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Luz de la humanidad
Buscando la luz...

pentateuco 7

 

 

 

 













TEMA 7:


CELEBRACIÓN DE LA LIBERTAD


 

 

 

 

TEXTO: Ex 7,8 - 17,7


 

 

 

 

CLAVE BÍBLICA


 

 

 

 

1. NIVEL LITERARIO


 

El libro del Exodo celebra la salida de Egipto como la gran obra de Yahvé en favor de Israel. Esta obra es la confesión de fe más primitiva y fundamental de Israel (Ex 15,1ss), el germen de toda la tradición consignada en los cinco libros de Moisés. La reconstrucción histórica de estos hechos es imposible. No nos hallamos ante una crónica, sino ante una obra teológica.


 

 

 

 

1.1. Estructura del bloque


 

7: Combate de Yavé contra Egipto

 

8-11: Las diez plagas

 

12,1-13,16: La pascua, la fiesta de los oprimidos

 

13,17-14,31: Salida de Egipto: perseguidos y liberados

 

15,1-21: Canto de acción de gracias

 

15,22-27: Aguas amargas: Mará

 

16,1-36: Maná y codornices

 

17,1-7: Aguas del juicio: Masá y Meribá


 

 

 

 

1.2. Constantes textuales


 

 

 

 

Fiesta: Israel celebraba la liberación como una gran fiesta: la pascua, la gran fiesta judía. Es la celebración conmemorativa de la salida de Egipto, según Exodo. Celebración de acción de gracias al Dios de la Alianza por la liberación de la esclavitud de Egipto. Así resuena constantemente en el texto.

 

 

 

 

Otra constante es la gloria de Yahvé, que se revela en la obra magnífica de la liberación de Israel.


 

 

 

 

1.3 Las "leyendas" pascuales


En los primeros capítulos del Exodo desparaecen las sagas y su lugar es ocupado por las "leyendas". Estas son no ya narraciones populares que buscan explicar lugar, carácter de personas o grupos humanos, sino narraciones populares íntimamente ligadas en el relato con el ámbito cultual.


 

 

 

 

Así la pascua, en su origen preisraelita, era una fiesta típica de los pastores que se reunían a principios de primavera para iniciar su vuelta al hogar desde los pastos de otoño-invierno. Celebraban una reunión festivo-familiar en la que se sacrificaba un cordero cuya sangre debía actuar como exorcismo contra los peligros del camino. En cuanto a la fiesta de los ácimos (o panes sin levadura) pertenecía al mundo agrícola; se celebraba al comienzo de la siega de la cebada y duraba siete días (cf. Dt 16,9) en los que el primero y el último eran de descanso. En ella se hacía a la divinidad la ofrenda de las primeras gavillas y se comía pan "nuevo" hecho con grano recién segado, y sin la vieja levadura, símbolo del pasado; era pues una fiesta de renovación-resurrección.


El autor de Éxodo transforma los antiguos ritos en símbolos del nuevo acontecimiento salvador y lo mismo hace con fenómenos naturales frecuentes en Egipto (Nilo rojo, ranas, las tinieblas), en la Palestina (granizo), en ambos territorios (langostas) o en desierto (codornices y maná.


 

De esta forma Pascua, Acimos y los milagros concomitantes servían para poner en evidencia la presencia Salvífica de Dios en la historia de su pueblo.



 

 

 

 

2. NIVEL HISTORICO:


 

 

 

 

2.1. Israel ha sido siempre un pueblo marcado por su geografía


 

Egipto ha alternado con los países mesopotámicos su imperialismo sobre la costa sirio-palestina. En el siglo XIII, antes del regreso de Israel dicho dominio produjo una estructura social fuertemente jerarquizada que puede ser denominada con el nombre de sociedad de la ciudad-Estado. Gracias a ella, era posible el control sobre la ruta comercial de la costa, vital para los intereses del Faraón.


 

La clase dirigente cananea estaba constituída por los "señores de la guerra", con acceso a los dos elementos técnicos ingresados en la región durante la época: la utilización del hierro y la domesticación del caballo que combinados dan origen al carro de guerra.


 

La necesidad de la mano de obra humana hace que el resto de la población aparezca subordinada a esos señores a quienes deben servir directamente en acciones guerreras o con la producción de alimentos para el sostenimiento de dicha clase. Sin embargo, no faltan soldados y campesinos-pastores de las clases inferiores que buscan escapar al yugo que se les impone. Estos últimos se refugian en la montaña central lejos de la ciudad-Estado de la costa en donde pueden subsistir gracias a la nueva técnica de excavación de cisternas en la roca.


 

Los soldados, por el contrario, se agrupan en bandas armadas que, sin alejarse de las ciudades, aprovechan los conflictos entre éstas y se emplean como mercenarios al servicio de los príncipes cananeos.


Este grupo, parece ser, el denominado con el nombre de hapiru en la correspondencia de la cancillería egipcia de Tell-El-Amarna. De dicha correspondencia se desprende una imagen confusa del término: va desde la acusación que hace un príncipe sobre otro hasta la referencia a la banda armada. Esa variedad de significados puede explicarse del modo siguiente: hapiru, en sentido estricto, denota a los individuos de bandas capaces de amenazar la estructura social cananea y los intereses imperiales de Egipto. A partir de allí el término pasa a usarse en sentido descalificador ante el Faraón para cualquier adversario.


 

Hapiru y campesinos-pastores, fuerzas centrífugas de la sociedad cananea serán material predispuesto para escuchar la predicación del grupo venido de Egipto con el anuncio de un Dios liberador, capaz de quebrantar el dominio del Faraón y de conceder la posesión de una tierra. De esta forma, pueden asumir el Credo más antiguo de los recién llegados: "Yahveh nos sacó de Egipto y nos dio esta tierra".


 

 

 

 

2.2. El culto a Yahvé se hacía desde el concepto de la alianza


 

La alianza era el pacto antiguo que se hizo entre Dios y el pueblo de Israel en el Sinaí (Ex 19,1ss). En ella, los nuevos grupos incorporados a la confederación tribal tenían la posibilidad de incorporar sus propias tradiciones que de este modo quedaban también vinculadas a la idea de elección y podían ser celebradas cultualmente. Por eso el culto era causa de identidad tanto para los nuevos cuanto para los antiguos hijos de Israel.


 

 

Ascalón está deportado, nos apoderamos

de Guézer...; Israel está aniquilado

 

 

 

 

y su simiente no saldrá jamás...


Estela de Mernefta

 



 

 

 

 

3. NIVEL TEOLOGICO:


 

 

 

 

3.1. Ex 7: Combate de Yahvé contra Egipto


 

El duelo entre Moisés y el faraón hay que entenderlo como una lucha más profunda entre el Dios de Israel y los dioses de Egipto, representados por los magos. La intervención de Dios en la historia tiene como efecto la coalición de fuerzas adversas: el mundo se irrita ante el plan de Dios. Egipto vendrá a ser en la Biblia el símbolo del enemigo-tipo del pueblo escogido, del poder terrestre que trata de contrarrestar el plan divino.


 

Yahvé se muestra más poderoso que los dioses de Egipto. Tiene, por tanto, derecho a exigir lo que quiera del faraón. Ex 7,14: El Nilo rojo: este prodigio traduce un fenómeno periódico. Es el signo de la efusión de sangre que va a provocar la resistencia de Egipto, simbolizado por su río.


 

 

 

 

3.2. Ex 8-11: Las diez plagas


3.2.1. La reconstrucción histórica de estos hechos es imposible.


 

No nos hallamos ante una crónica, sino ante una obra teológica. Lo que sí es cierto es que los contemporáneos quedaron estupefactos. Quizás sea una amplificación literaria de dos plagas. En todo caso, una página de gran poesía. Estilo profético: las plagas son anunciadas por oráculos y precedidas de un estribillo idéntico. Más que castigo, estas plagas significan sobre todo el poder total de Yahvé frente al faraón, encarnación de las fuerzas demoníacas de resistencia. El faraón rehúsa cada vez dejar salir al pueblo. Dios, por su parte, vuelve una y otra vez a la carga. El autor quiere hacer comprender que una de las características de la acción de Dios es la paciencia ("lento para el castigo, rico en el amor..."). Yahvé no envía un solo signo con la intención de declarar que ya ha hecho todo lo que debía, sino que vuelve de nuevo y continúa enviando nuevos mensajes al faraón. Este los rechazará siempre, pero Dios saldrá vencedor, a pesar del faraón, liberará a su pueblo.


 

 

 

 

3.2.2. Endurecimiento del faraón


 

Los hebreos, oprimidos, buscan la libertad, pero el faraón y sus poderes (económicos, políticos, militares) reaccionan: pretenden mantener el orden que ellos mismos se han impuesto para su provecho propio. Por eso, la primera reacción consiste en reforzar la esclavitud, utilizando medidas policiales, pues piensan que el problema es de carácter terrorista (Ex 5,4-13).


 

En la propia ceguera del poder está su ruina. El faraón piensa con la fuerza y la utiliza como si fuera la razón del mundo. Así se ciega a sí mismo y pierde la razón, repartiendo palos de ciego contra un pueblo que se le escapa de sus manos. Este proceso de endurecimiento y autodestrucción del faraón pertenece al misterio, es decir, al camino del éxodo. Así lo ha visto la Escritura (cf. Ex 7,3; 8,11.15.28; 9,12; 10,20; 11,9).


 

 

 

 

3.2.3. Las plagas, autodestrucción del faraón


 

Ciego a las urgencias de la libertad, el faraón (el poder) se desmorona. La Escritura presenta este proceso de caída del poder utilizando el esquema literario de las plagas. Allí donde el poder se cierra, buscándose a sí mismo, sin pensar en la verdad del hombre, el ser mismo del mundo parece que se quiebra: se poluciona el río, se multiplican las ranas, invaden el espacio los mosquitos, nubes de langostas devoran las cosechas...(Ex 7,14-10.20).


 

El crecimiento de las plagas es un signo de la lucha entre el poder del hombre (faraón) y Dios. Todos los intentos del faraón, que quiere autodivinizarse, chocan contra los límites de una naturaleza áspera y violenta. Allí donde alguien quiere hacerse faraón y destruir la libertad abierta hacia la vida queda en manos de la muerte y del terror.


 

El misterio de las plagas se muestra en un lenguaje mítico-simbólico, usando temas conocidos en la historia de Egipto. Siglos más tarde, Sab 17-18 reasume este mismo tema, explicitando en forma antropológica, las dos últimas plagas: oscuridad y muerte de los primogénitos. El hombre que se quiere convertir en Dios se queda ciego ante la vida; los tiranos siempre matan a sus hijos, pues no pueden transmitir la vida en gratuidad sobre la tierra. Los dos poderes se han enfrentado. Dios ha dado al faraón todas las oportunidades de cambiar. No le exigía más que la humildad de reconocer que Él no tiene rival. El faraón, arrogante, no cree que la humildad pueda salvarle. Estos signos (las plagas) provocan su obstinación, porque una y otra vez se niega a colaborar en el plan divino. Elige su propio camino, libremente, pero, equivocadamente: se ha convertido en un fantasma de sí mismo y ha destruido el país y a los suyos. Ha provocado la muerte de los primogénitos. ¿Querrá alguien aún medir sus fuerzas con Dios? La historia del faraón, del hombre, no ha terminado todavía.


 

 

 

 

3.3. Ex 12,1-13,16: La pascua, fiesta de los oprimidos


Al anuncio de la muerte de los primogénitos sigue un gran memorial de la pascua, que está formado por un relato en que se insertan dos fiestas (pascua y ácimos) y una costumbre-ley (rescate de los primogénitos). La pascua se articula en tres puntos:

- ritual de la fiesta (Ex 12,1-14),

- celebración (Ex 12,21-28)

 

- elenco de participantes (Ex 12,43-51).


 

 

 

 

El ritual, memorial de la salida, tiene forma de comida y resalta el carácter redentor de la sangre: el Señor salva a su pueblo pasando de largo por las casas señaladas; pero también se trata de un golpe definitivo para el opresor: la muerte de sus primogénitos (Ex 12,29-32). La fuerza redentora de la sangre del cordero garantiza el futuro de Israel al redimir a sus primogénitos. Es un rito de vida-resurrección. El cordero pascual es typos-imagen de Cristo (cf. 1Cor 5,7). Su sangre nos ha redimido.


Precisamente este significado fundamental de la pascua ha podido contribuir a que se haya fundido esta fiesta con la de los ácimos (cf. Ex 15,20) que en calendarios más antiguos aparece como independiente (cf. Ex 23,15; 34,18). Sin duda que en el contexto de Éxodo la prisa justifica la ausencia de levadura, pero sobre todo al unir la fiesta de pascua con la de los ácimos, Israel profundiza su significado: hay que enterrar lo caduco y esclavizador, y renacer como hijos del Dios de la libertad.


 

Los oprimidos celebran la fiesta de la pascua poniendo en las manos de Dios su existencia. Así indican que la libertad no es sólo una conquista, sino un don de gracia que debe recibirse en forma gratuita. Por eso, reunidos en casa, celebran ya la libertad, mientras perecen los primogénitos de Egipto. Así por el culto va fraguando la identidad de Israel como pueblo.


 

 

 

 

La muerte de los primogénitos egipcios, primero anunciada (Ex 12,12-14), luego ejecutada (Ex 12,29-36), y finalmente convertida en una costumbre-ley para los israelitas (Ex 13,11-16), constituye una especie de tema-guía para la sección. Los primogénitos son la esperanza de futuro. Por eso cuando llega el momento del enfrentamiento definitivo, la alternativa es clara: o los hijos de Dios o los del antidios (el faraón-Egipto); o Israel, primogénito del Señor (cf. Ex 4,23), o los primogénitos de todo Egipto. La obcecación del faraón atrae sobre Egipto el castigo que pretendía infligir a Israel: el que quiso eliminar al primogénito del Señor, bloquear el plan divino, ahora ve cambiadas las tornas: va a desaparecer Egipto al morir todos sus primogénitos, hombres y animales.


 

 

 

 

Este memorial de la pascua culmina propiamente con la agradecida confesión de Ex 12,42 (los pasajes inmediatamente siguientes tienen más bien el carácter de apéndices). Esta noche debe ser para siempre una noche en que el pueblo agradecido se mantenga en vela porque el Señor veló para salvarlos (cf. comentario de Sab 18,6-19).


 

 

 

 

La intervención de Dios en la salida de Egipto y el paso por el mar Rojo constituye el dogma fundamental y fundacional de Israel. Es el artículo principal del credo israelita (cf. Dt 26,5ss). La Pascua y los milagros concomitantes evidenciaban la presencia Salvífica de Dios en la historia de su pueblo.


 

 

 

 

3.4. Ex 13,17-14,31: Salida de Egipto: perseguidos y liberados


 

Israel toma el camino del sur llevando los huesos de José: el éxodo se enlaza así con el ciclo patriarcal.El paso del mar nos llega en un díptico: relato (Ex 14,1-31) e himno (Ex 15,1-21). El relato ha crecido con las celebraciones del acontecimiento. En la versión más antigua, el faraón los persigue hasta el mar, pero la nube se interpone. Durante la noche un fuerte viento seca las aguas, e Israel comienza a pasar; los carros egipcios se mueven con dificultad y no lo alcanzan. Cuando llega el reflujo el mar los ahoga. Es la versión más "lógica": atraviesan por una especie de marismas, donde los carros apenas podían maniobrar. De hecho el término hebreo que suele traducirse por mar Rojo, significa propiamente "mar de los juncos". El redactor sacerdotal, sin embargo, abandona todo interés por la verosimilitud histórica; su planteamiento es teológico. Dios es el Señor absoluto y será glorificado a costa de su enemigo: el faraón se verá obligado a reconocer a quien no quería (Ex 14,3-4; cf. Ex 5,2). El paso del mar se describe como una creación: se separan las aguas y aparece lo seco, camino para los rescatados; acude a gestos sagrados que convierten las aguas en muros, formando un camino real por donde avanza el ejército del Señor (cf. Jos 3,1-17; Sal 66,6; 114); las "murallas" de agua se derrumban sobre los egipcios (cf. Jos 6,1-20) y el mar los ahoga. Esta versión se impone y da al relato su forma final.


 

 

 

 

Mientras en el campamento israelita se atiende a la voz divina, en la corte egipcia se impone el mercantilismo: el faraón, con el cadáver de su hijo todavía caliente, no piensa más que en la pérdida de mano de obra barata (Ex 14,1-8). Sin embargo, ante el mar, los esclavos pierden la fe confiada y acusan a Moisés, e indirectamente al Señor: consideran al Dios de la vida un Dios asesino. Son incapaces de aceptar al Dios que los llama a la libertad. Moisés, el profeta creyente, exige una fe sin límites y asegura la victoria. La repetición de "ver" subraya el papel de ser testigos (Ex 14,9-14). Es de noche (tres veces) cuando el Señor comienza a actuar: hiende el mar; salva y crea. Es de día cuando Israel ve los cadáveres de los enemigos vomitados por el mar; con la luz llega la salvación, y el Señor se manifiesta como el Dios fiel a su palabra, dominador del mar y de los imperios, que acude y libra a los oprimidos, manifestando su fuerza ante sus enemigos y sus elegidos (Ex 14,15-31).


 

La actuación de Dios dando la libertad puede parecer demasiado cara y destructora: los egipcios son aniquilados. Pero no es Dios el que aniquila a los egipcios; ellos mismos se aniquilan bajo el mar del propio orgullo y prepotencia: al querer destruir a los demás se autodestruyen.


 

 

 

 

3.5. Ex 15,1-21: Canto de acción de gracias de los liberados


 

Son los cánticos de victoria que el pueblo entero entona mientras celebra con entusiasmo la gesta que Yahvé acaba de realizar ante sus ojos. Son los cánticos que festejan con alegría la "luna de miel" que el pueblo de Israel está viviendo.


 

 

 

 

La liturgia de pascua culmina con este canto que exalta al Señor, Dios guerrero, pastor, redentor y rey. El lenguaje es épico y las imágenes provienen de leyendas conocidas: los enemigos cósmicos e históricos contemplan la victoria divina. Silencio en el mar y en la tierra cuando actúa el Señor: sólo se escucha el paso de los hombres libres. El autor rebosa de orgullo al llamar al Señor su Dios, su paladín. La afirmación: su nombre es el Señor hace que el himno quede incluido en la teología del "nombre" (Ex 15,1-3).


 

La primera parte (Ex 15,4-12) contempla la victoria del Señor, exalta su poder acumulando adjetivos y metáforas. Las bravatas del faraón demuestran sus intenciones asesinas, que el Señor desbarata. Termina esta parte del cántico con una interpretación lírica en la que se resalta la absoluta singularidad del Señor. Quien se atrevió a poner en duda su poder acabó desapareciendo.


La segunda parte (Ex 15,13-17) evoca hechos posteriores al éxodo. El liberador es ahora pastor que guía hacia la tierra prometida el pueblo rescatado. Los pueblos, petrificados como las aguas del mar, contemplan el paso de los liberados. La tierra es calificada con títulos sagrados. Una aclamación al Rey divino cierra el himno.


 

La conclusión del cántico (vv. 19-21) recuerda la fiesta anual en que se cantaba y acompañaba con danzas este himno. María es "profetisa" porque, inspirada, alaba al Señor. Se repite de nuevo el motivo inicial del himno: gloria al Señor, libertador de Israel.


 

 

 

 

3.6. Ex 15,22-18,27: ¿Está Dios con nosotros? (Ex 17,7)


 

Cuando termina el eco del canto de victoria y de agradecimiento por la libertad lograda, llega la exigencia del camino. Ahora los liberados tienen que inventar su propia marcha en solidaridad compartida y coraje. Ya no se trata de resistir al opresor egipcio. Hay que inventar la libertad, aprendiendo a caminar de forma nueva, en el desierto. Ese camino se concibe como una tarea difícil, siempre nueva. Parecía más sencillo vivir siendo cautivos, pero hartos, que ser responsables de la libertad que Dios ofrece. Liberación y acceso a la libertad no son términos exactamente equivalentes. Para el pueblo de Israel, el paso del mar Rojo es el hito que señala el final del país de la servidumbre, pero no es todavía la frontera de la Tierra Prometida. Por en medio se extiende el ancho desierto cargado de privaciones, de incertidumbres y de monotonías en el camino que conduce a la libertad.


Cuando todavía no se ha apagado el eco de su canto, el pueblo se ve violentamente encarado con la dureza del desierto: con el hambre y la sed, la incomodidad y las jornadas interminables de marcha. Muy pronto, los cánticos de alegría de quien festeja la "luna de miel" de la libertad, dejan lugar a las protestas y a las murmuraciones: "¿No había acaso sepulcros en Egipto que nos has traído a morir en el desierto? ¿Qué es lo que has hecho con nosotros al hacernos salir de Egipto? ¿No es esto lo que te decíamos en Egipto: Déjanos que sirvamos a los egipcios, porque es mejor que sirvamos a los egipcios que morir en el desierto?" (Ex 14,11-12).


 

A medida que van pasando los días y Egipto queda atrás, se van limando los recuerdos más crueles de la existencia que allí llevaban. Día vendrá que añorarán la vida en Egipto: ¿Porqué no hemos muerto por la mano de Yahvé en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta la saciedad? Nos habéis traído a este desierto para hacer morir de hambre a toda esta asamblea" (Ex 16,3).


 

En el camino a través del desierto hacia la Tierra Prometida, el pueblo sentirá una y otra vez la tentación de dar marcha atrás, de abandonar y renunciar a la libertad mandándolo todo a paseo. Moisés intercede una y otra vez por el pueblo ante Dios. Una y otra vez Dios se muestra benévolo hacia el pueblo con prodigios y señales.


 

 

 

 

Estos capítulos enlazan la salida de Egipto con la larga estancia del pueblo en el Sinaí. Su intencionalidad, lo mismo que la primera parte del Éxodo es catequética. A la pregunta ¿Está Dios con nosotros? (Ex 17,7) responden estos relatos mostrando la providencia del Señor, el cual se manifiesta no sólo como el Señor que salva, sino también como el Dios que acompaña a su pueblo. El pueblo experimenta en el desierto la tentación de volver a Egipto buscando seguridades, pero la asistencia del Señor los prepara para establecer un pacto en el Sinaí y abrirse un futuro nuevo.


 

 

 

 

3.7. Ex 15,22-27: Aguas amargas: Mará


 

Las aguas amargas del desierto recuerdan las dos primeras plagas, relacionadas con el agua (Ex 7,14-8,11). A las quejas del pueblo Dios responde proporcionándoles agua y poniendo como condición de su asistencia el cumplimientos de sus leyes y mandatos. Así evitarán que se repitan en ellos las plagas que tuvieron que sufrir los egipcios.


 

 

 

 

3.8. Ex 16,1-36: Maná y codornices


 

 

 

 

La falta de alimento y la imposibilidad de encontrarlo en el desierto hace que el pueblo murmure contra Moisés y Aarón, y que lleguen a preferir las pequeñas seguridades de Egipto al futuro que Dios les promete. El Señor se muestra una vez más como el Dios providente que asiste a su pueblo. El maná y las codornices serán para ellos una manifestación de la gloria de Dios. El problema fundamental no es la necesidad de alimentos, sino la confianza en Dios, y así lo hacen constar Moisés y Aaron: el pueblo se ha rebelado, no contra ellos, sino contra el Señor (v. . El interés del relato se centra sobre todo en el maná, especie de savia que rezuma un arbusto del desierto, y que, solidificada al contacto con el aire frío de la noche, puede servir de alimento. El hecho es interpretado por la tradición israelita como señal milagrosa de la asistencia divina. El redactor sacerdotal pone en el relato su peculiar enseñanza al vincular la recogida del maná con la regulación del descanso sabático según el esquema de la creación (vv. 22-27).


 

 

 

 

3.9. Ex 17,1-7: Aguas del juicio: Masá y Meribá


 

 

 

 

De nuevo la sed hace que el pueblo se querelle (Meribá) con Moisés y ponga a prueba (Masá) al Señor. La pregunta radical es: ¿está el Señor en medio de nosotros o no? (v. 7). Por tercera vez el Señor tiene que mostrar que es capaz de asistir a su pueblo incluso en el desierto a través del cual los conduce a la tierra prometida. Pero ahora lo hará con el mismo cayado con el que provocó las plagas de Egipto. Lo que fue instrumento de muerte para los que se obstinaron en no hacer caso al Señor, puede dar la vida a quienes confían en él.





 

 

 

 

CLAVE SITUACIONAL


 

 

 

 

1. Exodos y procesos de los pueblos hacia el siglo XXI. ¿No es el mundo humano que entra al siglo XXI un hormiguero de éxodos y procesos de sociedades, pueblos, culturas, y de todo el planeta convertido en “aldea global”? Pensemos en todos los continentes...

Grupos humanos en éxodos felices o dramáticos (desde turistas hasta desplazados) deambulando o asentados en refugios o campamentos, son imágenes cotidianas de este fin de siglo en todo el mundo. Más de la cuarta parte de la humanidad son desplazados: des-arraigados, sacados de su sitio...

Todo el planeta en trance de globalización, sale del siglo XX y entra al nuevo siglo en un éxodo de cambios acelerados y profundos que llevan la humanidad a un destino desconocido, sin Moisés alguno al frente... En definitiva, ¿no vivimos todos los humanos, de una u otra forma, en éxodo interior o exterior (personal, social, psicológico, religioso o cristiano) buscando liberación? En los lugares donde nosotros vivimos, ¿qué procesos de cambio en la sociedad y qué situaciones reales de éxodo humano se pueden percibir?

 

¿Qué papel juegan Dios y la fe en Dios en los éxodos de hoy?

 

Y nuestra Iglesia, sus miembros en los diversos estados de vida, con sus carismas y ministerios, ¿qué cercanía y qué presencia están teniendo en los éxodos y en los procesos de los pueblos, qué iluminación y acompañamiento a fin de que sean procesos de liberación y no de opresión o esclavitud y muerte?


 

 

 

 

2. ¿Son liberadores los éxodos y procesos actuales? En los “campos de tránsito” de Tailandia, el papa Juan Pablo II pronunció esta denuncia contra ciertos éxodos humanos que no están siendo liberadores: “Es repugnante y monstruoso para millones de seres humanos tener que abandonar su propio país a causa de su raza, de sus orígenes étnicos, de sus convicciones políticas, de su religión o porque son amenazados de violencias e incluso con la muerte”... o también porque se les niega hasta las mínimas condiciones y posibilidades para vivir...

 

La salida de Egipto de los hebreos es iniciativa del Dios liberador, que se conmueve al verlos oprimidos y a punto de exterminio en tierra extranjera; una inciativa de liberación hacia la vida, la libertad y la dignidad, que da origen e identidad al pueblo de Israel; Moisés y Arón son mediadores. ¿Qué semejanzas y diferencias mayores tienen con ese Exodo, los éxodos de tantos grupos y masas de seres humanos de hoy, y los procesos de los pueblos y sociedades? Procesos de los pueblos del este europeo en los años 90... de los pueblos y etnias de Africa (con sus variantes) y de parte de Asia... de los pueblos de América Latina... ¿Quién toma la iniciativa y/o qué causas mueven ahora a las gentes a salir de su tierra, y a los pueblos y sociedades en sus cambios? ¿Hay proyectos liberadores en pie? ¿Qué mediaciones y mediadores tienen?...

 

Para emprender el Exodo del pueblo hebreo, su Dios y sus mediadores enfrentaron al Faraón y a su poder de esclavizar. En nuestro mundo de éxodos en busca de vida más digna y humana, de procesos de liberación truncados o de nuevas esclavitudes, ¿hay nuevos faraones con nuevos imperios de poder esclavizante o excluyente?

Puede suceder que algunos éxodos vayan de una esclavitud a otra y de una muerte a otra... ¿Qué significan las explosiones, rupturas, y enfrentamientos étnicos y religiosos hasta la guerra y el exterminio a estas alturas de la historia humana?...

 

Y el proceso global de nuestro mundo en este fin de siglo, ¿obedece a iniciativas, proyecto y horizontes de liberación? El sistema neoliberal triunfante ¿a qué “tierra prometida” nos conduce? Tal como está funcionando, ¿de qué libera a las personas (y a qué personas libera) la liberalización del Mercado?... ¿Marchamos en Exodo hacia la vida, la libertad y la dignidad, o hacia la muerte de muchos y la deshumanización de todos?


 

 

 

 

3. ¿Qué liberación celebran hoy las sociedades, los pueblos y las iglesias? Ese énfasis en la celebración de la Pascua del pueblo hebreo por su liberación (“memorial” para todas las generaciones) situado en el contexto de las sociedades e iglesias de hoy, deja ver fuertes contrastes:

 

Frente a la sangre que fue “señal liberadora” del pueblo, hoy vemos ¡tanta sangre derramada que no trae liberación a nadie!... ¿Dónde hoy los cantos son de liberación? y ¿qué liberaciones y victorias cantan?... Lo que con más euforia se oye contar y cantar ahora es la Liberación del Mercado, la victoria triunfal del mercantilismo neoliberal sobre las otras ideologías, y las victorias del propio partido político o del equipo local de fútbol... ¿Representa eso la victoria de la vida común solidaria, y la libertad digna de todos los ciudadanos, comunidades y culturas? ¿o la victoria del lucro y el egoísmo competitivo, con la exclusión de los vencidos y de los débiles?...

 

¿Qué se celebra hoy más y más masivamente en nuestros pueblos y sociedades? y ¿qué celebraciones transmiten más los medios de comunicación en el actual sistema de vida y de “valores”?

 

Aquella Pascua de liberación y su memorial están en la base de nuestra Pascua cristiana; preguntémonos, pues, cuántos bautizados celebran esta fiesta pascual de resurrección y liberación y cómo se celebra en nuestras Iglesias particulares; qué conciencia hay de lo que se celebra y qué influencias tiene en la vida personal, familiar y social “de generación en generación”... Si en muchos países de vieja tradición cristiana, recuperan hoy la celebración masiva del “carnaval”, mezclando diversión, cultura (?), circo, burla, desahogo y hasta desenfreno, ¿cuanta gente celebra la Pascua de Resurrección y cuánta se libera de su celebración para descansar y turistear?...

 

Sin duda, se dan también hoy celebraciones muy buenas y creativas de acontecimientos, logros y victorias que son liberaciones (humanas o religiosas, cristianas, eclesiales); son pasos y signos de la liberación de la humanidad, hacia la gran liberación que esperamos y buscamos los cristianos. ¿De qué celebraciones de esas tenemos conocimiento o experiencia en los lugares y ambientes que vivimos o hemos vivido?...


4. “¿Está Dios con nosotros en los desiertos de hoy?. Ahora en ambientes eclesiales y religiosos se hacen “experiencias de desierto” en las que se pueden recuperar riquezas simbólicas y espirituales que tiene “el desierto” en las tradiciones religiosas. Pero, ¿no hay que poner cuidado en no buscar sólo “desiertos” cómodos o satisfactorios? ¿Qué hacemos con los “desiertos” que nos ponen a prueba la fe, la paciencia la esperanza, nos evidencian nuestros miedos y nos hacen sufrir la ausencia de Dios?...

En quienes “practicamos” hoy la fe a diferentes niveles, se puede repetir aquello de los israelitas en el desierto: dudar de Dios, lamentarse, quejarse y murmurar contra Dios. Al vernos en problemas o en situaciones negativas de tipo ecómico, laboral, sentimental, o en fracasos, desgracias, enfermedad o infortunios, nos preguntamos si está Dios con nosotros: “¿por qué me tiene que suceder esto a mí!?...” “¿nos abandona Dios!?”... ¿Abunda esto hoy en los cristianos, o lo vemos superado?

De los años 80 a los 90 se han truncado diferentes procesos de liberación popular, y numerosos militantes viven en desaliento y postración; sectores y pueblos enteros en su “desierto”, sin celebrar pascua alguna de liberación... ¿Conocemos este tipo de situaciones u otras semejantes? ¿Resultarán algún día postivamente purificadores esos “desiertos”?

Por otro lado, se debe hablar hoy alto y claro, de la “desertización” del planeta y de sus causas y de sus causantes mayores, quienes, por la sobreexplotación y por negarse a reducir la producción y emisión de productos tóxicos, están haciendo de la tierra un desierto global. Ironía cruel de quienes manejan el progreso de la ciencia y la tecnlogía: van a Marte en busca de huellas de vida de hace millones de años, y dejan morir aquí la vida de hoy y de mañana...

 

Compartamos las experiencias y situaciones de “desierto” que conocemos en nosotros y en los demás (personas, grupos, pueblos, culturas, religiones). Preguntémonos si en nuestras Iglesias particulares y comunidades vivimos atentos a los desiertos humanos y religiosos; cercanía, presencia, acompañamiento...





 

 

 

 

CLAVE EXISTENCIAL


 

 

 

 

1. Nuestro propio éxodo. Cotidianamente hay que vivir en éxodo liberador; como personas y como comunidad; como pueblo eclesial y pueblo social. Sabiendo que Dios toma la inciativa y la lleva a cabo a través de mediaciones históricas, y que nuestro Dios (el Dios de Jesús por su Espíritu) nos quiere liberar como miembros de todo su pueblo... ¿Qué procesos de éxodo y liberación atesora mi vida?


 

 

 

 

2. ¿Por qué no cantar y danzar como liberados? Habríamos de poner alma, vida y corazón en la “celebración”de la Pascua de Jesús, Pascua de resurrección, de liberación, de vida nueva; y no sólo sacramental y cultualmente (aunque también) sino sobre todo existencialmente. Y hacer de nuestra vida un “memorial” de la Pascua del Señor en nuestro mundo. Con mucha marcha, con ritmo interior y exterior de “celebración”. ¿Por qué no cantar y danzar como liberados?; personas y comunidades; como esa María que agradece y “celebra” las cosas grandes que ha hecho el Señor, precursora de la otra María del magnificat... Revisemos nuestra capacidad de “celebrar”; qué, cuándo, con quién y cómo...


 

 

 

 

3. Sumarnos hoy a la inciativa de Dios con su pueblo. Hacer causa común con su causa, desde la Pascua del Señor, poniendo la propia vida al servicio de la liberación interior e integral de los demás. Desde mi carisma; cotidianamente; en presencias, acompañamientos y servicios concretos a personas, grupos y comunidades concretas (incluyendo mi propia comunidad). El Dios de Jesús, que tiene la iniciativa liberadora, necesita mediadores y mediadoras. ¿Cómo lo estoy haciendo? ¿En qué puedo hacerlo mejor?


 

 

 

 

4. Preguntas sobre Dios en el desierto del corazón. En el desierto de nuestro corazón, la vida cotidana pone a prueba nuestra fe. La fe no es el poder de no dudar, sino la fuerza de sobrellevar la duda con amorosa esperanza. Desde la fe misma, la duda da existencia a las preguntas. Transformemos la duda cambiando la pregunta: en lugar de preguntarnos “si está Dios con nosotros”, preguntémonos “si estamos nosotros con Dios”... Personalizar esta pregunta existencial, es una manera delicada de dar por supuesta su fidelidad; y eso es la fe, confiar en Su fidelidad... ¿Cuál ha sido hasta hoy mi pregunta existencial como creyente: ¿está Dios conmigo? o ¿estoy yo con Dios?...; o más en cristiano: “¿estoy con el Dios de Jesús?”



 

 

 

 

ENCUENTRO COMUNITARIO


 

1. Pración o canto inicial

 

2. Lectura de la Palabra de Dios: Es 15,1-21

 

3. Diálogo sobre el tema VII en sus distintas claves

 

 

 

 

(Es importante tener presente la explicación que se ha dado en la PRESENTACION del primer volumen y en este mismo acerca del encuentro comunitario)

 

4. Oración de acción de gracias o intercesión

 

5. Canto final




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