Paulinos 12
TEMA 12:
EL PRECIO DE LA ESPERANZA
TEXTO: I y II PEDRO y JUDAS
CLAVE BÍBLICA
OBSERVACIÓN PREVIA
Nos hallamos ante tres escritos algo emparentados, pero no homogéneos en cuanto a características literarias, históricas y teológicas. Los abarcamos en un mismo epígrafe para nuestro ejercicio de PALABRA-MISION debido a que dos de ellos nos llegan a nombre del mismo autor (Pedro) y el tercero (Judas) tiene indudable parentesco literario con 2P. Por otra parte, la suma de los tres escritos supone un total de nueve capítulos, extensión adecuada para el trabajo personal y un encuentro comunitario. Pero la diversidad temática y, probablemente, también de circunstancias de composición, aconsejan realizar su presentación por separado.
I. 1 PEDRO
¿POR QUÉ CON EL CORPUS PAULINO?
Las "epístolas católicas" (así se llama convencionalmente a todas las cartas o seudocartas que no nos han llegado a nombre de Pablo, con excepción de Hebreos) suelen abordarse casi como apéndice al Nuevo Testamento, difícil de encuadrar en los diversos campos de pensamiento. Pero, por lo que respecta a 1P, (si bien alguien ha hablado de "un hijo sobrevenido a la exégesis del Nuevo Testamento"; J.A.Elliott) el consenso es cada vez más fuerte en que debe ser estudiada dentro del campo de irradiación de lo paulino. Desde luego, si no figurase el nombre de Pedro en el encabezamiento, a nadie se le habría ocurrido atribuirla al pescador de Galilea (N.Brox). Incluso se ha pensado en la posibilidad de un error de copista que hubiese malinterpretado la abreviatura griega de PAULOS ("POS") como si fuese de PETROS (H.M.Schenke).
Sin entrar por el momento en otros pormenores, observemos que es el único escrito del NT que utiliza literalmente el formulario epistolar paulino, y también el único en que se encuentra, incluso repetidas veces, la expresión paulina "en Cristo".
1. NIVEL HISTÓRICO
1.1. Persecución generalizada contra las iglesias
Especialmente a partir de 1P 4,12, se insiste repetidas veces en lo que a los destinatarios les toca padecer por ser cristianos. Pero no se trata de persecución por los judíos, como la mencionada por Pablo en 1Ts 2,14, sino por parte de las autoridades estatales. Por eso a los destinatarios no se les inculca que demuestren que su fe no va contra la antigua alianza, sino que sean ciudadanos intachables (2,12-17).
Por este motivo, el escrito se viene datando en la época de Domiciano (años 90-95), en la que parece haber tenido lugar la primera persecución generalizada contra el cristianismo. No se ve motivo para retrasar el escrito hasta el tiempo de Trajano.
1.2. Características de las comunidades destinatarias
En el escrito hay datos paradójicos. Por un lado, los destinatarios deben buscarse en las zonas mencionadas en el saludo, zonas cercanas (Ponto, Capadocia, Bitinia) o incluso identificables (Galacia, Asia) con los lugares de la misión de Pablo; además se alude frecuentemente al pasado pagano de estos pueblos: han "vivido anteriormente en la ignorancia" (1,14), eran "ovejas extraviadas" (2,15), eran "no-pueblo" y ahora son "pueblo de Dios"(2,10), en otro tiempo vivieron "a lo pagano, en groserías, liviandades, desenfrenos, orgías, borracheras y nefandas idolatrías" (4,3). Y su reciente conversión y bautismo son descritos o teológicamente interpretados sobre todo con expresiones de cuño paulino (cf.infra).
Pero, por otra parte, abundan las referencias al Antiguo Testamento, y se trata de grupos cristianos entre los que hay un fuerte aprecio por la autoridad y tradición petrina.
Sin embargo, en tensión con lo uno y lo otro, estamos ya en una época lejana a Pedro y Pablo (cf.supra), y, a pesar de ello, los destinatarios, que, según lo dicho, podríamos identificar como iglesia paulino-petrina, hace poco que han abrazado el cristianismo. Son todavía "como niños recién nacidos" y tienen que ser alimentados con "leche espiritual no adulterada", ya que han "experimentado qué bueno es el Señor" (2,2s.).
La explicación debe buscarse en la complejidad de nuevas comunidades cristianas, surgidas por la predicación de iglesias depositarias de la herencia paulina, a las que recientemente se ha incorporado un número reducido pero significativo de cristianos procedentes de Siria-Palestina, seguramente emigrados a raíz de los desastres de la guerra judía (66-72), y educados en iglesias de corte petrino. Es también posible que a esas iglesias predominantemente paulinas se hayan unido pronto algunos cristianos procedentes de la diáspora judía que, según Hch 2,9, existía en Capadocia, Ponto y Asia. Al escrito se le da, por ello, la doble autoridad: petrina por el remitente y paulina por (gran parte de) el contenido. A estos advenedizos se les aplica en sentido propio lo de "extranjeros en diáspora" (1,1), que para los cristianos del lugar, dado el rechazo que sufren por parte del mundo pagano, es válido en sentido espiritual.
1.3. Identidad y localización del autor
Escribe un griego supercorrecto, de lo mejor del Nuevo Testamento, y cita el Antiguo Testamento según la versión (a veces paráfrasis) de los LXX. Esto sería suficiente para rechazar la autoría petrina. Y a ello hay que añadir la fecha necesariamente tardía de composición del escrito, en la que el paulinismo ha perdido su acritud de antaño. Tampoco resulta verosímil que el humilde Simón, arrepentido negador del Maestro, se aplique a sí mismo el honorífico título de "Piedra".
Por otra parte, ningún detalle del escrito deja entrever a un compañero del Jesús histórico; más bien el autor es depositario de diversas corrientes de tradición eclesial, y, curiosamente, se llama a sí mismo "presbítero" identificándose con los demás presbíteros de la iglesia (5,1), cosa impensable en un apóstol. La expresión "testigo de los sufrimientos de Cristo" (ib.) ha de leerse en paralelo con la que sigue: "partícipe de la gloria que va a revelarse"; significa, por tanto, sufriente como Cristo y con Cristo, o testigo de Cristo mediante el sufrimiento.
El autor se sitúa en Babilonia (5,13), término que en la apocalíptica cristiana suele designar a Roma. Sin embargo, en nuestro caso, este dato podría estar muy bien al servicio de la seudonimia, pues a finales del siglo primero es sabido en toda la iglesia que Pedro estuvo en Roma y allí murió. Quienes aceptan Roma como lugar de origen del escrito, encuentran así la explicación al "petro-paulinismo" del autor; pero lo normal es que un escrito que conoce con tanta precisión la situación de los cristianos de una determinada zona surja en esa misma zona.
2. NIVEL LITERARIO
2.1. Género utilizado
1P imita a la perfección el formulario epistolar paulino, cosa que no logrará ningún otro autor seudónimo del NT. En el encabezamiento el autor se autodesigna como "apóstol de Cristo Jesús", llama a los destinatarios "elegidos" (cf.1Ts 1,4), menciona su "obediencia" (cf.Rm 1,5) y les desea "gracia y paz" en abundancia. A esta "inscriptio" sigue una bendición "al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" estrechamente emparentada con 2Co y Ef.
En la conclusión (5,12-14) se da cuenta del amanuense (como en Rm 16,22), se envían saludos particulares (de Marcos) y un saludo general, con la exhortación a que los destinatarios se saluden mutuamente con el beso del amor (cf.1Ts 5,26; 1Co 16,20; 2Co 13,12).
Este acercamiento al género paulino se confirma mediante la mención de Silvano y Marcos, personajes que, fuera de 1P, en el NT son conocidos casi exclusivamente como colaboradores de Pablo (cf.Hch 12,25; 13,13; 15,37; 1,1; 2Co 1,19; Col 4,10).
2.2. Una terminología característica
Es un escrito rico en vocabulario, signo de la elevada cultura del autor. Dentro de esa notable variedad hay cuatro tipos de raíces especialmente abundantes:
a) Las relativas al nuevo nacimiento. Es el único libro del NT en que aparece, incluso dos veces, el verbo anagennân, equivalente a engendrar por segunda vez; igualmente es el único en que se encuentra el sustantivo sporá (=semilla).
b) Las relativas a la persecución. El verbo padecer (páskhein) y el sustantivo padecimiento (páthema) se encuentran respectivamente once y cuatro veces, sobre un total de cuarenta y dieciséis en el NT. Junto con ellas hay que anotar loidorêin y loidoría (injuriar e injuria), una vez cada uno de estos términos, sobre cuatro recurrencias del primero y dos del segundo en todo el NT. Igualmente aparecen los sustantivos tristeza y tentación, y los verbos entristecer, maldecir (dos veces sobre cinco en el NT) y maltratar, todos en pasiva. Así mismo se encuentra tres veces el sustantivo kakopoiós (=malhechor), que no vuelve a presentarse en todo el NT.
c) Las relativas a la alegría. Es la otra faceta del sufrimiento del cristiano. Está tres veces el verbo agalliân (=regocijarse), sobre un total de once en el NT; una vez el sustantivo khará (=gozo).
d) Las relativas al extrañamiento en este mundo. Los sustantivos pároikos y parepídemos (=extranjero y desterrado) se encuentran en 1P una y dos veces respectivamente, sobre un total de cuatro y tres en el NT.
2.3. ¿Tiene 1P una estructura detectable?
Como suele suceder en los escritos predominantemente exhortativos, es difícil detectar en 1P una estructura de desarrollo lógico. Frecuentemente se ha explicado 1P como escrito bipartito, formado a partir de dos supuestas composiciones previas:
a) 1,1 - 4,11: que sería una antigua homilía bautismal, sin carácter epistolar, en la que se cuenta con la posibilidad de persecuciones y que concluye con una doxología
b) 4,12 - 5,14: que sería un escrito exhortatorio a un grupo de cristianos perseguidos ya de hecho. El autor habría encerrado ambos cuerpos en un artificioso marco epistolar.
Pero cada vez son más las dificultades que se oponen a esta teoría. Ciertamente entre 4,11 y 4,12 hay cesura, pero no necesariamente para separar dos escritos (cf.Rm 9,5). Sin embargo, el estilo y la terminología no varían de una parte a otra. Y ni el tema bautismal está ausente en la supuesta segunda parte, ni las persecuciones de que se habla en la primera deben de ser pura posibilidad.
Teniendo en cuenta la existencia de una cierta cesura también entre 2,10 y 2,11, y la sucesión de temas, puede admitirse la siguiente articulación global:
Introducción. 1,1-12: encabezamiento epistolar.
Parte I. 1,13 - 2,10: llamados a ser nuevo pueblo de Dios.
Parte II. 2,11 - 4,11: ejemplaridad en los diversos estados.
Parte III. 4,12 - 5,11: ejemplaridad en el sufrimiento (y nueva referencia a algunos estados: ancianos y jóvenes).
Conclusión. 5,12-14: despedida epistolar.
2.4. Fuentes, dependencia, parentescos
Ya hemos aludido a la cercanía de 1P al pensamiento paulino. Se han detectado correspondencias sobre todo con Rm y Ef; pero se trata de contactos que no son citas literales, sino cercanías temáticas. Así 1P 1,14 (superación de las antiguas pasiones) se acerca a Rm 12,2 y a Ef 4,17; 1P 2,13-17 (respeto a la autoridad) se acerca a Rm 13,1-7; 1P 2,1 (deponer toda maldad), a Ef 4,25.31.
Fuerte resonancia paulina hay en la designación de la iglesia como templo (1P 2,5; 1Co 3,16; 6,19), del bautismo como regeneración (1P 1,3.23; 1Co 4,15), de la leche como alimento inicial (1P 2,2; 3,2). Igualmente en la relación entre sufrimiento y esperanza o gloria futura (1P 4,13; Rm 5,3s.; 2Tm 2,12), o en la interpretación de la tribulación como inicio del juicio (1P 4,17; 2Ts 1,5ss.). Todo el deuteropaulinismo resuena en la enumeración de deberes de los diversos estados; y de inconfundible cuño paulino es el marco epistolar y la repetida alusión a la manifestación final de Jesucristo (1P 1,7.13; 4,13), si bien para ésta última no emplea el término protopaulino parousía, sino apokálypsis.
Pero el paulinismo no tiene la exclusiva en 1P. Se encuentran en este escrito buenos ecos de tradición sinóptica, como la bienaventuranza para los que sufren (1P 3,14 y 4,14), la glorificación de Dios al ver las buenas obras (1P 2,12), el servicio "con los lomos ceñidos" (1P 1,13), la exhortación a la vigilancia (1P 5,8), o el futuro ensalzamiento de los que se humillan (5,6). Se detectan incluso algunos tonos joaneos en el uso de la "verdad" (1P 1,22) y el "amor"(1P 4,8; 5,14), y en la relación pastor-rebaño (1P 5,2s).
Hay finalmente una serie de contactos con Hb y St (sobre todo 1P 5,5s con St 4,6.10). Y algunos estudiosos creen detectar en la primera parte hasta cuatro himnos litúrgicos bautismales.
Por todo ello puede hablarse de 1P como un escrito de síntesis, de madurez dentro del NT, carta verdaderamente "católica", en la que confluyen múltiples líneas de pensamiento sin aristas o tensiones significativas.
3.NIVEL TEOLÓGICO
3.1. La eclesiología de 1P
3.1.1. Pueblo y templo de Dios
En 1P se detecta la inconfundible herencia paulina, aunque en muchos aspectos ya un tanto desvaída. La iglesia es el nuevo pueblo de Dios interpretado desde la profecía de Os 2,23, que ahora se aplica al reciente paso del paganismo al cristianismo por pura elección de Dios (1P 1,1.15). La iglesia es también entendida como templo, del que los creyentes son "piedras vivas" (1P 2,5; cf.1Co 3,17) y por tanto santificados y llamados a llevar una vida santa (1,15s.).
Por ser nuevo pueblo se alimenta de la parénesis del AT y de la tradición de Jesús, y su sello es el bautismo. Este ha reengendrado a nueva vida, ahora en unión con Cristo, con el que se comparten los sufrimientos (4,13) en medio de los cuales deben imitarse sus mismas actitudes históricas.
3.1.2. Un original sacerdocio
Característica de 1P es la definición de iglesia como "sacerdocio regio", aplicándole el texto de Ex 19,6. Es un sacerdocio muy especial, ya que se caracteriza por ofrecer "sacrificios espirituales" agradables a Dios (1P 2,5). No se determina más de cerca en qué consisten tales sacrificios, pero puede intuirse quizá desde el texto paralelo de Rm 12,1-2: la ofrenda de la propia vida, distanciada de la vieja mentalidad de este mundo; igualmente en Rm 15,16 Pablo se presenta como el liturgo que ejercita su sacerdocio suministrando la palabra del evangelio con el que prepara la autoofrenda de los gentiles.
3.1.3. Bajo el pastoreo de Cristo
En la línea de Ez 34, se entiende a la iglesia como "Rebaño de Dios" (5,2), cuyo pastor supremo es Jesucristo. Durante su peregrinación por este mundo, los "presbíteros" cooperan con Jesús en ese pastoreo. La denominación de los jerarcas no está todavía tan petrificada como en las Cartas Pastorales, pues esos "ancianos" pueden contraponerse a los "jóvenes" (5,5), de los que no se menciona ningún ministerio.
Sin embargo parece que la institucionalización es ya notable, pues los diversos estados se dibujan con fuerte caracterización y de la teología de los carismas apenas queda un leve vestigio (4,10).
3.2. Firmeza en la fe a pesar de la persecución
Es un tema obligado tratándose de comunidades tan fuertemente probadas por la persecución. Los cristianos se encuentran en un mundo adverso, por lo cual se les llama "extranjeros y peregrinos" (2,11); es una situación que, si se prolonga, requiere mucho aguante. El creyente fácilmente se siente atraído por lo que es aceptado socialmente.
Los verbos probar (1,7) y tentar (1,6; 4,12) son la puerta para la parénesis sobre la perseverancia. Al diablo hay que resistirle "firmes en la fe" (5,9); y a quien tal vez ridiculice al cristiano, o incluso le interrogue en el tribunal, este debe estar dispuesto a darle razón de la propia esperanza (3,15). La despedida del escrito es muy significativa: "Dios...os confirmará, os fortalecerá y os consolidará" (5,10).
El Espíritu será quien dé la fuerza en el sufrimiento; lo mismo que reposaba sobre el Mesías profetizado (Is 11,2), sobre el Siervo de Yahvé (Is 61,1) o sobre Jesús (Lc 4,18), ahora reposa sobre los miembros de la iglesia que son ultrajados por el nombre de Cristo (1P 4,14). Ellos vivirán esos ultrajes de cara a "la herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible reservada en los cielos" para ellos (1,4).
3.3. Ciudadanos ejemplares y testimoniantes
Es un aspecto muy importante, tratándose de una comunidad que, debido a lo adverso del medio en que vive, no puede realizar una acción misionera directa. Ante todo ha de demostrar con su género de vida que el cristianismo no es perjudicial o peligroso para el estado: el cristiano no tiene que "sufrir ni por criminal, ni por ladrón, ni por malhechor ni por entrometido" (4,15).
En su posible confrontación con los no creyentes, el cristiano ha de ser un ejemplo de "dulzura y respeto" (3,16). Lejos de humillar o herir con sus palabras, dejará que sean su "buena conciencia" y su "buena conducta" (ib.) las que dejen confundido al adversario.
II. JUDAS y 2 PEDRO
O. ¿EN QUÉ TERRENO NOS MOVEMOS?
Ahora nos encontramos no sólo completamente en la periferia del paulinismo, sino también en el límite del Canon de las Escrituras. Judas y 2P necesitaron un gran forcejeo y una paciente espera hasta ser admitidas en el Nuevo Testamento por las diversas iglesias (siglo quinto). Y, si bien es verdad que en la iglesia católica no se admite un más o menos en la inspiración ni un "canon dentro del canon", la liturgia romana hace un uso muy esporádico y fragmentario de estas dos cartas.
Los dos escritos forman un cierto bloque, pues de los 25 versículos que forman Judas sólo seis no están incluidos o aludidos en 2P. Y su relación con el corpus paulino es únicamente extrínseca: 2P 3,15s. reivindica para las cartas de Pablo la categoría de "Escrituras" y desea protegerlas de tergiversación hermenéutica, pero no realiza ningún especial servicio de conservación o acomodación del patrimonio paulino.
1. NIVEL HISTÓRICO
1.1. Epoca postapostólica
Judas 17 indica claramente que los apóstoles ya quedan lejos. Ahora es el tiempo de conservar su doctrina y constatar el cumplimiento de sus profecías. Igualmente 2P 3,2 recuerda lo dicho por los profetas, por Jesús y por los apóstoles (dando por hecho que éstos pertenecen ya al pasado y que su enseñanza es accesible como la de los profetas, es decir, a través de escritos) sabe que algunos no esperan ya la parusía debido a que "desde que murieron los Padres (primera generación cristiana) todo sigue como al principio de la creación" (2P 3,4). Por ello los fieles se preguntan si es fiable la promesa de la parusía.
Por otra parte, 2P 3,1 supone conocimiento de 1P (cf.lo referente a su datación); otros pasajes de la carta hacen referencia a narraciones evangélicas (2P 2,17s.), y el texto de 2P 3,15 da por hecho que ya circula en la iglesia una colección de cartas de Pablo.
Típico de finales de la época neotestamentaria es la lucha contra los falsos doctores (2P 2,1; Judas 4), la dificultad en interpretar los escritos precedentes (2P 3,16; cf.2Ts 2,2), y la tentación de interpretar el cristianismo con modelos gnósticos (perceptible tras la depravación con que se enfrenta Judas y tras las "fábulas ingeniosas" de 2P 1,16).
Por todo ello, sin una gran precisión, 2P debe ser datada en el primer cuarto del siglo segundo y Judas poco antes que ella.
1.2. Ocasión de Judas y 2P
Judas indica claramente la motivación de su escrito en los vv.3-4: se han introducido en la comunidad algunos herejes libertinos que pueden deformar la fe de la mayoría. No se sabe de dónde vienen, si son misioneros itinerantes, etc. No son todavía personas excomulgadas, pues "son una mancha cuando banquetean desvergonzadamente en vuestros ágapes"(12). Pero el autor parece abogar por la excomunión: "odiando incluso la túnica manchada por su carne" (Judas 23).
2P está también motivada por la presencia de falsos doctores, que, si bien en 2,2 son presentados como un peligro futuro, posteriormente se muestra que ya están dentro de la comunidad (2,10ss.), en cuyos banquetes participan (2,13). No es fácil su caracterización exacta, pero, dada la repetición de textos de Judas, hay que suponer que se entregan a las mismas prácticas depravadas. No se sabe si son esos mismos doctores u otros, el hecho es que en la comunidad de 2P algunos niegan la parusía, salvo que el autor la enfatice únicamente para amedrentar a los pecadores con la perspectiva del juicio.
De los falsos doctores se dice que "niegan a nuestro Señor Jesucristo" (Judas 4; 2P 2,1). Es difícil interpretar la expresión; desde luego, hay que admitir que son cristianos, pues siguen en la comunidad. ¿Será que, en su gnosticismo, no admiten la encarnación? (cf.1Jn 2,22s.).
1.3. Localización de autores y comunidades
No hay modo de dar respuesta satisfactoria al lugar de origen de Judas y 2P. Quienes se inclinan por la autenticidad de autor tienden a situar Judas en Palestina y 2P en Roma. Pero ya apenas hay quien admita tal autenticidad. La única pista de localización la ofrece la depravación moral de algunos de los destinatarios, sus tendencias gnósticas, y la formación escriturística de los autores. Éstos deben de ser judíos de la diáspora, que escriben a comunidades predominantemente pagano-cristianas que están recayendo en su paganismo anterior.
1.4. Identidad de los autores
El autor de Judas se presenta a sí mismo como "siervo de Jesucristo y hermano de Santiago". El NT conoce, efectivamente, a Judas y Santiago entre los "hermanos de Jesús" (Mc 6,3). Por Hch, Ga y 1Co conocemos el papel preponderante que Santiago, "el hermano del Señor", desempeñó en la comunidad de Jerusalén, y acerca de su prestigio algo nos indica la existencia de la carta católica que nos ha llegado a su nombre. Por otra parte, Lc 6,16 enumera a Judas el de Santiago entre los Doce; pero, según Pablo, Santiago no pertenece al grupo de los Doce, de modo que es de suponer que tampoco este Judas que parece escudarse tras la autoridad de aquél.
Las características del escrito no permiten atribuirlo ni a uno del grupo de los Doce ni a un pariente de Jesús. Ciertamente el autor está familiarizado con el AT y con tradiciones apócrifas judías, pero está también muy versado en la cultura helenista, y el tono y contexto literario hacen pensar en un medio no palestinense. Por otra parte, la problemática tratada, junto con la lejanía de los apóstoles, obligan a entrar en una época tardía, en que difícilmente podían seguir viviendo parientes contemporáneos de Jesús.
El autor de 2P echa mano incluso del arcaísmo ("Simeón") y alude a 1P para sacar adelante su seudonimia. Pero el escrito es de otro carácter y otro estilo literario, en el que la corrección y sencillez de 1P se truecan en afectación y gusto por los arcaísmos, y tiene la rara habilidad de repetir algunos motivos de 1P siempre con terminología distinta; v.gr. parousía en vez de apokálypsis. Pretende haber estado presente en la transfiguración de Jesús (1,16ss.), pero reconoce que la primera generación cristiana ya murió (3,4) y responde a una problemática típica del siglo II (gnosticismo incipiente y pérdida de vista de la parusía). Finalmente, su dependencia literaria de Judas y de Mt hacen del todo inverosímil que se trate del primero de los discípulos de Jesús.
Se trata, por tanto, en ambos casos, de seudonimia; es un recurso antiguo en la Biblia, que en algunos casos era signo de discipulado y "deuda teológica" (así por ejemplo en el deuteropaulinismo), pero que en esta época más tardía, al igual que en los numerosos escritos apócrifos que seguirán, es una pura pia fraus (=mentira piadosa) en orden a dar autoridad a escritos cuya acogida no está de antemano asegurada.
2. NIVEL LITERARIO
2.1. El género
Tanto Judas como 2P tienen forma epistolar; como cartas se las designa habitualmente. En ambos casos tenemos un encabezamiento de corte muy paulino: "siervo (y apóstol) de Cristo Jesús" (cf.Flp 1,1); "a los amados y elegidos" (Judas 1,1; cf.Rm 1,7); "gracia a vosotros y paz" (2P 1,2) o "misericordia a vosotros y paz y amor" (Judas 2). En cuanto a la conclusión, 2P termina con un deseo-consejo y una doxología que recuerdan muy de cerca finales paulinos (3,18); y en la bendición conclusiva de Judas 24s. resuena muy claramente la doxología con que se cierra Rm, así como el deseo manifestado por Pablo en Flp 1,10.
Pero en realidad deberíamos hablar de género seudoepistolar, ya que no se da una relación familiar entre remitente y destinatarios, puesto que el primero se esconde de los segundos tras la máscara de una autoridad del pasado.
Dentro del género epistolar, Judas pertenece al subgénero "invectiva"; en ella el autor no escatima los venablos: los falsos maestros son comparados con los antiguos habitantes de Sodoma y Gomorra (7s.), con Caín (11), con "olas salvajes del mar que echan la espuma de su propia vergüenza"(13).
2P, por el contrario, debe ser incluida en el subgénero "testamento". Recuerda muy de cerca varios párrafos de 2Tim así como la despedida de Pablo en Hch 20. El autor tiene conciencia clara, por revelación, de la proximidad de su fin (1,14-15); trae a su recuerdo algún acontecimiento importante de su vida (1,17); quiere refrescar a los destinatarios la enseñanza que previamente les dio (1,12); los previene frente a problemas futuros: aparición de falsos maestros (3,3; cf. 2,1); y los exhorta a mantenerse firmes hasta la venida del Señor (3,17).
2.2. Dependencias y contactos literarios
2.2.1. Las fuentes de Judas
Además de la ya mencionada herencia formal paulina, típico de Judas es su uso del AT frecuentemente a través de apócrifos judíos. Los vv.6-7 unen el pecado de los ángeles y el de Sodoma y Gomorra como lo hace el Testamento de los doce patriarcas; la lucha por el cuerpo de Moisés (v.9) parece estar tomada del apócrifo Ascensión de Moisés ; y en los vv.14-15 se cita explícitamente el libro de Henoc. Quizá fue esta la razón por la cual Judas tuvo tan difícil la entrada en el Canon.
2.2.2. Las fuentes de 2P. Su relación con Judas
2P 3,1 hace referencia explícita a 1P, pero no la utiliza; más bien se aleja de ella notablemente, pues, mientras que 1P es un tratado eminentemente parenético, 2P se sitúa mucho más en un plano doctrinal. Parece tener una cierta veneración por los escritos de Pablo y una seria preocupación por su recta interpretación (2P 3,15s.), pero sólo la aprovecha genéricamente para seguir afirmando la futura parusía; en cambio la "desperdicia" en temas tan importantes en Pablo como la filiación divina o la fe (cf.2P 1,3-4).
De la tradición sinóptica parece tener un cierto conocimiento a través del primer evangelio. Así 2,20 recuerda Mt 12,45; en 3,10 resuena Mt 24,43s.; y la transfiguración (2P 1,17s.) es recordada según el texto de Mt 17,1-5.
Pero lo que siempre ha llamado la atención ha sido la estrecha relación de 2P con Judas. La lista de paralelos es la siguiente:
2P Judas 2P Judas
2,1 4 2,12 10
2,4 6 2,13 12
2,6 7 2,15 11
2,9 6 2,17 13
2,10 7s. 3,2 17
2,11 9 3,3 18
Es interesante notar que los versículos de Judas que no están en 2P, a parte del saludo inicial y la bendición final, son casi exclusivamente citas de textos apócrifos; ¿será el signo de una temprana polémica respecto del Canon?. Y a la inversa, textos de 2P que no están en Judas son casi siempre invectivas contra los falsos maestros o nuevos ejemplos bíblicos (Noé: 2,5; Lot: 2,7s.).
Todo apunta a favor de la prioridad de Judas respecto de 2P; el texto de Judas es normalmente más directo y vivaz, y más conciso excepto cuando se amplia con citas de apócrifos. Y Judas desconoce totalmente 2P 1,1-21 y 3,4-18, donde, en caso de utilización, el autor habría encontrado material muy a propósito para sus invectivas.
3. NIVEL TEOLÓGICO
3.1. La regeneración cristiana se demuestra en el comportamiento
3.1.1. ¿A qué problema se hace frente?
Ciertamente estamos en penuria de datos descriptivos de los falsos doctores; es incluso posible que ambos autores (de Judas y de 2P) se hayan extralimitado en su descalificación moral. Pero, en todo caso, hay que suponer una situación de dicotomía entre fe y vida, que por otros conductos nos es conocida en sectas gnósticas del siglo segundo. En relación con tendencias gnósticas podría estar la afirmación de que pronuncian "palabras altisonantes pero vacías" con las que "prometen libertad" (2P 2,18s.).
En algunos ambientes gnósticos el dualismo antropológico se llevó al extremo de considerar que nada que se realizase con el cuerpo podía afectar al alma; esto, evidentemente, abría la puerta a todo género de depravación libertina. En otros casos el desprecio por el cuerpo llevó a la afición a humillarlo con todo género de bajezas. Cualquiera de los dos motivos, o incluso los dos juntos, puede dominar los textos que nos ocupan.
3.1.2. ¿Qué remedio aplicar?
Frente a tales desenfrenos Judas recuerda el cimiento de la fe, la oración en el Espíritu Santo, el amor de Dios y la esperanza de la vida eterna (20-21). 2P 3,11s. hace pesar la esperanza cristiana en la transformación universal cuando tenga lugar la parusía: "Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿cómo conviene que seáis en vuestra santa conducta y en la piedad, esperando y acelerando la venida del Día de Dios...?". Y ambos autores, al describir la vida indecente de los desviados, hacen repetidas alusiones al castigo que los espera. En cambio, curiosamente, no figura como motivación para un nuevo género de vida la transformación del cristiano a que hacen referencia una serie de expresiones de los encabezamientos; parecen ser fórmulas extrañas, plagiadas, que dicen poco a estos autores.
3.2. Evitar la mundanización. Perspectiva de la parusía
Una iglesia que ya se prolonga en el tiempo ha hecho su esfuerzo de inculturación, cristianizando las virtudes sociales de la época e incluso incorporando a su vocabulario una serie de expresiones del mundo en que vive; epígnosis, gnósis, areté; la serie terminológica de 2P 1,5-8 es elocuente.
Pero siempre existe el riesgo de una no sana asimilación del medio, que provoca la pérdida del sentido de la novedad cristiana. 2P 2,20ss. lamenta que quienes dejaron atrás la inmoralidad ahora retornen a ella. El autor habla de la lascivia, avaricia, etc.
Ante estas situaciones hay que recordar la venida del Señor (en la cual algunos ya no creen) con sus plenos poderes de juez y la correspondiente perspectiva de perdición para los malvados. Las palabras del Señor y de sus apóstoles no pueden dejarse de lado (2P 3,2); el mundo actual está destinado a la transformación total, "los cielos, con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos, abrasados, se disolverán, y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá" (2P 3,10). Incluso la aparición ya actual de los falsos doctores pudiera ser un indicio de que el final está cerca (3,3).
3.3. Una incipiente teología de la Biblia
La Escritura contiene, ante todo, la palabra de los profetas, es capaz de iluminar el camino del creyente y tiene la autoridad del Dios que inspiró a los profetas por su Espíritu (2P 1,19-21). Esas antiguas Escrituras están de acuerdo con lo que fue la palabra y actividad de Jesús (2P 1,17-18) y con ellas forman ya cuerpo las cartas de Pablo (3,15s.).
El contenido de estas Escrituras merece toda fiabilidad, al contrario que las "fábulas ingeniosas" (1,16) que quizá circulan por la comunidad. Pero, a su vez, los escritos tanto de los Profetas como de Pablo son ya de difícil interpretación, y, si no se usan con cautela, pueden inducir a error (3,16).
Frente a la interpretación individual arbitraria (quizá de las incipientes tendencias gnósticas), 2P 1,20 parece abogar por una instancia magisterial -no podemos saber si individual o colectiva- que evite la deformación de la Palabra de Dios.
DOCUMENTACIÓN AUXILIAR
1. CRISTO PREDICA A LOS ESPÍRITUS ENCADENADOS (1P 3,19; 4,6)
Los catecismos populares incluían entre los "artículos de la fe" el siguiente enunciado: "descendió a los infiernos y sacó las ánimas de los santos padres que estaban esperando su santo advenimiento".
Tal "artículo de la fe" dice menos que los textos de 1P, pues 1P 3,19 trata no sólo de los "santos", sino también de los que en otro tiempo fueron reacios a la fe. Pero, por otra parte, dice más, ya que 1P no menciona ni descenso ni infiernos, sino simple "acceso"; además, los catecismos suponen que tal "descenso" de Jesús tuvo lugar entre su muerte y resurrección, cosa que a partir de 1P 3,20 no puede precisarse.
Parece que 1P quiere dejar claras dos cosas:
a) nadie tendrá excusa para escapar al juicio de Dios; por eso para todos, también los del pasado, incluso la generación de Noé, hay acceso a la predicación de Jesús: "fue a anunciar la salvación" o "a anunciar el evangelio".
b) en visión cronológica, Jesús es el primero de los salvados, el "devuelto a la vida"; entre tanto su salvación no sea una realidad, los "espíritus" o los "muertos" están "en prisión" o "encadenados".
Esta fe en la universalidad del proyecto salvífico de Dios y de la redención realizada en Cristo se entremezcló muy pronto con el mito de Henoc, anunciador de la condenación definitiva a los "hijos de Dios" o gigantes pecadores de la época del diluvio (Gn 6,1-5). Se añadieron además especulaciones sobre el alma de Jesús durante los tres días en que su cuerpo reposó en el sepulcro y sobre el estado de los muertos hasta su posible participación en la salvación realizada en Cristo. En resumen, se trata de diversos revestimientos míticos de una verdad elemental: el Señorío universal de Dios y de Cristo y la adhesión a su redención como único y universal camino de salvación.
2. EL RETRASO DE LA PARUSÍA (2P 3,9)
La predicación de Jesús sobre la "venida del reino" es ambigua; anuncia que ya ha llegado (Mc 1,15), pero hay que orar por su venida (Mt 6,10), y no es posible aventurar fechas (Mc 13,31).
Probablemente la más antigua oración de la iglesia es la invocación aramea "Marana tha" (1Co 16,22); para los cristianos la venida del reino es inicialmente inseparable de la vuelta de Cristo. Las cartas auténticas de Pablo cuentan con la parusía próxima, quizá en vida de él (1Ts 4,17; 1Co 15,52; Flp 3,20; Rm 13,11ss.), pero admiten que la nueva creación está ya presente (2Co 5,17).
A medida que el tiempo pasa, se buscan diversas explicaciones de que tal vuelta del Señor se aplace. Mc 9,1ss. sale del apuro entendiendo por venida gloriosa del reino la transfiguración. En ambientes más bien helenistas se cuenta con una parusía de carácter especialmente pneumático, con lo que surge la escatología realizada de Ef, Col y algunos estratos de Jn.
Pero nunca se abandona del todo, sobre todo en ambiente de raigambre judía, la idea de una parusía cósmico-temporal. Los sinópticos interpretan en esa clave las parábolas de crisis (el portero, el administrador, talentos y minas, doncellas necias, higuera, etc). La escatología realizada deuteropaulina pudo producir frutos nefastos, por lo cual 2Tm 2,18 condena a quienes defienden que la resurrección ya ha tenido lugar. Y 2Ts, aunque reconoce que la espera febril en la inmediata vuelta del Señor puede convulsionar negativamente al cristiano, no por ello disuade de la fe en la parusía; prefiere aplazarla sin precisar una fecha determinada y con explicaciones ininteligibles (2Ts 2,3-8).
2P cuenta igualmente con la parusía, condena a quienes no creen en ella, y busca explicaciones a su dilación: por un lado, la paciencia de Dios que espera la conversión de algunos; por otro, la incapacidad del hombre para un cálculo cronológico correcto (3,8). Tampoco 2P desconoce la presencia de los bienes salvíficos ya en la actualidad (1,4), pero olvidar la tensión hacia el futuro sería dar alas a los gnósticos y favorecer un cristianismo desencarnado.
CLAVE CLARETIANA
SERVIDORES DE LA PALABRA
Las cartas que nos ocupan en este tema contienen una incipiente teología de la Biblia, tal como viene indicado en la CLAVE BÍBLICA. La Palabra de Dios ha sido pronunciada para toda la humanidad, pero su anuncio ha sido confiado a la iglesia. Dentro de ella, nosotros hemos recibido un don especial para llevar a cabo este anuncio. Será bueno repensar, una vez más, el sentido y las exigencias de nuestra particular vocación en la iglesia.
Nos va a ayudar a ello releer y meditar los ONCE PUNTOS SOBRE EL SERVICIO MISIONERO DE LA PALABRA, que, con el propósito de clarificar el sentido de esta expresión, se publicaron en el folleto "Presentación" del primer ciclo de este proyecto, dedicado al Pentateuco. La Palabra, de la que somos servidores, es para nosotros la Palabra de Dios, confiada a la Iglesia, que nosotros anunciamos con nuestras propias palabras (diakonia verbi) en un contexto de permanente diálogo.
Nuestra vida y nuestro ministerio reciben "su vitalidad, lo mismo que el Fundador, de la Palabra que se acoge en el corazón, se testifica con la propia existencia y se transmite a todos los hombres, principalmente a los pobres y humildes, a través de las múltiples claves del lenguaje humano. Jesús mismo es esta Palabra viva y vivificante" (SP. Introducción). Situarla en el centro de nuestra vida y ministerio es lo que queremos.
CLAVE SITUACIONAL
1. Una espiritualidad integral. Las cartas de Pedro nos permiten comprender que el camino cristiano -que después resulta el camino de todo hombre- se concreta en una triple dirección: la llamada a la fe; la llamada a un compromiso histórico en la Iglesia; la llamada cotidiana a la santidad. Son tres realidades estrictamente correlativas y que deben tenerse presentes conjuntamente. Existe con frecuencia el peligro de afrontar una sola de estas notas (por ejemplo empeñarse en ser una "buena" comunidad pero desencarnada históricamente). ¿Qué visión global tenemos en nuestro vivir comunitario, de grupo, de iglesia?
2. Superar los fracasos. Hay en el mundo fuerzas que buscan deprimir al hombre, llevarlo a la autodestrucción y que tienen su expresión inconfundible en ciertas formas de degradación y de autolesionamiento que todos conocemos. ¿Cómo evitamos el síndrome del fracaso? ¿Cómo interpretamos el fenómeno tan numeroso de fracasos humanos y espirituales que se miden con frecuencia dramáticamente por los suicidios, las separaciones, el abandono de proyectos? ¿Qué "dinámicas de vigilancia" somos capaces de poner en marcha dentro de estos procesos? ¿Cómo procuramos comprender juntos, ensanchando el corazón y la mente, la realidad global en la que los pequeños acontecimientos de cada día se redimensionan y encuentran su justo y objetivo lugar?
3. ¿En qué nos apoyamos? Insistamos todavía en esta lectura de las fuerzas del mal que militan contra el hombre, que van contra el Reino de Dios que proclamó Jesús. Nosotros mismos, los grupos con los que compartimos nuestra existencia cristiana, nuestras comunidades y la misma iglesia, buscamos con frecuencia "seguridad" para nuestras vidas sobre "valores mundanos". Pensemos en qué bancos depositamos nuestro dinero y por qué; cómo buscamos los bienes de consumo; cómo nos preocupa la imagen social y el prestigio; en qué status de privilegio y de exenciones nos movemos; cómo mostramos el orgullo de una pertenencia a grupos de poder a pesar de predicar el servicio. Romper esta lógica y rebelarnos contra ella es proclamar la liberación del mal e impedirle destruir la humanidad.
CLAVE EXISTENCIAL
1. Peregrinos hacia la casa del Padre. El camino de Pedro es el símbolo de todo camino de la humanidad hacia el Reino, de todo peregrinage hacia la casa del Padre. Sugerimos confrontarnos con la vida y las enseñanzas del apóstol Pedro para comprender en qué etapa del camino nos encontramos. Hacernos esta pregunta quiere decir reconocer que estamos en tensión, que no nos conformamos con lo de siempre, lo cotidiano, sino que aspiramos a lo mejor, seguros de que el Espíritu Santo nos hará descubrir esto "mejor", llevándonos a reconocer lo que nos falta.
2. En camino. No es nunca lícito abandonarse a la frustración o al cansancio adoptados como solución definitiva. Al contrario, se nos pide lanzarnos hacia el futuro, para correr hacia la meta. ¿Qué estilo de vigilancia vivimos personalmente?
3. Al final del cuarto ciclo de PALABRA-MISION. Hemos llegado a la conclusión del cuarto año del proyecto PALABRA-MISIÓN, dedicado a Pablo y a las demás cartas que nos han sido transmitidas en el Nuevo Testamento. revisemos nuestro camino para reconocer qué es lo que se ha movido dentro de nosotros. Midamos en términos de simpatía, de un modo especial, nuestra relación con Pablo: ¿nos sentimos cercanos o distantes de su sensibilidad y su pasión? En los escritos de Pablo o en las otras cartas, ¿qué texto o palabra continúa resonando dentro de nosotros o se ha hecho vida de un modo particular en nuestra propia carne?
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial.
2. Lectura de la Palabra de Dios: 1P 2,1-10 o bien 2P 3,1-18.
3. Diálogo sobre el TEMA XII en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).
4. Oración de acción de gracias o de intercesión.
5. Canto final