Paulinos 08
TEMA 8: LA PLENITUD DE CRISTO EN UN MUNDO ADVERSO
TEXTO: CARTA A LOS EFESIOS
CLAVE BÍBLICA
1. NIVEL HISTÓRICO
1.1. La carta a los Efesios
La carta a los Efesios resulta original en muchos sentidos. Por su estilo y forma, más que una carta parece una bendición-exhortación para ser leída en la liturgia, posteriormente reelaborada como carta. De hecho, la salutación es muy concisa; la referencia a los destinatarios de «Éfeso», de 1,1, es una añadidura; los otros elementos históricos, como la referencia a Onésimo, parecen calcados de Colosenses.
Es expositiva, como Rm, pero no parece motivada por los problemas concretos de una iglesia, sino que aborda, sucinta aunque globalmente, tanto el dogma como la praxis cristiana.
Para situarla históricamente, sólo podemos apoyarnos en su innegable vinculación literaria y temática a Colosenses y a Pablo en general. Sin embargo, respecto al Pablo de las cartas clásicas, la temática ha evolucionado notablemente, y sobre todo el estilo literario resulta desconocido.
Temáticamente, la importancia de la unidad de la iglesia universal y su papel central en la Salvación, que estructuran toda la carta, son también preocupaciones centrales de algunos Padres de principios del s.II; aunque el problema con los judíos ya no aparece en ellos y sí, en cambio, la preocupación por los peligros de cismas y herejías, que no aparece en Ef. Toda la carta se mueve en un ambiente ideológico que se encuadra mejor a finales del s.I que en los años 60.
Sin embargo, es arriesgado sacar conclusiones históricas a partir de los temas que aparecen en la carta, pues nuestro conocimiento de los ambientes culturales del s.I y de los últimos años de Pablo, es muy limitado.
1.2. Destinatarios y Autor
Parece razonable situar a los destinatarios en el Asia menor, como Col. Así lo indica también el nombre de Éfeso, con que se nos ha transmitido, o el de Laodicea, según Marción. De todos modos, si la carta es de Pablo, no puede haber sido dirigida a sus efesios tan queridos, pues en ella se habla de un desconocimiento personal mutuo (1,15; 3,2).
Sobre el autor existen toda clase de opiniones, siendo bastante general la coincidencia en que se trata de un autor diferente de Pablo y del de Col. Pero poner un autor diferente para Efesios y Colosenses, crea todavía más problemas: resulta difícil imaginar un imitador de Pablo y de Colosenses, que pase con tanta facilidad de lo que podríamos llamar un "servilismo literario", a una gran originalidad en los enfoques y a un desarrollo de los temas con perfecta coherencia interna. Es una cuestión que sigue siendo discutida.
Es muy difícil precisar el autor de esta carta, aunque es innegable una relación muy fuerte del mismo con la "tradición paulina".
2. NIVEL LITERARIO
2.1. Género Literario: Doxologías, Bendiciones e Himnos:
Las doxologías, bendiciones e himnos se cuentan entre las primeras formas en que cristalizaron los contenidos de la fe cristiana, muchas de ellas anteriores a la tradición escrita, y, por lo mismo, generalmente cortas o rítmicas para ser memorizadas. Surgieron espontáneamente o se moldearon en el ámbito de la oración, de las liturgias bautismales o eucarísticas, de la catequesis y de la evangelización. Su origen formal deriva del judaísmo.
2.1.1. Doxologías y Bendiciones:
La bendición se puede considerar como una variación secundaria de la doxología propiamente dicha. Su finalidad específica consiste en concientizar sobre el origen divino y el alcance transcendente de una revelación o de un hecho salvífico por parte de Dios, experimentada en el tiempo, y normalmente descrita anteriormente.
La forma esencial de la doxología consiste en añadir al nombre de Dios "a Tí (a quien/al que/de quien) (sea/es) la Gloria por los siglos de los siglos (Amén)".
La bendición, eulogía o eucología, en vez de usar la palabra "Gloria/ doxa", usa "Bendición-bendecir": "(...sea) bendito por los siglos (Amén)".
Ambos tipos de doxología siempre van dirigidos a Dios. Pero, en 2Tm 4,18, la doxología se dirige solamente a Cristo. En el Apocalipsis a veces se dirigen a Dios y a Cristo conjuntamente y se mezclan doxología y bendición en una sola fórmula, que puede contener además otros epítetos o verbos yuxtapuestos (Ap.5,13).
A estos esquemas formales se pueden añadir otros elementos secundarios que convierten la doxología en una larga y recargada sentencia de amplios contenidos (Rm 16, 25-27). Otras veces la eulogía se usa en vez de la acción de gracias al principio de las cartas, y se puede desarrollar ampliamente a manera de himno (2Co 1,3ss). Tanto la doxología como la bendición tenían en el culto su lugar propio, pero, por su brevedad y ductilidad, eran usadas también en la oración personal.
2.1.2. Himnos
Pablo, en 1Co 14,26, nos da una idea de la riqueza de las celebraciones cristianas y, en Col 3,16 y Ef 5,19, exhorta a los fieles a recitar "salmos, himnos y odas". La tradición judía jugó un papel importante en los orígenes de este tipo de expresión religiosa y cúltica del cristianismo. Pero, al centrarse la temática en Cristo, se dio una radical transformación, enriquecida además por los elementos de la cultura helenística.
Los pocos himnos de la iglesia primitiva que nos han llegado, por el mismo hecho de estar integrados en otros escritos y a veces incompletos, glosados o desmembrados, resultan difíciles de analizar. A ello se añade que no hay indicio de que se usara la métrica, sino que usa más bien una prosa elegante y rítmica, no siempre fácil de distinguir de la prosa rítmica del autor del contexto.
Los tres himnos del Ev. de Lucas, el Benedictus (Lc 1,68-79), Magnificat (Lc 1,46-55) y Nunc dimittis (Lc 2,29-32), son de estructura y seguramente de procedencia judía. En cambio, son formalmente cristianos los himnos cristológicos de Flp 2,6-11; 1Tm 3,16; 1P 3,18-22; Col 1,12-20; Hb 1,3 y quizás también Rm 11,33-35; 1P 2,21-24; Ef 1,3-14.20-23; 2,14-18; Col 2,9-15; Hb 5,5-10; 7,1-3.26-28. También hay que citar los himnos del Ap 5,9.12-13; 12,10-12; 19,1-2.6-8. Prácticamente todos están en estilo descriptivo o proclamatorio, en tercera persona y no en segunda como las plegarias o salmos. Su contexto vital era la asamblea litúrgica, sin que se pueda precisar mucho más.
A pesar de la escasez y de la dificultad de reconstrucción de estos himnos o cantos, muchas de sus expresiones resultan tan significativas, ricas y teológicamente atrevidas, que han sido objeto de innumerables estudios; sin embargo, todavía quedan muchos aspectos fundamentales por esclarecer.
2.2. Relación literaria entre Col y Ef
La carta a los Colosenses es, sin duda, anterior a la de los Efesios. Por otra parte, su estrecha relación literaria exige algún tipo de conexión o dependencia entre ellas.
2.2.1. Similitudes
Una simple lectura de las cartas paulinas pone de manifiesto la peculiaridad de Ef y Col con respecto a las demás cartas de Pablo, así como la semejanza entre ambas. A pesar de ello, ambas contienen una sólida base paulina, que hasta el s. XVIII hizo indiscutible su autenticidad. Con sólo abrir el texto crítico del N.T. de Nestle-Aland, y fijarse en la columna lateral de citas y lugares paralelos, tenemos que para los 97 versículos de los 4 primeros capítulos de Ef se nos dan 70 referencias a Col y 89 a las otras cartas comúnmente admitidas como de Pablo.
En un análisis más detenido, vemos que más de un tercio de los vv. de Ef aparecen en Col y, además, en un orden semejante. Más de 30 frases de Col se encuentran en Ef. La mitad de Ef contiene vocabulario de Col y la coincidencia verbal suele exceder las cinco palabras por línea. Si se tienen en cuenta los lugares paralelos con las otras cartas de Pablo, su coincidencia verbal se extiende a más del 80% de los vv. de Ef.
Una tal repetición o imitación literaria parece hacer imposible la composición o desarrollo de algo original. Ef tendría que limitarse a un florilegio de expresiones paulinas superficialmente conexas. Sin embargo, no es ésta la realidad. Ef muestra una visión rica, original y coherente.
2.2.2. Diferencias de Ef con las otras cartas de Pablo
La primera diferencia que resalta es el estilo ampuloso, más todavía que en Col, que gusta de frases larguísimas y recargadas, uniendo verbos a base de participios, de pronombres relativos y conjunciones. Acumula también sinónimos y une substantivos a base de varios genitivos seguidos. Es un intento de decir mucho en poco espacio, algo típico del ambiente litúrgico. El número de palabras nuevas no es exagerado respecto al de las otras cartas de Pablo, pero se detecta una clara aproximación al vocabulario de Qumran y al pregnóstico.
A pesar del profundo paulinismo que impregna toda la carta, ésta no se limita a repetir cosas dichas anteriormente, sino que muchos de los conceptos fundamentales paulinos están enfocados desde una nueva visión y perspectiva, como sucede también en Col. Las diferencias teológicas de Ef respecto a las otras cartas de Pablo son notorias. Aun admitiendo que la carta sea de Pablo, es evidente que, como en Col, se dirige a otro auditorio, y desde una experiencia personal bastante evolucionada.
* Ante la visión histórica de la voluntad salvífica del Padre y de la salvación en Cristo en tensión entre pasado y futuro, Ef. resalta una salvación de alcance cósmico, en tensión entre la realización consumada en el cielo y la terrestre en desarrollo todavía.
* La salvación mediante la fe, por pura gracia, ya no es tema de discusión en Ef, sino motivo de contemplación y acción de gracias.
* Desaparece también toda perspectiva histórica de la reconciliación del mundo con Dios por la supresión de la barrera entre judíos y gentiles: lo presenta como mero hecho ya consumado.
* El ministerio de Pablo sigue siendo un servicio al Evangelio, que le ha sido confiado por el Padre en favor de los paganos, pero en Ef se centra más en sus cadenas y en su tarea como revelador del Misterio que en su actividad misionera propiamente tal.
* La iglesia sigue siendo pueblo, familia y templo de Dios y el cuerpo de Cristo, pero, en Ef y Col, Cristo es la Cabeza de este cuerpo. Además ya no aparecen las comunidades locales como iglesias.
* El matrimonio se ve a una luz más positiva que en 1Co 7.
Pero la diferencia fundamental de Ef con el resto del cuerpo paulino, diferencia que aparece ya en Col, es que, sin entretenerse en explicaciones jurídicas, nos da una visión-experiencia "mística" de la salvación. Desde esta perspectiva, las realidades concretas y variantes se ven, viven y expresan desde la plenitud simple y transcendente (realizada), que las impregna y da sentido.
2.2.3. Diferencias con Col
A pesar de la estrecha conexión entre Ef y Col, cada una de estas cartas tiene su propia identidad y entre ellas hay diferencias notables.
La diferencia fundamental es la finalidad misma de Ef: no se trata de polémicas, como en Col, sino de comunicar un conocimiento «que excede todo conocimiento» (3,19), no revelado a todos (3,3ss), pero destinado a todos -o bien conocido ya por "los santos", según el sentido que tenga esta palabra- (3,18). La inefabilidad de este conocimiento -que se viene a identificar con el amor de Cristo (3,19)- y su intento de transmitirlo a través de la oración (3,14ss) y de "una breve exposición" (3,3), están a la base de toda la carta y explican casi todas sus peculiaridades:
Ef trata comprehensivamente el Misterio de salvación, algo no pretendido por Col, que apenas habla de la iglesia y del Espíritu Santo.
Una de las diferencias en que más se suele insistir es la diversidad de sentido que en ambas cartas se da a un mismo término, por ejemplo:
* "Misterio" tiene en Col un sentido más centrado en Cristo mismo, mientras que en Ef apunta más al resultado de la exaltación de Cristo.
* Usa una vez la lucha contra las "potestades" (6,12), como Col -donde es perfectamente lógica-, sin que en el contexto se explique el porqué.
* "Oikonimia/encargo", en Col y Ef 3,2, tiene el sentido de servicio confiado a Pablo; en Ef 1,10 y 3,9, se trata de una realización hecha por Dios mismo.
Hay que relativizar, sin embargo, estas diferencias, pues a veces se da una diversidad semejante dentro de las mismas cartas. Cada vez que se usa una palabra, no se pretende dar una definición de la misma; ello vale todavía más para Ef, tan inclinada a acumular diversidad de matices en relación a una misma realidad.
2.3. Estructura de la carta
2.3.1. Saludo (1,1-2)
Se trata de un saludo escueto pero normal en las cartas paulinas. (Dando por supuesto lo dicho sobre el autor en 1.2., situamos a Ef dentro de la tradición -o escuela- paulina; por ello, haremos referencias o comparaciones con otras cartas de dicha tradición o con el mismo Pablo). Sólo hay que recalcar la ausencia del nombre de los destinatarios, y que las palabras "apóstol" y "voluntad de Dios" cobran un nuevo significado en Ef. En otras cartas Pablo cambia la acción de gracias después del saludo, por una bendición. En Ef, después de la bendición, conserva una breve acción de gracias, que viene a ser una introducción a la súplica temática.
2.3.2. Cuerpo dogmático (1,3 - 3,21)
* Bendición (himno): elegidos en Cristo para Gloria del Padre: 1,3-14.
1) El Padre nos predestinó a la filiación divina: vv.3-6.
2) En Cristo se nos da el perdón de los pecados, y se revela el Misterio de la voluntad divina, recapitularlo todo en Cristo: vv.7-12
3) Sellados por el Espíritu Santo: vv.13-14.
*Eulogía y Súplica:
Que sea revelado a los fieles el "conocimiento" del Padre (1,15-23) y que éstos comprendan la esperanza de su llamada, la riqueza de su heredad y la fuerza que demostró en la entronización celeste de Cristo.
*Aplicación:
1) Los fieles encumbrados con Cristo por gracia (exposición): 2,1-10.
2) Cristo, nuestra paz, hace de gentiles y judíos un solo pueblo que, en un solo Espíritu, tiene acceso al Padre: la iglesia (exposición): 2,11-22.
* Pablo, servidor del misterio: 3,1-21
1) Autobiografía: conocedor del misterio y servidor del Evang.: 3,1-13
2) Conocer el amor de Cristo adentra en la plenitud (súplica): 3,14-21.
2.3.3. Parénesis moral 4,1-6,20
1) Crecer en la unidad, dentro de la variedad de ministerios: 4,1-16
2) Imitadores de Dios como hijos amados. La vida cristiana: 4,17 - 5,20:
* del hombre viejo al hombre nuevo: 4,17-5,2
* de ser tinieblas a ser luz: 5,3-20
* deberes domésticos: 5,21 - 6,9
* combate espiritual: 6,10-20
2.3.4. Conclusión 6,18-24
Cadenas y noticias de Pablo. Saludo.
3. NIVEL TEOLÓGICO
3.1. Escatología realizada
La finalidad de la carta aparece claramente en las súplicas: que los fieles lleguen a conocer la profundidad del Misterio finalmente revelado, la profundidad insondable del amor de Cristo y de la esperanza de nuestra llamada, así como lo insondable del plan salvífico del Padre.
La iglesia, el pueblo santo (realizado), ya tiene conciencia de ello (3,18), pero los fieles necesitan el don de «un espíritu de sabiduría y revelación» (1,17) para poderlo comprender, ya que supera toda comprensión.
Este conocimiento llega simultáneamente a la raíz y a la consumación de la iniciativa divina de salvación, que, en realidad, son una sola cosa, y expresa la poderosa intimidad de Dios. El autor, desde la perspectiva de la raíz, se refiere a esta realidad como "misterio y voluntad"; y, desde la perspectiva de la consumación, como "plenitud (llenar)". Su experiencia por parte de los fieles se llama "conocimiento: gnosis, epignosis", y sólo puede ser fruto de una revelación.
La necesidad de expresar lo inefable, lo complejo impregnado de unidad, lo pasajero anclado ya en la eternidad, la tierra experimentada desde el cielo, configura tanto la teología como las complicadas fórmulas de Ef, que con frecuencia pueden significar muchas cosas y que siempre intentan superar la limitación de todo significado concreto.
3.1.1. Plan salvífico universal de Dios
El autor deja muy de lado la visión histórica de la salvación, y parte de lo que de suyo es conclusión: La exaltación de Cristo sobre tierra y cielos ha consumado y revelado el misterio primordial que es la voluntad salvífica universal del Padre (1,11), consecuente con su obra creadora (3,9). Esta voluntad es una decisión gratuita que en el presente se concretiza en hacer a Cristo cabeza de la iglesia y de todas las cosas, del cosmos. Es la demostración de la sabiduría del Padre que revela todo su poder y toda la riqueza de su gloria (1,18-20).
Para describir esta iniciativa del Padre, que está a la raíz de todo hecho salvífico y también de toda realidad creada, usa el término "plenitud pléroma" (1,23; 3,19), que seguramente ya estaba en uso entre los destinatarios y que llegará a ser una expresión técnica en el gnosticimo. La plenitud viene a ser la intimidad dinámica divina, que fundamenta todo lo creado y lo ordena hacia la consumación salvadora (1,23). Ésta se ha realizado en Cristo y se hace presente en la iglesia.
3.1.2. Totalmente realizado en Cristo
La Cristología de Efesios, fundamentalmente ya delineada en Col, deja de poner en primer plano la relación salvífica de fe entre Cristo crucificado y resucitado con el creyente-comunidad en espera de la consumación de la Parusía.
En sus cartas Pablo mismo va más lejos de esta experiencia inmediata. La resurrección de Cristo actúa en el creyente no sólo resucitándolo en la parusía (Rm 6,5ss), sino comunicando ya en el presente el Espíritu y una vida nueva (Rm 6,4.11; 7,4.6; 2Co 5,17-18; Flp.3,10). En Flp 2,5ss., Pablo asume el paralelo de la Cruz-Resurrección, de la humillación-exaltación de Jesús (cfr. Rm 1,3-4): de una situación divina preexistente, se anonada y es exaltado universalmente. Esta cita cobra un relieve especial por su uso en un contexto exhortativo y no dogmático. Pablo limita y acomoda su reflexión teológica a las exigencias de los problemas. Por otra parte, Rm 8,29-30 podría trasladarse tal cual a Ef.
En Ef, la exaltación de Cristo es primordialmente cósmica, y se trata de un hecho definitivo y consumado, realización del plan salvífico universal del Padre. Cristo ha sido entronizado por encima de todo lo existente y de todas las épocas o eones, penetrándolo todo, dominándolo todo, consumándolo todo (1,10) y asumiéndolo todo en la plenitud de Dios.
Esta visión de la obra y persona de Cristo no fue mero fruto de la contemplación, sino que era una exigencia de la presentación de Cristo al mundo helénico, cuyo universo había ya degenerado del cosmos clásico a un verdadero hormiguero de fuerzas caóticas:
* Las apariciones de dioses en figura humana -fácilmente identificables con el Jesús de la fe- estaban a la orden del día. A Bernabé y Pablo se les concedió tal honor (Hch.14,11-12).
* Los dioses, ángeles, astros, seres celestes y los elementos primordiales en lucha, zarandeaban, para bien o para mal, la naturaleza y los hombres.
* El "hado/fatum" manejaba a su antojo dioses, seres celestes, elementos y hombres.
Cristo tenía que ser también respuesta a esta cultura que Pablo consideraba como campo propio, del mismo modo que en su tiempo abordó los conflictos con el mundo judío. Si, para los judíos la encarnación, muerte y exaltación divina de Cristo eran algo inaudito y rayano en la blasfemia, para el mundo helénico, podían interpretarse tranquilamente como una aventura más de los dioses. Unas pequeñas comunidades apoyadas en la fe y en la esperanza de una segunda venida de Jesús resucitado, revelado a Pablo y a otros apóstoles, no podían ser la respuesta adecuada al complejo universo helenista, si no quedaba bien clara la posición que Cristo ocupaba en él. Además, el hecho mismo de la resurrección aparecía ya como algo ridículo dentro de esa cultura, como el mismo Pablo pudo comprobar en Atenas.
3.1.3. Que ha dado vida a los fieles
Los fieles forman parte esencial del plan salvífico del Padre, quien los elige desde la creación para ser santos, hijos suyos en Cristo, alabanza de su gloria, manifestación visible de su voluntad misteriosa (1,4-6).
En Cristo se obtiene el perdón de los pecados y la revelación de lo que tiene de central e incomparable su exaltación. Para el creyente, esta revelación no se limita a un conocimiento. Es experiencia vital de la esperanza que comporta su elección, de la riqueza a que se le destina. Se trata de una esperanza y una herencia cuya realización supone, por parte del Padre, una fuerza similar o idéntica a la que usó para resucitar y exaltar a Cristo (1,19). La vida misma del fiel forma parte de esta exaltación (2,5-6).
3.2. La iglesia, plenitud de Cristo
Ya en 1Co y en Rm, Pablo compara a las iglesias con un cuerpo para explicar las relaciones entre los fieles, de manera semejante a como en el helenismo se entendían las relaciones entre los miembros de una misma sociedad o estado.
En Col y Ef no están en primer plano las relaciones entre los creyentes, sino la relación entre Cristo y la iglesia en su totalidad y universo. La exaltación de Cristo a la diestra de Dios, por encima de todos los cielos, comporta la sujeción a Cristo de todo tipo de poder (1,22) y su constitución como cabeza del universo; pero culmina en el hecho de ser constituido Cabeza de la iglesia.
Desde esta perspectiva, la iglesia participa plenamente de la plenitud de Cristo, y, como tal, es celeste y consumada ya que está indisolublemente unida a Cristo a modo de cuerpo y cabeza. La obra y exaltación de Cristo, impregnan y animan a la iglesia y son su razón de ser. En realidad, Cristo e iglesia no son realidades separables, y su conjunto es el mismo ser de Cristo.
Pero la imagen de Cabeza del cuerpo subordina la iglesia a Cristo, que es quien le comunica su vida, la gobierna y dirige, la cuida y hace crecer; en una palabra, Cristo es el origen y finalidad de la iglesia.
3.2.1. Lleva a cabo en el mundo la plenitud de Cristo
Junto a esta dimensión celeste, la iglesia también tiene otra vertiente temporal, la misión de ir realizando, en y para el eón presente, la plenitud que le viene de Cristo. La iglesia es el espacio dentro del cual el mundo tiene acceso al misterio realizado en Cristo.
Por ello, la iglesia es el espacio en que el hombre, que estaba muerto a causa de las transgresiones y pecados, es vivificado, glorificado en Cristo por pura gracia y hecho criatura celestial (2,1-10).
La iglesia es el lugar en que la Cruz de Cristo unifica los dos mundos irreconciliables de judíos y gentiles (2,14-18). En la iglesia, los gentiles, que estaban muertos por el pecado y eran extranjeros, han sido vivificados y hechos ciudadanos del cielo (2,11-19). En la iglesia, el hombre es agraciado con una vida nueva, que actúa por la fe y el amor. Así el creyente puede obrar según el designio divino (2,8-10). En la iglesia, el Espíritu hace al creyente morada de Dios (2,22) y le configura según la herencia futura (1,14; cf.2,18).
La descripción de la iglesia en Ef no se limita a la imagen del Cuerpo de Cristo. En 2,19-22, se suceden las imágenes de pueblo celestial, familia de Dios y templo santo, imágenes que ponen más de relieve la diversidad e interrelación de los fieles en la iglesia. Sólo se desarrolla un poco la imagen de templo, que describe elementos de la iglesia terrestre, como el estar fundada sobre los apóstoles y profetas. La iglesia experimenta un crecimiento constante (crecimiento, no edificación!: mezcla las imágenes de templo y cuerpo), a pesar de ser un edificio acabado, pues tiene ya a Cristo como piedra angular.
3.2.2. Para alabanza de la gloria del Padre
El Misterio de la voluntad y plenitud del Padre, realizado por y en Cristo, y que anima a la iglesia celestial, da sentido y finalidad a la esperanza y vida de los fieles. La fe y la caridad abren a los fieles al conocimiento de la plenitud de Dios y del amor de Cristo (3,16-19), que, a su vez, posibilita obrar en este mundo según el plan del Padre y llevar así al hombre a la plenitud a que está destinado desde el principio.
La revelación de cualquier obra salvífica suscitaba entre los judíos, y entre los cristianos después, una eulogía o bendición. Puede que sea una respuesta inadecuada, pero la admiración y la acción de gracias son las únicas reacciones que le quedan al hombre enfrentado a la transcendencia. Alabanza, bendición y gloria -doxología-, son prácticamente sinónimos que el autor acumula dentro de la doxología (1,3-14). Con ello el autor quiere significar algo más que nuestra reacción. La gloria y alabanza forman parte de la obra de Dios en sí misma, y nuestra alabanza es su mera expresión o participación en ella. Por esto la alabanza forma parte de las buenas obras a que hemos sido destinados, y éstas, a su vez, son realización de la alabanza de su gloria.
3.3. En un mundo malo y enemigo
La visión y conocimiento místico, que impregna la parte dogmática de la carta, es realista y está lejos de todo idealismo. Es verdad que expresiones de Ef, sacadas de esta vida que las anima, pueden sonar a gnósticas o idealistas. Pero esto es algo común a todo hallazgo vital: la justificación por la fe, vista desde una fe como la que presenta la carta de Santiago (St 2,18-19), parece una necedad. Por algo ya el mismo Pablo se quejaba de que algunos "blasfemaban de él", haciéndole decir que había que hacer el mal para que viniera el bien (Rm 3,8).
La parte exhortativa atestigua este realismo. Describe el mundo helénico sobriamente pero en toda su maldad. Ello no aparta al autor de su intento de unir el conocimiento profundo y la realidad cotidiana. Son los fieles quienes, unidos y santos, llevan a plenitud la victoria de Cristo.
3.3.1. En la unidad de un solo Dios, Señor y Espíritu
Ante la ausencia de polémica, resulta más evidente que el autor considera la unidad de los fieles, basada en la bondad y humildad, como el punto fundamental y distintivo de la conducta cristiana, ya que permite hacer fructificar los dones recibidos y llegar a la plenitud en un solo Cristo y Padre. Esta unidad hace participar al Cuerpo, que es la iglesia, en la madurez de su Cabeza (4,14-16).
3.3.2. Apartándose del error y de la mala vida
El mundo pagano vive desenfrenadamente a causa de la ignorancia o vaciedad de su espíritu, que se muestra siempre insaciable. El cristiano debe desnudarse de este hombre con sus apetitos (4,22-24) y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios, que ya ha descrito en la parte dogmática (3,16-19). Nos describe este vivir cristiano como verdad, perdón mutuo, trabajo y caridad; y lo resume en «no entristecer al Espíritu Santo» con que hemos sido sellados (4,25-32).
La vida cristiana no es fruto de la moral, pero la comporta. Se acentúa esta realidad con la imagen tradicional y bautismal de la contraposición entre luz y tinieblas. Se nos da un larga lista de vicios y se acentúa que lo típico de las obras de las tinieblas es que son infructuosas (5,11); mientras que el fruto de la luz es toda clase de bondad, justicia y verdad.
3.3.3. La vida familiar cristiana: 5,21 - 6,9
La descripción de la vida familiar cristiana que nos hace Ef es el mejor ejemplo de lo que Pablo (y la tradición paulina) pretende en las exhortaciones de ésta y otras cartas: no busca una revolución en los deberes sociales o familiares -aunque posiblemente la consiguió-, sino el presentar toda la vida diaria del cristiano desde el misterio íntimo que la anima. La belleza y maestría con que lo consigue, ponen de manifiesto hasta qué punto estaba Pablo inmerso en este misterio.
Es importante notar que toda la sección se basa en el presupuesto fundamental de toda vida cristiana: La mutua sujeción en el temor de Cristo (5,21; cfr. 4,1-3): No hay autoridad humana exenta de esta regla. A diferencia de Col, que se centra en la relación amo-esclavo, en Ef la relación entre los esposos está en primer término. Es interesante notar que se procede a la inversa de lo que es tradicional ya en el A. T., en que se describe el Amor de Dios a su Pueblo con la imagen del matrimonio. Aquí el amor y relación de Cristo con su iglesia pasa a ser arquetipo de la relación matrimonial, a la que se da un sentido de plenitud, como a todo el resto de la existencia cristiana.
La obediencia de los hijos no parece necesitar ulterior apoyo que el decálogo; en cambio la obediencia de los esclavos, se relaciona con la obediencia a Cristo. También la autoridad de los padres y los amos se remite a la manera de mandar que tiene el Señor, que descubre lo relativo de la autoridad humana y su gran responsabilidad.
3.4. Lucha contra el maligno: 6,10-20
Principados y potestades han sido destronados por Cristo (1,20-22), y éste ha sido constituido como Cabeza de todo (1,10). En su exhortación a una vida cristiana cumplida, Pablo ya ha empezado a mostrarnos el reverso de la moneda. La acción de Dios a través de los fieles y de la iglesia es lo que ahora va llevando a término el designio divino. Su escatología realizada no quita nada a la responsabilidad y tensión en la vida del creyente; al contrario, es la base para comprender la tremenda transcendencia de la vida cotidiana, enraizada en la plenitud de Dios y en la victoria de Cristo, que la iglesia lleva a término.
Para llegar al hombre interior (3,16), al hombre perfecto (4,13), al hombre nuevo, se requiere luchar, despojarse del hombre viejo que "se destruye, corriendo tras los deseos seductores" (4,22-24). También insinuaba que detrás de tales deseos está el diablo (4,27). Al final de dicha exhortación, de una manera relativamente sobria pero clara, nos avisa de la tremenda oposición que todavía existe al plan de Dios, oposición que supera en mucho las posibilidades humanas.
3.4.1. Resistencia a los que dominan este mundo de tinieblas
En el mundo antiguo era común pensar que el mal transcendía la esfera humana y con frecuencia se relacionaba con divinidades o, por lo menos, con espíritus o ángeles malignos en constante lucha con los dioses y los hombres, en el cielo y en la tierra. La literatura apocalíptica, la de Qumram y la gnóstica son inagotables ejemplos de ello. Con frecuencia se describía también la lucha final y el triunfo de Dios, con la condena del Maligno y sus huestes. El autor conocía, sin duda, toda esta interminable imaginería, pues usa su lenguaje. Pero lo que resalta en Ef es la suma sobriedad en el uso de dichas concepciones.
Pablo nos habla de nuestro mundo de tinieblas, dominado por el diablo y otros príncipes y espíritus de las regiones celestes, que en "aquel día malo" (6,13) van a mostrar toda su furia.
La armadura de Dios de que nos habla, como imagen recuerda muy elementalmente la del legionario. Las virtudes o, mejor aún, los dones de Dios asociados a tales armas recuerdan elementos fundamentales de la exposición dogmática, sin que se trate de una enumeración sistemática: fe, verdad, justicia y paz.
Lo auténticamente significativo es que, con ellas, el creyente no sólo resistirá a las insidias del maligno, sino que obtendrá la victoria total sobre todo poder maligno, incluso en el día malo, en el último ataque total y póstumo del mal.
Además ni siquiera insinúa nada sobre el tema que tanto apasionaba a los apocalípticos: ¿Qué pasará con los malignos derrotados?. El final ya está contado: La plenitud de Dios lo llenará todo.
3.4.2. Esta lucha se realiza en el mundo y contra el mundo
Ef, además de resumir un conocimiento insondable del Misterio de Dios, intenta sacar las consecuencias prácticas para la vida diaria del creyente, encarnar este Misterio en las comunidades, nacidas en el mundo helénico y sincretista del Asia menor.
Por una parte, hace ver al creyente la realidad temporal en que vive, a partir de la unidad del misterio de Cristo entronizado que lo penetra todo. También en otras cartas Pablo hace esta conexión hablando de la vida en Cristo, pero de una manera particular se extiende en este sentido en las defensas y explicaciones de su ministerio apostólico. Con todo, en Ef resulta algo mucho más sistemático y completo.
Por otra parte, está la explicación del cambio que la revelación del Misterio de Dios ha introducido en el mundo y en la vida de las personas. Para ello no puede ignorar las concepciones morales y cosmológicas existentes, por incompletas que sean, so pena de hacerse ininteligible. Pero este mismo hecho relativiza las imágenes empleadas.
Ya hemos visto que, aunque muy sobriamente, Pablo describe el mal como un verdadero reino sobrehumano, celeste y espiritual, tal como se concebía en su tiempo. Hoy día se nos hace difícil captar el sentido de estas expresiones, y lo único que nos queda de ellas es la idea de que el mal, como rechazo de la gracia, desborda la capacidad y las posibilidades humanas de superación.
Por otra parte, en nuestra sociedad existen estructuras malignas, causadas por el hombre, a las que frecuentemente el individuo no puede escapar, quedando atrapado por ellas. Se trata de nuevas dimensiones a las que no podemos cerrar los ojos, sino de las que hay que tomar conciencia en nuestra lucha, apoyada también hoy en la armadura de Dios.
Gran parte de las normas morales concretas que usa Pablo, con sus listas de vicios y virtudes, no son algo específicamente cristiano: la mayor parte provienen del judaísmo y de la filosofía estoica, ambos basados en la experiencia y el sentido común. En los tiempos de Pablo no había nada mejor, y las presenta como la manera concreta que tiene el creyente para manifestar la vida divina que le ha sido concedida. Son fruto de una larga experiencia y hay que tomarlas en serio, pero no se pueden absolutizar, pues pueden ser también fruto de serios prejuicios. Toda encarnación de la salvación transcendente sufre más o menos de la ambivalencia de las realizaciones temporales que la vida misma exige ir regenerando. Ef, por ejemplo, contemporiza con la contradicción interna que supone el hecho de que, dentro de la fraternidad cristiana y de la dimensión esencial de servicio mutuo que exige, subsista la institución amos-esclavos. Su imagen de la subordinación de la mujer al hombre en el matrimonio, tiene mucho de cultural y discutible. En 1Co 14,34-35, Pablo manda que la mujer calle en la iglesia, apelando modestamente a la costumbre. Pero en 1Co 11,3ss., se mete en un intríngulis por querer fundamentar otra costumbre del tiempo: el velo de las mujeres.
Tampoco la iglesia puede limitarse a repetir lo que en un tiempo ha sido norma adecuada. La vida cambia, se transforma y presenta nuevos problemas y nuevas posibilidades que exigen nuevos planteamientos y soluciones. Para ello Ef nos ha dado una breve pero irreemplazable visión del Misterio de la voluntad divina, que constituye un reto y una invitación para cada nueva generación de seguidores de Jesús.
CLAVE CLARETIANA
COMUNIDAD RECONCILIADA Y RECONCILIADORA
Las Constituciones nos dicen, al hablar sobre la comunidad misionera: "El amor a Dios y a los hermanos ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo y edifica nuestra comunión" (CC 10). Nuestra comunidad, que nace de esta acción del Espíritu, ha sido enviada a anunciar el misterio de Cristo a los hombres, compartiendo sus situaciones y colaborando con ellos a la "transformación del mundo según el designio de Dios" (CC 46). La carta a los Efesios nos expone la identidad de esa comunidad "unida en una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos que está sobre todos, por todos y en todos" (Ef 4,6). Una comunidad que es posible porque Cristo, derribando las barreras que separaban a los hombres, ha hecho de los dos pueblos uno solo (cf. Ef 2,14-16).
Vivir en clave misionera el don de la unidad nos exige empeñarnos en construir unas relaciones comunitarias (SP 7) que expresen la reconciliación, fruto de la acción redentora de Jesús, y den testimonio de ella ante el mundo. Pero, al mismo tiempo, nos empuja a ser constructores de paz y unidad, forjadores de reconciliación en un mundo dividido (cf. MCH 149; SP 10.1; 25.1; 27.6; 29.5; 31.4; 33.3). Pero siempre desde los pobres (MCH 173-176), porque es a través de la kénosis como Jesús llevó a cabo esta reconciliación.
CLAVE SITUACIONAL
1. Presencia de Cristo en el mundo y en la historia. En las antiguas catedrales bizantinas el ábside está totalmente invadido por la gigantesca figura del Cristo Pantocrátor. El mensaje que deducimos es que los cristianos no podrán nunca pretender reproducir en su totalidad la estatura de Cristo; al contrario, se les exhorta a tender comunitariamente hacia su plenitud total. Cristo supera siempre la realidad de la iglesia. Esto es un motivo de optimismo en las relaciones del cristiano con el mundo: fuera de la iglesia no hay sólo maldad, porque el dominio del Señor resucitado cubre también el espacio extra-eclesial. Compartamos qué visión se tiene hoy sobre todo esto.
2. Buscar la verdad. ¿Cuál es hoy el "mundo adverso" en relación al proceso hacia la plenitud de Cristo? El fenómeno del ateísmo, que tantas defensas ha desencadenado en el análisis del fenómeno marxista, debe ser leído en un contexto mucho más amplio: ateos y politeístas, panteístas, deístas, aquellos que no conocen el Dios de Israel. El autor de esta carta escribe a los cristianos de Éfeso: "Recordad vosotros, los gentiles según la carne.... que en otro tiempo estabais lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel,... sin esperanza y ateos en medio del mundo" (Ef 2,11-12). Una situación típica en el mundo de hoy; basta abrir los ojos para darse cuenta. Hagamos un ejercicio de lectura de la realidad, intentando descubrir tras las situaciones de desorientación y ambigüedad de tantas personas una actitud sincera de búsqueda de la verdad.
3. ¿Exclusión o diálogo? Otra característica de nuestra sociedad es el resurgir de localismos y regionalismos, con frecuencia marcados por exclusiones recíprocas que se expresan a través de la violencia y de la guerra. El atomismo y la insularidad, con la consiguiente pulverización de las presencias y de las iniciativas, son fenómenos que frecuentemente marcan también la realidad de la iglesia y de las congregaciones religiosas. No se atisban las líneas evolutivas de este problema, pero muchas veces se confirman las exclusiones. Es difícil conseguir un reconocimiento del don-necesidad de la unidad, del estímulo-apoyo que cada uno o cada realidad puede ser para la otra. Se empobrece el diálogo que tiene como ley fundamental el reconocimiento de la presencia del otro, su autonomía e individualidad y se desarrolla principalmente la imposición. ¿Cuál es nuestra actitud y nuestra praxis en relación al diálogo ecuménico, a la presencia de otras religiones en nuestra sociedad, a los fenómenos de nuevas formas de religiosidad o del ateísmo?
CLAVE EXISTENCIAL
1. Insatisfacción y autosuficiencia. Examinemos dos actitudes que con frecuencia están presentes en nuestra vida misionera: la insatisfacción y la autosuficiencia. Insatisfechos como si Cristo no fuese suficiente para alimentar nuestra vida. Autosuficientes, refugiados en nosotros mismos, como si Cristo no hubiese sido "ascendido por encima del cielo para llenar todas las cosas" (Ef 4,10). ¿Cómo están presentes estas actitudes en nuestra vida? ¿Cómo interpretamos este hecho?
2. Hacia la frontera misionera. La Congregación claretiana se está orientado prioritariamente a la Missio ad gentes. No sólo la reflexión, sino la misma estrategia se orienta a hacer siempre más misionera nuestra presencia, en un movimiento que no sólo es geográfico, sino del centro a la periferia, de lo consolidado a lo nuevo, de lo seguro a lo inseguro, de lo fuerte a lo débil. ¿Qué resonancia tiene esta orientación en tu provincia? ¿Cómo cuestiona nuestro estilo de vida? Toda preocupación por la iglesia universal pasa por la preocupación por una comunidad concreta (pensamiento universal y vivencia local). Toda preocupación por la congregación y la provincia debe pasar por la atención a cada una de las realidades en que vivimos, si no, no es sincera. ¿Cómo asumimos este paso y qué unidad creamos entre lo local y lo universal?
3. La oración con los textos de la tradición paulina. Muy frecuentemente recitamos en la liturgia de las horas los himnos de Pablo o de la tradición paulina, ¿qué resonancia tienen en todos nosotros? ¿Cuál nos es más familiar en la oración personal y en cuáles encontramos mayor aliento y consuelo en nuestra experiencia de fe y para nuestro compromiso misionero?
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial.
2. Lectura de la Palabra de Dios: Ef 2,1-16
3. Diálogo sobre el TEMA VIII en sus distintas claves. (Tener presentes las preguntas formuladas dentro de las pistas que se ofrecen para las claves situacional y existencial).
4. Oración de acción de gracias o de intercesión.
5. Canto final