pentateuco 5
TEMA 5: LA VIDA EN UNA ESTRUCTURA DE OPRESIÓN Y MUERTE
TEXTO: Gn 37-50
CLAVE BÍBLICA
1. NIVEL LITERARIO
1.1. Estructura interna de los capítulos
La solemne afirmación de Gn 37,2: "Esta es la historia de Jacob" nos conecta con Gn 25,19 y 36,1.9 que presentan respectivamente a los descendientes de Isaac y de Esaú. En vistas a este fin, se consignan algunos hechos que conciernen a los hijos de Jacob: Simeón y Leví (34), Rubén (35,21-22), José (37,3-4. 25b-27. 28b) y Judá (38). Los capítulos 37-50 pretenden ofrecer, por tanto, la historia sobre la descendencia de Jacob, de acuerdo con el siguiente plan:
1. José es vendido por sus hermanos: 37,1-36.
2. Judá y Tamar: 38,1-30
3. José y la esposa de su señor: 39,1-20a
4. José, intérprete de sueños en la prisión: 39,20b - 40,23
5. José y los sueños del Faraón: 41,1-57
6. Primer viaje de los hermanos de José: 42,1-38
7. Segundo viaje de los hermanos de José: 43,1-34
8. La copa de José junto a Benjamín 44,1-34
9. José se da a conocer a sus hermanos:45,1-28
10.Reencuentro de José con su padre: 46,1-30
11.José cuida de su familia: 46,31 - 47,28
12.Testamento para los hijos de José: 47,29 - 48,22
13.Bendiciones de Jacob: 49,1-28a
14.José sepulta a su padre: 49,28b-50,14
15.Conclusión de la historia de José: 50,15-28
En las quince secciones que señala el precedente plan poco se habla de la entera descendencia de Jacob. Aun la lista de los descendientes en 46,5-27, se transmite en función del reencuentro de José con su padre y, salvo en los apartados 1 y 13, en que el relato desvía su atención hacia Judá y los otros hijos, el protagonista principal de toda la historia es José y los episodios relatados encuentran su encadenamiento lógico en torno a éste.
Un conflicto familiar en Canaán hace marchar a José como esclavo a Egipto (1). La falsa actuación de la mujer de su amo lo conduce a la cárcel (2), donde tiene la oportunidad de interpretar los sueños de dos funcionarios (4). Esta interpretación le permite ser llevado a la presencia del Faraón para explicar los sueños del monarca y, mediante ello, logra un puesto político eminente (5). El hambre lleva a sus hermanos a acudir al político en dos ocasiones (6 y 7) y les da la posibilidad del reconocimiento de su hermano (8 y 9) y del reencuentro familiar (10). De esta forma puede superarse el hambre de la familia (11). Jacob, antes de morir, hace testamento en favor de los hijos de José (12). Este sepulta a su padre (14) y, después de una vida familiar en paz, muere (15).
1.2. Constantes terminológicas
El "vivir" y el "morir", con que finaliza la historia de José (cf. 50,22.24.26) son la culminación de un proceso comenzado en su capítulo inicial, donde os hermanos fracasan en su conspiración para "hacer morir" (37,18) a José.
El morir aparece valorado de diversa manera en ambos pasajes. El elemento decisivo que determina esa distinta valoración depende de si, en un determinado momento, la muerte alcanza a un miembro de la generación más antigua o a alguien de las generaciones sucesivas. En el primer caso, al que pertenecen los relatos de las muertes de Jacob y José, de Raquel y de la mujer de Judá, no se le juzga de manera negativa.
En referencia a las dos últimas, simplemente se constata que murieron (38,12; 48,7). De Jacob se afirma que puede morir serenamente después del reencuentro con José (45,26; 46,30) y de recibir el juramento de que sería enterrado en la tumba de su padres(47,29; 50,5). José muere habiendo cumplido ciento diez años, tiempo de plenitud para los egipcios (50,26), y lo hace con la convicción -la misma de su padre- de que Dios se ocupará de sus hermanos (48,21; 50,24).
Por el contrario, la muerte aparece considerada como un gravísimo mal si acontece a las personas de la generación más joven: las de Er y Onán (46,12) son fruto de su mala conducta por la que Yahvé los "hizo morir" (38,7.10). Ella puede ser castigo a una acción reprobable (42,20; 44,9). Tanto Judá como Rubén consideran un gran mal la eventual muerte de sus hijos (38,11; 42,37). Se relata el dolor de Jacob por la muerte de José (42,38; 44,20) y sus afirman de él que la ausencia de Benjamín le produciría la muerte (44,22.31).
También el "vivir" aparece frecuentemente a lo largo del relato: al enterarse de que José está con vida, "vive" el espíritu de Jacob (45,27). En orden a vivir aparece la preocupación por el alimento por parte de los egipcios (47,13.15.25) y de los israelitas (42,2.18; 43,8). Y todas las peripecias de José están encaminadas en orden a la vida de su pueblo (45,7; 50,20).
Dicha vida incluye la "paz", otro de los términos que el desarrollo del relato se encarga de poner en relieve. El interés del bien de otro exige la preocupación por su paz (37,4; 43,27.28; 44,17). El saludo establece comunicación con alguien "deseando para él la paz" (37,4; 41,16; 43,23.27).
Por otro lado, como se señala expresamente en 41,51, la separación de José representa un verdadero peligro de olvidar al "padre" y a la "casa del padre", a los que están ligadas las promesas. Quizás esto explique el crecimiento respecto a los anteriores capítulos del Génesis de la frecuencia de ambos términos. Con la misma intención, en el relato conclusivo, 50,24b conecta con toda la historia patriarcal gracias a la mención de Abraham, Isaac y Jacob, que por primera vez aparecen nombrados juntamente. Sólo de esta forma se hace posible el retorno a la tierra (cf. 50,24a) y una historia futura de las tribus (50,23).
1.3. Género literario
El género literario de la mayor parte de la historia de José se sitúa a mitad del camino entre los relatos referentes a Abraham y a Jacob y las "novelas" relatadas en los libros de Judit, Ester, etc. Se diferencia de los primeros en que:
a) Las pequeñas unidades (etiologías), primitivamente independientes, de Gn 12-36 dejan lugar a un relato que se va desarrollando unitariamente desde el comienzo hasta el final.
b) En lugar de una evolución a partir de una tradición oral, tenemos ya desde el comienzo un escrito al que pertenecen los capítulos 39-45, partes del 37 (vv. 5-11, 18-25a, 29-35) y del 47 (1-6, 11b-12, 27a, 29-31) y fragmentos del 46 (5b.28-34) y del 50 (1-11, 14).
c) El horizonte familiar se amplia y aparece un notorio interés por elementos de orden internacional, que aquí son los usos y costumbres de la corte egipcia.
Su marcado carácter didáctico lo acerca al otro tipo de literatura que hemos mencionado. Pero, a diferencia de ésta, el relato informa sobre hechos fuertemente enraizados en la memoria del pueblo, sobre sus personajes (los mismos de Gn 12-38) y sobre su situaciones familiares. Podríamos hablar quizás de "historia novelada de edificación".
2. NIVEL HISTORICO
2.1. En los hechos-memoria
Leemos en Gn 47,26: " Y José les impuso por norma, vigente hasta la fecha respecto a todo el agro egipcio, dar el quinto a Faraón. Tan sólo el territorio de los sacerdotes no pasó a ser de Faraón". El texto nos coloca frente a la concentración de poder en la persona del Faraón a lo largo de la historia de Egipto, salvo en épocas de debilidad de la dinastía. A él seguían, desde 1500 a 850, en orden jerárquico dos personas: una encargada del norte del país; otra del sur.
A esta fuerte concentración del poder corresponde una concentración de las riquezas: aunque no hay una historia económica de Egipto, el derecho del Faraón sobre gran parte del territorio es un dato recurrente a lo largo de toda la historia egipcia.
Canaán es fuertemente dependiente de los vaivenes de esta organización. Casi siempre está bajo su dominio directo como aparece en Gn 10,6 que adopta una división política haciendo de Canaán hijo de Cam cambiando el criterio linguístico adoptado en el resto del capítulo.
Canaán debe contribuir principalmente de tres maneras al esplendor egipcio. En primer lugar como un espacio de salida y entrada, es decir con la doble función de comunicación comercial con los otros imperios situados más al norte y barrera defensiva frente a ellos. En segundo lugar con la contribución de bienes. Finalmente, se busca responder a la necesidad de mano de obra por medio del tráfico de esclavos israelitas. De éste, que los ismaelitas realizan, se hace memoria en una narración popular que sirve también para explicar la permanencia de Israel en Egipto.
2.1.1. El Yahvista: Continuación de la historia patriarcal.
Esta tradición va a ser utilizada para proseguir la "historia" de Jacob. Luego de noticias referidas a los hijos de éste se relata la marcha a Egipto del propio Jacob (46,1-5a) y se coloca como conclusión las antiguas tradiciones tribales (49,1-28a) en que se ponían de relieve la bendiciones de Judá y de José (más extensas que las bendiciones de los otros hijos debido a la importancia que ellos tienen en el norte y en el sur).
En este relato, José no tiene especial relevancia, ya que está subordinado a Judá, si los cc. 37-38 forman una unidad, o, en todo caso, es menos importante que éste.
2.1.2. "La historia de José"
En tiempo no muy posterior (en el reino del norte?), otro autor, con esta narración del yahvista y otros materiales de la tradición, va a componer la "historia de José".
Debemos buscar el origen del relato en un ámbito cortesano. Desde el comienzo resuena la pregunta: "¿Será que vas a reinar sobre nosotros o a tenernos dominados?" (37,10), lo que apunta a un reino y a las discusiones sobre la legitimidad de su soberano. En el padre, que se siente implicado y reprende al soñador, podemos vislumbrar las quejas de las tribus que se consideran marginadas del ejercicio del poder.
Por otro lado, parece tratarse de un tiempo en que no hay leyes claras en la sucesión monárquica. El triunfo de un pretendiente significaba frecuentemente la eliminación de los restantes, incluso de sus hermanos.
La intención del narrador es poner de relieve la acción de Dios en todos sus personajes, especialmente en José. Dicha acción hace descubrir a los hermanos su pecado y a José la exigencia del perdón.
El autor nos transmite este mensaje sin ocultar su admiración por la organización egipcia. Los datos referidos a ella, en lo substancial, podían ser conocidos también en Israel, por las estrechas relaciones que la temprana monarquía israelita había entablado con aquel país.
Tanto en dicha historia como en la unidad de 47,18-26 se amplia el horizonte familiar y se nos ofrece abundante información sobre los usos y costumbres de Egipto, sobre su gobierno y administración.
El sistema administrativo faraónico se describe en el último de los texto mencionados, con un dato económico importante: la introducción del "quinto" en el país del Nilo. El v.26 asegura su existencia en el tiempo del presente del narrador.
Sin embargo, el dato presenta dificultades históricas respecto a tres puntos: el comienzo de la atribución de las tierras al poder real, los márgenes de su extensión, el costo del arriendo.
En los tres aspectos parece que el texto nos transmite información verdadera en lo substancial, pero incorrecta en los detalles.
En primer lugar, como hemos visto, la posesión del Faraón sobre gran parte del territorio no es una novedad del tiempo de José. Además, la excepción que el texto señala respecto a los templos probablemente no existió, al menos como privilegio universal. Finalmente, el arriendo parece variar según las épocas y las tierras que se arrendaban.
Otros datos exigen también una cierta puntualización en honor de la exactitud histórica: en los tiempos de hambre, cuando la crecida del Nilo era insuficiente, se recurría a medidas diferentes de las que se atribuyen ala prudencia de José, a saber: distribución gratuita de trigo, empréstitos de grano de ciudad a ciudad, exenciones de impuestos.
Los cargos de José se acercan al de inspector de los graneros reales, pero sus atribuciones son magnificadas. Entre otras informaciones, el que se trate de un cargo solamente un grado inferior al del Faraón no está de acuerdo con los dos encargados respectivos para el norte y el sur mencionados más arriba.
2.2. En la composición
2.2.1. El Sacerdotal
Con estos y otros materiales (por ejemplo, los del testamento de José del c. 48, cuyo origen es difícil de determinar), va a presentar de nuevo, desde una situación de exilio, la figura de José.
El es el responsable de los textos que hablan del paso de un estado de familia al estado de pueblo y a la legitimación jurídica de los intereses de dicho pueblo. De ahí, que conecta la historia de Jacob (37,2) con la de Isaac(25,19). En la familia aparecen no solamente las hijas de Jacob sino también las hijas de sus hijos(46,7) y la lista de 46,8-27 con los descendientes de tres generaciones. Se anuncia así el nacimiento de un pueblo.
Por otro lado, los hijos de José nacidos de una madre no-israelita en el exilio exigen una legitimación. En vistas a ello se compone el relato de 48,3-6. Desde la situación del Exilio se explica también el interés por la tierra. Ella es considerada en el texto según las tres etapas siguientes: estancia provisoria en Canaán, estancia en Egipto, estancia definitiva en Canaán.
El primer caso se señala en 37,1: la morada de Jacob, a diferencia de la de Esaú (36,8) no es estable. Respecto a Egipto, se dice que allí se afincan y son fecundos los israelitas (47,11), pero se advierte que es necesario salir de la presencia del Faraón (cf.47,10). Finalmente los relatos de la muerte y sepultura de Jacob (49,28-32; 50,12-13) quieren señalar que su cadáver se encuentra en tierra de extranjeros, pero la posesión del terreno anuncia ya la posesión de esa tierra, prometida a su descendencia.
2.2.2. El autor de 50,22-26
Pretende unir más íntimamente la historia precedente con la que va a seguir: la visita de Dios a su pueblo conecta con el Exodo, el juramento de Dios respecto a la tierra conecta con la historia patriarcal, el deber de trasladar los huesos de José remite al tiempo en que sea terminada la conquista, y la mención de algunos de sus hijos evoca a los que tomarán parte en la misma.
3. NIVEL TEOLOGICO
3.1. Situaciones de ambigüedad y de muerte
Todo hombre debe enfrentarse a lo largo de su vida con la realidad de la muerte. Esta puede acontecer como el acabamiento de una vida en plenitud a semejanza de las de Jacob, José, Raquel y la mujer de Judá o causada por el egoísmo de sus hermanos. Esta última ocupa el centro de la preocupación en la historia de José. Este, como todo hombre, se encuentra con la presencia de la muerte cuando es rechazado y vendido por sus hermanos y encarcelado por el sistema tributario egipcio.
Dichas situaciones nacen cuando el egoísmo de los hombres se estructura como sistema imperial, que a lo largo de la historia va recibiendo distintos nombres: faraónico, el nuevo orden internacional o cualquiera otra denominación. El intento de alcanzar la perennidad por medios de obras gigantescas negando la propia muerte hace que los detentores del poder edifiquen una sociedad construída sobre hechos graves y preocupantes que pueden ser denominados como cultura de la muerte. Fruto de esta cultura de la muerte son la pobreza y marginación para gran parte de la humanidad, la situación de injusticia y de opresión, la violación sistemática de los derechos humanos que sufre también gran parte de la misma humanidad. El gran abismo que se abre cada día más entre países dominantes y dominados, la explotación de muchos pueblos por parte de las naciones más poderosas económicamente.
El sistema imperial se construye con los ladrillos de la esclavitud humana. Utiliza la servidumbre del propio pueblo en un proceso de apropiación y de despojo que coloca todos los bienes en manos de los detentores del poder.
Utiliza además, la corrupción de los mismos pueblos explotados aprovechando las rencillas y rivalidades entre hermanos y la codicia egoísta de algunos madianitas para conseguir sus fines, en un tráfico de personas que produce la extranjería de gran parte de la humanidad. Las migraciones externas e internas, así como innumerables situaciones semejantes que de ellas se derivan, son expresión de ese egoísmo que deja "fuera de la propia tierra" a un número creciente de la población mundial.
Todo hombre que sufre estas condiciones está tentado de renunciar a su condición de extranjería y, como José, asimilarse y comprometerse con aquellas actitudes y sistemas egoístas de convivencia y organización de la sociedad, que llevan a muchos a empeñarse en construir la historia prescindiendo de la Palabra de Dios.
3.2. Situaciones de vida
Delante de estas situaciones, se exige descubrir la acción de Dios que abre caminos de vida en medio de estas situaciones de muerte. La vocación de José consiste en la experiencia, en la propia historia personal, de ese Dios que hace vivir.
Como José, intérprete de los sueños propios o de Faraón, es necesario saber descubrir en los acontecimientos más banales el designio salvador para la propia vida y en la vida de los demás. Pero esta capacidad interpretativa es insuficiente sin su necesaria coronación en el reencuentro con los hermanos según el camino marcado por el relato.
Es necesaria, por tanto, una toma de conciencia que lleve a descubrir que, el ser vendido" es una ocasión para salvar vidas (45,5), la ocasión para que los mismos hermanos que lo han entregado puedan sobrevivir en la tierra y salvar la vida mediante una feliz liberación (cf.45,7). Sólo así, éstos podrán descubrir la raíz de su propio egoísmo.
Para ello se exige una opción efectiva con la paz, en la que se manifieste la preocupación por el bien del hermano y con la que se exprese una auténtica comunicación, capaz de triunfar sobre la presencia de la muerte en la propia vida.
Se requiere, por tanto, una presencia solidaria en orden a interpretar los acontecimientos, descubriendo la historia de vida en medio mismo de una historia de muerte.
Sólo una fraternidad así entendida podrá ser reveladora de un Dios ligado íntimamente a la historia de los patriarcas (Jacob y José) y de las matriarcas (Raquel) y a través de ellos con todos los miembros del pueblo (Benjamín, los hijos de Judá y de Rubén).
El llanto de José y su descubrimiento delante de sus hermanos no es sólo el reencuentro con ellos sino también con su padre aún viviente y, a través de él, con la historia de Dios en que se hace superflua la presencia de todo ínterprete que pueda interponerse.
El creyente como José, de este modo, se convierte en causa de bendición divina para sus hermanos y, por su intermedio, de toda historia de salvación futura ya que en ellos están presentes todos sus descendientes.
3.3. No a las apariencias de vida
A veces esa tarea de interpretar la historia exigirá del servidor de la Palabra una fidelidad y constancia capaz de superar todas las pruebas. Porque también él y, sobre todo él, tendrá la tentación de aceptar la promesa faraónica: "tan sólo el trono dejaré por encima de tí" y de estar "al frente de todo el país de Egipto". Sucumbiendo a la tentación corre el riesgo de olvidar la casa de su padre(cf.41,51), de dejarse seducir por el esplendor de la corte del faraón y de comprometerse con el sistema tributario egipcio.
Por ello, debe ser consciente de la necesidad de desligarse de los compromisos con el poder imperial. Estar convencido de que el mundo imperial no es "el fin de la historia". Se le exige, por tanto, salir de la "presencia del Faraón" (47,10).
Se le hace necesario, entonces, una legitimación que certifique su pertenencia al pueblo, en la medida que también él pertenece a una tierra extraña y ha nacido de una madre extranjera, como los hijos de José. Esa legitimación sólo puede hacerse a partir de una teofanía, de un descubrimiento de Dios, como el que hace Jacob de El-Shadday en Luz (cf.48,3).
Deberá, por ello, recordar constantemente que las promesas están ligadas a aquella tierra, donde descansen sus padres, y de recordar constantemente el sepulcro donde "sepultaron a Abraham y a su mujer Sara(...),a Isaac y a su mujer Rebeca (...) a Lía" (40,32).
Para ello, tendrá que estar vigilante para reconocer "la visita de Dios", el momento en que "Dios se ocupará sin falta" de sus hermanos (cf.50,24). El poder participar en la bendición depende de la solidaridad que le hace mirar como cierto el mundo de las promesas y negarse a ser enterrado en el Egipto de la vida aparente, en marchar después de muerto "al país que Dios juró a Abraham, Isaac y Jacob".
Sólo de esta manera podrá ser portador de bendición en un futuro que destinado a realizarse fuera de aquel Egipto, en que gobierna el afán de posesión de algunos que aprovechan la abundancia y el hambre para su enriquecimiento.
CLAVE SITUACIONAL
1. El sistema del Faraón no se ha agotado. El egoísmo tiende a estructurarse como sistema imperial, que a lo largo de la historia va recibiendo distintos nombres. Según un reciente informe de la ONU, entre 1965 y 1980, las rentas de más de 200 millones de personas habían retrocedido, pese al aumento espectacular del PIB mundial. Pero entre 1980 y 1993 se han empobrecido más de 1000 millones de personas. En los mismos EEUU, el 1% de los más ricos ha pasado de disponer del 20% de la riqueza en 1975 al 36% en 1990. La fortuna de los 358 mayores multimillonarios del planeta es hoy superior a los ingresos acumulados de unos 2.300 millones de personas. A veces el evangelizador tendrá la tentación de olvidar la casa de su padre, dejarse seducir por el esplendor de la corte del Faraón y comprometerse con el sistema tributario egipcio. Por eso es fundamental dejar que la Palabra ponga en crisis nuestro estilo de vida, que mire continuamente a las fuentes de su espiritualidad, y nunca deje de pensar que las cosas pueden y deben ser de otra manera. Esto es ponerse en línea con el pensamiento y la propuesta concreta que Jesús de Nazareth puso en marcha con su Buena Noticia.
2. Para no vivir como muertos. En la reflexión de estos capítulos del Génesis, la muerte aparece considerada como un gravísimo mal si acontece a las personas de la generación más joven. Decía un editorial de una revista de pastoral: «Nuestra sociedad es extremosa en la consideración de la vida. Son muchas las personas enfrascadas en un ritmo frenético y empeñadas en bebérsela a grandes tragos: personas, incluso jóvenes, dedicadas a buscar experiencias límite a través de las drogas, el sexo o el alcohol, la velocidad o cualquier rollo que adquiera “categoría” de tener para ellos la suficiente dosis de evasión o emoción. Incapaces de encontrar un sentido al sencillo y gris vivir cotidiano, al final de una carrera así, sólo queda a veces la experiencia de la muerte. Se impone, desde la fe cristiana, vivir la vida desde sus significados. Hay que buscar el sentido no en lo extraordinario sino en lo ordinario. Frente a tanto adocenamiento, es necesario poner la intensidad en una vida cotidiana vivida al servicio de los demás. Tenemos que apreciar el valor de las cosas y no dejarnos seducir por las apariencias. Hay que vivir a fondo los momentos, pero aprendiendo, a la vez, a relativizarlos, sabiendo que el mal no tiene la última palabra».
3. Soñar despiertos. José aparece como capaz de traducir los sueños de los hombres, y sacar consecuencias de ellos. Todos los hombres sueñan despiertos, sobre todo aquellos que necesitan creer que las cosas pueden ser mucho mejores. Y en sus sueños se detectan las carencias, los dolores, las desesperanzas, los valores... aunque a veces parezcan sueños «vacíos» o «delirantes», como le decían a José sus propios hermanos. El mundo de la publicidad y la propaganda se aprovecha de esta capacidad de soñar para orientar nuestros bolsillos. Jesús de Nazareth también fue un soñador, pero con los pies bien puestos en la tierra. Se dedicó a escuchar los sufrimientos de los hombres, especialmente de los más pobres, y les invitó a descubrir el «sueño de Dios» para los hombres. Quedó magníficamente recogido en el Sermón del Monte. ¿También hay que tacharlo de «iluso»? De hecho, los hombres de hoy, nosotros mismos, ¿nos creemos que es posible el sueño de Dios?
4. Vendidos. La vocación del evangelizador le exige descubrir la acción de Dios que abre caminos de vida en medio de esas situaciones de muerte. Esto sólo puede acontecer en el reencuentro con los hermanos. Es necesario ser consciente, como José, de que el «ser vendido» es una ocasión para salvar vidas (45, 5), para que sus hermanos puedan sobrevivir en la tierra y salvar la vida mediante una feliz liberación (45, 7: «Dios me envió por delante para que podáis sobrevivir en este país, para conservar la vida a muchos supervivientes»). Podemos hacer una lectura de la vocación a la vida religiosa desde esta clave: «los religiosos han sido vendidos a Dios» para poder acoger a sus hermanos desde una situación privilegiada y saciar sus hambres, darles una «tierra» y los medios de vida necesarios para su subsistencia, y ayudarles a vivir en «este país». ¿Como vemos la vida de los religiosos? ¿Captamos el valor de esta forma de vida dentro de la Iglesia? ¿Responden los religiosos que conocemos a esta visión?
CLAVE EXISTENCIAL
1. Como comunidad, y a nivel personal también, ¿cómo colaboramos con los que buscan la transformación del mundo según el designio de Dios? ¿Quiénes son éstos en nuestro entorno más cercano?
2. Detectar en nuestro estilo de vida aquellos síntomas que indiquen que nos estamos dejando convencer o atrapar por el esplendor de la corte del faraón. Conviene preguntarse seriamente por los gestos proféticos personales y eclesiales a nuestro alcance, para denunciar y ofrecer alternativas al sistema «faraónico» de hoy.
3. ¿Nos preparamos para morir? ¿Enseñamos a morir? ¿Denunciamos los estilos de vida que conducen vertiginosamente a la muerte, o a una vida sin sentido? ¿Cómo nos situamos ante el tema de la muerte propia y ajena? ¿cómo ayudar y ayudarnos a vivir y morir en plenitud, entregando en todo momento nuestra vida? Anotar y compartir nuestras razones para vivir.
4. ¿Cuáles son nuestros sueños sobre nosotros mismos, nuestro grupo, nuestra parroquia, sobre la iglesia, sobre nuestro mundo? ¿Sabemos decir cuáles son los sueños de la gente que vive a nuestra alrededor?
ENCUENTRO COMUNITARIO
1. Oración o canto inicial
2. Lectura de la Palabra de Dios: Gn 49, 22-26; 50, 22-26
3. Diálogo sobre el tema en sus distintas claves
(Es importante tener presente la explicación que se ha dado en la PRESENTACION del primer volumen y en este mismo acerca del encuentro comunitario)
4. Oración de acción de tracias o intercesión
5. Canto final