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Luz de la humanidad
Buscando la luz...

pentateuco 8

 

 













TEMA 8:

DIOS DESCUBRE SU CORAZON ESTABLECIENDO

 

 

UNA ALIANZA CON SU PUEBLO


 

 

TEXTO: Ex 19,1 - 20,21; 24,1-11


 

 

CLAVE BÍBLICA



 

 

INTRODUCCION


 

A diferencia de muchas sociedades actuales, el mundo antiguo vivía inmerso en la conciencia de depender o estar a merced de un mundo de espíritus y dioses, mundo que con frecuencia se sentía como tan bondadoso, caprichoso y a veces perverso como el humano, pero ante el que se estaba indefenso. No es raro que ante tanta confusión, Dios escogiera las Alianzas como vehículo de Autorevelación.


 

 

G. von Rad describe el fin de una "Alianza" entre hombres (o grupos), como un "poner en orden la situación jurídica confusa en algún aspecto, existente entre dos partes, mediante la asunción de obligaciones por ellas. Gracias a un ordenamiento jurídico, transforma en relación comunitaria y saludable lo que antes era una situación peligrosa y poco clara (Von Rad: Génesis: coment. a l7,2‑3a).


 

La importancia y complejidad de dichas situaciones poco claras, que toda convivencia social comporta, hizo de las Alianzas uno de los vínculos más sagrados entre hombres, incluso igualando a veces el vínculo de sangre (Alianza de Jonatán con David; lSam,18,3; 20,3; 23,18)



 

 

1. NIVEL LITERARIO


 

 

1.1 Vocabulario


 

En Ex 19,2b leemos: "Allí acampó Israel frente al monte". A partir de esta afirmación el texto hace mención del "monte" y del "monte Sinaí" a lo largo del capítulo 19 y también, aunque menos frecuentemente, en los cc. 20 y 24.


El término denota en primer lugar una configuración del terreno cuyo rasgo más característico es la altura. Sin embargo, el uso en estos capítulos indica una intencionalidad más profunda: se trata de un espacio intermedio entre lo divino y lo humano. "Descenderá Yahveh a la vista de todo el pueblo" dice el v.11 y este descenso vuelve a mencionarse en el v. 18: "Yahveh había descendido sobre él en el fuego" y en el v.20: "Yahveh bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte".


 

La condición espacial del monte expresa una manifiesta entre preocupación por la necesidad de "santificar" tiempos (20,8.11), personas (19,10.14) y los espacios (19,23) y, en este último caso, llevan a fijar límites (19,12.23) y a una distinción entre los actores humanos de modo que algunos puedan y otros no puedan subir. En ambos casos, sin embargo, se trata de un "ir al encuentro del Señor" (Ex 19,17), de una comunicación.


 

La comunicación aparece también desde el comienzo en la llamada de Dios (Ex 19,3a) para decir y anunciar (Ex 19,3b) y las menciones de la voz de Yahveh (Ex 19,5), de la voz-trueno (Ex 19,16.19; 20,18) y de la voz mandato (24,3) lo que permite definir a los mandamientos con la solemne fórmula de 20,1: "Entonces pronunció Dios todas estas palabras..."(20,1)



1.2. Géneros literarios.


 

 

1.2.1 Los Formularios de la Alianza:


 

 

Por razón de los contrayentes, las formulaciones de alianza se dividen en Alianza entre iguales, Alianza entre señor y vasallo, y Alianzas unilaterales -sólo conocidas éstas en la Biblia-, resultando que la "obligación o promesa" concomitante puede ser compartida, impuesta a la otra parte o asumida unilateralmente.


 

 

El esquema de Alianza entre señor y vasallo, atestiguado por múltiples tratados del segundo milenio, consta de los siguientes elementos:

 

 

- Autopresentación del Soberano con sus títulos

 

 

- Resumen histórico de las relaciones con su vasallo es decir narraciones sobre la historia de beneficios. Estas narraciones, que fueron uno de los principales orígenes de la historiografía antigua, adquieren gran relevancia en este tipo de tratados a diferencia de lo que acontece en los tratados entre iguales en que el pasado, frecuentemente de desencuentros, trataba de ser ocultado.

 

 

- Mandamiento principal impuesto al vasallo o expresión del contenido o compromiso ético fundamental de éste que, frecuentemente, emplea el imperativo del verbo "amar" u otra fórmula semejante y estipulaciones que el Soberano exige del vasallo. A veces una de ellas regula la conservación y relectura de la tablilla con que están escritas dichas estipulaciones.

 

 

- Bendiciones y Maldiciones, en caso de transgresión

 

 

- Conclusiones, principalmente rituales que son expresión de la solidez del vínculo establecido, de las que podemos mencionar:

 

* Juramento por parte del vasallo (a veces también del soberano) unido a ritos mágicos de imprecación como partir un animal y pasar por medio de los pedazos imprecando para sí la misma suerte y otros tipos de maldición, en caso de incuplimiento. Estos ritos, en la época preliteraria tuvieron importancia fundamental para asegurar el cumplimiento.

 

* También tuvieron gran importancia los signos que perpetuaban el Recuerdo como Estelas; Intercambio de ídolos testigos u otras prendas; Sacrificios a los Dioses testigos; Ritos de Comunión, Banquetes de Celebración y listas de dioses y hombres de ambas partes que son invocados como testigos.


 

 

1.2.2 El derecho apodíctico


 

Con el descubrimiento en 1902 del código de Hanmurabi, y posteriormente de colecciones de leyes sumerias, acádicas, asirias e hititas -todas ellas anteriores o contemporáneas de Moisés- y las más recientes neobabilónicas, así como de pactos y contratos cananeos y de edictos reales egipcios, se ha aclarado la existencia de un derecho consuetudinario en todo el oriente medio. Más que de códigos sistemáticos, se trata de colecciones de leyes para facilitar la labor de los jueces. Su forma suele ser casuística. El A.T. ha conservado un buen número de este tipo de leyes dónde un "caso" es presentado como ejemplo en orden a la solución de otros casos semejantes con una expresión semejante a la siguiente: "Si..., entonces...". Dicho derecho está también presente en la Biblia.


 

Sin embargo, llama la atención el empleo de otras formulaciones legales en Israel para cuya construcción se recurre a un "No" seguido del futuro. El empleo de este tipo de formulaciones llamadas apodícticas, en los mandamientos y otros textos, es cosa desconocida en las culturas circundantes. Sólo encontramos un tipo semejante en las instrucciones hititas a los servidores del Templo. Quizá a diferencia de la ley casuística de los imperios sedentarios, nos encontramos aquí con la legislación oral propia de clanes no sedentarizados.


 

 

1.3. Estructura interna de Ex 19 - 24,11


 

Diversos elementos del formulario de Alianza están de una u otra manera dispersos en las diversas formulaciones de la Alianza israelita, aunque se deban resaltar algunas diferencias.


 

Sin olvidar la importancia capital que tienen las Alianzas y Promesas unilaterales con que Dios se vincula a una persona o al pueblo, por lo general, las formulaciones de Alianza de Israel con Yahvé siguen el esquema de Alianza entre Señor y vasallo con una diferencia fundamental: en el Yahvismo tenemos convertido en regla el hecho insólito de que uno de los contrayentes sea Dios mismo, quien, por cuanto conocemos de otros pueblos, jamás es contrayente sino Testigo y Garantizador.


 

Los otros elementos del formulario están, de una u otra manera dispersos, presentes en el relato de la Alianza sinaítica y pueden servir de plan para comprender el desarrollo de estos capítulos.


 

En efecto, en la última redacción sacerdotal -que usa muchos elementos ya aglutinados anteriormente, con numerosos duplicados y contradicciones-, estos capítulos no sólo forman una unidad, estructurada como una formulación de Alianza, sino que constituyen la médula de la TORAH:

 

1) Marco histórico: 19,1-3

 

2) Historia de la relación de Dios con Israel: 19,4-6

 

3) Compromiso del pueblo: 19,7-8

 

4) Teofanía que garantiza la autenticidad de las estipulaciones:19,9-25

 

5) Estipulaciones: Decálogo y código de la Alianza (Eloístas): 20-23

 

6) Conclusión: Juramento de fidelidad de Israel: 24,1-3.7b; estelas-testimonio:24,4; Sacrificio: 24,5-8; y Banquete de comunión: 24,9-11.



 

 

2. NIVEL HISTORICO


 

 

2.1. En los Hechos-Memoria: El Yahvismo y el Decálogo


 

El Yahvismo aparece ya desde el principio vinculado a Moisés y el monte Horeb o Sinaí, con las características de un marcado exclusivismo y prohibición de imágenes, y con la convicción de haber entrado en Canaán por el sur de Transjordania; características todas ellas que no hay motivo para no considerarlas históricas.


 

Hay una temprana adopción del yahvismo por parte de alguna(s) tribu(s) del norte que también estaba vinculada a Moisés, cuya función de legislador está presente en las tradiciones más diversas.


 

El Decálogo (Ex 20,1-21) aparece ligado a la actividad legislativa de aquel. Su origen sin embargo, no ha sido clarificado plenamente. Antes de encabezar el Código de la Alianza, había tenido ya una historia independiente, como demuestra su duplicado -y en alguna expresión posiblemente más primitivo- en Dt 5,1-21.


 

Se ha hecho notar la formulación apodíctica de todos los mandamientos. Este tipo de formulación puede ser un indicio de que Yahvismo y el Decálogo estuvieron vinculados entre sí desde tiempos muy remotos, posiblemente desde el mismo Moisés.


 

 

Otra característica insólita del Decálogo es que aparezca como precepto la exhortación a "amar a Dios" del v.6 y que se ponga en el mismo nivel la relación con Dios y con el prójimo, resultando ésta más prolija que la primera y su formulación más primitiva y original.


 

Por esto hay quien cree que en su origen el Decálogo era una enumeración de los impedimentos para entrar en el Santuario, al estilo del Ps 15.

 

Sin embargo, el "Código de la Alianza" -la más antigua compilación de leyes un poco extensa- que se presenta como "las estipulaciones de la Alianza", tiene exactamente las mismas características: excepto la prohibición de los ídolos de Ex 20,23, todo lo demás referente a la relación con Dios (erección de altares, 20,24-26, las tres fiestas agrícolas, 23,14-18,) podría ser suscrito por un cananeo. El resto es regulación de las relaciones con el prójimo.


 

 

2.1.2. La Alianza sinaítica y sus ritos en J. y E.:


a) La tradición J.

 

 

En tiempos de David, el Yahvismo había penetrado profundamente en todas las tribus, como lo demuestra su decisión unificadora de hacer de Yahvé el Dios del rey. El hecho de que el redactor J. haya conocido el papel central de último Patriarca y primer Rey atribuido a un Moisés que estaba bien poco ligado a Judá y Hebrón es el indicio más claro de la amplitud del reconocimiento de que gozaba ya entonces Moisés. Sin embargo, sus preocupaciones pueden prescindir de una Alianza sinaítica. No le preocupan los otros dioses que quedan desplazados automáticamente a un segundo plano al ser Yahvé el Dios del rey, de la monarquía. Tampoco le preocupa el aspecto moral, garantizado también por la monarquía. Sus preocupaciones son las de legitimar la realeza de David en Hebrón, de Salomón y del culto del Templo de Jerusalén. Para ello, fundamenta todo el dinamismo del Yahvismo en las promesas a los Patriarcas, centrando la misma historia universal en el Patriarca del Sur, Abraham, seguido de otro sureño, Isaac, pero anexionándoles Jacob, el Patriarca del norte. También busca todas las otras posibles conexiones con la otra gran figura del norte, Moisés: nos lo presenta como el último Patriarca y el primer líder real, asociándolo al mismo Faraón, a pesar de ser la sabiduría egipcia el gran peligro para el Yahvismo, como los dioses extraños lo serán a partir del Eloísta.


El Sinaí para J. es prototipo del Templo,

 

- con una Teofanía -símbolo de la presencia de Yahvé- en forma de tormenta: Ex 19,9-24 (cfr. 1Re 8,10)

 

- un banquete de Moisés, Aarón y los 70 ancianos en la presencia de Yahvé (como el Rey y sus funcionarios): Ex 24,1a.11

 

- la proclamación del llamado Decálogo Yahvista -Ex 34,8-26- tiene una similitud con los edictos reales inscritos en las paredes de los templos, y éste parece ser el origen de la palabra HÔQ que usa J. para designar las leyes y que posteriormente asimiló a los otros términos legales comunes.

 

Por genial que sea la síntesis J., no se puede explicar la tranquila identificación de Yahvé y el "Dios de los Padres" de los diversos clanes, si ya desde el principio ambos no presentaran rasgos muy similares; podemos decir que el proceso de identificación ya estaba en marcha antes del J.


b) El Elohista.

 

Ya sea porque en el norte se conservó la tradición yahvista más pura, ya sea por la influencia aglutinadora de la Alianza de Josué en Siquem -Jo 8,30ss- y su posible conmemoración periódica, lo cierto es que el E. centra en la Alianza la relación de Yahvé con Israel.

 

E. nos describe el rito de la Alianza escuetamente en Ex 24,3-6.8 y más detalladamente en Jo 8,30-35 y Dt 27,1-26, que se pueden esquematizar así:

 

1) se alza un altar de piedras sin tallar (cfr.Ex 20,24ss) (y 12 estelas)

 

2) se ofrecen holocaustos y sacrificios (guardando la sangre)

 

3) se leen las palabras (y el libro de la ley)

 

4) el pueblo se compromete a cumplirlo (con maldiciones y bendiciones)

 

5) aspersión con la sangre de las víctimas, sobre el altar y sobre el pueblo

 

6) (Erección e) inscripción de las Palabras o preceptos en las estelas

 

7) ágape de celebración.


 

La insistencia en el cumplimiento de la ley, como base para participar en la bendición, acentúan el carácter moral de la relación Yahvé-Israel.

 

Pero lo más desconcertante de las Alianzas en el A.T. es el hecho de que Dios no sólo será ya el Testigo y Garantizador, sino uno de los Contrayentes. Y dado lo poco amigo que E. es de antropomorfizaciones de Dios, debemos pensar que de alguna manera se diviniza la conducta humana: el hombre, imagen de Dios-.


 

 

2.2. En la composición: La Alianza en la historia sacerdotal (P):


 

El Código de santidad (Lv 17-26) , que vendría a ser la versión paralela meridional del Código de la Alianza y del Dt, parece estar también redactado como un documento de Alianza que fundamenta la santidad de un pueblo cultual en torno a un único Templo y Sacerdocio (Sadoquita), influido por la escuela profética y teofanía de Isaías.


 

 

El P. nace también en el desastre, y esta vez total sin que quede ni el Santuario. Ello le abre al universalismo de J. pero desde una perspectiva muy diversa: la Alianza es la manera normal de relacionarse de Dios con el hombre, desde que el diluvio barrió toda otra posible relación mítica:

 

 

1) La bendición de Noé incluye una Alianza con todos los seres vivientes. Las estipulaciones son el respeto a la vida y a la sangre, su signo el arco iris: Gen 9,1-17.

 

 

2) Alianza con Abraham y su descendencia a los que garantiza fecundidad y una nación. Como estipulación y signo al mismo tiempo está la circuncisión: Gen 17.

 

 

3) Alianza del culto en el Sinaí, mediada por Moisés y que tiene por beneficiario a Aarón y su descendencia. Las estipulaciones son las leyes sobre el culto: Ex 25-30, y su signo el sábado: Ex 31,12-18, devolviendo así la creación a su orden primigenio (Gen 2,1-2).


 

 

Los últimos retoques a este material, más que aportar una nueva teología, intentan reglamentar la difícil situación postexílica en orden a que se convirtieran en vida la sublime visión del culto en P, así como las visiones salvíficas del Deutero y Trito-Isaías y los otros Profetas. Estructuran el Pentateuco y lo convierten en una TORAH, en la cláusula de la Alianza del pueblo cultual configurado según el plan de Dios. Siguiendo este modelo reinterpretan toda la historia de Israel.



 

 

3. NIVEL TEOLOGICO


 

La historia de las Alianzas en el A.T., tan rica y compleja, acabó abarcando todos los aspectos de la relación de Dios con el hombre. La preferencia por el formulario de alianza entre desiguales, en que la historia pasada aparece como gracia del Soberano que a través de la fidelidad del mandamiento puede prolongarse en historia de bendición futura, sirvió para colocar la religiosidad israelita en el ámbito de la historia y de una historia de gracia. Surge así una íntima conexión entre la historia y el mandamiento y entre la historia y el rito. Los mismos mandamientos no son ya considerados como ordenamiento jurídico sino como realidad de gracia, TORAH, enseñanza capaz de mantener en una historia salvífica futura capaz de prolongar la historia pasada de Israel y de la creación que se celebran en el culto.


 

 

3.1. La Alianza es expresión de Gracia de Yahvé soberano:


 

 

3.1.1. La soberanía de Yahvé comporta santidad y fidelidad.


 

El rasgo fundamental de la relación de Alianza es la fidelidad histórica: es un vínculo al que uno se compromete con todo su ser de contrayente. Dios se compromete a respaldar a un pueblo: Ex 19,5-6; 23,20-31.


 

Las manifestaciones de SANTIDAD que acompañan la Alianza atestiguan la soberanía de Yahvé y su carácter trascendente. Dios crea y respalda a su pueblo desde un mundo y perspectiva inasequibles e insoportables al hombre; su mero contacto aniquilaría la hombre: Ex19,9.12-13.18-24; 24,2.17.

 

La soberanía santa con que Dios se presenta está atestiguada por sus otras obras de soberanía, como la creación y el éxodo, pero las supera: Ex 19,4-6; 20,1-18; 24,9-11.


 

 

Yahvé siempre manifiesta su poder vivificando y salvando. Con la Alianza quiere comunicar al pueblo su propia vida santa: Ex 19,6: 24,6.8 (34,28-35).

 

 

-La Alianza crea un vínculo indestructible: es un pacto de amor que, al estar rubricado por Dios soberano, está por encima de la inestabilidad e infidelidad humanas. A diferencia de los otros formularios de Alianza conocidos, henchidos de amenazas y maldiciones, la alianza bíblica deja siempre espacio para la bendición.

 

 

-La Alianza vincula la inaccesibilidad de Dios a un pueblo de carne. La Vida acampa entre los mortales , la Fidelidad entre los caprichosos, el Amor entre egoístas, la Libertad entre esclavos, la Inmensidad entre pequeños u mezquinos (cfr. Ex 34,7-12)


 

 

3.2. La Alianza es exigencia de santidad para el pueblo.


 

- El pueblo se compromete a cumplir todo lo que Dios manda: Ex 19,8; 24,3.8. No está claro que sepa a qué se compromete: 20,18-31 (32,8-9), pero el acercarse a Dios supone un cambio radical de la vida cotidiana. Es el significado de la Ley.

 

- La Ley es expresión del mundo divino en la historia humana: es el sello de la pertenencia del pueblo a Dios: Ex 19,5. Su irradiación transforma la vida, la historia humana en testimonio de una presencia viva y salvífica de Yahvé.

 

- Aunque el fulcro de la Ley es la conciencia de pertenecer a Yahvé, su mayor parte se dedica a la relación del hombre con su prójimo y con el mundo. La relación con Dios no se puede especificar demasiado porque es El quien tiene la iniciativa en ella. En cambio, una relación con el prójimo, el mundo y la historia, basada no en la experiencia personal o comunitaria sino en la perspectiva que de ellos tiene Dios, supone una completa reorientación de todos los aspectos de la vida. Una nueva sociedad fraterna basada en la justicia y una relación con la creación fundada en el respeto por su Autor.

 

- Sólo una cierta divinización del espíritu humano posibilita al hombre la adecuación a un mundo divino, al cumplimiento de la Ley. Se expresa en la santificación: Ex 19,14.22; aspersión de la sangre sobre el pueblo: 24,8; auxilio divino: 24,11 (cfr. 34,18-25).

 

- En la Alianza está supuesta e incluida la infidelidad humana. Pero ésta ha de ser necesariamente impotente para hacer fracasar el compromiso benévolo de Dios.




 

 

1. YAHVE Y LAS DIVINIDADES DE LOS CLANES SEMINOMADAS

 

El origen del yahvismo sigue en el misterio, sin que hayan dado una pista aceptable algún nombre de dioses circundantes, algo parecidos a YHVH. Su uso más antiguo en nombres propios teofóricos conocidos es el de Josué, a no ser que el de la madre de moisés, Yokebed (Ex 6,20) también lo sea. Pero el culto a Yahvé en Palestina sólo se extendió con la llegada de Israel. las tribus israelitas, como otras del mismo tipo seminómada, tenían su Dios, hecho a imagen y semejanza del patriarca del clan, y normalmente ligado a alguna experiencia religiosa del patriarca ancestral, "el Dios de los padres".

 

Desde el asentamiento de las tribus en Palestina, éstas dieron culto a los respectivos dioses de los padres en los santuarios cananeos, en torno a los que se iban fijando también las experiencias religiosas de los patriarcas. El hecho de que el J. pudo sin más identificar estos dioses con Yahvé ya en el siglo X presupone una gran similitud entre ambos cultos. Hay quien defiende que Yahvé era ya conocido en la península del Sinaí por los madianitas o kenitas, y hasta que era el dios de la familia de Moisés. Aun así, la experiencia de Moisés tuvo que dar al yahvismo una impronta peculiar que resultó permanente.


 

 

CLAVE SITUACIONAL


1. Alianza de amor y alianzas de poder. En el actual sistema de vida economicista y en su mundialización, las alianzas más espectaculares las hacen las grandes empresas de las Finanzas, la Industria, el Comercio y los mass media; de ahí nacen las gigantescas Corporaciones o Grupos y Consorcios multinacionales que acumulan poderes y beneficios manejando los mayores capitales y avances tecnológicos. “Hacer alianzas” es el arte de funcionar en nuestros días; se hacen alianzas políticas, militares, económicas, científicas, industriales, comerciales, laborales... Si miramos esas alianzas a la luz de los mensajes del Exodo sobre la Alianza de Dios con su pueblo, ¿qué semejanzas y qué diferencias vemos entre una y otras?...

Y las Iglesias, ¿cómo se sitúan hoy en el panorama de las alianzas? Teóricamente, la Iglesia es el pueblo de Dios con quien El ha hecho amorosa Alianza de vida en la sangre y el Espíritu del Hijo encarnado, crucificado y resucitado; y la Iglesia es mediadora de la Alianza de Dios con todos los pueblos. Pero, en la vida cotidiana y en la práctica ministerial, ¿cómo vive hoy la Alianza nuestra Iglesia (universal y particular, con nosotros en ella) y cómo cumple su misión mediadora?... Y ¿cómo se sitúa ante las otras alianzas?...


 

 

2. La alternativa entre Dios y los ídolos en nuestras sociedades. No se entra en la Alianza de amor sino para amar. Esto significa el purificarse, obedecer a Dios, cumplir su voluntad (el Decálogo del amor a Dios y al prójimo). Es la parte de “fidelidad” que toca al pueblo. Si insisten los textos de la Alianza en esa fidelidad humana es porque, en el fondo, no hay otra alternativa para el corazón humano: o ese Dios, o los ídolos. Por eso se prohibe hacerse “imágenes” o sustitutivos de Dios; o imaginarse a Dios como no es, y adorar y obedecer a esa fantasía, deseo o imaginación nuestra como si fuera Dios...

 

En las costumbres, afanes y deseos de las gentes, en los “valores” que hoy se difunden y se buscan más, ¿vemos a Dios o a los ídolos? ¿qué Dios y qué ídolos?

A partir del Nuevo Testamento, sólo Jesús ofrece la imagen verdadera de Dios; el mismo Jesucristo es la única imagen viviente perfecta de Dios. ¿Qué imágenes de Dios y de Jesús vemos en la Iglesia cotidiana y real de nuestros días, en la pluralidad de los cristianos de carne y hueso que conformamos la Iglesia? Es bueno centrarse en el muestreo que mejor conozcamos, tal vez dentro de la propia la propia Iglesia particular.


 

 

3.Frente al decálogo del amor, un decálogo del egoísmo y la insolidaridad. Desde la fe cristiana, es fácil ver en el decálogo de la Alianza los mandamientos del amor para una convivencia en libertad solidaria y justa, donde no matar y no robar en forma alguna, no violar ni codiciar lo ajeno, son exigencias básica del amor leal al prójimo. Pero, en nuestro mundo se difunde la sospecha de que el amor solidario nos roba libertad y frena la economía. Y los mensajes del sistema mercantilista neoliberal a las conciencias y al subconsciente individual y colectivo, conforman un decálogo de egoísmo y competitividad insolidaria.

 

Debemos preguntarnos qué efectos produce en la conciencia y en la vida de las gentes, en las relaciones humanas, en la sociedad y en el medio ambiente, ese decálogo de la ambición, el lucro y el consumo sin límites, que hoy se globaliza con el neoliberalismo (en forma explícita o subliminal) y se difunde como “cultura” por los medios de comunicación. También debemos preguntarnos qué sucede en las Iglesias y en las conciencias y conductas de los cristianos, entre este decálogo y el de la Alianza de amor con el Dios de la vida solidaria.


 

 

4. De cómo “se toma en vano el nombre de Dios” en nuestro mundo. Ese mandamiento del decálogo en Exodo 20 (“no tomar en vano el nombre de Dios”) va al corazón de la fidelidad a la Alianza. Y en nuestro mundo se puede tomar en vano el nombre de Dios de mil formas seculares y religiosas...

 

Tomar en vano el nombre de Dios” es nombrarlo y no ponerlo al servicio del amor, de la justicia y de la liberación necesarias en la propia vida, en la vida del prójimo y en las relaciones, costumbres y estructuras sociales. Y lo contrario, poner el nombre de Dios al servicio de ese amor, de esa justicia y de esa liberación para que crezca en este mundo el Reino de Dios, es respetar y adorar el nombre de Dios. Saber esto (y más aún vivirlo) es esencial para entender a Jesús, Hijo de Dios, y para saber lo que es vivir hoy como hijos e hijas de Dios.

 

En los ambientes de los pueblos y sociedades del mundo actual donde vivimos, ¿en qué formas se toma hoy en vano el nombre de Dios?; tanto en las situaciones seculares o ciudadanas, como en los espacios religiosos y en los ministerios eclesiales.



 

 

CLAVE EXISTENCIAL


 

 

1. Vivir la Alianza y ser sus mediadores. Nos toca a los bautizados en Cristo vivir nuestra propia fidelidad a la Alianza de Dios con su pueblo, y cumplir fielmente nuestro papel de mediadores. En un determinado lugar de la tierra, desde el propio estado de vida y según nuestro carisma, todo lo cual nos fuerza a “concretar”...

Resulta iluminador preguntarnos (y respondernos sinceramente) con quiénes, de hecho, estamos en alianza en este mundo, por nuestra habitual manera de pensar y de vivir. Jesús, fiel Mediador de la Alianza universal de Dios con la humanidad, en su cotidiano vivir histórico entró en alianza con unos sectores humanos, y no entró en alianza con otros; no se alió con todos ni con cualquiera.

 

Y un punto nuclear para discernir nuestras alianzas en este mundo es ver si lo que nos mueve (consciente o inconscientemente) es el poder del amor o el amor al poder.


 

 

2. De imágenes e idolatrías. ¿Sería exagerado examinarnos sobre nuestras “idolatrías” personales y colectivas?...

 

Lo que no es, ciertamente, una exageración es hacernos más y más conscientes de los límtes de nuestras “imágenes vitales” de Dios y de Jesús. Resulta apasionante en la biografía de las imágenes de Jesús y de Dios. Desde nuestros más tiernos años hasta hoy, ver cómo han venido cambiando y hasta sucediéndose las imágenes; ver qué imagenes han permanecido, cómo se han modificado, y qué otras imágenes han desaparecido... Es bueno saber sospechar de nuestras “imágenes vitales” y purificarlas; confrontarlas en los Evangelios con la imagen viviente de Dios que es Jesús, y con el Dios que él nos revela.


 

 

3. Decálogos del amor y del egoísmo. Reformular el decálogo de la Alianza en términos positivos de amor y de vida, así como formular en lenguaje realista el decálogo del egoísmo y del lucro del neoliberalismo mercantilista vigente, es un ejercicio revelador y espiritual y pastoralmente útil.

 

También puede ser revelador, observar si tenemos asumido vitalmente el decálogo del amor y de la vida de manera tan creyente y amorosa , que hasta esté en nuestro subconsciente; y observar si no llevamos existencialmente introyectado el decálogo del egoísmo y de la comptencia, aunque sea de forma inconsciente...


 

 

4. ¿Hablamos poco de Dios o hablamos demasiado? En cualquiera de los dos textremos podemos caer, pero ahora proyectemos sobre nuestra existencia la sabiduría de amar el nombre de Dios y “no tomarlo en vano”. En nuestras conversaciones, en las catequesis, en las predicaciones y en los escritos, el uso frecuente y “fácil” del nombre de Dios, nos puede llevar al convencionalismo piadosista y a la falsedad de “nombrarlo en vano” ¿No es en el lenguaje religioso habitual, y en el oficial y profesional, donde más se puede “tomar el nombre de Dios en vano”?...

 

Cuestión de suma importancia es ver si, cuando nosotros nombramos a Dios o hablamos de Dios, lo hacemos de tal manera que no le dejamos a El hablar ni manifestarse; si lo suplantamos...



 

 

ENCUENTRO COMUNITARIO


 

1. Oración o canto inicial

 

2. Lectura de la Palabra de Dios: Ex 19,1-9

 

3. Diálogo sobre el tema VIII en sus distintas claves

 

 

(Es importante tener presente la explicación que se ha dado en la PRESENTACION del primer volumen y en este mismo acerca del encuentro comunitario)

 

4. Oración de acción de gracias o intercesión

5. Canto final


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