Sal 107 - 150
TEMA 10:
QUE TODO VIVIENTE ALABE AL SEÑOR
Texto: Salmos 107 - 150
Para en encuentro comunitario: Sal 136
CLAVE BÍBLICA
1. NIVEL LITERARIO
Los israelitas dieron al libro de los salmos el nombre de "Libro de las alabanzas", a pesar que la expresión aparece sólo una vez como título de un salmo (145) en relación con otras expresiones que aparecen más frecuentemente, como "Salmo", que aparece 57 veces, o "Cántico", 30 veces. Además, que no todos son estrictamente hablando salmos de alabanza. Es difícil saber las razones por las cuales el calificativo de Alabanza terminó imponiéndose para identificar todo el salterio, tal vez porque los israelitas consideraban que todo encuentro cultual con Dios debe ser siempre una alabanza al Señor: "Quedará esto escrito para la edad futura y un pueblo renovado alabará a Yahveh" (Sal 102,19)
El término alabanza es, antes que una forma típica de poesía, una expresión religiosa para manifestar la alegría por la presencia de Dios o por alguna de sus acciones en favor del pueblo. Es una forma de expresión poético-religiosa donde el poeta-salmista sitúa a Dios como protagonista, porque es Dios quien está en el centro de lo que se quiere celebrar. Se trata de un estilo que va dejando sus huellas a lo largo de toda la Biblia (cf Ex 15,1ss; Lc 1,46ss). Los himnos de alabanza no son exclusivos del salterio, son desde muy antiguo para Israel una manera de cantar su alegría por la presencia y la fuerza del Señor.
1. 1. Género literario
Sobre los géneros literarios de los salmos hemos hablado ya en el tema introductorio a esta parte del proyecto PALABRA-MISIÓN (cf Introducción a la lectura de los salmos 1.2.3). Conviene, sin embargo hacer una pequeña precisión. Nadie cuestiona la importancia de los géneros literarios en la interpretación bíblica, pero esto no significa que tenga un valor absoluto. La teoría de los géneros ha progresado, el esquema de catalogación se ha hecho menos rígido, y por tanto, los géneros y subgéneros se multiplican en el intento de corresponder lo más fielmente posible a la realidad del texto en estudio. Pero también, hay muchos salmos que no responden plenamente a las clasificaciones hasta ahora definidas. Como dice Ravasi "... es necesario insistir en la libertad de la poesía y de la creatividad de cada autor particular, el cual, aunque obedeciendo a leyes bastante codificadas en la poesía semítica, introduce siempre el imponderable de su fantasía, de su espíritu, de su personalidad".
Remitimos, pues, a la lectura de cuanto se ha dicho en la "Introducción a la lectura de los salmos" y nos centramos aquí en lo que se refiere más directamente al grupo de salmos que nos ocupan en este tema.
1.2. Los himnos
La mayor parte de los exégetas coincide en catalogar a los himnos como un género literario entre los salmos. Según Gunkel, el más fácil de reconocer. Pero más allá del esquema literario, los himnos son el grito festivo y cultual de todo lo creado al Creador. Es la oración que se hace canto y se hace fiesta por el sólo hecho de sentir el amor paternal y maternal de un Dios creador y liberador, de un Dios que "camina con nosotros", siempre fiel a la promesa. En una palabra, los himnos son ante todo alabanza, elevada a Dios por el hecho de ser "nuestro Dios": "Alabad a Yahveh, que es bueno cantar, a nuestro Dios, que es dulce la alabanza" (Sal 147,1), y por ser el Dios de la historia. En otras palabras, la alabanza es poesía litúrgico-festiva hecha y dirigida a Dios. Dios es el único objeto de alabanza, por lo que es y por lo que ha hecho.
El Nuevo Testamento recomienda este estilo de alabanza a las comunidades cristianas: "Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias siempre y por todo al Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo" (Ef 5,19-20).
1.2.1. La estructura literaria
Los himnos tienen una estructura tripartita compuesta por una introducción, el cuerpo del salmo y la conclusión.
-
Introducción (Invitación a la alabanza)
El himno comienza con una invitación explícita a la alabanza. Si la invitación va dirigida a la segunda persona, la forma verbal característica es el imperativo. Si la invitación es para la tercera persona, se usa el yusivo (modo volitivo de la tercera persona). Y si es para la primera persona se usa la forma cohortativa (una especie de imperativo que hace el sujeto que habla a si mismo). Los verbos utilizados giran en torno al júbilo, la alegría, etc.: Alabad, Aclamad, Dad gracias, Cantad, Tocad, Bendecid. La invitación está orientada por un director del coro o "salmista", dirigida a una amplia variedad de sujetos: él mismo, los justos, los habitantes de Jerusalén, los hijos de Sión, el pueblo de Israel , toda la tierra, todos los vivientes, toda la creación.
-
El cuerpo del himno (motivos de la alabanza)
En el cuerpo del himno se desarrollan los motivos de la alabanza. La conjunción ky suele ser el elemento formal característico que introduce esta parte del himno. Es una partícula que traduce que, porque, ya que, puesto que, de modo que, ciertamente. Con la conjunción, el salmista abre el camino para explicitar las razones de la alabanza, enumerando las cualidades y acciones de Dios en la creación y en la historia.
-
Conclusión
La mayoría de los himnos tienen una tercera parte que hace de conclusión. Aunque no tiene una forma definida, algunas de sus características básicas son:
-
Retoma expresiones que aparecen al comienzo, siguiendo el recurso estilístico de la inclusión. Por ejemplo, el Salmo 8 termina como empezó.
-
A veces se aprovecha para hacer una síntesis del tema o para renovar una invitación a la alabanza (136;145), o agregar una breve petición (103;134).
-
Hay himnos que tienen una conclusión parcial que, a su vez, sirve para comenzar otra sección.
1.2.2. Vocabulario
-
Formas verbales más frecuentes para alabar al Señor:
-
Alabad: Sal 113,1; 117,1; 135,1; 148,1; 150,1
-
Aclamad: 47,2; 66,1; 81,2; 100,1
-
Dad gracias: 33,2; 105,1; 106,1; 118,1; 136,1-3
-
Cantad: 33,3; 96,1-2; 98,1; 105,2; 149,1
-
Tocad, Cantad: 33,2; 66,2; 105,2; 135,3
-
Cantad, aclamad: 33,1
-
Bendecid: 96,2; 134,1-2
-
Los títulos dados a Yahveh:
-
Yahveh: 8,2.10; 19,8.9.10; 29,4.5.7; 100,2; 104,1; 105,3; etc.
-
'El: 9,20; 19,2.14; 33,14; 104,8; etc.
-
Elohim 65,2.10; 100,3; 135,5
-
Dios de Jacob: 146,5
-
Creador y rey: 149,2
-
Roca mía: 19,15
-
Cualidades de Yahveh:
-
Su grandeza (104,1; 135,5), fidelidad (100,5; 111,8), justicia (111,3; 145,17), lealtad (146,6), clemencia (67,2; 111,4), bondad (100,5); amor (103,5.17; 145,17) ternura (103,13); sabiduría (104,24), compasión (103,8; 111,4), etc.
-
También se enumeran expresiones que tienen que ver con la persona misma de Yahveh, por ejemplo: su Nombre (105,3; 113,3; 148,.13), su diestra (98,1), su brazo (136,12), su voz (29,3ss), sus ojos (33,18; 66,7) su palabra (29,5; 33,4.6), su gloria (113,4).
-
Los invitados a alabar al Señor
-
El mismo autor: "alaba, alma mía a Yahveh": 104,1.35; 146,1
-
Los justos: 32,11; 33,1; 68,4
-
Los que temen a Yahveh: 22,24
-
Los siervos del Yahveh: 113,1; 134,1; 135,1
-
Los santos: 30,5; 132,9; 145,10
-
Los hijos de Jacob: 105,6
-
Los hijos de Sión: 149,2
-
Los que viven en Jerusalén: Sal 147,12
-
Los que están en la casa de Yahveh: 134,1; 135,2
-
Israel: 149,2
-
Todas las naciones: 47,2; 96,7.10; 117,1
-
Toda la tierra: 96,1.9; 97,1; 98,4; 100,1
-
Todos los seres vivientes de la creación: 145,21; 150,6
-
Toda la creación: 29,1; 93,3; 96,11-12; 98, 7-8; 103,20-22; 148,1-2.3-4.7-12
-
Acciones de Dios en la creación y la historia.
En cuanto a la creación y las obras de la naturaleza, aparecen: el cielo, el firmamento, el sol, la luna, las estrellas, la tierra, el mar, el desierto, los animales...: 104,19; 136,5ss; 146,6.
Por lo que respecta al actuar de Yahveh en la historia de su pueblo, resaltamos lo siguiente:
-
Bendice a su pueblo con la paz: 29,11
-
Levanta a los humildes y a los pobres: 113,7; 147,6
-
Perdona las culpas de su pueblo: 65,4
-
Hace justicia a los oprimidos: 67,5; 103,6; 135,14; 146,7
-
Acaba con enemigos y rebeldes: 8,3
-
Hace leyes perfectas: 19,8
-
Libra la vida de la muerte: 33,19; 68,21
-
Prueba con dolor a su pueblo y luego lo saca a la abundancia: 66,10-12
-
Elige a Israel: 47,5; 135,4
-
Realiza prodigios en Egipto para liberar a su pueblo de la esclavitud: 105, 24ss
-
Da a Israel la tierra prometida: 105, 44; 136,21
-
Somete los pueblos a Israel: 47,4
-
Es fiel a la promesa hecha a Abraham y a la alianza con Moisés: 105.
Como vemos, los himnos tienen un rico vocabulario del cual podríamos sacar algunas conclusiones:
-
Dios es el objeto y la razón única de la alabanza. A Dios y sólo a Él va dirigida la alabanza.
-
Dos razones fundamentales motivan la alabanza a Dios de parte del pueblo de Israel: la creación y la historia, a través de la cual Dios se revela y actúa.
-
Los desposeídos son preferidos de Dios.
1.2.3. Temas de los himnos
Los himnos tienen como temática general la alabanza a Dios. Pero al analizar los motivos de alabanza nos encontramos con una rica y variedad de temas, que han sido fuente de inspiración y oración para la teología y la vida de la Iglesia. Así, por ejemplo, del análisis de la estructura literaria y del vocabulario que hemos hecho precedentemente rescatamos algunos temas para nuestro estudio:
-
La liturgia y el lugar sagrado: momento y espacio privilegiado de alabanza a Dios creador. Hay pocas dudas hoy que los salmos y concretamente los himnos tengan origen, al menos en su etapa de redacción, en los lugares sagrados de Israel, especialmente en el templo de Jerusalén.
-
La alabanza a Dios creador (8; 19; 29; 33; 65; 104; 136; 146; 148). Existen otros salmos con esta misma temática pero de género literario diferente a los himnos (74; 79; etc.).
-
La alabanza a Dios que actúa en la historia para salvar a su pueblo elegido. Un Dios que a través de la alianza decide caminar con su pueblo. (66; 105; 106; 111; 114; 135; 136; 147).
-
La alabanza a un Dios que opta por los pobres y oprimidos: elige a Israel como su pueblo (47,5; 135,4); levanta al desvalido, al pobre y a la mujer estéril (113,7.9; 147,6; 149,4); hace justicia a los oprimidos (67,5; 103,6; 135,14; 146,7); realiza prodigios en Egipto para liberar a su pueblo de la esclavitud. (105,24ss);
Al grupo de salmos que giran en torno a esta temática se les ha llamado genéricamente himnos o himnos de alabanza. Consideramos dentro de esta categoría los siguientes salmos 8; 19; 29; 33; 47; 65; 66; 68; 100; 104; 105; 106; 111; 113; 114; 117; 135; 136; 145; 146; 147; 148; 149; 150.
Hay otros grupos de salmos que en la forma son muy semejantes a los himnos de alabanza, pero que a nivel temático tienen grandes diferencias, por ejemplo, los himnos a Sión (46; 48; 76; 84; 87; 122), los himnos del reinado de Yahveh (47; 93; 96; 97; 98; 99), etc. Estos salmos serán materia de estudio en otro capítulo.
2. NIVEL HISTÓRICO
2.1. El trasfondo histórico de los salmos
Partamos de un hecho: lo especulativo prima sobre lo seguro a la hora de determinar el contexto y origen histórico de los himnos. Sobre los orígenes hay dos posiciones predominantes: quienes se inclinan por una redacción tardía, posterior al destierro o incluso en el período macabeo (149); y quienes piensan que hay salmos atribuibles a la época monárquica (18; 29). Es difícil encontrar razones seguras para inclinar la balanza hacia alguno de los dos lados. Por ejemplo, el salmo 29 es considerado por algunos como de época cananea y el más antiguo del salterio; para otros, en cambio, su redacción es postexílica. Parece mejor mantener una posición "pluralista"
Con el aporte de los géneros literarios para la interpretación de los salmos, el análisis histórico que antes era prioritario, pasó a un segundo plano. El estudio de lo histórico, sociológico, literario, etc., había que hacerlo a partir del contexto cultual (templo y liturgia). Ciertamente, el origen de los himnos hay que buscarlo en la liturgia. Es éste su contexto vital. Pero, ¿será que basta un estudio profundo del culto en Israel para garantizar una correcta interpretación? ¿No será necesario también conocer el ambiente histórico y sociológico que le dio origen en su etapa más primitiva de formación? Ambos aspectos son necesarios y complementarios, aunque, a decir verdad, no logran resolver con exactitud el problema de los orígenes de los salmos. Ésta es una investigación que hay que hacer con mucha atención y salmo por salmo.
Se puede decir que los orígenes de los himnos están determinados por la percepción que va haciendo el pueblo de la presencia de Dios a través de sus acciones salvíficas. Es en este momento donde el proyecto histórico-social del hombre se encuentra con el proyecto salvífico-liberador de Dios. Tomemos, por ejemplo, el Éxodo. Israel, de la mano de Moisés, logra liberarse de la opresión de Egipto. La historia de un pueblo que soñaba con un proyecto de sociedad alternativo al injusto y opresivo del faraón, se encuentra con el proyecto de un Dios que ve la opresión de su pueblo y decide liberarlo. Ambos proyectos se hacen realidad en la caminada histórica y se hacen celebración cuando en la liturgia la asamblea reconoce y canta la iniciativa y gratuidad de Dios en sus acciones salvíficas. Cada vez que un judío cantaba el nombre de Yahveh, consciente o inconscientemente, estaba en su memoria la compañía fiel de un Dios liberador y el esfuerzo de un pueblo por construir un proyecto alternativo de sociedad.
2.2. La historia se hizo liturgia
La memoria, aunque registre todo, suele guardar lo resonante y fundamental. Son estos registros o fuentes orales, y después escritas, las que permitieron mantener viva en el tiempo la memoria histórica de Israel. Los autores del Éxodo, por ejemplo, dejaron consignada para las nuevas generaciones la historia de la liberación de la esclavitud de Egipto y las bases del nuevo proyecto de sociedad sellado con la alianza del Sinaí. Pero hubo otras personas que, bebiendo de las mismas fuentes, hicieron de la memoria histórica una oración que se repetía en las casas, en cualquiera de los lugares de oración existentes en Israel, en el templo y posteriormente en las sinagogas. Estas oraciones poco a poco se fueron poniendo por escrito, inicialmente de acuerdo al patrón de la poesía cananea, egipcia o mesopotámica, hasta ir encontrando modelos propios de acuerdo a las necesidades y momentos de la liturgia israelita. Cuando el templo de Jerusalén se convierte en el centro principal de los encuentros litúrgicos, será allí donde los sacerdotes o escribas, redacten himnos originales o, retomando los himnos existentes, los recreen y los reescriban para ser cantados por la asamblea, que, ante una buena cosecha, gritaba su alegría recordando las acciones que desde siempre había realizado Dios en favor de su pueblo. En otras palabras, los himnos nacieron en la historia del pueblo y en un contexto sociológico concreto, pero crecieron, se reprodujeron y se inmortalizaron en la liturgia. La redacción definitiva de cada himno es difícil precisarla, pues tanto pudo tardar uno como diez siglos, tiempo durante el cual iban cambiando tanto los himnos como las fiestas donde se cantaban.
Resumamos diciendo que el contexto donde toman forma definitiva los himnos de alabanza son la liturgia y el santuario. Pero cada himno tiene una historia alargada, en cuanto la poesía es hija de la necesidad de fijar en la memoria, de manera fácil, los consensos, las necesidades y la espiritualidad de un pueblo. Mientras se transmiten oralmente, se recrean y se actualizan de acuerdo a las nuevas situaciones y a las facilidades del transmisor. Cuando comienzan a ponerse por escrito, son el fruto de una selección popular que por su uso le va dando un carácter "canónico". Los himnos que se hacen o se rehacen en el Santuario, vivieron probablemente una larga etapa como "canon popular", sujetos a ser repetidos, enriquecidos, modificados y readaptados, hasta la aprobación del canon definitivo que los hizo inmodificables. Podemos decir que la redacción definitiva de algún salmo ha tardado hasta un milenio. La historia hasta su forma definitiva ha sido larga y rica. Esto hizo posible que los salmos se convirtieran en una oración para todos los tiempos.
3. NIVEL TEOLÓGICO
Del nivel literario e histórico podemos entresacar innumerables temas para una reflexión teológica que contribuya a mejorar nuestros encuentros cotidianos con los himnos y salmos en general.
El primero debe ser la liturgia. Recordemos que los himnos nacen en la vida cotidiana del pueblo, pero la forma literaria se rehace y actualiza en la liturgia. En otras palabras, la vida del pueblo se va haciendo liturgia. Y a través de la liturgia expresada en cantos de alabanza, el hombre, la mujer y la comunidad entran en comunicación con su Dios.
Además del tema litúrgico, en los himnos resuenan permanentemente las referencias a la historia salvífica donde Dios se hace comprensible como compañero de camino (revelación histórica: cf 105; 136). Aparece también el tema de Dios creador y dador de vida (revelación creadora: cf 104; 136; 146,6), en el cual queremos subrayar la ecología y la opción histórica de Dios por los empobrecidos. (cf. 113,7; 135,14; 146,7; 147,6).
3.1. La vida se hizo liturgia
En el Antiguo Testamento se utilizan las palabras "servir" y "servicio" para designar la liturgia. La liturgia era un manera especial de servir a Dios y a la comunidad y de garantizar por siempre la mutua comunicación. "Construyamos ahora un altar, no para holocaustos ni para sacrificios, sino para que sea testigo entre nosotros y vosotros, y entre nuestras generaciones después de nosotros, que hemos de cumplir el servicio del Señor delante de Él con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de paz, para que en el día de mañana vuestros hijos no digan a nuestros hijos: No tenéis porción en el Señor." (Jos 22,26-27). Es claro que el servicio (liturgia) es exclusivamente para Dios y que su objetivo es garantizar tanto en el presente como en el futuro la fidelidad y la pertenencia al pueblo elegido. El culto por tanto no se reduce a sacrificios y holocaustos, realizados independientemente y separados de la vida cotidiana de la comunidad. Servir significa adherir mi vida y nuestra vida (pueblo) a la vida y el proyecto de Dios (cf Jos 24). La liturgia y la vida serán dos conceptos inseparables en Israel.
3.1.1. La liturgia y el lugar sagrado
A nivel del espacio físico, normalmente relacionamos la liturgia con un lugar sagrado. Esta concepción también está ligada a considerar los demás espacios como profanos. No solemos caer en la cuenta que el lugar sagrado y la liturgia, que no es más que la vida hecha oración, es creación simbólica de un espacio extraído de lo profano. Lo sagrado y lo profano conllevan también el peligro de separar la liturgia de la vida cotidiana, de relacionar a Dios con lo sagrado y al hombre con lo profano, de considerar lo sagrado como bueno y lo profano como malo.
La pregunta que nos viene al paso es si la presencia de Dios queda reducida al espacio sagrado y, por tanto, los lugares profanos no están disponibles para Dios. Desde el principio Israel comenzó a resolver estos interrogantes. En Génesis 28,10-19, descubrimos que Dios no está amarrado a un lugar específico, sino que se le puede encontrar en cualquier parte: "Despertó Jacob de su sueño y dijo: Ciertamente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía.." (Gen 28,16). Pero el mismo relato nos muestra en los vv.17-19, el devenir sagrado de un lugar que hasta antes del sueño de Jacob era "cualquier" lugar: "Y tuvo miedo y dijo: ¡Cuán imponente es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y ésta es la puerta del cielo. Y se levantó Jacob muy de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, la erigió por señal y derramó aceite por encima. Y a aquel lugar le puso el nombre de Betel, aunque anteriormente el nombre de la ciudad había sido Luz".
3.1.2. Historia del proyecto religioso israelita
En Egipto, Israel vivió en carne propia el contraste entre una religión imperial (con dioses y liturgias manipuladas por el faraón para justificar la opresión del pueblo) y la propuesta religiosa de Dios (con un Dios que elige, camina, libera y hace alianza con el pueblo). Esto le permitió tener elementos para establecer una comunicación original con Dios. Sus ojos vieron sucumbir los dioses imperiales de Egipto ante el Dios de todos los que quieran vivir en justicia, libertad, igualdad y fidelidad a su proyecto. Un Dios cercano pero poderoso, un Dios amoroso pero celoso, un Dios exigente pero liberador, un Dios de todos los pueblos pero que hace alianza con la porción más pobre y oprimida.
Durante el desierto se construyó la tienda de reunión donde reposaba el arca. La tienda, más que la casa de Dios era el lugar de encuentro entre Dios y su pueblo, donde se hace memoria de una historia atravesada por sacrificios, victorias, alianzas, etc. En la misma línea los antiguos santuarios de Siquem, Betel, Mamré, Gilgal, Silo y Mispá son espacios donde la comunicación con Dios contiene también el recuerdo histórico de los patriarcas. Así, los santuarios no son espacios mágicos de la presencia de Dios, sino espacios donde se hace memoria histórica de sus encuentros.
A pesar de todo este proceso de aprendizaje, la consolidación de un proyecto religioso que no fuera excluyente ni reductivo supuso para Israel un proceso largo y doloroso. La tentación de reducir a Dios a un espacio físico equivalente a la tierra de Israel, y a un pueblo que equivalía a los israelitas, estuvo presente en el mismo David, quien huyendo de Saúl no quiso salir de los límites de Israel para no encontrarse lejos de la presencia de Dios. Israel era lo sagrado, lo demás se consideraba profano. También recordemos el caso de Naamán que se lleva para Damasco un poco de tierra de Palestina para adorar a Yahveh (2Re 5,15-19). La pretensión de encerrar y controlar a Dios en un espacio sagrado ha sido característico de todos los imperios. Sin embargo, el proyecto de Dios en este sentido era claro: el lugar sagrado no era un marco cerrado de la presencia de Dios, sino el lugar privilegiado de encuentro entre Dios y su pueblo donde se recordaba y reafirmaba la elección y la alianza.
Con la monarquía, emerge el templo de Jerusalén como el lugar sagrado por excelencia. Y, dentro de un proyecto monárquico, surge con el peligro de terminar inexorablemente no al servicio de Dios sino del rey que lo manipula para justificar sus acciones. David en un aparente acto de humildad quiere que Dios viva en una casa mejor que la suya. Pero para Dios el problema no es de belleza, porque no hay lugar sagrado que agote su presencia. La tienda del desierto y el templo que construirá el descendiente de David, son para Yahveh lo mismo, en cuanto son lugares de habitación-encuentro de un Dios que sigue escuchando y salvando a su pueblo.(1S 7,1-17).
La construcción del templo en manos de Salomón no estuvo exenta por tanto de las consecuencias esclavistas que conlleva una obra de esta magnitud dentro de una monarquía: "El rey Salomón suscitó una leva de trabajos forzados en todo Israel. La leva alcanzó a treinta mil hombres" (1R 5,27). Sin embargo, en la oración que Salomón hace para la consagración del templo (1R nos da algunas claves importantes para entender el avance de la reflexión litúrgica en Israel. Según Salomón, el templo es:
-
Lugar de la trascendencia de Dios, que no lo abarca en su totalidad ("He aquí que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, cuánto menos esta casa que yo he edificado." 1R 8,27). Es un lugar concreto de la presencia de Dios sin perder la perspectiva de ser el Dios de toda la tierra y de todos los pueblos.
-
Lugar elegido por Dios para encontrarse con su pueblo. No un encuentro mágico sino personal y comunitario. (1R 8,30).
-
Lugar de la memoria histórica por la creación, la elección, la alianza y las acciones liberadoras a favor de su pueblo. (1R 8,14-21).
En medio de esta búsqueda de identidad cultual, va quedando claro, en el camino de Israel, que el templo y la liturgia son espacios privilegiados para la expresión de su fe, y que su experiencia cultual está ligada tanto a Dios como a la vida misma. Lo sagrado es tan necesario para el hombre como el aire que respira. Sin espacios sagrados, sin tiempos festivos y sin gestos simbólicos, le faltarían al hombre las señales de que Dios está en la vida. Israel madura entonces, en una liturgia que no está separada de la vida, cómo lo sagrado no está separado de lo profano. El lugar sagrado y la liturgia le permite al pueblo presentar su vida y su historia ante el Dios de la vida, de la historia y de la creación.
3.1.3. Un problema religioso: la monarquía
Pero al mismo tiempo no es posible ocultar la degradación que alcanzó la estructura religiosa como consecuencia del manejo autocrático que le dieron la clase real y sacerdotal. Ante la magnitud de un proyecto imperial, difícilmente pueden la buenas intenciones de personas como David o Salomón. Los profetas fueron eco de esta grave crisis, dirigiendo sus críticas contra un culto que celebraba sacrificios y holocaustos sin Dios y sin vida. Para Isaías es claro que de nada vale el ayuno sino está acompañado de actitudes de justicia con los más necesitados (Is 58,1-13). Jeremías es todavía más duro cuando, parado en la puerta del templo, les dice a los que entran: "Escuchad la palabra del Señor todos los de Judá, los que entráis por estas puertas para adorar al Señor. Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmendad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. No confiéis en palabras engañosas, diciendo: ¡Éste es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor! Porque si en verdad enmendáis vuestros caminos y vuestras obras, si en verdad hacéis justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimís al extranjero, al huérfano y a la viuda..." (Jer 7,2-7). Oseas pide amor y conocimiento de Dios más que sacrificios y holocaustos (cf Os 6,6).
Los profetas no intentan acabar con el culto, sino devolverle la vida. Un culto que recupere la vida que están perdiendo los pobres a causa de la injusticia y la explotación. Un culto donde la liberación esté antes que los sacrificios y holocaustos (Jer 7,21-22). Para los profetas es claro que el culto es el fruto de un proceso, el punto de llegada tras la práctica concreta del amor y la justicia. A Dios no se le busca en el santuario, se le celebra. Y si la práctica de la vida cotidiana no está marcada por la construcción de la justicia en medio de la comunidad, no hay nada que celebrar, y, por tanto, el culto que se haga será vacío y sin sentido a los ojos de Dios (Am 5,4-6).
Y los himnos, ¿qué papel juegan en esa caminada religiosa? Los himnos son la expresión festiva y alegre de este proceso de madurez religiosa (136; 149,2). Hay autores que pretenden hacer del himno una oración sin acción, cuando afirman que la alabanza no tiene, como en los salmos de acción de gracias, una motivación precisa vinculada al beneficio recibido; se podría decir que se da gracias a Dios por el sólo hecho de su existencia. Por lo que hemos visto precedentemente, la vida del pueblo está ligada íntimamente a la alabanza a Dios. Por ello hay quien afirma que la alabanza se convierte en el más elemental de los "signos de vida". Por tanto, una oración desligada de la realidad del pueblo es una oración sin historia y sin vida, pues el ritmo de la liturgia está marcado por un nacer de la vida y un volver a la vida. El canto de los himnos, por tanto, no era un acto repetitivo y monótono de alabanza a Dios por su presencia en medio del pueblo, sino el esfuerzo cotidiano por actualizar esa presencia de Dios en el hoy de Israel. (Es bueno observar el uso del presente en el Sal 33). Los himnos deben ser entonces una oración siempre joven, en cuanto la memoria histórica alcanza su pleno sentido cuando, al momento de rezarla, sentimos que esa historia está apenas comenzando en nosotros o en la asamblea que los canta (149,1). Dios no sólo actuó entonces y en aquel lugar, sino que actúa del mismo modo también aquí y ahora. Finalmente digamos que los himnos no son sólo alabanza, memoria y actualización, sino también una manera concreta de proclamar la fe en el Dios de la historia, de la vida y de los pobres. La fe en un Dios de quien el pueblo se siente totalmente dependiente, porque todo lo que ha tenido y tiene depende de su gratuidad y amor misericordioso.
Con todos estos elementos el himno de alabanza se convierte en la respuesta auténtica que Israel ofrece a la presencia de Dios desde el fondo de su corazón (cf 100,3; 147,12).
3.2. Los himnos "históricos"
Una de las características fundamentales del Dios de Israel es que se revela a través de sus acciones. El Dios del más allá "ve y escucha" lo que pasa en el más acá, y decide "bajar" para liberar y caminar con su pueblo elegido. Comprender la decisión de Dios no depende de un curso, sino de un aprendizaje en la práctica de la vida cotidiana. Dios se revela a través de sus acciones salvíficas y liberadoras, e Israel descubre a Dios por tales acciones. Es a través de esta historia real que Israel toma conciencia de ser un pueblo unido indisolublemente a la fe en su Dios (Dt 26,5).
En los salmos que hacen énfasis sobre lo histórico, la intención del salmista es hacer memoria de la historia de un pueblo elegido, al cual Dios se ha revelado a través de sus acciones. En algunas ocasiones estas hazañas son recordadas como himnos de alabanza (105; 106; 114 135; 136). Algunas claves para acercarnos a este tipo de himnos sugieren entenderlos no como tratados de historia en el sentido estricto de la palabra, sino como la manera de expresar el análisis de coyuntura de la situación que vive el pueblo durante el tiempo de su canto. El salmista recordará las gestas que Dios ha hecho a lo largo de la historia al constatar la situación de opresión que vive el pueblo hoy. La liturgia, a través del canto, cumple así la función de actualizar la historia de acuerdo a las necesidades del momento histórico presente. Esta fuerza de actualización que tiene la liturgia de alabanza, indica que la alegría no es tanto por el hecho ocurrido, sino por la convicción de que Dios sigue actuando en la historia, prolongando así la esperanza que algo similar volverá a ocurrir.
Los himnos, entonces, no hacen un tratado de historia en cuanto tal, sino que rescatan la historia de Dios en la historia de sus acciones, para llegar a la conclusión que lo característico de Dios en su actuar es ser salvador y liberador.
Al mirar detenidamente los himnos "históricos", cabe destacar que entre las gestas históricas de Dios nunca falta la referencia al Éxodo (105,26ss; 106,23; 114,1; 135,8-9; 136,10ss). Los himnos estarían ratificando que la clave para una lectura de la historia de Israel está en el acontecimiento del Éxodo. Es el hecho fundante en el cual Dios se revela a su pueblo como un Dios liberador, enemigo de la prepotencia faraónica, de la opresión y la esclavitud.
3.3. El proyecto de Dios visto desde los himnos
El sueño del salmista y de la asamblea que canta el himno, no es tanto actualizar el hecho como tal, sino reactivar el proyecto de Dios a partir de este acontecimiento. Sueños que recuerdan el paso de la esclavitud a la liberación, el paso por el desierto para purificarse de las prácticas "faraónicas" y el paso hacia una organización social basada en la justicia, la libertad y la igualdad.
Para ayudar a nuestra reflexión personal y comunitaria, enunciemos las acciones que en los himnos "históricos" nos permiten ver el proyecto de Dios:
-
El establecimiento de la alianza (105,8-9), que implica:
-
Sentirse llamado, elegido y por tanto comprometido con el proyecto de Dios (105,43-45).
-
El derecho a la tierra (105,11), como garantía de sobrevivencia. Sin tierra no hay vida.
-
La multiplicación del pueblo (105,24) para construir una nación libre e independiente sobre la base de la solidaridad y la justicia (103,17).
-
Las acciones libertarias del Éxodo, que implica:
-
La oposición a toda opresión (105,14)
-
El establecimiento en la tierra prometida de un proyecto alternativo al de Egipto y Canaán, basado en los preceptos y leyes de Dios (105,44-45). Un proyecto que incluía: fe en un solo Dios, que escucha, libera y camina con su pueblo; una nueva organización basada en una descentralización del poder (Ex 18,17-26) y en la prohibición de acumular a no ser en caso de necesidad (Ex 16,19-23); una organización social igualitaria en forma de tribus, sin poder central (Num 1-2).
-
Una actitud personal y colectiva que implica:
-
Buscar siempre a Yahveh (Sal 105,4)
-
Tomar conciencia de las fallas y trabas que tenemos frente al proyecto de Dios (106,6). No olvidarse de la presencia histórica de Dios (106,7.13.21). Sentir la fuerza de Dios siempre cerca y actuante, para volver a Él cuando la aridez del desierto traiciona nuestros recuerdos, queriendo llevarnos de vuelta a "Egipto".
-
Practicar la justicia (106,3).
-
Mantener la fidelidad, la constancia y la cercanía de Dios para garantizar la propagación del proyecto de Dios en medio del pueblo (106,23). Gracias a esto, Moisés hizo posible el proyecto de Dios. Pero el camino de Moisés no estuvo exento de renuncias y dificultades. Qué importante es no sacarle el cuerpo a Dios, aún sabiendo que descubrir su voluntad a través de la realidad es un camino largo y difícil. Descubrir nuestra vocación significa descubrir que toda misión es difícil y, a veces, hasta dolorosa, pero al mismo tiempo podemos, como Moisés, tener la seguridad de contar siempre con la presencia de Dios: "Yo estaré contigo" (Ex 3,12).
-
No mezclarse ni contagiarse de la práctica de los pueblos que tienen proyectos de muerte, que derraman sangre inocente, que se inclinan ante los "ídolos" de los poderosos y prostituyen los sueños de justicia de los pueblos (106,35-39; 135,14).
-
Sentir siempre la gratuidad y eternidad del amor de Dios (136). El amor es el criterio fundamental para la construcción del proyecto de Dios.
3.4. Tareas en comunidad
Preguntémonos, finalmente, qué consecuencias se desprenden de una lectura orante de los himnos "históricos". Descubriremos la necesidad de hacer memoria histórica donde se recuerden las acciones salvíficas de Dios y las acciones de hombres y mujeres que han posibilitado, como Moisés, momentos de Éxodo en nuestras comunidades. Nos daremos cuenta de la necesidad de realizar frecuentemente un análisis de la realidad política, económica, cultural y social que viven nuestras comunidades, no para lamentar que todo pasado fue mejor, sino para alentar la esperanza de la comunidad en la construcción del proyecto de nueva sociedad. Percibiremos la urgencia de rescatar el ambiente festivo en nuestras liturgias, como celebración de la utopía siempre posible de la instauración del proyecto de Dios, que busca abrir caminos de justicia, fraternidad y paz, en medio de los proyectos de muerte, que, como el sistema neoliberal (faraónico), prevalecen en el mundo de hoy.
No se puede estar triste cuando se mantiene firme la confianza en un Dios liberador, la convicción de que hay que purificarse de los vicios totalitarios, egoístas y esclavistas, para construir la nueva sociedad.
3.5. Himnos a Dios creador
Cuando uno lee el maravilloso texto de la profesión de fe israelita en Dt 26,5-10, se puede afirmar que la fe en Dios está ligada a la historia antes que a cualquier otra cosa, incluso la creación. Sin embargo, al leer el salmo 136, nos encontramos con un himno que alaba a Dios por sus acciones tanto en la historia como en la creación. Con un estilo de letanía y siguiendo el esquema del Pentateuco, el salmista evoca en primer lugar el señorío universal de Dios sobre cualquier otro poder en la tierra o en el cielo (vv 1-3), para pasar luego a la obra de la creación como la primera acción histórica realizada por Dios (vv 4-9), y seguir hasta terminar enumerando las acciones realizadas en la historia del pueblo: liberación de Egipto, Éxodo, camino por el desierto, victoria sobre los reyes cananeos y llegada a la tierra prometida (vv 10-22). Creación e historia se nos presentan como la obra maravillosa del amor de Dios. El amor une a Dios con la creación y con la historia del pueblo elegido, haciendo que la creación sea inseparable de la historia.
3.5.1. Relación entre el Dios creador y el Dios de la historia
Los pueblos vecinos a Israel habían avanzado en una teología de la creación, dado que el conocimiento y la comunicación entre estos pueblos y sus dioses fue generalmente fruto de los acontecimientos o mitos cosmogónicos. Israel, en cambio, fue conociendo y comunicándose con un Dios que se manifestaba no a través de acciones cosmogónicas, sino de acciones histórico-liberadoras en favor de su pueblo. Era un Dios cercano, que, dejando claro su poder, se convirtió en compañero de camino y de luchas. Es a partir de esta experiencia histórica de salvación que Israel construyó su fe en un Dios creador, hasta afirmar que Dios crea, sostiene y hace vivir al mundo a fin de poder comunicar su salvación a los hombres.
Constatemos esto mirando algunos himnos que tienen como tema la creación:
El Salmo 8 es un himno para exaltar la grandeza y la majestad de Dios, teniendo como escenario los cielos y la tierra. La grandeza de Dios es luego confrontada con la pequeñez del ser humano en la tierra (8,4-5). La pregunta, "¿Qué es el ser humano?" ocupa el centro del salmo. El salmo afirma que Dios hizo al ser humano un poco menos que un dios y lo coronó de gloria y esplendor. Dios le cede al hombre el dominio sobre todo lo creado. Pero, aunque el hombre aparezca en el centro, el objeto del salmo sigue siendo el nombre de Dios que es grande sobre toda la tierra (8,10). En el Salmo 19 se canta a Dios como creador del cielo, especialmente del sol (vv 2-7), y su actuar justo (vv 8-14). En el salmo 29 se le canta como Dios de todos los dioses, liberador de su nación, que hace resonar su voz en la tempestad y se muestra como Señor que se sienta sobre la naturaleza y reina sobre todo el universo (vv 10-11). En el salmo 33 encontramos entrelazados motivos cosmológicos (vv 6-9) y soteriológicos (vv 10-13.16-22). El poder que tiene la palabra de Dios para crear y ordenar el universo, es el mismo que tiene para someter los poderes del mundo y salvar al pueblo escogido de la muerte (vv 18-19). El salmo 104 es una glosa poética del relato de la creación de Gn 1 cuyo objetivo es mostrar a Dios como creador y ordenador del universo. El poeta sigue el orden creador: luz y firmamento, tierra y mar, aves y vegetales, estrellas y monstruos marinos... No se trata de una narración de la creación, sino de la contemplación de las cosas creadas, enunciadas en presente, como si Dios las estuviera creando, como si la vida creada por Dios renaciese y se renovase cada día. El salmo 148 es un canto de alabanza a Dios creador al que están invitadas todas las criaturas de los cielos y la tierra. Dios aparece como rescatador del pueblo elegido: "Él realza el vigor de su pueblo... de los hijos de Israel, pueblo de sus íntimos" (148,14).
Anotemos algunos elementos de reflexión en la perspectiva de una teología de la creación:
-
La fe en Dios creador toma forma en tiempos del exilio en un proceso durante el cual Israel va tomando conciencia que el Dios autor y Señor de la vida es el mismo que los liberó de la esclavitud en Egipto y hará retornar a los exiliados a Jerusalén. En otras palabras, podríamos decir que Dios es salvador y que, para llevar a cabo su salvación, crea y hace vivir el mundo.
-
La creación es una acción gratuita y generosa, fruto del amor eterno de Dios para comunicar vida al mundo y a todo lo que hay en él.
-
La creación se contempla como la obra maravillosa de Dios creador y Señor del mundo. Por tanto, la alabanza está dirigida a Dios como creador y no a la creación como tal.
-
La alabanza a Dios creador resuena no sólo por las cosas creadas, sino también por la preocupación que manifiesta Dios por la vida de éstas: "Él riega los montes desde sus aposentos, del fruto de sus obras se sacia la tierra. Él hace brotar la hierba para el ganado, y las plantas para el servicio del hombre, para que él saque alimento de la tierra" (104,13-14; cf 136,25; 145,15; 147, 8; etc.).
-
La preocupación amorosa de Dios por la vida de todo lo creado, tiene como destinatario principal al hombre. La persona humana es coronada de gloria y esplendor y es puesto al frente de la creación (8). Su papel no es de un dueño que puede disponer a su antojo de todo lo creado, sino el del administrador de algo que ya tiene dueño: Dios es el creador.
Son muchos los temas que pueden interrogar una teología de la creación. Nos interesa reflexionar en torno a la teología de la creación, ecología y empobrecidos.
3.5.2. Teología de la creación, ecología y ser humano
Las ciencias no suelen hablar de creación sino de naturaleza. Creación es un concepto teológico en cuanto asume el universo como obra del amor de Dios. La preocupación de Dios por la vida de las cosas creadas es testimonio de este amor. El amor por las obras creadas posibilita el intercambio de servicios siempre a favor de la vida "Él hace brotar la hierba para el ganado, y las plantas para el servicio del hombre, para que él saque alimento de la tierra" (Sal 104,14). El gran responsable para mantener esta alianza amorosa al servicio de la vida es el ser humano, quien es puesto como administrador del universo en el nombre de Dios. Todas las obras de la creación tienen derecho a la vida porque en cada una de ellas hay parte del amor de Dios.
3.5.3. La naturaleza y el ser humano frente a Dios
Al hacer una relectura de los himnos de alabanza, llama la atención la manera como aparecen la naturaleza y el ser humano frente a Dios. La naturaleza (cielo, sol, luna, estrellas, tierra, lluvia, nube, montañas, árboles, animales, etc.) es sujeto de admiración y contemplación. No hay señas de "sufrimiento" en la naturaleza (104; 136). En cambio, cuando se trata del ser humano, encontramos señas de hombres y mujeres pobres y oprimidos, por los cuales Dios continúa mostrando su predilección. Veamos algunos ejemplos al respecto:
-
El Señor hace justicia en favor de todos los oprimidos (103,6).
-
Él levanta al pobre del polvo, y al necesitado saca del muladar (113,7).
-
Hace habitar en casa a la mujer estéril, gozosa de ser madre de hijos (113,9).
-
Porque el Señor juzgará a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos (135,14).
-
Él se acordó de nosotros en nuestra humillación, porque para siempre es su misericordia (136,23).
-
Él da sustento a toda carne, porque para siempre es su misericordia (136,25).
-
El Señor sostiene a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos (145,14).
-
A ti miran los ojos de todos, y a su tiempo Tú les das su alimento. Abres tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente. Cumplirá el deseo de los que le temen, también escuchará su clamor y los salvará (145,15-16.19).
-
Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob... que hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor pone en libertad a los cautivos. El Señor abre los ojos a los ciegos, El Señor levanta a los caídos, el Señor ama a los justos. El Señor protege a los extranjeros, sostiene al huérfano y a la viuda, pero trastorna el camino de los impíos (146,5-9).
-
El Señor sostiene al afligido y humilla a los impíos hasta la tierra (147,6).
-
Porque el Señor se deleita en su pueblo; adornará de salvación a los afligidos (149,4).
3.6. Hacia un proyecto de ecoteología
Con lo visto anteriormente, podemos afirmar que un proyecto ecoteológico debe tener dos principios fundamentales: el amor y la vida. Un amor eficaz que impulse la lucha por la vida de todo lo creado. Sin embargo, la realidad de hoy no coincide con estos principios. La naturaleza, que según los himnos era motivo de contemplación porque revelaba la grandeza de Dios, hoy es motivo de lamento y llanto por su acelerado deterioro. El amor y la vida han sido cambiados por destrucción y muerte.
Frente a esta realidad, es necesario que completemos las claves ecoteológicas que nos ayuden de manera imperativa a emprender un nuevo Éxodo de liberación, muy a pesar de los que prefieren leer la realidad de hoy a la luz del exilio. Siguiendo a Clodovis Bof podríamos plantear las siguientes claves:
-
Ratificamos como primera clave el amor y la vida. Hay que optar por el Dios de la vida y la vida de toda la creación, con un amor eficaz que comporte, si es necesario, perder la vida para salvarla (cf Lc 9,24), luchando para que la creación tenga vida y la tenga en abundancia (Jn 10,10). Es necesario recuperar la actitud amorosa, tierna y solidaria con todo lo creado porque allí está presente el amor y la vida de Dios: "Mira que es bueno y da gusto que los hermanos convivan juntos... Como el rocío que baja del Hermón sobre las cumbres de Sión; allí dispensa Yahveh bendición, la vida para siempre" (133,1.3). "... Rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y ternura" (Sal 103,4). "Los ojos de Yahveh sobre sus adeptos, sobre los que esperan su amor, para librar su vida de la muerte y mantenerlos en tiempo de hambre" (33,18-19). "...Del amor de Yahveh llena toda la tierra" (33,5b); "...bueno es Yahveh para con todos, tierno con todas sus criaturas" (145,9). Cuando nuestra relación con lo creado se fundamenta en actitudes de amor y de vida, la cuestión ecológica se abre a la ética (justicia ecológica) y a la religión (espiritualidad con dimensión ecológica), con formas de "culto a la vida".
-
Una segunda clave contempla la presencia del hombre en el centro de la creación, pero no como dominador , sino como buen administrador ("Que todo hombre nos considere de esta manera: como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios". 1Co 4,1; cf 1Pe 4,10; Mt 24,45-51). Siendo el amor y la vida en relación con la creación los criterios que posibilitan una vida armónica, es claro que el hombre es llamado a llevar a cabo esta propuesta divina dentro del proyecto administrativo de nueva creación (nueva sociedad). Ya decíamos que la expresión del Salmo 8,7b: "todo lo pusiste bajo sus pies", no se puede entender en el sentido de que el hombre ha sido puesto como señor absoluto y dictador, sino como administrador del mundo en nombre de Dios y al servicio de la vida.
Es claro que el modelo neoliberal imperante es individualista, depredador y asesino de la naturaleza. Esto implica que el contexto socioeconómico, político y cultural es determinante a la hora de plantear el problema ecológico; como también es imperativo luchar por la construcción de un proyecto alternativo de sociedad basado en un sistema social de economía democratizada. Los empobrecidos siguen resultando y siguen siendo opción prioritaria de Dios. Los pobres reciben el impacto mayor del ecocidio que sufre el mundo en general y sus espacios en particular. Por esto, deben ser prioridad de un proyecto ecoteológico.
La oscuridad que vive nuestro mundo no puede apagar nuestra alabanza a Dios, con himnos y gritos de alegría, porque sabemos que nuestro Dios es sol de justicia (29) y hace que cada canto sea nuestro sueño- esperanza de lo que está por venir.
Alabad a Yahveh todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad de Yahveh dura por siempre. (Sal 117)
CLAVE CLARETIANA
RECORDAR LAS MARAVILLAS DEL SEÑOR EN NUESTRA HISTORIA
Es importante constatar el hecho que el P. Fundador concluya varios capítulos de la Autobiografía con una oración. La memoria de su propia historia (tengamos presente que escribe la Autobiografía en un momento de madurez espiritual, ya avanzado en años) se hace memoria de la acción de Dios en ella. Son muchos los números que se podrían citar. Recordemos algunos. Después de recordar los años de su infancia y adolescencia, escribe: "¡Oh quién me diera que todas las almas conocieran cuán bueno es Dios, cuán amable y cuán amante! ¡Oh Dios mío, haced que todas las criaturas os conozcan, os amen y os sirvan con toda fidelidad y fervor! ¡Oh criaturas todas, amad a Dios, porque es bueno, porque es infinita su misericordia!... (Aut 42). La mirada a la historia colectiva le lleva también a la alabanza; así, después de narrar la fundación de la Congregación, escribe: "¡Oh Dios mío, bendito seáis por haberos dignado escoger a vuestros humildes siervos para Hijos del Inmaculado Corazón de vuestra Santísima Madre! ¡Oh Madre benditísima, mil alabanzas os sean dadas por la fineza de vuestro Inmaculado Corazón y habernos tomado por Hijos vuestros! Haced, Madre mía, que correspondamos a tanta bondad, que cada día seamos más humildes, más fervorosos y más celosos de la salvación de las almas" (Aut 492-293).
Nuestra historia y la de nuestra comunidad se insertan en esa historia de salvación que es objeto de la alabanza del pueblo. El P. Fundador supo reflejarlo concretamente al escribir su Autobiografía. Nuestra oración cobra vida cuando somos capaces de conectarla con la vida. Y nuestra vida gana profundidad, cuando sabemos expresarla en la oración.
Descubrir las maravillas del Señor en su creación, en la historia personal de cada uno, de nuestra comunidad y de nuestros pueblos es la condición para que la lectura de estos salmos se convierta en fuerza que nos lance a comprometernos en el anuncio y realización del proyecto de Dios que recordamos y ensalzamos. Ésta es una lectura en clave misionera.
CLAVE SITUACIONAL
1. "Araron sobre mis espaldas"
Desde el punto de vista humano, la realidad de hoy nos muestra la creciente agudización de la pobreza y exclusión del pueblo. Veamos algunos datos estadísticos que nos ilustren mejor la situación: de los 5.770 millones que habitan el planeta tierra, 1600 millones se hallan en peores condiciones que hace 15 años; 1.442 millones viven por debajo de los niveles de pobreza (25% de la población total); 1.300 millones de personas tienen menos de un dólar para vivir; 1.000 millones son analfabetas; 1.000 millones no tienen agua potable; 800 millones sufren desnutrición crónica; 11 millones de niños mueren al año por desnutrición; 89 países están en peor situación que hace 10 años. Si las cosas siguen igual, el número de pobres, por ejemplo en América Latina, crecerá al ritmo de un millón por año. Cada minuto hay dos pobres más. Todo esto significa que, desde el punto de vista ecológico, estamos ante una crisis no de tipo coyuntural sino estructural. La destrucción de la naturaleza y la pobreza de la humanidad rompen las relaciones de amor y de vida entre todas las criaturas, y de éstas con Dios... Las causas son varias, pero en el fondo siempre está la implantación de modelos económicos que centran su desarrollo en la búsqueda de mayor productividad y acumulación económica, sin importar los costos ecológicos y sociales que esto pueda generar. Para este sistema, el crecimiento económico y no la plenitud de todos los hombres y mujeres en armonía con la creación, son la razón de ser de la economía. ¿Cómo afectan estos datos nuestro estilo de vida? ¿Podemos seguir orando con los salmos y, al mismo tiempo, vivir como si todo esto no existiese?
2. "¡Qué voces te di!"
"¡Qué voces te di, Dios mío, cuando, todavía novicio en tu verdadero amor y siendo catecúmeno, leía descansando en la quinta los salmos de David -cánticos de fe, sonidos de piedad, que excluyen todo espíritu hinchado- ...¡Qué voces, sí, te daba en aquellos salmos y cómo me inflamaba en ti con ellos y me encendía en deseos de recitarlos, si me fuera posible, al mundo entero, contra la soberbia del género humano!". Son palabras de San Agustín en las Confesiones. Hoy seguramente seguiría clamando contra esa soberbia, que hoy llamaría injusticia. Se requiere pasión por la justicia para recitar los salmos, se requiere indignación ante la injusticia y convicción de que Dios no la desea. Dios escucha el clamor del pobre, del huérfano, de la viuda, del oprimido, del inmigrante. La voz del creyente articula en sus palabras la oración de los pobres y oprimidos. Quizá la falta histórica de los cristianos ante las injusticias humanas se debe a que no nos dejamos apasionar por el deseo de la justicia al que nos invita el rezo de los salmos. Es urgente incorporar los salmos a la vida espiritual si aún no lo hemos hecho.
3. "Alabad al Señor"
El propósito de la asamblea y del salmista, al cantar los himnos, es reactivar el proyecto de Dios a partir del acontecimiento que se celebra. Es importante, se nos ha dicho, fijarse en los acontecimientos salvíficos que los salmos recuerdan y celebran. Será importante igualmente saber integrar los acontecimientos salvíficos de nuestra historia personal y colectiva para poder alabar al Señor con todo viviente desde el fondo del corazón. ¿Por qué no probar de escribir el salmo de nuestra comunidad que alabe al Señor porque es grande, porque ha acompañado nuestro caminar y nos ha mostrado su misericordia? ¿Cuáles han sido las mediaciones -personas y hechos- a través de los cuales el Señor nos ha hecho descubrir su presencia salvadora? Un salmo así no se puede escribir sin realizar un análisis crítico de la historia y de la situación actual, resultado de la misma. Pero tampoco se puede escribir sin un corazón lleno de esperanza porque siente a Dios presente en la historia, porque se siente acompañado. ¿No será esta falta de referencia concreta a nuestra historia y nuestra situación lo que hace nuestras liturgias poco festivas e incapaces de suscitar en los que participan en ellas la fuerza para construir una nueva sociedad?
4. "El Señor hizo grandes maravillas"
¿Quién no se ha sentido llamado a alabar al Señor ante la contemplación de la belleza de un paisaje? ¿Quién no ha sentido una emoción profunda al contemplar en una noche clara la belleza indescriptible del cielo estrellado? Los himnos a Dios Creador nos resultan fáciles de entender y recitar. Nos hacen sentir a Dios cercano y nos invitan a alabar su Providencia misteriosa. Jesús invitó a sus discípulos y a la multitud que le escuchaba a mirar los lirios el campo y a observar las aves que vuelan libres en el cielo. Le debió parecer que era necesario para acabar de convencer a sus oyentes sobre el amor providente del Padre que les estaba proclamando. Quizás hoy día hemos perdido la capacidad de pararnos a mirar, con una mirada gratuita que no busca ninguna utilidad sino que simplemente contempla y admira, las flores, los pájaros ... y las personas. Por eso nuestra relación con la creación de Dios y con los demás se ha vuelto tan utilitarista y egoísta. Es difícil mantener un compromiso por la ecología y por el respeto a las personas, cunando no se ha alimentado dentro de uno mismo esa dimensión contemplativa a la que nos invitan estos salmos. Será bueno dialogar sobre ello.
CLAVE EXISTENCIAL
1. ¿Sabemos orar en la prosperidad, cuando nuestras necesidades están sobradamente satisfechas?
2. ¿Valoramos el lugar donde hacemos oración, donde recitamos los salmos? ¿Cuidamos ese espacio privilegiado donde alabamos al Creador?
3. ¿Leemos en los salmos de cada día nuestra propia historia personal y colectiva? ¿Partimos de la experiencia de la presencia de Dios en nuestra historia?
4. Ante la sistemática destrucción de nuestro ecosistema ¿somos sensibles comunitariamente? ¿Nos sumamos a las iniciativas que nos proponen para salvar la naturaleza de la contaminación y el deterioro progresivo?
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial.
2. Lectura de la Palabra de Dios: Sal 136
3. Diálogo sobre el TEMA X en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).
4. Oración de acción de gracias o de intercesión.
5. Canto final