! ¡Ay de ellos!" (EE. pag 348)
El lenguaje no debe despistar a nadie. El mensaje es claro y las palabras manifiestan con fuerza una vida vivida totalmente al servicio del Evangelio, en clave de servicio. La lectura y meditación del libro de Rut abre ante nosotros un horizonte exigente para nuestra vida misionera. Ser go'el de nuestros hermanos y hermanas en el tiempo y el lugar en que nos toca vivir para contribuir a crear esa comunidad donde, porque todos son hijos del mismo Padre, nadie es extranjero. Las Constituciones se lo recuerdan a los misioneros en formación: "Los Misioneros en formación deben adquirir un justo conocimiento de las condiciones sociales y políticas de los hombres y de los tiempos, de tal modo que juzgando sabiamente a la luz de la fe la situación del mundo y ardiendo de celo apostólico, puedan responder con mayor eficacia a las necesidades de los hombres" (CC 64).
CLAVE SITUACIONAL
1. En un mundo de desplazados
Más de 50 millones de personas son hoy víctimas de desplazamientos forzados. Si sumamos a las olas de desplazados, los flujos migratorios de países pobres a países ricos, y las migraciones entre pueblos de cada continente y entre regiones de cada país, será incontable el número de desplazados, emigrantes y extranjeros que viven dislocados fuera o dentro de su patria. ACNUR se ocupa de 21 millones de refugiados; 7 millones en África, huidos de violencias, guerras, hambrunas y matanzas. De los diez países que generan mayor número de refugiados en el mundo, seis son de África: Sierra Leona, Somalia, Angola, Sudán, Eritrea y Burundi. Dantescos éxodos de masas inmensas, pueblos y etnias, muriendo las personas por los caminos... Y en Europa, los Balcanes... ¿Quién no ha visto imágenes impactantes?
Pero, lo importante ahora para nosotros no son las imágenes en los "medios", sino los rostros mismos de las personas desplazadas que podemos ver en calles, plazas y campos de nuestros lugares de vida y misión. Pues, ya no hay rincón habitado en esta "aldea global" que no se pueble de "otros" rostros y de "otras" lenguas, culturas y religiones "diferentes"... Lo más importante es conocer la situación real de los extranjeros que viven en nuestros lugares. ¿De dónde vienen, por qué vienen, qué historias colectivas y personales traen, cómo son acogidos, de qué viven y qué discriminaciones sufren? Y qué sucede con su identidad cultural y religiosa: qué relaciones e influencias se crean, qué diálogos, qué matrimonios, qué mestizajes... Lo positivo y lo negativo que se gesta en esa pluriculturalidad multiétnica, que es la situación futura de la humanidad en toda la Tierra.
2. ¿Y quién "rescata" ahora a las víctimas?
Nos estimula el libro de Rut a revalorizar el espíritu de fraterna solidaridad que inspiró la institución y la ley del "rescate", con los Go'el o "rescatadores" de tierras y personas ("víctimas" de la propia penuria y de la ambición ajena) defendiendo a cada familia pobre contra la codicia de poderosos, ricos y reyes. Nos estimula, porque para ser buenos hijos del Dios Go'el y construir con él en nuestro mundo su Reino de vida digna y libre para todos, debemos defender a la entera familia humana, "rescatando" a las "víctimas" que ahora se multiplican y se diversifican con la proliferación de abusos y codicias en el sistema mundial vigente. Crece hoy, por ejemplo, la conciencia de que urge el "rescate" de las víctimas más vulnerables e indefensas: los niños y niñas de la muerte; los niños y niñas esclavos del trabajo y sin escuela; los niños y niñas de la calle; los niños de la guerra, y los niños y niñas de la prostitución y de la droga; los niños y niñas víctimas del hambre, el desempleo y la disgregación de sus familias. Los 8 millones de niños y niñas huérfanos de padre o madre muertos por SIDA; los 12 millones de niños y niñas menores de 5 años que mueren cada año por causas remediables; los 250 millones de niños y niñas esclavos del trabajo, y el cuarto de millón de niños que combaten en 30 frentes de guerra...
Para nosotros, como siempre, es importante no dejar este asunto sin concretar qué situaciones de dominación, exclusión u opresión, están produciendo "víctimas" humanas en los contextos socioculturales, económicos y religiosos de los lugares en que transcurre nuestra vida y misión ¿Qué víctimas urge "rescatar" ahí? ¿Quién las rescata? ¿Y cómo colaborar en "rescatarlas" desde nuestro carisma y misión?
3. El desafío de confesar hoy a un Dios que "no abandona a nadie"
Esa "lección práctica de Providencia divina" que muchos descubren en Rut, de un Dios "que conduce los acontecimientos humanos según sus designios, a pesar de que Dios no perturba la acción normal de los acontecimientos humanos"; esa "fe en la presencia activa, pero escondida, de Dios en la historia", de un Dios que "se preocupa por todos sus servidores y no abandona a nadie", ¿qué facilidades o qué obstáculos y qué peligros encuentra en los contextos antropológicos, socio-culturales y religiosos que nos rodean a nosotros en nuestros días? En las costumbres de la gente que "no practican", y también en los esquemas religiosos y vitales de quienes sí frecuentan las prácticas religiosas o cristianas, ¿qué sentidos de "providencia divina" se viven?
CLAVE EXISTENCIAL
1. En los ambientes humanos de los lugares donde vivimos y cumplimos nuestra misión, ¿cuáles son las reacciones existenciales más habituales ante los desplazados, los refugiados, los extranjeros? ¿Qué relaciones se establecen con ellos?... ¿Cuáles son también las relaciones y las acciones de nuestra comunidad con ellos?... ¿Y mis sentimientos y acciones personales?
2. ¿Están organizados y son eficientes en nuestra Iglesia local, los servicios humanos y pastorales a los extranjeros desplazados o emigrantes? Servicios de acogida, convivencia, relación humana, intercultural e interreligiosa... Las situaciones multiculturales y plurirreligiosas, ¿cómo nos afectan y cómo respondemos a ellas?
3. En cuanto al "rescate" y "reinserción" de uno u otro tipo de "víctimas", ¿qué se hace en nuestros ambientes humanos y eclesiales, y qué urgiría hacer más? ¿Colaboramos desde nuestra identidad y misión?
4. ¿Hasta dónde me preocupan existencialmente a mí las víctimas humanas del mundo y de los ambientes en que vivo?
5. Es saludable ser conscientes de las propias convicciones teológicas sobre la "providencia" de Dios; de cómo la vivimos, personal y comunitariamente, y de qué influencia tienen en nuestros servicios del Evangelio del Reino.
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial.
2. Lectura de la Palabra de Dios: Rut 1,6-22
3. Diálogo sobre el TEMA VI en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).
4. Oración de acción de gracias o de intercesión.
5. Canto final