Proverbios
CAMINO DE VIDA, LA EQUIDAD
Texto: Proverbios
Texto para el encuentro comunitario: 14,26-35
CLAVE BÍBLICA
INTRODUCCIÓN
En el libro de los Proverbios, nos encontramos ante una obra bíblica original, pero no extraña ni abstracta. Con frecuencia utilizamos proverbios, refranes o sentencias. Los hay en todas las leguas y culturas. El libro que nos ocupa lleva como título: «Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel». Se hablará del rey y del humilde (16,12-15; 29,23), del rico y del pobre (11,24; 22,2), y de la prostituta o la adúltera (Pr 2,16-19; 5,3-14; 6,24-35). Las sentencias de Proverbios tienen unas características propias, que los distinguen del acerbo cultural de otros pueblos. No olvidemos que estamos ante un libro que nos transmite, envuelta en palabra humana, la palabra de Dios.
1. NIVEL LITERARIO
El redactor del libro nos transmite la tradición anterior, que, tal vez, él mismo retocó. Así hizo también otro sabio, Qohelet (cf Qo 11,9-10). Centrémonos en Proverbios y separemos las capas que envuelven su núcleo.
1.1. Estructura del libro
He aquí un hecho raro: después de encontrar el título «Proverbios de Salomón...» en 1,1; encontramos de nuevo en 10,1 «Proverbios de Salomón»; en 22,17 se nos avisa que comienzan las «Palabras de los sabios», y en 24,23: «También esto pertenece a los sabios», y aún en 25,1, en 30,1 y en 31,1-9. El libro es, pues, una antología de colecciones dispares, cada una de las cuales tiene detrás de sí una larga historia independiente de creadores de proverbios, así como de transmisores y colectores de los ya creados.
Las colecciones más antiguas constituyen el núcleo del libro y reúnen proverbios aislados. Los más tardíos desarrollan un tema con amplitud y constituyen ya pequeños tratados sapienciales o poemas. Generalmente, este último tipo lo encontramos al principio y al final del libro (capítulos 1-9 y 31), como si se tratase de un marco para la parte central. Se lo atribuimos al redactor, que seleccionó las mejores colecciones antiguas de proverbios, compuso el libro tal como lo tenemos hoy y lo editó, encabezándolo con el título y con un prólogo, que propone su intención: «Para aprender sabiduría... Que atienda el sabio y crecerá en doctrina...» (1,2-5). Así pues, distinguiremos en lo sucesivo el núcleo antiguo y el marco.
1.1.1. Núcleo antiguo
Tal núcleo se compone de seis colecciones, que presentamos por orden de antigüedad y de importancia en la formación del libro:
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Las dos colecciones salomónicas (10,1 - 22,16 + capítulos 25-29), que son los polos de atracción de las demás colecciones. Ellas abrazan en su interior:
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Las dos colecciones «de los sabios» (22,17 - 24,34),
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Otras dos colecciones: la de Agur (30,1-33, que incluye una serie de proverbios numéricos), y la de Lemuel (31,1-9).
1.1.2. El marco
Son instrucciones que consideramos obra del redactor:
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Poemas de recomendación de la sabiduría (cap. 1-9),
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Poema alfabético sobre la mujer perfecta (31,10-31), que cierra la obra como un epílogo.
La obra, escrita en hebreo, queda anónima. En el título nos encontramos ante un caso de atribución fingida del libro a Salomón (pseudonimia).
Aunque las colecciones salomónicas sean preexílicas, hay que señalar el postexilio como fecha de redacción-edición del libro, sea en el siglo V o, todavía mejor, en el siglo III. En todo caso es anterior a Eclesiástico (compuesto hacia 180), pues éste, en 47,17 parece tener presente Pr 1,6: «Para descifrar proverbios y enigmas»...
1.2. Géneros literarios
Antes de estudiar las formas concretas del libro de los Proverbios, veamos su rango o estatuto entre los conocimientos humanos.
1.2.1. Estatuto epistemológico
En la tradición sapiencial, y en particular en Proverbios, se persigue un objetivo: adquirir la sabiduría, que puede definirse como «la actitud y el método conducentes a la autorrealización del hombre, tanto en la esfera humana cuanto en la profesional». En esta tarea, se da gran importancia al conocimiento de experiencia y, más aún, al conocimiento que viene de Dios.
a) Sabiduría de experiencia (y práctica)
El libro de los Proverbios es «una oferta de sensatez, cordura, buen sentido». Se enseña al hombre el modo más racional de superar los escollos de la vida para llegar a una armonía interior y a una integración social sin traumas. Con frecuencia, un proverbio bíblico enuncia un hecho o una verdad como resultado de la experiencia social colectiva -«siempre fue así»- y se basa sobre la relación interna entre una acción y su resultado: entre el trabajo y la abundancia o entre la holgazanería y el hambre. Como consecuencia, parece neutro o aséptico, sin imperativos ni valoraciones morales, como una reflexión simplemente humana y atemporal. Su primer mensaje podría enunciarse: «así sucede, cuenta con ello». He aquí un ejemplo: «Quien cultiva su tierra se hartará de pan; quien persigue naderías es un insensato» (12,11).
¿Se trata, pues, de un simple pragmatismo? Algunos proverbios parecen nacer de la simple utilidad humana, como si la pregunta «¿qué es bueno para el hombre?» recibiera respuestas ajenas a las exigencias de la ética y cercanas al propio interés: «El mal se busca quien avala al desconocido, quien no es amigo de chocar la mano está seguro» (11,15); «el obsequio (soborno) es un talismán para quien lo da; dondequiera que vaya tiene éxito» (17,8).
b) Contenido religioso-moral
Sin embargo, la finalidad de esta tradición es fundamentalmente didáctica; pretende la educación religiosa y moral del hombre, el cual se hace artesano de la propia vida. Algunos de los proverbios transcritos más arriba, y bastantes más, contienen una valoración de la conducta, que aparece ya en el hecho de calificar a unos de «sabio» y a otros de «necio», como el mencionado de 12,11 o el siguiente: «El necio da rienda suelta a sus impulsos; pero el sabio, al reprimirlos, los calma» (29,11).
En el fondo de la «oferta de sensatez» de Proverbios hay una exigencia. La propuesta tiene color y fuerza moral y religiosa, la misma que aparece en los libros de la Ley, en los proféticos y en los Salmos. Si no da reglas, salvo en raros casos, expone los principios de la Alianza bajo una forma nueva de valoración y, por tanto, con fuerza de imperativo social.
Dejando para después el importante tema de la justicia, se pueden buscar las raíces de algunos proverbios en varios campos de la vida social:
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El comercio: «La balanza falsa es abominación para el Señor; pero el peso justo gana su favor» (11,1), que recoge fielmente la prescripción de Dt 25,13: «No tendrás en tu bolsa pesa y pesa, una grande y otra pequeña», como la recogió el profeta Miqueas (Miq 6,9-10).
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La familia: «Al que maldice a su padre y a su madre, se le apagará la lámpara en plena oscuridad» (20,20), que recoge Lv 20,9: «Quien maldiga a su padre... será reo de muerte;... su sangre caerá sobre él» (cf 10,1).
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Magnanimidad con el pobre: «El que da a los pobres no conocerá la indigencia, el que se tapa los ojos será muy maldecido» (28,27; cf. 11,24).
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La sabiduría: «El sensato de corazón acepta los mandatos (mishwôt); el hombre charlatán corre a su ruina» (10,8); «La enseñanza (torah) del sabio es fuente de vida, para evitar las trampas de la muerte» (13,14). Estas dos palabras subrayadas indican de ordinario en el Antiguo Testamento los obligaciones que se derivan de la Alianza.
Como puede apreciarse, la antropología de Proverbios no es meramente individual, sino comunitaria. Por eso la alteridad constituye la mayoría de las veces una dimensión intrínseca de esta sabiduría, hasta el punto de que la conducta antisocial es duramente fustigada. La vida del hombre será sensata si es justa, honrada y cabal. Como consecuencia, será feliz, llena de sentido. Los aspectos sapienciales y las dimensiones éticas están implicados mutuamente. Esta es la verdadera mentalidad y el tono de los autores de Proverbios.
c) Motivación religiosa explícita
El fondo religioso-moral de Proverbios alcanza su cima en una serie de sentencias, quizá proporcionalmente no muy numerosas, que dan una motivación o una valoración de la conducta relacionada con la Alianza, los mandamientos o directamente con Dios.
Se pueden recordar 20,20; 23,11 -sobre los padres (cf Lv 20,9)- y otros que expresan una fe serena en Yahveh, al que normalmente se venera como el gran juez: «El hombre envidioso atiza las pendencias; el que confía en Yahveh prosperará» (28,25); «si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; así se sonrojará y el Señor te lo pagará» (25,21-22), una cima de los sapienciales próxima al evangelio y citada por san Pablo en Rm 12,10.
Este tipo de proverbios, exponentes de la religiosidad y de la moral yahvista, es el punto culminante, que indica el sentido más hondo el mensaje del libro.
d) Sabiduría teológica
Es el último paso en la evolución de la teoría del conocimiento en los sapienciales. ¿Qué alcance tiene? Los sabios han llegado a la convicción de que sin la dimensión religiosa de la piedad o del respeto amoroso de Dios es imposible alcanzar la sabiduría. Esta teología aparece ya en algunos proverbios aislados de las colecciones salomónicas y, sobre todo, en la elaboración del tema del «respeto de Yahveh» y de la sabiduría personificada. Veamos aquí solamente la sentencia de 28,5, dejando para el nivel teológico la exposición de estos dos temas: «Los malvados no comprenden el derecho, los que buscan a Yahveh lo comprenden todo».
En conclusión, podemos afirmar que el hombre está en el centro de las preocupaciones de los sabios. Éstos son humanistas yahvistas. Procuran la realización integral del hombre, la valoración de sus aptitudes naturales y su perfeccionamiento moral y religioso. Veneran a Yahveh, Dios creador y juez, y llegan a identificar la piedad o el respeto de Yahveh y la sabiduría.
1.2.2. Formas literarias
a) El mashal
En Proverbios, la forma «reina» que engloba todas es el mashal. El vocablo hebreo mashal ha sido explicado como «semejanza» o «palabra poderosa». Tiene algo de ello. Originariamente se aplicaba a los dichos populares breves que fijaban observaciones y experiencias con valor universal (proverbios o refranes). Posteriormente se aplica también a la sentencia culta o poética de varios tipos. En Proverbios encontramos ejemplos de todos ellos. Sus dos formas básicas son la sentencia breve y la instrucción.
b) La sentencia breve
Su origen es el proverbio popular; pero, tal como la encontramos en Proverbios, se trata ya de una sentencia culta o artística. Su estilo es conciso y está elaborada con recursos poéticos como la rima y el ritmo. Habitualmente consta de un solo verso, con sus dos mitades o hemistiquios en paralelismo, que puede ser sinonímico («Adquirir sabiduría es mejor que el oro, adequirir inteligencia es preferible a la plata»: 16,16), antitético («La mujer sabia edifica su casa, la necia con sus manos la destruye»: 14,1) o bien sintético o progresivo, si desarrolla o prolonga el pensamiento (16,7).
c) Proverbio valorativo
Es una variante estilística de la comparación, y se presenta bajo las fórmulas:
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«mejor... que» o «más vale... que» (cf 15,17, contra el rencor; 21,9 y 25,24, contra la mujer pendenciera)
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en forma de comparación: «cuanto más» o «cuanto menos» (cf 21,27: sacrificio de malvados)
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en forma negativa, «ni... ni» (26,1: «Ni lluvia en el verano ni honor al necio»).
A la forma elemental del proverbio aislado, vienen a sumarse otras más complejas:
d) Proverbio numérico
Hemos aludido ya al gusto por clasificar juntos varios fenómenos o personas que, bajo cierto ángulo de visión, coinciden. En Proverbios hay dos series de este tipo: 6,16-19 y 30,15-33. Esta última muestra un interés particular por las maravillas de la naturaleza y las costumbres de los animales. Tales enumeraciones ponen de relieve las características de las relaciones humanas o sociales a través de la analogía con los fenómenos enumerados; por ejemplo, el misterioso comportamiento del hombre con la doncella por comparación con el del águila, la serpiente y el navío (30,18-19).
e) Discurso instructivo
El género instrucción discursiva es el habitual en los capítulos 1 a 9, y reaparecerá al final del libro (cc. 30-31). Los temas son objeto de un desarrollo más amplio. En ella aparece una de las figuras claves: el sabio o maestro que, mediante continuas instrucciones y exhortaciones, invita a la escucha y a la aceptación de sus enseñanzas. Un bello ejemplo de tal discurso lo encontramos en 1,8-19. La instrucción de 3,1-12, con su insistencia en la relación educativa padre-hijo («Escuchad, hijos... También yo fui hijo para mi padre...»), recuerda que la sabiduría israelita tenía una sede natural en la familia y, además, que la tradición jugaba un papel muy importante. Un bloque importante de este material del redactor puede clasificarse como «graves advertencias del maestro al discípulo», centradas principalmente en el peligro mortal que encierra el adulterio: 2,16-19; 5; 6,20-35; 7. Como se aprecia en los ejemplos anteriores, el imperativo y la partícula causal son su forma distintiva, aunque en varias instrucciones de Pr 1-9 faltan los imperativos, que han sido sustituidos por las condicionales, pero el valor exhortativo es el mismo. En estos casos se confía más en el valor de la exposición y en la autoridad moral del maestro («padre») que en el imperativo propiamente dicho. Quizá por eso contenga una pedagogía más depurada (cf. 2,16-19, sobre la mujer extraña).
Un recurso o variante es el relato autobiográfico, por el que el maestro de sabiduría pretende comunicar una enseñanza presentando un hecho de vida que supuestamente él ha experimentado. El mejor ejemplo es Pr 7,6-23: la ramera (o adúltera) y el joven necio, o 24,30-34.
f) Poema didáctico
Se encuentran poemas de varios tipos. La mayor parte son poemas de elogio de la sabiduría. Merecen destacarse, desde el punto de vista formal, las llamadas o invitaciones de la propia Sabiduría personificada: 1,20-33; 8,1-11.12-21; 9,1-6. La reflexión de los sabios alcanza en estos himnos las cimas más altas de la teología especulativa y se transforma en contemplación mística. El estilo es netamente didáctico y autodescriptivo, y guardan gran semejanza con los poemas de la literatura egipcia sobre la Maat (justicia, orden).
g) Poema alfabético (acróstico)
En 31,10-31 encontramos el famoso poema de la «mujer fuerte», o mejor, de la mujer sabia. El poema tiene tantos versos como letras del alfabeto hebreo. La primera letra de la primera palabra de cada verso comienza con la letra del alfabeto correspondiente.
h) Estilo antológico
En los cc. 1-9 utiliza a la perfección el procedimiento literario de composición llamado estilo antológico, que consiste en emplear, literalmente o de forma equivalente, las palabras o fórmulas de Escrituras anteriores. El redactor de 1-9 se refiere precisamente a tres fuentes: Deuteronomio, Jeremías e Isaías (sobre todo Is 56-66). De esta forma, la tradición sapiencial asume la tradición del Pentateuco y de los Profetas y constituye una relectura de la misma.
1.3. Vocabulario
La frecuencia de ciertos vocablos en una u otra sección de Proverbios puede orientarnos sobre los centros de interés del libro.
1.3.1. En el núcleo
a) Vocabulario de los bienes
Riqueza, rico, ser rico aparecen 36 veces (10,4.15.22; 11,4...); indigente: 10 veces; perezoso: 13 veces (10,26; 13,4...).
b) Vocabulario de la astucia/sabiduría
Necio: 45 veces (10,1.18.23...); necedad: 20 veces (12,23; 13,16...); sabio: 40 veces (10,1.8.14.15.20...); ser sabio: 9 veces (13,20; 19,20...).
c) Vocabulario de la conducta
Impío (sing.,): 33 veces (10,16.24.25...); abominación de: 15 veces (11,1.20...); obrar pérfidamente: 8 veces (11,3.6...); ser tortuoso (sustant. y verbo): 7 veces (10,9; 11,20...); justo (adj.): 5 veces (11,1; 16,11.13...); justicia: 19 veces (10,2; 11,4.5.6.18.19...); recto (hombre): 21 veces (11,3.5.6.11...); maldad: 6 veces (11,5; 12,3...). El vocabulario del camino cuenta con 47 referencias.
De esta visión superficial puede apreciarse ya que los autores de las colecciones antiguas centran su reflexión sobre los temas de carácter ético y social, concretamente sobre los polos siguientes: sabio - necio; justicia/rectitud - impiedad/maldad; riqueza - pobreza.
1.3.2. En el marco
a) Vocabulario de los bienes
Riqueza: 2 veces (3,16; 8,18); pobre (sust.): 2 veces (3,34; 31,20).
b) Vocabulario de la astucia/sabiduría
Necio (sust.): 18 veces ( 1,22...); tonto/simple: 4 veces (1,22.32; 3,35; 8,5); sabiduría/ maestría: 19 veces (1,2.7.20...); enseñanza: 13 veces (1,2.3.7.8...); inteligencia: 10 veces (1,2; 2,3; 3,5...); inteligencia/destreza: 8 veces (2,2.3.6.11...); temor/respeto: 6 veces (1,7.29; 2,5...); reflexión: 5 (1,4; 2,11...).
c) Vocabulario de la conducta
Justicia: 4 veces (1,3; 2,9...); juicio (justo): 3 veces (1,3; 2,9; 8,20...); (hombres) rectos: 6 veces (2,7.13.21...); malvado (subst.): 7 veces (2,22; 3,25.33...), etc.
d) Vocabulario del camino
Camino: 29 veces (1,15; 2,8,12.13.20...); senda: 17 veces (1,15.19; 2,8.13.15.19.20...).
Es clara la insistencia del autor del marco sobre los sustantivos abstractos: sabiduría y sus sinónimos. Siguen apareciendo en puesto importante algunos vocablos de calificación ético-religiosa conocidos en el núcleo, sobre todo los negativos (malvado/maldad, perverso/perversidad) y toma un gran relieve el vocabulario del «camino», que tiene un tono deuteronomista.
2. NIVEL HISTÓRICO
En esta sección, queremos situarnos, en la medida de lo posible, en el tiempo del redactor y exponer someramente las circunstancias de esta época y el papel jugado por aquél.
2.1. Época de redacción
Se puede datar la redacción final del libro, en el postexilio, entre los siglos V y mitad del III. La obra del redactor se encuentra, pues, a caballo de los imperios persa y griego. Es una encrucijada en la fe de Israel, en la qué éste entró con la gran decepción del exilio. Son tiempos duros. El regreso trajo problemas con las autoridades samaritanas y con los judíos que habían quedado en la Palestina (propiedades...). Pero el judaísmo se ha purificado y organizado definitivamente como comunidad de la Ley bajo Nehemías y Esdras.
2.1.1. Un flash sobre la política
La política persa era «de guante blanco». En el siglo IV, con los últimos reyes persas, Judá era semi-autónomo bajo el gobierno de sus sumos sacerdotes, pero los tributos eran pesados. Probablemente tuvieron lugar disturbios entre los judíos. Josefo y Eusebio mencionan una deportación de judíos a Hircania y Babilonia. Bajo el imperio griego de los reyes Tolomeos, de Egipto, entre 223 y el 190 a.C., los judíos sufren a causa de las guerras entre aquéllos y los Seléucidas, hasta la victoria de estos últimos.
2.1.2. Cambio cultural
El suceso de más alcance en la nueva situación bajo el imperio griego fue la expansión e impacto de la cultura helénica sobre todos los pueblos del Oriente asiático. La helenización había comenzado ya durante el imperio persa a través del intenso movimiento migratorio y comercial; pero con Alejandro Magno se hace sistemática y rápida, como vehiculo de cohesión del imperio. Llega a su cima en el siglo III, bajo Tolomeo II Filadelfo. Se fundaron por doquier colonias griegas -también en Palestina- que eran focos de irradiación del helenismo. El pensamiento griego flotaba en el aire y se hacía inevitable su impacto sobre los pensadores judíos, en particular sobre los de la diáspora. En el plano de las costumbres, se acepta la moda griega de vestir, los deportes en el gimnasio, sus dioses protectores, etc.
La traducción de la Escritura al griego abría nuevos canales de comunicación entre judíos y gentiles y preparaba un fuerte impacto de la cultura griega en la mentalidad judía.
La invasión de la nueva cultura tuvo consecuencias graves sobre la vivencia religiosa judaica. 1M 1,11-17 se hace eco de la situación de la que hablamos. Un dilema se planteaba al pueblo y a cada judío: ¿ser un cuerpo extraño en el mundo oriental unificado y helenizado o gozar de las ventajas humanas de la nueva civilización por la asimilación? Comienza un cisma en la comunidad que, en el siglo segundo, puso al pueblo judío en la situación crítica más peligrosa de su historia desde la catástrofe del 587.
2.2. La tarea del redactor
Frente a la invasión helenizante que amenazaba gravemente la religión y la identidad israelita (o judaica), el redactor de Proverbios reacciona como sabio y emprende una tarea ardua.
2.2.1. Afirmar la identidad nacional y cultural
En un momento de semejante crisis o encrucijada, el pueblo necesita afirmar su identidad, centrada en la Alianza. Esto es lo que el padre del libro ofrece a sus discípulos como formador del nuevo israelita. Su voz es la voz calmada del padre y del maestro, unas veces, y la apremiante del profeta, otras; una voz que analiza y discierne la nueva situación y los comportamientos sociales para clarificar las situaciones ambiguas y mostrar el camino de la auténtica realización personal y, con ello, de la realización del pueblo judío en situación de opresión política y cultural. Él despierta y estimula la conciencia nacional antes de llegar a situaciones extremas. He aquí el tenor de su voz: «Hijo mío, si los pecadores te quieren seducir, no vayas... no te pongas en común con ellos... tu pié detén ante su senda... (que) le quitará la vida a su propio dueño...» (1,10.19).
2.2.2. ¿Cómo lo hace?
Para realizar su tarea hace valer la tradición sapiencial y, en ella, la tradición yahvista legal y profética.
a) La tradición sapiencial valorizada
Así nos explicamos su interés por transmitir las colecciones antiguas de proverbios. En una época de cultura helenista brillante, había que recoger el fruto de la tradición de los sabios. Si los sabios del tiempo de la realeza eran artesanos de la propia vida y de la vida del pueblo, de su mano quiere él realizar la misma tarea de reconstruir la identidad nacional. Él mismo reinterpreta o reformula la tradición (cc. 1-9; 31,10-31), acomodándola al nuevo contexto.
b) Relectura de la tradición legal y profética
Tomemos como ejemplo el primer discurso, transcrito en parte más arriba (1,8-19), que propone al joven el camino de los mandamientos como un camino precioso, y es, a la vez, un ejemplo de relectura de la profecía de Is 59. Las palabras textuales de Is 59,7 son recogidas en Pr 1,16: «Porque sus pies corren hacia el mal y a derramar sangre se apresuran», y de nuevo, en Pr 6,18. Así, el comportamiento o «camino» de los malos, que es objeto de la denuncia del profeta, es también objeto de la exhortación y denuncia del redactor de Proverbios. El autor de Pr 1 actualiza o relee Is 59 para aplicarlo a la nueva sociedad.
2.3. Carácter transcultural de la sabiduría
Como se ha expuesto ya en la introducción, la sabiduría tenía predominantemente un carácter público: estaba ligada a la corte y a las escuelas públicas, y se transmitía de unos pueblos a otros; era internacional. Por ejemplo, la sabiduría de Egipto fue admirada por los escritores griegos y ejerció un influjo sobre ellos.
2.3.1. Influjo extranjero en Israel
Israel nace entre culturas muy desarrolladas, que le sirven de cuna. Egipto, Mesopotamia, Siria, Palestina y otros pueblos desarrollaron grandes civilizaciones e influyen sobre él. Israel sabe asimilar tales influjos sin perder los rasgos esenciales de su identidad, a pesar de las crisis. 1R 5,9-14 muestra este influjo, al ponderar la sabiduría de Salomón sin ocultar la admiración por Egipto.
Este influjo aparece con claridad en Proverbios. Podemos citar la semejanza de los "Treinta capítulos", de Amenemope; con Pr 22,17 - 24,22. Algunas colecciones son, incluso, atribuidas a autores extranjeros. El material de las colecciones proveniente de fuera de Israel es incorporado por el redactor deliberadamente. Ha podido seleccionar «la flor y nata» de la literatura sapiencial conocida en el cercano Oriente, enriqueciéndola y reformulándola a partir de la fe yahvista.
La historia confirma el influjo que aparece en los textos. La corte de Salomón estaba organizada según el modelo de la corte egipcia, con secretario y cronista, posiblemente rodeados de otros escribas (2Sm 8,15-18; 1R 4,1-6). Ellos podían ser un canal de trasvase de la cultura.
2.3.2. Intercambio comercial y cultural
Tal intercambio es un hecho sociológico. Hemos visto el inmenso influjo de Grecia sobre los pueblos de Oriente a partir del comercio y la migración y, más tarde, por la conquista y colonización. Se transmiten o intercambian utensilios y vajilla, el arte, las costumbres y la lengua y, con ella, la cultura, la visión del mundo, la tradición sapiencial, la filosofía y la religión... En Palestina, pasillo entre Oriente y Egipto, se encuentran todas estas influencias.
3. NIVEL TEOLÓGICO
3.1. Teología de la identidad
Israel imponía su sello nacional a la cultura y a la sabiduría: las nacionalizaba. Su historia única, vivida en diálogo con su Dios, Yahveh, transformaba todo influjo extranjero. Acepta el arameo y el griego como lenguas propias, y en ellas expresa y desarrolla su fe en medio de la cultura dominante. En los santuarios que los patriarcas adoptaron Israel dio culto a Yahveh, libertador de la opresión de Egipto. Transformó las fiestas agrícolas de Canaán en fiestas en honor de Yahveh y en memoriales de la liberación de Egipto (cf Jc 9,27; Ex 23,14-17; 34,18-23; Lv 23).
De forma semejante, el redactor de Proverbios afirma los pilares de la identidad nacional en el postexilio: la alianza y su expresión, la Ley. Y, si toma en préstamo colecciones extranjeras, como la de Amenemope, les imprime el sello yahvista desde el principio; por ejemplo, en la motivación: «para que esté en Yahveh tu confianza» (22,19), «porque Yahveh defenderá su causa (del débil)...» (22,22-23).
El autor de Proverbios actualiza los textos fundadores de Israel y algunos textos proféticos. En 1,23-25 reinterpreta la predicación de Isaías (65,1-12; 66,3-4), de Jeremías (7,13.24-28; 31,33ss) y de Ezequiel (36,25-27). Veamos un ejemplo:
Pr 1,23-25:
«Convertíos... Voy a derramar mi espíritu para vosotros,
os voy a comunicar mis palabras;
Ya que os he llamado y no habéis querido,
he tendido mi mano y nadie ha prestado atención;
habéis despreciado todos mis consejos...»
En este pasaje se pueden distinguir dos campos: a) la llamada a la conversión y a la renovación de la alianza en conocimiento y escucha de Dios y b) la falta de escucha por parte de Israel. Algunos contactos literales entre los textos comparados están señalados con el mismo tipo de subrayado:
a) Llamada a la conversión y a la renovación de la alianza.
Ez 36,25-27:
«Os rociaré con agua pura... Os daré un corazón nuevo...
Infundiré mi espíritu en vosotros
y haré que os conduzcáis según mis preceptos...»
b) La falta de escucha y de conocimiento de Yahveh.
Is 65,1-2.12:
«Me he dejado encontrar de quienes no preguntaban por mí;
me he dejado hallar de quienes no me buscaban.
Dije: «Aquí estoy...», a gente que no invocaba mi nombre.
Alargué mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde.....
Porque os llamé y no respondísteis...
sino que hicisteis lo que os agrada...».
Jr 7,13.24-28:
«Por más que os hablé asiduamente,
aunque no me oísteis,
y os hablé, mas no respondísteis»...
Entre los autores bíblicos, aludir o citar una unidad menor de un texto es aludir o citar todo el texto (capítulo). De los contactos señalados se puede concluir que el autor llama a sus contemporáneos a renovar la alianza con Yahveh por la escucha de su palabra y la guarda de sus mandatos. Precisamente la actitud conforme a la alianza será la base y la corona de la sabiduría, como dirá en su lema (1,7: «El respeto de Yahveh...»). He ahí el nombre de Yahveh en el lema; ésta es la clave para interpretar todo el libro.
En síntesis, el redactor propone un modelo de comunidad judaica fiel al yahvismo en sus dimensiones profundas, que se encuentran descritas en los libros de la Ley, en los Profetas y escritos reconocidos, como los Salmos.
3.2. Definición de la sabiduría
El sustantivo hebreo hokmah (sabiduría) es más que la inteligencia teórica, más que el saber y el conocer, y más que el comprender. Hokma/sabiduría tiene algo de muchos otros sustantivos que aparecen en Pr 1,1ss, sobre todo, inteligencia, en su sentido más amplio: capacidad, aptitud, perspicacia y eficacia. En un primer momento, quizás resumirlo en sensatez, dejando para más tarde el examen de otros aspectos.
3.2.1. Don de Dios
La sabiduría, sensatez bienhechora del hombre y de la sociedad, es un don de Dios; ella se define mejor como carisma que como capacidad. Es una cualidad o energía divina, uno de los atributos exclusivos del Todo-Poderoso. Sólo él la posee en plenitud y la despliega en la creación (3,19). Por ello trasciende al hombre, como Dios mismo. Aparecerá incluso como nacida de Dios (8,22-26; cf Si 1,1-9; 24,9). Ahora bien, Dios no la guarda celosamente para sí, sino que la pone a disposición del hombre religioso como un don: «Porque el Señor concede la sabiduría, y de su boca brotan saber y prudencia» (2,6).
Antes de cualquier esfuerzo humano por conseguirla, en la elección del camino hacia ella aparece con nitidez y fuerza una disposición interior: la dimensión religiosa. Para Ben Sirá, el sabio combinará la súplica con la actividad humana (Si 39,1-11), lo que nos introduce en el apartado siguiente.
3.2.2. Adquisición humana
La sabiduría, en cuanto cualidad que Dios comparte con el hombre, es como un objeto de valor incomparable. Por ello Proverbios invita al hombre a dar todo lo que tiene para adquirirla: «Si la buscas como la plata y como un tesoro la rebuscas, entonces entenderás el respeto de Yahveh, y la ciencia de Dios encontrarás...» (2,4-5).
Para adquirirla, es necesario el estudio asiduo y la escucha de la instrucción. Este esfuerzo se expresa de forma particular en la práctica de las virtudes: piedad y lealtad (3,3), prudencia y reflexión (3,21), magnanimidad y misericordia (3,27s), justicia y buen obrar, que evita la perversidad y la violencia (3,29-31), etc. En cuanto a la piedad y la lealtad, el contexto inmediato nos orienta a entenderlas como dirigidas hacia Dios y hacia el hombre: «Así hallarás buena acogida a los ojos de Dios y de los hombres». Pero hay algunos contactos literarios interesantes con Dt 6,4-9:
Pr 3,3-5: «La piedad y la lealtad no te abandonen, átalas a tu cuello, escríbelas en la tablilla de tu corazón... Confía en Yahveh de todo corazón..., reconócelo en todos tus caminos».
Dt 6,4-9 «Escucha, Israel...: Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón. Estas palabras... las atarás a tu mano como una señal, como un recordatorio... y las escribirás en las jambas de tu casa...».
El autor de Pr 3 está pidiendo a los judíos de su tiempo el cumplimiento del mandamiento principal de la alianza, insistiendo en la autenticidad: tablillas del corazón, en vez de tablillas de madera. Parece claro que ha hecho una relectura del «Escucha, Israel», sintetizando el texto en las virtudes «piedad y lealtad».
3.2.3. Los polos de la sabiduría: respeto y confianza hacia Dios.
«Principio de la sabiduría es el respeto de Yahveh»
Estas actitudes del hombre religioso -confianza, escucha, amor fiel, obediencia- son formuladas también como «respeto de Dios», y son los polos de la adquisición de la sabiduría. Aparecen en el lema o principio fundamental: «Principio de la sabiduría es el respeto de Yahveh» (1,7; cf. 10,27; 14,26; 15,33; 16,6). Lo nuevo del lema es que enuncia un principio de la teoría del conocimiento: la adquisición del saber no depende sola ni principalmente de la predisposición natural ni del esfuerza humano, sino de esa actitud religiosa hacia Yahveh. El espíritu religioso no es accesorio a la sabiduría, sino una componente esencial, su fuente, método y culminación, como muestra el paralelismo entre «respeto de Dios»//»ciencia de Dios» en Pr 2,5. Sin él se habría comenzado a caminar por un camino falso. Con él se da la iluminación: «Entenderás la justicia, la equidad y la rectitud, todos los senderos del bien» (2,9).
3.2.4. Los dos caminos y los dos tipos de hombre
El esquema deuteronómico de la elección del camino de la vida o de la muerte está presente en Pr 1-9 (cf Dt 11,26-28; 30,15-20). El camino es una imagen natural para indicar la vida y, sobre todo, la forma de vivir. Dos caminos se presentan delante del hombre/discípulo: el ya conocido de la piedad o del respeto amoroso de Dios; y el mal camino: de la impiedad, injusticia o falta de espíritu religioso. En último término, los dos caminos se definen en relación con la alianza y los mandamientos; pero desde la perspectiva sapiencial, son considerados como el camino de la sabiduría y de la necedad.
En consecuencia, la elección de un camino o del otro da lugar a dos tipos de hombre, el sabio y el necio, que corresponden al justo y al malvado, con sus sinónimos, como el humilde y el orgulloso, el trabajador y el perezoso, etc.
3.3. Puntos claves
Hay algunos aspectos que parecen únicos de la sabiduría israelita, al menos en la formulación tan atrevida que toman en Proverbios.
3.3.1. El débil
El débil se convierte en categoría teológica. En el débil está Dios; él es una presencia privilegiada de Yahveh; y mi propia suerte ante Dios se juega en el tipo de relación que yo adopte ante aquél. Probablemente Pr 14,31 es la mejor muestra de esta teología, que se remonta a la tradición profética (cf Is 1,10-17; 58,1-12; Am 8,4-8) y, en última instancia, a los textos del Pentateuco. El proverbio dice: «Quien oprime al débil, ultraja a su Hacedor, mas el que se apiada del pobre le da gloria» (14,31; cf 22,22-23).
Tales afirmaciones parecen la desembocadura o desarrollo de la gran tradición yahvista da la Alianza. Lo encontramos repetidamente: «Justificar al malvado y condenar al justo; ambas cosas abomina Yahveh» (17,15) recoge una norma del Código de la Alianza (Ex 20,22 - 23,19), en que se trata de la causa del débil y justo en el tribunal: «No tuerzas el derecho de tu pobre en su pleito, no quites la vida al inocente y justo,y no absuelvas al malvado» (Ex 23,6-7). «No despojes al débil, porque es débil y no aplastes al desdichado en la puerta de la ciudad; porque Yahveh defenderá su causa y despojará de la vida a los despojadores» (22,22-23) se refiere a Ex 22,22-26, en que el trío «forastero, viuda y huérfano» son la encarnación del débil (pobre): «No maltratarás al forastero, ni le oprimirás... pues forasteros fuisteis vosotros en Egipto... Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su clamor...». Así pues, podríamos decir que el débil es el lugar de la presencia de Dios y la encarnación de Israel, siguiendo la teología del Éxodo.
3.3.2. Acción de Dios y libertad del hombre
En el capítulo 16, hay una serie de proverbios que contienen el nombre de Yahveh y articulan su temática en torno a Dios y sus relaciones con el hombre y con el mundo. Algo común a todos ellos es que Yahveh tiene un papel no sólo activo sino incluso decisivo en el éxito de los proyectos del hombre. Por ello se aconseja «encomendarlos a Yahveh» (16,3). Pero ¿no hemos superado ya la época pansacral? ¿No es ya el hombre responsable de sus actos y verdadero protagonista de la historia? Consideremos la situación de la persona que ha optado por la vía del «respeto amoroso del Señor» (cf 16,6). El Señor dará éxito a sus proyectos (obras). El sabio será premiado por Dios con la paz, incluso con la paz respecto a sus enemigos (16,7).
En 2S 15, mientras David escapa de su hijo, encomienda al Señor su situación, al mismo tiempo que renuncia a llevar consigo el arca de la alianza. En lugar de la relación sacral o mágica, elige la relación de confianza en Yahveh: «Si he hallado gracia a los ojos de Yahveh, me hará volver... que me haga lo que mejor le parezca» (2S 15,25s). Y después: «Acaso Yahveh mire mi aflicción y me devuelva Yahveh bien por las aflicciones de este día» (2 S 16,11s.). En ese momento de plegaria confiada, el lector tiene la certeza de que Yahveh, fiel a su alianza, va a escuchar la súplica de David y de que la historia va a cambiar. David ha realizado lo que recomienda Pr 16,3: «Encomienda tus obras al Señor» y, efectivamente, sus proyectos se llevarán a cabo. Naturalmente, él pone en acción la estrategia más razonable y el consejo sabio, como verdadero protagonista de la historia, pero se entiende bien que todo depende, finalmente, de Yahveh.
Proverbios formula esta teología como sigue: «El hombre planea su camino; el Señor dirige sus pasos» (16,9), que es el equivalente de nuestro «El hombre propone; Dios dispone» y semejante a Pr 16,1 y 20,24. En el campo de la conciencia, encontramos también Pr 16,2: «Al hombre le parecen puros todos sus caminos, pero Yahveh pondera los espíritus».
Si Dios es un límite e impone un límite a la sabiduría humana, la solución para el hombre es la vía de la confianza o del respeto de Dios. Si la sabiduría es un don de Dios, Dios la da a los que ponen la confianza en Él.
3.4. Fundamentos de la propuesta
Si los sabios que han compuesto Proverbios hacen su propuesta de vida para la sensatez, es en virtud de algunos presupuestos.
3.4.1. Fe y confianza en Dios creador
El fundamento de la moral de los sabios es la fe en la creación. El sabio considera que el mundo que él habita es creación de Dios, el supremamente sabio, y que, por ello, es un mundo en orden y armonía. El Dios creador ha dispuesto y mantiene el orden cósmico y social. Él es su garante en beneficio del hombre. El sabio es su intérprete y trabaja para que se realice, recaba información sobre ese orden y lo expresa en sentencias agudas. De este modo, el hombre va encontrando el camino de acercamiento a ese orden y de integración en él. Los autores de Proverbios, como los de Gn 1, han optado por la confianza. También sostienen que esa norma racional se puede conocer. Esta confianza hace razonable la búsqueda del momento oportuno para integrarse en dicho orden. Es lo que pretenden en su búsqueda y expresan en su propuesta: conocerlo y entrar en él.
3.4.2. Dios guía y sanciona la conducta
Todo lo que el hombre realiza lo realiza ante el Señor, que aprueba y guía al éxito o «abomina el corazón altivo» (Pr 16,5), pues se ha instalado contra su voluntad/Ley. El proverbio expresa un juicio de moralidad negativo, y, además, abre una puerta a la acción punitiva, en la cual se prolonga la «abominación»: «de cierto, no quedará impune» (16,5b).
Las raíces de este pensamiento se encuentran en textos como Ex 20,5 -«Yo, Yahveh, soy un Dios celoso...»- o en la norma del Código de santidad: «Sed santos como yo soy santo...» (Lv 19,2ss). La Historia de la sucesión de David presenta ya esta teología en forma germinal (cf 2S 11,27 -«desagradó a Yahveh»-, y 12,19: «el niño murió»). Los autores de la escuela deuteronomista han desarrollado esta tesis: La palabra de Yahveh se cumple en la historia necesariamente.
También para los autores de Proverbios Dios guía por su palabra, expresada en la instrucción del maestro. Una palabra que es espada profética cortante, pues lleva incorporada una promesa de vida o de muerte. A la vez, otorgan la debida importancia a la acción realizada según la guía o racionalidad humana, proveniente del mismo y único Dios creador. Así aparece en Pr 15,22: «Se frustran los planes donde no hay consejo, pero se logran por el consejo de muchos».
3.4.3. Una solución limitada: la retribución
La teología del premio o castigo de Dios sobre las acciones buenas o malas llegó a encasillarse en un molde estrecho, rígido e ingenuo, el paradigma moral llamado habitualmente «teoría de la retribución», que relacionaba una acción con un resultado determinado en esta vida. Una acción honesta (el bien) procuraba aquí abajo seguridad, bienestar y larga vida. Al contrario, una acción injusta (el mal) desencadenaba fracasos y sufrimientos. Esta relación entre acción y resultado tenía su origen en Dios: Dios recompensa a los buenos ya en este mundo.
Baste recordar dos ejemplos: «Cuando Yahveh se complace en la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos le hace estar en paz» (16,7), y «Por el fruto de su boca se harta de bien el hombre; cada cual recibe el salario de sus obras» (12,14).
De esta forma, el mundo se convertía en una entidad moral con la siguiente lectura: a bienes materiales corresponde la bondad moral; a males, la maldad. La ingenuidad de la teoría era palmaria: la acción de Dios quedaba sometida al paradigma humano. El riesgo de comercializar la religión era patente: se podría servir a Dios a causa de los bienes recibidos o para recibirlos (cf Jb 1,9-11). Los libros del Qohelet y de Job se encargarán de criticar y o demoler esta mentalidad precisamente a partir de la experiencia, que era tradicionalmente un vehículo de adquisición de conocimiento (sabiduría).
3.5. Personificación de la sabiduría
Poco a poco la sabiduría se objetiva y se imagina como una realidad autónoma, de la cual participan los sabios; por ejemplo, en 14,1: «La Sabiduría edifica su casa; la necedad con sus manos la destruye». Hay también una serie de himnos en que la sabiduría, cualidad del Dios creador, se personifica y teologiza, hasta aparecer como una persona divina. La podemos llamar Doña Sabiduría.
3.5.1. Personificación profética
En 1,20-33 y en 8,1-11, la Sabiduría aparece personificada con rasgos de profetisa que pregona por las calles y plazas e invita a aceptar su enseñanza o su llamada a la conversión y a la Alianza: «¿Hasta cuándo, simples...? Convertíos por mis reprensiones...». Lo hace con una autoridad profética, pues su discurso tiene la fuerza de la palabra de Dios y la forma de la predicación de Isaías o Jeremías, como ya hemos comprobado, tanto en la oferta como en las amenazas. Más aún, tiene una autoridad prácticamente divina, pues la vida plena o el fracaso del hombre dependen de su seguimiento: «Su propio descarrío matará a los simples... pero el que me escucha vivirá seguro...» (1,22-33).
3.5.2. Existencia junto a Dios
Algunos textos nos muestran a la Sabiduría como una criatura celeste que tiene su origen en Dios mismo y una existencia junto a Él, anterior a la de ninguna otra criatura.
Nos interesa especialmente 8,22-31. Ya el contexto anterior (8,12-14) deja escuchar una auto-proclamación sorprendente: «Yo, la Sabiduría, habito con la prudencia; yo he inventado la ciencia de la reflexión...», que es tanto como decir: «yo soy beneficiaria de las cualidades de Dios». Y efectivamente, en el fragmento principal, ella proclama:
«Yahveh me creó, primicia de su camino,
antes que sus obras más antiguas.
Desde la eternidad fui constituida, antes de los orígenes de la tierra.
Cuando no existían los abismos fui engendrada...» (8,22-26).
Es decir, la Sabiduría no es Dios ni una divinidad de su corte, pero participa de las cualidades de Dios. Se pueden verificar aún sus pretensiones divinas al apropiarse de atributos propios de Yahveh, lo que implica una identificación con él:
«Verdad es el susurro de mi boca...
justos son todos los dichos de mi boca» (8,7-8).
«El que me halla ha hallado la vida...» (8,35-36).
En contraposición al mundo creado, ella ha sido «engendrada» o «nacida» de Dios -mejor traducción que «creada», a partir del contexto-. Solo la Sabiduría es la hija de Dios. Esta hija es la primera de las intervenciones por las que Él manifiesta su vitalidad, el Origen de sus realizaciones antiguas. El adjetivo «primera» expresa su primacía tanto en fecha como en valor, como la del hijo primogénito, primicias del vigor paterno (cf. Gn 49,3; Dt 21,17). El sustantivo «Origen» indica que ella es como el oriente del mundo, el alba que precede a todo y que ilumina todo. Es decir, su personalidad va a marcar a todos los seres que seguirán.
3.5.3. Papel activo en la creación
Esta hija primogénita de Dios le está cercana y activamente presente en su obra creadora -la traducción habitual puede mejorarse así-:
«En el asentar los cielos, allí estaba yo...
yo estaba en contacto con El, el Arquitecto...» (8,27-30).
El sentido de la presencia -«Yo estaba allí»- no es el de la simple espectadora, presente en un lugar, sino el de quien está presente en el desarrollo de la acción creadora, participando en la misma como mediadora del Creador. Ella es no sólo testigo sino también la norma o el prototipo. Sus cualidades -equilibrio, finalidad, armonía- se encuentran en todo lo creado. Dios, que hace todo, no hace nada sin ella. Todos los seres del universo están marcados con el sello de la Sabiduría, Principio o Arquetipo del universo (cf 3,19-20; también: Sal 104,24; Si 1,9b; Sb 14,5).
Al lado del Maestro, ella actúa como un instrumento elegido; mejor, como una jovencita a quien Dios quiere hacer su ayudante y que le da inspiración. Quizás, en polémica con la mitología egipcia, la Sabiduría acompaña por doquier al Señor, el único indispensable, el que consolida el mundo. La Sabiduría no es una diosa esposa, sino su hija, dentro de un perfecto monoteísmo. No es el Creador quien está fascinado por ella -como traducen los LXX- sino ella por el Creador.
3.5.4. La Sabiduría y la humanidad
En las relaciones de la Sabiduría con la creación, los hombres ocupan un rango especialmente destacado y familiar. Ellos son los beneficiarios directos de su intervención creadora. El versículo 8,31 termina el himno, y habría que traducirlo respetando el puesto central de Yahveh en el conjunto del mismo: «Y a mis delicias yo asocio a los hijos de los hombres». No son los hombres los que constituyen las delicias de la Sabiduría. Es ella la que quiere hacer participar a los hombres en las delicias que experimenta ante la prodigiosa actividad de Dios, de la misma forma como en el v. 32 y siguientes ella les invita a recibir su instrucción: «Ahora, pues, hijos, escuchadme...». Como fruto de dicha instrucción, la Sabiduría les ofrece los dones de la vida divina (8,35-36; 9,6). Todo ello se sitúa en una perspectiva universalista: la Sabiduría se interesa por todos los hijos de Adán. También en 8,3.4, la Sabiduría quiere ser amiga de todos los seres humanos.
Conclusión
La Sabiduría se presenta como el alter-ego de Dios (cf Si 4,14; Pr 3,35), quien la asocia no solamente a su vida, sino también a su creación, a su providencia y a su revelación. En el terreno práctico, tal personaje aseguraba su autoridad con un curriculum de méritos inigualable.
CLAVE CLARETIANA
EL TEMOR Y EL AMOR DE DIOS
No cabe duda que el P. Claret llevaba profundamente grabada en su mente y en su corazón una palabra que expresa uno de los valores nucleares de la cultura en que nació y en la que se educó: el "seny". Se trata de una palabra catalana que expresa el sentido común, la ponderación, el saber situarse donde a uno le corresponde, un trato amable con los demás pero nunca exento de justicia, en una palabra, la justa medida de las cosas. Los contenidos de los diversos libros y opúsculos que nos dejó Claret, sobre todo aquellos que titula "Avisos" para distintas clases de personas revelan siempre esa categoría y ese espíritu. Incluso en su hablar sobre la humildad aflora lo que le inculcaron de pequeño. La cultura nos marca indeleblemente.
Esta riqueza cultural se encontró dentro de su corazón con el Evangelio, fue fecundada por la Palabra. En ese proceso se refuerza lo bueno y positivo de la herencia cultural. Nace una nueva sabiduría que no niega lo que Dios mismo había ya manifestado a través de las mediaciones humanas y culturales que nos ayudaron a crecer. El "seny" encontró un nuevo punto de referencia: Dios y su proyecto de vida y salvación.
Eje nuclear de esa nueva sabiduría es el "temor de Dios" ("respeto", nos dicen que es la mejor traducción). Un temor que no puede menos de completarse con el amor de Dios, como hace el P. Claret en su "Carta ascética" (EE pag. 115-119). En la plática sobre la humildad, el día séptimo de los ejercicios de la Fundación, cita Pr 14,16 invitando a fundamentar sólidamente la vida misionera en esa roca.
Será importante que leamos el libro de los Proverbios preguntándonos sobre los criterios que guían nuestra vida misionera y que veamos cómo la Palabra ha fecundado la sabiduría que recibimos de nuestras familias y culturas. Nos ayudará también a encontrar verdaderos caminos pastorales.
CLAVE SITUACIONAL
1. Llamada universal a la sensatez
Los refranes del libro de los Proverbios son tan universales y sensatos como los que se han elaborado a lo largo de la historia. Son fruto del sentido común de todos los pueblos. Examina estos y compara:
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"Cuando el jefe manda bien, huelgan las preguntas" (alemán).
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"La adulación es como la sombra; no os hace más grandes ni más pequeños" (danés).
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"Cuando se reúnen los aduladores, el demonio sale a comer" (inglés).
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"Luego que has soltado la palabra ésta te domina. Pero mientras no la has soltado, eres su dominador" (árabe).
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"El victorioso tiene muchos amigos, el vencido buenos amigos" (mongol).
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"Se coge al toro por los cuernos, al hombre por la palabra y a la mujer por los elogios" (latino).
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"Un hombre tiene la edad de la mujer a la que ama" (chino).
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"Donde la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana" (rumano).
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"Saber demasiado es envejecer prematuramente" (ruso).
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"De la boca que come sin darte, tú no oirás su grito de dolor" (africano).
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"El pobre puede morir; lo que no puede es estar enfermo" (finlandés).
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"Las lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son las que no se derraman" (irlandés).
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"Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja" (italiano).
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"El caballo conoce por la brida al que lo conduce" (turco).
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"La vida es la novia de la muerte" (indonesio).
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"Los años son escobas, que nos van barriendo hacia la fosa" (español).
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"Aquel que reconoce la verdad del cuerpo puede entonces conocer la verdad del universo" (hindú).
2. La secularización y su carga universalista
Con frecuencia se escuchan críticas a la secularización, pero se ignora un aspecto importante que afecta a la religiosidad y es el componente universalista que respira y del que habría que realimentarse para salir de los ambientes exclusivistas y autosuficientes que a veces se respiran en la sociedad cristiana. Desaparecen los signos externos de religiosidad, lo religioso pierde relevancia en la vida cotidiana, el calendario va dejando de ser religioso, cada vez se prodiga más el cristiano neoliberal con su elegante laicismo, se está perdiendo el talante cristiano que empapaba en otro tiempo la cultura, las liturgias y celebraciones sociales se van desplazando a lugares distintos de la iglesias. Todo esto nos hace preguntarnos si se está perdiendo la fe o lo que se está perdiendo es la credulidad. Si se camina hacia la pérdida de identidad cristiana o se está ampliando un espacio donde caben más actitudes cristianas en un espacio religioso cada vez menos reducido.
3. Recuperar los derechos humanos
Podríamos decir también: recuperar los valores profanos. Si Dios inspiró proverbios de talante profano suponemos que sigue presente en lo profano como obra suya. Dios habla en lo profano. Todo el humanismo, toda la asunción de la cultura de los pueblos conocidos por Israel se refleja en los Proverbios. Acentuar las virtudes humanas es abrir una autopista a Dios para que se inserte en el mundo, en la vida del hombre. Lo cual nos lleva a pensar que Dios es palpable por el hombre en lo más humano. La defensa a ultranza de la ortodoxia, la demonización de lo profano puede llevarnos a perder la posibilidad del encuentro con Dios. La defensa de los derechos humanos en cualquiera de sus formas y manifestaciones siempre será un camino seguro para adentrarnos en la obra de Dios, en el camino de la vida.
4. La sabiduría popular ¿camino hacia la fe?
A veces se quiere incluir en el concepto de sabiduría popular la religiosidad popular, pero es un error. La sabiduría popular y la religiosidad popular caminan muchas veces por sendas paralelas. La religiosidad popular no explicita un aspecto de la sabiduría popular sino que, con frecuencia, camina por otros derroteros. No es extraño escuchar que una cosa es la vida y otra la religión. De hecho se da esta disociación tanto en los alejados de la fe como en los de talante religioso fundamentalista. Si el creer ayuda al bien vivir, si la religión ofrece al hombre un buen menú para el disfrute se puede asegurar la aceptación de la fe. En caso contrario surge la dicotomía. Pero siempre se pueden simultanear. De ahí que sea tan importante ser críticos con la religiosidad popular para situarla en su puesto, como sujeto de evangelización. La ventaja es que donde hay sabiduría, aunque la llamemos "popular", hay un terreno bien abonado para el encuentro con Dios. ¿De qué sirve la religión si no produce felicidad? La cuestión es si la fe es el camino de la sabiduría o es la sabiduría el camino de la fe.
CLAVE EXISTENCIAL
1. A la hora de plantearse actividades de evangelización popular, ¿se estudian con sumo cuidado los fundamentos de la religiosidad del pueblo?
2. ¿Cómo cotizamos los productos del hombre de hoy?
3. ¿Se respeta en nuestro ambiente la identidad de los pueblos y de sus diferentes culturas?
4. La transmisión de la sabiduría congregacional también se ve afectada por la pluralidad de razas y culturas. ¿Qué es lo que se podría conservar y qué es lo que se debería superar ante esta nueva situación?
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial.
2. Lectura de la Palabra de Dios: Pr 14,26-35
3. Diálogo sobre el TEMA I en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).
4. Oración de acción de gracias o de intercesión.
5. Canto final
TEMA 1: CAMINO DE VIDA, LA EQUIDAD
Texto: Proverbios
Texto para el encuentro comunitario: 14,26-35
CLAVE BÍBLICA
INTRODUCCIÓN
En el libro de los Proverbios, nos encontramos ante una obra bíblica original, pero no extraña ni abstracta. Con frecuencia utilizamos proverbios, refranes o sentencias. Los hay en todas las leguas y culturas. El libro que nos ocupa lleva como título: «Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel». Se hablará del rey y del humilde (16,12-15; 29,23), del rico y del pobre (11,24; 22,2), y de la prostituta o la adúltera (Pr 2,16-19; 5,3-14; 6,24-35). Las sentencias de Proverbios tienen unas características propias, que los distinguen del acerbo cultural de otros pueblos. No olvidemos que estamos ante un libro que nos transmite, envuelta en palabra humana, la palabra de Dios.
1. NIVEL LITERARIO
El redactor del libro nos transmite la tradición anterior, que, tal vez, él mismo retocó. Así hizo también otro sabio, Qohelet (cf Qo 11,9-10). Centrémonos en Proverbios y separemos las capas que envuelven su núcleo.
1.1. Estructura del libro
He aquí un hecho raro: después de encontrar el título «Proverbios de Salomón...» en 1,1; encontramos de nuevo en 10,1 «Proverbios de Salomón»; en 22,17 se nos avisa que comienzan las «Palabras de los sabios», y en 24,23: «También esto pertenece a los sabios», y aún en 25,1, en 30,1 y en 31,1-9. El libro es, pues, una antología de colecciones dispares, cada una de las cuales tiene detrás de sí una larga historia independiente de creadores de proverbios, así como de transmisores y colectores de los ya creados.
Las colecciones más antiguas constituyen el núcleo del libro y reúnen proverbios aislados. Los más tardíos desarrollan un tema con amplitud y constituyen ya pequeños tratados sapienciales o poemas. Generalmente, este último tipo lo encontramos al principio y al final del libro (capítulos 1-9 y 31), como si se tratase de un marco para la parte central. Se lo atribuimos al redactor, que seleccionó las mejores colecciones antiguas de proverbios, compuso el libro tal como lo tenemos hoy y lo editó, encabezándolo con el título y con un prólogo, que propone su intención: «Para aprender sabiduría... Que atienda el sabio y crecerá en doctrina...» (1,2-5). Así pues, distinguiremos en lo sucesivo el núcleo antiguo y el marco.
1.1.1. Núcleo antiguo
Tal núcleo se compone de seis colecciones, que presentamos por orden de antigüedad y de importancia en la formación del libro:
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Las dos colecciones salomónicas (10,1 - 22,16 + capítulos 25-29), que son los polos de atracción de las demás colecciones. Ellas abrazan en su interior:
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Las dos colecciones «de los sabios» (22,17 - 24,34),
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Otras dos colecciones: la de Agur (30,1-33, que incluye una serie de proverbios numéricos), y la de Lemuel (31,1-9).
1.1.2. El marco