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Luz de la humanidad
Buscando la luz...

Paulinos 01


 

 

TEMA 1: COMUNIDAD ALTERNATIVA


 

 

TEXTO: I y II TESALONICENSES



 

 

CLAVE BÍBLICA


 

 

1. NIVEL HISTÓRICO


 

 

1.1. Primera generación en Tesalónica


 

 

1.1.1. El nacimiento de la comunidad


No es extraño que para un viajero que, como Pablo, divide el mundo en "ciudad, despoblado y mar" (2 Co 11,26), ocupen un lugar importante las urbes situadas en la rutas imperiales. Junto a puertos como Corinto y Efeso, la historia de Pablo está ligada a dos grandes rutas terrestres: "el camino común" que conducía de Antioquía hasta el Occidente del Asia Menor y la "Via Egnatia", principal ruta entre Roma y Oriente. Ésta, partiendo de dos puertos de la actual Albania, llegaba hasta Bizancio después de atravesar Tesalónica y Filipos.


La primera de estas ciudades, uno de los más importantes centros comerciales de la Grecia romana, era punto de encuentro de la mencionada Via con el camino hacia el Danubio y con una de las rutas marítimas del Egeo que partía desde su puerto, situado en el golfo Térmico. Capital de una de las regiones de Macedonia en 167 a.c., fue promovida a capital de la provicia entera en 146 a.c. Bajo el dominio romano, la ciudad conservó sus características helénicas en su forma de gobierno con una asamblea de ciudadanos, derecho de acuñar monedas y exclusión de guarniciones militares del ocupante imperial dentro de las murallas.


La ciudad poseía, además, una importante industria de tintura de la púrpura. Dicha industria favoreció la formación de una población cosmopolita donde es posible constatar la presencia, primeramente, de grupos egipcios y, luego, de judíos y otras etnias.


El origen de la comunidad de Tesalónica está marcada por la suerte previa de Pablo en la fuertemente latinizada Filipos, que, junto a la hostilidad, ofreció a Pablo la posibilidad de establecer múltiples relaciones que le servirían repetidamente de apoyo, incluso financiero, a su misión.


Las expresiones: "después de haber padecido sufrimentos e injurias en Filipos" (1Ts 2,2; Cf.Hch 16,12-40) e "incluso cuando estaba yo en Tesalónica enviasteis por dos veces con qué atender a mi necesidad" (Flp 4,16; Cf. 2Co 8,1-6; 11,8s.; Rm 15,26), son testimonios que arrojan luz sobre la estancia de Pablo en Tesalónica.


Esta ciudad era, entre otros centros, un lugar privilegiado para tener acceso a una nueva cosmovisión nacida ya en tiempo del imperio de Alejandro. "Ciudadano de ciudad no despreciable" (Hch 21,39), Pablo forma parte de un nuevo mundo que dependía de la ciudad para la supervivencia, conseguida, en el caso del apóstol, gracias al trabajo de sus propias manos.


Sus contactos ocupacionales y étnicos permitieron a Pablo su traslado ya que no era difícil encontrar emigrantes con quienes tuviera en común alguno de estos puntos. Por otra parte, la ciudad posibilitaba la expansión de su mensaje ya que la mayor parte de la vida ciudadana se desarrollaba en calles, plazas y pórticos.


 

 

1.1.2. Lugar, tiempo y ocasión de la carta


Después de su partida de Tesalónica, Pablo se dirigió al sur. En Atenas, recibió noticias no muy alentadoras sobre la situación de la comunidad de Tesalónica. Desde allí envía a Timoteo para verificarlas y, a la vuelta de éste, ya en Corinto y con un informe que desmentía aquellas noticias, se decide a escribir a los Tesalonicenses una carta llena de aliento y de consuelo. La datación de la carta, coincide pues con la discutida cronología de la estancia de Pablo en Corinto.


Las noticias del encuentro con Aquila y Priscila y la presencia de Galión en Corinto son los elementos que se deben tener en cuenta para esa datación. El primero de esos datos nos coloca ante la expulsión de los judíos de Roma ordenada por Claudio, que, según la opinión más probable, debería colocarse alrededor del 49/50 de la era cristiana. Por su parte, la presencia de Ga­lión en Corinto parece coincidir con el último período de la estancia de Pablo en esa ciudad. En una inscripción de Delfos se habla de este hermano de Séneca como (pro)cónsul de Acaya. El número 26 que aparece en esta inscripción debe referirse al orden de aclamaciones del mencionado emperador, y, por lo tanto, debe proceder de comienzos del año 52. Es probable, por ello, que la carta haya sido escrita en el año 51.


 

 

1.1.3. Situación verdadera de la comunidad


Un dato transmitido en la carta: "Habéis seguido el ejemplo de las Iglesias de Dios que están en Judea en Cristo Jesús, pues también vosotros habéis sufrido de vuestros compatriotas las mismas cosas que ellos de parte de los judíos" (1Ts 2,14. Cf 1,9), parece indicar que la comunidad estaba compuesta fundamentalmente por integrantes no-judíos. Ello es confirmado por los pocos nombres de personas singulares de Tesalónica que conocemos. Junto a Jasón que aparece, en la acusación de los judíos tesalonicenses, como quien "les ha hospedado" (Hch 17,7), solamente se mencionan como originarios de Tesalónica a Aristarco y Segundo en Hch 20,4. Dos nombres griegos y uno latino que apuntan a una comunidad compuesta étnicamente por no judíos.


Se trata probablemente de una comunidad formada principalmente por artesanos, como hace suponer la frecuente mención del trabajo. Son, por tanto, ciudadanos que no compartían el miedo de los campesinos por el mundo ciudadano pero tampoco participaban de la orgullosa seguridad de los notables de la ciudad. A ellos, que experimentan la adversidad de parte de sus compatriotas, Pablo, imposibilitado de hacerse presente, expresa sus sentimientos llenos de ternura, derivados de su común destino de persecución y trabajo, en orden a alentarlos en su fidelidad.


 

 

1.2. Segunda generación cristiana


 

 

1.2.1. La segunda carta en relación a la primera


La Segunda Carta a los Tesalonicenses reproduce términos y fórmulas de la Primera Carta. Sin embargo, a diferencia de ésta, su tono es impersonal, y los mismos temas tratados reciben un enfoque diferente: La venida del Señor se trata de forma "dualística" y el aliento a los destinatarios asume, en la crisis comunitaria, la forma de velada advertencia ante el juicio futuro.


La colocación bajo el nombre de Pablo de la segunda carta responde al intento de encontrar una respuesta autorizada sobre una situación que presenta algunas características comunes con la primera carta. Pero se trata indudablemente de las preocupaciones de una segunda generación frente a la oposición de un ambiente distinto al de la primera carta y en una época en que se producen tensiones internas por el retraso de la parusía. A través de la presentación que hace de los tiempos y momentos de la venida del Día del Señor, de las tribulaciones, del alarmismo apocalíptico y de las tendencias al parasitismo, podemos descubrir algunos rasgos de una comunidad distinta, situada en un lugar que se hace imposible determinar.


 

 

1.2.2. Las crisis


Las "tribulaciones": El discurso sobre la venida del Señor fundamenta un doble futuro: alivio para los creyentes y aflicción y ruina eterna para los incrédulos. Se busca situar este doble futuro en el marco de una exhortación que sirva de aliento y de advertencia. Incluso el aspecto disciplinar de la última sección de la carta se trata desde esta perspectiva.


La turbación interna: Por otra parte, la comunidad a la que se dirige la carta sufre una crisis que tiene un marco apocalíptico. Hay confusión, turbación y alarmismo que llevan a los individuos a eximirse de las cargas laborales. Se trata quizá de un contexto sociocultural, favorecido por el patronato romano, en que los miembros más desposeídos transfieren a la comunidad hábitos suscitados por aquella práctica.



 

 

2. NIVEL LITERARIO


 

 

2.1. Los géneros


 

 

2.1.1. La fórmula inicial


La fórmula inicial de las cartas consigna el nombre del remitente, el del destinatario y una fórmula de saludo. Sigue la acción de gracias que comprende los términos de "dar gracias" y "siempre" unidos a las oraciones por el destinatario y a las felicitaciones (o bendición a Dios).


Un rasgo característico en el epistolario paulino es la extensión desproporcionadamente larga de este agradecimiento inicial. Enmarcado en un contexto cristológico y teológico, aparece en el mismo un lenguaje rico y afectivo, fundamentado en vínculos personales entre autor y destinatarios, que supera las expresiones estereotipadas de sentimientos de amistad propios de las cartas usuales.


 

 

2.1.2. La apocalíptica


Este tipo de escrito aparece frecuentemente en el epistolario paulino (cf.1Ts 4,13 - 5,11; 2Ts 2,1-12; 1Co 15,12-53) y tiene por fin consolar y alentar a lectores oprimidos por la angustia del presente. Frente al tiempo actual del mundo, sometido al poder de la maldad y en el que triunfa el pecado y los buenos son perseguidos, se presenta el tiempo de la salvación con trazos fuertes y enérgicos. Los textos tienen un fin eminentemente práctico: fortalecer a los fieles para que sean capaces de ofrecer el testimonio de su fe en las dificultades del presente, invitándolos a confiar en la Providencia de Dios. Con ello se pretende recordar a los fieles que, a pesar de las angustias trágicas del presente, que parecen conducir al definitivo triunfo de Satán, Dios, Señor de la Historia, la conduce sabiamente a un fin dichoso.


 

 

2.2. Lenguaje


 

 

2.2.1. "Noche", "Tribulación"


"Noche", unida a día, aparece con el significado de ininterrumpidamente para indicar tanto una de las características del trabajo (1Ts 2,9; 2Ts 3,8) como el ardiente deseo paulino de encontrarse con sus destinatarios: "noche y día le pedimos ver vuestro rostro" (1Ts 3,10). Sin embargo, el uso más destacable se muestra en las cuatro apariciones del término en 1Ts 5 en un contexto apocalíptico. En dicho capítulo la situación presente se define como noche para indicar una cierta seguridad que se revelará ilusoria: "el día del Señor viene como ladrón en la noche" (v.2); "los que duermen, de noche duermen y los que se embriagan, de noche se embriagan" (v.7). Por el contrario, los cristianos viven ya en la luz de ese futuro: "sois... hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas" (v.5).


Conexo con el término anterior aparece el "atribular" (1Ts 3,4 y 2Ts 1,6.7) y la "tribulación" (1Ts 1,6; 3,3.7; 2Ts 1,4.6). "Recibisteis la palabra de Dios con muchas tribulaciones"(1Ts 1,6); "nadie vacile en esas tribulaciones" (1Ts 3,3); "os predecíamos que íbamos a sufrir tribulaciones" (1Ts 3,4); "en medio de todas nuestras congojas y tribulaciones" (1Ts 3,7). Por su parte, en 2Ts aparece el esquema dualístico que se mencionaba más arriba: las tribulaciones que están pasando los destinatarios (2Ts 1,4) se sitúan dentro de una teología de la retribución: "Porque es propio de la justicia de Dios el pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros, los atribulados, con el descanso junto con nosotros" (2Ts 1,6-7a).


 

 

2.2.2. Señor, Hermanos, Entrada e imágenes familiares en 1Tes


Característico en la primera Carta es la inusitada presencia del vocablo Señor que en el epistolario paulino aparece sólo con mayor frecuencia en los textos más extensos de 1 Corintios, Romanos y Efesios. Desde el primero (1,1) al último versículo (5,28) es indudable el dominio de este título en la cristología de la epístola. Con él, se considera ante todo el futuro de ese señorío: la próxima "venida" (2,19; 3,13: 4,15; 5,23); su momento: "Día del Señor" (5,2); su modo: "bajará del Cielo" (4,16); y sus consecuencias: "se vengará" (4,6), y "estaremos siempre con el Señor" (4,17). Se justifica así la actitud de una comunidad vuelta hacia el futuro: "vuestra esperanza" en el Señor (1,3); "el Señor os haga progresar" (3,12); se "nos ha destinado para obtener la salvación por el Señor" (5,9).


Sin embargo, no se olvida que ese Señor es Jesús: "dieron muerte al Señor" (2,15) y ello justifica la imitación "del Señor... en la tribulaciones" (1,6), la permanencia "firme en el Señor" (3,8), y la autoridad del apóstol: "exhortamos en el Señor" (4,1), "las instrucciones que os dimos de parte del Señor" (4,2), "os decimos esto como Palabra del Señor" (4,15), "os conjuro por el Señor" (5,27) y la de los que "os presiden en el Señor" (5,12).


Comparada con las restantes cartas, crece aún más la proporción en que es utilizado el término "hermanos". Éste crea un ámbito de familiaridad que se acentúa con las imágenes de la madre: "nos mostramos amables con vosotros, como una madre cuida con cariño a sus hijos" (2,7b) y del padre: "como un padre a sus hijos...os exhortábamos y alentábamos (2,11-12a). Esta familiaridad origina una semejanza: "imitadores nuestros" (1,6), "modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya" (1,7), "habéis seguido el ejemplo de las Iglesias de Dios que están en Judea" (2,14). La idea se refuerza con la utilización de la "entrada", en su doble dimensión de acogida y presentación, subrayadas respectivamente en 1,9 y 2,1.


 

 

2.2.3. Tradiciones, trabajar, revelar en 2Tes


En la segunda carta es evidente la preocupación por "las tradiciones" que los destinatarios recibieron del Autor de la Carta. Ellas deben ser conservadas (2,15). Una de ellas domina el horizonte del capítulo tercero: la obligación de trabajar. Recordándola, el autor se remite al propio ejemplo (3,8) y lo contrapone a la actitud presente de algunos miembros de la comunidad (3,11). A éstos les exhorta a que "trabajen con sosiego" en vistas a la propia manutención (3,12), según el siguiente principio: "Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma" (3,10).


Es, sin embargo, el elemento apocalíptico el que, sin duda, suscita el vocabulario más abundante de esta segunda carta. Los términos de la revelación-manifestación aparecen frecuentemente. Se trata de "la revelación del Señor Jesús desde el cielo" (1,7), pero se consigna también el manifestarse del (hombre) impío (2,3.6). En este contexto se habla de dos Parusías o Venidas/Presencias contrapuestas: venida del impío (2,9) y venida del Señor (2,8) que llevará a cabo la destrucción de aquél.



 

 

3. NIVEL TEOLÓGICO


 

 

3.1. La misión en un mundo hostil


Repetidamente se hace presente la conciencia de la separación de los cristianos respecto a los "de fuera" (1Ts 4,12) que son definidos como "los que no conocen a Dios" (1Ts 4,5). La integración a la comunidad ha tenido lugar cuando los tesalonicenses se convirtieron "abandonando a los ídolos para servir a Dios" (1Ts 1,9).


Este lenguaje supone una percepción negativa de la sociedad exterior: Como en los documentos esenios de Qumram, los hijos de la luz están enfrentados con los hijos de las tinieblas: "Vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos ni de la noche ni de las tinieblas (1Ts 5,5).


Estas expresiones sirven para describir la hostilidad de la sociedad: Judíos y gentiles respecto a sus compatriotas cristianos reproducen un mismo esquema de actuación, que tiene su máximo exponente en la actitud frente al Señor Jesús: "los que dieron muerte al Señor" (1Ts 2,15).


Este paradigma produce la identificación de Satanás y los dioses gentiles. Su acción abarca desde los daños personales: "quisimos ir a vosotros -yo mismo Pablo, lo intenté una y otra vez- pero Satanás nos lo impidió" (1Ts 2,18), hasta el intento de que la comunidad abandone su camino (1Ts 3,5).


Pero, a diferencia de la concepción y forma de vida adoptada por los esenios, la comunidad no rompe su relación con la sociedad que la rodea. El mismo Pablo define su tarea como "predicar a los gentiles para que se salven" (1Ts 2,16).


Una luz para entender esta diversidad de perspectiva se encuentra, quizás, en el mismo encabezamiento epistolar comprendido en su contexto histórico. Pablo, Silvano y Timoteo se dirigen allí, a la iglesia de los Tesalonicenses cuya nota específica se señala con "en Dios Padre y en el Señor Jesucristo", fórmula que indica pertenencia.


El término "Iglesia" (ekklesía) remite al ideal democrático de participación ciudadana, aunque restringida, que había dado origen a la ciudad (polis) griega. Dicho modelo incluía un grupo de ciudadanos (demos), un consejo gubernamental (boule) y una ekklesía (asamblea). Pero muy pronto, este ideal de participación fue utilizado por el poder imperial en el marco de sus planes de dominación.


Esta acción, emprendida inicialmente por Filipo y luego sistemáticamente proseguida por la acción de Alejandro y por los romanos, concede a la polis una participación meramente formal que ayuda a afirmar la autoridad del Kyrios imperial, con quien las élites locales, ansiosas de prestigio y de poder, negocian a través de las instituciones de la ciudad.


En ese contexto la afirmación de una ekklesía de Tesalónica, perteneciente a Dios Padre y al Señor Jesucristo, entraña la constitución de otro tipo de sociedad y, por consiguiente, no debe extrañarnos la frecuencia del lenguaje que apunta a describir la separación entre ambas sociedades.


La impotencia social de los convertidos frente a adversarios que pueden causar sufrimiento, la inconsistencia de su status frente al poder, unida a la vulnerabilidad e impotencia física, hacen pensar que Pablo se enfrenta con los detentores del poder de la polis, es decir, la alianza de ciudadanos notables con el Señor imperial.


Esta conciencia, que Pablo comparte con ciudadanos no implicados en esta alianza, se refleja en su actuación misionera. Por una parte, ésta se define diciendo: "predicamos no buscando agradar a los hombres" (1Ts 2,4) "...ni buscando gloria humana" (1Ts 2,6). Por otra, surge también de esta conciencia ciudadana la afirmación de la propia libertad frente a aquellos poderes, que hace afirmar a Pablo: "confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios" (1Ts 2,2). Se trata de la valentía, una libertad concedida por Dios a los hombres y frente a los hombres.


 

 

3.2. Una comunidad alternativa


 

 

3.2.1. Creación de vínculos fraternos


Toda la referencia al mundo hostil parece colocarse en orden a fortificar la integración de la nueva comunidad. La nueva comunidad que nace en este mundo hostil como comunidad alternativa está formada por los "hermanos amados del Señor" (1Ts 1,4) y marcada por su la "elección" (ibid.).


Una fraternidad así entendida crea una marcada actitud de solidaridad entre los miembros de grupo. Se sustituyen las relaciones de parentesco y vecindad por nuevas relaciones capaces de relacionar a los fieles de Tesalónica con los creyentes de toda la "Macedonia y de Acaya" (1Ts 1,7.8) y "de las Iglesias de Dios que están en Judea" (1Ts 2,14). El estilo habitual de los agradecimientos epistolares que establecía relaciones amistosas entre escritor y destinatarios sirve al mismo fin.


Se comprende así el sentido de las afirmaciones sobre la unidad de Dios. Frente a la tolerancia general del medio helenístico filosófico en que todos los dioses eran aspecto del Uno, las afirmaciones paulinas sobre Dios fundamentan la unidad de las distintas "asambleas de Dios" desde la igualdad de derecho (otra función fundamental de la ekklesía), preservando su integridad y práctica comunitaria.


Esta integridad está asegurada en el horizonte familiar de un Dios que es Padre y que, por ello, hace posible la creación de nuevos vínculos. El "mutuamente", unido a los vínculos de amor (1Ts 3,12: 4,9), a la práctica del bien (1Ts 5,15) y al consuelo (1Ts 4,18; 5,11), es fruto de esta preocupación. Ésta, más allá del plural epistolar o de la pluralidad constituída por Pablo, Silvano y Timoteo, puede explicar quizás la multiplicación del uso del "nosotros" y del "nuestro", propia de esta epístola.


 

 

3.2.2. Compartir la persecución y los trabajos


El judaísmo helenista, según la presentación que hace Filón de Ex 22,20, reconoce un objeto de especial amistad respecto a los prosélitos porque "dejaron sus padres, parientes y amigos... Pues el verdadero amor, el eslabón que une indisolublemente la buena volundad que hace de nosotros una sola cosa, es honrar al Dios único" (Spec.leg. 1.52 citado por W. Meeks, Los primeros cristianos urbanos).


Respecto a esta concepción judía, la novedad de la concepción cristiana reside en que esta unidad de fe en un solo Dios está concebida como ligada indisolublemente a un solo Señor condenado y muerto por la Ley judía, lo que lleva, superando los límites raciales, a una ruptura con el monoteísmo judío. La elección (eklogué) de Israel (Rm 9,11; 11,5.7.28) en nada difiere de la eklogué de Tesalónica (1Ts 1,4). Se crea así un único pueblo separado de otros cultos y en el que paulatinamente desaparece la conexión con la sinagoga.


La experiencia de sufrimiento y tribulación está presente por doquier en la experiencia cristiana. En su iniciación, los cristianos de Tesalónica ya han sido preparados para ella: "cuando estábamos con vosotros os predecíamos que íbamos a sufrir tribulaciones” (1Ts 3,4a). Por tanto, la situación presente puede describirse con un lacónico: "Y es lo que ha sucedido" (1Ts 3,4b).


Esta experiencia de persecución puede ser conectada con otros casos en que ha acontecido lo mismo: Frecuentemente se menciona la experiencia de Pablo mismo: "después de haber padecido sufrimientos en Filipos... tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas" (1Ts 2,2) y la comunidad puede recurrir a otros modelos como "las Iglesias de Dios que están en Judea" (1Ts 2,14).


La dura realidad del trabajo incluye dos finalidades. En primer lugar, se lo considera necesario para vivir dignamente (1Ts 4,12). En segundo lugar, sirve para unir más a Pablo con los Tesalonicenses y esta segunda razón ha sido determinante en una actuación misionera que es descrita como "trabajando día y noche para no ser gravosos a ninguno" (1Ts 2,9) y debe llevar a los Tesalonicenses a no ser carga para la ekklesía, a no "necesitar de nadie" (1Ts 4,12).


Trabajo y persecución son el paradigma contagioso de esta nueva familia universal, que procede del Señor Jesús y que a través de Pablo y de las ekklesías se va difundiendo en medio de la hostilidad del mundo.


En la nueva polis no faltan a los hombres bienes ni recursos, pero la modificación de las normas tradicionales han producido un profundo malestar que necesita una nueva respuesta. Pablo apelará, junto con la memoria del comienzo de la relación, a recomendaciones que iluminan el contenido y la interpretación de la tribulación en la experiencia cristiana. Los sufrimientos de la comunidad son relacionados con los del apóstol, con los de otras comunidades y con los de Cristo. Era de esperar esperar tal aflicción. Quedaban así sustituidas las relaciones de parentesco y vecindad (2,14) con nuevos lazos que ni la muerte era capaz de destruir.


Con ello se atiende principalmente al bienestar de la comunidad y, de esta forma, se muestra que la confianza puede ser afirmada en situaciones de aflicción y trabajo.


 

 

3.2.3. El misionero y su comunidad


La relación de fraternidad hace que las exhortaciones con que Pablo se dirige a la comunidad sean ante todo un ruego (1Ts 4,1; 5,12; 2Ts 2, 1). Pero este ruego incluye mandatos o "instrucciones" (1Ts 4,2) que, aunque son del apóstol: "como os hemos ordenado" (1Ts 4,11), no son propias de él sino que provienen del Señor: "de parte del Señor Jesús" (1Ts 4,2).


Ello hace que los "mandatos" sean siempre "exhortaciones" (1Ts 2,12; 3,2; 4,1.10.11; 5,14) mutuas (hechas por Pablo, Timoteo, o por los miembros de la comunidad) y aliento de un padre a sus hijos (1Ts 2,11-12). Lejos de imponer su autoridad de apóstol, su conducta puede compararse con la amabilidad de una madre que "cuida con cariño de sus hijos" (1Ts 2,7). De esta forma la relación de fraternidad no deja el ámbito familiar cuando se convierte en relación de paternidad/maternidad.


 

 

3.2.4. Elementos de eclesiología


De lo dicho se desprende que la Iglesia es, ante todo, una familia constituída por los "hermanos amados de Dios" (1Ts 1,4), a quien puede invocar como "nuestro Padre".


Dicha familia tiene los rasgos de la Ekklesía de Dios y del Señor Jesús: ciudadanos que gozan de la libertad plena frente a los poderes del señor imperial y de los notables de la ciudad.


De su condición de ekklesía surge también la igualdad de derechos que le es propia y que no se agotan en una ciudad sino que crean una solidaridad universal con las Iglesias ubicadas en otros lugares.


La familiaridad y la elección enmarcan toda función dentro de la Iglesia de modo que, en el ejercicio de la autoridad, se entremezclan ruegos y mandatos. Éstos incluyen exhortación y aliento y tienen como único referente la palabra del Señor Jesús.


 

 

3.3. Realismo en la espera


 

 

3.3.1. La espera, eje de la vida cristiana


Junto a la "obra de vuestra fe" y a "los trabajos de vuestra caridad", ya desde el comienzo, se da gracias a Dios por la "la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor" (1Ts 1,3). Y en el capítulo final se exhorta a revestir "la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación" (1Ts 5,8).


En 1Ts 4,13 la esperanza aparece como la nota más distintiva de la comunidad cristiana frente a "los demás que no tienen esperanza". Sólo desde ella puede ser comprendida adecuadamente la tribulación presente y sólo desde ella puede ser correctamente vivida la solidaridad eclesial.


En el marco de esta solidaridad Pablo examina el problema de la muerte considerada no en su realidad de fenómeno universal sino como fuerza capaz de destruir los lazos comunitarios. La esperanza, afirma, supera incluso el temor de una muerte que pudiera acontecer antes de la Venida del Señor: "los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron...y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros los que vivamos" (1Ts 4,15b-17a).


Pero la esperanza también justifica la "irreprensibilidad" de vida exigida al cristiano que, en 1Ts 3,13 y 5,23, está íntimamente ligada a la Venida del Señor. Las amonestaciones sobre impureza (1Ts 4,3-5) y codicia (1Tes 4,6a) deben entenderse en ese contexto de la salvación de la Cólera venidera (1Ts 1,10), pues el Señor se vengará de todo esto (1Ts 4,6b).


Este lenguaje apocalíptico refuerza la cohesión comunitaria e impulsa a una acción conforme al bien comunitario tanto al interno: tener "en consideración a los que trabajan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan" (1Ts 5,12), cuanto frente al mundo exterior: vivir "dignamente ante los de fuera” (1Ts 4,12).


 

 

3.3.2. Distintos modos de espera


Estas características activas son notas esenciales de la esperanza cristiana y la colocan directamente en oposición al alarmismo de los destinatarios de la Segunda Tesalonicenses.


En tiempos de tribulación y turbación no basta la expectativa respecto al futuro. Es necesario un compromiso espiritual y práctico que se refleje en una firme adhesión a la tradición y, a través de ella, a la Palabra del Señor.


Cierta esperanza ante la Parusía puede ofrecer el riesgo de modelar una existencia cristiana totalmente pasiva y parasitaria. Se hace necesario, por tanto, recordar el ejemplo y la enseñanza de Pablo respecto a la obligación del trabajo (2Ts 3,7-9).


Esta importancia del trabajo en la expectación del futuro deriva de la autoridad "del Señor Jesucristo" (2Ts 3,6) que exige a la comunidad la separación de "todo hermano que viva desordenamente y no según la tradición que de nosotros recibisteis" (ibid.).


Por tanto, el doble juicio de Dios sirve, por una parte, de aniquilamiento de los malvados, pero lleva, al mismo tiempo, a delimitar dentro de la comunidad las diferencias existentes entre una esperanza definida por la constancia y el amor mutuo y una esperanza vacía de sentido que favorece el abandono de los deberes propios.


El futuro, por tanto, sólo puede modelarse desde un compromiso decidido en el que la existencia cristiana se adhiere a la palabra del Señor. Esta adhesión al Evangelio necesita la "actividad de la fe" (2Ts 1,11), "deseo de hacer el bien" (2Ts 1,11; 3,13) y afianzamiento en "toda obra y palabra buena" (2Ts 2,17).




 

 

CLAVE CLARETIANA


 

 

SUSCITAR Y RENOVAR COMUNIDADES DE CREYENTES


Nos dicen las Constituciones: "Nuestra Congregación cumple su misión suscitando y consolidando comunidades de creyentes, sea convirtiendo a los hombres a Dios por la fe, sea renovando su vida en Cristo y llevándola a la perfección" (CC 47). Estas palabras de las Constituciones nos conectan con la experiencia apostólica de Pablo. Por eso, encuentra sintonía y resonancia en nosotros su incansable predicación y su continua preocupación por las comunidades que había fundado, como la encontró nuestro Fundador (cf. Aut 224). Del ministerio de Pablo surgen grupos cristianos que intentan vivir su fe en un medio frecuentemente hostil a los valores que configuran la vida de la comunidad cristiana.


Compartiendo con sus conciudadanos la tarea de la construcción del mundo (la carta a los Tesalonicenses insiste en el tema del trabajo), y con la esperanza puesta en el Señor, la comunidad cristiana está llamada a convertirse en signo del Reino que proclamó Jesús y a comprometerse en su anuncio. Suscitar comunidades cristianas y colaborar a que mantengan su vitalidad es nuestra misión en la Iglesia. Desplazarnos hacia los lugares geográficos o hacia los ámbitos sociales donde esta tarea sea más urgente es una exigencia natural de esa misión (CC 48; CPR 85).


Una lectura claretiana de Pablo, de su vida y ministerio, no puede sino provocar inquietud en nosotros y llevarnos necesariamente a algunos cambios. De lo contrario, estaremos domesticando su mensaje.



 

 

CLAVE SITUACIONAL



Contextualizar en nuestro entorno los textos bíblicos (ahora las cartas de Pablo) es un paso importante de nuestra lectura vocacional de la Biblia; una viva conciencia de las situaciones actuales permite ver la Palabra, e iluminarlo todo, con nueva luz. Será cada misionero -personalmente y en diálogo- quien contextualice la Palabra en su lugar de misión. Sugerimos pistas para esa tarea insustituible.



1. ¿Tropieza hoy nuestra evangelización con un "mundo hostil"? Pablo veía dificultada su misión, y sufrían persecución los cristianos de Tesalónica. No faltan voces en nuestros ambientes eclesiales, que califican al mundo actual de adverso y hostil a la evangelización y al cristianismo. ¿Nos parecen certeras esas voces o alarmistas?


Hay rechazos cruentos a cristianos y a misioneros/as: Argelia, otros puntos de África, Asia, América Latina...; y pueden darse otras hostilidades... Pero ¿se puede generalizar? La realidad se ha hecho muy compleja y variable. Un proceceso de mundialización humanizante coexiste con el proceso de trasnacionalización global deshumanizante; y, a la vez que se crean contextos mundiales y poderes globales, subsisten situaciones y factores regionales, nacionales, locales... Frente a la invasión de un monocultura global y al monolítico "orden" económico neoliberal, con sus dogmas e ídolos, hay "diversidades" (étnicas, culturales, religiosas, de clase, de género, etc) que resisten y se reafirman en articulaciones también mundiales.


Habrá que tomar en serio los diversos contextos: los mundiales y globales, pero también los regionales, zonales, locales e incluso los sectoriales. Puede haber diferentes "mundos hostiles" a la evangelización en distintos lugares (hasta en una misma ciudad) si varía el factor dominante en el contexto humano (increencia; idolatrías e injusticia; intolerancias, fundamentalismos y racismos; modalidades diferentes de materialismo y corrupción; determinados "bienestares", etc).


O sea, que en cada lugar concreto de misión hay que responder con realismo a estas preguntas: ¿existe algún ambiente o "mundo hostil" a la evangelización y a los cristianos?; ¿qué factores configuran esa hostilidad y cómo está influyendo?



2. Frente al desafío de ambientes adversos. Identificado el contexto que entorpece la evangelización, hay que discernir sus desafíos para la comunidad cristiana. ¿Podrá servir de referencia hoy, la actitud de Pablo frente a aquel "mundo hostil"? Identificó aquella hostilidad como prolongación de la persecución contra Jesús, y vio en ello el desafío pastoral a reforzar la identidad y la esperanza de los cristianos; sin romper con el entorno, ya que el Evangelio brilla para los "hijos de la noche" en el testimonio de los cristianos, a quienes Pablo pide perseverar, trabajar y no cansarse de hacer el bien.


Esa referencia, tan misionera, nos interroga: ¿qué hacemos ante las situaciones y ambientes adversos a nuestras tareas misioneras? Además de autentificar la identidad y la esperanza de los cristianos, ¿podríamos ver esos contextos humanos, en principio ajenos o alérgicos y hasta hostiles, como "ocasión" para el Evangelio?



3. Ser hoy comunidad alternativa o de contraste. Los mundos o ambientes que se muestran ajenos, alérgicos o adversos al cristianismo, ¿no están pidiendo, a su manera, que los cristianos seamos comunidades de vida alternativa?


Las situaciones y ambientes de vida que se están configurando, piden que el cristianismo vuelva a su identidad original de "fermento en la masa", al servicio de un tipo de humanización del mundo que es servicio al Reino de Dios. ¿O quedan aún en torno nuestro, contextos sociológicos de "cristiandad" que ahorren a los cristianos el ser personas y grupos con vida de contraste (sal, luz, fermento)? ¿Qué significa ser comunidad alternativa en nuestros propios contextos humanos?


Entramos con eso en convergencia histórica con todas las ansias y búsquedas de alternativas de vida más humana, más en armonía con la biodiversidad de la naturaleza y de pueblos, razas, etnias, culturas, religiones, y éticas. ¿Conocemos búsquedas y caminos abiertos en esa dirección? ¿No tenemos bastante que aprender y que aportar hoy en eso los cristianos, desde la opción fundamental de vida según el Evangelio?



4. Discernir las esperanzas. Este "cambio de época" que vivimos, cambio también de milenio, es pródigo en situaciones de crisis, de esperanza, de dispersión y adulteración de las esperanzas. Se percibe el hundimiento de muchas esperanzas; se habla de "desestructuración de la esperanza", y habría que hablar de varios tipos de manipulación de las esperanzas. Todos podemos pulsarlo: ¿Cuál es el estado de la esperanza en las situaciones humanas y eclesiales de nuestro lugar de misión? ¿Hacia dónde y hacia qué orientan sus esperanzas los diversos sectores de nuestra sociedad y de las Iglesias? ¿Y qué es de la esperanza de los pobres..? Prestemos atención a la diversidad de culturas, de religiones y de increencias, y también de generaciones...


Siendo la esperanza tan nuclear en la vida humana y en la existencia cristiana, ¿no será urgente que en la Iglesia, y en cada comunidad claretiana e incluso en cada tarea pastoral, diseñemos nuestra "agenda-esperanza"? Urge discernir y coordinar las esperanzas; reestructurar y fortalecer la esperanza; inculturar la esperanza (y abrir segmentos como "culturas y esperanzas", "religiones y esperanzas" en los diálogos entre fe-cultura o interculturales e inter-religiosos) etc., etc. ¿Cuál sería la tarea prioritaria en nuestra "agenda-esperanza"?




 

 

CLAVE EXISTENCIAL



1. Meditación-chequeo de la propia salud misionera. Tomo en oración el texto de 1Ts 2,1-12 como espejo donde me miro. Versículo tras versículo, procuro medir en mí cada sentimiento, actitud y grado de entrega a la comunidad cristiana.


2. Una clave existencial para hoy: "Sumar fuerzas en el camino hacia la nueva ciudad". Un punto de oración y compromiso en esa clave es la práctica de "la solidaridad en el testimonio y la difusión del Evangelio". Solidaridad interpersonal e intercomunitaria claretiana; solidaridad también con otros carismas, grupos y movimientos eclesiales, y gentes de otras iglesias y religiones...


3. Retomemos el lenguaje simbólico: ¿Qué significa existencialmente para mi, y para nosotros y nuestros cristianos, ser hoy "hijos del día; no ser de la noche ni de las tinieblas"?


4. De ayer a hoy: ¿Qué puede sugerirnos hoy, para nuestra existencia y la de nuestros cristianos, esa "mística del trabajo" que Pablo practica y recomienda? Un problema existencial hay que sumar ahora: la creciente y cruel escasez de trabajo...




 

 

ENCUENTRO COMUNITARIO


1. Oración o canto inicial.


 

 

2. Lectura de la Palabra de Dios: 1Ts 2,1-12


3. Diálogo sobre el TEMA I en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).


4. Oración de acción de gracias o de intercesión.


5. Canto final


 

 

TEMA 1: COMUNIDAD ALTERNATIVA


 

 

TEXTO: I y II TESALONICENSES



 

 

CLAVE BÍBLICA


 

 

1. NIVEL HISTÓRICO


 

 

1.1. Primera generación en Tesalónica


 

 

1.1.1. El nacimiento de la comunidad


No es extraño que para un viajero que, como Pablo, divide el mundo en "ciudad, despoblado y mar" (2 Co 11,26), ocupen un lugar importante las urbes situadas en la rutas imperiales. Junto a puertos como Corinto y Efeso, la historia de Pablo está ligada a dos grandes rutas terrestres: "el camino común" que conducía de Antioquía hasta el Occidente del Asia Menor y la "Via Egnatia", principal ruta entre Roma y Oriente. Ésta, partiendo de dos puertos de la actual Albania, llegaba hasta Bizancio después de atravesar Tesalónica y Filipos.


La primera de estas ciudades, uno de los más importantes centros comerciales de la Grecia romana, era punto de encuentro de la mencionada Via con el camino hacia el Danubio y con una de las rutas marítimas del Egeo que partía desde su puerto, situado en el golfo Térmico. Capital de una de las regiones de Macedonia en 167 a.c., fue promovida a capital de la provicia entera en 146 a.c. Bajo el dominio romano, la ciudad conservó sus características helénicas en su forma de gobierno con una asamblea de ciudadanos, derecho de acuñar monedas y exclusión de guarniciones militares del ocupante imperial dentro de las murallas.


La ciudad poseía, además, una importante industria de tintura de la púrpura. Dicha industria favoreció la formación de una población cosmopolita donde es posible constatar la presencia, primeramente, de grupos egipcios y, luego, de judíos y otras etnias.


El origen de la comunidad de Tesalónica está marcada por la suerte previa de Pablo en la fuertemente latinizada Filipos, que, junto a la hostilidad, ofreció a Pablo la posibilidad de establecer múltiples relaciones que le servirían repetidamente de apoyo, incluso financiero, a su misión.


Las expresiones: "después de haber padecido sufrimentos e injurias en Filipos" (1Ts 2,2; Cf.Hch 16,12-40) e "incluso cuando estaba yo en Tesalónica enviasteis por dos veces con qué atender a mi necesidad" (Flp 4,16; Cf. 2Co 8,1-6; 11,8s.; Rm 15,26), son testimonios que arrojan luz sobre la estancia de Pablo en Tesalónica.


Esta ciudad era, entre otros centros, un lugar privilegiado para tener acceso a una nueva cosmovisión nacida ya en tiempo del imperio de Alejandro. "Ciudadano de ciudad no despreciable" (Hch 21,39), Pablo forma parte de un nuevo mundo que dependía de la ciudad para la supervivencia, conseguida, en el caso del apóstol, gracias al trabajo de sus propias manos.


Sus contactos ocupacionales y étnicos permitieron a Pablo su traslado ya que no era difícil encontrar emigrantes con quienes tuviera en común alguno de estos puntos. Por otra parte, la ciudad posibilitaba la expansión de su mensaje ya que la mayor parte de la vida ciudadana se desarrollaba en calles, plazas y pórticos.


 

 

1.1.2. Lugar, tiempo y ocasión de la carta


Después de su partida de Tesalónica, Pablo se dirigió al sur. En Atenas, recibió noticias no muy alentadoras sobre la situación de la comunidad de Tesalónica. Desde allí envía a Timoteo para verificarlas y, a la vuelta de éste, ya en Corinto y con un informe que desmentía aquellas noticias, se decide a escribir a los Tesalonicenses una carta llena de aliento y de consuelo. La datación de la carta, coincide pues con la discutida cronología de la estancia de Pablo en Corinto.


Las noticias del encuentro con Aquila y Priscila y la presencia de Galión en Corinto son los elementos que se deben tener en cuenta para esa datación. El primero de esos datos nos coloca ante la expulsión de los judíos de Roma ordenada por Claudio, que, según la opinión más probable, debería colocarse alrededor del 49/50 de la era cristiana. Por su parte, la presencia de Ga­lión en Corinto parece coincidir con el último período de la estancia de Pablo en esa ciudad. En una inscripción de Delfos se habla de este hermano de Séneca como (pro)cónsul de Acaya. El número 26 que aparece en esta inscripción debe referirse al orden de aclamaciones del mencionado emperador, y, por lo tanto, debe proceder de comienzos del año 52. Es probable, por ello, que la carta haya sido escrita en el año 51.


 

 

1.1.3. Situación verdadera de la comunidad


Un dato transmitido en la carta: "Habéis seguido el ejemplo de las Iglesias de Dios que están en Judea en Cristo Jesús, pues también vosotros habéis sufrido de vuestros compatriotas las mismas cosas que ellos de parte de los judíos" (1Ts 2,14. Cf 1,9), parece indicar que la comunidad estaba compuesta fundamentalmente por integrantes no-judíos. Ello es confirmado por los pocos nombres de personas singulares de Tesalónica que conocemos. Junto a Jasón que aparece, en la acusación de los judíos tesalonicenses, como quien "les ha hospedado" (Hch 17,7), solamente se mencionan como originarios de Tesalónica a Aristarco y Segundo en Hch 20,4. Dos nombres griegos y uno latino que apuntan a una comunidad compuesta étnicamente por no judíos.


Se trata probablemente de una comunidad formada principalmente por artesanos, como hace suponer la frecuente mención del trabajo. Son, por tanto, ciudadanos que no compartían el miedo de los campesinos por el mundo ciudadano pero tampoco participaban de la orgullosa seguridad de los notables de la ciudad. A ellos, que experimentan la adversidad de parte de sus compatriotas, Pablo, imposibilitado de hacerse presente, expresa sus sentimientos llenos de ternura, derivados de su común destino de persecución y trabajo, en orden a alentarlos en su fidelidad.


 

 

1.2. Segunda generación cristiana


 

 

1.2.1. La segunda carta en relación a la primera


La Segunda Carta a los Tesalonicenses reproduce términos y fórmulas de la Primera Carta. Sin embargo, a diferencia de ésta, su tono es impersonal, y los mismos temas tratados reciben un enfoque diferente: La venida del Señor se trata de forma "dualística" y el aliento a los destinatarios asume, en la crisis comunitaria, la forma de velada advertencia ante el juicio futuro.


La colocación bajo el nombre de Pablo de la segunda carta responde al intento de encontrar una respuesta autorizada sobre una situación que presenta algunas características comunes con la primera carta. Pero se trata indudablemente de las preocupaciones de una segunda generación frente a la oposición de un ambiente distinto al de la primera carta y en una época en que se producen tensiones internas por el retraso de la parusía. A través de la presentación que hace de los tiempos y momentos de la venida del Día del Señor, de las tribulaciones, del alarmismo apocalíptico y de las tendencias al parasitismo, podemos descubrir algunos rasgos de una comunidad distinta, situada en un lugar que se hace imposible determinar.


 

 

1.2.2. Las crisis


Las "tribulaciones": El discurso sobre la venida del Señor fundamenta un doble futuro: alivio para los creyentes y aflicción y ruina eterna para los incrédulos. Se busca situar este doble futuro en el marco de una exhortación que sirva de aliento y de advertencia. Incluso el aspecto disciplinar de la última sección de la carta se trata desde esta perspectiva.


La turbación interna: Por otra parte, la comunidad a la que se dirige la carta sufre una crisis que tiene un marco apocalíptico. Hay confusión, turbación y alarmismo que llevan a los individuos a eximirse de las cargas laborales. Se trata quizá de un contexto sociocultural, favorecido por el patronato romano, en que los miembros más desposeídos transfieren a la comunidad hábitos suscitados por aquella práctica.



 

 

2. NIVEL LITERARIO


 

 

2.1. Los géneros


 

 

2.1.1. La fórmula inicial


La fórmula inicial de las cartas consigna el nombre del remitente, el del destinatario y una fórmula de saludo. Sigue la acción de gracias que comprende los términos de "dar gracias" y "siempre" unidos a las oraciones por el destinatario y a las felicitaciones (o bendición a Dios).


Un rasgo característico en el epistolario paulino es la extensión desproporcionadamente larga de este agradecimiento inicial. Enmarcado en un contexto cristológico y teológico, aparece en el mismo un lenguaje rico y afectivo, fundamentado en vínculos personales entre autor y destinatarios, que supera las expresiones estereotipadas de sentimientos de amistad propios de las cartas usuales.


 

 

2.1.2. La apocalíptica


Este tipo de escrito aparece frecuentemente en el epistolario paulino (cf.1Ts 4,13 - 5,11; 2Ts 2,1-12; 1Co 15,12-53) y tiene por fin consolar y alentar a lectores oprimidos por la angustia del presente. Frente al tiempo actual del mundo, sometido al poder de la maldad y en el que triunfa el pecado y los buenos son perseguidos, se presenta el tiempo de la salvación con trazos fuertes y enérgicos. Los textos tienen un fin eminentemente práctico: fortalecer a los fieles para que sean capaces de ofrecer el testimonio de su fe en las dificultades del presente, invitándolos a confiar en la Providencia de Dios. Con ello se pretende recordar a los fieles que, a pesar de las angustias trágicas del presente, que parecen conducir al definitivo triunfo de Satán, Dios, Señor de la Historia, la conduce sabiamente a un fin dichoso.


 

 

2.2. Lenguaje


 

 

2.2.1. "Noche", "Tribulación"


"Noche", unida a día, aparece con el significado de ininterrumpidamente para indicar tanto una de las características del trabajo (1Ts 2,9; 2Ts 3,8) como el ardiente deseo paulino de encontrarse con sus destinatarios: "noche y día le pedimos ver vuestro rostro" (1Ts 3,10). Sin embargo, el uso más destacable se muestra en las cuatro apariciones del término en 1Ts 5 en un contexto apocalíptico. En dicho capítulo la situación presente se define como noche para indicar una cierta seguridad que se revelará ilusoria: "el día del Señor viene como ladrón en la noche" (v.2); "los que duermen, de noche duermen y los que se embriagan, de noche se embriagan" (v.7). Por el contrario, los cristianos viven ya en la luz de ese futuro: "sois... hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas" (v.5).


Conexo con el término anterior aparece el "atribular" (1Ts 3,4 y 2Ts 1,6.7) y la "tribulación" (1Ts 1,6; 3,3.7; 2Ts 1,4.6). "Recibisteis la palabra de Dios con muchas tribulaciones"(1Ts 1,6); "nadie vacile en esas tribulaciones" (1Ts 3,3); "os predecíamos que íbamos a sufrir tribulaciones" (1Ts 3,4); "en medio de todas nuestras congojas y tribulaciones" (1Ts 3,7). Por su parte, en 2Ts aparece el esquema dualístico que se mencionaba más arriba: las tribulaciones que están pasando los destinatarios (2Ts 1,4) se sitúan dentro de una teología de la retribución: "Porque es propio de la justicia de Dios el pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros, los atribulados, con el descanso junto con nosotros" (2Ts 1,6-7a).


 

 

2.2.2. Señor, Hermanos, Entrada e imágenes familiares en 1Tes


Característico en la primera Carta es la inusitada presencia del vocablo Señor que en el epistolario paulino aparece sólo con mayor frecuencia en los textos más extensos de 1 Corintios, Romanos y Efesios. Desde el primero (1,1) al último versículo (5,28) es indudable el dominio de este título en la cristología de la epístola. Con él, se considera ante todo el futuro de ese señorío: la próxima "venida" (2,19; 3,13: 4,15; 5,23); su momento: "Día del Señor" (5,2); su modo: "bajará del Cielo" (4,16); y sus consecuencias: "se vengará" (4,6), y "estaremos siempre con el Señor" (4,17). Se justifica así la actitud de una comunidad vuelta hacia el futuro: "vuestra esperanza" en el Señor (1,3); "el Señor os haga progresar" (3,12); se "nos ha destinado para obtener la salvación por el Señor" (5,9).


Sin embargo, no se olvida que ese Señor es Jesús: "dieron muerte al Señor" (2,15) y ello justifica la imitación "del Señor... en la tribulaciones" (1,6), la permanencia "firme en el Señor" (3,8), y la autoridad del apóstol: "exhortamos en el Señor" (4,1), "las instrucciones que os dimos de parte del Señor" (4,2), "os decimos esto como Palabra del Señor" (4,15), "os conjuro por el Señor" (5,27) y la de los que "os presiden en el Señor" (5,12).


Comparada con las restantes cartas, crece aún más la proporción en que es utilizado el término "hermanos". Éste crea un ámbito de familiaridad que se acentúa con las imágenes de la madre: "nos mostramos amables con vosotros, como una madre cuida con cariño a sus hijos" (2,7b) y del padre: "como un padre a sus hijos...os exhortábamos y alentábamos (2,11-12a). Esta familiaridad origina una semejanza: "imitadores nuestros" (1,6), "modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya" (1,7), "habéis seguido el ejemplo de las Iglesias de Dios que están en Judea" (2,14). La idea se refuerza con la utilización de la "entrada", en su doble dimensión de acogida y presentación, subrayadas respectivamente en 1,9 y 2,1.


 

 

2.2.3. Tradiciones, trabajar, revelar en 2Tes


En la segunda carta es evidente la preocupación por "las tradiciones" que los destinatarios recibieron del Autor de la Carta. Ellas deben ser conservadas (2,15). Una de ellas domina el horizonte del capítulo tercero: la obligación de trabajar. Recordándola, el autor se remite al propio ejemplo (3,8) y lo contrapone a la actitud presente de algunos miembros de la comunidad (3,11). A éstos les exhorta a que "trabajen con sosiego" en vistas a la propia manutención (3,12), según el siguiente principio: "Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma" (3,10).


Es, sin embargo, el elemento apocalíptico el que, sin duda, suscita el vocabulario más abundante de esta segunda carta. Los términos de la revelación-manifestación aparecen frecuentemente. Se trata de "la revelación del Señor Jesús desde el cielo" (1,7), pero se consigna también el manifestarse del (hombre) impío (2,3.6). En este contexto se habla de dos Parusías o Venidas/Presencias contrapuestas: venida del impío (2,9) y venida del Señor (2,8) que llevará a cabo la destrucción de aquél.



 

 

3. NIVEL TEOLÓGICO


 

 

3.1. La misión en un mundo hostil


Repetidamente se hace presente la conciencia de la separación de los cristianos respecto a los "de fuera" (1Ts 4,12) que son definidos como "los que no conocen a Dios" (1Ts 4,5). La integración a la comunidad ha tenido lugar cuando los tesalonicenses se convirtieron "abandonando a los ídolos para servir a Dios" (1Ts 1,9).


Este lenguaje supone una percepción negativa de la sociedad exterior: Como en los documentos esenios de Qumram, los hijos de la luz están enfrentados con los hijos de las tinieblas: "Vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos ni de la noche ni de las tinieblas (1Ts 5,5).


Estas expresiones sirven para describir la hostilidad de la sociedad: Judíos y gentiles respecto a sus compatriotas cristianos reproducen un mismo esquema de actuación, que tiene su máximo exponente en la actitud frente al Señor Jesús: "los que dieron muerte al Señor" (1Ts 2,15).


Este paradigma produce la identificación de Satanás y los dioses gentiles. Su acción abarca desde los daños personales: "quisimos ir a vosotros -yo mismo Pablo, lo intenté una y otra vez- pero Satanás nos lo impidió" (1Ts 2,18), hasta el intento de que la comunidad abandone su camino (1Ts 3,5).


Pero, a diferencia de la concepción y forma de vida adoptada por los esenios, la comunidad no rompe su relación con la sociedad que la rodea. El mismo Pablo define su tarea como "predicar a los gentiles para que se salven" (1Ts 2,16).


Una luz para entender esta diversidad de perspectiva se encuentra, quizás, en el mismo encabezamiento epistolar comprendido en su contexto histórico. Pablo, Silvano y Timoteo se dirigen allí, a la iglesia de los Tesalonicenses cuya nota específica se señala con "en Dios Padre y en el Señor Jesucristo", fórmula que indica pertenencia.


El término "Iglesia" (ekklesía) remite al ideal democrático de participación ciudadana, aunque restringida, que había dado origen a la ciudad (polis) griega. Dicho modelo incluía un grupo de ciudadanos (demos), un consejo gubernamental (boule) y una ekklesía (asamblea). Pero muy pronto, este ideal de participación fue utilizado por el poder imperial en el marco de sus planes de dominación.


Esta acción, emprendida inicialmente por Filipo y luego sistemáticamente proseguida por la acción de Alejandro y por los romanos, concede a la polis una participación meramente formal que ayuda a afirmar la autoridad del Kyrios imperial, con quien las élites locales, ansiosas de prestigio y de poder, negocian a través de las instituciones de la ciudad.


En ese contexto la afirmación de una ekklesía de Tesalónica, perteneciente a Dios Padre y al Señor Jesucristo, entraña la constitución de otro tipo de sociedad y, por consiguiente, no debe extrañarnos la frecuencia del lenguaje que apunta a describir la separación entre ambas sociedades.


La impotencia social de los convertidos frente a adversarios que pueden causar sufrimiento, la inconsistencia de su status frente al poder, unida a la vulnerabilidad e impotencia física, hacen pensar que Pablo se enfrenta con los detentores del poder de la polis, es decir, la alianza de ciudadanos notables con el Señor imperial.


Esta conciencia, que Pablo comparte con ciudadanos no implicados en esta alianza, se refleja en su actuación misionera. Por una parte, ésta se define diciendo: "predicamos no buscando agradar a los hombres" (1Ts 2,4) "...ni buscando gloria humana" (1Ts 2,6). Por otra, surge también de esta conciencia ciudadana la afirmación de la propia libertad frente a aquellos poderes, que hace afirmar a Pablo: "confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios" (1Ts 2,2). Se trata de la valentía, una libertad concedida por Dios a los hombres y frente a los hombres.


 

 

3.2. Una comunidad alternativa


 

 

3.2.1. Creación de vínculos fraternos


Toda la referencia al mundo hostil parece colocarse en orden a fortificar la integración de la nueva comunidad. La nueva comunidad que nace en este mundo hostil como comunidad alternativa está formada por los "hermanos amados del Señor" (1Ts 1,4) y marcada por su la "elección" (ibid.).


Una fraternidad así entendida crea una marcada actitud de solidaridad entre los miembros de grupo. Se sustituyen las relaciones de parentesco y vecindad por nuevas relaciones capaces de relacionar a los fieles de Tesalónica con los creyentes de toda la "Macedonia y de Acaya" (1Ts 1,7.8) y "de las Iglesias de Dios que están en Judea" (1Ts 2,14). El estilo habitual de los agradecimientos epistolares que establecía relaciones amistosas entre escritor y destinatarios sirve al mismo fin.


Se comprende así el sentido de las afirmaciones sobre la unidad de Dios. Frente a la tolerancia general del medio helenístico filosófico en que todos los dioses eran aspecto del Uno, las afirmaciones paulinas sobre Dios fundamentan la unidad de las distintas "asambleas de Dios" desde la igualdad de derecho (otra función fundamental de la ekklesía), preservando su integridad y práctica comunitaria.


Esta integridad está asegurada en el horizonte familiar de un Dios que es Padre y que, por ello, hace posible la creación de nuevos vínculos. El "mutuamente", unido a los vínculos de amor (1Ts 3,12: 4,9), a la práctica del bien (1Ts 5,15) y al consuelo (1Ts 4,18; 5,11), es fruto de esta preocupación. Ésta, más allá del plural epistolar o de la pluralidad constituída por Pablo, Silvano y Timoteo, puede explicar quizás la multiplicación del uso del "nosotros" y del "nuestro", propia de esta epístola.


 

 

3.2.2. Compartir la persecución y los trabajos


El judaísmo helenista, según la presentación que hace Filón de Ex 22,20, reconoce un objeto de especial amistad respecto a los prosélitos porque "dejaron sus padres, parientes y amigos... Pues el verdadero amor, el eslabón que une indisolublemente la buena volundad que hace de nosotros una sola cosa, es honrar al Dios único" (Spec.leg. 1.52 citado por W. Meeks, Los primeros cristianos urbanos).


Respecto a esta concepción judía, la novedad de la concepción cristiana reside en que esta unidad de fe en un solo Dios está concebida como ligada indisolublemente a un solo Señor condenado y muerto por la Ley judía, lo que lleva, superando los límites raciales, a una ruptura con el monoteísmo judío. La elección (eklogué) de Israel (Rm 9,11; 11,5.7.28) en nada difiere de la eklogué de Tesalónica (1Ts 1,4). Se crea así un único pueblo separado de otros cultos y en el que paulatinamente desaparece la conexión con la sinagoga.


La experiencia de sufrimiento y tribulación está presente por doquier en la experiencia cristiana. En su iniciación, los cristianos de Tesalónica ya han sido preparados para ella: "cuando estábamos con vosotros os predecíamos que íbamos a sufrir tribulaciones” (1Ts 3,4a). Por tanto, la situación presente puede describirse con un lacónico: "Y es lo que ha sucedido" (1Ts 3,4b).


Esta experiencia de persecución puede ser conectada con otros casos en que ha acontecido lo mismo: Frecuentemente se menciona la experiencia de Pablo mismo: "después de haber padecido sufrimientos en Filipos... tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas" (1Ts 2,2) y la comunidad puede recurrir a otros modelos como "las Iglesias de Dios que están en Judea" (1Ts 2,14).


La dura realidad del trabajo incluye dos finalidades. En primer lugar, se lo considera necesario para vivir dignamente (1Ts 4,12). En segundo lugar, sirve para unir más a Pablo con los Tesalonicenses y esta segunda razón ha sido determinante en una actuación misionera que es descrita como "trabajando día y noche para no ser gravosos a ninguno" (1Ts 2,9) y debe llevar a los Tesalonicenses a no ser carga para la ekklesía, a no "necesitar de nadie" (1Ts 4,12).


Trabajo y persecución son el paradigma contagioso de esta nueva familia universal, que procede del Señor Jesús y que a través de Pablo y de las ekklesías se va difundiendo en medio de la hostilidad del mundo.


En la nueva polis no faltan a los hombres bienes ni recursos, pero la modificación de las normas tradicionales han producido un profundo malestar que necesita una nueva respuesta. Pablo apelará, junto con la memoria del comienzo de la relación, a recomendaciones que iluminan el contenido y la interpretación de la tribulación en la experiencia cristiana. Los sufrimientos de la comunidad son relacionados con los del apóstol, con los de otras comunidades y con los de Cristo. Era de esperar esperar tal aflicción. Quedaban así sustituidas las relaciones de parentesco y vecindad (2,14) con nuevos lazos que ni la muerte era capaz de destruir.


Con ello se atiende principalmente al bienestar de la comunidad y, de esta forma, se muestra que la confianza puede ser afirmada en situaciones de aflicción y trabajo.


 

 

3.2.3. El misionero y su comunidad


La relación de fraternidad hace que las exhortaciones con que Pablo se dirige a la comunidad sean ante todo un ruego (1Ts 4,1; 5,12; 2Ts 2, 1). Pero este ruego incluye mandatos o "instrucciones" (1Ts 4,2) que, aunque son del apóstol: "como os hemos ordenado" (1Ts 4,11), no son propias de él sino que provienen del Señor: "de parte del Señor Jesús" (1Ts 4,2).


Ello hace que los "mandatos" sean siempre "exhortaciones" (1Ts 2,12; 3,2; 4,1.10.11; 5,14) mutuas (hechas por Pablo, Timoteo, o por los miembros de la comunidad) y aliento de un padre a sus hijos (1Ts 2,11-12). Lejos de imponer su autoridad de apóstol, su conducta puede compararse con la amabilidad de una madre que "cuida con cariño de sus hijos" (1Ts 2,7). De esta forma la relación de fraternidad no deja el ámbito familiar cuando se convierte en relación de paternidad/maternidad.


 

 

3.2.4. Elementos de eclesiología


De lo dicho se desprende que la Iglesia es, ante todo, una familia constituída por los "hermanos amados de Dios" (1Ts 1,4), a quien puede invocar como "nuestro Padre".


Dicha familia tiene los rasgos de la Ekklesía de Dios y del Señor Jesús: ciudadanos que gozan de la libertad plena frente a los poderes del señor imperial y de los notables de la ciudad.


De su condición de ekklesía surge también la igualdad de derechos que le es propia y que no se agotan en una ciudad sino que crean una solidaridad universal con las Iglesias ubicadas en otros lugares.


La familiaridad y la elección enmarcan toda función dentro de la Iglesia de modo que, en el ejercicio de la autoridad, se entremezclan ruegos y mandatos. Éstos incluyen exhortación y aliento y tienen como único referente la palabra del Señor Jesús.


 

 

3.3. Realismo en la espera


 

 

3.3.1. La espera, eje de la vida cristiana


Junto a la "obra de vuestra fe" y a "los trabajos de vuestra caridad", ya desde el comienzo, se da gracias a Dios por la "la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor" (1Ts 1,3). Y en el capítulo final se exhorta a revestir "la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación" (1Ts 5,8).


En 1Ts 4,13 la esperanza aparece como la nota más distintiva de la comunidad cristiana frente a "los demás que no tienen esperanza". Sólo desde ella puede ser comprendida adecuadamente la tribulación presente y sólo desde ella puede ser correctamente vivida la solidaridad eclesial.


En el marco de esta solidaridad Pablo examina el problema de la muerte considerada no en su realidad de fenómeno universal sino como fuerza capaz de destruir los lazos comunitarios. La esperanza, afirma, supera incluso el temor de una muerte que pudiera acontecer antes de la Venida del Señor: "los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron...y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros los que vivamos" (1Ts 4,15b-17a).


Pero la esperanza también justifica la "irreprensibilidad" de vida exigida al cristiano que, en 1Ts 3,13 y 5,23, está íntimamente ligada a la Venida del Señor. Las amonestaciones sobre impureza (1Ts 4,3-5) y codicia (1Tes 4,6a) deben entenderse en ese contexto de la salvación de la Cólera venidera (1Ts 1,10), pues el Señor se vengará de todo esto (1Ts 4,6b).


Este lenguaje apocalíptico refuerza la cohesión comunitaria e impulsa a una acción conforme al bien comunitario tanto al interno: tener "en consideración a los que trabajan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan" (1Ts 5,12), cuanto frente al mundo exterior: vivir "dignamente ante los de fuera” (1Ts 4,12).


 

 

3.3.2. Distintos modos de espera


Estas características activas son notas esenciales de la esperanza cristiana y la colocan directamente en oposición al alarmismo de los destinatarios de la Segunda Tesalonicenses.


En tiempos de tribulación y turbación no basta la expectativa respecto al futuro. Es necesario un compromiso espiritual y práctico que se refleje en una firme adhesión a la tradición y, a través de ella, a la Palabra del Señor.


Cierta esperanza ante la Parusía puede ofrecer el riesgo de modelar una existencia cristiana totalmente pasiva y parasitaria. Se hace necesario, por tanto, recordar el ejemplo y la enseñanza de Pablo respecto a la obligación del trabajo (2Ts 3,7-9).


Esta importancia del trabajo en la expectación del futuro deriva de la autoridad "del Señor Jesucristo" (2Ts 3,6) que exige a la comunidad la separación de "todo hermano que viva desordenamente y no según la tradición que de nosotros recibisteis" (ibid.).


Por tanto, el doble juicio de Dios sirve, por una parte, de aniquilamiento de los malvados, pero lleva, al mismo tiempo, a delimitar dentro de la comunidad las diferencias existentes entre una esperanza definida por la constancia y el amor mutuo y una esperanza vacía de sentido que favorece el abandono de los deberes propios.


El futuro, por tanto, sólo puede modelarse desde un compromiso decidido en el que la existencia cristiana se adhiere a la palabra del Señor. Esta adhesión al Evangelio necesita la "actividad de la fe" (2Ts 1,11), "deseo de hacer el bien" (2Ts 1,11; 3,13) y afianzamiento en "toda obra y palabra buena" (2Ts 2,17).




 

 

CLAVE CLARETIANA


 

 

SUSCITAR Y RENOVAR COMUNIDADES DE CREYENTES


Nos dicen las Constituciones: "Nuestra Congregación cumple su misión suscitando y consolidando comunidades de creyentes, sea convirtiendo a los hombres a Dios por la fe, sea renovando su vida en Cristo y llevándola a la perfección" (CC 47). Estas palabras de las Constituciones nos conectan con la experiencia apostólica de Pablo. Por eso, encuentra sintonía y resonancia en nosotros su incansable predicación y su continua preocupación por las comunidades que había fundado, como la encontró nuestro Fundador (cf. Aut 224). Del ministerio de Pablo surgen grupos cristianos que intentan vivir su fe en un medio frecuentemente hostil a los valores que configuran la vida de la comunidad cristiana.


Compartiendo con sus conciudadanos la tarea de la construcción del mundo (la carta a los Tesalonicenses insiste en el tema del trabajo), y con la esperanza puesta en el Señor, la comunidad cristiana está llamada a convertirse en signo del Reino que proclamó Jesús y a comprometerse en su anuncio. Suscitar comunidades cristianas y colaborar a que mantengan su vitalidad es nuestra misión en la Iglesia. Desplazarnos hacia los lugares geográficos o hacia los ámbitos sociales donde esta tarea sea más urgente es una exigencia natural de esa misión (CC 48; CPR 85).


Una lectura claretiana de Pablo, de su vida y ministerio, no puede sino provocar inquietud en nosotros y llevarnos necesariamente a algunos cambios. De lo contrario, estaremos domesticando su mensaje.



 

 

CLAVE SITUACIONAL



Contextualizar en nuestro entorno los textos bíblicos (ahora las cartas de Pablo) es un paso importante de nuestra lectura vocacional de la Biblia; una viva conciencia de las situaciones actuales permite ver la Palabra, e iluminarlo todo, con nueva luz. Será cada misionero -personalmente y en diálogo- quien contextualice la Palabra en su lugar de misión. Sugerimos pistas para esa tarea insustituible.



1. ¿Tropieza hoy nuestra evangelización con un "mundo hostil"? Pablo veía dificultada su misión, y sufrían persecución los cristianos de Tesalónica. No faltan voces en nuestros ambientes eclesiales, que califican al mundo actual de adverso y hostil a la evangelización y al cristianismo. ¿Nos parecen certeras esas voces o alarmistas?


Hay rechazos cruentos a cristianos y a misioneros/as: Argelia, otros puntos de África, Asia, América Latina...; y pueden darse otras hostilidades... Pero ¿se puede generalizar? La realidad se ha hecho muy compleja y variable. Un proceceso de mundialización humanizante coexiste con el proceso de trasnacionalización global deshumanizante; y, a la vez que se crean contextos mundiales y poderes globales, subsisten situaciones y factores regionales, nacionales, locales... Frente a la invasión de un monocultura global y al monolítico "orden" económico neoliberal, con sus dogmas e ídolos, hay "diversidades" (étnicas, culturales, religiosas, de clase, de género, etc) que resisten y se reafirman en articulaciones también mundiales.


Habrá que tomar en serio los diversos contextos: los mundiales y globales, pero también los regionales, zonales, locales e incluso los sectoriales. Puede haber diferentes "mundos hostiles" a la evangelización en distintos lugares (hasta en una misma ciudad) si varía el factor dominante en el contexto humano (increencia; idolatrías e injusticia; intolerancias, fundamentalismos y racismos; modalidades diferentes de materialismo y corrupción; determinados "bienestares", etc).


O sea, que en cada lugar concreto de misión hay que responder con realismo a estas preguntas: ¿existe algún ambiente o "mundo hostil" a la evangelización y a los cristianos?; ¿qué factores configuran esa hostilidad y cómo está influyendo?



2. Frente al desafío de ambientes adversos. Identificado el contexto que entorpece la evangelización, hay que discernir sus desafíos para la comunidad cristiana. ¿Podrá servir de referencia hoy, la actitud de Pablo frente a aquel "mundo hostil"? Identificó aquella hostilidad como prolongación de la persecución contra Jesús, y vio en ello el desafío pastoral a reforzar la identidad y la esperanza de los cristianos; sin romper con el entorno, ya que el Evangelio brilla para los "hijos de la noche" en el testimonio de los cristianos, a quienes Pablo pide perseverar, trabajar y no cansarse de hacer el bien.


Esa referencia, tan misionera, nos interroga: ¿qué hacemos ante las situaciones y ambientes adversos a nuestras tareas misioneras? Además de autentificar la identidad y la esperanza de los cristianos, ¿podríamos ver esos contextos humanos, en principio ajenos o alérgicos y hasta hostiles, como "ocasión" para el Evangelio?



3. Ser hoy comunidad alternativa o de contraste. Los mundos o ambientes que se muestran ajenos, alérgicos o adversos al cristianismo, ¿no están pidiendo, a su manera, que los cristianos seamos comunidades de vida alternativa?


Las situaciones y ambientes de vida que se están configurando, piden que el cristianismo vuelva a su identidad original de "fermento en la masa", al servicio de un tipo de humanización del mundo que es servicio al Reino de Dios. ¿O quedan aún en torno nuestro, contextos sociológicos de "cristiandad" que ahorren a los cristianos el ser personas y grupos con vida de contraste (sal, luz, fermento)? ¿Qué significa ser comunidad alternativa en nuestros propios contextos humanos?


Entramos con eso en convergencia histórica con todas las ansias y búsquedas de alternativas de vida más humana, más en armonía con la biodiversidad de la naturaleza y de pueblos, razas, etnias, culturas, religiones, y éticas. ¿Conocemos búsquedas y caminos abiertos en esa dirección? ¿No tenemos bastante que aprender y que aportar hoy en eso los cristianos, desde la opción fundamental de vida según el Evangelio?



4. Discernir las esperanzas. Este "cambio de época" que vivimos, cambio también de milenio, es pródigo en situaciones de crisis, de esperanza, de dispersión y adulteración de las esperanzas. Se percibe el hundimiento de muchas esperanzas; se habla de "desestructuración de la esperanza", y habría que hablar de varios tipos de manipulación de las esperanzas. Todos podemos pulsarlo: ¿Cuál es el estado de la esperanza en las situaciones humanas y eclesiales de nuestro lugar de misión? ¿Hacia dónde y hacia qué orientan sus esperanzas los diversos sectores de nuestra sociedad y de las Iglesias? ¿Y qué es de la esperanza de los pobres..? Prestemos atención a la diversidad de culturas, de religiones y de increencias, y también de generaciones...


Siendo la esperanza tan nuclear en la vida humana y en la existencia cristiana, ¿no será urgente que en la Iglesia, y en cada comunidad claretiana e incluso en cada tarea pastoral, diseñemos nuestra "agenda-esperanza"? Urge discernir y coordinar las esperanzas; reestructurar y fortalecer la esperanza; inculturar la esperanza (y abrir segmentos como "culturas y esperanzas", "religiones y esperanzas" en los diálogos entre fe-cultura o interculturales e inter-religiosos) etc., etc. ¿Cuál sería la tarea prioritaria en nuestra "agenda-esperanza"?




 

 

CLAVE EXISTENCIAL



1. Meditación-chequeo de la propia salud misionera. Tomo en oración el texto de 1Ts 2,1-12 como espejo donde me miro. Versículo tras versículo, procuro medir en mí cada sentimiento, actitud y grado de entrega a la comunidad cristiana.


2. Una clave existencial para hoy: "Sumar fuerzas en el camino hacia la nueva ciudad". Un punto de oración y compromiso en esa clave es la práctica de "la solidaridad en el testimonio y la difusión del Evangelio". Solidaridad interpersonal e intercomunitaria claretiana; solidaridad también con otros carismas, grupos y movimientos eclesiales, y gentes de otras iglesias y religiones...


3. Retomemos el lenguaje simbólico: ¿Qué significa existencialmente para mi, y para nosotros y nuestros cristianos, ser hoy "hijos del día; no ser de la noche ni de las tinieblas"?


4. De ayer a hoy: ¿Qué puede sugerirnos hoy, para nuestra existencia y la de nuestros cristianos, esa "mística del trabajo" que Pablo practica y recomienda? Un problema existencial hay que sumar ahora: la creciente y cruel escasez de trabajo...




 

 

ENCUENTRO COMUNITARIO


1. Oración o canto inicial.


 

 

2. Lectura de la Palabra de Dios: 1Ts 2,1-12


3. Diálogo sobre el TEMA I en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).


4. Oración de acción de gracias o de intercesión.


5. Canto final















 

 

TEMA 2: LA ATENCIÓN AL DÉBIL



 

 

TEXTO: PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS



 

 

CLAVE BÍBLICA


 

 

1. NIVEL HISTÓRICO


 

 

La comunidad cristiana de Corinto es la que mejor conocemos de la época neotestamentaria. La correspondencia de Pablo con esta iglesia fue abundante, y constituye un documento histórico de primera categoría acerca de los problemas de crecimiento de una nueva célula cristiana. No nos quedan datos estadísticos, pero el conjunto de la documentación apunta a que en Corinto se formó una iglesia relativamente numerosa (cf.Hch 18,10) y de gran vitalidad (cf.1Co 12,28-30). Quizá debamos buenos filones de teología cristiana a las inquietudes, inciativas, desórdenes y excesos de la comunidad de Corinto, fenómenos que ofrecieron a Pablo la ocasión para reflexionar sobre la fe y extraer en cada caso las orientaciones comunitarias oportunas.


 

 

1.1. El Corinto del primer siglo


 

 

En tiempos de Pablo Corinto era la ciudad más importante de la antigua Hélade. A Atenas sólo le quedaban viejas glorias sin dignos continuadores del pensamiento de antaño.


 

 

La antigua Corinto había sido destruída por los romanos en el año 146 antes de Cristo y tardó un siglo largo en ser refundada. En el 29 antes de Cristo se convirtió en residencia del procónsul, en capital, por tanto, de la provincia senatorial de Acaya. Era una ciudad cosmopolita, "de acarreo", cruce de las culturas oriental y occidental, emporio comercial (con sus dos activos puertos de Lekeo y Cencres), centro militar, etc.


 

 

En lo religioso todo favorece un creciente sincretismo. La diosa Afrodita, a la que se erigió un gran templo sobre la peña del Acrocorinto, asumió una serie de rasgos de la diosa fenicia Astarté. En su templo, según Estrabón, llegaron a estar en activo más de 1.OOO prostitutas sagradas.


 

 

Tratándose de un gran emporio comercial, no podía estar ausente la diáspora judía. Hch 18,8.17 menciona a los arquisinagogos Cripo y Sóstenes, que podrían ser o bien uno sucesor de otro, o bien jefes de dos sinagogas distintas, lo que supondría una comunidad judía numerosa.


 

 

1.2. Fundación de la comunidad cristiana


 

 

1.2.1. Datación


 

 

El "conflicto de Antioquía" (Ga 2,11-15) debió de tener lugar al comienzo del año 49. Es el momento en que Pablo emprende su camino misionero propio hacia Europa, acompañado de Silas (Hch 15,40); pronto se les unirá Timoteo (Hch 16,3). Los tres atraviesan el Asia Menor, navegan hasta Europa, evangelizan Macedonia (Filipos, Tesalónica y Berea) y pasan también algún tiempo en Atenas ( Hch 17,15); desde allí Pablo envía a sus colaboradores en visita rápida a Tesalónica y Filipos (1Ts 3,1s.;Hch 18,5), mientras él abandona Atenas y pasa a Corinto (Hch 18,1).


 

 

En Corinto se encuentra Pablo con el matrimonio judeo-cristiano Aquila y Prisca (o Priscila), que acaban de llegar de Roma debido a la expulsión de los judíos por Claudio. Este detalle, bien conocido por la historia profana, se viene datando el año 49 (la reciente propuesta de algunos exégetas de retrotraerlo al año 41 no ha tenido éxito). El otoño-invierno del 49 es la fecha apropiada para la llegada de Pablo a Corinto.


 

 

Según Hch 18,11 la estancia de Pablo en Corinto duró año y medio. Y, hacia el final de dicha estancia, tuvo que comparecer ante el tribunal del procónsul Galión, cuyo mandato se viene datando de junio del 51 a mayo del 52 (con menos probabilidad, de junio del 52 a mayo del 53). La comparecencia de Pablo ante Galión debió de ser al comienzo de su mandato.


 

 

1.2.2. Los evangelizadores


 

 

Pablo no es el primer cristiano que llega a Corinto; le precedieron Aquila y Priscila. El texto de Hch no dice que este matrimonio fuera ya convertido, quizá para hacer de Pablo el primer cristiano que pise Acaya; pero tampoco dice que Pablo haya evangelizado o bautizado a esta pareja, que tan últil le ha de ser en su iglesia de Efeso.


 

 

En cambio, Pablo deja muy claro que él es el primer evangelizador de Corinto: "hasta vosotros hemos llegado con el evangelio de Cristo" (2Co 10,14); y cuando aparezcan competidores afirmará decididamente: ”aunque hayáis tenido diezmil pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He sido yo quien, por el evangelio, os engendré en Cristo Jesús" (1Co 4,15).


 

 

Pero a Pablo le gusta trabajar en equipo, a pesar, probablemente, de poseer un carácter duro que hace difícil permanecer mucho tiempo en su compañía y colaboración (cf. Flp 2,20-22). Reconoce explícitamente que la evangelización de Corinto no es obra exclusivamente suya, sino también de Silvano y Timoteo (2Co 1,19). Es probable que ya en esta primera fase le hayan ayudado también Aquila y Priscila, futuros presidentes de comunidad doméstica (1Co 16,19), y a quienes en Rm 16,3 llama "mis colaboradores". Ciertamente Pablo no realiza personalmente todo lo requerido para establecer la iglesia; dirá expresamente que él no bautiza más que excepcionalmente (1Co 1,14-17).


 

 

1.2.3. Las "primicias" de la comunidad


 

 

Entre los primeros convertidos figura el arquisinagogo Crispo (Hch 18,8; 1Co 1,14ss.) y, sobre todo, Estéfanas con su familia, "primicias de Acaya", al igual que Crispo bautizado personalmente por Pablo, y cuya casa debió de ser lugar de reunión de un significativo grupo cristiano de Corinto (1Co 16,15). Junto con ellos debieron significar mucho Fortunato y Acaico (1Co 16,17) y, todavía más, Gayo, otro de los bautizados por Pablo, en cuya casa se reúne toda la iglesia y en la cual se hospedará el apóstol durante su última estancia en Corinto (Rm 16,23).


 

 

Estas personas van a desempeñar ministerios en la comunidad. Pablo no tiene todavía denominaciones técnicas para ellos, pero afirma que están "al servicio de los santos" y que "trabajan y se afanan"; por lo cual a la comunidad se le pide "sumisión" a ellos (1Co 16,15s.). Algunos de ellos parecen ser los representantes oficiales de la comunidad ante el apóstol (1Co 16,17), los que le llevan noticias, quizá le presentan problemas y reciben de Pablo nuevas orientaciones, o incluso cartas, para la buena marcha del grupo.


 

 

Algún miembro de la comunidad puede haberse incorporado a la obra misionera de Pablo; sería el caso del antiguo arquisinagogo Sóstenes (Hch 18,17), si -como es lo más probable- coincide con el corremitente de 1Co 1,1, que ahora acompaña al apóstol en Efeso.


 

 

1.2.4. Extracción social y religiosa de la comunidad


 

 

La iglesia de Corinto es mayoritariamente paganocristiana: "cuando érais gentiles os dejábais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos" (1Co 12,2). Muchos de estos paganocristianos conservan sus antiguas relaciones sociales con el paganismo, pueden ser invitados a fiestas y banquetes paganos (1Co 10,27), a veces con riesgo de revivir su pasado religioso (1Co 8,7). Quizá algunos de estos cristianos han frecuentado -y pueden ser tentados a seguir frecuentando- el prostíbulo del templo de Afrodita (1Co 6,15.18). El cristianismo supone para ellos una gran novedad moral.


 

 

Pero en Corinto hay también un grupo significativo de judeocristianos. Para ellos valen las lecciones del Exodo (1Co 10,1-14), quizá fueron ellos los que suscitaron las cuestiones alimenticias (1Co 8,10), y entre ellos pudo tener éxito una predicación cristiana de corte judeo-petrino (cf. 1Co 1,12; 2Co 11,21ss.).


 

 

En lo socioeconómico, Corinto es también una comunidad variada. Frecuentemente se ha leído unilateralmente 1Co 1,26s.: "Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados. No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien...". Junto a este texto hay que leer lo referente a las desigualdades sociales en la celebración de la cena, en la cual los que tienen avergüenzan a los que no tienen (1Co 11,22).


 

 

Es ilustrativo el hecho de que hay cristianos que poseen casas amplias, capaces para acoger a un grupo o incluso a toda la iglesia de la ciudad (cf. Rm 16,23); otros emprenden viajes, no sabemos si comerciales o de otra índole (1Co 1,11); un miembro de la iglesia, de nombre Erasto, es el "tesorero de la ciudad" (Rm 16,23). Por todo ello debe afirmarse que, en la comunidad cristiana de Corinto, quizá con cierta prevalencia de la clase humilde, están representados todos los estratos de aquella sociedad (G.Theissen).


 

 

1.3. Desarrollo posterior de la comunidad


 

 

Para seguir este desarrollo no tenemos otra fuente histórica que nuestras cartas a los Corintios, cartas indiscutiblemente amalgamadas, es decir, formadas a partir de numerosos escritos, que no se han unido por orden cronológico, sino temático. El trabajo de "desmonte" conduce a resultados probables, nunca indiscutibles; y en él la crítica literaria y la crítica histórica son inseparables.


 

 

1.3.1. Escándalos en la comunidad y reacción de Pablo ("carta previa")


 

 

En 1Co 5,9 se nos informa de que ya se les dirigió otra carta, que convencionalmente designamos como "previa" y cuyo contenido abarcaba entre otras cosas, la prohibición de juntarse con los impuros. Se trata de una carta que debió de responder a una serie de rumores (1Co 5,1: "se oye hablar de que..."; 11,18: "ante todo oigo que..."; 15,12: "¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que ...?"), que desde Corinto llegaron a Pablo, que ahora está en Efeso; su tono debió de ser más bien rigorista.


 

 

Muy probablemente se nos han conservado amplios pasajes de ese escrito en 2Co 6,14-7,1 (no unirse en yunta desigual con los genti­les) -bloque actualmente muy desplazado, que no cuadra en su contexto, y que algunos, sin fundamento suficiente, consideran no paulino-; 1Co 5,1-8 (expulsar de la comunidad al incestuoso); 6,1-11 (no someterse al juicio de los paganos); 10,1-22 (evitar cuanto comporte riesgo de retorno a la idolatría); 11,2-34 (contra los desórdenes en la celebración litúrgica); 15,1-58 (contra los que no admiten la resurrección); y quizá 16,5-11 (noticias personales, típicas de despedida).


 

 

1.3.2. Carta de Corinto a Pablo: desorientados


El rigorismo de Pablo parece haber desorientado a la comunidad en algunos puntos; concretamente, ¿cómo vivir separados de los impuros en una sociedad donde tanto abunda el desenfreno moral? O ¿cómo solucionar los pleitos sin recurrir a tribunales paganos, cuando no existen otros tribunales?. O ¿cómo evitar comer carne consagrada a los ídolos si uno es invitado a casa de sus parientes que siguen siendo paganos?


 

 

Ello obliga a los corintios a presentar a Pablo una serie de consultas, esta vez por escrito (1Co 7,1), quizá acompañadas de explicaciones y noticias que añaden los posibles portadores de la carta: Estéfanas, Fortunato y Acaico (1Co 16,17).


 

 

1.3.3. Carta "respuesta" de Pablo (acerca de...)


 

 

La carta y noticias que Pablo recibe de Corinto le llevan a dirigir una amplia carta a la comunidad, en la que va recorriendo punto por punto los problemas que se le presentan y aclarando los malentendidos causados por la carta anterior. Más seguro de la buena marcha de la comunidad, gracias a las buenas noticias que le traen sus delegados (1Co 16,17s.), Pablo adopta ahora actitudes menos rígidas y estrechas.


 

 

Comienza aludiendo a su escrito anterior: 1Co 5,9-13; añade nuevas indicaciones sobre la castidad (6,12-20) y responde a consultas sobre matrimonio y virginidad (7,1-40), sobre la carne inmolada a los ídolos (8-9; 10,23-11,1), sobre los carismas y su uso (12,1-31a; 14,1c-40); sobre el modo de realizar la colecta (16,1-4); y finalmente sobre Apolo, que fue muy útil a la comunidad de Corinto (Hch 18,27) y ahora parece negarse a visitarla (1Co 16,12). Añade, como de costum­bre, unos breves consejos y los saludos personales y general (16,13-24).


1.3.4. Entromisión de nuevos "pedagogos", cuya actuación causa disensiones


 

 

Una familia de Corinto viaja a Efeso y comunica a Pablo que en la comunidad hay demasiados grupúsculos, cada uno de los cuales se gloría (1Co 3,21) del respectivo evangelizador. 1Co 1,12 da a entender que se trata de los partidarios de Pablo, de Apolo, de Cefas (¿habrán llegado ya predicadores de corte petrino?) y de Cristo (¿añadidura redaccional, o referencia a un grupo que renuncia a mediaciones?).


 

 

Pero en 1Co 4,6 Pablo nos dice que "lo ha disfrazado de Apolo y de sí mismo", es decir, que él y Apolo son ejemplos hipotéticos, no descripción de la realidad (quizá para no poner en evidencia a los culpables); por ello no podemos caracterizar con certeza ni a los grupos ni a sus líderes. Lo único que Pablo deja claro es que el fundador y "padre" de la comunidad es él y ningún otro (4,15); pero se opone decididamente a que le "den culto" (1,13; 3,5). Les dirige una enérgica carta, que se nos ha conservado, al menos parcialmente, en 1Co 1-4.


 

 

Todos los avatares mencionados y la redacción de las correspondientes cartas debieron de tener lugar en los años 52-53.



 

 

2. NIVEL LITERARIO


 

 

2.1. El género literario de 1Cor


 

 

Nos encontramos ante el escrito que podemos títular "de índole estrictamente pastoral". En él se recorren uno por uno lo que pueden ser los problemas de la comunidad, se los ilumina con doctrina teológica y se les ofrecen soluciones prácticas. A veces, despectivamente, se ha llamado a 1Co la "carta práctica"; pero esa comprensión es unilateral y superficial; hay en ella una gran riqueza doctrinal que sustenta las soluciones operativas que se proponen.


 

 

En este escrito se perciben diversos estados de ánimo del apóstol para con su grupo, según el tema o las circunstancias. Hay momentos de indignación (1,13; 5,3ss.), de gran seriedad al dar las advertencias (4,21; 11,22; 10,22) y también espacios para manifestaciones de cariño y familiaridad (16,7.17s.).


 

 

2.2. Material previo incorporado


 

 

A lo largo del escrito encontramos varias citas del patrimonio común de la iglesia. Así el fragmento de kérigma de 1Co 15,3-7 (muerte, sepultura, resurrección y apariciones del Señor), y la antigua tradición sobre la última cena (11,23-26) en términos muy cercanos a los sinópticos; en ambos casos Pablo emplea las palabras técnicas de la tradición: "recibí" y "transmití". Sin esa introducción, encontramos una posible fórmula bautismal en 1Co 8,6: "no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y para el cual somos nosotros".


 

 

Encontramos, además, varias citas de dichos de Corinto, con los que Pablo empalma para dar sus orientaciones. Es el caso de "Yo de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas" (1,12), "todo me es lícito" (6,12; 10,23); "la comida para el vientre y el vientre para la comida" (6,­13). Muy probablemente un dicho de los varones de Corinto, que Pablo se apresura a corregir, es el de 14,34: "las mujeres cállense en las asambleas, que no les está permitido...". Igualmente parecen ser material previamente elaborado las listas de pecados de 5,11; 6,9s. Su origen puede buscarse tanto en la filosofía estoica como en el judaísmo.


 

 

Finalmente, con gran probabilidad, encontramos en 1,18 - 3,20 una homilía judeohelenista que Pablo utiliza, con diversas interpolaciones de tipo histórico-actualizador, para refutar un excesivo aprecio de la sabiduría humana y la soberbia de quienes en la comunidad se sienten "espirituales" y superiores a los demás.


 

 

2.3. Un escrito con tensiones y fisuras


 

 

Hemos indicado en el nivel histórico que 1Co es una amalgama de diversos escritos; éstos han sido unidos con criterio temático, pero, dada su originaria diversidad de situaciones, la redacción actual no ha podido eliminar todos los desniveles y asperezas. Así el problema de las divisiones en la comunidad recibe distinto tratamiento en 1Co 1-4 y en 11,18s. En relación con las carnes inmoladas hay rigidez en 1Co 10,1-22 y flexibilidad en 8,1-13 y 10,23-33.


 

 

El tema de los carismas y su uso tiene una gran coherencia si 12,31a continúa en 14,1c. Actualmente está interrumpido por una pieza extraña, el himno a la caridad del cap.13, pieza ciertamente bellísima, pero muy poco paulina; en la teología de Pablo la caridad no es superior a la fe, sino fruto y, en cierto modo, elemento constitutivo de la misma: el hombre es capaz de amar (caridad) porque ha acogido (fe) la acción amorosa y salvífica de Dios y ha sido transformado por ella. Y ni la fe ni el amor pueden entrar en la lista de los carismas. Se trata de una pieza tradicional incluída aquí por el redactor-recopilador.


 

 

La noticia de la ida de Timoteo y de Pablo a Corinto está repetida. En 4,17-19 se contempla dicha visita como algo muy próximo; en cambio, en 16,5.10, como algo aún lejano y, por lo que respecta a Timoteo, incierto.


El tema de la mujer en la iglesia se trata pacíficamente en 11,5, dando por supuesto que ésta puede dirigir la oración y profetizar. En cambio, en 14,34s., Pablo tercia en una discusión con los varones que se creen que sólo a ellos ha llegado la palabra de Dios (cf. v.36). Todas estas observaciones nos confirman en lo dicho a nivel histórico: 1Co (y también 2Cor) ha nacido paulatinamente, al ritmo del crecimiento de la comunidad y en respuesta a sus problemas.

 

 

2.4. La redacción final: sucesión ordenada de los temas


 

 

Pasado un cierto tiempo después de la muerte de Pablo, al realizarse el intercambio de sus cartas entre las diversas comunidades, en bastantes casos se forman piezas mayores a partir de escritos que ya son viejos en lo coyuntural, pero válidos en lo doctrinal. 1Co es un ejemplo de este procedimiento.


 

 

a) El redactor o recopilador ha dejado prácticamente intacta la carta sobre la unidad y la ha colocado al principio (1-4).


b) A continuación ha juntado todo lo referente a castidad e impureza, virginidad y matrimonio (5-8), bloque en el que ha quedado el pasaje sobre los procesos ante tribunales paganos (6,1-11) por estar originariamente unido a la invectiva contra el incestuoso (5,1-8) y por la palabra grapa "juzgar" (5,13 y 6,1).


c) En tercer lugar ha unido todo lo que trata de las carnes inmoladas y la participación en banquetes paganos(8-10).


d) El tema del culto cristiano (11), por semejanza, lo ha yuxtapuesto al tratado sobre los carismas (cap.12 y 14), tratado en el que ha insertado el himno a la caridad (cap.13).


 

 

e) Hacia el final del escrito ha colocado el amplio tratado sobre la resurrección (cap.15).


 

 

f) Finalmente, las indicaciones sobre la realización de la colecta y sobre la posible ida de Timoteo, debido a su brevedad, las ha entremezclado con los lacónicos consejos y noticias personales típicos de las despedidas (cap.16).


 

 

En este proceso redaccional, no podemos saber por qué motivo, quedó fuera el pasaje de 2Co 6,14-7,1, que habría tenido su lugar natural en nuestro cap.5. Posteriormente, al coleccionar todos los escritos paulinos, 1Co debió de quedar a la cabeza y fue seguramente entonces cuando recibió la dedicatoria universal: "a cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro" (1Co 1,2).


 

 

En cuanto a la fecha de recopilación, sólo tenemos certeza sobre el "términus ad quem"; Clemente Romano, por el año 95/96, parece conocer una única carta de Pablo a Corinto, que coincide con nuestra 1Cor.



 

 

3. NIVEL TEOLÓGICO


 

 

3.1. Una vigorosa eclesiología


 

 

La principal aportación teológica de 1Co es su eclesiología. Se explica desde la progresiva formación de este escrito al ritmo de los problemas comunitarios. Frente a una serie de perplejidades o deficiencias en el actuar, Pablo recuerda constantemente al grupo su categoría ontológica, que no puede ser desmentida desde lo ético.


 

 

3.1.1. "Los santificados en Cristo Jesús" (1,2)


 

 

Esta es la aposición a la expresión "iglesia de Dios que está en Corinto". Para Pablo los cristianos son simplemente los agraciados de la acción redentora, los rescatados de este mundo viejo. Este contraste se expresa en la contraposición entre aquellos que "no heredarán el Reino de Dios" (6,9), grupo al que en otro tiempo pertenencieron algunos corintios (6,11), y las criaturas nuevas que forman la comunidad, los que han sido "lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (ib.), o "comprados a un gran precio" (6,20).


 

 

De ahí la "valía" de la comunidad de creyentes, su "superioridad" teológica respecta al resto del mundo, a los no redimidos, "a los que la iglesia tiene en nada" (6,4). Pablo recuerda constantemente a los corintios su dignidad, con la que no pueden hacer cualquier cosa (6,15). Sería absurdo que el mundo nuevo se sometiese al mundo viejo (6,1s.) o simplemente se diluyese en él (2Co 6,14ss.). Y exige que esa novedad ontológica se manifieste en la conducta cotidiana.


 

 

3.1.2. "Sois santuario de Dios" (3,16)


 

 

Una rica intuición veterotestamentaria llamaba ya "tienda de David" (Am 9,11; cf.Hch 15,16) al pueblo elegido; tienda que se esperaba habría de ser restaurada o completada con la afluencia de los gentiles. Ahora Pablo, una vez que los paganos han escuchado su predicación y se han convertido al Señor, puede dar por realizada la profecía. En las tres cartas que hemos supuesto que están a la base de 1Co va a designar a la iglesia como templo.


 

 

En 2Co 6,16 (parte de la "carta previa"), criticando una relación estrecha y peligrosa entre cristianos y paganos, se pregunta: "¿qué conformidad puede haber entre el santuario de Dios y el de los ídolos? Porque nosotros somos santuario de Dios vivo". En cierto modo, la visión profética de la ciudad santa en la que no hace falta templo (Ap 21,22) porque Dios es su templo, o la repetida profecía veterotestamentaria de que Dios "habitará en medio de ellos", Pablo las manifiesta como realizadas en la comunidad cristiana.


 

 

En la "carta respuesta", haciendo frente a los riesgos o pecados reales de libertinismo sexual, Pablo vuelve a recordar, esta vez de manera más individualizada: "¿no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo que está en vosotros y habéis recibido de Dios?"(6,19). La comunidad constituye un santuario que no debe ser profanado ni por los pecados personales ni por admitir en él a "cristianos de nombre" (cf.5,11) que en realidad siguen viviendo en la impureza, avaricia, idolatría, etc.


 

 

Todavía vuelve sobre la misma expresión a propósito de las divisiones en la comunidad, sobre las que le ha informado la familia de Cloe. Dividir la comunidad equivale a destruir el templo de Dios, y quien tenga tal osadía no escapará al castigo."¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá, porque el santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese santuario" (3,16s.).


 

 

En consonancia con esto, Pablo se define a sí mismo "como buen arquitecto (que) puso el cimiento" (3,10), metáfora que une a la de la plantación (3,6), haciendo eco quizá a la vocación de Jeremías, autorizado "para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar" (Jr 1,10). En un texto poco posterior, Pablo hablará expresamente de "el poder que me otorgó el Señor para edificar y no para destruir" (2Co 10,8; 13,10).


 

 

En la iglesia se vive, por tanto, la paradoja de ser el lugar de la habitación de la gloria de Dios y, al mismo tiempo, del dolor de alumbramiento y de las crisis de crecimiento, en las que el pecado está al acecho y hasta puede devorar a algunos.


 

 

3.1.3. "Vosotros sois el cuerpo de Cristo" (12,27)


 

 

El tema no es exclusivo de 1Cor, pero ésta es la carta paulina en la que tiene mayor relieve. Es una concepción teológica personalísima de Pablo, que guarda una cierta analogía con la alegoría de la vid y los sarmientos (Jn 15,1-8). El deuteropaulinismo (Ef y Col) llevará adelante la intuición, pero con alguna transformación notable. Allí ya Cristo se diferencia y casi se separa de la iglesia: él es la cabeza y ella el cuerpo.


 

 

a) Una antigua metáfora social

 

 

Mucho antes que Pablo, el mundo grecorromano había comparado ya a la sociedad o la polis con un cuerpo, en el que todos los miembros viven en interdependencia y ninguno puede ser tildado de estar ocioso. Cada individuo de esa sociedad tendría en ella una función que redun­daría en el bien de los demás, y, a su vez, se vería favorecido por la prestación de los otros (ver Doc. Aux. 2.).


 

 

Pablo depende muy probablemente de ese viejo símil, especialmente en 1Co 12, pero lo usa con gran originalidad. Ante todo, él no establece una simple comparación, sino una verdadera identidad entre la iglesia y el Cristo glorioso que se autodespliega en la historia; y, en segundo lugar, la fábula clásica tenía la finalidad de demostrar la unidad, mientras que en Pablo ésta es evidente y lo que hay que demostrar es la multiplicidad a pesar de la unidad orgánica.


 

 

b) La sacramentología como fundamento

 

 

Probablemente Pablo nunca habría llegado a afirmar tal identidad entre Cristo y la iglesia si no fuese por su original concepción de los sacramentos. En la carta a los Gálatas, no muy distante cronológicamente de 1Cor, Pablo afirma que quien se bautiza en Cristo se reviste de él, y que por lo mismo, todos los que se han bautizado en Cristo han dejado atrás sus antiguas diferencias y son "uno en Cristo" (Ga 3,28). Probablemente para el apóstol el verbo "bautizarse" no ha perdido del todo su sentido profano de sumergirse o bucear, y entiende a Cristo como un "espacio imaginario" en el que cada creyente se ha introducido. Por lo demás, "revestirse" tiene en el texto citado un sentido existencial muy fuerte: es hacer de Cristo el "nuevo modo de ser" del cristiano; en 1Co 15,53s.se nos dirá que lo mortal debe revestirse de inmortalidad y lo corruptible de incorruptibilidad; se trata de un cambio radical.


 

 

En Rm 6,1-11 Pablo entiende que el bautismo somete a los cristianos a un proceso de muerte-resurrección análogo al que ha tenido lugar en Cristo. Es, por ello, normal que más adelante (Rm 13,14) les exija que se "revistan del Señor Jesucristo" (cf. Ef 4,24: "revestíos del hombre nuevo").


1Co 12,13 hace referencia a los sacramentos como fundamento de la unidad eclesial, y al verbo "bautizarse" le pone un complemento de dirección: "a un solo cuerpo" (el de Cristo) o "para formar un solo cuerpo". Y añade haber "bebido todos un mismo Espíritu" (referencia posible al agua bautismal o al vino eucarístico). Ambas cosas son la explicación de la identidad entre Cristo y la iglesia.


 

 

Al sacramento eucarístico hace referencia inconfundible en 1Co 10,16s., donde saca inmediatamente la consecuencia del hecho de que los muchos coman de un mismo pan y beban de un mismo cáliz: "porque el pan es uno, todos somos un solo cuerpo, pues todos participamos de un único pan". A ambos sacramentos puede referirse en 1Co 6,17 al hablar de "el que se une al Señor", unión que se convierte en íntima comunión: "se hace un solo espíritu con él". Esta alternancia terminológica cuerpo/espíritu nos remite claramente al Señor glorioso, evitando toda concepción demasiado crasa de la expresión "cuerpo de Cristo".


 

 

Quizá por esa concepción sacramental como raíz de la pertenencia, niega tajantemente (1Co 1,13) que algún corintio se haya bautizado en el nombre de Pablo, e incluso se alegra de no haberlos bautizado él, para así cortar de raíz todo malentendido.


 

 

c) Miembros de Cristo y miembros unos de otros

 

 

Las bases han quedado firmes: el bautizado y partícipe de la eucaristía ya no se pertenece (1Co 6,19). La expresión "en Cristo" para designar la vida del creyente ha adquirido todo su espesor. A la desavenida iglesia de Corinto Pablo no la interpela desde el absurdo de una iglesia dividida, sino desde el aún mayor absurdo de "Cristo dividido" (1,13). La expresión de que un cuerpo se compone necesaria­mente de muchos miembros Pablo no la aplica a la comunidad eclesial, sino a Cristo mismo (12,12); está claro que para él iglesia y Cristo son términos intercambiables. Por si quedase alguna duda, después de parafrasear el apólogo clásico de la sociedad como cuerpo, concluye taxativamente: "vosotros sois el cuerpo de Cristo".


 

 

De esta doctrina se van a extraer múltiples consecuencias, tanto para la vida del creyente individual como para las relaciones eclesiales. El cristiano tiene que mirar por su cuerpo, que ya pertenece al Señor, y no puede realizar el sacrilegio de convertirlo en miembro de una meretriz (6,15). Le toca igualmente comulgar con los sentimientos de sus hermanos, ya que "si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado todos los demás toman parte en su gozo" (12,26). El uso de los carismas no puede ser asunto de lucimiento personal, sino una acción de servicio a los hermanos, miembros de un mismo cuerpo; ha de ser "para provecho común" (12,7; 14,1-5). Y nadie en la iglesia puede menospreciar a nadie (12,21), pues todos son "miembros unos de otros" (12,27).


 

 

3.2. La fuerza en la debilidad


 

 

La propuesta cristiana choca con "lo que se lleva" en este mundo; por ello toda competitividad en la iglesia está fuera de lugar. El primer problema que aborda 1Co es el de las rivalidades, basadas quizá en la excesiva atención a la valía o minusvalía de los diversos maestros. El aprecio helenista por "la palabra y el conocimiento" comporta el riesgo de menospreciar la cruz de Cristo.


 

 

3.2.1. Cristo crucificado: extraña sabiduría de Dios


 

 

La gran llamada que Pablo dirige a los corintios tiene por objeto el "cambio de clave": Dios no ha querido realizar la salvación del mundo mediante poder o sabiduría, sino mediante la "estulticia" de la humillación de Cristo, de la cruz. Esta es una ciencia muy extraña, incomprensible para judíos y griegos, y solamente accesible a cristianos adultos, "perfectos"(2,6). Dios ha destruído la sabiduría de los sabios (1,19), y ha mostrado que "su debilidad es más fuerte que la fuerza de los hombres" (1,25).


 

 

3.2.2. La debilidad del apóstol-misionero


 

 

Es fundamental que el heraldo esté en consonancia con el mensaje. Por eso Pablo se presentó en Corinto "débil, tímido y tembloroso", y privado de los "persuasivos recursos de la sabiduría" (2,2s.). Parece que algunos corintios tomaron buena nota de ello y se lo reprocharon posteriormente: "la presencia del cuerpo es pobre, y la palabra despreciable" (2Co 10,10). Pero Pablo no se amilana por ello, sino más bien recibe una mayor autentificación personal de ser ministro del crucificado: "con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo" (2Co 12,9). En Corinto se sometió a una humillación a la que los griegos eran muy sensibles: el trabajo manual (2Co 11,7). Este estilo de abajamiento le permite afirmar que él posee la sabiduría de los perfectos, revelada por el Espíritu de Dios (1Co 2,10).


 

 

3.2.3. Los débiles en la comunidad


 

 

Aunque en ella estén presentes los diversos estratos sociales, es indudable que abunda más la clase baja: "lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios" (1,28). Y en la comunidad, para seguir "la lógica de Dios" se les debe una atención muy especial, como a los miembros del cuerpo "que nos parecen los más viles"(12,23).


 

 

Un caso particular de esta debilidad va a ser el referente a las comidas. En relación con ellas, la libertad es un gran valor; es bueno moverse sin escrúpulos, ya que "del Señor es la tierra y cuanto contiene" (10,26). Pero puede haber cristianos timoratos, debido a su antigua educación judía, rigorista en este punto, o con el riesgo de recaer en el paganismo recién abandonado. En tal caso, el fuerte, el que "tiene conocimiento", está obligado a procurar que su "libertad no sirva de tropiezo a los débiles" (8,9). Ya queda muy lejos el radicalismo intransigente del "conflicto de Antioquía" (Ga 2,11-15); ahora Pablo parece admitir que el pagano-cristiano renuncie a sus derechos en aras de la comunión con el judeo-cristiano. El mismo se presenta como modelo de quien prescinde de sus derechos por una causa superior (9,1-23).


 

 

Dentro de esta predilección por lo débil exige Pablo que en la asamblea cultual cristiana los ricos eviten cuanto pueda humillar a los pobres (11,22.33); lo contrario implicaría no comprender el verdadero significado del cuerpo (eclesial) del Señor (cf.11,29) y comulgar indignamente, por la contradicción entre el aprecio por el cuerpo eucarístico y el menosprecio por cuerpo comunitario. Y en la asamblea litúrgica se le concede a la mujer (miembro débil de la iglesia) que pueda ejercitar la profecía y dirigir la oración (11,5), eso sí, ateniéndose a la normativa de pudor de la época. En favor de la mujer que profetiza romperá Pablo una lanza, haciendo constar que la palabra de Dios no llega solamente a los varones (14,36).


 

 

3.3. La santidad cristiana en un mundo pecador


 

 

En este punto hay fuertes tensiones de pensamiento en los diversos momentos o niveles de la carta, como también entre lo teológico y lo pastoral. Ante todo, Pablo está convencido de la superioridad del mundo nuevo o nueva criatura que es el cristiano sobre el mundo viejo. Por ello le resulta absurdo que un cristiano entre en comunión o dependencia excesiva con un pagano; quizá incluso en un primer momento haya rechazado todo matrimonio mixto (2Co 6,14), pues equivaldría a juntar justicia e iniquidad, luz y tienieblas, Cristo y Belial, el templo de Dios con el de los ídolos.


 

 

No menos absurdo es que, en caso de litigio, los creyentes se sometan al veredicto judicial de los paganos, aquellos a quienes la iglesia (teológicamente) tiene en nada (1Co 6,4). Es someter el mundo nuevo al viejo.


 

 

El optimismo teológico radical lo manifiesta Pablo en un momento ulterior a propósito de los matrimonios mixtos existentes: el cónyuge creyente, por comunión o "contagio", santifica al no creyente (7,14); y los hijos de matrimonios cristianos son automáticamente "sanos"(ib). Lo "tocado" por el Espíritu del Resucitado es ya la presencia del mundo nuevo aquí, con su soberano señorío sobre el mal; por ello sería incluso de esperar que los que celebran dignamente la cena del Señor ya no muriesen ni enfermasen (11,30).


 

 

Pero Pablo sigue siendo un pastor realista, consciente de que su comunidad corintia está aún en pañales y expuesta a los malos efectos del escándalo. Por ello hay que evitar los escándalos a propósito de las comidas (8,9.11), y el que vive en público incesto debe ser apartado de la comunidad (5,2). Es bueno el perdón, la tolerancia, la acogida; pero hay situaciones pastorales delicadas que impiden la realización de lo ideal.


 

 

3.4. La fe cristiana asume y purifica las culturas


 

 

El misionero Pablo quiso ofrecer una gran novedad a los corintios: "el que está en Cristo es una nueva creación" (2Co 5,17), pero no pretendió privarlos de sus raíces culturales; es, más bien, el gran defensor de que el griego debe salvarse desde su ser griego, y cada uno desde la situación en que el Señór le encontró (1Co 7,17-24). Por esto Pablo adoptará el lenguaje corriente en Corinto y dará gracias a Dios porque en la comunidad hay palabra y conocimiento (1,5); él se alegra de que los creyentes sean creativos y cada uno lleve a la asamblea litúrgica "un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación"(14,26); sólo que esto requiere un orden.


 

 

Por principio el apóstol no les impide seguir acudiendo a antiguas fiestas paganas (10,27), sobre todo si tienen "conocimiento" para quitarles el valor religioso que les atribuyeron en otro tiempo (8,4s.).


 

 

Pero en el pasado de los corintios hay elementos que tienen que ser radicalmente corregidos. La pertenencia al Señor es incompatible con la práctica de la fornicación y prostitución en el templo de Afrodita (6,18), y el cuerpo del cristiano no es algo despreciable, destinado únicamente a digerir alimentos en esta vida, sino llamado a ser revestido de la gloria de Dios (6,13-14; cf. Flp 3,21).


 

 

El "espiritualismo" de la filosofía platónica dificulta a los griegos el reconocimiento de la resurrección como forma de salvación. Por eso algunos corintios afirman que "no hay resurrección de muertos" (15,12). Sin embargo la fe cristiana reconoce a este mundo la categoría de "materia de salvación". Lo corruptible se revestirá de incorruptibilidad y lo mortal de inmortalidad (15,53); así la creación de Dios no estará abocada al fracaso y a la destrucción. La esperanza cristiana enseña que Dios será todo en todo y a todo debe extenderse el señorío de Cristo (15,28). La fe cristiana proporciona una nueva visión del cosmos y una nueva actitud ante la historia.




 

 

DOCUMENTACIÓN AUXILIAR


 

 

1. LA MUJER EN LAS CARTAS PAULINAS


 

 

No se puede negar que Pablo esté condicionado en este punto por la tradición judía (cf.1Co 11,3). Más aún, es este transfondo el que permite percibir su salto de gigante. La afirmación categórica y fontal de Pablo es que el bautismo ha transformado por igual al varón y a la mujer (Ga 3,28), entre los cuales ya no hay diferencia significativa (se ha pretendido ver en 1Co 12,13 una especie de vuelta atrás en relación con Ga 3,28; pero habría que demostrar que 1Co sea posterior a Gal, lo que no es probable; en ambos casos Pablo ofrece ejemplos, no listas exhaustivas).


 

 

Es impresionante el número de mujeres que Pablo ha asociado a su tarea misionera y pastoral (cf.Rm 16,6.12.: "se han afanado, se han fatigado..."). En relación con Corinto, conocemos a la "diaconisa" Febe (Rm 16,1), y a Priscila con su marido Aquila (1Co 16,19); en relación con Efeso (¿?) a Junias con su marido Andrónico, llamados "apóstoles" (Rm 16,7); en Filipos trabajan Evodia y Síntique (Flp 4,2). Pero el pasaje más explícito es 1Co 11,5, en el que se reconoce sin reserva alguna que la mujer dirige la asamblea de la comunidad: "ora y profetiza".


 

 

El escándalo suele venir de 1Co 14,34:"las mujeres cállense en las asambleas, que no les está permitido tomar la palabra". Para evitar la contradicción con 11,5 los intérpretes vienen suponiendo que 14,34 es una interpolación de la época de la redacción, y bajo el influjo de 1Tm 2,12. Pero esta suposición no parece prestar atención a 14,36, texto que descalifica la postura antifeminista mencionada. Teniendo en cuenta este último texto, en el que se encuentra una severa corrección a los varones de Corinto (masculino: eis hymàs mónous), lo más probable es que el dicho de 14,34s. fuera un slogan que corría en la comunidad y al que Pablo se opone decididamente.


 

 

Es indudable, sin embargo, que la generación siguiente no va a conservar tal novedad. Ef 5,22-24 y 1Tm 2,12 manifiestan una lastimosa vuelta atrás. A medida que crece el número de creyentes, las asambleas se hacen más numerosas y complejas, y se adoptan formas miméticas de la administración de la polis griega.




 

 

2. LA SOCIEDAD COMO CUERPO


 

 

"Menenio Agripa... contó este apólogo: 'En el tiempo en que en el cuerpo humano no marchaban todas sus partes formando una unidad armónica como ahora, sino que cada miembro tenía sus propias ideas y su propio lenguaje, todas las partes restantes se indignaron de tener que proveer de todo al estómago a costa de sus propios cuidados, su esfuerzo y su función, mientras que el estómago, tan tranquilo allí en medio, no tenía otra cosa que hacer más que disfrutar de los placeres que se le proporcionaban; entonces se confabularon, de forma que la mano no llevase los alimentos a la boca, la boca los rechazase y los dientes no los masticasen. En su resentimiento, al pretender dominar al estómago por el hambre, los propios miembros y el cuerpo entero cayeron en un estado de extrema postración. Entonces comprendieron que tampoco la función del vientre era tan ociosa, que era alimentado tanto como él alimentaba, remitiendo a todas las partes del cuerpo esta sangre que nos da la vida y la fuerza, repartida por igual entre todas las venas después de elaborarla al digerir los alimentos'. Estableciendo entonces un paralelismo entre la rebelión interna del cuerpo y la reacción airada de la plebe en contra del senado, les hizo cambiar de actitud" (Tito Livio, Hist.de Roma, L.II,32,8-12).




 

 

3. LA ECONOMÍA DE PABLO


 

 

En Hch 18,3.5 se nos informa de que Pablo a su llegada a Corinto trabajó manualmente en el taller de Aquila y Priscila, pero, una vez que llegaron Silas y Timoteo de Macedonia, dejó dicho trabajo para dedicarse de lleno a la evangelización. Es indicio de que de Macedonia le trajeron dinero, cosa que Pablo mismo explica en 2Co 11,7ss.: "a otras iglesias despojé, recibiendo de ellas con qué vivir para serviros... los hermanos llegados de Macedonia remediaron mi necesidad". Pablo conoce el derecho de los misioneros cristianos a ser mantenidos por la comunidad evangelizada (cf.1Co 9,6-13), pero tanto en Tesalónica (1Tes 2,7.9) como en Corinto (2Co 11,9; 12,13) ha renunciado a ese derecho y ha preferido pasar por la humillación del trabajo manual. Según Hch 20,34 la misma conducta ha observado en Efeso.


 

 

Misioneros opositores de Pablo en Corinto han actuado de acuerdo con la consigna evangélica:"digno es el obrero de su salario" (Lc 10,7); cosa que Pablo ridiculiza: "soportáis que os esclavicen, que os devoren, que os roben, que se engrían, que os abofeteen" (2Co 11,20). En un escrito anterior ya había subrayado que no quiere identificarse con "la mayoría, que negocian con la Palabra de Dios" (2Co 2,17).


 

 

Pablo no ha querido practicar en medios urbanos griegos lo que era común en Palestina. Pero la presencia de misioneros que siguen el modelo palestinense le ha causado serios problemas. Algunos han interpretado esa "gratuidad" como signo de que no está seguro de ser apóstol (2Co 11,5.12; 12,11) o como astucia para explotarlos mejor al hacer la colecta para Jerusalén (2Co 12,16-18). Ha sido el caro precio que ha tenido que pagar "para que su libertad sea inequívoca, para que su desinterés sea indiscutible, y para que su mismo lugar social (su apariencia y su forma real de vida) testimonien el evangelio de Cristo crucificado" (R.Aguirre).


 

 

De modo excepcional, por inexplicables razones afectivas (Flp 1,8), Pablo ha aceptado dinero repetidas veces de la comunidad de Filipos (Flp 4,16; 2Co 11,9). Es una comunidad pobre (2Co 8,2), que no le quitará la libertad; cosa que sí podrían lograr algunos adinerados de Corinto.




 

 

CLAVE CLARETIANA


 

 

¡AY DE MÍ SI NO EVANGELIZARA!


 

 

El P. Fundador recoge esta expresión de 1Co 9,16 en el número 207 de la Aitobiografía, hablando del fin que se proponía con su actividad apostólica. En los números anteriores, en los que explicita dichos fines, afloran aquellos elementos que configuran su espíritu misionero: "Que Dios sea conocido, amado y servido por todos..." (Aut 202); "Me propongo impedir los pecados..." (Aut 203); "Predico al ver la multitud de almas que caen al infierno..." (Aut 205). Y nos dice, además, que no puede reposar al ver esas situaciones (Aut 211). La resonancia que encuentra el testimonio de Pablo en Claret es la que encuentra en el espíritu de todos aquellos que han sido llamados a la vida misionera, con expresiones diversas según las situaciones diversas y las distintas sensibilidades de los tiempos.


 

 

1Co nos abre, sin embargo, a otra dimensión muy importante: este ministerio se vive "en la debilidad". Se pide un cambio de clave (cf. 1Co 1,28). El misionero vive su vocación y lleva a cabo su misión dentro de la experiencia de una doble debilidad: la que proviene de sus propias limitaciones, y la que surge de la opción que ha hecho de situarse entre los pobres y los débiles porque así lo hizo Jesús. El mensaje de Pablo ha encontrado un fuerte eco en nuestra comunidad misionera. Podríamos releer, a la luz de 1Co, los números 24 ("el reino de Dios pertenece a los pobres") y el 44 ("el Señor se identificó con los pobres... nosotros queremos ser solidarios con ellos") de las Constituciones. Las opciones de misión de nuestra Congregación nos sitúan indiscutiblemente en esta línea (MCH 173-174; CPR 80; SP 10.2; 16.4).


 

 

¡Ay de mí si no evangelizara! Pero, desde una posición y con un estilo bien definidos.



 

 

CLAVE SITUACIONAL



 

 

1. Si no tengo caridad. Recorremos las calles de la vida enarbolando las pancartas de la tolerancia y la convivencia, pero la misma manifestación es, a veces, puro conflicto. Invocar la paz puede llevar consigo un irenismo larvado. Exaltar la igualdad puede ser el mejor modo de mantener las diferencias existentes. Proclamarse solidario es, a veces, la mejor manera de preservar el "status" individual. ¿Por qué? Hay que reflexionar dónde hunde sus raíces la invocada libertad que sirve de tropiezo a los débiles, la intocable solidaridad que contrasta con el amor egoista a la propia cultura, la generosa tolerancia que llega a convivir con el pecado y el mal. ¿No cabe la posibilidad de esconder tras la apariencia de bien intereses inconfesables?


 

 

2. La diversidad, una oportunidad y un reto. Nunca como hoy ha habido una conciencia tan profunda y extensa de la pluralidad y la diversidad entre los hombres. Y no sólo con respecto a lo que podríamos llamar macrodiversidad, sino a la diversidad de las tradiciones locales, al pluralismo lingüístico comarcal, a la diversidad de etnias a las que antes ni siquiera se tomaba en consideración. Esta diversidad, amplificada por los MCS, es, a veces, origen de conflictos de todo tipo. Aquí entraría también la situación plural de los cristianos. Lo de "un solo rebaño y un solo pastor" habría que entenderlo mejor desde la expresión "una casa común" donde todos trabajemos unidos para construir el Reino. El crecimiento de la pluralidad ¿no debería estimular cada vez más las decisiones propias y las actitudes de tolerancia y de diálogo? ¿No exigiría todo esto una reflexión y un discernimiento a nivel personal? ¿No puede darse el peligro de lo híbrido y lo confuso también a nivel de fe? ¿Cómo se sitúa la iglesia en ese contexto? ¿Y la Congregación?


 

 

3. Decir "disiento" no es suficiente. Estamos hablando de manifestar pública desafección con los que ejercen legítimamente el carisma de la presidencia de la comunidad cristiana, cualquiera que sea. Ante la tendencia de toda institución a uniformar está el derecho, y aun el deber, de disentir y protestar. No obstante, hay que mantener la afirmación de que sin una "cordial" adscripción a la Iglesia tal cual es no parece posible ejercer en ella decorosamente el servicio de la fe. Y es que la legítima pluralidad en lo secundario ofusca, a veces, la necesaria unidad en lo esencial. La consecuencia es clara: nace "el gran obstáculo para la evangelización" y surgen los ensayos desesperados que desnaturalizan la palabra del Evangelio, debilitan la unidad de la Iglesia y aumentan todavía más las dificultades de la evangelización. ¿Crees que hay margen en la iglesia para disentir? ¿Es mayor o menor que en otras instituciones como los partidos políticos, las asociaciones, las empresas, etc.? ¿Pensamos en nuestra propia institución?


 

 

4. Rebeldes con causa. La imagen de "superman" en una silla de ruedas es la imagen de la impotencia, una imagen que nos obliga a preguntarnos sobre el origen y el destino de la fortaleza. Cuántas veces ante la desgracia no nos hemos preguntado: ¿por qué al otro sí y a mi no? o ¿por qué a mi sí y al otro no? La escena del planetario de la película "Rebeldes sin causa" en la que el profesor se imagina la explosión de la tierra como un acontecimiento intrascendente en la magnitud del universo, redimensionando así los problemas cotidianos de los jóvenes acomodados de una pequeña ciudad estadounidense (amor, odio, aburrimiento, soledad...), es todo un símbolo. ¿Cómo asume el hombre de hoy la experiencia de impotencia ante tantos elementos y sucesos con los que se encuentra durante su vida? ¿No te parece que es aceptando la propia debilidad como se manifiesta que la fe se funda en el poder de Dios?




 

 

CLAVE EXISTENCIAL


 

 

1. ¿Se ha cerrado (fijado) en la congregación el carisma o sigue abierto? La realidad cambia y también el modo de afrontar la praxis misionera y aún el mismo estilo de vida. ¿Añoras tiempos pasados? ¿Te suena mejor dirección espiritual o acompañamiento?, ¿examen particular o proyecto personal?, ¿orden doméstico o proyecto comunitario?, ¿obediencia o responsabilidad compartida?


 

 

2. También existen los "débiles" en nuestras comunidades. ¿Eres igual de sensible ante los hermanos débiles como lo eres ante la debilidad del hombre en general? ¿Tu propia debilidad te impide ver la de los demás? ¿Calculas los efectos de tus acciones teniendo en cuenta la capacidad espiritual y moral de los hermanos?


 

 

3. Aunque no practiques la "itinerancia material" en tu ministerio ¿practicas las virtudes propias de la itinerancia como son la disponibilidad, en sentido de catolicidad, etc...? ¿Son un impedimento para la itinerancia la vinculación familiar, el amor a la patria y la propia cultura, la implicación en partidos políticos...?


 

 

4. ¿Sabes adaptarte al ritmo de los más lentos y débiles? ¿No resulta a veces paternal la opción por el débil? ¿Cómo la concibes? ¿No resulta más efectivo ser débil con el débil que ayudarle con tu fortaleza? La edad, la educación, el temperamento ¿no tienen nada que ver con la debilidad y la fortaleza?





 

 

ENCUENTRO COMUNITARIO


 

 

1. Oración o canto inicial.


 

 

2. Lectura de la Palabra de Dios: 1Co 12, 12-27


 

 

3. Diálogo sobre el TEMA II en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).


 

 

4. Oración de acción de gracias o de intercesión.


 

 

5. Canto final

 

 

TEMA 2: LA ATENCIÓN AL DÉBIL



 

 

TEXTO: PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS



 

 

CLAVE BÍBLICA


 

 

1. NIVEL HISTÓRICO


 

 

La comunidad cristiana de Corinto es la que mejor conocemos de la época neotestamentaria. La correspondencia de Pablo con esta iglesia fue abundante, y constituye un documento histórico de primera categoría acerca de los problemas de crecimiento de una nueva célula cristiana. No nos quedan datos estadísticos, pero el conjunto de la documentación apunta a que en Corinto se formó una iglesia relativamente numerosa (cf.Hch 18,10) y de gran vitalidad (cf.1Co 12,28-30). Quizá debamos buenos filones de teología cristiana a las inquietudes, inciativas, desórdenes y excesos de la comunidad de Corinto, fenómenos que ofrecieron a Pablo la ocasión para reflexionar sobre la fe y extraer en cada caso las orientaciones comunitarias oportunas.


 

 

1.1. El Corinto del primer siglo


 

 

En tiempos de Pablo Corinto era la ciudad más importante de la antigua Hélade. A Atenas sólo le quedaban viejas glorias sin dignos continuadores del pensamiento de antaño.


 

 

La antigua Corinto había sido destruída por los romanos en el año 146 antes de Cristo y tardó un siglo largo en ser refundada. En el 29 antes de Cristo se convirtió en residencia del procónsul, en capital, por tanto, de la provincia senatorial de Acaya. Era una ciudad cosmopolita, "de acarreo", cruce de las culturas oriental y occidental, emporio comercial (con sus dos activos puertos de Lekeo y Cencres), centro militar, etc.


 

 

En lo religioso todo favorece un creciente sincretismo. La diosa Afrodita, a la que se erigió un gran templo sobre la peña del Acrocorinto, asumió una serie de rasgos de la diosa fenicia Astarté. En su templo, según Estrabón, llegaron a estar en activo más de 1.OOO prostitutas sagradas.


 

 

Tratándose de un gran emporio comercial, no podía estar ausente la diáspora judía. Hch 18,8.17 menciona a los arquisinagogos Cripo y Sóstenes, que podrían ser o bien uno sucesor de otro, o bien jefes de dos sinagogas distintas, lo que supondría una comunidad judía numerosa.


 

 

1.2. Fundación de la comunidad cristiana


 

 

1.2.1. Datación


 

 

El "conflicto de Antioquía" (Ga 2,11-15) debió de tener lugar al comienzo del año 49. Es el momento en que Pablo emprende su camino misionero propio hacia Europa, acompañado de Silas (Hch 15,40); pronto se les unirá Timoteo (Hch 16,3). Los tres atraviesan el Asia Menor, navegan hasta Europa, evangelizan Macedonia (Filipos, Tesalónica y Berea) y pasan también algún tiempo en Atenas ( Hch 17,15); desde allí Pablo envía a sus colaboradores en visita rápida a Tesalónica y Filipos (1Ts 3,1s.;Hch 18,5), mientras él abandona Atenas y pasa a Corinto (Hch 18,1).


 

 

En Corinto se encuentra Pablo con el matrimonio judeo-cristiano Aquila y Prisca (o Priscila), que acaban de llegar de Roma debido a la expulsión de los judíos por Claudio. Este detalle, bien conocido por la historia profana, se viene datando el año 49 (la reciente propuesta de algunos exégetas de retrotraerlo al año 41 no ha tenido éxito). El otoño-invierno del 49 es la fecha apropiada para la llegada de Pablo a Corinto.


 

 

Según Hch 18,11 la estancia de Pablo en Corinto duró año y medio. Y, hacia el final de dicha estancia, tuvo que comparecer ante el tribunal del procónsul Galión, cuyo mandato se viene datando de junio del 51 a mayo del 52 (con menos probabilidad, de junio del 52 a mayo del 53). La comparecencia de Pablo ante Galión debió de ser al comienzo de su mandato.


 

 

1.2.2. Los evangelizadores


 

 

Pablo no es el primer cristiano que llega a Corinto; le precedieron Aquila y Priscila. El texto de Hch no dice que este matrimonio fuera ya convertido, quizá para hacer de Pablo el primer cristiano que pise Acaya; pero tampoco dice que Pablo haya evangelizado o bautizado a esta pareja, que tan últil le ha de ser en su iglesia de Efeso.


 

 

En cambio, Pablo deja muy claro que él es el primer evangelizador de Corinto: "hasta vosotros hemos llegado con el evangelio de Cristo" (2Co 10,14); y cuando aparezcan competidores afirmará decididamente: ”aunque hayáis tenido diezmil pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He sido yo quien, por el evangelio, os engendré en Cristo Jesús" (1Co 4,15).


 

 

Pero a Pablo le gusta trabajar en equipo, a pesar, probablemente, de poseer un carácter duro que hace difícil permanecer mucho tiempo en su compañía y colaboración (cf. Flp 2,20-22). Reconoce explícitamente que la evangelización de Corinto no es obra exclusivamente suya, sino también de Silvano y Timoteo (2Co 1,19). Es probable que ya en esta primera fase le hayan ayudado también Aquila y Priscila, futuros presidentes de comunidad doméstica (1Co 16,19), y a quienes en Rm 16,3 llama "mis colaboradores". Ciertamente Pablo no realiza personalmente todo lo requerido para establecer la iglesia; dirá expresamente que él no bautiza más que excepcionalmente (1Co 1,14-17).


 

 

1.2.3. Las "primicias" de la comunidad


 

 

Entre los primeros convertidos figura el arquisinagogo Crispo (Hch 18,8; 1Co 1,14ss.) y, sobre todo, Estéfanas con su familia, "primicias de Acaya", al igual que Crispo bautizado personalmente por Pablo, y cuya casa debió de ser lugar de reunión de un significativo grupo cristiano de Corinto (1Co 16,15). Junto con ellos debieron significar mucho Fortunato y Acaico (1Co 16,17) y, todavía más, Gayo, otro de los bautizados por Pablo, en cuya casa se reúne toda la iglesia y en la cual se hospedará el apóstol durante su última estancia en Corinto (Rm 16,23).


 

 

Estas personas van a desempeñar ministerios en la comunidad. Pablo no tiene todavía denominaciones técnicas para ellos, pero afirma que están "al servicio de los santos" y que "trabajan y se afanan"; por lo cual a la comunidad se le pide "sumisión" a ellos (1Co 16,15s.). Algunos de ellos parecen ser los representantes oficiales de la comunidad ante el apóstol (1Co 16,17), los que le llevan noticias, quizá le presentan problemas y reciben de Pablo nuevas orientaciones, o incluso cartas, para la buena marcha del grupo.


 

 

Algún miembro de la comunidad puede haberse incorporado a la obra misionera de Pablo; sería el caso del antiguo arquisinagogo Sóstenes (Hch 18,17), si -como es lo más probable- coincide con el corremitente de 1Co 1,1, que ahora acompaña al apóstol en Efeso.


 

 

1.2.4. Extracción social y religiosa de la comunidad


 

 

La iglesia de Corinto es mayoritariamente paganocristiana: "cuando érais gentiles os dejábais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos" (1Co 12,2). Muchos de estos paganocristianos conservan sus antiguas relaciones sociales con el paganismo, pueden ser invitados a fiestas y banquetes paganos (1Co 10,27), a veces con riesgo de revivir su pasado religioso (1Co 8,7). Quizá algunos de estos cristianos han frecuentado -y pueden ser tentados a seguir frecuentando- el prostíbulo del templo de Afrodita (1Co 6,15.18). El cristianismo supone para ellos una gran novedad moral.


 

 

Pero en Corinto hay también un grupo significativo de judeocristianos. Para ellos valen las lecciones del Exodo (1Co 10,1-14), quizá fueron ellos los que suscitaron las cuestiones alimenticias (1Co 8,10), y entre ellos pudo tener éxito una predicación cristiana de corte judeo-petrino (cf. 1Co 1,12; 2Co 11,21ss.).


 

 

En lo socioeconómico, Corinto es también una comunidad variada. Frecuentemente se ha leído unilateralmente 1Co 1,26s.: "Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados. No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien...". Junto a este texto hay que leer lo referente a las desigualdades sociales en la celebración de la cena, en la cual los que tienen avergüenzan a los que no tienen (1Co 11,22).


 

 

Es ilustrativo el hecho de que hay cristianos que poseen casas amplias, capaces para acoger a un grupo o incluso a toda la iglesia de la ciudad (cf. Rm 16,23); otros emprenden viajes, no sabemos si comerciales o de otra índole (1Co 1,11); un miembro de la iglesia, de nombre Erasto, es el "tesorero de la ciudad" (Rm 16,23). Por todo ello debe afirmarse que, en la comunidad cristiana de Corinto, quizá con cierta prevalencia de la clase humilde, están representados todos los estratos de aquella sociedad (G.Theissen).


 

 

1.3. Desarrollo posterior de la comunidad


 

 

Para seguir este desarrollo no tenemos otra fuente histórica que nuestras cartas a los Corintios, cartas indiscutiblemente amalgamadas, es decir, formadas a partir de numerosos escritos, que no se han unido por orden cronológico, sino temático. El trabajo de "desmonte" conduce a resultados probables, nunca indiscutibles; y en él la crítica literaria y la crítica histórica son inseparables.


 

 

1.3.1. Escándalos en la comunidad y reacción de Pablo ("carta previa")


 

 

En 1Co 5,9 se nos informa de que ya se les dirigió otra carta, que convencionalmente designamos como "previa" y cuyo contenido abarcaba entre otras cosas, la prohibición de juntarse con los impuros. Se trata de una carta que debió de responder a una serie de rumores (1Co 5,1: "se oye hablar de que..."; 11,18: "ante todo oigo que..."; 15,12: "¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que ...?"), que desde Corinto llegaron a Pablo, que ahora está en Efeso; su tono debió de ser más bien rigorista.


 

 

Muy probablemente se nos han conservado amplios pasajes de ese escrito en 2Co 6,14-7,1 (no unirse en yunta desigual con los genti­les) -bloque actualmente muy desplazado, que no cuadra en su contexto, y que algunos, sin fundamento suficiente, consideran no paulino-; 1Co 5,1-8 (expulsar de la comunidad al incestuoso); 6,1-11 (no someterse al juicio de los paganos); 10,1-22 (evitar cuanto comporte riesgo de retorno a la idolatría); 11,2-34 (contra los desórdenes en la celebración litúrgica); 15,1-58 (contra los que no admiten la resurrección); y quizá 16,5-11 (noticias personales, típicas de despedida).


 

 

1.3.2. Carta de Corinto a Pablo: desorientados


El rigorismo de Pablo parece haber desorientado a la comunidad en algunos puntos; concretamente, ¿cómo vivir separados de los impuros en una sociedad donde tanto abunda el desenfreno moral? O ¿cómo solucionar los pleitos sin recurrir a tribunales paganos, cuando no existen otros tribunales?. O ¿cómo evitar comer carne consagrada a los ídolos si uno es invitado a casa de sus parientes que siguen siendo paganos?


 

 

Ello obliga a los corintios a presentar a Pablo una serie de consultas, esta vez por escrito (1Co 7,1), quizá acompañadas de explicaciones y noticias que añaden los posibles portadores de la carta: Estéfanas, Fortunato y Acaico (1Co 16,17).


 

 

1.3.3. Carta "respuesta" de Pablo (acerca de...)


 

 

La carta y noticias que Pablo recibe de Corinto le llevan a dirigir una amplia carta a la comunidad, en la que va recorriendo punto por punto los problemas que se le presentan y aclarando los malentendidos causados por la carta anterior. Más seguro de la buena marcha de la comunidad, gracias a las buenas noticias que le traen sus delegados (1Co 16,17s.), Pablo adopta ahora actitudes menos rígidas y estrechas.


 

 

Comienza aludiendo a su escrito anterior: 1Co 5,9-13; añade nuevas indicaciones sobre la castidad (6,12-20) y responde a consultas sobre matrimonio y virginidad (7,1-40), sobre la carne inmolada a los ídolos (8-9; 10,23-11,1), sobre los carismas y su uso (12,1-31a; 14,1c-40); sobre el modo de realizar la colecta (16,1-4); y finalmente sobre Apolo, que fue muy útil a la comunidad de Corinto (Hch 18,27) y ahora parece negarse a visitarla (1Co 16,12). Añade, como de costum­bre, unos breves consejos y los saludos personales y general (16,13-24).


1.3.4. Entromisión de nuevos "pedagogos", cuya actuación causa disensiones


 

 

Una familia de Corinto viaja a Efeso y comunica a Pablo que en la comunidad hay demasiados grupúsculos, cada uno de los cuales se gloría (1Co 3,21) del respectivo evangelizador. 1Co 1,12 da a entender que se trata de los partidarios de Pablo, de Apolo, de Cefas (¿habrán llegado ya predicadores de corte petrino?) y de Cristo (¿añadidura redaccional, o referencia a un grupo que renuncia a mediaciones?).


 

 

Pero en 1Co 4,6 Pablo nos dice que "lo ha disfrazado de Apolo y de sí mismo", es decir, que él y Apolo son ejemplos hipotéticos, no descripción de la realidad (quizá para no poner en evidencia a los culpables); por ello no podemos caracterizar con certeza ni a los grupos ni a sus líderes. Lo único que Pablo deja claro es que el fundador y "padre" de la comunidad es él y ningún otro (4,15); pero se opone decididamente a que le "den culto" (1,13; 3,5). Les dirige una enérgica carta, que se nos ha conservado, al menos parcialmente, en 1Co 1-4.


 

 

Todos los avatares mencionados y la redacción de las correspondientes cartas debieron de tener lugar en los años 52-53.



 

 

2. NIVEL LITERARIO


 

 

2.1. El género literario de 1Cor


 

 

Nos encontramos ante el escrito que podemos títular "de índole estrictamente pastoral". En él se recorren uno por uno lo que pueden ser los problemas de la comunidad, se los ilumina con doctrina teológica y se les ofrecen soluciones prácticas. A veces, despectivamente, se ha llamado a 1Co la "carta práctica"; pero esa comprensión es unilateral y superficial; hay en ella una gran riqueza doctrinal que sustenta las soluciones operativas que se proponen.


 

 

En este escrito se perciben diversos estados de ánimo del apóstol para con su grupo, según el tema o las circunstancias. Hay momentos de indignación (1,13; 5,3ss.), de gran seriedad al dar las advertencias (4,21; 11,22; 10,22) y también espacios para manifestaciones de cariño y familiaridad (16,7.17s.).


 

 

2.2. Material previo incorporado


 

 

A lo largo del escrito encontramos varias citas del patrimonio común de la iglesia. Así el fragmento de kérigma de 1Co 15,3-7 (muerte, sepultura, resurrección y apariciones del Señor), y la antigua tradición sobre la última cena (11,23-26) en términos muy cercanos a los sinópticos; en ambos casos Pablo emplea las palabras técnicas de la tradición: "recibí" y "transmití". Sin esa introducción, encontramos una posible fórmula bautismal en 1Co 8,6: "no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y para el cual somos nosotros".


 

 

Encontramos, además, varias citas de dichos de Corinto, con los que Pablo empalma para dar sus orientaciones. Es el caso de "Yo de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas" (1,12), "todo me es lícito" (6,12; 10,23); "la comida para el vientre y el vientre para la comida" (6,­13). Muy probablemente un dicho de los varones de Corinto, que Pablo se apresura a corregir, es el de 14,34: "las mujeres cállense en las asambleas, que no les está permitido...". Igualmente parecen ser material previamente elaborado las listas de pecados de 5,11; 6,9s. Su origen puede buscarse tanto en la filosofía estoica como en el judaísmo.


 

 

Finalmente, con gran probabilidad, encontramos en 1,18 - 3,20 una homilía judeohelenista que Pablo utiliza, con diversas interpolaciones de tipo histórico-actualizador, para refutar un excesivo aprecio de la sabiduría humana y la soberbia de quienes en la comunidad se sienten "espirituales" y superiores a los demás.


 

 

2.3. Un escrito con tensiones y fisuras


 

 

Hemos indicado en el nivel histórico que 1Co es una amalgama de diversos escritos; éstos han sido unidos con criterio temático, pero, dada su originaria diversidad de situaciones, la redacción actual no ha podido eliminar todos los desniveles y asperezas. Así el problema de las divisiones en la comunidad recibe distinto tratamiento en 1Co 1-4 y en 11,18s. En relación con las carnes inmoladas hay rigidez en 1Co 10,1-22 y flexibilidad en 8,1-13 y 10,23-33.


 

 

El tema de los carismas y su uso tiene una gran coherencia si 12,31a continúa en 14,1c. Actualmente está interrumpido por una pieza extraña, el himno a la caridad del cap.13, pieza ciertamente bellísima, pero muy poco paulina; en la teología de Pablo la caridad no es superior a la fe, sino fruto y, en cierto modo, elemento constitutivo de la misma: el hombre es capaz de amar (caridad) porque ha acogido (fe) la acción amorosa y salvífica de Dios y ha sido transformado por ella. Y ni la fe ni el amor pueden entrar en la lista de los carismas. Se trata de una pieza tradicional incluída aquí por el redactor-recopilador.


 

 

La noticia de la ida de Timoteo y de Pablo a Corinto está repetida. En 4,17-19 se contempla dicha visita como algo muy próximo; en cambio, en 16,5.10, como algo aún lejano y, por lo que respecta a Timoteo, incierto.


El tema de la mujer en la iglesia se trata pacíficamente en 11,5, dando por supuesto que ésta puede dirigir la oración y profetizar. En cambio, en 14,34s., Pablo tercia en una discusión con los varones que se creen que sólo a ellos ha llegado la palabra de Dios (cf. v.36). Todas estas observaciones nos confirman en lo dicho a nivel histórico: 1Co (y también 2Cor) ha nacido paulatinamente, al ritmo del crecimiento de la comunidad y en respuesta a sus problemas.

 

 

2.4. La redacción final: sucesión ordenada de los temas


 

 

Pasado un cierto tiempo después de la muerte de Pablo, al realizarse el intercambio de sus cartas entre las diversas comunidades, en bastantes casos se forman piezas mayores a partir de escritos que ya son viejos en lo coyuntural, pero válidos en lo doctrinal. 1Co es un ejemplo de este procedimiento.


 

 

a) El redactor o recopilador ha dejado prácticamente intacta la carta sobre la unidad y la ha colocado al principio (1-4).


b) A continuación ha juntado todo lo referente a castidad e impureza, virginidad y matrimonio (5-8), bloque en el que ha quedado el pasaje sobre los procesos ante tribunales paganos (6,1-11) por estar originariamente unido a la invectiva contra el incestuoso (5,1-8) y por la palabra grapa "juzgar" (5,13 y 6,1).


c) En tercer lugar ha unido todo lo que trata de las carnes inmoladas y la participación en banquetes paganos(8-10).


d) El tema del culto cristiano (11), por semejanza, lo ha yuxtapuesto al tratado sobre los carismas (cap.12 y 14), tratado en el que ha insertado el himno a la caridad (cap.13).


 

 

e) Hacia el final del escrito ha colocado el amplio tratado sobre la resurrección (cap.15).


 

 

f) Finalmente, las indicaciones sobre la realización de la colecta y sobre la posible ida de Timoteo, debido a su brevedad, las ha entremezclado con los lacónicos consejos y noticias personales típicos de las despedidas (cap.16).


 

 

En este proceso redaccional, no podemos saber por qué motivo, quedó fuera el pasaje de 2Co 6,14-7,1, que habría tenido su lugar natural en nuestro cap.5. Posteriormente, al coleccionar todos los escritos paulinos, 1Co debió de quedar a la cabeza y fue seguramente entonces cuando recibió la dedicatoria universal: "a cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro" (1Co 1,2).


 

 

En cuanto a la fecha de recopilación, sólo tenemos certeza sobre el "términus ad quem"; Clemente Romano, por el año 95/96, parece conocer una única carta de Pablo a Corinto, que coincide con nuestra 1Cor.



 

 

3. NIVEL TEOLÓGICO


 

 

3.1. Una vigorosa eclesiología


 

 

La principal aportación teológica de 1Co es su eclesiología. Se explica desde la progresiva formación de este escrito al ritmo de los problemas comunitarios. Frente a una serie de perplejidades o deficiencias en el actuar, Pablo recuerda constantemente al grupo su categoría ontológica, que no puede ser desmentida desde lo ético.


 

 

3.1.1. "Los santificados en Cristo Jesús" (1,2)


 

 

Esta es la aposición a la expresión "iglesia de Dios que está en Corinto". Para Pablo los cristianos son simplemente los agraciados de la acción redentora, los rescatados de este mundo viejo. Este contraste se expresa en la contraposición entre aquellos que "no heredarán el Reino de Dios" (6,9), grupo al que en otro tiempo pertenencieron algunos corintios (6,11), y las criaturas nuevas que forman la comunidad, los que han sido "lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (ib.), o "comprados a un gran precio" (6,20).


 

 

De ahí la "valía" de la comunidad de creyentes, su "superioridad" teológica respecta al resto del mundo, a los no redimidos, "a los que la iglesia tiene en nada" (6,4). Pablo recuerda constantemente a los corintios su dignidad, con la que no pueden hacer cualquier cosa (6,15). Sería absurdo que el mundo nuevo se sometiese al mundo viejo (6,1s.) o simplemente se diluyese en él (2Co 6,14ss.). Y exige que esa novedad ontológica se manifieste en la conducta cotidiana.


 

 

3.1.2. "Sois santuario de Dios" (3,16)


 

 

Una rica intuición veterotestamentaria llamaba ya "tienda de David" (Am 9,11; cf.Hch 15,16) al pueblo elegido; tienda que se esperaba habría de ser restaurada o completada con la afluencia de los gentiles. Ahora Pablo, una vez que los paganos han escuchado su predicación y se han convertido al Señor, puede dar por realizada la profecía. En las tres cartas que hemos supuesto que están a la base de 1Co va a designar a la iglesia como templo.


 

 

En 2Co 6,16 (parte de la "carta previa"), criticando una relación estrecha y peligrosa entre cristianos y paganos, se pregunta: "¿qué conformidad puede haber entre el santuario de Dios y el de los ídolos? Porque nosotros somos santuario de Dios vivo". En cierto modo, la visión profética de la ciudad santa en la que no hace falta templo (Ap 21,22) porque Dios es su templo, o la repetida profecía veterotestamentaria de que Dios "habitará en medio de ellos", Pablo las manifiesta como realizadas en la comunidad cristiana.


 

 

En la "carta respuesta", haciendo frente a los riesgos o pecados reales de libertinismo sexual, Pablo vuelve a recordar, esta vez de manera más individualizada: "¿no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo que está en vosotros y habéis recibido de Dios?"(6,19). La comunidad constituye un santuario que no debe ser profanado ni por los pecados personales ni por admitir en él a "cristianos de nombre" (cf.5,11) que en realidad siguen viviendo en la impureza, avaricia, idolatría, etc.


 

 

Todavía vuelve sobre la misma expresión a propósito de las divisiones en la comunidad, sobre las que le ha informado la familia de Cloe. Dividir la comunidad equivale a destruir el templo de Dios, y quien tenga tal osadía no escapará al castigo."¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá, porque el santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese santuario" (3,16s.).


 

 

En consonancia con esto, Pablo se define a sí mismo "como buen arquitecto (que) puso el cimiento" (3,10), metáfora que une a la de la plantación (3,6), haciendo eco quizá a la vocación de Jeremías, autorizado "para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar" (Jr 1,10). En un texto poco posterior, Pablo hablará expresamente de "el poder que me otorgó el Señor para edificar y no para destruir" (2Co 10,8; 13,10).


 

 

En la iglesia se vive, por tanto, la paradoja de ser el lugar de la habitación de la gloria de Dios y, al mismo tiempo, del dolor de alumbramiento y de las crisis de crecimiento, en las que el pecado está al acecho y hasta puede devorar a algunos.


 

 

3.1.3. "Vosotros sois el cuerpo de Cristo" (12,27)


 

 

El tema no es exclusivo de 1Cor, pero ésta es la carta paulina en la que tiene mayor relieve. Es una concepción teológica personalísima de Pablo, que guarda una cierta analogía con la alegoría de la vid y los sarmientos (Jn 15,1-8). El deuteropaulinismo (Ef y Col) llevará adelante la intuición, pero con alguna transformación notable. Allí ya Cristo se diferencia y casi se separa de la iglesia: él es la cabeza y ella el cuerpo.


 

 

a) Una antigua metáfora social

 

 

Mucho antes que Pablo, el mundo grecorromano había comparado ya a la sociedad o la polis con un cuerpo, en el que todos los miembros viven en interdependencia y ninguno puede ser tildado de estar ocioso. Cada individuo de esa sociedad tendría en ella una función que redun­daría en el bien de los demás, y, a su vez, se vería favorecido por la prestación de los otros (ver Doc. Aux. 2.).


 

 

Pablo depende muy probablemente de ese viejo símil, especialmente en 1Co 12, pero lo usa con gran originalidad. Ante todo, él no establece una simple comparación, sino una verdadera identidad entre la iglesia y el Cristo glorioso que se autodespliega en la historia; y, en segundo lugar, la fábula clásica tenía la finalidad de demostrar la unidad, mientras que en Pablo ésta es evidente y lo que hay que demostrar es la multiplicidad a pesar de la unidad orgánica.


 

 

b) La sacramentología como fundamento

 

 

Probablemente Pablo nunca habría llegado a afirmar tal identidad entre Cristo y la iglesia si no fuese por su original concepción de los sacramentos. En la carta a los Gálatas, no muy distante cronológicamente de 1Cor, Pablo afirma que quien se bautiza en Cristo se reviste de él, y que por lo mismo, todos los que se han bautizado en Cristo han dejado atrás sus antiguas diferencias y son "uno en Cristo" (Ga 3,28). Probablemente para el apóstol el verbo "bautizarse" no ha perdido del todo su sentido profano de sumergirse o bucear, y entiende a Cristo como un "espacio imaginario" en el que cada creyente se ha introducido. Por lo demás, "revestirse" tiene en el texto citado un sentido existencial muy fuerte: es hacer de Cristo el "nuevo modo de ser" del cristiano; en 1Co 15,53s.se nos dirá que lo mortal debe revestirse de inmortalidad y lo corruptible de incorruptibilidad; se trata de un cambio radical.


 

 

En Rm 6,1-11 Pablo entiende que el bautismo somete a los cristianos a un proceso de muerte-resurrección análogo al que ha tenido lugar en Cristo. Es, por ello, normal que más adelante (Rm 13,14) les exija que se "revistan del Señor Jesucristo" (cf. Ef 4,24: "revestíos del hombre nuevo").


1Co 12,13 hace referencia a los sacramentos como fundamento de la unidad eclesial, y al verbo "bautizarse" le pone un complemento de dirección: "a un solo cuerpo" (el de Cristo) o "para formar un solo cuerpo". Y añade haber "bebido todos un mismo Espíritu" (referencia posible al agua bautismal o al vino eucarístico). Ambas cosas son la explicación de la identidad entre Cristo y la iglesia.


 

 

Al sacramento eucarístico hace referencia inconfundible en 1Co 10,16s., donde saca inmediatamente la consecuencia del hecho de que los muchos coman de un mismo pan y beban de un mismo cáliz: "porque el pan es uno, todos somos un solo cuerpo, pues todos participamos de un único pan". A ambos sacramentos puede referirse en 1Co 6,17 al hablar de "el que se une al Señor", unión que se convierte en íntima comunión: "se hace un solo espíritu con él". Esta alternancia terminológica cuerpo/espíritu nos remite claramente al Señor glorioso, evitando toda concepción demasiado crasa de la expresión "cuerpo de Cristo".


 

 

Quizá por esa concepción sacramental como raíz de la pertenencia, niega tajantemente (1Co 1,13) que algún corintio se haya bautizado en el nombre de Pablo, e incluso se alegra de no haberlos bautizado él, para así cortar de raíz todo malentendido.


 

 

c) Miembros de Cristo y miembros unos de otros

 

 

Las bases han quedado firmes: el bautizado y partícipe de la eucaristía ya no se pertenece (1Co 6,19). La expresión "en Cristo" para designar la vida del creyente ha adquirido todo su espesor. A la desavenida iglesia de Corinto Pablo no la interpela desde el absurdo de una iglesia dividida, sino desde el aún mayor absurdo de "Cristo dividido" (1,13). La expresión de que un cuerpo se compone necesaria­mente de muchos miembros Pablo no la aplica a la comunidad eclesial, sino a Cristo mismo (12,12); está claro que para él iglesia y Cristo son términos intercambiables. Por si quedase alguna duda, después de parafrasear el apólogo clásico de la sociedad como cuerpo, concluye taxativamente: "vosotros sois el cuerpo de Cristo".


 

 

De esta doctrina se van a extraer múltiples consecuencias, tanto para la vida del creyente individual como para las relaciones eclesiales. El cristiano tiene que mirar por su cuerpo, que ya pertenece al Señor, y no puede realizar el sacrilegio de convertirlo en miembro de una meretriz (6,15). Le toca igualmente comulgar con los sentimientos de sus hermanos, ya que "si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado todos los demás toman parte en su gozo" (12,26). El uso de los carismas no puede ser asunto de lucimiento personal, sino una acción de servicio a los hermanos, miembros de un mismo cuerpo; ha de ser "para provecho común" (12,7; 14,1-5). Y nadie en la iglesia puede menospreciar a nadie (12,21), pues todos son "miembros unos de otros" (12,27).


 

 

3.2. La fuerza en la debilidad


 

 

La propuesta cristiana choca con "lo que se lleva" en este mundo; por ello toda competitividad en la iglesia está fuera de lugar. El primer problema que aborda 1Co es el de las rivalidades, basadas quizá en la excesiva atención a la valía o minusvalía de los diversos maestros. El aprecio helenista por "la palabra y el conocimiento" comporta el riesgo de menospreciar la cruz de Cristo.


 

 

3.2.1. Cristo crucificado: extraña sabiduría de Dios


 

 

La gran llamada que Pablo dirige a los corintios tiene por objeto el "cambio de clave": Dios no ha querido realizar la salvación del mundo mediante poder o sabiduría, sino mediante la "estulticia" de la humillación de Cristo, de la cruz. Esta es una ciencia muy extraña, incomprensible para judíos y griegos, y solamente accesible a cristianos adultos, "perfectos"(2,6). Dios ha destruído la sabiduría de los sabios (1,19), y ha mostrado que "su debilidad es más fuerte que la fuerza de los hombres" (1,25).


 

 

3.2.2. La debilidad del apóstol-misionero


 

 

Es fundamental que el heraldo esté en consonancia con el mensaje. Por eso Pablo se presentó en Corinto "débil, tímido y tembloroso", y privado de los "persuasivos recursos de la sabiduría" (2,2s.). Parece que algunos corintios tomaron buena nota de ello y se lo reprocharon posteriormente: "la presencia del cuerpo es pobre, y la palabra despreciable" (2Co 10,10). Pero Pablo no se amilana por ello, sino más bien recibe una mayor autentificación personal de ser ministro del crucificado: "con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo" (2Co 12,9). En Corinto se sometió a una humillación a la que los griegos eran muy sensibles: el trabajo manual (2Co 11,7). Este estilo de abajamiento le permite afirmar que él posee la sabiduría de los perfectos, revelada por el Espíritu de Dios (1Co 2,10).


 

 

3.2.3. Los débiles en la comunidad


 

 

Aunque en ella estén presentes los diversos estratos sociales, es indudable que abunda más la clase baja: "lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios" (1,28). Y en la comunidad, para seguir "la lógica de Dios" se les debe una atención muy especial, como a los miembros del cuerpo "que nos parecen los más viles"(12,23).


 

 

Un caso particular de esta debilidad va a ser el referente a las comidas. En relación con ellas, la libertad es un gran valor; es bueno moverse sin escrúpulos, ya que "del Señor es la tierra y cuanto contiene" (10,26). Pero puede haber cristianos timoratos, debido a su antigua educación judía, rigorista en este punto, o con el riesgo de recaer en el paganismo recién abandonado. En tal caso, el fuerte, el que "tiene conocimiento", está obligado a procurar que su "libertad no sirva de tropiezo a los débiles" (8,9). Ya queda muy lejos el radicalismo intransigente del "conflicto de Antioquía" (Ga 2,11-15); ahora Pablo parece admitir que el pagano-cristiano renuncie a sus derechos en aras de la comunión con el judeo-cristiano. El mismo se presenta como modelo de quien prescinde de sus derechos por una causa superior (9,1-23).


 

 

Dentro de esta predilección por lo débil exige Pablo que en la asamblea cultual cristiana los ricos eviten cuanto pueda humillar a los pobres (11,22.33); lo contrario implicaría no comprender el verdadero significado del cuerpo (eclesial) del Señor (cf.11,29) y comulgar indignamente, por la contradicción entre el aprecio por el cuerpo eucarístico y el menosprecio por cuerpo comunitario. Y en la asamblea litúrgica se le concede a la mujer (miembro débil de la iglesia) que pueda ejercitar la profecía y dirigir la oración (11,5), eso sí, ateniéndose a la normativa de pudor de la época. En favor de la mujer que profetiza romperá Pablo una lanza, haciendo constar que la palabra de Dios no llega solamente a los varones (14,36).


 

 

3.3. La santidad cristiana en un mundo pecador


 

 

En este punto hay fuertes tensiones de pensamiento en los diversos momentos o niveles de la carta, como también entre lo teológico y lo pastoral. Ante todo, Pablo está convencido de la superioridad del mundo nuevo o nueva criatura que es el cristiano sobre el mundo viejo. Por ello le resulta absurdo que un cristiano entre en comunión o dependencia excesiva con un pagano; quizá incluso en un primer momento haya rechazado todo matrimonio mixto (2Co 6,14), pues equivaldría a juntar justicia e iniquidad, luz y tienieblas, Cristo y Belial, el templo de Dios con el de los ídolos.


 

 

No menos absurdo es que, en caso de litigio, los creyentes se sometan al veredicto judicial de los paganos, aquellos a quienes la iglesia (teológicamente) tiene en nada (1Co 6,4). Es someter el mundo nuevo al viejo.


 

 

El optimismo teológico radical lo manifiesta Pablo en un momento ulterior a propósito de los matrimonios mixtos existentes: el cónyuge creyente, por comunión o "contagio", santifica al no creyente (7,14); y los hijos de matrimonios cristianos son automáticamente "sanos"(ib). Lo "tocado" por el Espíritu del Resucitado es ya la presencia del mundo nuevo aquí, con su soberano señorío sobre el mal; por ello sería incluso de esperar que los que celebran dignamente la cena del Señor ya no muriesen ni enfermasen (11,30).


 

 

Pero Pablo sigue siendo un pastor realista, consciente de que su comunidad corintia está aún en pañales y expuesta a los malos efectos del escándalo. Por ello hay que evitar los escándalos a propósito de las comidas (8,9.11), y el que vive en público incesto debe ser apartado de la comunidad (5,2). Es bueno el perdón, la tolerancia, la acogida; pero hay situaciones pastorales delicadas que impiden la realización de lo ideal.


 

 

3.4. La fe cristiana asume y purifica las culturas


 

 

El misionero Pablo quiso ofrecer una gran novedad a los corintios: "el que está en Cristo es una nueva creación" (2Co 5,17), pero no pretendió privarlos de sus raíces culturales; es, más bien, el gran defensor de que el griego debe salvarse desde su ser griego, y cada uno desde la situación en que el Señór le encontró (1Co 7,17-24). Por esto Pablo adoptará el lenguaje corriente en Corinto y dará gracias a Dios porque en la comunidad hay palabra y conocimiento (1,5); él se alegra de que los creyentes sean creativos y cada uno lleve a la asamblea litúrgica "un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación"(14,26); sólo que esto requiere un orden.


 

 

Por principio el apóstol no les impide seguir acudiendo a antiguas fiestas paganas (10,27), sobre todo si tienen "conocimiento" para quitarles el valor religioso que les atribuyeron en otro tiempo (8,4s.).


 

 

Pero en el pasado de los corintios hay elementos que tienen que ser radicalmente corregidos. La pertenencia al Señor es incompatible con la práctica de la fornicación y prostitución en el templo de Afrodita (6,18), y el cuerpo del cristiano no es algo despreciable, destinado únicamente a digerir alimentos en esta vida, sino llamado a ser revestido de la gloria de Dios (6,13-14; cf. Flp 3,21).


 

 

El "espiritualismo" de la filosofía platónica dificulta a los griegos el reconocimiento de la resurrección como forma de salvación. Por eso algunos corintios afirman que "no hay resurrección de muertos" (15,12). Sin embargo la fe cristiana reconoce a este mundo la categoría de "materia de salvación". Lo corruptible se revestirá de incorruptibilidad y lo mortal de inmortalidad (15,53); así la creación de Dios no estará abocada al fracaso y a la destrucción. La esperanza cristiana enseña que Dios será todo en todo y a todo debe extenderse el señorío de Cristo (15,28). La fe cristiana proporciona una nueva visión del cosmos y una nueva actitud ante la historia.




 

 

DOCUMENTACIÓN AUXILIAR


 

 

1. LA MUJER EN LAS CARTAS PAULINAS


 

 

No se puede negar que Pablo esté condicionado en este punto por la tradición judía (cf.1Co 11,3). Más aún, es este transfondo el que permite percibir su salto de gigante. La afirmación categórica y fontal de Pablo es que el bautismo ha transformado por igual al varón y a la mujer (Ga 3,28), entre los cuales ya no hay diferencia significativa (se ha pretendido ver en 1Co 12,13 una especie de vuelta atrás en relación con Ga 3,28; pero habría que demostrar que 1Co sea posterior a Gal, lo que no es probable; en ambos casos Pablo ofrece ejemplos, no listas exhaustivas).


 

 

Es impresionante el número de mujeres que Pablo ha asociado a su tarea misionera y pastoral (cf.Rm 16,6.12.: "se han afanado, se han fatigado..."). En relación con Corinto, conocemos a la "diaconisa" Febe (Rm 16,1), y a Priscila con su marido Aquila (1Co 16,19); en relación con Efeso (¿?) a Junias con su marido Andrónico, llamados "apóstoles" (Rm 16,7); en Filipos trabajan Evodia y Síntique (Flp 4,2). Pero el pasaje más explícito es 1Co 11,5, en el que se reconoce sin reserva alguna que la mujer dirige la asamblea de la comunidad: "ora y profetiza".


 

 

El escándalo suele venir de 1Co 14,34:"las mujeres cállense en las asambleas, que no les está permitido tomar la palabra". Para evitar la contradicción con 11,5 los intérpretes vienen suponiendo que 14,34 es una interpolación de la época de la redacción, y bajo el influjo de 1Tm 2,12. Pero esta suposición no parece prestar atención a 14,36, texto que descalifica la postura antifeminista mencionada. Teniendo en cuenta este último texto, en el que se encuentra una severa corrección a los varones de Corinto (masculino: eis hymàs mónous), lo más probable es que el dicho de 14,34s. fuera un slogan que corría en la comunidad y al que Pablo se opone decididamente.


 

 

Es indudable, sin embargo, que la generación siguiente no va a conservar tal novedad. Ef 5,22-24 y 1Tm 2,12 manifiestan una lastimosa vuelta atrás. A medida que crece el número de creyentes, las asambleas se hacen más numerosas y complejas, y se adoptan formas miméticas de la administración de la polis griega.




 

 

2. LA SOCIEDAD COMO CUERPO


 

 

"Menenio Agripa... contó este apólogo: 'En el tiempo en que en el cuerpo humano no marchaban todas sus partes formando una unidad armónica como ahora, sino que cada miembro tenía sus propias ideas y su propio lenguaje, todas las partes restantes se indignaron de tener que proveer de todo al estómago a costa de sus propios cuidados, su esfuerzo y su función, mientras que el estómago, tan tranquilo allí en medio, no tenía otra cosa que hacer más que disfrutar de los placeres que se le proporcionaban; entonces se confabularon, de forma que la mano no llevase los alimentos a la boca, la boca los rechazase y los dientes no los masticasen. En su resentimiento, al pretender dominar al estómago por el hambre, los propios miembros y el cuerpo entero cayeron en un estado de extrema postración. Entonces comprendieron que tampoco la función del vientre era tan ociosa, que era alimentado tanto como él alimentaba, remitiendo a todas las partes del cuerpo esta sangre que nos da la vida y la fuerza, repartida por igual entre todas las venas después de elaborarla al digerir los alimentos'. Estableciendo entonces un paralelismo entre la rebelión interna del cuerpo y la reacción airada de la plebe en contra del senado, les hizo cambiar de actitud" (Tito Livio, Hist.de Roma, L.II,32,8-12).




 

 

3. LA ECONOMÍA DE PABLO


 

 

En Hch 18,3.5 se nos informa de que Pablo a su llegada a Corinto trabajó manualmente en el taller de Aquila y Priscila, pero, una vez que llegaron Silas y Timoteo de Macedonia, dejó dicho trabajo para dedicarse de lleno a la evangelización. Es indicio de que de Macedonia le trajeron dinero, cosa que Pablo mismo explica en 2Co 11,7ss.: "a otras iglesias despojé, recibiendo de ellas con qué vivir para serviros... los hermanos llegados de Macedonia remediaron mi necesidad". Pablo conoce el derecho de los misioneros cristianos a ser mantenidos por la comunidad evangelizada (cf.1Co 9,6-13), pero tanto en Tesalónica (1Tes 2,7.9) como en Corinto (2Co 11,9; 12,13) ha renunciado a ese derecho y ha preferido pasar por la humillación del trabajo manual. Según Hch 20,34 la misma conducta ha observado en Efeso.


 

 

Misioneros opositores de Pablo en Corinto han actuado de acuerdo con la consigna evangélica:"digno es el obrero de su salario" (Lc 10,7); cosa que Pablo ridiculiza: "soportáis que os esclavicen, que os devoren, que os roben, que se engrían, que os abofeteen" (2Co 11,20). En un escrito anterior ya había subrayado que no quiere identificarse con "la mayoría, que negocian con la Palabra de Dios" (2Co 2,17).


 

 

Pablo no ha querido practicar en medios urbanos griegos lo que era común en Palestina. Pero la presencia de misioneros que siguen el modelo palestinense le ha causado serios problemas. Algunos han interpretado esa "gratuidad" como signo de que no está seguro de ser apóstol (2Co 11,5.12; 12,11) o como astucia para explotarlos mejor al hacer la colecta para Jerusalén (2Co 12,16-18). Ha sido el caro precio que ha tenido que pagar "para que su libertad sea inequívoca, para que su desinterés sea indiscutible, y para que su mismo lugar social (su apariencia y su forma real de vida) testimonien el evangelio de Cristo crucificado" (R.Aguirre).


 

 

De modo excepcional, por inexplicables razones afectivas (Flp 1,8), Pablo ha aceptado dinero repetidas veces de la comunidad de Filipos (Flp 4,16; 2Co 11,9). Es una comunidad pobre (2Co 8,2), que no le quitará la libertad; cosa que sí podrían lograr algunos adinerados de Corinto.




 

 

CLAVE CLARETIANA


 

 

¡AY DE MÍ SI NO EVANGELIZARA!


 

 

El P. Fundador recoge esta expresión de 1Co 9,16 en el número 207 de la Aitobiografía, hablando del fin que se proponía con su actividad apostólica. En los números anteriores, en los que explicita dichos fines, afloran aquellos elementos que configuran su espíritu misionero: "Que Dios sea conocido, amado y servido por todos..." (Aut 202); "Me propongo impedir los pecados..." (Aut 203); "Predico al ver la multitud de almas que caen al infierno..." (Aut 205). Y nos dice, además, que no puede reposar al ver esas situaciones (Aut 211). La resonancia que encuentra el testimonio de Pablo en Claret es la que encuentra en el espíritu de todos aquellos que han sido llamados a la vida misionera, con expresiones diversas según las situaciones diversas y las distintas sensibilidades de los tiempos.


 

 

1Co nos abre, sin embargo, a otra dimensión muy importante: este ministerio se vive "en la debilidad". Se pide un cambio de clave (cf. 1Co 1,28). El misionero vive su vocación y lleva a cabo su misión dentro de la experiencia de una doble debilidad: la que proviene de sus propias limitaciones, y la que surge de la opción que ha hecho de situarse entre los pobres y los débiles porque así lo hizo Jesús. El mensaje de Pablo ha encontrado un fuerte eco en nuestra comunidad misionera. Podríamos releer, a la luz de 1Co, los números 24 ("el reino de Dios pertenece a los pobres") y el 44 ("el Señor se identificó con los pobres... nosotros queremos ser solidarios con ellos") de las Constituciones. Las opciones de misión de nuestra Congregación nos sitúan indiscutiblemente en esta línea (MCH 173-174; CPR 80; SP 10.2; 16.4).


 

 

¡Ay de mí si no evangelizara! Pero, desde una posición y con un estilo bien definidos.



 

 

CLAVE SITUACIONAL



 

 

1. Si no tengo caridad. Recorremos las calles de la vida enarbolando las pancartas de la tolerancia y la convivencia, pero la misma manifestación es, a veces, puro conflicto. Invocar la paz puede llevar consigo un irenismo larvado. Exaltar la igualdad puede ser el mejor modo de mantener las diferencias existentes. Proclamarse solidario es, a veces, la mejor manera de preservar el "status" individual. ¿Por qué? Hay que reflexionar dónde hunde sus raíces la invocada libertad que sirve de tropiezo a los débiles, la intocable solidaridad que contrasta con el amor egoista a la propia cultura, la generosa tolerancia que llega a convivir con el pecado y el mal. ¿No cabe la posibilidad de esconder tras la apariencia de bien intereses inconfesables?


 

 

2. La diversidad, una oportunidad y un reto. Nunca como hoy ha habido una conciencia tan profunda y extensa de la pluralidad y la diversidad entre los hombres. Y no sólo con respecto a lo que podríamos llamar macrodiversidad, sino a la diversidad de las tradiciones locales, al pluralismo lingüístico comarcal, a la diversidad de etnias a las que antes ni siquiera se tomaba en consideración. Esta diversidad, amplificada por los MCS, es, a veces, origen de conflictos de todo tipo. Aquí entraría también la situación plural de los cristianos. Lo de "un solo rebaño y un solo pastor" habría que entenderlo mejor desde la expresión "una casa común" donde todos trabajemos unidos para construir el Reino. El crecimiento de la pluralidad ¿no debería estimular cada vez más las decisiones propias y las actitudes de tolerancia y de diálogo? ¿No exigiría todo esto una reflexión y un discernimiento a nivel personal? ¿No puede darse el peligro de lo híbrido y lo confuso también a nivel de fe? ¿Cómo se sitúa la iglesia en ese contexto? ¿Y la Congregación?


 

 

3. Decir "disiento" no es suficiente. Estamos hablando de manifestar pública desafección con los que ejercen legítimamente el carisma de la presidencia de la comunidad cristiana, cualquiera que sea. Ante la tendencia de toda institución a uniformar está el derecho, y aun el deber, de disentir y protestar. No obstante, hay que mantener la afirmación de que sin una "cordial" adscripción a la Iglesia tal cual es no parece posible ejercer en ella decorosamente el servicio de la fe. Y es que la legítima pluralidad en lo secundario ofusca, a veces, la necesaria unidad en lo esencial. La consecuencia es clara: nace "el gran obstáculo para la evangelización" y surgen los ensayos desesperados que desnaturalizan la palabra del Evangelio, debilitan la unidad de la Iglesia y aumentan todavía más las dificultades de la evangelización. ¿Crees que hay margen en la iglesia para disentir? ¿Es mayor o menor que en otras instituciones como los partidos políticos, las asociaciones, las empresas, etc.? ¿Pensamos en nuestra propia institución?


 

 

4. Rebeldes con causa. La imagen de "superman" en una silla de ruedas es la imagen de la impotencia, una imagen que nos obliga a preguntarnos sobre el origen y el destino de la fortaleza. Cuántas veces ante la desgracia no nos hemos preguntado: ¿por qué al otro sí y a mi no? o ¿por qué a mi sí y al otro no? La escena del planetario de la película "Rebeldes sin causa" en la que el profesor se imagina la explosión de la tierra como un acontecimiento intrascendente en la magnitud del universo, redimensionando así los problemas cotidianos de los jóvenes acomodados de una pequeña ciudad estadounidense (amor, odio, aburrimiento, soledad...), es todo un símbolo. ¿Cómo asume el hombre de hoy la experiencia de impotencia ante tantos elementos y sucesos con los que se encuentra durante su vida? ¿No te parece que es aceptando la propia debilidad como se manifiesta que la fe se funda en el poder de Dios?




 

 

CLAVE EXISTENCIAL


 

 

1. ¿Se ha cerrado (fijado) en la congregación el carisma o sigue abierto? La realidad cambia y también el modo de afrontar la praxis misionera y aún el mismo estilo de vida. ¿Añoras tiempos pasados? ¿Te suena mejor dirección espiritual o acompañamiento?, ¿examen particular o proyecto personal?, ¿orden doméstico o proyecto comunitario?, ¿obediencia o responsabilidad compartida?


 

 

2. También existen los "débiles" en nuestras comunidades. ¿Eres igual de sensible ante los hermanos débiles como lo eres ante la debilidad del hombre en general? ¿Tu propia debilidad te impide ver la de los demás? ¿Calculas los efectos de tus acciones teniendo en cuenta la capacidad espiritual y moral de los hermanos?


 

 

3. Aunque no practiques la "itinerancia material" en tu ministerio ¿practicas las virtudes propias de la itinerancia como son la disponibilidad, en sentido de catolicidad, etc...? ¿Son un impedimento para la itinerancia la vinculación familiar, el amor a la patria y la propia cultura, la implicación en partidos políticos...?


 

 

4. ¿Sabes adaptarte al ritmo de los más lentos y débiles? ¿No resulta a veces paternal la opción por el débil? ¿Cómo la concibes? ¿No resulta más efectivo ser débil con el débil que ayudarle con tu fortaleza? La edad, la educación, el temperamento ¿no tienen nada que ver con la debilidad y la fortaleza?





 

 

ENCUENTRO COMUNITARIO


 

 

1. Oración o canto inicial.


 

 

2. Lectura de la Palabra de Dios: 1Co 12, 12-27


 

 

3. Diálogo sobre el TEMA II en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).


 

 

4. Oración de acción de gracias o de intercesión.


 

 

5. Canto final

 

 

TEMA 2: LA ATENCIÓN AL DÉBIL



 

 

TEXTO: PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS



 

 

CLAVE BÍBLICA


 

 

1. NIVEL HISTÓRICO


 

 

La comunidad cristiana de Corinto es la que mejor conocemos de la época neotestamentaria. La correspondencia de Pablo con esta iglesia fue abundante, y constituye un documento histórico de primera categoría acerca de los problemas de crecimiento de una nueva célula cristiana. No nos quedan datos estadísticos, pero el conjunto de la documentación apunta a que en Corinto se formó una iglesia relativamente numerosa (cf.Hch 18,10) y de gran vitalidad (cf.1Co 12,28-30). Quizá debamos buenos filones de teología cristiana a las inquietudes, inciativas, desórdenes y excesos de la comunidad de Corinto, fenómenos que ofrecieron a Pablo la ocasión para reflexionar sobre la fe y extraer en cada caso las orientaciones comunitarias oportunas.


 

 

1.1. El Corinto del primer siglo


 

 

En tiempos de Pablo Corinto era la ciudad más importante de la antigua Hélade. A Atenas sólo le quedaban viejas glorias sin dignos continuadores del pensamiento de antaño.


 

 

La antigua Corinto había sido destruída por los romanos en el año 146 antes de Cristo y tardó un siglo largo en ser refundada. En el 29 antes de Cristo se convirtió en residencia del procónsul, en capital, por tanto, de la provincia senatorial de Acaya. Era una ciudad cosmopolita, "de acarreo", cruce de las culturas oriental y occidental, emporio comercial (con sus dos activos puertos de Lekeo y Cencres), centro militar, etc.


 

 

En lo religioso todo favorece un creciente sincretismo. La diosa Afrodita, a la que se erigió un gran templo sobre la peña del Acrocorinto, asumió una serie de rasgos de la diosa fenicia Astarté. En su templo, según Estrabón, llegaron a estar en activo más de 1.OOO prostitutas sagradas.


 

 

Tratándose de un gran emporio comercial, no podía estar ausente la diáspora judía. Hch 18,8.17 menciona a los arquisinagogos Cripo y Sóstenes, que podrían ser o bien uno sucesor de otro, o bien jefes de dos sinagogas distintas, lo que supondría una comunidad judía numerosa.


 

 

1.2. Fundación de la comunidad cristiana


 

 

1.2.1. Datación


 

 

El "conflicto de Antioquía" (Ga 2,11-15) debió de tener lugar al comienzo del año 49. Es el momento en que Pablo emprende su camino misionero propio hacia Europa, acompañado de Silas (Hch 15,40); pronto se les unirá Timoteo (Hch 16,3). Los tres atraviesan el Asia Menor, navegan hasta Europa, evangelizan Macedonia (Filipos, Tesalónica y Berea) y pasan también algún tiempo en Atenas ( Hch 17,15); desde allí Pablo envía a sus colaboradores en visita rápida a Tesalónica y Filipos (1Ts 3,1s.;Hch 18,5), mientras él abandona Atenas y pasa a Corinto (Hch 18,1).


 

 

En Corinto se encuentra Pablo con el matrimonio judeo-cristiano Aquila y Prisca (o Priscila), que acaban de llegar de Roma debido a la expulsión de los judíos por Claudio. Este detalle, bien conocido por la historia profana, se viene datando el año 49 (la reciente propuesta de algunos exégetas de retrotraerlo al año 41 no ha tenido éxito). El otoño-invierno del 49 es la fecha apropiada para la llegada de Pablo a Corinto.


 

 

Según Hch 18,11 la estancia de Pablo en Corinto duró año y medio. Y, hacia el final de dicha estancia, tuvo que comparecer ante el tribunal del procónsul Galión, cuyo mandato se viene datando de junio del 51 a mayo del 52 (con menos probabilidad, de junio del 52 a mayo del 53). La comparecencia de Pablo ante Galión debió de ser al comienzo de su mandato.


 

 

1.2.2. Los evangelizadores


 

 

Pablo no es el primer cristiano que llega a Corinto; le precedieron Aquila y Priscila. El texto de Hch no dice que este matrimonio fuera ya convertido, quizá para hacer de Pablo el primer cristiano que pise Acaya; pero tampoco dice que Pablo haya evangelizado o bautizado a esta pareja, que tan últil le ha de ser en su iglesia de Efeso.


 

 

En cambio, Pablo deja muy claro que él es el primer evangelizador de Corinto: "hasta vosotros hemos llegado con el evangelio de Cristo" (2Co 10,14); y cuando aparezcan competidores afirmará decididamente: ”aunque hayáis tenido diezmil pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He sido yo quien, por el evangelio, os engendré en Cristo Jesús" (1Co 4,15).


 

 

Pero a Pablo le gusta trabajar en equipo, a pesar, probablemente, de poseer un carácter duro que hace difícil permanecer mucho tiempo en su compañía y colaboración (cf. Flp 2,20-22). Reconoce explícitamente que la evangelización de Corinto no es obra exclusivamente suya, sino también de Silvano y Timoteo (2Co 1,19). Es probable que ya en esta primera fase le hayan ayudado también Aquila y Priscila, futuros presidentes de comunidad doméstica (1Co 16,19), y a quienes en Rm 16,3 llama "mis colaboradores". Ciertamente Pablo no realiza personalmente todo lo requerido para establecer la iglesia; dirá expresamente que él no bautiza más que excepcionalmente (1Co 1,14-17).


 

 

1.2.3. Las "primicias" de la comunidad


 

 

Entre los primeros convertidos figura el arquisinagogo Crispo (Hch 18,8; 1Co 1,14ss.) y, sobre todo, Estéfanas con su familia, "primicias de Acaya", al igual que Crispo bautizado personalmente por Pablo, y cuya casa debió de ser lugar de reunión de un significativo grupo cristiano de Corinto (1Co 16,15). Junto con ellos debieron significar mucho Fortunato y Acaico (1Co 16,17) y, todavía más, Gayo, otro de los bautizados por Pablo, en cuya casa se reúne toda la iglesia y en la cual se hospedará el apóstol durante su última estancia en Corinto (Rm 16,23).


 

 

Estas personas van a desempeñar ministerios en la comunidad. Pablo no tiene todavía denominaciones técnicas para ellos, pero afirma que están "al servicio de los santos" y que "trabajan y se afanan"; por lo cual a la comunidad se le pide "sumisión" a ellos (1Co 16,15s.). Algunos de ellos parecen ser los representantes oficiales de la comunidad ante el apóstol (1Co 16,17), los que le llevan noticias, quizá le presentan problemas y reciben de Pablo nuevas orientaciones, o incluso cartas, para la buena marcha del grupo.


 

 

Algún miembro de la comunidad puede haberse incorporado a la obra misionera de Pablo; sería el caso del antiguo arquisinagogo Sóstenes (Hch 18,17), si -como es lo más probable- coincide con el corremitente de 1Co 1,1, que ahora acompaña al apóstol en Efeso.


 

 

1.2.4. Extracción social y religiosa de la comunidad


 

 

La iglesia de Corinto es mayoritariamente paganocristiana: "cuando érais gentiles os dejábais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos" (1Co 12,2). Muchos de estos paganocristianos conservan sus antiguas relaciones sociales con el paganismo, pueden ser invitados a fiestas y banquetes paganos (1Co 10,27), a veces con riesgo de revivir su pasado religioso (1Co 8,7). Quizá algunos de estos cristianos han frecuentado -y pueden ser tentados a seguir frecuentando- el prostíbulo del templo de Afrodita (1Co 6,15.18). El cristianismo supone para ellos una gran novedad moral.


 

 

Pero en Corinto hay también un grupo significativo de judeocristianos. Para ellos valen las lecciones del Exodo (1Co 10,1-14), quizá fueron ellos los que suscitaron las cuestiones alimenticias (1Co 8,10), y entre ellos pudo tener éxito una predicación cristiana de corte judeo-petrino (cf. 1Co 1,12; 2Co 11,21ss.).


 

 

En lo socioeconómico, Corinto es también una comunidad variada. Frecuentemente se ha leído unilateralmente 1Co 1,26s.: "Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados. No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien...". Junto a este texto hay que leer lo referente a las desigualdades sociales en la celebración de la cena, en la cual los que tienen avergüenzan a los que no tienen (1Co 11,22).


 

 

Es ilustrativo el hecho de que hay cristianos que poseen casas amplias, capaces para acoger a un grupo o incluso a toda la iglesia de la ciudad (cf. Rm 16,23); otros emprenden viajes, no sabemos si comerciales o de otra índole (1Co 1,11); un miembro de la iglesia, de nombre Erasto, es el "tesorero de la ciudad" (Rm 16,23). Por todo ello debe afirmarse que, en la comunidad cristiana de Corinto, quizá con cierta prevalencia de la clase humilde, están representados todos los estratos de aquella sociedad (G.Theissen).


 

 

1.3. Desarrollo posterior de la comunidad


 

 

Para seguir este desarrollo no tenemos otra fuente histórica que nuestras cartas a los Corintios, cartas indiscutiblemente amalgamadas, es decir, formadas a partir de numerosos escritos, que no se han unido por orden cronológico, sino temático. El trabajo de "desmonte" conduce a resultados probables, nunca indiscutibles; y en él la crítica literaria y la crítica histórica son inseparables.


 

 

1.3.1. Escándalos en la comunidad y reacción de Pablo ("carta previa")


 

 

En 1Co 5,9 se nos informa de que ya se les dirigió otra carta, que convencionalmente designamos como "previa" y cuyo contenido abarcaba entre otras cosas, la prohibición de juntarse con los impuros. Se trata de una carta que debió de responder a una serie de rumores (1Co 5,1: "se oye hablar de que..."; 11,18: "ante todo oigo que..."; 15,12: "¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que ...?"), que desde Corinto llegaron a Pablo, que ahora está en Efeso; su tono debió de ser más bien rigorista.


 

 

Muy probablemente se nos han conservado amplios pasajes de ese escrito en 2Co 6,14-7,1 (no unirse en yunta desigual con los genti­les) -bloque actualmente muy desplazado, que no cuadra en su contexto, y que algunos, sin fundamento suficiente, consideran no paulino-; 1Co 5,1-8 (expulsar de la comunidad al incestuoso); 6,1-11 (no someterse al juicio de los paganos); 10,1-22 (evitar cuanto comporte riesgo de retorno a la idolatría); 11,2-34 (contra los desórdenes en la celebración litúrgica); 15,1-58 (contra los que no admiten la resurrección); y quizá 16,5-11 (noticias personales, típicas de despedida).


 

 

1.3.2. Carta de Corinto a Pablo: desorientados


El rigorismo de Pablo parece haber desorientado a la comunidad en algunos puntos; concretamente, ¿cómo vivir separados de los impuros en una sociedad donde tanto abunda el desenfreno moral? O ¿cómo solucionar los pleitos sin recurrir a tribunales paganos, cuando no existen otros tribunales?. O ¿cómo evitar comer carne consagrada a los ídolos si uno es invitado a casa de sus parientes que siguen siendo paganos?


 

 

Ello obliga a los corintios a presentar a Pablo una serie de consultas, esta vez por escrito (1Co 7,1), quizá acompañadas de explicaciones y noticias que añaden los posibles portadores de la carta: Estéfanas, Fortunato y Acaico (1Co 16,17).


 

 

1.3.3. Carta "respuesta" de Pablo (acerca de...)


 

 

La carta y noticias que Pablo recibe de Corinto le llevan a dirigir una amplia carta a la comunidad, en la que va recorriendo punto por punto los problemas que se le presentan y aclarando los malentendidos causados por la carta anterior. Más seguro de la buena marcha de la comunidad, gracias a las buenas noticias que le traen sus delegados (1Co 16,17s.), Pablo adopta ahora actitudes menos rígidas y estrechas.


 

 

Comienza aludiendo a su escrito anterior: 1Co 5,9-13; añade nuevas indicaciones sobre la castidad (6,12-20) y responde a consultas sobre matrimonio y virginidad (7,1-40), sobre la carne inmolada a los ídolos (8-9; 10,23-11,1), sobre los carismas y su uso (12,1-31a; 14,1c-40); sobre el modo de realizar la colecta (16,1-4); y finalmente sobre Apolo, que fue muy útil a la comunidad de Corinto (Hch 18,27) y ahora parece negarse a visitarla (1Co 16,12). Añade, como de costum­bre, unos breves consejos y los saludos personales y general (16,13-24).


1.3.4. Entromisión de nuevos "pedagogos", cuya actuación causa disensiones


 

 

Una familia de Corinto viaja a Efeso y comunica a Pablo que en la comunidad hay demasiados grupúsculos, cada uno de los cuales se gloría (1Co 3,21) del respectivo evangelizador. 1Co 1,12 da a entender que se trata de los partidarios de Pablo, de Apolo, de Cefas (¿habrán llegado ya predicadores de corte petrino?) y de Cristo (¿añadidura redaccional, o referencia a un grupo que renuncia a mediaciones?).


 

 

Pero en 1Co 4,6 Pablo nos dice que "lo ha disfrazado de Apolo y de sí mismo", es decir, que él y Apolo son ejemplos hipotéticos, no descripción de la realidad (quizá para no poner en evidencia a los culpables); por ello no podemos caracterizar con certeza ni a los grupos ni a sus líderes. Lo único que Pablo deja claro es que el fundador y "padre" de la comunidad es él y ningún otro (4,15); pero se opone decididamente a que le "den culto" (1,13; 3,5). Les dirige una enérgica carta, que se nos ha conservado, al menos parcialmente, en 1Co 1-4.


 

 

Todos los avatares mencionados y la redacción de las correspondientes cartas debieron de tener lugar en los años 52-53.



 

 

2. NIVEL LITERARIO


 

 

2.1. El género literario de 1Cor


 

 

Nos encontramos ante el escrito que podemos títular "de índole estrictamente pastoral". En él se recorren uno por uno lo que pueden ser los problemas de la comunidad, se los ilumina con doctrina teológica y se les ofrecen soluciones prácticas. A veces, despectivamente, se ha llamado a 1Co la "carta práctica"; pero esa comprensión es unilateral y superficial; hay en ella una gran riqueza doctrinal que sustenta las soluciones operativas que se proponen.


 

 

En este escrito se perciben diversos estados de ánimo del apóstol para con su grupo, según el tema o las circunstancias. Hay momentos de indignación (1,13; 5,3ss.), de gran seriedad al dar las advertencias (4,21; 11,22; 10,22) y también espacios para manifestaciones de cariño y familiaridad (16,7.17s.).


 

 

2.2. Material previo incorporado


 

 

A lo largo del escrito encontramos varias citas del patrimonio común de la iglesia. Así el fragmento de kérigma de 1Co 15,3-7 (muerte, sepultura, resurrección y apariciones del Señor), y la antigua tradición sobre la última cena (11,23-26) en términos muy cercanos a los sinópticos; en ambos casos Pablo emplea las palabras técnicas de la tradición: "recibí" y "transmití". Sin esa introducción, encontramos una posible fórmula bautismal en 1Co 8,6: "no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y para el cual somos nosotros".


 

 

Encontramos, además, varias citas de dichos de Corinto, con los que Pablo empalma para dar sus orientaciones. Es el caso de "Yo de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas" (1,12), "todo me es lícito" (6,12; 10,23); "la comida para el vientre y el vientre para la comida" (6,­13). Muy probablemente un dicho de los varones de Corinto, que Pablo se apresura a corregir, es el de 14,34: "las mujeres cállense en las asambleas, que no les está permitido...". Igualmente parecen ser material previamente elaborado las listas de pecados de 5,11; 6,9s. Su origen puede buscarse tanto en la filosofía estoica como en el judaísmo.


 

 

Finalmente, con gran probabilidad, encontramos en 1,18 - 3,20 una homilía judeohelenista que Pablo utiliza, con diversas interpolaciones de tipo histórico-actualizador, para refutar un excesivo aprecio de la sabiduría humana y la soberbia de quienes en la comunidad se sienten "espirituales" y superiores a los demás.


 

 

2.3. Un escrito con tensiones y fisuras


 

 

Hemos indicado en el nivel histórico que 1Co es una amalgama de diversos escritos; éstos han sido unidos con criterio temático, pero, dada su originaria diversidad de situaciones, la redacción actual no ha podido eliminar todos los desniveles y asperezas. Así el problema de las divisiones en la comunidad recibe distinto tratamiento en 1Co 1-4 y en 11,18s. En relación con las carnes inmoladas hay rigidez en 1Co 10,1-22 y flexibilidad en 8,1-13 y 10,23-33.


 

 

El tema de los carismas y su uso tiene una gran coherencia si 12,31a continúa en 14,1c. Actualmente está interrumpido por una pieza extraña, el himno a la caridad del cap.13, pieza ciertamente bellísima, pero muy poco paulina; en la teología de Pablo la caridad no es superior a la fe, sino fruto y, en cierto modo, elemento constitutivo de la misma: el hombre es capaz de amar (caridad) porque ha acogido (fe) la acción amorosa y salvífica de Dios y ha sido transformado por ella. Y ni la fe ni el amor pueden entrar en la lista de los carismas. Se trata de una pieza tradicional incluída aquí por el redactor-recopilador.


 

 

La noticia de la ida de Timoteo y de Pablo a Corinto está repetida. En 4,17-19 se contempla dicha visita como algo muy próximo; en cambio, en 16,5.10, como algo aún lejano y, por lo que respecta a Timoteo, incierto.


El tema de la mujer en la iglesia se trata pacíficamente en 11,5, dando por supuesto que ésta puede dirigir la oración y profetizar. En cambio, en 14,34s., Pablo tercia en una discusión con los varones que se creen que sólo a ellos ha llegado la palabra de Dios (cf. v.36). Todas estas observaciones nos confirman en lo dicho a nivel histórico: 1Co (y también 2Cor) ha nacido paulatinamente, al ritmo del crecimiento de la comunidad y en respuesta a sus problemas.

 

 

2.4. La redacción final: sucesión ordenada de los temas


 

 

Pasado un cierto tiempo después de la muerte de Pablo, al realizarse el intercambio de sus cartas entre las diversas comunidades, en bastantes casos se forman piezas mayores a partir de escritos que ya son viejos en lo coyuntural, pero válidos en lo doctrinal. 1Co es un ejemplo de este procedimiento.


 

 

a) El redactor o recopilador ha dejado prácticamente intacta la carta sobre la unidad y la ha colocado al principio (1-4).


b) A continuación ha juntado todo lo referente a castidad e impureza, virginidad y matrimonio (5-8), bloque en el que ha quedado el pasaje sobre los procesos ante tribunales paganos (6,1-11) por estar originariamente unido a la invectiva contra el incestuoso (5,1-8) y por la palabra grapa "juzgar" (5,13 y 6,1).


c) En tercer lugar ha unido todo lo que trata de las carnes inmoladas y la participación en banquetes paganos(8-10).


d) El tema del culto cristiano (11), por semejanza, lo ha yuxtapuesto al tratado sobre los carismas (cap.12 y 14), tratado en el que ha insertado el himno a la caridad (cap.13).


 

 

e) Hacia el final del escrito ha colocado el amplio tratado sobre la resurrección (cap.15).


 

 

f) Finalmente, las indicaciones sobre la realización de la colecta y sobre la posible ida de Timoteo, debido a su brevedad, las ha entremezclado con los lacónicos consejos y noticias personales típicos de las despedidas (cap.16).


 

 

En este proceso redaccional, no podemos saber por qué motivo, quedó fuera el pasaje de 2Co 6,14-7,1, que habría tenido su lugar natural en nuestro cap.5. Posteriormente, al coleccionar todos los escritos paulinos, 1Co debió de quedar a la cabeza y fue seguramente entonces cuando recibió la dedicatoria universal: "a cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro" (1Co 1,2).


 

 

En cuanto a la fecha de recopilación, sólo tenemos certeza sobre el "términus ad quem"; Clemente Romano, por el año 95/96, parece conocer una única carta de Pablo a Corinto, que coincide con nuestra 1Cor.



 

 

3. NIVEL TEOLÓGICO


 

 

3.1. Una vigorosa eclesiología


 

 

La principal aportación teológica de 1Co es su eclesiología. Se explica desde la progresiva formación de este escrito al ritmo de los problemas comunitarios. Frente a una serie de perplejidades o deficiencias en el actuar, Pablo recuerda constantemente al grupo su categoría ontológica, que no puede ser desmentida desde lo ético.


 

 

3.1.1. "Los santificados en Cristo Jesús" (1,2)


 

 

Esta es la aposición a la expresión "iglesia de Dios que está en Corinto". Para Pablo los cristianos son simplemente los agraciados de la acción redentora, los rescatados de este mundo viejo. Este contraste se expresa en la contraposición entre aquellos que "no heredarán el Reino de Dios" (6,9), grupo al que en otro tiempo pertenencieron algunos corintios (6,11), y las criaturas nuevas que forman la comunidad, los que han sido "lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (ib.), o "comprados a un gran precio" (6,20).


 

 

De ahí la "valía" de la comunidad de creyentes, su "superioridad" teológica respecta al resto del mundo, a los no redimidos, "a los que la iglesia tiene en nada" (6,4). Pablo recuerda constantemente a los corintios su dignidad, con la que no pueden hacer cualquier cosa (6,15). Sería absurdo que el mundo nuevo se sometiese al mundo viejo (6,1s.) o simplemente se diluyese en él (2Co 6,14ss.). Y exige que esa novedad ontológica se manifieste en la conducta cotidiana.


 

 

3.1.2. "Sois santuario de Dios" (3,16)


 

 

Una rica intuición veterotestamentaria llamaba ya "tienda de David" (Am 9,11; cf.Hch 15,16) al pueblo elegido; tienda que se esperaba habría de ser restaurada o completada con la afluencia de los gentiles. Ahora Pablo, una vez que los paganos han escuchado su predicación y se han convertido al Señor, puede dar por realizada la profecía. En las tres cartas que hemos supuesto que están a la base de 1Co va a designar a la iglesia como templo.


 

 

En 2Co 6,16 (parte de la "carta previa"), criticando una relación estrecha y peligrosa entre cristianos y paganos, se pregunta: "¿qué conformidad puede haber entre el santuario de Dios y el de los ídolos? Porque nosotros somos santuario de Dios vivo". En cierto modo, la visión profética de la ciudad santa en la que no hace falta templo (Ap 21,22) porque Dios es su templo, o la repetida profecía veterotestamentaria de que Dios "habitará en medio de ellos", Pablo las manifiesta como realizadas en la comunidad cristiana.


 

 

En la "carta respuesta", haciendo frente a los riesgos o pecados reales de libertinismo sexual, Pablo vuelve a recordar, esta vez de manera más individualizada: "¿no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo que está en vosotros y habéis recibido de Dios?"(6,19). La comunidad constituye un santuario que no debe ser profanado ni por los pecados personales ni por admitir en él a "cristianos de nombre" (cf.5,11) que en realidad siguen viviendo en la impureza, avaricia, idolatría, etc.


 

 

Todavía vuelve sobre la misma expresión a propósito de las divisiones en la comunidad, sobre las que le ha informado la familia de Cloe. Dividir la comunidad equivale a destruir el templo de Dios, y quien tenga tal osadía no escapará al castigo."¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá, porque el santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese santuario" (3,16s.).


 

 

En consonancia con esto, Pablo se define a sí mismo "como buen arquitecto (que) puso el cimiento" (3,10), metáfora que une a la de la plantación (3,6), haciendo eco quizá a la vocación de Jeremías, autorizado "para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar" (Jr 1,10). En un texto poco posterior, Pablo hablará expresamente de "el poder que me otorgó el Señor para edificar y no para destruir" (2Co 10,8; 13,10).


 

 

En la iglesia se vive, por tanto, la paradoja de ser el lugar de la habitación de la gloria de Dios y, al mismo tiempo, del dolor de alumbramiento y de las crisis de crecimiento, en las que el pecado está al acecho y hasta puede devorar a algunos.


 

 

3.1.3. "Vosotros sois el cuerpo de Cristo" (12,27)


 

 

El tema no es exclusivo de 1Cor, pero ésta es la carta paulina en la que tiene mayor relieve. Es una concepción teológica personalísima de Pablo, que guarda una cierta analogía con la alegoría de la vid y los sarmientos (Jn 15,1-8). El deuteropaulinismo (Ef y Col) llevará adelante la intuición, pero con alguna transformación notable. Allí ya Cristo se diferencia y casi se separa de la iglesia: él es la cabeza y ella el cuerpo.


 

 

a) Una antigua metáfora social

 

 

Mucho antes que Pablo, el mundo grecorromano había comparado ya a la sociedad o la polis con un cuerpo, en el que todos los miembros viven en interdependencia y ninguno puede ser tildado de estar ocioso. Cada individuo de esa sociedad tendría en ella una función que redun­daría en el bien de los demás, y, a su vez, se vería favorecido por la prestación de los otros (ver Doc. Aux. 2.).


 

 

Pablo depende muy probablemente de ese viejo símil, especialmente en 1Co 12, pero lo usa con gran originalidad. Ante todo, él no establece una simple comparación, sino una verdadera identidad entre la iglesia y el Cristo glorioso que se autodespliega en la historia; y, en segundo lugar, la fábula clásica tenía la finalidad de demostrar la unidad, mientras que en Pablo ésta es evidente y lo que hay que demostrar es la multiplicidad a pesar de la unidad orgánica.


 

 

b) La sacramentología como fundamento

 

 

Probablemente Pablo nunca habría llegado a afirmar tal identidad entre Cristo y la iglesia si no fuese por su original concepción de los sacramentos. En la carta a los Gálatas, no muy distante cronológicamente de 1Cor, Pablo afirma que quien se bautiza en Cristo se reviste de él, y que por lo mismo, todos los que se han bautizado en Cristo han dejado atrás sus antiguas diferencias y son "uno en Cristo" (Ga 3,28). Probablemente para el apóstol el verbo "bautizarse" no ha perdido del todo su sentido profano de sumergirse o bucear, y entiende a Cristo como un "espacio imaginario" en el que cada creyente se ha introducido. Por lo demás, "revestirse" tiene en el texto citado un sentido existencial muy fuerte: es hacer de Cristo el "nuevo modo de ser" del cristiano; en 1Co 15,53s.se nos dirá que lo mortal debe revestirse de inmortalidad y lo corruptible de incorruptibilidad; se trata de un cambio radical.


 

 

En Rm 6,1-11 Pablo entiende que el bautismo somete a los cristianos a un proceso de muerte-resurrección análogo al que ha tenido lugar en Cristo. Es, por ello, normal que más adelante (Rm 13,14) les exija que se "revistan del Señor Jesucristo" (cf. Ef 4,24: "revestíos del hombre nuevo").


1Co 12,13 hace referencia a los sacramentos como fundamento de la unidad eclesial, y al verbo "bautizarse" le pone un complemento de dirección: "a un solo cuerpo" (el de Cristo) o "para formar un solo cuerpo". Y añade haber "bebido todos un mismo Espíritu" (referencia posible al agua bautismal o al vino eucarístico). Ambas cosas son la explicación de la identidad entre Cristo y la iglesia.


 

 

Al sacramento eucarístico hace referencia inconfundible en 1Co 10,16s., donde saca inmediatamente la consecuencia del hecho de que los muchos coman de un mismo pan y beban de un mismo cáliz: "porque el pan es uno, todos somos un solo cuerpo, pues todos participamos de un único pan". A ambos sacramentos puede referirse en 1Co 6,17 al hablar de "el que se une al Señor", unión que se convierte en íntima comunión: "se hace un solo espíritu con él". Esta alternancia terminológica cuerpo/espíritu nos remite claramente al Señor glorioso, evitando toda concepción demasiado crasa de la expresión "cuerpo de Cristo".


 

 

Quizá por esa concepción sacramental como raíz de la pertenencia, niega tajantemente (1Co 1,13) que algún corintio se haya bautizado en el nombre de Pablo, e incluso se alegra de no haberlos bautizado él, para así cortar de raíz todo malentendido.


 

 

c) Miembros de Cristo y miembros unos de otros

 

 

Las bases han quedado firmes: el bautizado y partícipe de la eucaristía ya no se pertenece (1Co 6,19). La expresión "en Cristo" para designar la vida del creyente ha adquirido todo su espesor. A la desavenida iglesia de Corinto Pablo no la interpela desde el absurdo de una iglesia dividida, sino desde el aún mayor absurdo de "Cristo dividido" (1,13). La expresión de que un cuerpo se compone necesaria­mente de muchos miembros Pablo no la aplica a la comunidad eclesial, sino a Cristo mismo (12,12); está claro que para él iglesia y Cristo son términos intercambiables. Por si quedase alguna duda, después de parafrasear el apólogo clásico de la sociedad como cuerpo, concluye taxativamente: "vosotros sois el cuerpo de Cristo".


 

 

De esta doctrina se van a extraer múltiples consecuencias, tanto para la vida del creyente individual como para las relaciones eclesiales. El cristiano tiene que mirar por su cuerpo, que ya pertenece al Señor, y no puede realizar el sacrilegio de convertirlo en miembro de una meretriz (6,15). Le toca igualmente comulgar con los sentimientos de sus hermanos, ya que "si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado todos los demás toman parte en su gozo" (12,26). El uso de los carismas no puede ser asunto de lucimiento personal, sino una acción de servicio a los hermanos, miembros de un mismo cuerpo; ha de ser "para provecho común" (12,7; 14,1-5). Y nadie en la iglesia puede menospreciar a nadie (12,21), pues todos son "miembros unos de otros" (12,27).


 

 

3.2. La fuerza en la debilidad


 

 

La propuesta cristiana choca con "lo que se lleva" en este mundo; por ello toda competitividad en la iglesia está fuera de lugar. El primer problema que aborda 1Co es el de las rivalidades, basadas quizá en la excesiva atención a la valía o minusvalía de los diversos maestros. El aprecio helenista por "la palabra y el conocimiento" comporta el riesgo de menospreciar la cruz de Cristo.


 

 

3.2.1. Cristo crucificado: extraña sabiduría de Dios


 

 

La gran llamada que Pablo dirige a los corintios tiene por objeto el "cambio de clave": Dios no ha querido realizar la salvación del mundo mediante poder o sabiduría, sino mediante la "estulticia" de la humillación de Cristo, de la cruz. Esta es una ciencia muy extraña, incomprensible para judíos y griegos, y solamente accesible a cristianos adultos, "perfectos"(2,6). Dios ha destruído la sabiduría de los sabios (1,19), y ha mostrado que "su debilidad es más fuerte que la fuerza de los hombres" (1,25).


 

 

3.2.2. La debilidad del apóstol-misionero


 

 

Es fundamental que el heraldo esté en consonancia con el mensaje. Por eso Pablo se presentó en Corinto "débil, tímido y tembloroso", y privado de los "persuasivos recursos de la sabiduría" (2,2s.). Parece que algunos corintios tomaron buena nota de ello y se lo reprocharon posteriormente: "la presencia del cuerpo es pobre, y la palabra despreciable" (2Co 10,10). Pero Pablo no se amilana por ello, sino más bien recibe una mayor autentificación personal de ser ministro del crucificado: "con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo" (2Co 12,9). En Corinto se sometió a una humillación a la que los griegos eran muy sensibles: el trabajo manual (2Co 11,7). Este estilo de abajamiento le permite afirmar que él posee la sabiduría de los perfectos, revelada por el Espíritu de Dios (1Co 2,10).


 

 

3.2.3. Los débiles en la comunidad


 

 

Aunque en ella estén presentes los diversos estratos sociales, es indudable que abunda más la clase baja: "lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios" (1,28). Y en la comunidad, para seguir "la lógica de Dios" se les debe una atención muy especial, como a los miembros del cuerpo "que nos parecen los más viles"(12,23).


 

 

Un caso particular de esta debilidad va a ser el referente a las comidas. En relación con ellas, la libertad es un gran valor; es bueno moverse sin escrúpulos, ya que "del Señor es la tierra y cuanto contiene" (10,26). Pero puede haber cristianos timoratos, debido a su antigua educación judía, rigorista en este punto, o con el riesgo de recaer en el paganismo recién abandonado. En tal caso, el fuerte, el que "tiene conocimiento", está obligado a procurar que su "libertad no sirva de tropiezo a los débiles" (8,9). Ya queda muy lejos el radicalismo intransigente del "conflicto de Antioquía" (Ga 2,11-15); ahora Pablo parece admitir que el pagano-cristiano renuncie a sus derechos en aras de la comunión con el judeo-cristiano. El mismo se presenta como modelo de quien prescinde de sus derechos por una causa superior (9,1-23).


 

 

Dentro de esta predilección por lo débil exige Pablo que en la asamblea cultual cristiana los ricos eviten cuanto pueda humillar a los pobres (11,22.33); lo contrario implicaría no comprender el verdadero significado del cuerpo (eclesial) del Señor (cf.11,29) y comulgar indignamente, por la contradicción entre el aprecio por el cuerpo eucarístico y el menosprecio por cuerpo comunitario. Y en la asamblea litúrgica se le concede a la mujer (miembro débil de la iglesia) que pueda ejercitar la profecía y dirigir la oración (11,5), eso sí, ateniéndose a la normativa de pudor de la época. En favor de la mujer que profetiza romperá Pablo una lanza, haciendo constar que la palabra de Dios no llega solamente a los varones (14,36).


 

 

3.3. La santidad cristiana en un mundo pecador


 

 

En este punto hay fuertes tensiones de pensamiento en los diversos momentos o niveles de la carta, como también entre lo teológico y lo pastoral. Ante todo, Pablo está convencido de la superioridad del mundo nuevo o nueva criatura que es el cristiano sobre el mundo viejo. Por ello le resulta absurdo que un cristiano entre en comunión o dependencia excesiva con un pagano; quizá incluso en un primer momento haya rechazado todo matrimonio mixto (2Co 6,14), pues equivaldría a juntar justicia e iniquidad, luz y tienieblas, Cristo y Belial, el templo de Dios con el de los ídolos.


 

 

No menos absurdo es que, en caso de litigio, los creyentes se sometan al veredicto judicial de los paganos, aquellos a quienes la iglesia (teológicamente) tiene en nada (1Co 6,4). Es someter el mundo nuevo al viejo.


 

 

El optimismo teológico radical lo manifiesta Pablo en un momento ulterior a propósito de los matrimonios mixtos existentes: el cónyuge creyente, por comunión o "contagio", santifica al no creyente (7,14); y los hijos de matrimonios cristianos son automáticamente "sanos"(ib). Lo "tocado" por el Espíritu del Resucitado es ya la presencia del mundo nuevo aquí, con su soberano señorío sobre el mal; por ello sería incluso de esperar que los que celebran dignamente la cena del Señor ya no muriesen ni enfermasen (11,30).


 

 

Pero Pablo sigue siendo un pastor realista, consciente de que su comunidad corintia está aún en pañales y expuesta a los malos efectos del escándalo. Por ello hay que evitar los escándalos a propósito de las comidas (8,9.11), y el que vive en público incesto debe ser apartado de la comunidad (5,2). Es bueno el perdón, la tolerancia, la acogida; pero hay situaciones pastorales delicadas que impiden la realización de lo ideal.


 

 

3.4. La fe cristiana asume y purifica las culturas


 

 

El misionero Pablo quiso ofrecer una gran novedad a los corintios: "el que está en Cristo es una nueva creación" (2Co 5,17), pero no pretendió privarlos de sus raíces culturales; es, más bien, el gran defensor de que el griego debe salvarse desde su ser griego, y cada uno desde la situación en que el Señór le encontró (1Co 7,17-24). Por esto Pablo adoptará el lenguaje corriente en Corinto y dará gracias a Dios porque en la comunidad hay palabra y conocimiento (1,5); él se alegra de que los creyentes sean creativos y cada uno lleve a la asamblea litúrgica "un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación"(14,26); sólo que esto requiere un orden.


 

 

Por principio el apóstol no les impide seguir acudiendo a antiguas fiestas paganas (10,27), sobre todo si tienen "conocimiento" para quitarles el valor religioso que les atribuyeron en otro tiempo (8,4s.).


 

 

Pero en el pasado de los corintios hay elementos que tienen que ser radicalmente corregidos. La pertenencia al Señor es incompatible con la práctica de la fornicación y prostitución en el templo de Afrodita (6,18), y el cuerpo del cristiano no es algo despreciable, destinado únicamente a digerir alimentos en esta vida, sino llamado a ser revestido de la gloria de Dios (6,13-14; cf. Flp 3,21).


 

 

El "espiritualismo" de la filosofía platónica dificulta a los griegos el reconocimiento de la resurrección como forma de salvación. Por eso algunos corintios afirman que "no hay resurrección de muertos" (15,12). Sin embargo la fe cristiana reconoce a este mundo la categoría de "materia de salvación". Lo corruptible se revestirá de incorruptibilidad y lo mortal de inmortalidad (15,53); así la creación de Dios no estará abocada al fracaso y a la destrucción. La esperanza cristiana enseña que Dios será todo en todo y a todo debe extenderse el señorío de Cristo (15,28). La fe cristiana proporciona una nueva visión del cosmos y una nueva actitud ante la historia.




 

 

DOCUMENTACIÓN AUXILIAR


 

 

1. LA MUJER EN LAS CARTAS PAULINAS


 

 

No se puede negar que Pablo esté condicionado en este punto por la tradición judía (cf.1Co 11,3). Más aún, es este transfondo el que permite percibir su salto de gigante. La afirmación categórica y fontal de Pablo es que el bautismo ha transformado por igual al varón y a la mujer (Ga 3,28), entre los cuales ya no hay diferencia significativa (se ha pretendido ver en 1Co 12,13 una especie de vuelta atrás en relación con Ga 3,28; pero habría que demostrar que 1Co sea posterior a Gal, lo que no es probable; en ambos casos Pablo ofrece ejemplos, no listas exhaustivas).


 

 

Es impresionante el número de mujeres que Pablo ha asociado a su tarea misionera y pastoral (cf.Rm 16,6.12.: "se han afanado, se han fatigado..."). En relación con Corinto, conocemos a la "diaconisa" Febe (Rm 16,1), y a Priscila con su marido Aquila (1Co 16,19); en relación con Efeso (¿?) a Junias con su marido Andrónico, llamados "apóstoles" (Rm 16,7); en Filipos trabajan Evodia y Síntique (Flp 4,2). Pero el pasaje más explícito es 1Co 11,5, en el que se reconoce sin reserva alguna que la mujer dirige la asamblea de la comunidad: "ora y profetiza".


 

 

El escándalo suele venir de 1Co 14,34:"las mujeres cállense en las asambleas, que no les está permitido tomar la palabra". Para evitar la contradicción con 11,5 los intérpretes vienen suponiendo que 14,34 es una interpolación de la época de la redacción, y bajo el influjo de 1Tm 2,12. Pero esta suposición no parece prestar atención a 14,36, texto que descalifica la postura antifeminista mencionada. Teniendo en cuenta este último texto, en el que se encuentra una severa corrección a los varones de Corinto (masculino: eis hymàs mónous), lo más probable es que el dicho de 14,34s. fuera un slogan que corría en la comunidad y al que Pablo se opone decididamente.


 

 

Es indudable, sin embargo, que la generación siguiente no va a conservar tal novedad. Ef 5,22-24 y 1Tm 2,12 manifiestan una lastimosa vuelta atrás. A medida que crece el número de creyentes, las asambleas se hacen más numerosas y complejas, y se adoptan formas miméticas de la administración de la polis griega.




 

 

2. LA SOCIEDAD COMO CUERPO


 

 

"Menenio Agripa... contó este apólogo: 'En el tiempo en que en el cuerpo humano no marchaban todas sus partes formando una unidad armónica como ahora, sino que cada miembro tenía sus propias ideas y su propio lenguaje, todas las partes restantes se indignaron de tener que proveer de todo al estómago a costa de sus propios cuidados, su esfuerzo y su función, mientras que el estómago, tan tranquilo allí en medio, no tenía otra cosa que hacer más que disfrutar de los placeres que se le proporcionaban; entonces se confabularon, de forma que la mano no llevase los alimentos a la boca, la boca los rechazase y los dientes no los masticasen. En su resentimiento, al pretender dominar al estómago por el hambre, los propios miembros y el cuerpo entero cayeron en un estado de extrema postración. Entonces comprendieron que tampoco la función del vientre era tan ociosa, que era alimentado tanto como él alimentaba, remitiendo a todas las partes del cuerpo esta sangre que nos da la vida y la fuerza, repartida por igual entre todas las venas después de elaborarla al digerir los alimentos'. Estableciendo entonces un paralelismo entre la rebelión interna del cuerpo y la reacción airada de la plebe en contra del senado, les hizo cambiar de actitud" (Tito Livio, Hist.de Roma, L.II,32,8-12).




 

 

3. LA ECONOMÍA DE PABLO


 

 

En Hch 18,3.5 se nos informa de que Pablo a su llegada a Corinto trabajó manualmente en el taller de Aquila y Priscila, pero, una vez que llegaron Silas y Timoteo de Macedonia, dejó dicho trabajo para dedicarse de lleno a la evangelización. Es indicio de que de Macedonia le trajeron dinero, cosa que Pablo mismo explica en 2Co 11,7ss.: "a otras iglesias despojé, recibiendo de ellas con qué vivir para serviros... los hermanos llegados de Macedonia remediaron mi necesidad". Pablo conoce el derecho de los misioneros cristianos a ser mantenidos por la comunidad evangelizada (cf.1Co 9,6-13), pero tanto en Tesalónica (1Tes 2,7.9) como en Corinto (2Co 11,9; 12,13) ha renunciado a ese derecho y ha preferido pasar por la humillación del trabajo manual. Según Hch 20,34 la misma conducta ha observado en Efeso.


 

 

Misioneros opositores de Pablo en Corinto han actuado de acuerdo con la consigna evangélica:"digno es el obrero de su salario" (Lc 10,7); cosa que Pablo ridiculiza: "soportáis que os esclavicen, que os devoren, que os roben, que se engrían, que os abofeteen" (2Co 11,20). En un escrito anterior ya había subrayado que no quiere identificarse con "la mayoría, que negocian con la Palabra de Dios" (2Co 2,17).


 

 

Pablo no ha querido practicar en medios urbanos griegos lo que era común en Palestina. Pero la presencia de misioneros que siguen el modelo palestinense le ha causado serios problemas. Algunos han interpretado esa "gratuidad" como signo de que no está seguro de ser apóstol (2Co 11,5.12; 12,11) o como astucia para explotarlos mejor al hacer la colecta para Jerusalén (2Co 12,16-18). Ha sido el caro precio que ha tenido que pagar "para que su libertad sea inequívoca, para que su desinterés sea indiscutible, y para que su mismo lugar social (su apariencia y su forma real de vida) testimonien el evangelio de Cristo crucificado" (R.Aguirre).


 

 

De modo excepcional, por inexplicables razones afectivas (Flp 1,8), Pablo ha aceptado dinero repetidas veces de la comunidad de Filipos (Flp 4,16; 2Co 11,9). Es una comunidad pobre (2Co 8,2), que no le quitará la libertad; cosa que sí podrían lograr algunos adinerados de Corinto.




 

 

CLAVE CLARETIANA


 

 

¡AY DE MÍ SI NO EVANGELIZARA!


 

 

El P. Fundador recoge esta expresión de 1Co 9,16 en el número 207 de la Aitobiografía, hablando del fin que se proponía con su actividad apostólica. En los números anteriores, en los que explicita dichos fines, afloran aquellos elementos que configuran su espíritu misionero: "Que Dios sea conocido, amado y servido por todos..." (Aut 202); "Me propongo impedir los pecados..." (Aut 203); "Predico al ver la multitud de almas que caen al infierno..." (Aut 205). Y nos dice, además, que no puede reposar al ver esas situaciones (Aut 211). La resonancia que encuentra el testimonio de Pablo en Claret es la que encuentra en el espíritu de todos aquellos que han sido llamados a la vida misionera, con expresiones diversas según las situaciones diversas y las distintas sensibilidades de los tiempos.


 

 

1Co nos abre, sin embargo, a otra dimensión muy importante: este ministerio se vive "en la debilidad". Se pide un cambio de clave (cf. 1Co 1,28). El misionero vive su vocación y lleva a cabo su misión dentro de la experiencia de una doble debilidad: la que proviene de sus propias limitaciones, y la que surge de la opción que ha hecho de situarse entre los pobres y los débiles porque así lo hizo Jesús. El mensaje de Pablo ha encontrado un fuerte eco en nuestra comunidad misionera. Podríamos releer, a la luz de 1Co, los números 24 ("el reino de Dios pertenece a los pobres") y el 44 ("el Señor se identificó con los pobres... nosotros queremos ser solidarios con ellos") de las Constituciones. Las opciones de misión de nuestra Congregación nos sitúan indiscutiblemente en esta línea (MCH 173-174; CPR 80; SP 10.2; 16.4).


 

 

¡Ay de mí si no evangelizara! Pero, desde una posición y con un estilo bien definidos.



 

 

CLAVE SITUACIONAL



 

 

1. Si no tengo caridad. Recorremos las calles de la vida enarbolando las pancartas de la tolerancia y la convivencia, pero la misma manifestación es, a veces, puro conflicto. Invocar la paz puede llevar consigo un irenismo larvado. Exaltar la igualdad puede ser el mejor modo de mantener las diferencias existentes. Proclamarse solidario es, a veces, la mejor manera de preservar el "status" individual. ¿Por qué? Hay que reflexionar dónde hunde sus raíces la invocada libertad que sirve de tropiezo a los débiles, la intocable solidaridad que contrasta con el amor egoista a la propia cultura, la generosa tolerancia que llega a convivir con el pecado y el mal. ¿No cabe la posibilidad de esconder tras la apariencia de bien intereses inconfesables?


 

 

2. La diversidad, una oportunidad y un reto. Nunca como hoy ha habido una conciencia tan profunda y extensa de la pluralidad y la diversidad entre los hombres. Y no sólo con respecto a lo que podríamos llamar macrodiversidad, sino a la diversidad de las tradiciones locales, al pluralismo lingüístico comarcal, a la diversidad de etnias a las que antes ni siquiera se tomaba en consideración. Esta diversidad, amplificada por los MCS, es, a veces, origen de conflictos de todo tipo. Aquí entraría también la situación plural de los cristianos. Lo de "un solo rebaño y un solo pastor" habría que entenderlo mejor desde la expresión "una casa común" donde todos trabajemos unidos para construir el Reino. El crecimiento de la pluralidad ¿no debería estimular cada vez más las decisiones propias y las actitudes de tolerancia y de diálogo? ¿No exigiría todo esto una reflexión y un discernimiento a nivel personal? ¿No puede darse el peligro de lo híbrido y lo confuso también a nivel de fe? ¿Cómo se sitúa la iglesia en ese contexto? ¿Y la Congregación?


 

 

3. Decir "disiento" no es suficiente. Estamos hablando de manifestar pública desafección con los que ejercen legítimamente el carisma de la presidencia de la comunidad cristiana, cualquiera que sea. Ante la tendencia de toda institución a uniformar está el derecho, y aun el deber, de disentir y protestar. No obstante, hay que mantener la afirmación de que sin una "cordial" adscripción a la Iglesia tal cual es no parece posible ejercer en ella decorosamente el servicio de la fe. Y es que la legítima pluralidad en lo secundario ofusca, a veces, la necesaria unidad en lo esencial. La consecuencia es clara: nace "el gran obstáculo para la evangelización" y surgen los ensayos desesperados que desnaturalizan la palabra del Evangelio, debilitan la unidad de la Iglesia y aumentan todavía más las dificultades de la evangelización. ¿Crees que hay margen en la iglesia para disentir? ¿Es mayor o menor que en otras instituciones como los partidos políticos, las asociaciones, las empresas, etc.? ¿Pensamos en nuestra propia institución?


 

 

4. Rebeldes con causa. La imagen de "superman" en una silla de ruedas es la imagen de la impotencia, una imagen que nos obliga a preguntarnos sobre el origen y el destino de la fortaleza. Cuántas veces ante la desgracia no nos hemos preguntado: ¿por qué al otro sí y a mi no? o ¿por qué a mi sí y al otro no? La escena del planetario de la película "Rebeldes sin causa" en la que el profesor se imagina la explosión de la tierra como un acontecimiento intrascendente en la magnitud del universo, redimensionando así los problemas cotidianos de los jóvenes acomodados de una pequeña ciudad estadounidense (amor, odio, aburrimiento, soledad...), es todo un símbolo. ¿Cómo asume el hombre de hoy la experiencia de impotencia ante tantos elementos y sucesos con los que se encuentra durante su vida? ¿No te parece que es aceptando la propia debilidad como se manifiesta que la fe se funda en el poder de Dios?




 

 

CLAVE EXISTENCIAL


 

 

1. ¿Se ha cerrado (fijado) en la congregación el carisma o sigue abierto? La realidad cambia y también el modo de afrontar la praxis misionera y aún el mismo estilo de vida. ¿Añoras tiempos pasados? ¿Te suena mejor dirección espiritual o acompañamiento?, ¿examen particular o proyecto personal?, ¿orden doméstico o proyecto comunitario?, ¿obediencia o responsabilidad compartida?


 

 

2. También existen los "débiles" en nuestras comunidades. ¿Eres igual de sensible ante los hermanos débiles como lo eres ante la debilidad del hombre en general? ¿Tu propia debilidad te impide ver la de los demás? ¿Calculas los efectos de tus acciones teniendo en cuenta la capacidad espiritual y moral de los hermanos?


 

 

3. Aunque no practiques la "itinerancia material" en tu ministerio ¿practicas las virtudes propias de la itinerancia como son la disponibilidad, en sentido de catolicidad, etc...? ¿Son un impedimento para la itinerancia la vinculación familiar, el amor a la patria y la propia cultura, la implicación en partidos políticos...?


 

 

4. ¿Sabes adaptarte al ritmo de los más lentos y débiles? ¿No resulta a veces paternal la opción por el débil? ¿Cómo la concibes? ¿No resulta más efectivo ser débil con el débil que ayudarle con tu fortaleza? La edad, la educación, el temperamento ¿no tienen nada que ver con la debilidad y la fortaleza?





 

 

ENCUENTRO COMUNITARIO


 

 

1. Oración o canto inicial.


 

 

2. Lectura de la Palabra de Dios: 1Co 12, 12-27


 

 

3. Diálogo sobre el TEMA II en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).


 

 

4. Oración de acción de gracias o de intercesión.


 

 

5. Canto final


.....Escuela Bíblica Dabar Elohim - Parroquia de Ntra. Sra. de Chiquinquirá - Cl 45 30-62 - Tel 3795319 - 3184301 - Barranquilla - Colombia
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